Las aventuras porno-galácticas de la Calípide 4

Primer relato de porno-ciencia ficción que relata las porno-aventuras del carguero espacial Calípide IV y su comandante en sus viajes galáticos.

La estación espacial había sufrido serios daños tras la última lluvia de meteoritos, cosa bastante corriente en el sistema Omega, y me dije que ese era un buen momento para abandonarla, o me vería obligada a ayudar en las tareas de reparación, y no podría continuar mi viaje en otras tantas semanas. Además, yo no soy mecánico, ni peón reparador, que se encarguen de las reparaciones los que saben.

La nave estaba llena de combustible, las últimas modificaciones y reparaciones terminadas, y ya sólo tenía que reunir a la tripulación. Al día siguiente, y tras insertar el plan de vuelo en el ordenador central, la Calípide IV dejaba el muelle de atraque de la estación y ponía rumbo al sistema Centauro, donde esperaban ansiosamente los componentes intra-orgánicos para la central bio-química del planeta Celta II, donde llevaban a cabo todos esos experimentos biológicos, que a mí particularmente me inquietaban mucho, pero… ¡qué demonios!, ¡pagaban muy bien por nuestros servicios de transporte de mercancías!

Y es que en eso trabajo yo, soy la comandante de una nave de transporte de mercancías, no siempre completamente legal, pero es que la vida en la galaxia está muy cara, y si los créditos son de curso legal, no le hago ascos a ningún encargo.

La Calipíde IV es mi transporte espacial, una nave un poco antigua, pero aún fiable, y con la resistencia y solidez con la que solían construir las naves interespaciales a finales del siglo III de la tercera época. Y yo su comandante, y muy buena, aunque esté mal que yo lo diga, pero las cosas como son, pues son muchos los años que tuve que pasar como encargada de carga u oficial de segunda en cargueros espaciales de mala muerte, recorriendo una y mil veces las rutas interplanetarias, siempre en contacto con lo más bajo de la galaxia, hasta conseguir más y más experiencia, y llegar el momento de pilotar mi propia nave. Bueno, no es el trabajo ideal, ni la nave ideal, ni siquiera la tripulación ideal, pero con unos pocos viajes más, conseguiré ahorrar lo suficiente para montar mi propia compañía de transportes interespaciales de mercancías, y entonces se acabará el aceptar cualquier encargo, y aguantar a los babosos de mis jefes. Y cuando digo babosos, quiero decir que pertenecen a la raza de los x´trrs, grandes babosas del sistema Kran, aunque muy evolucionadas, y muy aptas para trabajos empresariales de este tipo. Pero estoy harta de trabajar para esas babosas, y no porque una de ellas no pare de acosarme, que, vale, es cierto que me acosté una vez con ella, y lo reconozco, fue excitante ser penetrada por su polla viscosa y blanda, pero ya dejé claro que nuestra relación había terminado, aunque él no quiera enterarse. ¡Bah, estoy harta de trabajar para ellos!

Mi tripulación es muy variopinta, sólo dos tripulantes y yo somos humanos, los demás pertenecen a distintas razas de otros tantos sistemas y planetas, pero claro, no podemos quejarnos, todo el mundo sabe que los sindicatos planetarios dominan el cotarro, e incluyen en las tripulaciones a quienes quieren, a veces en perjuicio de sus conocimientos. Pero en nuestro caso, creo que tengo suerte, es gente bastante competente, aunque no sean todos ellos los más recomendables de la galaxia.

La fecha en el puente de mando decía 24 de julio del calendario terrestre del año 345, de la tercera época. No todos se guiaban por ese calendario, pero a mí me gustaba, me hacía sentir más humana saber que seguíamos rigiéndonos por un calendario que hacía referencia a una raza que tuvo que escapar de su planeta tras su explosión el año 3.446 d. C. de la segunda época. Tras la desaparición del planeta Tierra, el calendario para los supervivientes pasó a su tercera época, en la que nos encontramos, y aunque ya casi nadie menciona la Tierra, el calendario ha quedado como un recuerdo de un planeta que ya nadie recuerda, origen de una raza cada vez más diseminada por la galaxia.

El ordenador de abordo tenía las coordenadas de nuestro destino, todos los sistemas funcionaban bien, la carga estaba asegurada y aislada, en caso de escape o fuga, así que ya sólo quedaba acondicionar las cápsulas de sueño, donde dormiríamos la mayor parte del viaje, ahorrando así tiempo y oxígeno. Me encontraba en el puente de mando y hacía calor, siempre la calefacción funcionaba más fuerte de lo normal, así que me bajé un poco la cremallera de mi mono de trabajo. Era un mono estándar de la compañía, blanco con rayas azules, montones de bolsillos y una cremallera que lo cerraba por delante; estaba ligeramente acolchado, y protegía de las temperaturas, tanto del frío como del calor. Al bajar la cremallera mis pechos casi salieron fuera del mono…no me acordaba que no me había puesto sujetador; los monos están pensados para ser llevados directamente sobre el cuerpo sin ropa de por medio, sólo la interior; en mi caso, sólo llevaba unas braguitas negras compradas en unos almacenes del planeta Sexted, donde suelo comprar toda mi ropa, sobre todo la interior. Me puse a jugar un poco con la cremallera, la verdad es que tengo unas tetas realmente apetecibles, grandes y redondas como planetas, y muy firmes, y coronadas por dos pezones como satélites orbitando a su alrededor; y lo que es más importante: son auténticas, cosa que empieza a ser rara en la galaxia, con la nueva moda de implantes dobles, triples y múltiples. Yo seguía prefiriendo mis dos buenas tetas auténticas, ni una más.

Dejé mis ensoñaciones cuando vi que el primer oficial piloto, un Jrakaniano muy bien dotado, me miraba embobado. Me subí la cremallera hasta el cuello y le ordené que avisara a toda la tripulación que se dirigieran a las cápsulas de sueño para la hibernación de tres años luz, que es lo que tardaríamos en llegar a nuestro destino.

Me dirigí a mi cabina y entré. Un habitáculo no más grande que una caja de cerillas, apto sólo para dar cabida a una mesa y una silla, un pequeño armario empotrado y una cama que podía reconvertirse en cabina de sueño. Me senté en la cama y me quité las botas y el mono; bajé lentamente la cremallera, dejando que mis tetas salieran casi despedidas al exterior, como si ansiaran respirar; bajé la cremallera hasta el tope y me deslicé fuera del mono. Me quedé tumbada en la cama, solo vestida con las braguitas. Iba a pasar mucho tiempo en esa cabina durmiendo, sin sexo, y me apetecía algo antes de hibernar. Cerré los ojos y empecé a acariciarme… lentamente… deslizando mis manos con suavidad entre mis muslos, recorriendo mi cuerpo hasta llegar a mis pechos; mi coño empezaba a humedecerse, cogí las braguitas y me las quité, contemplando mi cuerpo desnudo: no voy a esconderlo, soy una mujer bella y muy apetecible, y habitantes de decenas de planetas y sistemas diferentes dan prueba de ello, y es que me gusta el sexo, lo necesito. Mido cerca de uno setenta, bajita para los estándares modernos, pero mis tetas, mi pelo rubio, mis piernas largas y bien torneadas, y mi culo, durito y algo grande, vuelven locos a seres, tanto machos como hembras de nuestra galaxia.

Tenía dos dedos metidos en el coño, masturbándome maravillosamente, cuando el oficial médico entró sin avisar. Me molestó muchísimo que me interrumpiera en ese momento, y así se lo hice saber, y si hubiera sido humano, supongo que se habría ruborizado, pero claro, no podía hacerlo. Supongo que debería mencionar que nuestro oficial médico es un Cyborg, un ser hecho de metal, cables y fluídos, con apariencia vagamente humana; no es uno de los modelos más modernos, la compañía no gasta mucho en oficiales cibernéticos, pero cumple muy bien su cometido.

Se quedó de pie frente a mí, sin saber cómo reaccionar; seguro que entre sus parámetros no figuraba encontrarse a su comandante desnuda y masturbándose en su cabina. Para mí seguía siendo una máquina, así que no me molesté en vestirme, ni siquiera en taparme, y le ordené que me dijera lo que había venido a decirme sin más dilación, pues, y esto no se lo dije, estaba como loca por seguir masturbándome. MX-4556, que así se llamaba nuestro oficial médico, o Max para toda la tripulación, se puso a explicarme algunas especificaciones de su departamento para el viaje, pero yo dejé de prestarle atención, estaba tan caliente, que me puse a pensar cómo debía ser follar con un ser cibernético, y si los construían con apariencia humana, me preguntaba si los dotarían de todos los atributos humanos. Noté que me calentaba mucho, y le ordené a Max que se callara y cerrara la puerta. He de decir, por si alguno lo ha olvidado, que estos modelos de Cyborg están construidos para obedecer y servir, o, en otras palabras… para complacer. Le pedí que se acercara y le dije que notaba cierto dolor en una parte muy sensible de mi anatomía, al mismo tiempo que me señalaba la vagina húmeda. Max dijo que había estudiado todo tipo de cuerpos y que estaba capacitado para solucionar cualquier tipo de dolencia.

-Deberías palparme para asegurarte, ¿no crees?

Sin tener ni idea de lo que estaba pasando, Max acercó sus manos y metió sus dedos biónicos dentro de mi coño. Ahogué un grito de placer al sentir sus dedos hurgando en mi interior.

-POR SUS EXPRESIONES Y GEMIDOS DEDUZCO QUE EL DOLOR ES GRANDE.

-¡Sigue palpándome, Max, por favor… sigue!

Sus dedos metálicos se movían con toda la delicadeza del mundo, y el placer que me estaba proporcionando, sin él saberlo, era enorme. Metía más y más sus dedos, y yo, entre gemidos y jadeos, le indicaba que los moviera más a la derecha, o a la izquierda, o que los metiera más profundamente, o que sólo dos dedos no eran suficientes, y que metiera más. Sus dedos se estaban empapando de mis fluidos e incluso su jerga médica me parecía excitante. Pellizcándome con fuerza los pezones, tuve mi deseado orgasmo. Max me dijo que había estudiado ese comportamiento glandular en las hembras de varias especies, pero que no debía preocuparme, que no era nada anormal, pero que si seguía doliéndome me recetaría algún calmante. No pude por menos que reírme para mis adentros, mientra me recuperaba del orgasmo, pensando en lo que habría dado cualquier miembro de la tripulación por haberme hecho eso, y Max ni siquiera comprendía lo que había hecho, el sexo no figuraba en sus bancos de memoria, al menos como objetivo para causar placer.

Max se daba ya la vuelta para marcharse, cuando le dije que se quedara, que quería hablar con él.

-Eres muy interesante, ¿no crees, Max? Un organismo cibernético, con apariencia humana, pero no eres humano, sólo hay que ver tu exoesqueleto metálico

Y es que Max, como los de su generación, no estaba recubierto de piel y pelo como los modelos más modernos, sino que eran como esqueletos metálicos andantes, aunque se cubrían con ropa para adoptar una apariencia menos amenazante. Por supuesto, todos estábamos acostumbrados a su aspecto, y a nadie inquietaba. Eran miembros más de la tripulación, incluso tenían su propio sindicato, y era bastante influyente.

-…aunque tienes todos los detalles corporales que tienen los humanos.

-EL MODELO MX ESTA DISEÑADO A IMAGEN DE LOS HUMANOS PARA QUE SU LABOR CON ELLOS SEA MÁS FÁCIL.

-Y dime, Max, ¿todo tu cuerpo está diseñado a imagen del de los humanos?, ¿absolutamente todo?

-MI APARIENCIA EXTERNA ES UNA RÉPLICA EXACTA, COMANDANTE.

-Max, ¿por qué no te quitas el mono y me lo demuestras?

Cualquier otro se habría derretido ante mi tono pícaro y sensual, junto con la visión de mi cuerpo desnudo estirado sobre la cama, mi cabeza apoyada en una mano y mi otra mano acariciándome. Pero Max no entendía de tonos de voz, ni de matices, y mucho menos de sexo. Él sólo comprendía que su comandante le había dado una orden, así que se quitó el mono, mostrándome todo su cuerpo cibernético. Y tenía razón: ¡estaba diseñado con todos los detalles de los humanos! Entre sus piernas metálicas colgaba una polla igualmente metálica, e incluso tenía dos testículos metálicos suspendidos por detrás. La polla era de dimensiones considerables, pero estaba relajada, colgando.

-Sabes que eso es una polla, ¿verdad, Max?

-SÍ, COMANDANTE, RÉPLICA EXACTA DEL APARATO REPRODUCTOR EXTERNO MASCULINO, PROPIO DE LA MAYORÍA DE RAZAS DE LA GALAXÍA.

Me estaba excitando más por momentos, contemplando aquel pedazo de polla.

-Max, pero tú sabes que las pollas de verdad se ponen tiesas y crecen para poder realizar el acto de procreación, ¿verdad?

-SÍ, COMANDANTE, Y SÉ QUE YO NO PUEDO REALIZAR ESA FUNCIÓN AL IGUAL QUE MUCHAS OTRAS, TÍPICAS DE SERES VIVOS, PERO ESTOY CAPACITADO PARA SIMULAR ERECCIONES.

Y diciendo esto, su polla se puso tiesa como una barra de hierro. Me quedé con la boca abierta, jadeando de la impresión. Miré a Max a los ojos biónicos, pero no hubo reacción, estaba allí quieto, dándome explicaciones, como si me hablara de la cura contra la gripe. Alargué la mano y le acaricié la polla. Era como tener un consolador metálico a mi disposición.

-COMANDANTE….¿QUÉ ESTÁ HACIENDO?

-Max, tienes un pollón enorme, y a partir de hoy una de tus obligaciones será complacer a tu comandante en todo lo que te diga, ¿me comprendes?

-POR SUPUESTO, COMANDANTE, ESA SIEMPRE HA SIDO UNA DE MIS PRERROGATIVAS.

-Sí, pero hoy vamos a crear una nueva prerrogativa.

Y diciendo esto le ordené que se tumbara en la cama boca arriba. Cogí su polla con las manos, por supuesto, estaba rígida, no podía pajearla como una polla normal, pero aún así me la metí en la boca y la chupé.

-Sé que no notas nada, pero un ser vivo macho, estaría ahora mismo en la gloria si estuviera en tu lugar.

Max, extrañamente, no dijo nada; estaba quieto, sin moverse, dejándose hacer, incluso cuando me incorporé y me senté encima suyo, clavándome esa enorme polla de metal y plástico hasta los hígados. Me llenó por completo el coño, sentí un placer tan inmenso cuando empecé a botar, que no pude contenerme y di varios gritos. Le cogí las manos a Max y las apoyé sobre mis tetas, y le dije que apretara.

Yo botaba y botaba sobre él, de manera cada vez más frenética, y ordenándole que me apretara más y más fuerte los pechos. Tuve mi segundo orgasmo montándole así, empapando su polla con mis jugos. Cuando soltó mis tetas las tenía rojas e irritadas por la presión de sus manos biónicas.

-Nunca me habían follado con una polla así, Max. Joder, creo que vas a pasar a mi servicio personal.

-YO…COMANDANTE…YO…NO SÉ QUÉ ME PASA…ME SIENTO CONFUSO…DATOS INSUFICIENTES…YO

Me salí de él y le dije que me follara. Por supuesto no tenía ni idea de lo que le hablaba, así que le tuve que explicar que me iba a hacer lo mismo que habíamos hecho antes, pero en una postura diferente. Se tumbó encima de mí, y le expliqué qué quería que hiciera. Apoyó los brazos a los lados de mi cabeza, metió su polla dentro de mi coño, y empezó a moverse como le indicaba. Al poco ya había encontrado el ritmo adecuado, pero no era suficiente, y le ordené que aumentara la velocidad del las embestidas.

Fue el polvo más increíble que me habían echado hasta el momento, y había echado miles de polvos, pero desde luego nunca con nadie que pudiera regular la velocidad de esa manera, y que además tuviera una resistencia casi ilimitada. Fui ordenándole que aumentara progresivamente la velocidad hasta que creí que me rompería en dos, pero era fantástico, le rodeé con mis brazos y piernas, y a punto estuvimos de romper la cama/módulo sueño en el que estábamos. Casi al mismo tiempo en que tenía mi tercer orgasmo, algo funcionó mal en el cuerpo cibernético de Max, algún tipo de escape o de rotura de cables, curiosamente uno situado en su polla, aunque quizá fue debido a la energía usada, pero el caso es que un líquido empezó a brotar de su polla, impregnándome el coño de alguna sustancia. Era como si Max se hubiera corrido dentro de mí. Cuando le dije que parara, que ya habíamos terminado, por un momento Max ignoró mi orden, y siguió empujando y derramando fluido, miré sus ojos, y brillaban de una manera que jamás había visto antes. Cuando paró sonreí.

-Creo que te ha gustado, Max, se puede decir que hoy has dejado de ser virgen.

-COMANDANTE…NO..NO..NO…COMPRENDO QUÉ ME HA PASADO…YO…YO

-Tranquilo, encanto, guarda esto en tu banco de memoria, y asegúrate que esto sólo lo sepamos tú y yo. Y te prometo que te haré sentir cosas nuevas.

Me encendí un cigarrillo y dejé que se marchara a reparar su escape de fluidos. Me di una ducha y me preparé para el sueño. Cuando despertara estaríamos en nuestro destino.

(Con este relato he decidido crear una nueva serie de historias, algo diferentes de lo que estoy acostumbrada a escribir. Se lo dedicó a todos/as y cada uno/a de los/las que han disfrutado hasta ahora con mis relatos, a todos los que alguna vez me han enviado un comentario, y especialmente a los que me expresan su opinión siempre, como HombreFX; a los/las que me escriben; a los que desaparecieron (no te olvido, Morocho); a los que me siguen observando (Bardack); a los que dicen no llamarse Max; a todostodostodostodostodostodostodos…os quiero. Sólo espero que disfrutéis leyéndome como yo disfruto escribiendo para todos vosotros. Dedicado a todos vosotros. Miles de besos. Cali.)