Las aventuras sexuales y cotidianas de messlina

Messalina es una chica promiscua, adicta al sexo desde muy joven. Trabaja para una Editorial y su cartera de cobros, llena de clientes adictos a ella, le sirve para dar rienda suelta a su pasión por estar siempre en compañía masculina y la femenina, si se tercia también. Está casada con un buen chic

LAS AVENTURAS SEXUALES Y COTIDIANAS DE MESSLINA

Quinta parte

Ambrosio entró en la habitación como una tromba pero, al mismo tiempo, se previno de Messlina cubriéndose el rostro y la cabeza. Sabe quién es ella, lo temperamental que es y, lo que tenga en la mano en ese momento lo tira contra el desgraciado que la cabrea en ese momento.

Mess, por su parte, está a punto de comérselo vivo. Quiere gritarle que el simplón que le envió no sabía estar con una hembra de su temple, que todo lo tuvo que hacer ella y que apenas la satisfizo ni le llenó el chichi de su flema. Pero calló, ella sabe perfectamente que entre los hombres los hay bocazas como entre las mujeres, o sea, gallinas cluecas, y que, si lo comenta, él puede tener compañeros o amigos de mucha confianza con quienes hacer chanza del pobre infeliz y éste quedar a la altura del betún con respecto al resto. Mejor callar, se dijo sin apearse de la ira que la envuelve. Toma el folio y se lo pone a menos de medio metro de las narices de Ambros.

-¡Qué me pones en la nota, estúpido proxeneta! ¿De qué forma me has vendido a tus amigotes, mamarracho? Aquí dice: –“Pero lo quieren hacer juntos, como lo hacen todo en sus vidas, o sea, follando los dos a la ves… ¡TU VAGINA!” –Y aquí grita la chica histérica perdida, enfatizando las palabras escritas en mayúsculas por Ambrosio -¿Tú crees que mi coño es un autobús? Para que te enteres, cabronazo, follo todos los días con varios a la vez. En este caso tuyo, puñetero de mierda, los tíos esperan turno por mí. Cuando uno termina el otro coge su lugar, aunque tenga a dos follándome al tiempo pero en distintos agujeros, nunca dos en el mismo agujero ¡Qué deseas! ¿Destrozarme el chocho? ¡Anda que te den!

Ambrosio sabía que esta muy enfadada y no deja que le explique, todo se lo dice ella. Cuando hace un alto y tomar resuello para insultándolo, éste lo aprovecha y le explica.

-Están dispuestos a pagar, por un polvo de veinte minutos, mil quinientos euros, tía.

La chica se queda parada con la boca abierta. Quería zarandear al enano chulo por interrumpirla pero ¿Ha dicho mil quinientos? A Messlina se le subieron los símbolos del euro a los ojos y, volviéndose rápidamente, se encaró con su socio.

–Setecientos cincuenta machacantes más seiscientos de los otros son… -Contó con los dedos. Los números nunca fueron su fuerte, ni siquiera la aritmética básica. Bueno, para ella, nada que hable de números y operaciones de porcentajes simples lo pudo comprender. Sabía mucho de leer, vender, cobrar y… follar camelándose a los clientes de su Editorial. Aquí baja el tono de su ira, pero no quiere bajarse del burro –No, no está mal. ¡Pero es que me pueden destrozar la entrada del chichi  Tío! ¡No!... -----Queda de nuevo insegura. Se mueve de un lado a otro -No…, no…, bueno, no sé, nunca lo he probado, esa es la verdad. Lo mismo me gusta... ¡Ayyy! Déjalo que lo piense, cariño… ¡Pero, los pones como los últimos!

Ambrosio está que se descojona de la risa. Es un hombre práctico que sabe aprovechar una oportunidad y, si es por dinero, hasta se queda mudo como un muerto si es preciso ante su amiga. La conoce muy bien, sabe que los retos del sexo la pueden más, sobre todo si son nuevas forma de joder ¡Qué zorra es la hija de la gran puta!

-Vale, estupendo. Les diré a los hermanos Rivera que aceptas el reto.

-¡No, no! ¡Eso no, tío!... Bueno, no se…¡Oye, gnomo de mierda! No vuelvas a entrar en la habitación cuando esté follando. Me da cierto reparo ¡Coño!

-¿Tú con reparos, Mess? ¡Jaaaajajaja! –Se contrae de risa y Messlina queda admirada de que, doblándose de aquella forma, no se de con el gran cabezón en el suelo siendo tan pequeño -¿Tú con reparos, putona? ¡Jaaaa¡ ¡Jaaaa! ¡ja-ja-ja-jaaa!

Ella también rompe a reír y lo abraza cubriéndole el rostro con sus orondos senos.

-¡Anda, mamón! Qué pase el mandinga ese que está muy bueno.

El negro entra al rato cubriendo toda la puerta y justo cuando ella termina de higienizarse la boca. Antes lo había hecho con su sexo introduciéndose, a continuación, vaselina gel en su vagina  - “¡Joder con el negro ese, qué alto y qué bien está el tío!Seguro que se gastará una buena polla como las que he visto en los vídeos porno y las revista guarras esas”

Se acercó al hombre lentamente, mimosa, insinuante, girando sobre sí misma para mostrar todos sus encantos de mujer. Le toma las manos y gira en redondo dejándola sobre sus hombros. Le gusta que la vea desnuda y la admire como la hembra que es. Muestra su mejor sonrisa y un deseo incontrolable por estar entre sus brazos.

-Soy toda tuya, amor. Destrózame con esa pollaza maravillosa que me figuro tienes, como todas las de tu raza ¿Crees que me cabrá un poco de ella aquí? –Pone el dedo índice en los labios haciendo una O con su boca linda y poniendo cara de zorrita colegiala -¡Uuumm! Podemos probar, amooor

El gigante negro sonríe contento y la acerca a su tórax. Su mano derecha recorre los jóvenes y generosos pechos firmes y macizos de la muchacha. Con la otra recorre las nalgas desnudas (tiene puesto, nada más, un tanga de hilo dental minúsculo) amasándolas con suavidad y conocimiento de lo que hace. Profundiza más al llegar al culo y a su esfínter a través del perineo abarcándola al completo, sobándola mientras deja sentir sus dedos de acero hurgar en el ojete. Los pezones femeninos quedan duros al instante cuando el hombre los roza con el hueco de la palma de la mano, apretándolos luego con los dedos uno a uno, redondeándolos, estirándolos y pretendiendo hundirlos dentro de las mamas. Esa acción del moreno duele pero, al mismo  tiempo, hace que sus ovarios se encabriten de puro gusto. Ahora, para Mess, esos mismos dedos largos y ágiles del macho que están en su entrepierna hundiéndose, a través del triangulito de su tanga, pellizcando los labios menores y estirándolos hasta hacerla doblarse sobre sí misma. Pero no  rechista del dolor cuando de sexo se trata. Su boca, de labios gruesos y carnosos, se apodera de los de ella comiéndosela literalmente, dejando que éstos se deslicen por su cuello, mordiéndole el lóbulo de la oreja derecha, bajando y empezando a besar el nacimiento de sus tetas endurecidas, desarrolladas y anchas.

La mujer se pone de frente, baja su mano derecha apoderándose de una polla alterada dentro del vaquero. Con la tranquilidad de la profesional, baja la cremallera e introduce su mano dentro del gayumbo cogiendo un gran solomillo que se le desborda de su mano

-¡Lo sabía! –Dice con voz alterada, distorsionada por la emoción. Empieza a masturbarlo con desespero.

El hombre negro baja hasta las rodillas el tanga auscultando su esfínter repetidas veces y ella, felina, se dobla por la cintura para darle aún más acceso. Lo tiene muy caliente, casi a punto. Quiere mamársela primero pero no sabe que escogerá él. Le da lo mismo porque va a gozará igual. No la lleva al lecho sino que la apoya en la baranda inferior de la cama, le ordena, con toques en los muslos, que abra más las piernas y es la joven misma, metiendo su mano derecha por entre sus muslos, quien encamina semejante pollón hasta la entrada de su vagina. El hombre no tiene más que empujar para penetrarla.

Messlina abre la boca y coge aíre. Tiene la sensación que le está entrando en su coño un tráiler de cuatro ejes y dieciocho toneladas de carga. Está tan entregada a la pasión que le despierta el negro que no se da cuenta que ruge como una leona. La siente dentro, profundizando cada vez más, cubriéndole de tal modo las paredes vaginales que sus ovarios se dislocan estremecidos. La punta del glande taladra el cuello uterino asomándose al recinto sagrado de los ovarios, y eso, la desquicia de una forma brutal.

El moreno comienzo un suave balanceo sobre ella para terminar castigándola con su pelvis las nalgas logrando que la vagina se encharque de sus orgasmos, dolorida con semejante cilindro carnoso. La chica se agarra como puede a los pies de la cama y se limpia la boca abierta y babeante que no cesa de segregar flujos salivares. Sus tetas le dan la sensación que quieren desprenderse de su cuerpo por los tremendos manoseos que recibe. Sigue rugiendo y diciendo cosas que ni ella misma comprende. El gigante golpea con fuerza sus nalgas intimidándola mientras su polla parece que se dobla hacia arriba obligándola a exclamar un -¡¡AAAAAAAAASH!!- que da la sensación ha sido escuchado por todo el vecindario. Poco después, y no antes de que volviera Mess a tener otro orgasmo, se corre en su interior de forma tremenda y ella se asusta. -¡Este cabrón me está preñando –Piensa al correrse ella también sin poderlo controlar. Siente que los jugos de ambos se juntan y empiezan a resbalar por sus muslos bañándola en ríos infinitos que van al suelo.

Él apoya sus manos en los hombros de la joven y, lentamente la saca. Messlina, que le tiemblan las piernas por la emoción, sin dejar de agarrarse con una mano a la cama, se agacha lentamente y recoge en la palma de su mano derecha el semen que le va llegando a los tobillos y lo lleva a la boca, bebiéndolo, volviendo a llenar el cuenco de su mano, mirándolo a los ojos con mirada lujuriosa de gratitud, saboreando la última gota que ahora sale de su coño empapado. Sin dejar de sonreírle ni de mirarle, la chica se gira y queda arrodillada ante él. Toma la polla empapada de los flujos de ambos y que sigue mirando al techo, lame el contorno chorreante y sabroso de su alrededor y aprieta los escrotos suavemente con las dos manos, exprimiéndolos, deseando dejarlos secos de verdad. Pasa el glande por su rostro que se humedece con el semen sobrante que hay en su vello púbico hasta lograr sacar el máximo. Mess le hace tal felación de agradecimiento a chico que éste, admirado, le acaricia el cabello y la besa en la frente mil veces seguida.

Messlina se ha bañado en profundidad. Ha tenido una tremenda corrida conjunta con el negro y no quiere quedar preñada de él. Tiene que tomar precaución con determinados clientes que la ponen a cien y, después de secarse, toma una pastillita del “día después”, que siempre lleva consigo. Esas precauciones no las tiene con Eugenio, él es su marido, ni con su tío Anselmo o su suegro Alonso cuando los visita o ellos se pasan por casa. Si quedara preñada de los viejos no le importaría porque todo queda en casa pero de un extraño y más siendo una raza diferente… ¿Qué diría Eugenio y los parientes?

Se mira en el espejo y se encuentra bien, apetecible para el siguiente cliente. Viste nuevamente una tanguita tan minúscula que el triangulito, única tela visible de la prenda, apenas le tapa los labios vaginales. Siempre le ha gustado vestir estas especiales bragas para ocasiones especiales como esta. Queda encantada con las expresiones admirativas de los hombres que la poseen. Es parte de su ego de mujer y de ramera. Porque eso es lo que es ella, una ramera. No lo pregona a los cuatro vientos, verdad, sin embargo, no deja de reconocerlo para sí misma. Nació con los genes de su tía Eloísa, y su madre siempre se lo recordó ¿Su madre tuvo la culpa de ser como es?

En ese momento tocan a la puerta, y antes que de su consentimiento, aparece Ambrosio. Queda parado en la puerta mirándola con ojos de besugo degollado. A la joven le entra la risa y observando la bragueta del enano la encuentra alterándose exageradamente.

-Anda, pequeño, antes de que te corras aquí mismo, haz pasar al siguiente. Ya tendrás tú la oportunidad.

De los siguientes no tiene nada que recordar en especial, como le ha ocurrido con el administrativo, el agente de bolsa, el abogado Aguado o la misma enfermera, inclusive sus propios compañeros cuando hacen con ella el gang bang dos o tres veces a la semana.

Le está mamando la polla al último de los clientes, deseando acabar para enfrentarse al reto de las pollas siamesas. Tiene miedo a la posible consecuencia de semejante aventura y no quiere eso. Tendrá que andar con cuatro ojos cuando la tengan entre sus brazos. Termina con el amante limpiándose las comisuras de su boca con los dedos llevándoselos a ésta para saboreándolos. El pobre está en un estado de shock de pura felicidad.

-No te marches, amor. Me quedan los hermanos y, a continuación, estaré con vosotros para celebrarlo con unas birras ¿Vale, cielito mío? –Ella misma le sube el pantalón, le coloca la polla en su sitio y lo acompaña a la puerta. Necesita una lavado con agua caliente y una buena refriega sanitaria –“ Lo normal después de un polvo extramarital, vamos” –Comenta para sí.

Ambrosio vuelve a aparece cuando Mess está en pleno aseo. No le dice nada, la mira y espera apoyado en la puerta del baño. Todavía no sabe si ella quiere o no el desafío. La mujer coge la toallita de bidet y, comenzando a secarse, lo mira fijamente.

-Deja pasar unos cinco minutos, lelo. Tengo que prepararme sanitariamente y, luego, que pasen. Por cierto ¿Siguen todos ahí? Oigo sus voces…

-Verás, Mess… -Comienza Ambrosio a hablar. Se lleva las manos a la espalda y se apoya ahora en la pared –Ellos quieren más y me han dicho… bueno, previo pago, claro está, hacer un… gang bang. Eso será, por supuestísimo, después de un merecido descanso para ti –Se apresura a decir.

-Eso no ha salido de ellos, proxeneta endiosado, sino de ti. Si te conoceré. Esos tíos están casados y no han follado con una chica como yo nunca, en su puta vida, por lo que no saben lo que es un gang bang, jilipollas ¿Lo has propuesto tú, maldito embrollador?

-¡Ciento cincuenta euros por melón, tía. Y todos quieren darte por el culo mientras se las mamas!

-¿Cuánto es ciento cincuenta por siete tíos, Ambros?

-Mil cincuenta euros más, puta, a quinientos veinticinco € cada uno ¿Te animas?

-Cuando termine con los mellizos ya te lo diré. No sé como me van a dejar esos dos el coño después del polvo ¡Pero, una cosa si sé de seguro. Te juro que me cobraré bien cobrada la encerrona que me has tendido aquí, en tu casa, mariconazo de mierda! ¡Venga, vete de una puñetera vez y haz pasar a esos dos ¡YA!

A los pocos minutos aparecieron por la puerta de entrada dos jóvenes corpulentos y guapetones, cierto parecido entre ellos pero con diferencias notorias. Uno es más alto que el otro, sin embargo, el menos favorecido se le nota más reposado, inteligente y cínico en su manera de andar. Pero, la característica peculiar en ellos estriba que ambos hablaban a la vez con una sola voz, en el momento justo y en la medida precisa. Cuando se presentaron ante ella y la saludaron, la chica se quedó atónita.

-¡Eres una bella y real hembra! –Comentaron al unísono –Y esa prendita de mierda que llevas por tanga te hace aún más desnuda y deseable, si eso es posible.

-Gracias, chicos. Yo… la verdad, nunca me han metido dos pingas a la vez y en el mismo agujero. Tengo miedo y… no sé… Vayamos con cuidado ¿Os parece, chicos?

-Claro, mujer –Volvieron a decir los dos como uno solo –Eso lo entendemos perfectamente. Pero, verás, siempre hacemos nuestras cosas juntos y actuamos como uno sólo, ya lo ves. Somos peculiares menos cuando estamos separados. Ahí somos independientes de nuestros actos –Y rieron a la vez.

Los jóvenes, dando por terminada las explicaciones, se pusieron uno a cada lado de Messlina y ambos hicieron lo mismo. Empezaron por besarla en sus mejillas, a morderle los óvulos de las orejas echándole el cabello para atrás, bajando por todo el cuello dejando sentir sus dientes. Todo lo hacía milimétricamente, de forma sincronizada. Sus manos izquierda y derecha quedaron paradas en cada una de sus nalgas y las otras en sus tetas apretándolas con la misma intensidad, estirándoles los pezones al tiempo, palmeándole repetidas veces el culo al compás. Para la chica, aquello era tan novedoso que el miedo que sintió por quedar a solas con los dos iba desapareciendo rápidamente. Los besos y caricias que le prodigaban la envolvían en una espiral de confianza y de respeto como mujer.

Cuando sus manos bajaron hasta su vulva lo hicieron juntos. Cada uno se ocupó de su parte sin molestarse. Uno se encargó de masturbarle el clítoris, jugando con éste y logrando que creciera como un pene pequeño hasta hacerla estremecer por la corriente de electricidad impresionante que recorría su espina dorsal. El otro, entre tanto, hurgaba en la entrada de su vagina con los dedos, estimulando los anillos, metiéndolos en ella hasta donde podía, recorriendo también el perineo de la joven hasta alcanzar el esfínter que igualmente fue frotado y estimuló.

Messlina no podía creer lo que le estaba ocurriendo y de la forma como ocurría. Los dos chicos, sin quitarle las manos de su culo, la magreaban de una forma que ella se excitaba por partida doble. Sus tetas, por ejemplo, fueron impulsadas hacia arriba desde la base, estiradas con saña intentando llevarlas hasta su boca. Pero no pudo ser. Los dos se inclinaron a la vez y se apoderaron de los relevantes pezones empezando a metérselos en la boca, a chuparlos y degustarlos al ser aprisionados por las lenguas y los paladares, siendo mordidos en los nacimientos y logrando que ella se afianzara en el suelo y gritara mientras se empinaba sobre los dedos gordos de los pequeños pies, un terror en principio, un terror especial y maravilloso producidos por las mordidas fuertes pero nada peligrosas.

De pronto pararon y, siempre juntos y coordinados, le quitaron el minúsculo tanga volviendo a su sexo donde, esta vez, varios dedos comenzaron a trabajar la entrada vaginal completamente mojada, empezando a colarse en ella lentamente. La joven, embriagada por la emoción, percibió que esos dedos, todos juntos y en forma de embudos, se introducían dentro de ella lentamente y con conocimiento del acto, saliendo y entrando, saliendo y entrando siempre sin parar y cada vez más profundo. No supo ella hasta donde habían llegado sino cuando sintió los nudillos de aquellas manos tocándole la entrada al lograr penetrarla, comprobando, con asombro infinito, que pretendían meter sus manos al completo dentro de su coño

¡¡Estaban haciéndole un fistin!!

Entonces fue cuando, bajando la cabeza, vio la realidad de sus sospechas y sintió de verdad pánico. Dos manos grandes y masculinas pretendían colarse en su santuario y ella, entrando en razón dentro del placer recibido, dio un tremendo salto hacia atrás logrando que las intrusas salieran sorpresivamente.

-¡¡NOOOO!! –Grito mirándolos con gran asombro –¡¡NOOOO, ESO NO. ME VAIS A DESTROZAR TODA, TÍOS!!

-¿Has sentido que hemos desgarrado el agujero de tu coño? No ¿Has sentido un gran dolor? Tampoco. Has sentido mucho placer, lo hemos notado. La vagina de la mujer es elástica, flexible, y puede agrandarse poco a poco, con estímulos bien dirigidos, con la técnica necesaria que permita que pueda recibir dos pollas al tiempo. Es lo que estamos haciendo, Mess. Puedes comprobar tu coño algo abierto por nuestros dedos, sin embargo, no está destrozado ni sangra, solo abierto, preparado para recibirnos. Ten confianza, sigue gozando como hasta ahora, putita. Has sabido lo que hacíamos por los nudillos si no, hermosa, ni te hubieras enterado de nada porque estás completamente fuera de ti.

Y era verdad todo lo que habían dicho. Ella se encontraba en el quinto cielo, el cenit del placer, a punto de explotar en nuevos orgasmos con las caricias todas iguales y al tiempo. Los mellizos Rivera no hacían otra cosa que desearla besándola y acariciándola desde que empezaron a sobarla. Se inclinó en ángulo recto hasta poderse ver el sexo comprobando que, efectivamente, su coño, bien abierto como nunca lo hubiera visto, seguía remozando jugos, vibrando de placer y deseo por continuar con las caricias de aquellos dos colosos del sexo y el fistin.

-Buenos… seguid… pero… pero… -No pudo continuar porque toda ella era un maremagno de emociones y los abrazó llevando sus manos bien cuidadas, firmes a los cuellos masculinos respectivos –Seguid preparándome para lo mejor, muchachos.

Siguieron en sus técnicas un poco más. No la llevaron a la cama como pensó, sino que allí mismo, donde la habían cogido, la tumbaron suavemente en el suelo dejándola acostada y de lado. Los dos, siempre paralelos en todos sus actos, levantaron la pierna derecha de ella colocándola en ángulo con respecto a su cuerpo. Para Messlina no se le escapaba la forma como la iban a coger. Uno tendría que colocarse, seguramente, detrás de ella, haciendo de colchón, y el otro sobre ella o de rodillas, como cuando se la machacan a diario dos tíos por su sexo y esfínter o en los gang bang. No se equivocó mucho. Efectivamente, el más alto y fuerte de los dos se colocó detrás de ella medio acostado pero sin tenderla sobre él. El pequeño, se colocó de frente y de rodillas. El más fuerte fue el primero en enfilar su coño sin decir nada, entrando suavemente y hasta el final. Y se quedó quieto luego, como esperando que ella sintiera todo su poder. El otro la enfiló cuando, estirando por ambos lados la entrada vaginal, acercaba su glande empezar a empujar.

Los hermosos ojos de la muchacha estaban desorbitados. Percibía perfectamente una polla completamente introducida en su vagina y como la otra iba penetrándola lentamente, ensanchando sus rugosas paredes vaginales sin sentir casi dolor y desplazando hacia un lado la polla primera para hacer sitio por derecho propio. De pronto se sintió inmensamente desbordada. Las pingas llegaban hasta el mismísimo cérvix queriendo taladrarlo. No se dio cuenta que su garganta empezaba a rugir y luego a gruñir como la perra en celo en la que estaba convertida por aquellos dos hermanos.

Antes de entrar en el clímax del éxtasis, Messlina pudo saber como ellos se sincronizaban para darle todo el placer que estaba recibiendo. Uno de ellos paraba mientras el otro la follaba entrando y saliendo cada vez con más rapidez, moviéndose constantemente, golpeando el cérvix mil veces por minuto. Luego paraba. Y el otro comenzaba la misma ceremonia consiguiendo enloquecerla haciéndola gritar muy fuerte, y así hasta lograr hundirla en el limbo de la pasión, corriéndose no supo cuantas veces. Oía gritos raros pero no sabía que eran de ella misma estando fuera de sí, agarrándose al hombre que tenía delante, sintiendo como sus tetas eran agasajadas con caricias que muchas veces se salían de lo normal y otras, las más, suaves y moviéndolas en todas las direcciones.

Parecía que los dos chicos no tenían ganas de terminar pero, de pronto, se tensaron a la vez y su vagina, ensanchada doblemente, empezó a llenarse de esperma caliente sin que estos dos, ahora activos, dejaran de moverse frenéticamente dentro de ella. Cerró los ojos y echó la cabeza para atrás. Río, si, río alto y fuerte de pura felicidad. Le vino a su memoria como follaba todos los días pero nunca dos pollas a la vez por un solo agujero y con personajes tan peculiares como los mellizos Rivera. Se olvidó completamente de sus temores, se dio cuenta de lo equivocada que estaba y una nueva experiencia, fuera de lo común, acababa de aposentarse en su vida de puta. Le vino un tremendo orgasmo que la dejó sin respiración. Y quedó fundida en negro.

Cuando despertó se encontró con Ambrosio a su lado, dándole suaves cachetadas para reanimarla.

Alzó los ojos mirando a un lado y a otro y no los vio. Se fijó en Ambrosio y, estando aún grogui por el tremendo placer de los orgasmos recibidos, dijo con lengua estropajosa.

-No quisieron que se las mamara, Ambros… -Mostraba, sin saberlo, un mohín de niña consentida y entristecida -¿Por qué se fueron y me dejaron tendida en el suelo? Son malos y maravillosos como amantes…

-No te abandonaron, Mess, nada de eso. Respetaron tus emociones dejando que durmieras. He comprobado que no te han hecho daño alguno y que tu chocho está volviendo a la normalidad. Me preocupaste, putita, cuando ellos apareciendo en la sala dijeron que estabas descansando, tendida en el suelo. No mintieron, brujita.

-Bueno, en realidad no, cariño. Tan sólo me hicieron el favor de dejarme sumida en un mundo fabuloso de éxtasis fuera de lo corriente –Continuaba diciendo con voz ida. Para el enano, aquellas palabras le sonaron a hembra que estaba chota de la melona. Sonrió nada más -¿Todos están de acuerdo en que haga un gang bang con ellos?

-¡Joder, zorra! ¿Todavía tienes ganas de más?

-No sabes tú bien como me han dejando estos dos… -Hizo una pregunta cuya respuesta se supuso iba a ser negativa -¿Ellos también intervendrán, amor?

-No, perrita, no. Ellos entran a trabajar dentro de una hora. Tienen turno de tarde.

-¡¡¡Oooooh!!!


Quince minutos después, Mess estaba dispuesta para el epílogo a los encuentros con todos. Apareció pimpante, acompañada del enano Ambrosio que la llevaba, igual que cuando la presentó, cogida por las nalgas que apretaba a cada paso que daban. Se presentó desnuda, tan sólo vistiendo un minúsculo tanga rojo que no le tapaba nada más que un poco los labios vaginales dejando al descubierto su pubis perfectamente depilado. No iba descalza sino con sus zapatillas de tacón alto y corrido. Sus hermosas tetas se bamboleaban orgullosas por su tamaño y tersura.

-Amigos, aquí está nuestra hembra particular. Vamos a brindar con unas birras por ella, por su belleza y buen hacer. La tendremos entre nosotros admirándola unos quince o veinte minutos, disfrutando de su compañía y simpatía, luego, amigos, todos cogeremos numeritos para saber quien es el primero en cogerle este culito macizo que yo magreo.

-No, yo me apunto a que me la mame –Dijo el primero que le tocó follar con Mess –No creo que tenga fuerza para correrme dos veces seguidas, como merece ese hermoso culo.

-Pues yo cogeré número para volver a follarle el chocho –Comentó otro alegremente

-Si, yo también, pero antes una buena mamada… -Y se metió mano a la bragueta haciendo que todos sonrieran su gesto.

-Yo le quiero partir el culo a la chica, Ambros –Dijeron los dos restante a la vez. Y se rieron con la coincidencia. Uno de ellos era el negro que tanto había agradado a la chica.

Yo también, compañeros –Habló Ambrosio soltándola y colocándose en pie, frente a ella, empinándose para besar la boca roja de la putita que se la ofreció gentilmente al agacharse –Esta hembra es mucha hembra, tíos.

Al poco rato, Messlina, sin dejar de sonreírles dejaba que todos la tocaran sin oponer resistencia. Se levantó para quitarse el tanguita insignificante que llevaba puesto y, colocándose en medio del salón, los señaló a todos con el dedo índice empezando a danzar, con buen ritmo, una pieza musical trepidante que sonaba en el radio CD del anfitrión, girando sobre ella misma con energía y gracia, mostrando sus tetas y caderas desnudas moviéndose de forma excitante, invitándolos a unirse a ella, arrodillándose sin dejar de mover sus brazos y su bien formado esqueleto. Los hombres se le acercaron lentamente y, al instante, la tenían rodeada. La joven, teniéndolos ya delante, comenzó a sobar pollas que ya estaban alteradas de antemano, manoseándolas con presteza, levantando el lívido de los presentes y empezando a abrir braguetas para sacar pichas hinchadas por la erección.

Quince minutos después Mess había paladeado una a una las seis pollas que tenía a su disposición y, mirándolos, preguntó:

-¿Quién va a ser el primero en follar mi chichi vicioso nuevamente? Y ¿Quién es el primero que me va a coger este anito calentón? ¿Tú, Ambros? ¿Tú? ¿Tú? ¿Tú...? –Mess, provocativa, tocaba con sus manos bien abiertas cada pinga estremecida por el placer de las mamadas.

Yo, preciosa –Dijo Ambros saliendo de inmediato con su característico andar –Yo quiero tu culito.

Messlina lo miró de una forma muy especial que hizo que el enano se le llenara de gozo el corazón. Salió del grupo desnudo y bajo unas miradas capciosas y burleteras que se reflejaban en la mayoría de los rostros por quien se trataba. El hombre, no ajeno a las ofensivas miradas de los compañeros, se acostó boca arriba en el suelo y la joven, reprimiendo las burlas con furia verdadera en sus grandes ojos, se abrió de nalgas para acoplarse al húmedo y recién ensalivado pene de su amigo dejándose caer lentamente hasta que la verga, gruesa, venosa y muy desarrollada del enano, empezó a deslizarse poco a poco quedando en la profundidad de sus entrañas.

-¡Aaaaay, Dios! ¡Nunca creí que me pudiera suceder esto a mí!

Y todos, incluyendo Mess, rieron sinceramente la salida de tono de Ambrosio.


Mess se encontraba delante del televisor de su casa. Emitía una película a la que no ponía atención. No había podido apartar de su mente el formidable encuentro con los mellizos Rivera, cómo lograron meterle sus pingas en la vagina y hacerla perder el conocimiento llevándola al más grande de los clímax del placer que tuviera en años. Cuando el gang bang, en la casa de Ambros,       acabó y éste, después que se marcharan sus compas del trabajo, le dio su parte en justicia, quiso pedirle el número de uno de los móviles de los hermanos, pero no se atrevió por compasión hacia él. Ambrosio se había portado como un hombre sodomizándola, logrando hacerla gozar un poco más. Sin embargo, le pidió volver a jugar con ella siguiendo por donde lo habían dejado al ser interrumpidos los dos. Entonces, tampoco le importó compartir otros veinte minutos más de su tiempo de ese placer dejándose follar el coño.

Tenía que volver a ver a los Rivera como fuera, tener una sesión de sexo completa con ellos durara lo que durara. Es verdad que podía buscarse unos amantes que le hicieran lo que los mellizos, pero no, no era lo mismo ni fácil tampoco. Muchos de sus amantes eran unos lengüines, como el gasolinero y el propio Mario, el camarero, comentando de ella con su clientela del restaurante, y ella quedaría aún peor parada. Y volvió a hundirse agradablemente en los recuerdos del encuentro con los hermanos.

Estaba ya preparada y vestida de calle para la cita con don José un par de horas después. Llevaba una faldita beige que apenas le tapaba las nalgas, una camiseta blanca ajustada a su cuerpo mostrando la relevancia de los senos desnudos y los pezones empitonados. Esta vez no llevaba culote sino un panty con cinturilla, ribetes y maya pequeña en tono rojo; aberturas en las caderas y abierto en la entrepierna mostrando todo su sexo y el culo dispuestos para ser usados sin interrupción. Su calzado, esta vez, unos botines del color de la falda y de tacones muy altos.

Miró el reloj de pulsera, regalo de Reyes de Eu, comprobando que era momento de coger su scooter y marchar al hotel que se encontraba a las afuera del casco urbano, casi a una hora de su casa. Apagó el TV.

-Cariño, me voy. Volveré sobre las diez o las once. No me esperes a cenar ¡Ciao!

Eugenio no contestó. Solamente levantó la mano saludándola cuando ella se acercó a la salita. Y siguió pegado a la pantalla del monitor. Había logrado vencer todas las fases una vez más, y ya era la tercera que lo lograba. Esa misma noche, antes de la cena, volvería a repetir la hazaña ¡Era el más guay de los tíos en los juegos de ordenadores! Tenía pensado presentarse a la concentración de videojuegos que se celebraría próximamente en la ciudad de Valencia. Seguramente que a Mess no le importaría quedarse unos días sola en casa.

Entonces se acordó.

-¡Mess, cariño! ¡Hoy vienen el tío Anselmo y mi padre! ¡Mess! ¡¡Meeeeeeess!!

Pero Messalina ya se había marchado bajando, en ese momento, en el ascensor al aparcamiento para recoger su Piaggio, 50 2T