Las apariencias engañan

Una de esas noches locas de alcohol y drogas, en la que las cosas no son como parecen...

Hola a todos. Os quiero contar una de mis experiencias sexuales más excitantes. Ocurrió en una de esas locas noches de alcohol y drogas. Por aquel entonces yo tenía 18 años recién cumplidos. Habíamos salido los colegas y mi novia Georgina de fiesta. Mi novia no bebía desde hacía un año porque decía que luego no era ella, cosa que respeto. Mis amigos y yo en cambio solemos beber bastante, aunque nunca tanto como para no perder el norte. Después de recorrer cada uno de los bares habituales, decidimos que ya era hora de entrar a la discoteca. Inmediatamente después de entrar fui disparado al baño, pues había bebido bastante. No podía aguantarme. Abro el primero de los baños. ¿Cómo tengo tan mala suerte? – pensé. Alguien había tenido un percance intestinal, pero es demasiado asqueroso como para contarlo. Pruebo el segundo y último baño. Cerradura puesta. Pegué la oreja a la puerta y cual fue mi sorpresa que se oían gemidos dentro. Al parecer había una pareja ahí dentro dándose placer. Estuve escuchando durante unos segundos más, pero la llamada de la naturaleza era poderosa. Se me ocurrió colarme en el baño de las chicas para desahogarme.

Me cercioré de que no había nadie dentro y como alma que lleva el diablo salvé los últimos pasos hasta el WC. ¡Aahh, qué alivio sentí! Con las prisas me olvidé de cerrar la puerta. De repente oigo un carraspeo detrás de mí. Traté de volverme pero una suave mano femenina impidió que mi cuello girara lo suficiente como para ver quien era. La misteriosa figura comenzó a resoplar en mi cuello y caí en la cuenta de que tenía que ser Gyna, mi novia. Yo le seguí el juego. Agarré su otra mano y la llevé a mi polla. Ella me la agarró con suavidad y continuó dirigiendo el chorro dentro del WC. Así fue que me empecé a calentar y mi polla comenzó a crecer dentro de su mano. Con un golpe de cadera apagué el interruptor de la luz y con la mano sobrante eché el pestillo. Estábamos ahora a oscuras. Ella aún estaba a mis espaldas mordiéndome el lóbulo de la oreja, cosa que me excita sobremanera.

Ya era hora de pasar a la acción. Mientras ella masajeaba amorosamente mi polla, yo sentí que debía devolverle todo ese placer que me estaba haciendo sentir. Con mi diestra desabroché los botones de sus tejanos. "Qué raro" – pensé - Gyna usa jeans de cremallera, no de botones… bah, no importa. Una vez desabrochado metí mi mano dentro de sus braguitas. Para mi sorpresa, Gyna se había afeitado sus partes íntimas, supuse que para darme una sorpresa. No importaba cuando ya estaba metiendo mi dedo corazón dentro de su orificio. ¡Qué rápido se calentó! Con su vulva ya lubricando, susurraba gemidos ahogados en mi oído. Ella acompasaba los movimientos de mi mano con frotamientos contra mi culo, lo que hizo que yo también me uniera al baile. Me empecé a follar su mano al mismo tiempo que la follaba a ella con mi dedo. La respiración era cada vez más acelerada y se podían inhalar las cálidas bocanadas de aire que salían de nuestras bocas. Aquella pequeña habitación olía a puro sexo salvaje.

Yo empecé a notar la imperiosa necesidad de taladrar sus partes íntimas con mi gran herramienta, así que me senté sobre la tapa del WC y le bajé los pantalones. Ella se sentó sobre mi verga, pero en vez de metérsela comenzó a realizar amagos de penetración para calentarme aún más, si es que esto era ya posible. Cogiéndola de la cintura, acabé con aquel juego tan perverso que se traía entre manos. La hice mía. Mientras mi polla le iba entrando yo le masajeaba las tetas dulcemente. Se iba a enterar de quien era yo. "Pequeña zorrita… te vas a enterar… si… te vas a enterar… de quien soy yo" – de mi boca salían palabras incoherentes y obscenas -. "¿Te portarás bien, zorrita mía? Mira que si quieres tu leche… ahh… te vas a tener que portar bien…". Siempre he sido muy caballeroso con las chicas, pero estos momentos de excitación me arrancan palabras de pura perversión sexual. Mientras mis manos recorrían sus tetas – con la oscuridad me parecieron más grandes de lo que recordaba… - ella ponía su dedo índice en mi boca para que yo lo chupara. Cuando llevaba mucho chupándolo, nuevamente lo llevaba a su flor para recoger un poco más de néctar para mi. Los jadeos eran tempestad. Ya no aguantaría mucho más. En el fragor de la batalla, Gyna se levantó de mi verga y empezó a chupármela. Lo hacía distinto de otras veces, como con más ansia. No me importaba. Yo ya estaba en el cielo y decidí que era hora de descargar mi fusil. Sin piedad descargué varios chorros de leche sobre su boca. No iba a permitir que ella levantara cabeza hasta que hubiera acabado, así que la sujete hasta que tuvo la última gota.

Cuando hubimos terminado, ella quitó el pestillo y yo intenté levantarme. Ella me frenó con una mano en mi pecho para que no lo hiciera. "Ah, tienes razón, es mejor que te asegures de que no hay nadie, podrían echarnos por estar yo en el baño de chicas". La dejé hacer y busqué mi caja de tabaco. Cuando me puse el pitillo en la boca ella ya estaba fuera. Con la polla aún llena de su miel, me fumé aquel pitillo de después-de.

Gyna tardaba en volver. Terminé el cigarro y aún no volvía, así que decidí salir. No había moros en la costa. Salí del baño y busqué a mi grupo. Ni rastro, menuda mierda. Pensé que lo mejor era hacerme una raya en el baño (esta vez el de chicos) y salir en su busca. Mejor que sean dos. La nieve me dio energías renovadas para continuar la noche, y salí en su busca. Era un dios todopoderoso con cazadora de cuero paseando por la calle. No tardé mucho en encontrarme con Luis y Roberto, mis más antiguos amigos.

¿Pero dónde os habíais metido?

"¿Dónde te habías metido TÚ?", querrás decir

En el baño. ¿Dónde están Gyna y los demás?

Se han ido a acompañar a Oscar al metro para que vuelva a casa, no se encuentra muy bien. Dijeron que no tardarían.

Ok. "Así que por eso se retrasó Gyna antes en el baño" – pensé -.

Cuando éramos niños, los tres habíamos compartido algunas experiencias muy íntimas y eso nos había unido mucho. De un par de años para acá yo había sustituido a Luis como líder de la tríada, y aún seguíamos siendo grandes amigos. Continuamos bebiendo en la calle durante un rato hasta que volvieron los chicos y Gyna. Ella se tiró sobre mí en un tierno abrazo seguido de un beso.

Eh, tortolitos, iros a un hotel jajaja – dijo Luis -.

Pues mira, no es mala idea jaja – respondí yo -.

Al parecer lo mismo opinaba Gyna, porque me agarró la mano y me llevó con ella inmediatamente después de pedirle las llaves del coche a Roberto. Me despedí de mis amigos con una sonrisa de complicidad. El coche estaba aparcado unas cuatro calles más abajo en un solar. Velozmente nos metimos dentro del coche. Gyna me dijo que ahora era su muñeco y tenía que quedarme quieto sin mover un músculo. Me abrió la bragueta y sacó afuera mi polla, que debido al último uso que le di aún estaba fláccida. Gyna en cambio parecía como si no hubiera perdido fuerzas con el numerito del baño, porque empezó a chupármela tiernamente. Con su mano derecha acariciaba mis cojones con suavidad. Yo me empalmé al poco tiempo y eso excitó a Gyna muchísimo, pues decidió masturbarme con sus tetas también. Me estaba follando sus tetas y al acabar cada empujón metía la punta en su boca. Para lubricar un poco mi aparato escupió un poco de saliva sobre ella y la extendió con su lengua. Mi verga en ese momento alcanzó un tamaño mucho mayor que el que poseía normalmente, que eran unos 16cm. No se cuanto creció de más, pero mucho. Con la mano ella apretaba la base del pene para aprisionar toda la sangre en él y después soltaba solo para repetir el proceso. De esta manera adquirió un tono rosado-rojizo. Para evitar que me corriera demasiado pronto, ella dejó de chuparmela, se sentó sobre mi entrepierna con el pantalón aún puesto y me puso sus tetas en la boca. Yo mamé como un bebé. Un montón de flashbacks de la infancia volvieron a mí.

Cuando mamaba del pecho de mi madre… La primera vez que descubrí el sexo con Luis y Roberto… Perdí la noción del tiempo, todo cuanto existía para mí eran aquellos dos suntuosos pechos – comprobé que efectivamente la oscuridad hacía que me parecieran mayores de lo que eran, porque en el coche con la luz eran tal y como las recordaba -. Como gemía ella… La excitación de estar contra sus tetas y el poco tiempo que había pasado desde la última descarga hicieron que me corriera ahí mismo, contra sus pantalones. Varios chorros de leche quedaron en sus tejanos. Ella se pasó la mano por su culo para recoger un poco de mi esperma y llevárselo a la boca. Entonces me fijé. ¡¡Sus tejanos eran de cremallera, no de botones!! ¡¿Pero entonces… quién era la chica del baño?! Supongo que nunca lo averiguaré. Seguí preguntándome lo mismo mientras fumaba mi segundo cigarrito de después-de