Las aventuras de un camarero de un local swinger 2

Segunda parte de esta serie. Una nueva noche para el camarero nuevo de un local de intercambio de parejas. Lleno de morbo, sexo y fantasías. Espero que lo disfrutéis.

¡Hola chicxs! Os dejo la segunda parte de esta serie que tanto morbo me está dando recordarla. Es un relato 100% real con nombres falsos para proteger la identidad de las personas implicadas en la historia. Espero que lo disfrutéis, agradezco vuestros comentarios, valoraciones y correos. Gracias.

Las aventuras de un camarero de un local swinger ll.

Al día siguiente llegué a mi trabajo con más ganas que nunca, no me hubiera imaginado antes que ir a trabajar pudiera excitarme tanto y estaba deseando saber qué nuevas aventuras viviría en ese templo del placer.

La tarde del sábado fue tranquila, alguna parejita novata que quiso conocer el local y algún que otro despistado, pero no gran cosa. Lo bueno llegaba por la noche, a partir de las 21:00h empezaba una fiesta única y exclusivamente para parejas con la temática: Carnaval Veneciano.

Decoramos el local al más puro estilo veneciano y en la entrada entregábamos únicamente unas máscaras venecianas (antifaces, máscaras completas, medias máscaras...), a elegir. Ese día no repartíamos toallas, era completamente nudista, a los chicos les dábamos unas chanclas y a las chicas les dábamos la opción de ponerse chanclas o venir en tacones.

A las 22:30h ya teníamos el local lleno. Imaginad un local de 700m2 repartidos en dos plantas lleno de parejas mayomente jóvenes (entre los 20 y los 40), todos completamente desnudos, muchos tacones y ninguna cara visible. A mi personalmente una persona con un antifaz/máscara me produce un morbo como de película.

Pablo me miró y sonriendo me dijo:

-Oye, deberíamos vestirnos apropiadamente para el evento, ¿no crees?

-Me encantaría, pero no tengo nasa, sólo lo puesto.

-Podemos coger cosas del almacen, hay de todo para este tipo de fiestas.

-¡Vale! Vamos a ello.

Primero fue Pablo y yo me quedé cubriendo la barra. A los 10 minutos se presentó con unos pantalones cortos negros ajustados (tipo boxer), un arnés de cuero negro, sus zapas negras y un antifaz de encaje negro. La verdad es que estaba para tirarse a su cuello.

-Te toca Jorgito, ve al almacén y coge lo que quieras, está todo en una caja grande de plástico, al lado de las cajas de sprite.

-Vale, ahora vuelvo.

Estuve buscando unos pantalones similares a los de Pablo, pero ninguno me gustaba, eran tipo vaqueros y me quedaban un poco grandes, así que decidí quedarme con mis slips negros. Encontré unos calcetines altos negros y me los puse con las deportivas negras que llevaba y para la parte de arriba me pise un arnés muy parecido al de Pablo, solo que el mío era de goma negro. Era más cómo que el de cuero para mi gusto, y estéticamente me gustaba más. Ya solo faltaba taparme la cara y encontré mi máscara favorita en el mundo, la máscara del Fantasma de la Ópera, esa que te tapa la mitad de la cara con unas curvas irregulares. Me miré al espejo y se me pusieron los pelos de punta, me encanta disfrazarme y crear personajes y al verme así me identifiqué con el típico personaje de película que entra a las fiestas privadas de la mano de un pivonazo. Solo me faltaba la chica, aunque trabajando allí eso no era un problema.

Volví a la barra y Pablo empezó a piropearme en voz alta e interactuando con los clientes para que me miraran. Empezaba a pensar que a mi compañero le daba morbo hacer de celestina y conseguirme ligues, y yo encantado, claro.

-¡Bueno bueno, mirad a mi Jorgito, con compañeros así no me voy a comer una rosca eh! jajaja.

-No exageres anda, que estás tres veces más bueno que yo y lo sabes jajaj.

Pablo quiso meter en la conversación a una pareja, la pareja más guapa que estaba en la barra, Daniel y María. Ya sabía yo que tonto no era.

-Pablo: ¿Habéis visto qué espabilado es el niño? Empezó ayer y ya se ha quedado en gayumbos. Aprende rápido eh jajajaj.

-María: Y tan rápido jajaj, pero eso está bien, es señal de que se siente cómodo, ¿verdad?

-Yo: Hombre, no hay sitio en el que más cómodo me sienta que rodeado de gente desnuda jajaj.

-Daniel: Eres de los míos, tú sí que sabes jajaj.

Seguí hablando con ellos un rato, eran un encanto como todos los que había conocido hasta ahora, y me hacían mi trabajo más fácil al ser tan pacientes y educados.

Pablo mientras yo hablaba fue a traer bebidas para rellenar las cámaras y a limpiar un poco por encima lo más notable. Cuando terminó me llamó disimuladamente para enseñarme "una cosa del almacén". Como la barra estaba tranquila (el 90% de las parejas estaban en la planta de abajo follando como locos) fui con Pablo al almacén.

-Pablo: ¿Qué tal con Daniel y María?¿Te gustan?¿A que son majos?

-Yo: Son encantadores, y están muy bien los dos, tonto no eres eh, siempre sabes a quién acercarte jajaj.

-Pablo: Son muy morbosos, Daniel es como tú, le encanta mirar, lo que más le pone es que se follen a su mujer delante de él, yo ya me la he follado tres veces y lo disfrutan de lo lindo.

-Yo: ¡Joder, qué morbazo! Pues dale duro entonces, yo te cubro sin problema tío.

-Pablo: No, esta noche te toca a ti.

-Yo: ¿Cómo?

-Pablo: Sí, hoy te vas a follar a María mientras Daniel mira, es más, vas a llevas la situación a tu antojo.

-Yo: ¿Qué dices? Tío, no les conozco, no sé si les molo o no, a lo mejor no soy su tipo.

-Pablo: Llevan toda la noche mirándote y hablando contigo, está claro que les molas, además son sumisos, les pone mucho que les manejes tú, a los dos.

-Yo: Suena bien, pero no sé cómo entrarles.

-Pablo: Ahora vamos a ir a la barra, yo me voy a quedar atendiendo y tú vas a decirle a María al oído que te siga hasta una habitación, sin preguntárselo, ordénaselo. Daniel se encargará de seguiros como un perrito. Tienes que hacer lo que quieras con ella como si su marido no estuviera delante, ese es su mayor morbo, ella quiere sentirse una puta a la que manejas a tu antojo y él quiere sentirse cornudo, como si no existiera.

El morbo recorría mi cuerpo, aunque a la vez me imponía la situación, pues era una pareja muy atractiva y se me hacía raro que siendo como 10 años más pequeño que ellos les pudiera gustar que yo les controlase.

Daniel era un poco más alto que yo (1,80), fuerte, con un pecho peludo pero recortado, un tupé (más o menos como el mío), moreno, unas piernas de infarto (luego descubrí que jugaba al fútbol) y un rabo que no parecía muy grande pero en cambio era bastante bonito, aunque estaba sin empalmar, por lo tanto no estaba seguro de su tamaño. María era una chica alta, medía un par de centímetros más que yo con los tacones puestos, aún así para ser chica era bastante alta. Tenía un pelo negro lacio y brillante que le llegaba hasta la mitad de la espalda, muy bien arreglado. A pesar de llevar un antifaz de encaje (como el de Pablo) se le adivinaba una cara preciosa, con unos ojos grandes y expresivos y una sonrisa perfecta. Tenía un cuerpo perfecto de fitness, se nota que se cuidaba. Un culito respingón muy bien puesto, un coñito perfectamente rasurado y unas tetas muy bien puestas, incluso pensé que era operadas, pero más tarde descubrí que no, eso no era silicona jejeje. La parejita rondaba los 35 años. Eran dos bombones.

Hice caso a Pablo, respiré hondo y le seguí hasta la barra. Al cruzar la puerta del almacén ya estaba metido en mi papel, era otra persona diferente. Llegué a donde estaba la parejita y agarrando a María por la cintura pegué mi cuerpo al suyo y le susurré al oído:

-Vente conmigo que vas a saber lo que es que te follen bien.

Le salió una sonrisa picarona en la cara y sin decir palabra se levantó del taburete y sin decir palabra me agarró la mano y me siguió, ni se despidió de su marido, que estaba con los ojos como platos y con el rabo duro desde que agarré a su mujer por la cintura.

Entramos en la primera habitación que vimos libre, cerré la puerta con pestillo y abrí las cortinas, así cualquiera podría disfrutar del espectáculo sin molestarnos.

Tumbé a María en la cama y la empecé a besar con pasión mientras le acariciaba ese coñito que tantas ganas tenía de comerme y que ya estaba babeando. Después de besarla durante un rato me puse a cuatro patas para llegar hasta el tesoro que me estaba esperando impaciente. Al incorporarme pude ver como Daniel miraba ansioso desde la ventana mientras se meneaba el rabo, duro como una piedra, y comentaba la escena con una parejita que se había unido a mirar y parecía que les gustaba lo que veían.

Miré a Daniel con cara de cabrón, le guiñé un ojo y acto seguido me abalancé sobre el coño de su mujer dándole un buen lametón, lo que la hizo dar un grito escandaloso que hizo que nuestros mirones se encendiesen más aún.

No me cansaba de lamer ese coñito y por sus gemidos supe que ella tampoco, pero quería darle biberón delante de su marido, así que cambié mi dirección y me puse encima de ella haciendo un 69. Yo seguía comiéndome ese manjar y desde la ventana veían en primer plano mi rabo desapareciendo en la boca de María y mi culo moviéndose con ritmo mientras le follaba la garganta y mis huevos rebotaban contra su cara.

Estuvimos como diez minutos así, entre gemidos, saliva y arcadas, hasta que decidí parar, quitarme de encima de ella y comerle la boca mientras le decía:

-Ahora vas a saber lo que es que te follen bien.

Ella no decía nada, lo expresaba todo con su cara de morbo y sus gemidos. Yo ya estaba metido en mi papel de macho dominante y me lo estaba pasando genial. Abrí la puerta para hablar con Daniel:

-Yo: ¿Te está gustando?

-Daniel: Mucho tío, he tenido que dejar de pajearme varias veces para no correrme.

-Yo: Aguanta, que ahora viene lo mejor. ¿Quieres entrar para verlo más de cerca?

-Daniel: Sí por favor, quiero tener mi cara cerca de tu rabo y su coño para ver bien cómo entra tío.

-Yo: Vale, pero antes ve a la barra y pídele a Pablo un par de condones para mi.

-Daniel: Ahora mismo, no tardo.

No habían pasado ni dos minutos y Daniel ya estaba en la puerta de la habitación con un puñado de condones. Se notaba que estaba ansioso por ver a su mujer penetrada por otro macho.

-Yo: ¿Dónde vas con tantos condones?

-Daniel: Por si acaso, para que no te falten. Te la puedes follar todo lo que quieras.

-Yo: Tranquilo, eso voy a hacer. Siéntate en la esquina y ponte cómodo.

Daniel se sentó en la esquina obediente, apoyando su espalda a la pared y con las piernas abiertas, una a cada lado de la cama. María se tumbó bocarriba en la cama con la cabeza en dirección contraria a la de su marido y con el coño a escasos centímetros de su rabo. Yo me coloqué encima de ella a cuatro patas, con mi culo a la altura de la cara de Daniel y ya con el primer condón puesto empecé a meterla despacio en ese coñito que llevaba tiempo preparando.

María empezó a gemir mientras mi rabo entraba y salía lentamente de su agujero y mientras lo hacía Daniel le respondía con más gemidos, parecía que estaba disfrutando de la vista. Poco a poco aumenté el ritmo y María ya gritaba como una loca mientras le bombeaba el coño y mis huevos rebotaban contra su culo.

Cuando me cansé la cambié de posición, la puse a cuatro patas con la cabeza en la entrepierna de Daniel para follarla mientras ellos se miraban, pero había un condición, no podían tocarse, besarse ni lamerse. En ese momento María era solo para mi y Daniel era un mero espectador, no pintaba nada aquí. Me pasé un buen rato follándola sin piedad y estábamos montando un escándalo entre los gemidos de los tres y el ruido de mis embestidas. Tanto fue el ruido que hacíamos que cuando miré a la ventana pude ver a cuatro parejas viendo el espectáculo, incluso tres de ellas estaban metiéndose mano sin parar a la vez que nos miraban, la otra pareja permanecía quieta con unas sonrisas llenas de morbo mientras veían la follada sin perder detalle.

Estaba cansado, así que me tumbé bocarriba en la cama y le dije a María que se me sentara encima, era su turno de cabalgar. Se me pasó por la cabeza que podía aprovecharme de Daniel para obtener más morbo, me apetecía que los dos estuvieran a mi disposición para darme placer, así que le incluí en la escena:

-Yo: ¿Te gusta lo que ves?

-Daniel: Bufff demasiado tío, no creo que pueda aguantar mucho más sin correrme.

-Yo: Para de pajearte, yo te aviso cuando tengas que correrte. Ahora vas a hacer algo nuevo.

-Daniel: Lo que quieras. ¿Qué hago?

-Yo: Cómeme los huevos mientras tu mujer me cabalga el rabo, pero despacito, ensalívalos bien y lame con delicadeza, me encanta que me coman los huevos.

Daniel se puso a cuatro patas y sin dudarlo empezó a pasarme la lengua por los huevos. Ahora los gemidos que más se escuchaban eran los míos, estaba en el paraíso, una chica impresionante estaba cabalgando como una loca encima de mi rabo mientras su marido, un futbolista el doble de grande que yo, me lamía las pelotas y estaba a mis servicios mientras le daba a su mujer lo que él no le daba. La escena era para correrse con sólo verla.

Después de un rato gritando como un loco de tanto placer decidí que mis huevos necesitaban vaciarse, así que les dije que se pusieran de rodillas uno al lado del otro y yo me puse de pie encima de la cama. Les dije que me lamieran las pelotas entre los dos para ganarse mi premio y que cuando saliera la leche tendrían que pelearse por ella.

Mi corrida no se hizo mucho de rogar, estaba bastante cerdo, así que después de unas pocas sacudidas empezaron a salir trallazos de lefa mientras la parejita me lamía los huevos. En cuando empezaron a salir juntaron sus lenguas y buscaban desesperados los chorros que salían de mi polla. Los compartieron con ansia, seis chorrazos de leche entre dos bocas mientras se besaban y fue María la que se metió mi polla, flácida ya, en la boca para llevarse las últimas gotas.

Caímos rendidos en la cama, olíamos a sudor y a sexo, no hay olor más morboso que ese. Y abandonando ya mi papel de macho cabrón les pregunté:

-Yo: ¿Qué tal chicos?¿Bien?

-María: Demasiado bien, qué rabo tienes tío, me has reventado, bufff.

-Daniel: Joder, y tanto, no sabes lo que me ha puesto veros disfrutar así, ha sido la hostia.

-Yo: A mi también me ha encantado, me dais un morbazo cabrones.

-María: Pues habrá que repetir entonces, ¿no? jajaj

-Daniel: Bufff sí, por favor, necesito volver a ver cómo te revienta.

-Yo: Cuando queráis soy todo vuestro, ya sabéis dónde encontrarme. Luego os doy mi número, Voy a mear y a la barra, que yo estoy trabajando jajaj. Ahora os veo.

Fui al baño a mear antes de subir y meterme en la barra y a mitad de la meada llegó Daniel y se puso a mear en el urinario de al lado con la polla bien dura.

-Daniel: Joder tío, me ha flipado eh.

-Yo: Ya veo ya, sigues empalmado cabrón jajaj.

-Daniel: Claro, es que no me he corrido tío, no me has dejado jajaj.

-Yo: No quería que te corrieras antes de tiempo, pero cuando me he corrido yo creía que tú habías hecho lo mismo.

-Daniel: Qué va tío, no sabía si me dabas permiso para correrme, así que no lo hice. Tengo los huevos cargados.

-Yo: Pues vamos a solucionarlo.

No me lo pensé dos veces, me agaché y me metí su rabo duro en la boca. Daniel estaba tremendo y me ponía muy cachondo, así que disfruté haciéndole una buena mamada. El chico estaba disfrutando, después de tanto reprimirse debe estar muy bien que te coman la polla, además yo me manejo bastante bien con la lengua, hay que decirlo jajaj.

En cuestión de segundos empecé a notar chorros de leche espesa y calentita en mi boca. No me suele gustar que se corran en mi boca, pero semejante tío podía hacer conmigo lo que quisiera.

Cuando terminó me levanté y le di un buen beso pasándole toda la corrida de mi boca a la suya, le sonreí y mientras le agarraba el rabo le dije:

-Vuelvo al trabajo, cuando quieras seguimos con esto.

Volví a la barra muy sonriente y con olor a sexo. Pablo me lo notó y empezó a reírse:

-Pablo: Mírale qué contento viene, parece que ha ido bien, ¿no? jajaj.

-Yo: Muuuuy bien. Puto morbazo tío.

-Pablo: Ya te lo dije, son muy guarretes y muy morbosos. Me alegro de que hayas disfrutado.

-Yo: Gracias tío. Venga que ya sigo yo, tú tómate algo y relájate, que bastante has currado por hoy.

Pablo se salió de la barra a hablar con los clientes y a tomarse algo. El local empezó a vaciarse y mientras hacía todo el trabajo para ir adelantando no me di ni cuenta de quién se iba y quién no, por lo que mi parejita se fue y yo no me despedí. Me dio pene, quería ser educado y despedirme, además me hubiera gustado coger su contacto para vernos otro día, aunque no me preocupaba mucho, pues sabía que volverían pronto.

Hicimos el cierre lo más rápido posible para irnos a casa y cuando ya estábamos listos para salir entré en la recepción a apagar el ordenador y me encontré un papelito doblado en el suelo, que previamente habían tirado desde la ventana hacia dentro:

"Encantados de conocerte Jorge, has sido un gran descubrimiento. Esperamos verte muy pronto. Te dejamos el teléfono de Daniel para estar en contacto (***). Un abrazo. Daniel y María".

Continuará...