Las ayudas de mi suegra
Una mujer cae enferma y su madre acude para ayudar en los cuidados constantes que precisa. El marido se siente muy mal con la situación y la suegra termina por ayudarle a él también a aliviar sus necesidades.
Hola amigos, quiero contarles lo que sucedió con mi suegra hace algunas semanas. Iniciaré por decirles que soy un hombre de 27 años, bien parecido según dice mi esposa y algunas de sus amigas, soy de constitución física normal, pero lo que más sobresale de mi anatomía es mi prominente verga que mide 19 cm. Estoy casado con Maribel una linda mujercita de 24 años, muy bella y cariñosa, es el modelo de esposa que cualquier hombre podría desear. Posee un lindo cuerpo que llama la atención de mis amigos. Yo estaba feliz de haberme casado con ella. Teníamos ya cuatro años de habernos casado, cuando una tarde estando reunidos mi mujer y yo en la sala viendo televisión cuando de pronto un fuerte dolor provocó que tuviese que llevar a mi querida esposa a la clínica, el médico que nos atendió después de hacer una revisión general insistió en que debía hacerle algunos exámenes adicionales. Por lo que la mañana siguiente salimos a realizar los exámenes, durante las semanas siguientes mi mujer desmejoró un poco empezó a sentirse mal con más regularidad, el resultado de los exámenes confirmó lo que teníamos, mi mujer padecía de una leucemia que provocaba su debilidad y su progresivo deterioro. En cuestión de meses mi mujer adelgazó, palideció y sufrió un cambio severo, los cuidados hacia ella debieron hacerse más fuertes. Fue así como mi suegra se vino a vivir a nuestra casa con el motivo de poder cuidar a mi esposa. Mi suegra era una mujer mayor de 56 años, de un carácter serio, con un porte de mujer muy digna y prepotente, nuestras relaciones nunca fueron muy buenas por lo que la comunicación entre nosotros era escasa. Ella se había separado de mi suegro desde hace 8 años, cuando este decidió abandonarla para irse a vivir con una chica más joven. Quizás esto fue uno de los motivos por los que el carácter de mi suegra era agrio y serio. Cuando ella se vino a vivir con nosotros se encargó de atender a mi esposa en todo lo que necesitaba, cuidándola continuamente, permanecía con ella en su habitación durante las noches y casi no se separaba de su lado. Mi esposa debió ser trasladada a otra habitación ya que por lo delicado de su salud era mejor que permaneciera en otra habitación. Así fue como después de haber tenido la felicidad con mi mujercita durante cuatro años de pronto su enfermedad hacía que nos separáramos, yo estaba muy preocupado ante esta situación, y empecé a sentir una soledad muy grande, una mezcla de tristeza y soledad se apoderaron de mí, y empecé a refugiarme en el licor, nunca había sido muy bueno para la bebida pero todo lo que estaba pasando hacía que bebiera muchas veces hasta llegar a mi casa ebrio y casi sin razón. Está de más mencionar que mi vida sexual se volvió nula, ya tenía más de cuatro meses de no tener ningún tipo de actividad sexual, fue entonces cuando un día después de haber bebido decidí ir en busca de una de esas mujeres que por dinero satisfacen tus deseos sexuales por unos cuantos dólares. Ni siquiera voy a mencionar que la experiencia fue deprimente, nunca desde que me había casado con mi esposa, le había sido infiel y serlo con una mujer de este tipo lo que hizo fue que me sintiera aún más solo y triste. Esa noche cuando llegué a mi casa por la noche estaba mi suegra sentada en la sala muy seria y mirándome entrar en el estado de ebriedad que venía, se puso de pie y con un porte de seriedad habló: - Mira Roberto, sé que estoy aquí para cuidar a mi hija, y que nuestras relaciones personales nunca han sido muy buenas, pero soy tu suegra y sinceramente estoy muy preocupada de la actitud que has tomado con mi hija, tu esposa, creo que estas tratando de evadir toda la situación refugiándote en el alcohol, y eso aparte de causarte problemas a ti, no mejorará en nada la salud de tu esposa. No creas que a pesar de que siempre estoy en el cuarto con mi hija cuidándola no me doy cuenta que la mayoría de las noches llegas tarde a tu casa y ebrio, trata de hacer algo, hazlo por tu esposa y hazlo por ti aunque esta es una situación muy difícil, debes ser valiente y asumirla con responsabilidad. Yo me quedé callado escuchando las palabras de mi suegra, hasta ese día nunca se había referido a mí en una forma tan sincera. Entonces le dije: - Muchas gracias doña Ana, de verdad que sus palabras son ciertas y para serle sincero estoy sufriendo mucho con la situación de mi mujer, sabe me siento muy solo. Y diciendo esto sin pensarlo en acerqué a ella y la abracé. Ella procedió abrazarme tiernamente mientras añadía: - Tranquilo Roberto, no se sienta mal, recuerde que además de su esposa, me tiene a mí su suegra, y que voy a tratar de apoyarlo en todo lo que pueda. Yo me mantenía abrazado a ella, y quizás por el efecto del alcohol, la ternura de sus palabras, empecé a sentir un poco de excitación, de pronto me percate de que estaba abrazando a una mujer y a pesar de ser la madre de mi esposa, una mujer mayor, podía sentir el calor de sus senos apretados contra mi pecho a través de su blusa, hasta ese momento nunca había pensado en mi suegra como una mujer a la cual pudiese desear pero ese abrazo estaba provocando que mi verga se pusiera dura. Permanecí abrazado a ella sintiendo sus senos, en realidad estaba poniéndome muy excitado de la situación, así que arriesgándome la abracé aún un poco más fuerte, aproximando mi verga a su pelvis, para que pudiera sentirla a través de su falda. Ella debió sentir mi excitación, porque apartándome suavemente dijo: - Está bien Roberto, creo que mis palabras han sido bien recibidas por usted, vaya y descanse. Y se despidió de mí con: - Que tenga muy buena noche. Y partió hacia el cuarto donde permanecía con mi esposa. Yo caminé por el pasillo hacia mi habitación entré y tumbándome sobre la cama saqué mi verga aún erecta del pantalón y recordando el calor de los senos de mi suegra contra mi verga, me masturbé fuertemente, dejando escapar potentes chorros de semen que fueron a parar en las sabanas de mi cama. La mañana siguiente me desperté con un fuerte dolor de cabeza, resultado de mi ebriedad de la noche anterior. Me levanté, me duché y salí a desayunar, cuando llegué al desayunador mi suegra estaba sirviéndome ya el desayuno, la saludé con un " Muy buenos días doña Ana. Debía cambiar mi actitud hacía mi suegra, la noche anterior ella me había demostrado que a pesar de su seriedad conmigo, yo también le preocupaba. - Buenos días Roberto, sabe Maribel (mi esposa), está un poquito mejor. - Me alegra mucho que sea así, voy a ir a verla y me fui al cuarto de mi esposa, antes de desayunar. Yo había sacado un permiso en mi trabajo para permanecer más cerca de mi mujer. Las relaciones con mi suegra iban en mejora ya platicábamos más, aunque solamente fuera de la salud de mi esposa. Mi esposa dentro de su convalecencia estaba muy contenta de que mi suegra y yo nos llevásemos mejor. En una ocasión pensado que de qué forma podría agradecer a mi suegra todos los cuidados que tenía para con mi esposa y conmigo, decidí darle una sorpresa invitándola a salir al cine. Le dije: - Oiga doña Ana, sabe me siento muy agradecido con usted por todas sus atenciones con mi esposa y conmigo, así que me gustaría invitarla a comer o al cine lo que usted guste, señora. Esto se lo dije en presencia de mi esposa para que esta se alegrará de ver cómo habían mejorado nuestras relaciones. - Muchas gracias Roberto se lo agradezco mucho, pero la verdad no creo poder recuerde que estoy aquí para cuidar a mi hija, y no me gustaría dejarla sola. Entonces interviniendo mi mujer dijo: - Mamá, no te preocupes por mí, sabes me alegraría mucho que salieras a distraerte un rato, siempre estas aquí cuidándome y no me preocuparía porque sé que estarías en buenas manos en compañía de mi esposo, además para que no te preocupes por mí, pueden salir en la noche después de que yo me haya dormido, anda mama acepta. Mi suegra poniendo cara de duda y comprensión me habló: - Esta bien Roberto, acepto, que sea esta noche. Esa noche después de que mi mujer se durmió mi suegra fue a su habitación para cambiarse de ropa y salir a comer conmigo. Yo la esperaba en la sala de la casa, informalmente me había puesto un jeans ajustado y una sudadera. Estaba esperándola cuando de su habitación salió vestida fenomenalmente, traía puesto muy vestido negro un poco ajustado que demarcaba su hermoso cuerpo, con un escote recatado y poco pronunciado, que demarcaba unos senos grandes y redondos bajo él, sus caderas pronunciadas y un trasero envidiable por cualquier jovencita de mucho menos edad. Yo me quedé mirándola hipnotizado, no podía creer que mi suegra estuviera tan deliciosa como se veía esa noche. - Se ve muy hermosa doña Ana. - No sea mentiroso Roberto, pero gracias de todos modos por tratar de hacerme sentir bien. Salimos a cenar, fuimos a un buen restaurante, comimos, y durante todo el tiempo el único tema de conversación fue mi esposa y su enfermedad. Cuando finalizamos de cenar, salimos e íbamos directo al parqueo donde estaba el auto, cuando pasando frente a la entrada de un cine, vi una película que me llamo la atención. - Doña Ana, ¿qué le parece si entramos al cine?. - Qué dice Roberto es un poco tarde y usted sabe que los lugares con mucha gente me ponen tensa. - Vamos por favor complázcame, además como usted dice es un poco tarde no debe haber mucha gente. - Está bien vamos. Y dijo esto haciendo una expresión de conformidad pero no de mucho entusiasmo. Entramos en el cine, nos sentamos cerca de la entrada atrás, la película estaba iniciando, nos dedicamos a verla durante largo tiempo, hasta que unos gemidos ahogados llegaron hasta mis oídos, y creo que también a los de mi suegra, porque volteándose a mí hablo en voz baja. - No puedo creer que permitan este tipo de cosas en un lugar decente como éste, no cree Roberto. Y yo volteando hacia ella respondí: - ¿De qué habla Doña Ana?. De esa pareja que esta ahí en la fila de adelante al lado o me va a decir que no se había dado cuenta. Mirando hacia donde me indicaba, miré como en la fila de adelante en uno de los costados había una pareja joven que se acariciaba en forma descarada, el muchacho acariciaba los senos de su novia en forma atrevida masajeándolos, mientras la chica gemía de placer. Ahora comprendía de dónde procedían los gemidos que escuché hacía un instante. El ver la escena causó que mi verga se levantara de inmediato formando un gran bulto en mi pantalón. - Sabe, continuó mi suegra, esto no lo deberían permitir. - Claro que no señora, es una falta de respeto a personas decentes como nosotros. Y mientras decía esto sentía cómo mi verga crecía aún más dentro de mi pantalón. Es mejor que salgamos ya de aquí, puntualizó mi suegra en tono un poco molesto. Ya de camino a la casa reanudamos la conversación y de forma indirecta dirigí la conversación hacia lo que habíamos visto en el cine. - Es una pena que no pudiéramos terminar de ver la película por esos chicos. - Sí es una gran pena, las personas mayores como yo comprendemos que los chicos jóvenes como ustedes que necesitan descargan toda esa energía sexual que tienen acumulada, pero creo que deberían buscar los sitios adecuados para hacerlo. - Estoy totalmente de acuerdo con usted, doña Ana, solamente me queda una duda de lo que dijo, porque dice usted los muchachos jóvenes como ustedes, ¿es que acaso las personas de su edad no tienen esos deseos?. Hice esta pregunta sabiendo que era un tema que no debía tocar, pero me excitó la idea de saber qué respondería mi suegra a mi pregunta. Mirándome un poco extrañada me respondió: - Pues bueno, yo creo que sí los tienen, pero la verdad no es mi caso, yo con mi edad ya no pienso en esas cosas, además que el sexo nunca fue algo muy importante en mi vida el sexo, quizás por eso fue que mi ex - marido se fue con otra, las mujeres de ahora no tienen miedo a expresar lo que quieren, en mis tiempos eso era diferente, nos enseñaron a recibir lo que nuestros maridos nos dieran sin discutir nada, yo a mi marido trataba de complacerlo, pero quizás no lo sabía satisfacer y por eso llegó otra que sí supo hacerlo y se lo llevó. Yo escuché en silencio todo lo que me decía. Su mirada se torno un poco triste y su voz cogió un dejo de nostalgia. -Sabe señora, yo creo que su marido fue un tonto al haber abandonado a una mujer como usted, cualquier hombre encuentra en usted todo lo que desea para ser feliz, es usted una mujer muy hermosa y creo que capaz de hacer feliz a cualquier hombre. - Ella sonrió forzadamente y me dijo: - Gracias Roberto, es usted muy amable por decirme esas palabras, mi hija de verdad tiene mucha suerte de haber encontrado un hombre como usted. Yo también sonreí. - Gracias Señora. No sabía qué estaba pasando pero dentro de mí empezaba a sentir una extraña mezcla de ternura cariño y deseo por esa mujer que hasta hacía unos días era completamente seria e indiferente conmigo. Llegamos a casa, abrimos la puerta con cuidado de no despertar a mi mujer, caminamos por el pasillo hacia nuestras respectivas habitaciones y deteniéndome frente a la puerta del cuarto de mi suegra me despedí para ir a dormir con: - Muchas gracias doña Ana, he pasado una noche maravillosa junto a usted. - No Roberto, las gracias se las debo dar yo a usted hace mucho que no tenía una noche tan linda como esta. Yo me acerqué un poco a ella y dándole un beso en la mejilla, añadí: - Que descanse. Me dirigí a mi habitación, cuando me disponía a quitarme la ropa para dormir, noté que mi verga estaba muy erecta, qué me pasaba, por qué estaba en ese estado de excitación solamente por hablar con mi suegra, tomé mi verga entre mis manos y acariciándola despacio recordé lo bella que se veía esa noche, imaginé mis manos recorriendo su cuerpo maduro y sensual, la imaginaba estremeciéndose de placer ante mis caricias, sus labios carnosos los imaginé tomando mi verga y metiéndola en su boca, el orgasmo no se me hizo esperar mi semen salió impulsado contra el piso de mi cuarto. Los días pasaron y mi suegra y yo cada vez nos tratábamos mejor, la confianza se hizo más fuerte. Un día no sé por qué habiendo estado en una fiesta de la oficina, hice lo que había dejado de hacer algunos meses, me tomé varias copas de licor, produciéndome mi ebriedad que cuando regresara a casa, ya algo tarde en la noche, me diera mucha nostalgia lo que pasaba con mi esposa y sentándome en la sala con una botella de vino empecé a tomar ahí mismo. Estaba terminado la botella cuando escuché un ruido que venía del pasillo, mi suegra se había despertado y seguramente vería mi estado. La escuché aproximarse a la sala. Volteé hacia donde se detuvo y la miré ahí donde estaba, cubierta con su camisón de dormir, un camisón largo que no permitía mirar nada de su cuerpo. - Roberto, ¿qué esta haciendo?, Escuché un ruido y pensé en levantarme a ver si no era mi hija pero ya veo es usted lo que no me esperaba es ver el estado en el que se encuentra. Y no respondí nada, solamente levantándome del sofá en el que estaba, me abracé a ella y comencé a llorar diciendo: - Señora, usted no sabe lo difícil que es para mí todo lo que estoy viviendo, no sabe lo mal que me siento de ver a mi mujer enferma y yo sin poder hacer nada, además señora yo comprendo la situación de mi esposa, pero sea como sea soy hombre y tengo necesidades que no puedo solventar solo señora, yo sé que usted no debería escuchar esto, y le pido disculpas por decirlo, pero es que no tengo nadie más con quien desahogar mis penas. Ella me escuchaba en silencio y añadió: - yo lo entiendo Roberto, pero es mejor que vaya a su cuarto y descanse. Yo haciendo caso de lo que me decía mi suegra, fui hacia mi cuarto a descansar, había hablado más de la cuenta. Entré a mi habitación, me quité toda la ropa y desnudo me dejé caer sobre la cama tratando de conciliar el sueño. Estaba empezando a quedarme dormido cuando se abrió la puerta de mi cuarto, en la penumbra que iluminaba la entrada pude ver a mi suegra entrar y cerrar la puerta tras ella. Colocándose frente a mi cama, levantó sus manos y cuidadosamente retiró de sus hombros el camisón que cubría su cuerpo, éste cayó a sus pies revelando un cuerpo espectacular, sus pechos eran grandes y blancos coronados con un pezón café y paradito, esos senos se mostraban aún firmes para su edad, su piel era blanca, su vientre era liso salvo por algunas señas resultado del paso de los años, sus caderas eran anchas y definidas, y su monte de Venus se veía muy excitante, cubierto con algunos vellos finos, su trasero era grande y redondo, y se veía muy firma, aquella visión me dejó sin aliento e hizo que mi verga se pusiera dura y grande en un instante, ella caminó despacio hasta la cama y acostándose a mi lado, se acercó, el sentir su cuerpo caliente junto al mío, hizo que mi verga creciera aún más, acercó su boca a mi oído y así hablo: - Roberto yo sé que soy una mujer vieja y que en las artes del amor, tengo muy poco que le pueda dar, pero quiero que sepa que siento mucho lo que le pasa con mi hija y si de algo le sirve aquí tiene el cuerpo de esta vieja para que pueda desahogar en él sus necesidades sexuales, quizás no le sirva de mucho pero por favor no quiero verlo sufrir más. Y diciendo esto puso de nuevo su cabeza sobre la almohada y quedó mirando hacia el techo, abrió un poco las piernas y dijo: - Aquí esta mi vagina, venga y meta su pene en ella, no es una vagina joven ni fresca pero sepa que sí tiene mucho tiempo sin uso, por lo que le puedo asegurar que está estrecha. Yo al escuchar tales palabras y al contemplarla así, me giré hacia ella y acercando mi boca a la suya, la besé ardientemente, ella respondió abriendo sus labios y dejando que mi lengua entrase en su boca buscando la suya, con mis manos empecé a acariciar sus senos esos senos grandes y redondos que tenía para mí, los acariciaba despacio pasando las yemas de mis dedos sobre sus pezones, besé su cuello con mi boca despacio empecé a deslizar mi mano por su vientre recorriendo cada centímetro de su piel, seguí trazando un camino hasta llegar a la entrada de su vagina, entonces mientras besaba su cuello acaricié con mis dedos sus labios vaginales, ella empezó a respirar más entrecortadamente, con suspiros más profundos, entonces moviendo sus manos por primera vez aferró sus uñas en mi espalda, estaba templando de placer con mis dedos en su vagina y mis labios en sus senos que había comenzado a mamar como un niño recién nacido, metía su pezón en mi boca y los chupaba con mi lengua, mientras tanto mis dedos buscaban dentro de su vagina ese clítoris que tanto deseaba acariciar, ella continuó gimiendo aún más fuerte, hasta que de un momento a otro sentía cómo su vagina se contrajo y soltó gran cantidad de jugos en mis manos, ella gimió fuertemente - Ahhhhhh, mientras seguía contrayendo su vagina apretando mis dedos dentro de ella. Entonces sacando mis dedos de su vagina comencé a hablarle: - Diga Ana (estaba tuteando a mi suegra), dígame que le gusta lo que estoy haciéndole, diga que le gusta, que no lo está haciendo solamente por lástima a su yerno, dígame que disfruta sentir como recorro su cuerpo con mis manos y mi boca y seguía acariciando sus tetas con mis manos y besaba su cuello. Ella que hasta ese momento estaba callada hablo: - Sí Roberto, si me gusta mucho lo que me haces, nunca en mi vida he sentido cosas tan ricas como éstas, me gusta cómo acaricias mi cuerpo, me gusta que toques mis tetas, ¡ahhh!. Mis "tetas" mi suegra había utilizado palabras que hicieron que me excitara más palabras de mujer caliente. - Dígale entonces a su yerno suegrita que quiere que le meta toda su verga en la raja, dígamelo para complacerla, para clavarle mi verga hasta el fondo de esa rica raja que usted tiene y que esta muy ardiente y húmeda. - Sí Roberto métame su verga en mi raja, meta esa cosota rica que usted tiene entre las piernas en mi vagina, quiero sentir cómo se abre paso dentro de mí, quiero su gran verga dentro de mí, ándele se lo suplico por favor métala. - Eso es suegra, así me gusta pídame que lo haga, va a ver lo feliz que la voy a hacer. Y diciéndolo, me coloqué sobre ella y aproximé mi verga a la entrada de su raja que estaba húmeda y muy caliente, la empujé un poco y entró abriéndose paso entre la raja de mi suegra, quien ayudándome con mi labor, abrió las piernas permitiendo que mi verga entrara más profundo dentro de ella, -Ahhh, gimió y cerró sus piernas sobre mi espalda presionando mi verga aún más dentro de ella. Empecé un bombeo suave y cadencioso mientras ella gemía y me abrazaba, su raja estaba muy estrecha y caliente, presionaba deliciosamente mi verga produciéndome sensaciones ardientes. Mientras yo seguía con mi mete y saca dentro de su raja la besaba en los labios y acariciaba sus tetas que tenían los pezones duros y grandes de tanta excitación, en cuestión de segundos su cuerpo volvió a contraerse y convulsionar segregando gran cantidad de sus jugos que lubricaron aún más mi verga dentro de su raja, sentir cómo su vagina se contraía hizo que acelerara mis bombeos, provocando que potentes chorros de semen salieran de mi verga empapando toda su raja. - Ahhhhh , qué rico suegrita sienta como le estoy llenando su rajita con mi semen caliente. - Sí Roberto lléneme con su leche decía ella mientras continuaba gimiendo. La excitación que tenía en ese momento hizo que a pesar de haber descargado gran cantidad de semen en su interior, mi verga se mantenía aún erecta y caliente. Entonces procedí a besar a mi suegra en la boca quien respondió con un ardiente beso su lengua buscó la mía y se entrelazaron. - Sabe Roberto nunca en mi vida he sentido cosas tan maravillosas como las que usted me ha hecho sentir. Decía mientras me seguía besando con pasión. - Sabe mi ex marido lo único que hacía era subir mi bata, montarse sobre mí meter su verga en mi raja moverse durante algunos minutos y terminar dentro de mí, yo nunca alcancé a sentir cosas como éstas, usted me ha cogido muy rico y su verga es deliciosa mucho más grande que la de mi marido que era pequeña comparada con ésta tan rica que tiene usted. Entonces me levanté de la cama jalándola conmigo, nos pusimos de pie y mientras la besaba y acariciaba sus tetas con mis manos la coloqué de espaldas a mí restregué mi verga contra su culo mientras besaba la parte trasera de su cuello, con mis manos acaricié sus tetas tan grandes y suaves y abriendo un poco sus piernas metí mi verga de nuevo en su vagina esta vez desde atrás, ella gimió fuertemente, empecé de nuevo el mete y saca, era delicioso ver a mi suegra ahí complaciendo mis deseos y verla gimiendo de placer con mi verga dentro de su raja, estuve cogiéndola en esa posición por largo rato, ella movía sus caderas para acomodar sus movimientos a mi ritmo, ella gimió de nuevo fuertemente, de nuevo estaba teniendo un orgasmo, así que cuando sentí sus jugos surgir de lo más profundo de su ser, saqué mi verga hasta afuera y de un sólo empujón se la clavé hasta el fondo. - Ahhhhh, me matas qué verga tan rica, decía mientras se corría nuevamente. Su cuerpo temblaba por la excitación y el orgasmo que acababa de tener. Así que sacando mi verga de su raja la acosté en la cama boca arriba, subí sobre ella y coloqué mi verga entre sus tetas, ella apretó mi verga con sus ricas tetas y empecé a masturbar mi verga entre ellas, cuando estuve a punto de correrme acerqué mi verga a la boca de mi suegra quien la abrió para recibir toda la descarga de mi semen en su boca, tragó todo lo que pudo, luego metió mi verga en su boca y la chupó hasta dejarla limpia, mi suegra era una verdadera puta en la cama. Me tendí a su lado en la cama y besándola en la boca, le dije: - Sabe suegrita, no me puedo explicar cómo mi suegro la dejó a usted por una mujer más joven, si usted es toda una experta en la cama, nunca he conocido una mujer como usted de ardiente, ni siquiera su hija es tan caliente y rica en la cama. Ella me miró ahora un poco sería y dijo: - Gracias Roberto, pero el que me ha cogido es usted a mí, yo solamente trataba de ayudarlo con sus necesidades, pero veo que he sido yo la que ha salido beneficiada de todo esto, su verga me ha vuelto a la vida, y de ahora en adelante quiero poder ayudarlo cuando lo necesite, y mientras decía esto bajaba hasta meter de nuevo mi verga en su boca que al contacto con ella empezó a ponerse dura de nuevo...