Las Aventuras de Adela 2
La mañana empieza caliente y llena de deseo gracias a la llamada de su misterioso amante vouyer.
De buena mañana
Estuve mirando la televisión hasta altas horas de la madrugada, esperando sobre todo la llamada de mi misterioso amante pero no hubo suerte, así que sobre las dos me fui a dormir. Me desnudé por completo y así, desnuda me tumbé en la cama.
Por un segundo pensé en acariciarme, darme placer, pues seguía excitada y con ganas de terminar lo que había empezado con mi nuevo y misterioso amante, pero recordando sus palabras de que era él quien decidía como y cuando, no pude hacer nada. Así que me dormí.
Desperté en cuanto el sol empezó a entrar por las rendijas de la persiana, me acerqué a la ventana y abrí la persiana, luego volví a la cama dejando que el aire que entraba por la ventana a aquella hora tan temprana me acariciara y así el calor desapareciera. Me seguía sintiendo excitada y sentí la tentación de nuevo de acariciarme y tenía la mano cerca de mi sexo, dispuestas a buscar mi botón del placer cuando sonó el teléfono.
- ¿Diga? – Respondí inmediatamente.
- Hola preciosa – era la voz de mi misterioso amante vouyer.
- Buenos días.
- Estas preciosa desnuda sobre la cama. Y ese sexo, uhmmm está húmedo ¿verdad?
- Sí – musité.
- Desea más, acaríciatelo, suavemente y las tetas también – me ordenó.
Yo obedecí llevando una mano hasta mi clítoris y acariciándome, la otra, tras darle al botón de manos libres, la llevé hasta mis senos y empecé a amasarlos.
- Muy bien, preciosa, lo haces muy bien, me estás poniendo a tono, tengo la polla hinchada. Seguro que te gustaría tenerla dentro.
- ¡Ah, sí!
- Ponte en cuatro preciosa, quiero verte el culito.
Obedecí y me puse en cuatro sobre la cama.
- Ahora acaríciate el ojete.
Lo hice, excitándome de un modo maravilloso. No sabía porque pero todo lo que me proponia aquella voz me llevaba a una excitación que nunca antes había sentido.
- Ahora quiero que te metas un dedo en el ano – me ordenó y nuevamente obedecí.
Me costó un poco introducir el dedo, porque aún era virgen por ahí, pero finalmente y con cuidado lo hice.
- ¡Uhmmm eres virgen por ese agujero! – Exclamó mi amante vouyer.
- ¡Aaaahh, sí! – dije yo.
- Maravilloso, un culito para desvirgar – dijo - Muy bien, vamos a trabajar en eso ahora, sigue acariciándote el ojete y metiendo ese dedo.
Metí el dedo una y otra vez, una y otra vez, sintiendo como la excitación iba aumentando por momentos.
- Ahora metete otro, cielo – me ordenó mi amante.
Hice lo que me pedía y metí otro dedo con cuidado, mientras sentía como mi sexo se iba humedeciendo cada vez más y la excitación hacía que todo mi cuerpo se estremeciera. Me sentía como una puta en aquella cama, desnuda y dándome placer a mí misma para un hombre del que no conocía nada más que su dulce voz.
- ¡Aaaaaahhh! – gemí
- Eso es preciosa, me encanta oir como sientes el placer. Ahora coge el vibrador que tienes en tu cajón de la mesita y métetelo por el coño.
Me sorprendió que supiera aquello pero presa del placer y el deseo no tuve mucho tiempo para pensar y preguntarle como lo sabía, me limité a cogerlo y hacer lo que me había pedido, ya que estaba deseosa de sentir algo duro entre mis piernas, aunque fuera mi frío vibrador de plástico.
- ¡Aaaahhh! – un largo e intenso gemido de placer salió de mi garganta cuando sentí como el frío vibrador entraba en mí.
Cerré los ojos e imaginé que era la verga de mi amante improvisado la que me penetraba. Y así en pocos segundos empecé a convulsionarme y gemir con excitación.
- Muy bien preciosa, lo haces muy bien. Te gusta que te den verga, ¿verdad?
- Sí, sí.
- Eso es, hasta el fondo putita, te meto mi polla hasta el fondo.
- ¡Ah, ah, ah!
Ya solo se oian mis placenteros grititos en aquella habitación porque aquella sensual voz me había sumido en un estado de excitación tal, que sentir como aquel vibrador resbalaba por las paredes de mi vagina, me producía un placer maravilloso.
- ¡Uhmmm sí, putita, córrete, quiero que te corras con mi polla dentro! – me ordenó mi amante.
Y lo hice, empecé a mover el vibrador a gran velocidad dentro y fuera de mí y me corrí, me corrí imaginando que aquel vibrador era su polla y que me llenaba con su semen dejándome totalmente satisfecha.
Caí sobre la cama, exhausta, sudada y acalorada.
- Muy bien, preciosa, has conseguido que me corra. Ahora quiero que te vistas, y te pongas una minifalda de esas tan bonitas y cortas que tienes y que no te pongas braguitas.
- Vale – acepté nuevamente, excitándome al imaginar que durante aquel día y en cualquier esquina él me podría poseer - ¿Nos veremos? – le pregunté curiosa.
- No sé, quizás, quien sabe – me respondió evasivamente y colgó sin más.
Me vestí como mi amante me había propuesto y sin desayunar porque no tenía tiempo me fui a trabajar. Estuve toda la mañana expectante y ansiosa por recibir su llamada o encontrarle en cualquier lugar, quizás en el baño de la oficina, en uno de los ascensores, o.... fantasías, todo eran fantasías sobre él, no podía dejar de pensar en él, de desearle, supongo que eso era lo que él quería haciéndome hacer aquellas cosas, como ir desnuda bajo la minúscula falda de llevaba. Eso y excitarme, porque sentir el frio de la silla sobre mis nalgas o los piropos de los hombres por la calle me excitaba. Y encima en el autobús un par había osado tocarme para comprobar si de verdad no llevaba braguitas, lo que a pesar de haberme molestado también me excitó. Así llegué a casa a la hora de comer, excitada y anhelante de que mi amante vouyer volviera a llamarme y tuviéramos una nueva sesión de sexo telefónico. Me hice la comida, comí y tras la comida me senté a ver la televisión un rato. Pero nada, nadie llamó. A las seis me llamó Elisa, mi mejor amiga, para proponerme ir a comprar. Y ante el aburrimiento decidí aceptar tu proposición. Estaba casi a punto de salir de casa cuando sonó nuevamente el teléfono, lo cogí.
- Hola preciosa ¿cómo ha ido el día?
- Bien, aunque te he echado de menos.
- Vaya, eso habrá que solucionarlo de alguna manera. ¿Vas a salir? Veo que llevas tu bolso en el hombro.
- Sí, he quedado con una amiga para ir de compras – le expliqué.
- Bien, entonces volveré a llamarte más tarde – dijo y colgó.
Yo también colgué y salí a la calle, donde me estaba esperando mi amiga.
Un par de horas más tarde volví a casa con la esperanza de recibir una nueva llamada de él. Iba sola pues Elisa se había ido ya a su casa. Abrí la puerta de mi portal y sentí que alguien me cogía del brazo y tiraba de mí hacía dentro...
Pretty Woman