Las bellas durmientes (1)
Sabía que mi novia no iba a estar en casa durante todo el día. Así, traté de llevar a cabo el plan que siempre me había apetecido hacer: follarme a mi cuñada.
Ése día, lo planifiqué todo meticulosamente. Sabía que mi novia tenía que estar en la Facultad desde primera hora de la mañana a última de la tarde. Además, mis suegros estarían trabajando todo el día y no vendrían a comer. Así, sólo quedaría mi cuñada, que tiene un año más que yo, y que, francamente, está muy buena. Os cuento, mide, aproximandamente, 1.60m, sus medidas rondan el 90-60-100. Tiene el pelo castaño oscuro y rizado, los ojos azules y la tez muy clara.
Así, llamé a la puerta haciéndome el despistado (como si fuera a visitar a mi novia). Entonces, me abrió la puerta. Vestía un pantalón de chándal amarillo y una sudadera de color gris. Sus pies, cubiertos por unos calcetines blancos, estaban dentro de unaas zapatillas para andar por casa; iba muy tirada. (¡Perfecto, no iba a salir!). Me miró y me dijo:
-¡Hola!, ¿buscas a mi hermana? ¿No te comentó que hoy estaría fuera todo el día?
Yo puse una cara como de sorpresa y después, junto con un gesto de "Mierda, el viaje que me he pegado para nada"(vivo bastante lejos), dije: -¡Mierda! Lo había olvidado-.
Ella sonrió y me dijo:
-Bueno, si quieres almorzar, puedes pasar y tomarte un café.
Obviamente, acepté y, al entrar en el comedor, vi dos tazas de café y unos bizcochos sobre la mesa. Entonces, comprendí que había alguien más. Rápidamente, supe que hoy mi suegra libraba en su trabajo (pues era a días indeterminados; con lo que nunca sabía cuándo podía tener fiesta). Sin embargo, tuve suerte y hoy estaban esas dos joyas en casa.
Sin embargo, no me achiqué y continué con mi plan. Saqué dos pastillitas de mi bolsillo y coloqué, cada una de ellas, en una taza de café. Justo en ese momento, venía mi cuñada con una taza para mí. Yo se lo agradecí y, entonces, apareció mi suegra con un albornoz blanco, pues venía de ducharse. Me saludó con dos besos y, antes de seguir hablando, tomó su taza de café.
No tardaron ni treinta minutos en quedarse dormidas las dos. Mi suegra se había sentado, previamente, en el sofá; donde había caído. Mi cuñada, por contra se había quedado dormida en la mesa. Yo ya conocía el efecto que ejercían estas pastillas, pues ya las había utilizado con algunas profesoras de mi instituto. Así, me decidí a atacar.
Me acerqué a mi suegra. Estaba, como ya he dicho, profundamente dormida en el sofá. Únicamente vestía su albornoz blanco. Ella mide, más o menos, 1.65m, para sus 45 años, podríamos decir que está muy bien; pues tiene un culo precioso (ni caído, ni plano, ni gordo: precioso). Sus tetas son la pera, debe calzar un 100 ó más. Tiene una cinturita de ensueño. Su pelo es corto a media melena, liso y color castaño-rojizo. Lo cierto es que yo había pensado más de una vez en verla desnuda y que me la follaba. De hecho, en una ocasión, la espié por la rendija de la puerta de su habitación mientras se cambiaba la ropa, pero no pude entretenerme porque mi novia estaba rondando por la casa. ¡Pero hoy, no!
Saqué la cámara de video de mi mochila y la coloqué en un sitio para que grabara, sin obstáculo alguno, a mi suegra. El aparato comenzó a grabar.
Me coloqué, inclinado, frente a mi suegra, y comencé a lamerle los labios. Después, introduje mi lengua en su boca y comencé a moverla (lástima que ella no la moviera). Entonces, seguí chupando su cuello y bajé, poco a poco, hasta el principio de su canalillo. Entonces, me separé y le desaté, lentamente, el cinturón de su albornoz. Notaba como mi sangre circulaba a velocidades vertiginosas. Para entonces, mi polla estaba ya super dura. Lentamente, abrí el albornoz de mi suegra y vi algo espectacular. Su pose era la de una persona que se ha quedado rendida en el sofá, con los brazos caídos y las piernas, totalmente, separadas.
Así estaba ella. No me pude aguantar y comencé a lamerle el coño. Con mi lengua le fui separando los labios externos vaginales y, poco a poco, su chocho se fue mojando. Lo tenía bien afeitado por los lados y, únicamente, tenía unos pocos pelos en su pelvis. Comencé a lamerle el clítoris y, entonces, noté cómo su respiración se agitaba. Estuve así unos 5 ó 10 minutos, para entonces, su coño estaba totalmente encharcado. Comencé a tocarle y chuparle las tetas como un poseso; las tenía muy firmes y bastante duras; sin duda por la hora de gimnasio que se pegaba la tía cada día.
Me quité la ropa y terminépor quitarle el albornoz a ella. La levanté y la recliné contra la mensa, de modo que su culo quedara levantado contra mí. Pasé la palma de mi mano contra su coño y se la restregué por el ojete; lo quería bien lubricado. Entonces, saqué de mi mochila un bote le vaselina y me mojé, con ella, la polla y lubriqué bien su ojete. ¡Iba a darle por culo a mi futura suegra...! Sin pensármelo más, abrí bien su culo y comencé a endosársela por detrás. Notaba cómo mi polla se iba abriendo paso a través de su redondo y sonrosado agujerito. Poco a poco, metía más y más, hasta que, por fin, estuvo toda dentro. Entonces, comencé a moverme. Le follé el ojete como un poseso. Comencé a darle cachetadas en sus nalgas y a darle pequeños mordisquitos por su espalda; estaba descontrolado. Ya no pude más y, tras clavársela con todas mis fuerzas hasta el fondo, le llené el ojete de leche. Mantuve mi polla allí durante unos minutos más. Lentamente la saqué y senté a mi suegra en el sofá. Puse mi polla en su boca y me la aclaré un poquito, el resto, la sequé en sus piernas. Cogí la cámara y volví a grabar a mi suegra, pero esta vez, llevaba yo el aparato. Hice un primer plano de su cara, de sus tetas y de su coño. Luego, la dejé de tal forma que grabara a mi cuñada, pues era su turno.
Me puse detrás de ella y comencé a tocarle las tetas. Como llevaba sujetador, levanté la sudadera desde donde estaba y se lo desaté. Entonces, le quité tanto el sostén, como la sudadera. La polla se me empezaba, otra vez a hinchar. Ahora, sí que tenía sus preciosas tetas al alcance de mi mano. Se las lamí y se las toqué. Eran muy firmes y duras y con unos pezones sonrosados que me volvían loco. Bajé mi mano hasta su entrepierna y se la metí por debajo de ese pantalón de chándal amarillo. Noté sus braguitas. Le quité el pantalón y la dejé sentada en la silla con unas braguitas negras que hicieron que mi polla hablara por si sola. Comencé a lamerle toda la boca y conseguí chupar su lengua y succionarla hacia fuera de su boca, luego la solté y retrocedió.
Retiré todas las tazas y bizcochos de la mesa y puse a mi cuñadita sobre ella boca arriba. Le quité las bragas y quedó ante mí su coño peludito. Como había hecho con su madre, comencé a comérselo. Le separé más las piernas y abrí bien los labios de su coño. Desprendiá un olor tremedamente dulce, inserté mi lengua en su pequeño tesoro y empecé a chupar. No tardó mucho tiempo en humedecérsele, seguí a lo mío y, entre tanto, le metí un par de dedos en su rajita. Separé mi cabeza y comencé a hacerle una paja con mis dedos. cada vez se mojaba más y su respiración dejaba entresalir unos pequeños gemidos. Yo no pude más, me puse un condón (no quería preñar a mi cuñada) y se la metí. O más bien, traté de hacerlo, porque se resistía; supe que era virgen (la cuál cosa me sorprendió tanto como me excitó). Decidí hacerlo por la fuerza (estaba demasiado excitado como para pararme a pensar en ella) y se la clavé hasta el fondo. De su boca salió un pequeño grito que se confindió con un gemido más. Entonces, tumbé mi tronco sobre ella y, mientras chupaba sus pezones, mis caderas subían y bajaban entre sus piernas. Poco a poco, me iba calentando hasta límites insospechados y pensé que, si la había desvirgado por un lado, debería hacerlo, también, por el otro. saqué mi polla y el condón tenía un pequeño hilo de sangre que salía del coño de mi cuñada. Me quité el condón.
Así, volví a coger el frasco de vaselina y, tras mojarme la polla con él , hunté el ojete de mi cuñada. Así, volví a las andadas y, poco a poco, se la fui metiendo por su redondito agujero. Costaba bastante más que el de su madre, pero no me iba a rendir: ¡iba a encular a mi cuñada!
Volví a mojar su culo y mi polla con vaselina y traté, otra vez de metérsela. Mi paciencia se había agotado por completo, pero, casualmente, mi rabo comenzaba a entrar, cada vez, con mayor facilidad. Así, hasta que mis huevos, tocaron con su húmeda raja. Entonces, volví, otra vez, con el mete y saca. Le veía perfectamente la cara; con una expresión como de incomodidad y placer al mismo tiempo. Seguí follándomela por el culo hasta que ya no pude más y me corrí en su ojete. ¡Fue tremendo! Volví a por la cámara y le hice unos primeros planos a mi cuñada de tres pares de cojones.
Vestí a mi cuñada y la puse, de nuevo, sentada en la silla y apoyada en la mesa (tal como había quedado domida. Recogí el condón y lo guardé en una bolsa de plástico. Cuando me acerqué a mi suegra, al verla con el albornoz abierto, no me pude aguantar, chupé mis dedos y le metí mi mano en su coño. Comencé a mover los dedos dentro de ella y mi polla se volvió a endurecer. Así, la tumbé en el sofá, me puse sobre ella, y me la follé por el coño mientras le metía la lengua en su boca. Así estuve un buen rato, besándola y sobando sus tetas, hasta que me corrí dentro de su coño. ¡Ufff! No podía más.
Me vestí, coloqué a mi suegra sentada en el sofá, con su albornoz puesto y, tras recoger la mesa (limpié las tazas de café y recogí los bollos) y guardar la cámara de video, me senté al lado de mi suegra a ver la televisión. Habían pasado tres horas y media desde que se durmieron hasta ahora.
Tras una hora más, mi cuñada despertó y me miró con extrañez. Entoncs, le dije:
-¡Anda! Menuda siesta os habéis pegado tu madre y tú, ¿eh?
Ella miró el reloj se levantó rápidamente al lavabo.
Yo, como volvía a estar cachondo, pasé la mano por el chocho de mi suegra y le dije al oído: -Despierta, Clara (Pseudónimo)-. Metí tres dedos en su vagina, los saqué, los chupé y, con la otra mano sacudí a mi suegra que se despertó atontada. Me miró con extrañez y le dije: - Te has quedado dormida, ¿eh?-. Ella sonrió y se fue al otro lavabo.
Sólo tenía que esperar a que llegara la tarde...
Agradecería comentarios a:
En especial de mujeres.