Las aventuras de Luz II - El Despertar

Luz profundiza su relación con Tamara.

La respiración de la jovencita producía que sus senos subieran y bajaran a buen ritmo. Los besos apasionados aplacaban los gemidos que retumbaban en el aula poco iluminada y las lenguas danzaban descubriendo los oscuros secretos de la boca de su prójimo. Él chupaba la lengua de la joven  de manera desesperada y dejaba escapar su propia saliva por la comisura de sus labios.

La muchacha se sentía en el mejor momento de su vida. Cuando él se apartó de su boca y busco el lóbulo de la oreja derecha de Luz, esta no se intranquilizó. Sospechaba que todo se pondría más divertido en poco tiempo.

—¡No sabes cuánto tiempo llevo esperando esto!. Te veía y lo único que quería era tenerte así entre mis brazos…

Esas palabras al oído de Luz seguidas de un sensual chupón, hizo que la joven sintiese su entrepierna demasiado húmeda y con necesidad de ser atendida… Su mano izquierda soltó su seno, que había estado estimulando, y se dirigió a su entrepierna. Sus dedos medio y anular se hundieron en su húmeda cavidad para comenzar a entrar y salir violentamente, produciendo que el aula de video se llenara del húmedo sonido de sus dedos.

Cuando Marcos dejo su lóbulo y bajó a su cuello para morder, pensó que esto no podía mejorar. Sin embargo, cuando la boca del muchacho se prendió del seno de Luz y comenzó a jugar con su lengua sobre el erecto pezón, la niña no se resistió y llevó su mano libre sobre la entrepierna del joven.

La tela del bóxer le impidió tener acceso al pene de su amante. Pero no todo era malo para Luz ya que pudo sentir el miembro del chico. Estaba firme y caliente, la masa de carne era cilíndrica y en su punta podía sentir una humedad resbalosa que encendió la curiosidad de la niña. Los gemidos del joven, que se mezclaban con los suyos propios, no la distrajeron y no quería perder más el tiempo. Quería tener eso en la mano, quería sentir ya esa verga entre sus dedos…

Metió sus dedos por debajo de la tela y fue recibida por la humedad que se depositaba entre la tela y la piel del pubis de Marcos. No tardó un segundo en descubrir de donde venia esa humedad. Provenía de la cabeza del miembro de Marcos que gimió al sentir los torpes dedos en una zona tan sensible. El joven dejó de comerle los senos para sacar la mano de Luz de su entrepierna.

— Espera preciosa, aún no… — le dijo a la muchacha que estaba demasiado ansiosa para detenerse.

Viendo el deseo en los ojos de la joven, Marcos, se decidió a bajar a su entrepierna. El depilado monte de venus lo recibió. Tomando la mano de la joven que aun se movían sobre la vagina llevo los dedos de esta a su boca y así probó el néctar que pronto pensaba beber desde la fuente. Luz ansiaba sentir lo que vendría y mientras él se arrodillaba sobre las frías baldosas del aula de video no quitó ni por un segundo la vista de los bellos ojos verdes del hermano de su mejor amiga.

Un segundo después la lengua de Marcos lamió el clítoris de Luz y le arrancó un fuerte gemido, llenando de placer todas las terminaciones nerviosas de la niña. Y decidido a buscar el máximo placer en su víctima, el experimentado joven se lanzó a la tarea de comer la concha de Luz de tal manera que la jovencita no olvidara jamás a quien la probó por primera vez.

La espalda no podía arquearse más. Presa de la creciente excitación cerraba fuertemente sus ojos mientras entre sus piernas la lengua exploraba su cavidad vaginal sin ningún tipo de pudor.

— Si, si… No te detengaaaaas… — Gritaba Luz presa del gran placer que la empujaba hacia el ansiado orgasmo.

­— Tranquila linda. Sabes riquísimo. — le respondió la sensual voz desde su vagina.

Luz se quedó de piedra y por un segundo, que fue eterno, se le cruzaron miles de cosas por su mente. Se olvidó del aula que se desvanecía, de su orgasmo que increíblemente se intensificó al oír esa vos. Su libido le rogó que por favor ignorara su conciencia y se dejase arrastrar por el placer. Pero la voz que le llegó a los oídos fue tan clara que sus ojos abiertos como platos se dirigieron a la cabeza presionada entre sus pierna que le estaban proporcionando tanto placer. Los rizos castaño claro habían crecido y oscurecido. Los ojos que la observaban excitados y divertidos eran verdes aun, pero la sonrisa libidinosa y manchada de sus propios flujos no era la de Marcos. Ese rostro no era el de Marcos. Támara le guiño un ojo y volvió a sumergirse en su entrepierna.

El grito que salió de su boca la despertó del placentero sueño y se encontró en el cuarto de su amiga. La respiración agitada, el pulso rompiéndole sus tímpanos y la oscuridad de la habitación le indicó dónde estaba. Su acompañante roncaba pausadamente a su lado con la boca abierta y una delgada línea de saliva que mojaba la almohada.

A pesar del frío que entraba por la ventaba abierta Luz transpiraba de pies a cabeza. Respiró hondo e intentó relajarse. Se levantó y al bajarse de la cama notósu entrepierna muy húmeda, casi chorreando. Sin poder creerlo se dirigió a la ventana, miró las estrellas, respiró  honde de nuevo y cerró los postigos volviendo a la cama. Solo tenía un pensamiento en mente, lo que había pasado en la noche con Támara, cuando ella la tocó. No podía volver a repetirse. Una cosa era soñar con el hermano de su amiga y otra extremadamente y muy diferente era soñar con su amiga.

La cama estaba toda mojada cuando volvió a ella. El resto de la noche fue muy intranquila despertándose producto de sus sueños que terminaban abruptamente cuando Tamara se hacía presente en ellos. Se encontraba al borde de una crisis de nervios.

Cuando el sol despuntó por el este Luz se levantó en silencio y cambiándose entróal baño dejando a su amiga durmiendo. Se preparó y rápidamente se dirigió a la salida. Ahí se encontró con la madre de Tamara que se sorprendió de verla tan temprano despierta.

— Mi niña. ¿Qué haces tan temprano levantada? — pregunto Miriam exaltando a Luz que no la había visto en el comedor tomando su café matutino.

— ¡Ay Miriam! —exclamódel susto. El estar paranoica por si alguien en su mirada descubría lo que había pasado algunas horas antes la tenían más alerta de lo recomendable. — No la había visto. Mi madre me llamó, me necesita para hacerle un favor, tengo que volver.

—  ahh, déjame que te llevo — respondió dulcemente la mujer. — esperá que me cambie.

— No hace falta, tomo un taxi en la esquina.

— ¿Estás segura? No me cuesta llevarte.

— Sí, no se preocupe… Gracias igual.

Salió despidiéndose con la mano y tomó rumbo a su casa.

No se tomó ningún taxi, prefirió caminar, tenía que pensar. No vivía demasiado lejos, a unas diez manzanas y además tenía que atravesar un pequeño parque. Lentamente los pasos la condujeron hacia allí y las líneas de su pensamiento chocaban entre sentimientos encontrados, el placer que había sentido, el disfrute de sus sueños y la estupefacción de haber sido tocada por su amiga.

Sentía que se había roto algo y no sabía que tan grande podía ser la herida. ¿Herida?, ¿realmente estaba herida?, ¿traicionada?, ¿violentada?, ¿violada?. A ver, realmente no sabía lo que era una violación. Lo único que sabía sobre el tema es lo que habían visto en las charlas de la escuela sobre violencia de género. Y como ella nunca le había dado permiso a Tamara para tocarla, ¿se podría decir que su amiga la había violado?. No tenía una respuesta a eso, solo sabía que lo había disfrutado y fuera de la sorpresa inicial se había sentido realmente bien en esa situación y tal vez en otra situación volvería a dejarse tocar. Sus pocos años de vida no le daban aún la experiencia para responder todas esas preguntas.

En eso estaba pensado cuando un silbido la distrajo y la hizo voltearse hacia el origen del sonido. Un vagabundo le gritó algo que no alcanzó a entender del todo pero que no era apropiado y por primera vez se sintió diferente, no le gustó el poco apropiado piropo que creía haber oído. Pero por primera vez entendía el significado de esas cosas. No era la primera vez que sucedía esas situaciones que se le presentaban pero ahora las veía diferente. Ignorándolo aumentó el paso hasta llegar a su casa.

Ya en casa descubrió que sus padres aún no despertaban. Así que aprovechó para ducharse. Realmente no se sentía sucia, pero si molesta. La noche de sueños húmedos había causado un desastre entre sus piernas y la traspiración había bañado su cuerpo en más de una ocasión. Por primera vez esto no la hacía sentirse sucia, su cuerpo saladito le sacaba una sonrisa involuntaria que luchaba por reprimir.

Bajo  la regadera y mientras el agua caliente fluía por su cuerpo, mojaba sus senos y besaba dulcemente su vagina no pudo evitarlo y tuvo que tocarse. Sus dedos buscaron brindarle el placer que tanto ansiaba y que se negó durante cuarenta minutos en aparecer. El tiempo le diría  que su negativa a usar a su amiga para sus fantasías sexuales la reprimiría por bastante tiempo.

No podía volverse a acostar a pesar de ser temprano para ella un sábado, no quería volver a soñar. Se dedicó a ver una serie bien gore con la esperanza que eso  mantuviese distraída a su turbulenta mente. Y por la mañana lo logró. Su madre le consulto la razón de estar tan temprano de vuelta y ella solo respondió que Tamara tenía cosas que hacer y no podía juntarse el fin de semana.

Ya cerca del medio día la paz que había alcanzado a lo largo de la mañana se esfumó. Un whatapp de su amiga la puso muy nerviosa.

“ q pasó q te fuiste temprano?”

“xq no me despertaste?”

Luz le clavó el visto, no sabía que decirle. Se sentía avergonzada y eso la enojaba. Era Tamara la que tendría que tener vergüenza, como le podía escribir como si no hubiese pasado nada. Ella se había sobrepasado tocándola.

Diez minutos después llego otro whatapp.

“cuando estés lista para charlar me escribís, no seas tan prejuiciosa.”

Esto la hizo enojar aún más. Luz no era prejuiciosa, no estaba en contra del lesbianismo, pero a ella no le gustaban las mujeres y punto. Sin embargo, segundos después llegó otro whatapp que la dejó descolocada y con la boca abierta.

“solo fue una paja, tampoco para tanto y  x lo q vi a vos también te gusta pajearte…”

Por primera vez en las últimas doce horas Luz vio una sombra de esperanza y una buena justificación para dejar su mente en paz. La verdad no era tan malo. Tamara no se equivocaba, solo había sido una paja y la había disfrutado demasiado. No creía que las amigas hicieran eso, era demasiado, ninguna chica tendría que tocar así a su mejor amiga. Y eso la mantuvo cerrada en su postura, no volvería a hablar con Tamara nunca más.

El resto del sábado y domingo no volvió a recibir un mensaje de Tamara, y lo agradeció mucho. Ya el lunes al llegar a la escuela se sentó lo más lejos posible de su amiga que no le dirigió la mirada en todo el día, como si no existiera. Eso le dolió a Luz, esperaba cierta resistencia a su táctica de fingir que Tamara no existía, pero parecía que ella tenía la misma idea. Esto la hizo tener una mañana horrible.

En la última hora de ciencias naturales cambiaría para siempre la vida Luz, aunque ella en esos momentos no lo vería, tardaría años en darse cuenta y muchos más en reconocer que no alteraría absolutamente nada de ese día, a pesar de  que todo lo vivido había valido la pena.

El guapo profesor de ciencia les habló cinco minutos antes del fin de la hora sobre un trabajo de investigación para dentro de dos días. Lo cual obligaría todos los alumnos a pasar horas sentados en frente del ordenador.

— bueno, el trabajo será de a dos. Daré los temas y se irán anotando en parejas. ¿Bien?.La entrega es el miércoles.

Eso no era muy bueno, la pareja de Luz siempre había sido Tamara, pero no podía seguir siendo así, tendría que buscarse a otra chica y tal vez encontrar una nueva amiga. En eso pensaba cuando el profesor empezó a dar los temas.

— La Pampa Húmeda, ¿Quién lo quiere?-

—  Luz y yo profe… — Luz quedo con la boca abierta. Tamara había hablado y con la sorpresa inicial, Luz no había podido reaccionar a tiempo. Miró a su ex amiga y esta la ignoro de manera monumental, se iba a parar para enfrentarla pero no quiso armar un escárdalo. Debía esperar a que tocara el timbre. A la salida la encaró muy enojada.

— ¿A qué jugas Tamara? — la increpó cuando el salón comenzaba a quedarse vacio.

— A nada, Luz. — respondió fingiendo sorpresa. — ¿Qué sucede, alguna razón para que no podamos juntarnos a “hacer el trabajo”? ¿Tenes miedo que pase algo raro?

Luz no podía responder sin exponer sus temores, solo pudo balbucear un “no” muy vergonzoso.

—  Bien, nos vemos a las tres y media en tu casa. — respondió mientras se alejaba con una sonrisa de oreja a oreja.

Las horas fueron muy lentas desde que llego a su casa hasta la hora acordada. No pudo evitar quedarse sola cuando su madre tuvo que volver al trabajo y al bañarse se lavómás de lo común sus zonas íntimas. No supo por qué lo hizo. Tampoco por quése puso su mejor bombacha y se perfumo su monte venus. Los nervios la mataban y no la tranquilizaron cuando sonó el timbre.

Sin embargo, Tamara se comportó como siempre lo hacía, como si nada de los últimos tres días hubiese ocurrido. Luz esperaba ser abordada por su amiga apenas esta entrara por la puerta. Pero solo la saludo como siempre y enfiló a la habitación de la niña donde la compu de escritorio esperaba ya encendida.

El trabajo avanzó de manera lenta y constante, mientras de fondo sonaba música.. Luz al fin se fue relajando y dejó de estar tensa para gusto de Tamara. Y las chicas pudieron distenderse y disfrutar de algo que no esperaban volver a vivir, una pensaba que esto era para bien, la otra no tanto.

Como a la siete y media de la tarde el sol ya se acercaba al horizonte. Poco a poco los días se iban acortando y las sombras no tardarían en ir ocupando los rincones del patio de la casa de Luz. Ya exhausta Tamara se recostó en la cama de su amiga suspirando mientras esta apagaba la computadora, quedaba poco para terminar el trabajo y lo harían el día siguiente.

Olvidando todo lo que había pasado Luz se recostó al lado de su amiga mirando el techo y se quedaron en silencio por un buen rato. Hasta que Tamara rompió el silencio.

— ¿No te gustó lo que hice?, ¿te enojaste? — preguntó en susurro temiendo la reacción de su amiga. A pesar de lo segura que había sido por whatapp, estar en frente de su amiga que era la  primera chica que tocaba no era del todo sencillo. Luz estaba en otro dilema, había entendido perfectamente a que se refería su amiga, pero temía a donde podía llevarlas esa  conversación.

— No es tan simple. — respondió y para su sorpresa fue una respuesta sincera que no mostró el nerviosismo que la había acechado en los últimos días. De hecho poder hablar con alguien del tema, aunque fuera la persona involucrada, la relajaba un montón.

—  Hacerlo tampoco fue fácil para mí. Temía que me rechazarás y pasara vergüenza.

— Es que me sorprendiste, eres la primera persona que me toca y eres una mujer, me asusté. — respondió Luz

— Pero, ¿te gustó?

— Sí y eso lo hizo mucho peor.

— Te entiendo, más de lo que crees.— comentó Tamara sin señales de ahondar más en ese tema. — ¿sabes que las chicas lo hacen mucho? ,entre amigas.

— ¿Entre amigas? ¿Cómo sabes? ¿Ya lo has hecho con otras chicas? — eso la sorprendió mucho a Luz, no podía imaginarse (aunque suene hipócrita en su conciencia después de los sueños que había tenido) a su amiga metiendo los dedos en la vagina de otra.

— No no, — respondió riendo — Jazmín me contó lo que hacía con sus amigas a nuestra edad.

Parecía que la amiguita de Marcos no era ninguna santita. Lo primero que se le cruzó a Luz por su cabeza fue si esa linda rubia seria lesbiana a pesar de tener novio. Le iba a preguntar a Tamara pero esta continúo hablando.

— Me comentó que todo comenzó con practicar besos cuando hacían pijamadas. Luego se fue dando, primero era con una sola chica muy cercana, pero luego fueron agregándose más chicas. — Luz sintió rechazo ante esa imagen en su mente. Sin embargo, su vagina mostraba lo contrario y ella aún no se daba cuenta de eso.

— Si no te molesta podríamos probar, los besos digo. — dijo Tamara sutilmente tanteando el terreno, estaba ansiosa por repetir lo de la otra noche y tal vez llegar un poquito más lejos.

Y a pesar de todo Luz no se engañaba, ella quería repetir lo que había pasado, aunque aún no se le pasaba por su pequeña mente ir más lejos.

— Está bien… — dijo sin moverse.

— Ok, pero deberíamos sentarnos. — dijo Tamara intentando que la ansiedad no se reflejara en su voz.

Ambas chicas se sentaron muy cerca una de la otra y Luz espero el movimiento de su amiga. Ambas estaban más excitadas de lo que admitían aa la otra e intentaban que sus movimientos no rompieran el ambiente que se generaba.

Tamara como siempre tuvo la iniciativa y tomó con su mano dulcemente el cuello y la mandíbula a su amiga acercándola lentamente a su rostro, la miró a los ojos sonriendo dulcemente y cerró los parpados, adelantándose se frenó al sentir los labios de su amiga.

Primero fueron picos castos y sin contenido. Sin embargo, segundos después llevada por el momento Luz sintió como su amiga tomaba su labio entre los suyos. Eso se repitió de nuevo y ya en la cuarta vez Luz comenzó a tomar la iniciativa, Tamara feliz de esa reacción se propuso que avanzarían según lo quisiese Luz. La torpeza de los primeros minutos se sustituyó por una tranquila y candente danza de labios.

Se  rompió el hielo cuando Luz sin percatarse presionó los labios de su amiga con su lengua. La boca no tardó en abrirse para recibir a esa húmeda intrusa que rápidamente comenzó a danzar con la lengua contrincante que no estaba dispuesta a perder el duelo mientras la saliva comenzó a navegar de una cavidad a otra. Sin darse cuenta se fueron acostando con Luz quedando sobre Tamara. La pequeña que parecía haber tomado el control no pensaba con claridad y su mente se comenzó a nublar producto de las sensaciones que vivía.

Esas excitantes sensaciones hicieron que Luz deslizase su mano bajo la polera de su amante para tener acceso a la piel que comenzaba a quemar la yema de los dedos. La mano comenzó en el vientre de Tamara que ante esa instrucción profundizo el beso ansiosa por ver hasta donde llevaría la mano su amiga. Mientras la pequeña mano continúo su camino ascendente esperando encontrarse con el brasier en el lugar indicado. Pero se quedódura cuando llegó y sintió la piel cálida del seno de su amiga en la palma de su mano con un erguido pezón que quedó entre los dedos medio y anular.

Luz detuvo su morreo con Tamara al darse cuenta de lo que estaba haciendo. Su acompañante quedó expectante. O la niña se alejaba o continuaba con lo que estaba haciendo. Como probando que pasaba Luz presionó el pezón entre sus dedos, eso saco un gemido de su amiga y ante la reacción volvió a hacerlo buscando la misma respuesta. Tamara desinhibida volvió a gemir y se complació al volver a recibir el beso de su amiga.

Luz le masajeo los pezones a gusto, hasta que la ropa comenzó a estorbar. La polera ya estaba sobre los senos de su amiga, pero en un rápido movimiento se la sacó por la cabeza y por primera vez pudo observar esos montes de carne detenidamente. Tamara la veía maravillada y no pudo resistirse, quería volver a sentir aquello que tanto le gustaba.

—Pruébalos… — la desafío a Luz que se quedó mirando preguntándose a qué se refería hasta que iluminándose los ojos sonrió y agachándose pasó la lengua por el pezón y un segundo después lo repitió para luego meterlo en su boca y comenzar a jugar con el.

Un “si” silencioso acompañado de un gemido salió de la boca de Tamara que cerrando los ojos tiró su cabeza atrás disfrutando… Entre comidas de tetas y besos fogosos se pasaron los siguientes diez minutos hasta que Luz, demasiado ansiosa, se detuvo de su labor recargando la cabeza sobre el pecho de su amiga y sin poder contenerse le hablo a la chica.

­— ¿Tami? Necesito que me toques.

Tamara mirándola se percató que Luz hiperventilaba con una mano dentro de su pantalón que movía lentamente. No se había dado cuanta en qué momento su amiga había comenzado a masturbarse. Ella no se había tocado su vagina aun pero notaba sus bragas empapadas. Le sacó una sonrisa la valentía de la chica, no debía de haber sido fácil esa petición. Luz había pasado los últimos minutos luchando con esa idea, pero sus dedos no la satisfacían. Necesitaba urgente otro estimulo.

Tamara se paró y se quitó su pantalón quedando en bragas e hizo desvestir completamente a Luz que no permitía que su conciencia cuestionara lo que estaba sucediendo. Solo quería dejarse llevar.

De nuevo en la cama Luz quedo boca arriba mientras su amiga comenzó a comerle la boca para luego ir a sus senos que comenzó a devorar mientras sus dedos exploraban los pliegues de la vulva de Luz que recibió las caricias con un potente gemido. Los dedos se movieron subiendo el ritmo concentrándose en el botón erecto de placer, otras veces acariciaba los húmedos labios mayores para introducirse en la cavidad vaginal sin dañar el himen que Luz estaba dispuesto a defender a muerte. La vagina comenzó a expulsar muchos jugos vaginales que sirvieron para lubricar mejor la zona y además comenzaron a manchar el edredón de la cama, algo que sin lugar a dudas traería problemas a Luz mas tarde.

La pequeña Luz sin saber qué hacer con su mano inconscientemente la fue llevando sobre el vientre de Tamara hasta que sintió la braga y se detuvo. ¿Realmente quería seguir?. Su conciencia le dijo que no, pero su libido la empujó sin resistencia a atravesar el elástico. Cuando sus dedos se posaron sobre el clítoris de Tamara ,esta soltó un sorpresivo gemido y entusiasmada por esa reacción Luz no lo resistió e introdujo bruscamente tres dedos en la vagina de su amante comprobando sorpresivamente que nada detuvo su avance.

La incursión poco delicada de su amiga hizo que su mano abandonara la vagina de Luz para frenar la mano impetuosa de la muchacha que ante esa reacción se detuvo asustada retirando los dedos. Cuando lo hizo Tamara llevó su mano impregnada de los flujos vaginales de la concha de Luz hasta su cara tomándola del mentón y manchándola. El aroma de sus jugos llegó a las fosas nasales para abrirle una nueva puerta en el sexo ya que estos la excitaron de sobremanera.

— Tranquila, tócame como te tocas vos linda. Con delicadeza. — dijo Tamara suspirando con los ojos cerrados y hundida en la excitación, mostrando una voz ronca y extrañamente sensual. Le comió la boca y ambas chicas volvieron a su placentera labor.

Luz  se pregunto cómo había desaparecido el himen de Tamara y sospechó que había una interesante historia detrás de eso. Probablemente su inhibición en estos temas sexuales se debiera a ese hecho. Se comprometió a preguntarle en otra ocasión a fin de conocer realmente a la chica que había llamado amiga durante los últimos diez años y que por lo que veía realmente no conocía.

Luego de un rato ninguna parecía poder llegar al orgasmo y Tamara lanzada completamente miro a su amiga para preguntarle.

—  ¿Puedo intentar algo? Te va a gustar… — pregunto a Luz que respondió con un beso y expectante se preguntó qué venía. Cerrando los ojos esperó.

Sintió las manos de su amiga sobre las rodillas que eran lentamente abiertas y un soplido directo sobre el clítoris le saco un poderoso gemido. La imagen de su sueño la golpeó en seco pero ahora no había rechazo, sino mucho morbo. Cuando la lengua de Tamara repaso la vagina desde el pirineo hasta presionar sobre el clítoris un fuerte gemido salido de los labios de Luz. Las sensaciones se dispararon desde la vagina a su cerebro provocando que arquera la espalda. Sabía que en pocos minutos esa sensación le llevaría al orgasmo.

La lengua no se quedaba quieta y la inexperiencia se hacía presente, pero al ser tan nuevo Luz lo disfrutaba enormemente. Y Tamara también, ella ya había probado sus  jugos y los de su amiga le encantaban, estimulaba el clítoris, chupaba los labios vaginales y penetraba con la legua la dulce vagina. Mientras bebía el néctar de extraño sabor se masturbaba intensamente introduciendo sus dedos ya sin resistencia alguna.

El ritmo se mantuvo contante mientras Luz comenzaba a gemir cada vez más fuerte y seguido. Su respiración era profunda y pesada y poco a poco sentía como algo se formaba en su interior y parecía a punto de explotar llevándola a una excitación tal que pensó que desfallecería. Y sin poder evitarlo comenzó a gritar.

—  Si sisi… me vengo Tami… aaaaaah— con un sonoro grito Luz de catorce años tuvo su primer orgasmo producto del sexo oral mientas su amiga dejó el clítoris que succionaba fuertemente para bajar a su entrada.

Tamara bebió sedienta los jugos blancuzcos que estaban saliendo de la vagina de su amiga. Poco a poco fue bajando el ritmo de su lengua y lamió aún muy excitada los muslos de su amiga para terminar con un beso en su clítoris.

Mientras Luz recibía aun con la respiración agitada los dulces efectos de la dopamina que inundaba su cerebro. No se preguntaba nada, estaba en blanco y sin duda llego a la conclusión tendría que repetir eso de nuevo y pronto. Sabía que se volvería adicta a la lengua de su chica. En ese momento se percató que tenía a Tamara a unos centímetros de su cara.

El rostro de su amiga mostraba una resplandeciente sonrisa y tenía toda la parte inferior de su rostro bañado de un jugo semi transparente y pegajoso donde varios pelos rizados se mezclaban. Esa imagen la éxito un montón sin poder creer que eso era posible. Con sus dedos tocó esos flujos y con una caricia los esparció por el resto de su rostro para luego acercarlo hasta fundirse en un profundo y lento beso.

Por primera vez Luz probaba sus propios flujos vaginales y desde la boca de una mujer. Primero le supieron amargos y parecía generar algún tipo de rechazo que desapareció al final ya que dejaba un resultado dulce en su boca. La curiosidad, que con el tiempo descubriría que sería su mayor debilidad y su más gran pecado, la empujó a decirle a su amiga.

—Tami, quiero… probarte.

La excitación asaltó a Tamara que sin dudarlo se quitó su braga arrojándola sobre el escritorio de la computadora y se colocó sobre su amiga con las rodillas a los costados de su cabeza y comenzó a bajar hasta sentir el aliento de Luz sobre su clítoris.

— Tomate tu tiempo, no te apures.

La visión de la vagina de Tamara le causo sentimientos encontrados. Dos gotas de flujo cayeron sobre su mentón y se vio tentada a probarlos con su lengua, pero se resistió, lo haría directamente de la fuente que desprendía un aroma sutilmente diferente al suyo. Lentamente sacó su lengua y cuando ambas esperaban el ansiado momento a solo un centímetro de unirse esos dos pedazos de carne un grito las dejo heladas.

— Luz, amor. Ya llegamos. ¿Dónde estás? — la voz de su padre las hizo reaccionar.

Tamara fue más rápida y tomando su ropa que estaba en suelo corrió al baño de la habitación.

— Vístete. — le dijo a una catatónica Luz que parecía no moverse con mueca de terror en su dulce cara. Tamara le tuvo que volver a insistir — Ahora, y límpiate la cara.

Con un portazo entró al baño y Luz comenzó a vestirse. Recordaría poco los próximos veinte minutos. Solo que después de decirle desde arriba a su padre que estaban terminando un trabajo entró al baño luego de despedirse de Tamara en la puerta de su habitación y tomó un baño rápido.

Durante la ducha no pudo evitar recordar todo lo que había vivido, a diferencia de la otra ocasión no tuvo que masturbarse, estaba satisfecha. Sin duda tenía que repetir lo que había pasado y estaba dispuesta a que eso fuese lo más pronto posible. La culpa y el cargo de conciencia habían desaparecido y creía que seria para siempre. Pero el tiempo le enseñara a Luz que nada es para siempre y que todas las acciones tienen consecuencias.

Salió del baño con su pelo chorreando agua y una amplia sonrisa en su rostro. Pero eso acabó ahí.

Su madre estaba sentada en una de las sillas del escritorio y con una lapicera sostenía las bragas de Tamara.

—Creo que tenemos que hablar María Luz. — dijo mirándola detenidamente a los ojos.

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