Las ardientes vacaciones de Dani (2)

Ya está Dani en Lisboa y sus amigos "moteros" le reciben con entusiasmo y "calor".

Ya en Lisboa, después de una noche tan excitante, me sentía "monísima" mientras bajaba del tren, bien limpia por la ducha, y después de muchas dudas sobre cómo gustar más a mis amigos, vestida con los pequeños y ajustados shorts y la camisa cortita, y con mucha bisutería encima: la cadena de anillas doradas al cinto, la esclava de perlitas blancas en el tobillo derecho, gargantilla, pulsera, brazalete y unos preciosos pendientes. Había decidido no cortarme un pelo y completé mi atuendo de mariquita femenina con las sandalias doradas de tacón y mi bonita peluca de rizos a mechas rubias y castaño. Todo un cante. Como siempre me gusta tanto exhibirme sentía la excitación en los muslos y el vientre desnudos, mientras procuraba mover con la cadencia más femenina mis caderas y nalgas.

Allí estaba esperándome un amigo "motero", Ramón, con otro desconocido, pero también vestido con cazadora y pantalón de cuero y botas de moto. "¡Vicky, nena, estás espléndida! Me la pones dura sólo de verte", dijo Ramón mientras me cogía por la cintura, bajaba las manos hacia mis nalgas y me apretaba contra su paquete. Se volvió hacia su acompañante, que desde luego no era portugués. Era un tipo alto, rubio, de casi dos metros, un poco grueso, con aspecto de ser fuerte como un toro, con la cabeza afeitada y un grueso bigote rubio que suavizaba un poco los rasgos de su cara, duros y agresivos. "Mira, Han, éste es Dani, nuestra Vicky de la que tanto te hemos hablado, el culo más caliente y siempre disponible que conozcas". El llamado Han se echó a reir.

  • Ya veré si es tan hembra y tan rica de montar como dices.

Han hablaba muy bien el español, aunque el acento y su propio aspecto indicaban que era alemán. Mostré mi mejor sonrisa. Me ponía caliente un tipo tan grande y de físico tan viril. Si tenía el rabo a proporción me iba a doler cuando me penetrase. Mis amigos me habían asignado un macho de primera para las vacaciones, aunque, claro, no en exclusiva, porque, como siempre, todos me pasarían por la piedra muchas veces.

  • Cuanto antes me pruebes, mejor, Han. Soy tuya para todo lo que quieras –dije, mientras echaba las caderas hacia delante en un gesto femenino de ofrecimiento.

Nuevas risas de Han y Ramón.

  • Este verano vas a disfrutar a todas horas Vicky –dijo Ramón. Ya verás que cosa tan original ha puesto Han en su moto. Pero te tienes que cambiar un poco, no puedes ir con los shorts. Seguro que tienes una de tus falditas.

  • Sí, claro –contesté, señalando mi bolso de viaje. Llevo dos minifaldas tan cortitas como los shorts. ¿Cuál queréis que me ponga, la de cuero lisa o una de volantes en colorines?

  • Mira que eres putita. Anda ponte la de volantes que será mejor para que vayas sin braguitas –los dos se echaron a reir ante mi gesto de sorpresa.

"Sí, es necesario. No puedes ponerte bragas", dijo Han. "Bueno, vale", dije. Me metí con mi bolsa de viaje en los servicios de mujeres más cercanos y me cambié los shorts por una bonita minifalda de volantes, que dejaba ver parte de mis nalgas al moverme para caminar. Enseguida volví junto a Ramón y Han y salí con ellos fuera de la estación. A poca distancia estaban aparcadas las motos de las dos. Conocía de siempre la de Ramón, una "Harley" impactante y un poco incómoda, pero me dejó boquiabierto la aparatosa "Honda" de Han. Era un moto gigantesca, ancha, espectacular, con grandes maletas laterales y pintada de un rojo brillante. El asiento posterior, el del "paquete", es decir, el que ocuparía yo durante las vacaciones, estaba más en alto, como en todas las de este modelo, que me gusta mucho, porque llevas las nalgas y los muslos como más a la vista, más "en exposición".

Pero la novedad era realmente extraordinaria. Del centro del asiento posterior emergía, un poco inclinado hacia delante, un tubo de metal cromado de cinco centímetros de diámetro y veinticinco de largo (estos datos los supe con exactitud luego), terminado en una especie de cono redondeado. Una auténtica superpolla de metal, brillante y descarada. "¿A que esto te gusta Vicky?", me preguntó Ramón entre risas. "¿Ves por qué no puedes llevar bragas en este asiento?". Sonriente y expeditivo, Han sacó del bolsillo un condón, abrió el envase y lo deslizó en el tubo de metal. Llegó hasta algo más de la mitad del tubo. "Es el más lubricante de todos los que venden, Vicky. Hay que dar facilidades a tu culito", explicó Ramón. "Ahora, tienes que ocupar tu asiento, que nos vamos". Nuevas risas de los dos, mientras yo subía a la estupenda moto y ponía mi agujero sobre la punta redondeada de la polla metálica.

La verdad es que me sentía cachonda y excitada y eso ayudaría, pero así, en frío, era una penetración de aúpa. Ramón me cogió las caderas con las manos y empujó de mi cuerpo hacia abajo, mientras yo procuraba relajarme al máximo para favorecer la dilatación de mis esfínteres. Me di cuenta que Han me miraba con intensidad. El bulto de su pantalón demostraba que le ponía caliente mi aspecto y la situación. Grité un poco cuando Ramón empujó hacia abajo con fuerza y el tubo penetró en mi ano. Pero sentí enseguida como mis esfínteres, bien trabajados durante la noche en el tren, se dilataban con esa sensación de intenso placer que siempre tengo en ese momento.

A partir de ahí fue coser y cantar. Ayudado un poco por las manos de Ramón que presionaban en mis caderas, noté como los veinticinco centímetros del tubo penetraban en mis entrañas, hasta quedarme las nalgas completamente apoyadas en el asiento, mientras la faldita de volantes cumplía su función de cubrir mi polla y mis huevos. La inclinación del tubo hacia delante hacía más sexy la postura, al obligarme a proyectar el vientre hacia delante, con lo que las nalgas se hacían más ostensibles y descaradas. Sentí que me excitaba a tope y los pezones se me pusieron erectos y duros como dos garbanzos pequeños. Ramón lo vio y subió las manos hasta mis pechos, oprimiéndome con fuerza los pezones entre sus dedos pulgares e índices. Di unos grititos mientras corrientes de placer me recorrían el vientre y los muslos. "Tenías razón, Ramón, éste es toda una hembra", dijo Han.

Todavía me quedaba algo por descubrir del singular accesorio que tenía dentro de mí. Han movió un pulsador en el cuadro de la moto y la polla de metal empezó a vibrar, elevando muchos grados mi excitación, entre las risas de Han y Ramón. "Venga, vamos ya, que tenemos que reunirnos con los demás", dijo Ramón, mientras subía a su "Harley". También Han subió a la moto y yo me abracé a su musculoso cuerpo, excitado por el abrazo y por las intensas vibraciones que agitaban mi culo. Las motos arrancaron con potentes rugidos y salimos a toda velocidad hacia el lugar donde estaban los demás "moteros" y desde donde saldríamos al recorrido hacia el sur. Mientras cruzábamos a toda velocidad las calles de Lisboa, el viento me levantaba por detrás la minifalda de volantes, dejando descubiertas mis nalgas desnudas, en esa posición forzada hacia atrás que las hacía más descaradas. Me ponía más caliente saber que cualquiera que se fijase notaría el brillo de la polla metálica entre mis nalgas desnudas.

Pronto llegamos a un camping a pocos kilómetros de Estoril y las motos de Ramón y Han se detuvieron rugiendo en una zona donde estaban una treintena de motos de todos los tipos y marcas, pero de grandes cilindradas. Cerca de ellas vi el nutrido grupo de "moteros", la mayoría de ellos viejos amigos de otras vacaciones y que me habían usado como hembra infinidad de veces. Con cuidado me fui subiendo hasta liberar mi culo de la polla metálica, entre las risas y frases obscenas de los "moteros". Me quedé allí, exhibiendo mi aspecto femenino al grupo de duros y viriles encuerados, que me saludaban efusivamente. En el grupo había cuatro mujeres de verdad, a las que ya conocía de otras veces y que siempre eran muy simpáticas conmigo, como si fuera "una más" de ellas, y dos maricas que no conocía, tan exageradas y femeninas como yo. Entre las cuatro mujeres y los tres maricas tendríamos que satisfacer todos los caprichos sexuales del grupo de "moteros" durante las vacaciones.

  • Hola, Vicky, monada –dijo un "motero" de aspecto tan feroz como buenísima persona, Andrés, una de las pollas más grandes del grupo, casi treinta centímetros y gruesa como mi muñeca. Siempre que nos reuníamos era el primero en montarme. Le excitaba dilatarme el ano, azotarme las nalgas y llenarme de semen delante de todo el grupo. Esta vez, al tiempo que me saludaba, me levantó las faldas con una risotada y sin más me hizo doblarme sobre el asiento de una moto bien aparcada. La mayoría del grupo, incluyendo las mujeres, nos rodeó en círculo, mientras Andrés apoyaba una mano en mi espalda para mantener mi pecho contra la moto y con la otra se sacaba su enorme polla. "Lo tienes bien dilatado, golfa, se ve que te va bien el invento de Han", me dijo Andrés, mientras escupía en mi ano y me extendía la saliva con los dedos. Apoyó la polla en mi agujero y con un fuerte empujón lo penetró. Tras el dolor inicial, noté la excitante dilatación de mis esfínteres, mientras me penetraba buena parte de la enorme polla de Andrés.

Han se puso entonces delante de mí, a horcajadas sobre la moto y sacó su polla ya tiesa, poniéndola en mis labios. "¡Abre bien la boca, Vicky!". Lo hice y la polla de Han entró en mi boca hasta la garganta, y empezó a follarme la boca con el mismo ritmo con que Andrés me follaba el culo. Alrededor, varios de los mirones se habían acercado a nosotros, habían sacado sus pollas y se las meneaban apuntando hacia mi cuerpo. De pronto, Andrés sacó la polla y me quitó la falda, mientras Han hacía lo mismo para sacarme la camiseta, y una vez totalmente desnudo volvieron a penetrarme con más intensidad. De vez en cuando, Han me cogía los pezones y los apretaba hasta hacerme gemir de dolor, mientras Andrés palmeaba mis nalgas con toda su fuerza.

Todo llegó en una explosión de semen. Mientras los chorros de Han entraban por mi garganta y llenaban mi boca hasta rebosarla, noté en mis entrañas la intensa corrida de Andrés, y los que nos rodeaban empezaron a rugir y correrse, lanzando sus chorros de semen contra mi cara, mi espalda y mis nalgas. Así estuvieron durante unos minutos interminables. Luego, cuando se retiraron, el semen cubría mi cara y escurría de mi boca, entre mis nalgas y por todo mi cuerpo. Me quedé un rato en esa posición, sobre la moto, jadeando, disfrutando mis estremecimientos, como corrientes eléctricas que me sacudían el cuerpo. Luego, me levanté, recogí mi faldita y mi camiseta y me fui hacia las duchas del camping a lavarme. Las vacaciones habían empezado bien y tenía que prepararme para la noche, que todavía pasaríamos en el camping y que seguro que iba a dormir muy poco.

(seguirá)

Hola, seguidores de esta serie sobre la vida sexual de Daniel (no le deis vuelta, la mía, unas cosas como han sucedido y otras como me gustaría que hubiesen sucedido). Soy conocido por unos amigos como Dani y por otros como Vicky. La serie es un poco complicada de leer, con saltos en el tiempo adelante y atrás, pero no se hacerlo mejor (hago mucho mejor otras cosas...) Para que no os perdáis, os recuerdo los capítulos publicados y las fechas para que los encontréis fácil:

6 octubre. "Sorpresa de fin de vacaciones".

6 octubre. "Sorpresa de fin de vacaciones (2)".

9 octubre. "Antes de vacaciones. Un hacker morboso".

11 octubre. "Esclava del hacker morboso" (2).

12 octubre. "Las ardientes vacaciones de Dani".

24 octubre. "Prisionero de un hacker morboso (2).

25 octubre. "Prisionero de un hacker morboso (3).

Ahora viene lo mejor. Todo lo que sucedió durante las vacaciones. No os lo perdáis. ¡Ah! Y preguntadme todo lo que queráis a radical_ligth@yahoo.es . Prometo contestar.