Las Batallitas del abuelo Eladio y familia. (11)

Nuestro Eladio descubre en carne propia que para escapar de la tentación de Beatriz su hermanita, saltará a las brasas cuando la incomunicación y la obligatoria castidad de la cárcel ponga frente a sus narices la atribulada madre.

Fue en aquel octubre del 34 cuando verdaderamente todo empezó a transformarse en algo que degeneraría en lo que luego se llamaría Guerra Civil. Todos nosotros eramos algo ajenos a las revueltas que desde hacia un tiempo empezaban a tomar fuerza por todos los territorios del país.

Si, se oían cosas en la tasca donde nos reuníamos los jóvenes del pueblo, rumores de huelga general y cosas por el estilo, aun entonces siendo unos críos eramos conscientes del creciente temor entre los señoritos.

Porque si al fin y al cabo eramos nosotros los que trabajábamos la tierra, porque no era nuestra?

En una de aquellas noches las cosas fueron algo mas allá, y encorajinados por los actos de las juventudes socialistas del norte decidieron tomar por el asalto el ayuntamiento y el telégrafo de la ciudad vecina.

Yo idiota de mi a la sazón un crío a penas , me vi arrastrado a semejante disparate con los 2 tipos mas insensatos que jamas conociera; Esteban y Evelio.

Como no, ellos estaban metidos de lleno en todo aquello, decididos a derrocar todo lo que tuviera que ver con la autoridad.

La verdad era algo distinta, de eso me entere algo mas tarde cuando ya estaba en la parte trasera del camión rumbo al asalto.

Los dos sinvergüenzas tenían dos razones de peso creciendo dentro de los úteros de las gemelas y que nacerían 7 meses mas tarde, de ahí tanta prisa en abandonar la montaña.

Ambos preferían arriesgarse partiendo cuanto mas lejos mejor a ser capados por su viejo padre. Así que con una resaca del copón y nuestras carabinas en las rodillas nos vimos en ruta a la gran aventura sin pensarlo dos veces.

Para mi todo lo que fuera permanecer lejos del tentador coñito de Beatriz era un alivio, así que no dude en coger mis cosas y seguirlos como un corderillo.

Iba a ser una aventura en toda regla, pensaba...-- unos cuantos tiros..., colgar la bandera de la fachada del ayuntamiento y salir por patas, nada mas lejos de la realidad.

Todo se complico terriblemente cuando se tomaron los rehenes, nada salio como planeamos, al contrario..., a la mañana siguiente aparecieron una patrulla de casi una cincuentena de guardia civiles respondiendo a los tiros con otros tantos. Aquello se convirtió en una locura mas si cabe cuando cercaron el Ayuntamiento , el olor a pólvora impregno el aire durante la hora en que casi no dejaron de sonar los fusiles.

Y así acabo... rindiendonos a las autoridades, sin armas, sin dignidad y con varios de los muchachos que nos acompañaban heridos.

No tardaron nada en condenarnos, a los mas jóvenes.... porque a los mas veteranos los hicieron desfilar delante de la tapia del cuartel y fusilados sin miramientos.

Seis de nosotros entre ellos Esteban , Evelio , Joaquin, Paquillo, Genaro y yo tendríamos que permanecer en la cárcel durante 2 años y 1 día.

Aquello fue el peor de los castigos que pudieran inponerseles a los mellizos , encerrados en celdas nauseabundas, con el olor a mierda y enfermedad flotando por todos lados, porque como es natural la cárcel empezó a llenarse de mucho mas revolucionarios venidos de toda la región.

Fue tras estar encerrado cerca de 3 meses cuando tuvimos la primera visita, mi padre..., . No puedes ni imaginarte el enfado con el que agarraba el borde de la mesa, yo si.

Si hubiera podido me hubiera zumbado delante mismos de los guardas, pero no podía..., con voz cansada me tendió un hatillo con comida y una muda limpia.

  • Toma... esto es de parte de tu madre..., – refunfuño tendiéndomelo-- Si fuera por mi....-- aparto los ojos enfurecido.-- Te lo tienes merecido... cabeza hueca..., porque si fuera por mi..., si fuera...-- vi perfectamente su mano temblando .
  • Padre... de verdad..., no pensaba que fuera acabar así...-- yooo...., lo siento..., de verdad...!-- baje los ojos al suelo.
  • Yaaa..., buenooo no esperes muchas visitas por mi parte..., me has decepcionado chico..., muchooo--- se arrastro levantándose dirigiéndose hacia la puerta de salida.

Esa fue una de las ultimas veces que vi a mi padre, pues tras aquella visita fue mi madre quien acudía cada 5 o 6 meses con algo de comida y ropa limpia. Por ella me entere de los serios problemas que atravesaba la finca de don Matias, casi todos los jornaleros y campesinos se habían levantado contra él.

Ni si quiera llegaron a acercarse 20 metros del destacamento de la benemérita apostado en los limites de la finca. Cayeron una decena de vecinos, todos ellos antiguos trabajadores o incluso arrendatarios.

Ya no era antipatía lo que sentían por él , era odio...,

Conforme el 34 se iba acabando y empezaba el 35 , siguieron llegando las noticias de la capital.

Don Matias había tenido suerte o mas bien buen tino, abriendo dos fabricas conserveras en las afueras del pueblo, toda aquella gente que se había alzado en armas contra él, volvía a solicitarle un empleo en dicha fabrica.

Aun eran mas esclavos de lo que antes llegaron a imaginar.

Si no hubiese sido por la visitas de madre a la prisión me hubiera vuelto tarumba, sin casi comida, en unas condiciones que ni muchos animales vivirían veía sus visitas como la ventana al mundo externo.

Tras su marcha solía quedarme contemplando desde mi ventana con barrotes como empequeñecía y se perdía en el horizonte.

Era cuando mas lamentaba haber echo caso a los dos cabezas huecas de Esteban y Evelio, encerrado en aquel agujero infectado de cucarachas.

Al ser el preso mas joven fui presa de una especie de persecución por parte de los guardias, en especial de un cabronazo al que todos apodábamos Martín el carnicero.

Le encantaban los jóvenes pajaricos.... , así era como nos llamaba a los presos jóvenes a los que gustaba apalizar cada vez que se le antojaba , con la excusa de nuestra indisciplina eramos llevados al pequeño despachillo a la hora de la siesta, cuando disponía los 30 minutos mas largos de las miserables vidas de los presos.

  • Mira., mira... a quien tenemos aquí.... Eladio... verdad? – balanceaba su porra a un lado y a otro.-- el niño de mamaita... a que si chaval? – Jooodeeer si tienes una madre a la que me tiraría!-- se carcajeaba pendiente si el otro guardia se largaba y me dejaba a solas con él.

Solo entonces, se atrevía a bajar las persianas y se volvía a hacia mi.

  • Venga chaval... ahora vas a chupármela muy bien... porque si no ya sabes lo que te espera...., – amenazaba blandiendo su porra a un palmo de mi cara. – Verdad?

Era eso por lo que cerraba todo a cal y canto..., aunque los demás guardias se olían algo de lo que sucedía allí dentro jamas se atrevieron a soltar prenda. Conocían demasiado bien las malas pulgas de Martín , como no iban a elegir salir por piernas cuanto mas lejos mejor?--

Todos lo sabían, cerrar el pestillo y bajar las persianas significaba estar de rodillas chupándole la polla, porque el muy cabronazo te hacia pagar caro si intentabas plantarle un escupitajo o cualquier tipo de ofensa.

Mis costillas lo supieron demasiado tarde..., y pese a tenerme escupiendo sangre durante 5 días siguió llevándome al despachito donde siempre de rodillas me hacia comerle la polla.

  • Esooo es... ves que bieeeen... pajarico..., va empieza a mamar la verga despacio...-- decía sujetando los brazos de la silla con decisión.

Era el único momento en el día donde no llevaba los grilletes, de rodillas entre sus piernas tenia que agarrarle la verga y empezar a machacarsela. Los gruñidos de cerdo me provocaban apretarle la gorda tranca blanca hasta arrancársela de cuajo , pero sabia por los gestos de placer en su cara que aquello quizás le hubiera provocado a otra somanta de palos de las que yo saldría malparado o muerto.

A lo que me limitaba a pajearlo hasta tenerla dura, la barra de carne blanquecina siendo mucho mas pequeña que mi propia polla en seguida conseguía empinarse bajo mi palma, solo cuando apuntaba firmemente hacia mi cara conocía el siguiente trabajito al que debía someterla mamar de ella como si la vida me fuera en ello.

Y en verdad me iba.

Aun ahora, después de todos estos años recuerdo el sabor de su polla golpeando el fondo de mi garganta, tragando rabo hasta sentir nauseas, porque es cuando te sujetaba la cabeza y te obligaba a tragártela hasta los peludos cojones.

Bajar y subir todo el tronco con la boca desencajada, sabiendo que si por un imprudente momento se me ocurría morderle o arañarle te volvería a romper la nariz de un porrazo.

Aun así, el cabronazo se dedicaba a envestir con saña hasta soltar el primer manguerazo de amargo semen en la boca, vaciándose sin importarle si te asfixiabas con la corrida.

Allí era cuando uno podía desentenderse aliviado como estaba, solo entonces podías escupir la corrida contra el suelo sin esconder cuan asqueroso podía resultarte.

Ese era el pan nuestro de cada día entre sus paredes, su ley , su polla..., así rezaban las palabras salidas de su boca cuando se apretaba de nuevo el cinturón levantándose de su silla.

Tomándose su tiempo para justificarse, como si semejante hijo de puta tuviera justificación...

  • Jodeer chavaaaal cada vez lo haces mejor..., cojones... que a gusto me he quedaooo!-- soltaba volviéndose a poner la gorra del uniforme.-- Si al final vas a resultar que eres maricooon...!-- Jaaaaaaaaaaa, jaaaaaaaaaa!-- reía enfundando la porra en el cintura.-- Vaaa... largate... no quiero verte por aquí...--

Esa era la única manera de salir de aquellas cuatro a salvo, cuando él jodido marica te daba permiso. Porque aunque no soliéramos hablar de esas cosas con el resto de presos, podíamos darnos con un canto en los dientes si no salíamos de allí con el culo petado....

Esteban y Evelio solían consolarme con los relatos horrendos con los que iban a torturar al carnicero cuando saliesen de aquel sitio..., porque una cosa era segura..., se la tenían jurada...

Se lo podías ver en los ojos cuando te lo soltaban sin mas en el comedor, mes tras mes .

Poco a poco las mamadas se fueron espaciando, hasta que finalmente un día después de casi 13 meses en la cárcel deje de acudir al despachito, en todo ese tiempo la cárcel había empezado a llenarse de carne fresca, tal como eran considerados los presos nuevos que empezaban a rebosar la cárcel.

Pese a todas la chinches, pulgas y asquerosas cucarachas conseguíamos mantenernos con vida en medio de enfermedades, hambre y escasez, porque aunque pareciera mentira hasta nuestras miserables comidas fueron reducidas a un plato de sopa de hueso de jamón y pan negro.

Recibimos alguna que otra carta del hogar, Esteban y Evelio consiguieron brindar con agua de lluvia por el nacimiento de sus hijos en la única carta que recibieron en todos los meses encerrados.

Cada vez mas delgado con los huesos colgando, el muchacho de 16 años en que me había convertido desaparecía mientras soñaba con chorizos y jamones ahumados en salmuera, con tocino entreverado, odiando cada una de los despertares y los calambres en el estomago, cagándose en los muertos de todos aquellos hijos de putas.

Pero como siempre... todo puede empeorar y vaya si lo hizo... a marchas forzadas.

A unos 3 meses del final de la condena se declaro un brote de pulmonía de la que no se libraron ni presos , ni carceleros,. Debilitados por el hambre fueron cayendo como moscas , la pestilencia de los cadáveres llegaba a las celdas donde los presos sanos eramos obligados a cavar las fosas para enterrarlos.

Todavía me despierto con pesadillas de aquellos días, en los que cavamos y cavamos hasta el limite de nuestras fuerzas.

Como si de una pesadilla se tratase, superamos días, meses con los tachones del almanaque como único objetivo, hasta que un 3 de marzo a primera hora de la mañana con las alpargatas agujereadas , un traje cuatro dedos mas corto y el estomago vacío fuimos liberados a la puerta del presidio.

Los tres estábamos flacos como palos tanto que cualquier niño pequeño hubiera podido derribarnos de un puñetazo, aun así... enfilamos camino hacia nuestras casas con el sol como único sustento.

No nos paramos a mirar atrás, comimos borrajas silvestres y manzanas que parecieron darnos algo mas de fuerza para avanzar sin caer rendidos, la buena gente del pueblo donde pasamos la primera noche nos dejo su granero y entre paja seca dormimos los tres la primera noche de libertad.

Al despertar y tras ordeñara las vacas de la gente que nos acogiera, pudimos probar tras dos años el primer trozo de carne ,comimos hasta hartarnos como si no hubiese un mañana, sin importarnos las caras asombradas de la pobre gente.

Conforme nos acercábamos a nuestros hogares íbamos recobrando algo de fuerza, no se si tardamos algo mas de 15 días en volver a ver la silueta de los montes frente a nosotros, pero al menos podíamos caminar casi toda la jornada sin detenernos ni una sola vez.

Invite a los mellizos a mi casa, pero conocía perfectamente las ansias de llegar a su hogar, así que nos despedimos en la bifurcación del monte que llevaba al refugio de Lucas.

Agarrado a un trozo de pino como bastón me fui acercando hasta el contorno de mi casa, igual de destartalada que cuando me marche 2 años antes, el aire me faltaba en el pecho cuando con paso lento me adentre en el umbral de mi casa.

Igual que siempre todo estaba silencioso, pulcramente ordenado.

La olla hirviendo al fuego bajo, el olor a pan cocido secándose en la repisa de la ventana.

De dos pasos me senté en la mesa con una de aquellas hogazas bajo el brazo y el cuenco para el potaje en la otra, comiendo sin descanso hasta saciarme por primera vez en dos años. Volví a llenar el cuenco otras 3 veces , volviéndolo a vaciar con rapidez. Justo cuando la ultima cucharada bajaba gaznate abajo, sentí la paz recorriendome el cuerpo.

Esa sensación de plenitud que te invade al encontrarte rodeado de todo lo que te es conocido, y si.. sentado aun en la mesa todas las preocupaciones salieron volando mientras los ojos se me cerraban.

No se cuanto tiempo pasaría antes de que la mano me tocase el hombro susurrándome...

  • Eladio..., eladio hijo..., susurraba la voz de madre junto al oído-- Has vuelto.... – escucho el tono lloroso sacudiendo su dormido cuerpo. –
  • Madre... – sonreí abriendo los ojos-- estoy en casa, estoy en casa... – se me partió la voz al abrazar a madre con fuerza.--
  • Si hijo, si..., – lloraba sin disimularlo-- dejame que te mire-- se limpio el reguero de lagrimas de los ojos-- Madre miá que grande estas..., si es que...., menudo estirón has dado..., pero hijo mio-- volvió a llevarse la mano a la boca asustada-- Estas seco como la mojama..., ay …, estas en los huesos...!-- Virgen santísima... ,!

Contemple a mi madre trajinando en la despensa, arramblando con quesos , botes de conservas y todo lo que pudiera cebarme , frente a mis narices desplegó todos aquellos manjares encurtidos sin dejar de hablarme como si no hubiese transcurrido casi 8 meses desde su ultima visita a prisión.

  • Ay hijo cuando lo cuente en la casa grande,-- que alegría se va a llevar Alejandro..., – si tu supieras...!-- se ha vuelto todo un señorito serio y responsable....-- hablo dejando un cuenco con melocotones a mi alcance.-- Si lo vieras no lo conocías..., desde que llegaron las gemelas es otro...-- Suspiro recordando-- Y que dos criaturas tan preciosas...,--
  • Así queee doña Angustias tuvo gemelas...-- murmure con la boca aun llena.-- Dos crías, vaya...-- Doña Angustias estará muy contenta, no digamos don Matias.

Por un segundo vi a mi madre bajar los ojos entristecida, la cuchara suspendida a medio camino sobre el plato.

  • Veras... Doña angustias no pudo superar las 43 horas de parto..., a su edad..., no lo soporto, y apenas la segunda pequeña salio de sus entrañas... – nego con la cabeza-- Se desangro, nada pudo hacer la comadrona … Murio en mis brazos...--
  • No puedo creérmelo..., doña Angustias muerta-- Por dios, cuantas cosas mas han sucedido por aquí?-- escapo de mi boca repleta.

Escuche cada nueva noticia engullendo de mi plato, con los ojos abiertos . Muchas eran las novedades que regían en la región , ahora teníamos dos fabricas que Alejandro gobernaba con mano firme, a don Matias no se le veía mucho el pelo, enfrascado en sus viajes y en el partido agrario del que participaba con otros muchos caciques de la zona.

Los ganados eran cada vez mas pequeños, pero seguían siendo parte de los ingresos de muchas de las familias como la nuestra-- recordaba madre.

Padre al cargo de la finca seguía en su puesto como una roca firme a la que el tiempo no golpeara, día tras día, mes tras mes velaba desde la misma finca los intereses de los señoritos, casi sin despegarse de la decena de pequeñas rebeliones que cada vez mas a menudo empezaban a surgir entre los obreros de las fabricas y los arrendatarios.

En ese punto, por el silencio de madre supe de la tremenda responsabilidad sobre los hombros de mi padre también nos incluía a nosotros.

En ese momento, estando el patrón fuera de la finca, mi viejo amigo de la infancia había pasado a convertirse en el centro de los odios de todos aquellos a los que mal pagaba una jornada en las infames conserveras.

Decidido a imponer la mano dura ,alejandro se valía de mi padre para ejecutar sus ordenes según él para adaptarnos a los nuevos tiempos.

Menuda equivocación. Sus medidas no tardaron en encender los ánimos de los obreros, como no. tener de tu lado a una cuadrilla entera de la guardia civil conseguía persuadir al mas pintado, raro era el día en que no se armaba una buena pelotera.

Ya fuera por peleas, sabotajes..., o el mismísimo sindicato que según madre no dejaba de tocar los cojones.

A padre , no lo podían ni ver... era el enemigo., el ojito derecho del señorito Alejandro.

Quizás para compensar delante de los señoritos tener un hijo revolucionario , mi buen padre seguía a pies juntillas cada una de las ordenes represivas de Alejandro.

Según madre, dejaron de acudir al pueblo con los quesos nadie osaba comprárselos. Para que seguir con el cuento, cuando todos pasaban por su lado sin pararse e incluso escupiendo sobre el tablón donde los vendían, nadie les dirigía la palabra, no se atrevían.

E incluso acudir a misa resulto un ejercicio de pura cabezoneria por parte de mi padre, podían oírse perfectamente los insultos a la salida, nadie ocultaba el rencor .... muchos de ellos con padres en la cárcel, hermanos enrolados en milicias, apenas podían disimularlo bajo el techo de la iglesia.

Eso a padre le daba igual, para él sentarse detrás del primer banco de la iglesia lo era todo, justo detrás de la fila reservada para los señores, permanecía impasible sabiéndose el centro de toda el aborrecimiento sujetando el brazo de madre orgulloso y ajeno a todo.

Aquello había echo mella en mi pobre madre, sus mejillas antes redondas y rojas habían perdido todo el color, lucia ojeras tan azules como el cielo de agosto e incluso pude percibir el ligero temblor de sus manos.

La sabia asustada, si padre me sabia de vuelta....

Casi no tuve tiempo para relacionar la espantosa estampa de madre, cuando vi aparecer el rostro de mi padre tras la puerta. Lucia una espesa barba gris tapando lo que parecía un tajo de navaja apenas parpadeo un par de veces al verme sentado a la mesa.

  • Que hace ese ahí?-- gruño sacándose la boina y colocandola sobre la percha tras la puerta.-- Mujer...., no te dije que no quería ver a este cabronazo por aquí..., tu sabrás que haces con tu hijo...-- yo no tengo ninguno...-- acabo por desaparecer dentro del cobertizo de los quesos.
  • Eliseo por diooos... , es tu hijo... no digas eso...!-- suplico madre pisandole los talones-

No volví a oírles mas, no les di tiempo, en dos pasos me hice con la ropa bajo el arcón de la ventana, allí donde madre guardaba las prendas de verano hice un atillo con una de sus viejas sabanas y cargue con ella a la espalda.

No era bien recibido en mi propia casa, seguro que lo seria allá arriba en las montañas-- me dije – , tenia la mano sujeta al pomo cuando madre sollozo a mi espalda.

  • Eladio ...no habido manera..., tu padre se ha cerrado en banda...-- se acerco hasta tenerme a un palmo de ella-- Pero no pienso darme por vencida..., escondete en el refugio de la cañada vieja yo iré llevándote algo de comida...!-- vete …, me animo a salir al exterior.
  • Madre , no quiero meterla en mas problemas...,si padre se enterara...-- me aleje con el fardo a la espalda.--
  • No te preocupes por tu padre..., eso no ha podido negarmelo... pobre de él si lo intenta-- me tendió una cesta con algo de comida-- No salgas del refugio... hay patrullas cercando el monte...-- murmuro sin aliento.
  • Pero... Lucas..., – me detuve recordando al viejo pastor-- Ellos...
  • Hace mas de tres semanas que ni un alma ronda por sus tierras , marcharon... nadie sabe donde..., – Ve con dios, hijo...-- se quedo inmóvil mientras me alejaba camino arriba.

Mala señal si habían decidido subir tan arriba, porque aunque las patrullas fuesen a caballo mis compañeros de celda no dudarían en descerrajar un par de tiros a cualquier picoleto que se arrimara por allí, dando al traste cualquier posibilidad de escondite.

Apurando el paso, subí las escarpadas lomas casi al trote cabreado con la puta suerte que me había caído, medio muerto de hambre y de agotamiento conseguí llegar al pie de la cañada con la luna a mi espalda. Debía rondar la media noche y el ruido de la lechuza era el único acompañante en mi huida.

Resoplando de esfuerzo por algo que antes hubiera logrado en una hora a lo sumo en dos me tumbe dentro del chamizo sin sacarme el hatillo del hombro como fulminado por un rayo.

Ni se cuanto tiempo dormí, pues cuando volví a abrir los ojos era de nuevo de noche. Acaso solo habían sido unas horas, no... mis tripas rugían hambrientas..., y ya no había luna en la oscura noche. Salí del chamizo con dolor en todos los huesos, no volvería a comer encerrado, no mientras me quedara un aliento de vida.

Debía racionar mi comida, no sabia cuanto tiempo transcurriría antes de que madre pudiese acudir de nuevo. Tenia mis manos, mi ingenio y mis años de comer de lo que procurara con las trampas.

Podía apañarmelas.

Así , fueron pasando los días . Escondiéndome a la menor señal de ruido de cascos, el bosquecillo podía darle a uno raíces y bayas suficientes para un buen almuerzo, si la suerte se terciaba y algún conejo caía, esperaba hasta saberme totalmente seguro para asarlo y colocarlos con los magros víveres de mi cesta.

Durante las primeras semanas, la soledad de la montaña podía volver loco a cualquiera, no a mi.

Allí entre la libertad, el aire fresco y la soledad me sentía como pez en el agua, cuanto había añorado el silencio en mis días de cárcel.

Pese a no tener carabina, solo mi viejo cuchillo supe valerme tan buenamente como pude, e incluso encontrar una cabra desperdigada, ya tenia leche.

Si las cabras pastaban por allí, suponía que el pastor no estaría muy lejos. Seria amigo o enemigo?

Me acerque al anochecer, la luz del fuego me mostró a dos mozos algo entrados en años, ninguna de sus caras me sonaban, aun así no me quise arriesgarme, ambos se tendían la bota de vino calentando las tripas entre risotadas y bromas a grito pelao.

  • Si pillo al desgraciao, le rajo el cuello...-- el muy cabronazo ha mandao a Paciano al cuartelillo, por tener un par de ovejas guardadas...-- desde cuando eso es delito...-- Me cago en tooooo! .., si él ha sido pastor!-- sera cabronazo...-- soltó la voz pastosa por el alcohol.
  • Puuufff... a joderse toca...,-- mejor no grites eso amigo mio, porque como lo hagas en la tasca...-- te veo cargando cadenas en la prisión de la capital-- le tiro la bota
  • Eliseooo hijooo putaaaa..., como te pillo te rajo el cuello-- Puaajjj.-- imito la estocada con el cuchillo en alto--

Me escabullí entre los matorrales procurando no hacer ruido, había escuchado demasiado.

Para la gente del pueblo era el hijo odiado del capataz del señorito Alejandro: su mano derecha, para la guardia civil era el revolucionario salido de la cárcel por intentar derrocar un ayuntamiento.

Estaba entre dos tierras, sin estar segura en ninguna de ellas, maldije a mi padre, a mi suerte y a mi jodido afán de aventuras.

Salir por piernas del escondite nunca me supo mas dulce, aun si cabe mas cuando abrí el corral de las cabras y las deje sueltas en medio de la montaña, al día siguiente tendrían mucho trabajo para encontrarlas, tiempo mas que suficiente para robarles cuanto pudiese.

Ya de nuevo en la soledad de mi chamizo con el sol achicharrandome. hice recuento de lo robado, una cuerda, un par de raciones para un par de días, una piedra de afilar y una navaja, brocha y cuatro fruslerías inútiles.

El verdadero tesoro era una par de postales de mozas en pelota, ambas dobladas por la mitad dentro de una libretilla con las tapas muy gastadas.

La libretilla me importo una mierda , a lo sumo me serviría para limpiarme el culo... en cuanto a las postales... , eso era harina de otro costal.

El mensaje mandado a los pastores era claro; Cuidado con los furtivos peligrosos!

Tenia tres cabras junto a la otra encontrada en medio del bosque, 4 hermosas cabritas que podían darme alimento si sabia lo que me hacia, y vaya si lo sabia.

Los días fueron pasando hasta sobrepasar abril y mayo, con ellos el calor achicharrante. En aquellos meses en que me acostaba con el sol y me levantaba con la luna fui recuperando las fuerzas, casi milagrosamente mis larguiruchos músculos se habían empezado a llenar, la triste estampa de muerto viviente parecía querer abandonarme.

El hambre saciada había despertado la gana de carne fresca para mi polla, y pese a todo no dejaba una sola noche sin cascármela ricamente con la estampa de las dos guarrillas prendida de una mano. Me moría por catar coño, así de simple.

Deseando encontrar un agujero donde enterrar mi polla cada vez mas ávida, me las ingenie con un coño improvisando un agujero a un melón sisado a una patrulla de picoletos despistados en la charca.

Quien con dos dedos de frente no se aseguraría llevar una alforja resistente y no una pobre bolsa de lona liviana, si se ponia a tiro para mis manos! – Mala suerte para ellos.

Improvise mi coño artifical esa misma tarde.

Con el cuchillo tajando la abertura, me lo imaginaba abriéndose a mi polla meloso y dulce, igual que el coño de las gemelas, la de veces que me corrí dentro del melón fantaseando con ello.

El calor empeoraba aun mas las ansias folladoras, haciéndome arrastrar mi sustituto follador casi a todos lados.

Si el sol podía freír un huevo contra las peñas, solo un sitio podía librarte de la asfixiante sensación de agobio; la charca.

Un salto de agua donde todos los riachuelos se unían en el deshielo. Apropiado para esconderse bajo la estrecha caverna con manzanas silvestres en los bolsillos, favoritas de los caballos de la guardia civil atraídos por el dulce olor bajo la cortina de agua sin despertar sospechas de sus agotados dueños.

No parecían importarles ver a sus caballos adentrarse , perfecto para mi … , los putos zopencos dejaban a sus caballos con las alforjas llenas adentrarse en la charca, había que ser muuuuy imbécil para no aprovechar la ocasión y agenciarse alguna cosilla mientras estos se refrescaban en la orilla.

Dos pájaros de un tiro – pensaba--, yo me hacia discretamente con alguna cosa de utilidad, algún mechero, algún que otro cartucho..., nada para despertar la alerta en mi confiada patrulla .

Los zopencos solían quedarse durmiendo la siesta allí mismo a la sombra de las encinas confiados, sin pasarles por sus cabezotas que fácil hubiera sido salir y rebanar los dos pescuezos de un tajo limpio. Nooooo!, no era un imbécil..., atraer a toda una columna no era mi intención, solo pillar algo y esperar en mi escondite nada mas y nada menos.

Si la suerte se terciaba, encontraba algún tesorillo ; un pedazo de lápiz, cecina salada o las ordenes dobladas en cuartillas y en la que siempre aparecían nombres nuevos anotados con caligrafía apretada.

Cada vez tenían mas y mas trabajo mis buenos amigos gandules, por lo visto todos parecían sospechosos de colaborar con los revolucionarios.-- Me dedicaba a leer memorizando, no se sabia cuando podría uno utilizar aquella información.

Leía a toda leche las apretadas columnas de datos firmadas por un tal M. Enriquez, detención y encarcelamiento encabezaban cada una ellas, como no …. los nombres de los gemelos encabezaban la lista , una decena mas abajo di con mi nombre.

Así estaban las cosas...,

Debía andarme con mucho ojo dejando las cuartillas en su sitio arreando los caballos de nuevo hacia la orilla, , no llamar la atención , no me volverían a pillar, nooooo.... – antes muerto! . Si había que quedarse bajo el chorro de agua contemplándolos hasta media tarde, pues que cojones se le iba a hacer!-- al menos allí dentro podía uno pasar desapercibido hasta verlos desaparecer a media tarde, para eso llevaba mi melon-coño en el zurrón , así siempre podía cascármela y follármelo sin prisa alguna.

A la tercera corrida solía serenarme lo suficiente para atender los gritos confusos de los dos picoletos insultándose.

El descojone monumental era cuando, ambos zotes se ponían a comer dándose voces por no encontrar el mechero de turno, o el trozo de tocino seco guardado …., pobres diablos..., era para morirse de risa acusándose uno a otro de birlarse las vituallas.

  • Cojooones... como te pille metiendo la mano en mi zurrón te la corto-- escupía entre una sarta de maldiciones uno a otro.
  • Que no... ostia, yo no tengo na..., a la mierda... tu y tu puto tocino...!, seguro que se lo prometiste a la puta y ya ni te acuerdas...!

Al menos era divertido contemplarlos a través de la cortina de agua, hacían mas llevadero mis jornadas en el monte sobre todo cuando se liaban a lanzarse las boñigas de caballo entre maldiciones.

Después de todo..., no me aburría !

Tras verlos desaparecer senda abajo me relajaba definitivamente dedicándoles el primer chorro de semen con toda libertad , Que menos! podía sumergirme bajo el chorro de agua y quedarme hasta refrescarme. Vigilando no alejarme mucho de la peña bajo el salto de agua, donde volvía a machacarmela sin descanso.

Ese día en cuestión debí quedarme traspuesto bajo la peña aun dentro de la gruta , mis ropas secas así lo afirmaban. El sol parecía esconderse tras la loma en las ultimas horas de la tarde. Sacudí mi cabeza librándome de la modorra cuando escuche al otro lado ruido.

Inmediatamente me puse rígido, cojones habían vuelto los picoletos?-- sabrían algo de mi escondite?-- procurando no descubrirme me arraste sobre la tripa por encima del peñasco sin importarme empaparme hasta el corvejón. El chapoteo de agua se escuchaba demasiado próximo...., si no salia de allí por patas....

Allí eran donde todos paraban tarde o temprano, los animales, los pastores o los picoletos. Según mis ojos enfocaron mejor la figura respire aliviado, no se trataban de la patrulla de zopencos no!, aun solo asomando su melena del agua adivine por los ropajes medio amontonados en la orilla de que aquella debía ser una pastora, escuchaba el sonido de los cencerros paciendo alrededor, estaba claro; estaba remojando su cuerpo serrano.

De inmediato como un lobo hambriento me lleve la mano al rabo, ella ni se daba cuenta del repaso visual que me estaba regalando estando como estaba de espaldas a mi.

Daba igual si llevaba la cara medio tapada por un pañuelo verde oliva , la melena oscura flotando por la charca, podía distinguirla estirada sobre su espalda cubierta por una camisola que me enseñaba unos melones sumamente apetecibles. Yo seguía dándole arriba y abajo a mi rabo mordiéndome el labio , menudas ganas de lanzarme a chupar aquellas enormes aureolas rosadas.

Se me hacia la boca agua , la de mordiscos que hubiera arreado a aquellos gordisimos pezones rosados..., bizqueando de placer acelere la tallada de mi mano sin dejar de ojear el precioso felpudo negro entre las piernas flotando.

Espeso y rizado tal como me gustaba a mi cuando pegaba mi nariz entre los pliegues rosados y me lanzaba a hundir la lengua bien hondo.

La imagen mental recorrió mi calenturienta cabeza como un zambombazo salpicando las peñas con una copiosa lechada espesa, joder . aspire aliviandome de toda la carga de mis cojones, el gruñido casi me descubrió y rápido como una culebra me escabullí dentro de mi escondite , la pobre muchacha habría escuchado mi aullido? – algo escucho... pues apenas mi cabeza escurría el agua de la cortina donde me resguardaba, la vi ponerse en pie y avanzar hasta la orilla, el pañuelo verde había caído de su cara, los movimientos torpes reuniendo su ropa y cubriendo sus apetecible cuerpo sin importarle empaparse la ropa seca.

Fue cuando deje de admirar aquellos pezones sobresaliendo del vestidillo rosado cuando mis ojos subieron hasta la atribulada cara de la muchacha, nada en el mundo hubiese podido llevarme a semejante estado de shock , el conocidisimo rostro de mi madre apartándose la melena enredada estaba a cuatro pasos, su cara anudándose el pañuelo detrás de su orejas no dejaba de temblar, Mierdaaaa, mieeeerdaaa, mieeeeeerdaaaa! – seque mi aturdida cara.

Madre no dejaba de echar miradas sobre sus hombros, asustada... nerviosa por si aparecía cualquier guardia civil despistado, sin detenerse a mostrarme un magnifico plano de sus redondos cachetes enfundándose unas bragas horrendas.

Con movimientos raudos, calzo sus alpargatas y tomo el cesto oculto bajo un matorral, alejándose de la orilla con el bastón sujeto con firmeza.

Los cencerros enseguida sonaron por donde ella se alejaba, sin imaginar el espectáculo formidable al que su hijo mayor había asistido.

Volvía a estar duro como un garrote, jooodeeer no podía evitarlo..., era una hembra..., y una muy hermosa.

Pero joder si no era mi madre, me zambullí en la charca intentando apagar la calentura que se distinguía entre mis gastados pantalones.

Suerte la mía de la charca, si no hubiera ofrecido un espectáculo vergonzoso cuando ella me trajera la comida...

Aquello acabo de espabilarme del todo, madre me había traído provisiones por eso estaba allí, si no acudía al refugio donde ella esperaba encontrarme la preocuparía.

A toda leche, salí con las ropas chorreando camino del refugio, tendría suerte si lograba llegar antes que ella, dejándome la piel me atice una carrera hacia la cumbre como alma que lleva el diablo, rodeando setos y saltando peñas logre adelantarla atajando por la vereda rocosa.

Aun tenia que sacarme la ropa húmeda, o adivinaría donde me había estado refrescando .

Sin aire en mis pulmones abrí la puerta de caña perfectamente disimulada entre la maleza, con casi media camisa por la cabeza y los pantalones escurriéndose por mi cintura ni me percate del nuevo crujido a mi espalda.

La tela por fin perezosa salio de mi cara con dificultad, los pantalones y los calzones en los tobillos, desesperado por atrapar la otra única muda de ropa.

Fue escuchar un profundo suspiro femenino – Ohhhhhhhhhhh!-- lo que me hizo darme cuenta de la presencia de mi madre entrando sin preocuparse en hacerse notar.

Me quede de piedra allí en medio, muerto de vergüenza al seguir la desorbitada mirada de mi madre hacia mi entrepierna...

Mierda.... mi rabo reaccionaba sin tapujo alguno levantándose furiosamente dispuesto....! – Mamaaa...., me lleve las manos a la entrepierna ridículamente..., yooo, yooo.... estaba cambiándome..-- argumente aturullado haciéndome con el pantalón y tapando mi polla tan buenamente como podía.

Mi pobre madre enrojeció hasta las orejas, volviéndose de espaldas intentando aparentar una normalidad que yo no sentía.

  • Vamos Eladio... no seas crío, – se rió nerviosamente-- Te he traído un par de mudas de verano y algo de comida..., puedo volverme ya?-- pregunto divertida.
  • No..., espera...,-- solté subiéndome la abotonadura del pantalón preocupado-- No conseguía bajar el monumental empalme con el que obligaba a taparme la polla.-- a regañadientes me vestí con una vieja camiseta raída con la que solía dormir.

Patee la ropa aun húmeda lo mas lejos posible, sentándome con la camisa de algodón enrollada sobre mi entrepierna, al menos disimularía algo... respire tranquilo viendo a madre girándose.

  • Siento no haber podido venir antes, hijo. Las cosas están poniéndose muy , muuuy mal , . – me contó sacando de la cesta una decena de tarros de conservas alineándolos en el suelo.-- Hay un nuevo gobierno... y me parece a mi que va a haber problemas..., tu padre no para de decírmelo....-- Ese Azaña traerá jaleo !--
  • Siempre es igual madre, no se engañe...-- mastique un trozo de chorizo – Algo de ruido unos cuantos tiros.... y na de na!-- trague el chorizo desviando un segundo los ojos en los gruesos pezones marcándose en la fina tela primaveral del vestido de mi madre-- aparte los ojos culpable.
  • En la fabrica no para de haber problemas día si , día también...-- no se yo como va acabar todo esto se doblo sobre la cesta sacando un par de grandiosas hogazas.-- Varios de los pastores se han marchado..., a la capital … por eso de la revolución . Fijate hijo, estamos casi sin gente para arrear ganado...!-- Figurate …!-- sonó sentándose sobre sus talones.

No pude evitar echar una repasadita al precioso culazo de mi madre, perfectamente redondo y jugoso..., apenas a dos palmos de mi excitadisima polla, empece a sudar de lo lindo...

Tomando el botijo bebí hasta cansarme, dejando mojar mi acalorada cara con descarado alivio. Me repetía una y otra vez la cantinela “ Es tu madre animal, es tu madre...”.

Ajena a la batalla que libraban mis hormonas madre, ojeaba la choza donde descansaban mis huesos desde hacia dos meses, las vastas esterillas donde dormía, la burda repisa donde guardar la comida, incluso el sucio agujero al que llamaba retrete.

Después de lo que me pareció una eternidad madre acabo confesando la cruda realidad.

  • Ahora que no quedan casi pastores todos nosotros debemos ayudar..-- suspiro mirándose las manos-- Si no podemos salir a vender quesos... arrearemos el ganado...!--
  • Todos?-- pregunte horrorizado-- pero..., me quede sin habla-- no saben de los peligros del monte..., las niñas son muy chicas..., por dios no pensara mandarlas alla arriba?.
  • No , eso no...-- he conseguido que tus hermanas entren a servir a la casa grande, así que ellas tienen suerte de tener a Beatriz velando por ellas.-- Gonzalo hace mas de 4 meses que lleva los ganados del norte, – a mi me tocara llevar los del sur.
  • Pero madre...--No puede ser...!-- Son demasiadas cabezas para ...-- me quede contemplando la posibilidad...-- Padre esta loco ? – Son demasiadas , – Joooodeeer, madre.-- acabe pegando un puñetazo contra la piedra desnuda. –

No pienso dejarla desamparada..., yo, yoooo llevare el ganado en el ultimo tramo...!-- sentencie cruzándome de brazos . * No...-- termino mirándome preocupada-- si las patrullas llegaran a pillarte...!-- no puedo dejarte hacer eso...!-- es que quieres matarme del disgusto otra vez!.-- * Madre puede quedarse tranquila..., si conduce el rebaño hasta el linde del bosque con la oscuridad…, puedo arrearlas sin problemas el ultimo tramo!-- las conduciré por el vado seco...donde el bosque es mucho mas espeso..., nadie me vería!

Sabia de la dura prueba a la que sometería a madre, ella debería lidiar con las protestas de padre , conocía perfectamente lo mosqueado de su reaccion, pero no era imbécil..., podríamos hacerlo..., y en aquella época tener un rebaño bien cebado y gordo era garantía para futuras apreturas.

Como lo adivino el jodio ..., protestaría, renegaría y al final acabaría claudicando.

Nada le importaba si para ello debía mandar monte arriba a su esposa cuando aun el sol no despuntaba el monte entre lobos y picoletos.

Porque seguramente..., tendría una especie de acuerdillo con alguna patrulla...! así eran las cosas entonces. Tanto tenias ,tanto valías.

Justo cuando la ultimas luces de la tarde se apagaban y dejaban paso a la noche me despedí de madre con sentimientos encontrados, estaba seguro de poder hacer aquel ridículo trabajo con los ojos cerrados , es mas..., me sentía esperanzado..., tendría la compañía de otro ser humano. Pero...

Cuando abrace el cuerpo algún húmedo de madre despidiéndome y note los pezones puntiagudos rozando mi pecho, todo se redujo a nada..., ni si quiera noto como la apretaba mas y mas contra mi pecho..., jodeeer que bien seguía oliendo. Incluso al levantar la cabeza del rotundo culo pude olisquearla , trague saliva avergonzado mordiéndome la boca, volvía a estar empalmado..., a caso lo había notado?

Me separe de su tentador cuerpo como si hubiera abrazado un erizo... viéndola desparecer loma abajo sin volverme ni una sola vez....

En verdad … no sabia como acabaría todo aquello... porque … aquella noche al echar un par de polvos al melón coño , no tenia las postales de las guarrillas en la mano, en mi cabeza solo se dibujaba la turbadora imagen de madre.