Las aventuras de mi mujer en la cama

Paso un buen tiempo antes de darme cuenta que mi esposa andaba de prostituta.

Este relato es de una Tijuana, México. Llevaba dos años de casados con una mujer guapa, secretaria, bajita pero con muy buen cuerpo, unas tetas bien paradas, buenas piernas, buenas nalgas, con mucha experiencia en la cama ya que había follado con muchos hombres, incluso después ella misma me contó que varias veces había conseguido trabajo gracias a sus habilidades en la cama. Nuestra situación económica no era muy buena, por ello acepté un trabajo de vendedor y distribuidor que me exigía estar mucho fuera de la casa. En ese tiempo comenzó a estudiar en la universidad, lo que consideré una buena opción para mejorar nuestra situación. De regreso en uno de mis viajes la encontré con el cabello teñido de rubio, lo cual no es raro entre las mujeres de Tijuana, pero me llamó la atención de que estudiara en las noches con sus compañeras, pero lo acepté sin problemas, total era por mejorar.

Intrigado de que no se quejaba de la falta de dinero, un día viernes esperé que saliera de la universidad en la noche y la seguí. Grande fue mi sorpresa cuando me di cuenta que con una compañera de trabajo se dirigió a un conocido table dance de la avenida Revolución en Tijuana. Como mi sorpresa fue grande, fui a un bar cercano a tranquilizarme y a pensar que hacer y como enfrentarla, deje pasar varias horas antes de entrar al lugar, ya que es conocido por las prostitutas y los gays que ahí trabajan.

El lugar es oscuro, así que al entrar me costó encontrarla cuando la vi sentada en la piernas de un cliente, casi desnuda, con un minivestido casi transparente, que insinuaba sus tetas y se le translucía una tanga de hilo dental de color blanco, grandes tacones, bien pintada, riéndose y agarrándole el miembro a un hombre; en un momento se levanto el vestido dejando ver al público sus bonitas tetas que las manoseó el cliente, después se arrodilló y comenzó a mamarlo con fuerza y con un buen estilo, tanto que los meseros los mandaran a un privado. Me senté en la parte opuesta, para verla salir desnuda, con esa polla afeitada que yo mismo le había pedido y dirigirse al baño para vestirse, mientras los hombres le tomaban las nalgas y ella les daba manotazos, pero riéndose.

Debo reconocer que se me vinieron los nervios, pero también fue una sensación fuerte, contradictoria, ya que por un lado estaba nervioso pero por el otro eso me gustó, es algo que no se puede describir. Antes que volviera del baño yo me fui para gozar de mi emoción y mis contradicciones, reconociendo que me gustó verla de puta, que la manosearan, que a su paso entre los hombres le tomaran las nalgas o le jalaran la tanga, pero al mismo tiempo sentía impotencia y nervios por como la vi y por lo que podía pasarnos, y muchas dudas de cómo la enfrentaría. Cuando regresó a la casa, en la madrugada, observé que sus pezones estaban hinchados, era evidente que estaban muy chupados y manoseados, yo no dije nada pero me fue muy difícil soportar la situación. Al día siguiente, en la tarde, ella volvió a inventar salir a estudiar, nuevamente la seguí, me quede afuera del table dance un rato, cuando me di cuenta que salió con un hombre de la mano y la seguí cuando se dirigió a un hotel cercano. Ahí no me quedó duda de que estaba de puta y de que su amiga estaba en las mismas y que lo del estudio en las noches y solo en fines de semana era cuento. Después, durante dos o tres fines de semana me dediqué a seguirla, varias veces la vi salir a un hotel cercano con hombres, entrar a los privados varias veces incluso en dos ocasiones con mujeres; en otra ocasión vi como salía a la calle a buscar clientes y unos gringos le metieron la mano bajo la minifalda para jalarla del calzón por unos metros en plena avenida Revolución.

Evidentemente todas las noches tomaba sus copas lo que –conociéndola- la ponía mas suelta para ser una puta como tal, se paseaba en tanga, tomaba con clientes que la manoseaban y se reía fácilmente. Debo reconocer que desde que la conocí sabia que estaba con una mujer putona, por ello finalmente no me quedo más que enfrentar la situación, reconoció que hacia tres meses se dedicaba a la prostitución y al baile en el tubo. No pude aguantarme y le pregunté que sentía, para enterarme que le gustaba estar con muchos hombres, que todos la habían hecho gozar de una u otra manera, que había follado con mujeres y que desde los dieciocho años era bisexual. Reconozco que me gustó que me contara como se la follaban, como la manoseaban en los privados, como les mamaba, que se sentía al estar con dos hombres a la vez y el dolor que sentía cuando se la pescaban por el culo, algo que –me contó- le había ocurrido varias veces. Es una emoción fuerte, fue difícil de aceptar y soportar.

Después, acordamos cambiarnos de ciudad a fin de dejar ese ambiente que ya la había absorbido. En algunas ocasiones hemos regresado a Tijuana, para recordar mis emociones, vamos al Sans Souci ella vestida de puta, no mas que ahora su cliente soy yo, sigue siendo bisexual, por ello siempre me pide que le pague una mujer, al fin es su gusto y es mi confesión que me gusta que haga eso.