Las aventuras porno-galácticas de la Calípide 4-5
Nuevas aventuras de vuestra comandante favorita, esta vez una aventura espacial lésbica y excitante.
Krola la dulce.
Faltaban pocos días para llegar a nuestro destino, un asteroide artificial de comunicaciones donde debíamos entregar algunos componentes eléctricos y me encontraba realizando una ronda rutinaria de inspección. Es aburrido internarse por los pasillos y recovecos de la Calípide IV, además de sucio. Al pasar frente a uno de los almacene de carga, oí ruidos y risas. Algunos miembros de la tripulación se estarían divirtiendo un rato. Me asomé sigilosamente y vi a un grupo de técnicos de mantenimiento y operarios en medio de una de las competiciones más populares entre ellos en viajes estelares de este tipo: concurso de pajas.
Consiste en cascársela y ver quién llega más lejos al correrse. Una variante cachonda de ver quién llega más lejos meando. Eran pasatiempos típicos de técnicos y operarios. Me quedé un rato observándoles, y no pude evitar apreciar alguna de las pollas. Vale que ese pasatiempo fuera infantil y vulgar, pero había que reconocer que algunas de las pollas eran realmente apetecibles, y algunos de ellos llegaban realmente lejos cuando se corrían.
En ese momento una escotilla se abrió al otro extremo del almacén y apareció Krola cargando con una caja de herramientas. Krola era una operaria en prácticas, un miembro reciente de mi tripulación; era una chica joven, del planeta Corialo, los de su raza son exactamente igual que los humanos, salvo que no tienen ni un solo pelo en todo el cuerpo, son calvos, y ni siquiera tienen cejas o pestañas, ni vello púbico, ni en los sobacos, nada, ni los hombres ni las mujeres; hace un efecto extraño estar con un corialano, y deslizar los dedos por su piel suave sin encontrar un solo vello en todo el cuerpo.
Krola se sorprendió al ver la extraña competición, pero en lugar de escandalizarse, se acercó a los hombres riendo y haciendo bromas sobre el tamaño de las pollas. El grupo la aceptó encantado, todos con las pollas al aire, y un buen charco de semen a varios metros de distancia. La rodearon y empezaron a reírse con ella, soltando gracias y comentarios vulgares y soeces, e incluso llegando a tocarla. Estaba a punto de intervenir, no fuera que las cosas fueran demasiado lejos, pero algo me detuvo; quizá fue la actitud de Krola, aceptando encantada las muestras de "afecto" de aquel grupo de pervertidos, o quizá fue que sentí un cosquilleo dentro de mí, más concretamente en mi coño, al imaginar a esa belleza follada por todos esos técnicos. Y es que debería haber mencionado que Krola, aparte de joven, era muy atractiva y tenía un físico realmente apetecible. Creo que en el fondo lo que deseaba era verla desnuda, y por eso decidí quedarme en las sombras un poco más, a ver qué pasaba.
Krola parecía más receptiva y cachonda de lo que yo había imaginado, y se dejaba acariciar, y después sobar y meter mano. Vi cómo sus manos buscaban todas esas pollas que se le ofrecían y las pajeaba y acariciaba, ante el placer de los operarios. Éstos cada vez estaban más lanzados, y empezaron a desnudar a la chica. En pocos segundos Krola estaba completamente desnuda y arrodillada ante el grupo, que hacía círculo a su alrededor, chupando y mamando todas las pollas. Alguno se agachó y la colocó a cuatro patas sobre el suelo grasiento y empezó a penetrarla, aunque desde mi posición no estaba segura si la follaban el coño o el culo.
Poco a poco empecé a excitarme y casi sin darme cuenta mi mano derecha se deslizó hasta mi entrepierna para frotarme por encima del mono, mientras Krola seguía mamando pollas y siendo follada.
Al rato alguien tuvo una idea y propuso continuar la competición de corridas, pero poniendo a la chica como diana. Krola se rió mucho ante la ocurrencia y el resto de los operarios también opinaron que era una gran idea, así que todos se alejaron de ella, dejándola tumbada en el suelo, y se situaron en fila a varios pasos de ella. Empezaron a masturbarse, ahora con más brío y ganas, al contar con una chica tan deseable de inspiración. Eran como un pelotón de fusilamiento listo para fusilar a base de semen a Krola. Y empezaron a disparar. Todos se fueron corriendo, escupiendo semen por sus pollas, como un grupo de bomberos espaciales dispuestos a apagar el incendio que aquella puta tenía en el chocho. Los chorros de leche llegaban hasta su cuerpo, la impactaban, la llenaban por completo, entre los gritos y las risas de Krola y los jadeos y los aullidos de los operarios.
Algún chorro le alcanzaba el coño, que ella se separaba con los dedos, para que la leche le entrara dentro, su cabeza calva brillaba por el semen, que goteaba y chorreaba por todo su cuerpo. Su boca se abría y recibía dentro chorro tras chorro, gritando y escupiendo leche que le echaran más, que no pararan. Era todo un espectáculo. Mi mano izquierda se había deslizado bajo el mono y me acariciaba las tetas, mientras mi coño cada vez estaba más mojado y excitado viendo a esa zorra disfrutar del juego sexual de esos cerdos.
Los operarios estaban como locos, masturbándose sin parar, viendo cómo Krola recibía en todo su cuerpo y en su boca toda la leche que le mandaban disparada. Cuando pararon, y ni uno de ellos podía más, agotados y exhaustos, tras tantos orgasmos, las pollas colgando flácidas y chorreante, y Krola se encontraba sentada sobre un charco de semen, todo su cuerpo bañado en leche, decidí salir de las sombras.
Por supuesto, ninguno podía ni sospechar que les había estado observado todo el tiempo, así que les recriminé muy seria su actitud, les amenacé con abrirles a todos un expediente sancionador y comunicarlo a la Compañía, pero juraron muy arrepentidos que nunca más se volvería a repetir, y dejé que se fueran a sus ocupaciones cotidianas.
Me volví y me quedé mirando a Krola. Me miraba avergonzada, de rodillas, semen chorreando por todo su cuerpo. La deseaba. Hacía mucho que no sentía una lujuria igual por otra hembra. Me agaché sin hablar y me acerqué a ella. Me miraba sin comprender. Cuando besé sus labios comprendió. La besé la boca y ella me respondió. Sorbí todo el semen que llevaba en la boca, lo tragué, lo compartí con ella. Su lengua era cálida, juguetona. Pasé la mano por su cabeza calva, llenándomela de semen, que le ofrecí para que lamiera. Me cogió la mano y me la lamió lentamente, mirándome a los ojos, con un deseo en ellos que me volvió loca. Me bajé la cremallera de mi mono y le ofrecí mis tetas. Me las miró sorprendida, y relamiéndose de gusto las cogió entre las manos y las chupó las mordió las lamió las apretó las comió.
Mis pezones se habían puesto duros como piedras, sintiendo sus dientes, sus labios. Me quité el mono y las botas y me revolqué con ella en el charco de semen del suelo. Metí la cabeza entre sus piernas y ella hizo lo mismo conmigo, y nos comimos mutuamente los coños chapoteando en el semen. Todo mi cuerpo se había empapado de leche, al igual que el suyo, y me encantaba la sensación, hacía mucho que no me sentía tan guarra y puta.
Ella fue la primera en correrse, llenándome la boca de jugos que tragué con placer. Seguí lamiéndola el chocho, mientras me corría en su boca. Recogía semen del suelo o de nuestros cuerpos con los dedos y los llevaba a su boca para que los lamiera, se los metía en el culo, repitiéndolo varias veces, hasta que su ano quedó lleno de leche. Éramos como dos cerdas revolcándonos en la mierda, y lo estábamos disfrutando hasta el paroxismo. Nos besábamos con las bocas llenas de nuestros jugos, Krola se puso a lamer el suelo hasta llenarse la boca de leche y luego me besaba, compartiendo el semen de los operarios, pasándolo de boca a boca, mezclándola con nuestros jugos y nuestra saliva.
Vi su caja de herramientas y me levanté para coger algo con que penetrarla. Ella me observaba desde el suelo, pasándose las manos empapadas de grasa, suciedad y semen del suelo por todo el cuerpo. Encontré una llave inglesa y se la mostré sonriendo pícara. Ella se mordió sensual los labios y me acerqué para follarla. La separé las piernas y la metí poco a poco la llave. Empezó a gritar de placer, gritos que debían retumbar en toda la nave. Por suerte, cuando despedí a los operarios y les mandé a sus quehaceres habituales, me aseguré de cerrar todas las escotillas de acceso. Empecé a mover la llave en círculos, hasta que sus espasmos y jadeos me dijeron que se estaba corriendo. La dije que se diera la vuelta, y utilizando el semen del suelo como lubrificante, la penetré el culo hasta casi desgarrárselo, pero sus gemidos, gritos y palabras entrecortadas me dejaban claro que lo estaba pasando de vicio.
La arranqué otro orgasmo entre gritos de placer. De ambas. Las dos gritábamos de forma incontrolada. Veía cómo su coño chorreaba fluidos mientras la llave inglesa se deslizaba cada vez más dentro de su culo, casi llegaba a sus entrañas. Krola estaba totalmente exhausta, no podía más. Me tumbé a su lado en el charco de semen y la besé tiernamente. Tras unos minutos, y temiendo que alguien sospechara de nuestra ausencia o intentara entrar en ese almacén, me levanté y me empecé a vestir; mi cuerpo estaba empapado del semen del suelo y del que chorreaba del cuerpo de Krola, y de mis propios fluidos. Ayudé a Krola a levantarse y la ordené que se fuera directamente a su cabina para limpiarse y darse una buena ducha.
Me quedé contemplando cómo se alejaba moviendo el culito. Es bueno saber que una putita así es parte de mi tripulación.