Las aventuras de Adela IV

En la habitación del hotel donde le ha citado, el misterioso amante tiene una nueva sorpresa para Adela.

SOMOS TRES

Eran las nueve en punto, cuando llamé a la puerta de la habitación 101. Estaba ya excitada de pensar lo que pasaría allí dentro, me había puesto un vestido superajustado e iba sin ropa interior como mi misterioso amante me había indicado días antes que debía vestirme.

La puerta se abrió, pero no pude ver a nada ni nadie porque la habitación estaba completamente a oscuras.

-          Entra preciosa – me dijo la conocida voz de mi amante.

Entré y la puerta se cerró tras de mí. Enseguida sentí sus manos sobre mi cuerpo sobándome. Y luego como me quitaba el vestido. Yo traté de acariciar su cuerpo, necesitaba hacerlo aunque no pudiera verlo. Necesitaba sentirle, oler su piel y descubrir más cosas de él. Estaba desnudo, su cuerpo parecía atlético y bien cuidado. Cuando yo estuve también totalmente desnuda nos abrazamos, sedientos ambos de sentirnos.

Sentí su pene entre su cuerpo y el mío, estaba erecto, grande, duro y no pude evitar dirigir mi mano hacía él. Quería abrazarle, sentirle, tenerle dentro de nuevo. Mi amante, me masajeaba los senos y el culo y entonces me preguntó:

-          ¿Cómo va mi culito preferido?

Tocó el plug y lo movió ligeramente, haciéndome estremecer.

-          Ufff, excitado, mi culito está excitado y mi sexo te desea como nunca – susurré en la oscuridad.

Mi amante abrió una puerta,  y entramos en lo que supuse era una baño, que también estaba a oscuras. Mi misterioso amante había cuidado cada detalle para asegurarse que no pudiera verle en ningún momento. Me sentó sobre el mármol del lavabo, situándose entre mis piernas, noté como guiaba su polla hasta mi húmeda vagina y de un solo empujón me penetró. Sentirle de nuevo, tenerle dentro, fue como entrar en el paraíso. Su polla empezó a crecer en mí, empecé a sentir como el placer recorría todo mi cuerpo, sus embestidas eran lentas, luego rápidas, luego lentas de nuevo, y esa cadencia hizo que me excitara como nunca. Además el movimiento hacía que el plug que llevaba en el culo también se moviera, y el placer aumentara. Estaba a punto de alcanzar el primer orgasmo cuando mi amante sacó su pene de mí.

-          Vamos a la cama preciosa, hoy te voy a hacer disfrutar como nunca.

-          Espera, dime al menos tu nombre – le propuse, necesitaba saber algo de él, aunque fuera sólo eso, para poder llamarle.

-          Carlos – me susurró – para ti soy Carlos – dijo tirando de mi mano y haciéndome salir de aquel baño.

A tientas llegamos a la cama. Yo estaba muy excitada, sentía como mi sexo palpitaba imaginando lo que iba a suceder sobre aquella cama.

Carlos me hizo sentar sobre ella, y enseguida noté que se situaba entre mis piernas y acercaba su polla excitada a mi boca. Estaba grande y dura, muy dura. Abrí la boca para recibirla y Carlos la metió, sentí el glande y empecé a chupar con avidez. Ambos estabamos sedientos, era evidente y ambos gemimos. Las manos de mi amante se enredaron en mi pelo, y repentinamente, sentí un beso en mi nuca, luego unas manos que buscaban mis pechos y un cuerpo que se acoplaba al mío. No estabamos solos y eso me alarmó, me asustó incluso.

-          ¿No estamos solos? – le pregunté a mi amante.

-          No, preciosa, he traído a un amigo – me dijo así sin más.

-          Pero... – traté de protestar, pero todo lo que conseguí fue que Carlos volviera a meterme su polla en la boca y así me hiciera callar diciendo a la vez: - recuerda que el que manda aquí soy yo.

Así que dejé que ambos me acariciaran sin poder decir nada más. Por un lado me sentía frustrada, pues mi amante decidía algo que yo no deseaba, pero a la vez, también me excitaba pensar que estaba con dos hombres pues esa era una de mis fantasías eróticas. Finalmente el placer y el deseo pudieron más que la razón y empecé a sentirme excitada con las caricias que el nuevo hombre misterioso le dedicaba a mis senos. Su sexo erecto chocaba contra mi culo y crecía con cada caricia y cada beso que me daba. Mientras yo seguía lamiendo y mamando la hermosa verga de Carlos, que entraba y salía de mi boca una y otra vez, llegando casi hasta mi campanilla. Carlos excitado embestía mi boca como si esta fuera mi vagina.

De repente Carlos sacó su pene de mi boca y arrodillándose ante mí, me tomó por las piernas, me hizo tumbar  diciéndome:

-          Ven aquí putita.

Mi cabeza quedó entonces sobre el regazo del otro hombre y enseguida se situó sobre mi y dirigió su pene a mi boca, a la vez que Carlos me penetraba. No podía creer mi suerte, estaba siendo follada por dos hombres a la vez, igual que en muchas de mis fantasías, aunque no podía verles la cara a ninguno de los dos y eso hacía la situación más morbosa.

  • ¡ Uhhhhmmm!

Carlos, me embestía cada vez con más fuerza, haciendo que todo mi cuerpo se balanceara y así la polla del otro entrara en mi boca por completo. Yo estaba a mil, ardiendo de deseo, sintiéndome la más puta de todas las mujeres. Además de las fuertes embestidas de Carlos y las del otro hombre en mi boca, sentía también las que me producía el plug en el culo lo que aumentaba la sensación de placer y hacía que el orgasmo creciera poco a poco en mi. Y así, siento embestida y tratada como una puta por ambos hombres empecé a correrme, a sentir como el orgasmo nacía y se hacía fuerte dentro de mi sexo y me hacía explotar en un indescriptible clímax que casi me lleva al borde del desvanecimiento. Pero sentir los chorros de semen de mi nuevo amante en la boca, hizo que despertara tratando de tragar aquel manjar.

Carlos gemía y me decía:

-          Muy bien, putita, te estás portando muy bien. Así me gusta, que disfrutes con tu hombre.

Cuando dejé de convulsionarme, Carlos me tomó como a una muñeca en brazos, me puso en cuatro y volvió a penetrarme, se quedó inmóvil un rato, mientras yo oía la respiración entrecortada del otro hombre que acostado en la cama trataba de recuperarse. Luego sentí como Carlos sacaba el plug, sentí cierto alivio pero también decepción, que duró sólo unos segundos, porque enseguida percibí como algo empujaba en mi culo, era una cosa dura, primero pensé que quizás era el pene de mi amante, pero enseguida recordé que seguía metido en mi vagina, así que sin duda sería otro plug y por lo que noté, más grande que el anterior.

-          Llevaras este nuevo plug esta semana – me anunció mi amante – luego tu culito estará listo para mí.

-          ¡Ah! – gemí cuando empezó de nuevo a moverse.

-          Te gusta que te folle ¿verdad? – me susurró al oído – y te ha puesto a mil que mi amigo que follara la boca ¿verdad, putita?

-          Sí, sí, ah ah – gemí yo, sintiendo sus embestidas, junto con las que producía también el plug en mi culo, algo maravilloso que me hacia sentir doblemente excitada.

-          Pues ahora, me voy a correr en tu coñito, preciosa.

-          ¡Aaaahhh, sí, sí! – gemí.

-          Y voy a hacer que te corras otra vez – sus envestidas eran cada vez más fuertes, era como si quisiera que su polla entrara hasta lo más profundo de mí.

-          ¡Ahah!

-          Toma, zorra, toma mi lecheeeeee – gritó dando un último y fuerte empujón llenándome con su semen y haciendo que también yo alcanzara el orgasmo.

Luego caímos los dos rendidos sobre la cama.

No sé cuando se fueron ambos hombres de la habitación porque me quedé dormida y cuando desperté estaba sola, llena del semen de mi amante y satisfecha, pero sola. Y para retenerle, y retener su olor, metí uno de mis dedos en mi vagina, lo unté con su semen y lo olí. Era todo lo que me había quedado de mi amante misterioso y encima no sabía cuando volvería a saber de él....