Las aventuras de mi madre (3)

Conclusión a este relato incestuoso donde pasa lo que tiene que pasar y mi madre por fin se convierte en mi amante.

Las aventuras de mi madre 3ª. Parte (Conclusión)

Hola, estoy de vuelta para terminar de relatar como comencé la relación más estupenda que haya tenido en mi vida, la relación con mi madre claro.

Después de todo lo que había presenciado en los días y minutos pasados, y de mirar a mi madre en la situación en la que se encontraba, recién follada y casi a punto de desmayarse, se despejaron todas las dudas de mi mente, los cuándo, los cómo, los dónde ya tenían respuesta, por fin la promesa de hacer con mi madre todo lo que había visto que otros le hacían con anterioridad se cumpliría. Por fin haría mía a esa mujer que le gustaba ser tratada como una vil zorra.

No puedo sacar de mi mente después de tantos años esa escena, mi madre estaba de rodillas recargada sobre el buró, jadeando, sudando y babeando. En esa posición podía ver perfectamente sus labios vaginales húmedos y rojos, su culo abierto y su espalda bañada con leche. Pero lo que más recuerdo de esa noche fue esa mirada, una combinación de vergüenza y terror, vergüenza de que su propio hijo la encontrara en esa circunstancia tan humillante y terror de descubrir la forma en la que su hijo le devolvía la mirada, terror de verme bajándome la bragueta y sacando mi verga en ese momento.

Ella trato de decirme algo, pero mis oídos zumbaban tanto que no escuche lo que me dijo en ese instante, yo solo avance hacia ella con mi miembro en mano, ella hizo el intento por levantarse, pero no le di tiempo, de un empujón la volví a poner de rodillas, después apoyé mis manos sobre su espalda empapada de semen y sudor, comencé a untar esos fluidos sobre su piel hasta que dejaron de ser visibles, entonces ella volvió a hablar, esta vez sí pude escuchar lo que me decía.

— Ya detente hijo! Esto no esta bien...

De mi boca no salió respuesta alguna, y mis manos no se detuvieron, al contrario, siguieron acariciando a mi agotada madre, que no podía resistirse, fui bajándolas hasta tocar sus nalgas, las apreté fuertemente y entonces le solté una nalgada con todas mis fuerzas, sonreí satisfecho al ver mi mano marcada en su nalga izquierda.

— Eso y más te mereces zorra — Fue lo que le grité.

— Ahhh! Que haces? No sigas! — Grito ella al sentir una segunda nalgada del mismo lado.

Sus gritos solo sirvieron de aliciente para mi morbo, tratar a mi madre como una niña malcriada, nalguearla como ella alguna vez me nalgueó a mi, no sé porque pero había en eso una satisfacción tan grande que no podía detenerme.

— Pídeme perdón puta! — Le grité mientras le daba una nalgada del lado derecho.

— Que te pasa? Estas loco! Ahhh! — Al no obedecer le di una más en la nalga izquierda que estaba muy roja ya.

Le advertí que seguiríamos así hasta que aprendiera la lección, comencé a nalguearla más rápido, ella se retorcía del dolor, dos, cuatro, seis nalgadas más, entonces ella recapacitó.

— Perdóname corazón! Pero ya basta, no sigas.

Le pregunté si de verdad había aprendido la lección, ella respondió que sí, aunque yo no le creí nada, para ponerla en evidencia pasé un dedo por su panocha, apenas rozándola, suavemente, despacito. La muy zorra soltó un suspiro enorme, mi calentura se elevó más.

— Si no quieres que te siga golpeando me vas a chupar la verga madre! — Le grité con furia.

Se había dado la vuelta, salían lágrimas de sus ojos, no podía creer que yo la tratara así, estaba muda de la impresión y temblaba. Yo también temblaba, pero por causas muy distintas; acerque mi verga a sus labios y ella apartó la cara, entonces la tomé del cabello y la jalé hacia mi, ella no podía resistirse, me miró a los ojos pidiendo compasión, yo sonreí y le puse la verga en los labios.

— Tú prometiste que algún día haría lo que aquellos hombres — Le reproché — Es hora de cumplirme

— No sabía lo que decía, estaba muy excitada bebé, esto esta mal, yo soy tú madre — Trató de convencerme con esos argumentos a los que yo no hice caso.

— Lo siento madre, ya no hay vuelta atrás.

Mientras le decía esto traté de forzar mi verga dentro de su boca, ella se negaba, así que le solté una bofetada, no muy fuerte, pero bastó para llamar su atención.

— Esta bien, espera, te la chupare si quieres, pero no me pegues. — Me dijo ella y tomó mi verga con una mano.

En ese momento abrió su boca y se metió el capullo de mi verga, primero lo lamió por la parte e abajo, luego lo succionó con fuerza, yo puse los ojos en blanco, sentía que se me iba la vida por mi miembro. Acto seguido comenzó a tragársela toda, casi sin ninguna dificultad logró comérsela completa, entonces la sacó y la volvió a meter completa de golpe, era una experta, lo sabía. Desgraciadamente a mis 15 años no tenía mucha experiencia sexual, lo que provocó que me viniera en pocos minutos después de que mi madre se la sacara y metiera por un rato, me vine justo cuando ella se la sacaba de la boca, llenándole el rostro de semen.

Ella soltó un fuerte suspiro, un poco sorprendida, pero entre su sorpresa pude notar una risilla discreta. Me miró a los ojos y me sonrió, me recordó que aun era un bebito para ella, sin embargo eso no aminoro mi calentura mientras que ella con las pocas fuerzas que había recuperado se levantó, tomándome de la cintura se puso en pie y me beso en los labios, pude saborear mi propio semen en su boca y aunque nunca se me había ocurrido antes hacer algo así, comencé a lamerle mi propio semen de su cara.

Bendita juventud llena de energía, no tardé ni dos minutos en tener lista nuevamente una erección, entonces mi madre ya con otra actitud muy diferente me desvistió por completo, yo simplemente la dejaba pues había notado en ella un cambio, tomó mi verga con una mano y la empezó a acariciar suavemente. Me lamió el pecho y me acarició la espalda y el trasero, mientras yo le acariciaba sus tetas y su cabello.

Entonces ella me sorprendió introduciéndome uno de sus dedos en mi culo, al principio sentí algo de dolor, pero mi adrenalina era tanta que después lo deje de sentir, yo hice lo mismo con el culo de mi madre, introduje de golpe un dedo soltándole un gritito ahogado, ella se reía disfrutando esa escena tan tranquila, después del principio tan abrupto que tuvimos. Entonces me susurró al oído...

— Voy a hacer de ti todo un hombre, vas a ser mi semental.

Yo ya no tenía palabras, el instinto me había dominado en ese momento, lo único que pensaba era en romperle el culo a mi propia madre, pero antes metería mi verga en su panocha, la misma de donde yo había visto la luz ahora sería mi vertedero de leche.

De repente ella dominaba la situación, se recostó boca arriba en su cama con las piernas cerradas me dijo. — Cómeme toda. — A lo que yo obedecí, comencé por besar su cuello, lo hice con mucha calma, quería demostrar que aun me podía controlar, pase mis manos sobre sus pechos y apreté uno de sus pezones entre mis dedos, apretaba un poco más fuerte cada vez hasta que ella terminó por gritar, justo cuando ella soltaba el grito yo me llevaba ese pezón a la boca, lo lamí tiernamente, con mucha calma, quería saborear cada momento así, pero ella me pedía con desesperación que lo hiciera más rápido, así que mi lengua se empezó a mover con más velocidad, ella gritaba de placer, doblaba las piernas mientras yo seguía lamiendo y bajando mi mano por su vientre y hacia su panocha.

Ella me pedía que siguiera, que avanzara, entonces deje de mamar de sus tetas y me preparé para saborear esa riquísima panocha que acababa de ser penetrada y destrozada hacía unos minutos. Primero abrí bien de piernas a mi madre, pase unos segundos contemplando esa concha tan deliciosa que me iba a comer. La misma por donde yo había nacido, era una sensación de excitación, de morbo, y debo admitirlo, ese fue el primer momento en que empecé a sentir un poco de culpa, un poco de arrepentimiento, pero ya había pasado el punto sin retorno, ya no me podía arrepentir en ese momento así que seguí.

Acerqué mi boca poco a poco, mi madre suspiraba con fuerza, estaba tan emocionada como yo, pensaba, rocé sus labios vaginales con la punta de la lengua, ella jadeaba, pude sentir como su panocha se dilataba aun más al acercarme así. La emoción fue tanta que sin más preámbulos abrí mi boca y empecé a beber los jugos que salían de ese coño, mi lengua jugaba con el clítoris de mamá y ella solo suspiraba y gritaba de placer, entonces recibí un chorro de jugos de mi mamá, los saboreé todos, mi propia madre estaba teniendo un orgasmo en mi boca. Levanté la cara satisfecho, la miré a los ojos y ella me devolvió la mirada. Me tomó del cabello y me jaló hacia ella, subí por su cuerpo y la bese en los labios, al besarla pensaba en como estaba combinado en ese beso no solo nuestra saliva sino nuestros orgasmos también.

Ella tomó mi verga con su mano, la fue guiando cerca de su concha y pude sentir como se rozaban nuestros órganos genitales, no pasó ni un segundo cuando se dio el momento que tanto había soñado, estaba penetrando a mi madre y ya no había lugar para culpas ni remordimientos, estaba cogiéndome a esa putita y eso era lo único que importaba, ahora mi madre era mi puta y mientras mi verga se iba sepultando dentro de ella ese sentimiento de posesión iba creciendo, fue cuando por fin toque sus labios con mis testículos cuando le dije. — Eres mía — Ella me miró con satisfacción — Toda tuya bebé, pero recuerda que ahora tú eres mío también. — Cuando terminó de decir eso comencé a tallar la panocha de mi madre, a meter y sacar lentamente.

Mientras me cogía a la puta de mi madre pasaban por mi mente los momentos que me habían llevado a este instante tan apasionado, veía a mi madre arreglada para el baile de la escuela, después recordaba como se la habían cogido dos hombres a la vez esa misma noche, pensaba en sus tangas que había tomado sin que se diera cuenta para pajearme y que tenía guardadas en un cajón, la veía sometida ante un hombre que la había humillado hacia unos minutos y que se la había follado de forma que se había quedado sin fuerzas, llorando y temblando de semejante cogida que había recibido. Y entonces me veía a mi mismo en un par de años cogiéndomela de la misma manera, la veía a ella suplicándome que no siguiera, que ya no me la cogiera, oh! Mi excitación era tanta que no me había dado cuenta de lo rápido que me la estaba cogiendo ya, ella pujaba y gritaba, "más, más" me pedía, yo aceleraba como tren sin frenos, ella gritaba con más fuerza, entonces ella tuvo otro orgasmo.

Al pasar el éxtasis ella me empujó hacia atrás, creí que no me dejaría seguir pero me equivocaba. Yo le reclamé pero ella me dijo con calma.

— Espera bebé, no te vayas a venir adentro de tu mamita, además, aun no me has hecho gozar completa, quiero que esta noche me pruebes por todos lados.

Mientras decía eso ella se ponía en cuatro patas dándome la espalda, no necesitaba que me diera la orden, de inmediato me acomodé detrás de ella y le empecé a lamer su culo tan hermoso. Nunca lo había hecho en mi vida, creí que sería desagradable pero me equivocaba, era exquisito, mi lengua entraba tanto como me era posible empujarla, mientras, acariciaba su coño con los dedos, yo babeaba tanto que mi saliva escurría desde su culo casi hasta llegar a sus rodillas, entonces ella levantó un poco más sus nalgas, como invitándome a hacer algo más, y vaya que hice algo más, me levanté y me acomodé detrás de ella, tomé mi verga con una mano y la acomodé en su agujero, le empujé y me sorprendió lo difícil que era penetrarlo, después de que se la habían cogido por ahí yo esperaba que fuera sencillo, pero no lo fue, sin embargo esa lucha aumento mi libido y casi sentí como se me ponía mas dura la polla, poco a poco fui teniendo éxito, el culo de mi madre se dilataba poco a poco, hasta que por fin logré meter casi toda mi verga, al sacarla la saque toda así que tuve que volverla a meter, cada vez era más fácil romperle el culo a mi mamá.

No saben lo feliz que era teniendo así a mi madre, empinada y con el culo atravesado por mi, el placer me llevó al límite y entonces perdí todo control, un chorro enorme de leche salía de mi verga llenándole su culo por completo, al sacar mi verga detrás salía un chorro de leche espesa y tibia. Mi madre suspiraba con fuerza, sabía que por ahora todo había terminado.

— Limpia lo que acabas de hacer. — Me dijo mientras volteaba la cabeza y me sonreía.

Obedecí de inmediato y le lamí el culo a mi madre hasta que quedo bien limpio, una vez terminado le di una nalgada con suavidad y ella se dio la vuelta, me abrió los brazos y yo me tendí sobre ella, nos besamos así por varios minutos, abrazados y mirándonos a los ojos.

— Mamá — le dije — no puedo evitar sentirme un poco mal, no sé si hice bien o mal.

Ella se rió con ternura — No has hecho nada malo bebé, al contrario has sido todo un hombre y además nadie lo sabrá nunca, ahora contigo no necesitaré a otro hombre en mi cama.

Cuando dijo eso mi verga ya estaba lista una vez más para cogérmela, pero hasta aquí dejo esta historia, solo les digo que llevó 15 años follando a mi madre y de verdad no ha necesitado otro hombre en su cama. Ahora esa puta es mi putita personal y efectivamente es ahora mi vertedero de leche.

FIN...