Las Aventuras de Luz

La primera aventura de Luz

El sol comenzaba filtrarse tranquilamente por la ventana de la habitación de Luz. Y la joven alcanzaba el ansioso orgasmo matutino. Sin embargo, este sabía a poco. La noche de otoño había sido demasiado calurosa para el gusto de la pequeña Luz, y no queda descartado que ese calor se había originado entre sus muslos. Pero no le molestaba que eso hubiese ocurrió, siempre disfrutaba de los sueños con sus amantes platónicos. El problema es que por primera vez ese amante que la visitaba en sus sueños no era platónico y ahí radicaba quid de cuestión.

Los amantes frecuentes de la inocente Luz habían sido Justin Bieber o Harry Styles que despertaban ese cosquilleo tan placentero en la entrepierna de la jovencita. No se mentía a sí misma, ellos no eran los primeros en visitarla en la noche pero eran los que mas calor le generaban y siempre terminaban poblando sus sueños.

Sueños inocentes para una niña que pasaba a ser mujer de manera natural pero evidente. Ya había pasado un otoño de su primera sangría y su madre le había explicado lo básico sobre su sexualidad y sobre la relación con los chicos. Y por prudencia de su madre, esta no había ahondado en los pormenores de las relaciones sexuales, lo que si le había advertido sobre los varones y sus “intenciones” inculcando la importancia de conservar su doncellez. Por lo menos hasta la adultez.

Luz no había llegado a tocarse luego de esa informativa charla. El progreso de conocer su cuerpo a masturbarse hasta alcanzar el orgasmo había sido un proceso lento que rindió su fruto hace una pocas semanas y una vez roto ese límite del placer no había podía podido dejar pasar un par de días sin  intentar llegar al clímax. A veces lo lograba y otras veces este se resistía a auxiliarla. Y tenía que admitir que había sido imprudente, su madre la había descubierto en situaciones bochornosas mas veces de lo recomendable. Por suerte ella había sido discreta y simulando que nunca pasaba nada.

Pero este viernes de abril había ocurrido algo diferente. Quien se presento en sus sueños era alguien que nunca se había aparecido por ahí. Que ni siquiera había figura como posible candidato a sus sesiones de chica pajera.

A ver, vale la pena aclarar que Luz no era de ver porno. Mas que algún video que circulo por el  grupo de Whats App que compartía con sus amiga (de hecho un video bastante inocente), no había visto mas. Realmente no le llamaba la atención esa estimulación. Esto sumado a la poca información proporcionada por su madre la idea que Luz tenia del sexo era netamente teórica, carente de morbo e información de los pormenores del acto sexual. Sus experiencias en sueños y con sus propios dedos estaban repletas de una imaginación idealizada y mágica sobre el acto sexual, ignorando completamente que lo mas placentero del sexo suele ser sucio y morboso.

El visitante de esta noche había sido tan diferente a los anteriores que la había marcado y que además fuera una persona conocida la había llevado a lugares inexplorados. El sueño, guiado por el instinto animal más básico de cualquier mujer, le había guiado a desplegar encantos y acciones imaginativas nuevas para la parte consciente de su mente. Imágenes vividas que ella sabía muy bien que no abandonarían su memoria y que la harían sonrojarse frente a su amante secreto. El sexo había sido rudo, un poco sucio y extremadamente variado. Y su acompañante de sueños no había sido otro que el hermano mayor de su mejor amiga y compañera de banco Támara.

Marcos cumpliría diecisiete inviernos en los próximos meses y por esos días le sacaba dos veranos a la joven Luz y a su hermana Támara.

Nuestra protagonista no había intercambiado más que algunas cortas frases de cortesía con el hermano de su amiga cuando se cruzaban en los pasillos de la casa de los Dominguez, más que un “Hola” o “¿Cómo estás?”, no había pasado de ahí. Y en la escuela, como iban a edificios diferentes no se cruzaban nunca y cuando lo hacían Marcos no la registraba y pocas veces ella a él.

Támara casi nunca hablaba de él y cuando lo hacía no pasaba de ser una charla superficial u ocasional. Lo que si había oído Luz era los rumores. Marcos era de los chicos atractivos de quinto año a solo un año y medio de abanar la secundaria. Alto de 1,85 m, castaño claro, ojos verde y de mucha presencia. Era parte del cotilleo de muchas de las chicas de la escuela.

Solo se le conocía una chica cercana con la que pasaba parte de su tiempo, su mejor amiga Jazmín, una hermosa, atractiva y muy extrovertida jovencita rubia. Se había creído que eran novios pero esa teoría se cayó por su propio peso cuando ella, el último verano, se puso de novia con un chico de sexto. Y como por arte de magia los rumores de una posible relación desaparecieron y Marcos volvía al mercado de solteros pero no mostraba interés en las demás chicas y mantenía la misma relación cercana con Jazmín como antes de la oficialización del noviazgo de esta.

Todo era condimento para que Luz allá quedado desconcertada con su altamente candente sueño que la despertó muy acalorada con sus muslos empapados y al borde del orgasmo. Los dedos se deslizaron sensualmente de su seno izquierdo donde se estimulaba un erguido pezón color miel a su vientre para alcanzar la humedad de su vagina. Dos dedos se deslizaron entre sus pliegues hasta la entrada abundantemente humedad que la sorprendió porque nunca había estado en ese estado de excitación. Ingresaron hambrientos de generar placer y se detuvieron estoicamente frente a la barrera que preservaba la virginidad de Luz. Entraron y salieron una docena de veces para volver en sus pasos así deslizarse entre los labios mayores hasta alcanzar clítoris erecto que ansiaba una atención inmediata.

Los dedos habían aumentado de velocidad ahí y la habían empujado al necesitado orgasmo. Pero mientras los temblores del placer abandonaban el frágil cuerpo descubrió que le había sabido a poco. No siempre la habían satisfecho sus orgasmos, pero en esta ocasión la excitación no había disminuido en nada. Cuando, un poco agotada del esfuerzo, se disponía a comenzar de nuevo para apagar su fuego interior sonó los golpes de nudillos en la puerta de su habitación.

­—

Luz, hija. ¿Ya despertaste? Se te va hacer tarde. — su madre volvía a ser inoportuna.

— ­—

Si, mamá. Ahora me levanto.

Frustrada se levanto para comprobar que su cama estaba hecho un desastre. Una gran mancha de fluido cubría sus sabanas mostrando una apariencia algo cremosa. Le produjo cierto asco observar eso y suponiendo que los fluidos habían pasado la sabana hasta llegar al colchón se dispuso a retirarlas pero se freno al instante en que empezaba a mover las sabanas.

El aroma de sus fluidos que identifico inmediatamente con su sexo provoco una pulsada en su vagina que la obligo a inclinarse sobre si misma durante un segundo. Se vio tentada a probar esos flujos por primera vez, salivo con esa idea y cuando estiro los dedos para recoger un poco y llevarlo a su boca el celular sonó en su mesita de noche lo que la hizo sobresaltarse y despejar esa nueva idea de su mente.

Mensaje de Támara: “Mamá va al centro paso en 30… No te olvides de preguntar lo de esta noche… besitos…”

Un simple OK fue la respuesta de la perturbada Luz. Lo que le faltaba, se tendría que cruzar con Marcos y no sabría si podría saludarle aunque sea. Y ese pensamiento la traslado a su amiga. Como vería a Támara a la cara, sentía haberla traicionado. Era como si hubiese roto su confianza.

Mientras dejaba las sabanas en el cesto de ropa sucia y abría la ducha se convenció a si misma que Támara jamás se debía enterar que su mejor amiga tenia sueños húmedos con su hermano. Eso seguro destruiría su amistad. Iba a enterrar esas nuevas sensaciones en los profundo de mente.

Cuando el auto estaciono en frente de su edifico Luz respiro hondo y subió en el asiento de atrás junto a su amiga que la saludo efusivamente con dos sonoros besos.

— ­—

Hola Miriam… — saludo un poco cohibida a la madre de Támara.

— ­—

Hola Luz…

No se atrevió a saludar a Marcos que iba en el asiento del acompañante. Sin embargo este si le hablo…

— ­—

Hola Luz… buenas. — dijo este de manera desinteresada.

Ella respondió hola entre balbuceos y se sumergió sin prestar atención en la descripción de nuevo anime que había comenzado a ver su amiga y que parecía muy entusiasmada por convencer a Luz de que tenían que verlo esa noche cuando se quedara a dormir en casa de los Domínguez.

Si Támara noto algo en el semblante de Luz o en su actitud no indago en ello y veinte minutos después se bajaron en la escuela para pasar las agotadoras horas del último día de la semana.

________________________________

A medida que transcurrió el día Luz vio disminuido su nivel de excitación, pudiendo relajarse un poco mientras se hundía en la rutina diaria. Pero su nivel de ansiedad no se aplaco y siguió sintiendo incomodidad en sus partes.

Miriam las paso a buscar por la tarde y para alivio de Luz no fueron acompañadas por el muchacho. Ya lejos de esa tentación molesta en casa de Támara pudo disfrutar de los momentos con su amiga hablando de los animes que verían y hablando no muy bien de las chicas de su grupo.

Para la cena pudieron comer unas pizzas en la habitación de Támara y a Luz la abandono la sombra de Marcos y por primera vez se relajo completamente.

Pero la paz no duraría mucho, cerca de las doce la vejiga de Luz le advirtió la necesidad de ir al baño y salió rumbo a este. Miriam ya dormía plácidamente en su habitación y el pasillo se encontraba en oscuridad. Se acerco ligeramente al baño y cuando dirigía la mano al picaporte la puerta se abrió de par en par cegándola momentáneamente con la luz del interior.

Estuvo a punto de gritar del susto, pero su reacción fue completamente opuesta. En la puerta estaba parado, con solo un bóxer y una toalla al hombro, Marcos que si grito del susto y por puro instinto pego un portazo. No alcanzo a golpear a la sorprendida Luz, pero esta cayó sobre su trasero estupefacta.

Sucedieron muchas cosas en ese momento. Primero, a demás de estar sorprendida, Luz había alcanzado a apreciar por un breve instante el cuerpo fibroso de Marcos que desprendía vapor de la ducha que acababa de darse después de una tarde de deportes. Y luego el insipiente bulto de los bóxer que en otra situación le abría causado mucha vergüenza ver, pero que ahora asocio a su sueño de la noche anterior y a su frustrada paja. La reacción de su entre pierna se reflejo en su rostro.

Dentro del baño, con la puerta ya cerrada, el instinto de Marcos fue de cubrirse con las manos. Una milésima de segundo después fue darse cuenta que podría haber asustado a la amiga de su hermana y decidió abrir la puerta para ver si la chica estaba bien. Pero tomo la precaución de anudarse la toalla en su cintura.

Luz se quedo un par de segundos en el suelo sin saber como reaccionar ante el golpeteo de su sangre en sus oídos que imitaban lo acelerado de su corazón y producía una respiración pesada y agitada entre el susto y su propio bochorno. Y al disponerse a salir corriendo la puerta volvió ha abrirse y la luz volvió a segarla momentáneamente.

Su primer instinto fue decepcionarse al ver que al bóxer lo cubría una toalla que simulaba bastante bien lo que había visto antes, y lo segundo es que Marco acababa de hablarle y por su calentura no le estaba prestando atención.

— ­—

¿Qué? — dijo Luz en murmullo.

— ­—

¿Qué si te has hecho daño? — pregunto él en tono preocupado. En realidad Luz esperaba que su rostro no revelar las sensaciones que invadían su cuerpo…

— ­—

Si, perdón… — respondió en un balbuceo.

— ­—

No, perdón por mí. Pensé que ustedes dormían. — dijo mientras le estiraba una mano para ayudar a levantarla.

Luz dudo en tomar su mano o no, pero si no lo hacía quedaría como una grosera. Al tocar la piel calidad de la mano de Marcos noto una descarga que se traslado a su entrepierna y que la hizo refalarse de nuevo y sentirse culpable de lo tonta que parecería ante los ojos del muchacho. Todo por culpa de sus hormonas alteradas.

Marcos la ayudo a ponerse definitivamente de pie y se despidió después de preguntarle de nuevo si estaba bien. Luz recordara poco cómo fue al baño, orino y se preparo para dormir. Ni siquiera la charla con su amiga al acostarse.

Estaba demasiado excitada. Y al acostarse le incomodo compartir la cama de dos plazas con su amiga. Siempre habían dormido juntas, hasta abrazadas de una manera inocente y sin otras intenciones extrañas para ellas. Pero en este momento algo había cambiado. Luz estaba excitada y necesitaba desahogarse.

Respondió con balbuceos a los intentos de conversación de Támara hasta que esta dejo de hablar. No supo cuanto tiempo tuvo que esperar, pero para ella fue eterno. Cuando comenzó a sentir la respiración acompasada de la chica y no respondió a los susurros que le dirigía pudo relajarse.

Lentamente dirigió su mano al interior de sus bragas para descubrir que estaba húmeda. Sus dedos empezaron lento pero aumentaron de ritmo a medida que la excitación subía de nivel. No sabría como sucedió y tardaría un tiempo en averiguarlo pero se freno de golpe al notar una mano cálida con unas uñas largas que se deslizo por su muslo derecho en dirección a su vagina.

El instinto fue de susto, lo que la llevo a retirar su mano pegajosa de sus jugos y cerrar sus piernas. Sentía el golpeteo de su corazón contra el pecho y se quedo paralizada. Cuando la mano llego a su monte de venus comenzó a jugar con sus bellos en el intento de ingresar entre las piernas fuertemente apretadas. Luz estaba paralizada sin poder reaccionas ha esa nueva intromisión.

Al ver la negativa de ceder de su mejor amiga, Támara se acerco hasta que con su rostro a centímetros de la oreja de su amiga. Luz al percibir el avance de la chica intento alejarse pero sus músculos no reaccionaban.

— ­—

Déjame ayudarte… ­— fue apenas un susurro seguido de los labios de Támara sobre su lóbulo derecho. La asustada chica quiso decirle que no pero las palabras no acudían a su boca. Sintió los labios deslizarse sobre su mejilla hasta quedar a milímetros de sus labios. — No tengas miedo, lo vas a disfrutar…

Luego de esas delicadas palabras sintió los labios de su mejor amiga sobre los suyos y ese suave toque produjo un latigazo que paso por sus erectos pezones hasta llegar a su chorreante vagina.

Támara no violento la boca de su amiga y solo fue un beso de labios. Y fue suficiente. Las piernas de Luz se abrieron como las alas de una mariposa mientras dejaba escapar un profundo gemido al sentir los hábiles dedos trabajando sobre su clítoris.

Las sensaciones la abrumaron llenándola de manera desenfrenada. Los dedos se movían con maestría, a veces sobre el clítoris erecto e hinchado o ingresado a buen ritmo en la entrada de su cueva.

Estaba llegando al éxtasis, y no pudo evitar levantar su musculosa de noche para pellizcarse sus pezones arqueando su espalda. Gemía sin poder controlarse mientras sentía la respiración agitada de su inesperada amante sobre su oreja aumentando a niveles insospechados su excitación.

Con sus senos al aire y al borde del orgasmo Támara, que había estado gimiendo sensualmente en su oído, bajo rápidamente su cabeza tomo un pezón de Luz en su boca y lo mordió.

La inexperta jovencita que venia sufriendo de sus hormonas hace veinticuatro horas se vino. Fue un orgasmo bestial y el mejor hasta la fecha que había tenido. El ritmo de los dedos de Támara disminuyó tranquilamente y cuando saco su mano de la entrepierna de su amiga se acerco a la cara de esta.

Al volver a tenerla tan cerca, Luz avergonzada de la situación, quiso agradecerle pero los labios de Támara la interrumpieron con un beso y en este caso le mojo los labios con su lengua. No lo pudo evitar y la joven Luz saboreo sus labios húmedos tentada por el sabor de la saliva de su amiga. Mientras tanto la chica le decía adivinando su intento de gratitud.

— ­—

Cuando quieras linda.

Y se alejo de su amiga para volver a su lado de la cama. El silencio se prolongo por unos segundos hasta que se escucho el sonido húmedo de una paja. Támara se estaba tocando. Luz completamente satisfecha no supo reaccionar. ¿Debía ayudar a su amiga? ¿Devolverle el favor después de lo que había sucedido?

Se sintió una egoísta al no hacer nada. Támara tardo unos minutos en gemir sonoramente y el silencio se apodero de la estancia. Ninguna de las dos se dio cuenta de cuando se durmió la otra.