Las amigas de Micki
En este relato cuento mis primeras experiencias en el mundillo de los universitarios. Es mi primer año estudiando Psicología, una carrera llena de mujeres y no tardo en formar un grupo de amigos bastante interesante...
Mis amigos me llaman Micki. Hace dos años descubrí que además de las mujeres, a veces me sentía atraído físicamente por los hombres aunque normalmente no en la misma medida y no tuve problema en revelarlo a mis amigos y conocidos, aunque esto me hiciera perder algunas amistades, pero para qué voy a querer tener a mi lado a gente que no me quiera como soy. “¡Que se jodan!”- pensé.
En resumen, yo me siento casi bisexual, lo cual es un chollazo ya que tengo el doble de mercado que el resto de gente. Pero esto también genera un problema. Seguro que habéis oído decir el tópico “no se puede tener amigas” refiriéndose a que no se pueden tener amigos de distinto sexo. Pues bien, en mi caso he de decir que me siento muy identificado con ello, hasta el punto de que me estoy empezando a considerar un depravado sexual.
Todas las relaciones que tengo siempre las acabo relacionando de una u otra manera con el sexo. Para ser sincero, creo que soy un hombre bastante atractivo y esto hace que generalmente consiga los rolletes que me apetezcan (con mujeres). Me encanta filtrear con todo el mundo y me considero en muchas ocasiones un calientadetodo.
Para que os hagáis una idea de mí, actualmente soy un chico de 23 años, 1.85, con la piel morena y de ojos verdes. Tengo un pene bastante grande pero sin exagerar, que cuando se pone duro aguanta horas. Aun así, las mujeres dicen de mí que lo que más las gusta son mis pectorales y mis brazos.
La historia que os quiero contar es la de mi primer año en la universidad, hace ya 4 años.
Los primeros días antes de la universidad no paraba de darle vueltas a quienes se convertirían en mis nuevos amigos. Llevaba toda la vida con el mismo grupo de gente desde el colegio hasta el bachillerato y se me hacía raro pensar en hacer nuevas amistades por mi cuenta. Iba a estudiar Psicología en la universidad autónoma de Madrid y tenía entendido que había una mayoría aplastante de mujeres en esa carrera, lo cual no sabía del todo si me gustaba.
Resultó que me metieron en la misma clase que una chica de mi instituto, a la que conocía de vista pero apenas habíamos coincidido nunca, por lo que no sabía nada de ella. Era cierto lo de las mujeres en psicología, ya que de 50 personas apenas éramos 4 o 5 hombres.
Con el paso de las semanas fui estableciendo un grupito, que se había formado principalmente por la zona del aula donde nos sentábamos, atrás a la izquierda, pegados a las ventanas. El grupo se componía de 7 chicas, un chico y yo. La chica de mi instituto no estaba con nosotros, pero había corrido el rumor de que yo era bisexual y ya se había enterado toda la clase.
Es curioso, pero las chicas me empezaron a tratar de otra manera más íntima, como si yo fuese gay y no bisexual. Lo noté en pequeñas cosas como pedirme que les pusiera crema (aun estábamos a principios de septiembre y hacía un sol de muerte), o en otros casos en situaciones más claras, como cuando hablábamos sobre los pocos chicos que había en la facultad. En esas conversaciones yo notaba que el otro chico del grupo, Juan, se sentía bastante desplazado.
De las chicas con la que más confianza había cogido era con Sonia, una chica bajita, de ojos achinados, delgada y con un culo para morirse de placer. Además estaban:
- Bárbara, una chica rubia con unas tetas muy bien puestas y con una preciosa sonrisa. Era la chica más agradable y abierta con la gente;
- Rachel (la llamábamos Raquel), una estudiante extranjera dos años mayor que había venido de Holanda, con pequeñas pecas alrededor de la nariz y del escote. Hablaba con un acento muy sexy.
- Sara, la chica más atractiva del grupo, de perfectas medidas y con un pelo muy liso. A pesar de ello era la más tímida.
- Natasha, una modelo rusa pero que había vivido siempre en Madrid, rubia y alta. Además, se notaba que era la chica más lista de la clase.
- Pamela, dominicana de piel bastante oscura y con unos pechos enormes. Siempre parecía estar pasándoselo bien y riéndose.
- Anita, una chica andaluza muy alegre con un largo pelo rizado y con un culo muy apretadito que a pesar de estar muy buena tenía complejo con su cuerpo.
Y luego estaba Juan, un chico bastante normalito, muy simpático, con pinta de buen tío pero de no haber experimentado demasiado. Era la persona que menos me atraía del grupo, apenas nada, pero no era por el hecho de ser un hombre, es solo que me parecía demasiado delgadito, a mi me gustaban los hombres fuertes, de gimnasio.
Lo cierto es que éramos un grupo de lo más variado, pero juntos lo pasábamos de miedo. Poco a poco nos fuimos acostumbrando a saltarnos clase para tumbarnos al sol en la hierba de detrás de la facultad o para estar de tranquis hablando en corro. Había días en que solo íbamos a la uni para estar ahí sentados en el trozo de hierba que poco a poco fuimos haciendo nuestro.
El resto de gente de la clase parecía tenernos envidia de que hubiéramos formado un grupo en el que nos lo pasábamos tan bien así de pronto.
Ya no solo nos veíamos los días de clase, también empezamos a quedar los fines de semana. Uno de los primeros planes que hicimos fue ir a la piscina de Pamela. Sus padres tenían bastante dinero y ella tenía un chalet con piscina privada. La verdad es que todos nos quedamos alucinados al ver su casa. Por otro lado el resto de piscinas ya habían cerrado, porque estábamos a mediados de septiembre, pero aun hacía el calor suficiente para que apeteciera un chapuzón.
A mí me parecía un planazo, ya que aparte de las ganas que tenía de estar con ellos fuera de la universidad, estaba deseando verlas a todas en bikini. Juan no podía venir ya que se iba con su familia de puente.
Una vez en su casa estuvieron comentando la idea de hacer top-les en las hamacas de la piscina. El tema lo sacó Pamela que decía que siempre que no estaban sus padres en casa a ella le encantaba hacerlo. Muchas se plantearon hacerlo, aunque la única que finalmente lo hizo fue Natasha, que al ser modelo estaba más acostumbrada a mostrar su cuerpo. Yo de primeras aluciné, no me podía creer lo que estaba pasando, ya que mis antiguas amigas jamás lo hubieran hecho delante de mí. Natasha no tenía demasiado pecho, aun así me alucinaba por la idea de que lo estuviera haciendo sin importarle nada que yo estuviera ahí. El resto de las chicas probablemente no lo hicieron por eso.
Yo sentía infinitas ganas de no dejar de mirarla, pero intentaba controlarme ya que además al ser el único hombre sentía que tenía más atención que el resto, pero siempre que podía echaba una miradita.
Por lo demás el día fue muy entretenido, estuvimos echando un partido de waterpolo y jugando con unas colchonetas que tenía. Pamela nos ofreció quedarnos a dormir en la sala de juegos que tenía en la planta de abajo. Nos quedamos todos menos Sara, que tenía que trabajar por la mañana.
Pusimos tres colchones en el suelo, y nos preparamos para ver una película chorra americana que ni me acuerdo como se llama. Cuando nos fuimos a dormir tuvimos que montar las sabanas y acordar como íbamos a dormir, no era fácil ya que éramos muchos para pocos colchones. Habían por un lado dos colchones individuales y uno para dos (que además era el bueno), en el que Pamela, Natasha y Anita se habían pedido dormir nada más verlo. En uno de los otros colchones se pusieron Bárbara y Raquel, y finalmente yo acordé dormir con Sonia, que ya por entonces tenía mucha confianza con ella.
Hacía bastante calor y me quedé en calzoncillos y notaba como las chicas me lanzaban miraditas como las que había lanzado yo antes a Natasha. Las chicas también se quedaron la mayoría en ropa interior, incluida Sonia. Las únicas que no fueron Pamela, que tenía su pijama y Anita, la que sentía un poco de complejo, que le pidió a Pamela otro pijama.
Pensar que iba a dormir con Sonia en la cama los dos semi desnudos me excitaba al máximo y claro tuve una erección de las buenas. Rápidamente me metí bajo la sabana pero Sonia se dio cuenta, me miró a los ojos y se rió, pero no comentó nada.
Se podía decir que cabíamos bastante justos, yo solía dormir boca arriba pero tenía los hombros bastantes anchos y en esa postura casi la echaba de la cama por lo que me puse de lado y no tardé mucho en quedarme dormido.
Me desperté a medianoche sudando del calor que hacía y eso que ya estábamos durmiendo sin nada con la sabana echa un burruño en la esquina. De todas formas me daba igual el calor que hacía y no dejaba de mirar el culo de Sonia, que llevaba un tanga. Antes no lo había visto porque se quito los pantalones ya dentro de la sabana pero ahora me estaba deleitando, ¡menudo culazo! Por supuesto tuve otra erección y me empecé a tocar el pene lentamente bajo los calzoncillos. Pensé en tocarla por encima el culo, pero me daba miedo que se despertara y me descubriera.
Me lleve un buen susto cuando oí un ruido del fondo de la habitación pero estuve rápido para entrecerrar los ojos y hacerme el dormido. No estaba la luz encendida pero había un halo de luz en la habitación procedente de las escaleras.
Era Bárbara que debía venir del baño y tenía puestas unas braguitas amarillas, colocadas medio caídas como recién levantada y un sujetador que le quedaba un poco pequeño, ya que sus tetas parecía que se iban a salir de un momento a otro. Tenía un lunar en la teta izquierda que le daba un toque muy sexy. Se fue directa a la cama y pareció quedarse dormida enseguida.
Yo estaba más excitado que nunca y seguí tocándome cada vez más rápido pero intentando no moverme demasiado, hasta que no pude más me baje los calzoncillos y me corrí. Mi intención era correrme en el colchón pero estaba tan cachondo que había salido disparado y un poco había parado al culo de Sonia.
Ojala hubiera podido hacer una foto a eso, pero era consciente de que si me pillaban me podía despedir de todo eso así que fui de puntillas al baño a por papel y limpié bien a fondo la cama, el problema era limpiar el culo de Sonia, que parecía no haberse enterado de nada. Con el dedo intente quitarlo pero se revolvió, aun dormida, y se giró hacia mí, dejándome a la vista sus preciosas tetas y un pezón que tenía medio salido. “Todo solucionado”-pensé, ya que había esparcido lo que quedaba por la cama.
Tenía a Sonia casi cara a cara y ella seguía dormida. Intenté concentrarme en dormir pero me resultaba imposible así que hice como si me revolviera, tocándole un poco la teta de paso. Ella dio un pequeño gruñido y se volvió a girar hacia el otro lado. Yo creo que debió pasar una o dos horas hasta que me conseguí dormir.
Cuando me desperté estaba la luz encendida, estaban todas vestidas y recogiendo. Yo seguía en calzones.
- Buenos días, ¡tío bueno!- dijo riéndose Pamela.
- Heyy buenos días, ¿os habéis despertado hace mucho?
- Micki, ¡deja de mirarme el culo!- me dijo guiñándome el ojo Sonia. Inconscientemente no podía dejar de mirarlo.
- Jajaja graciosa, menuda nochecita me has dado, que no parabas quieta- la increpé.
Pensé en ducharme pero prefería hacerlo en mi casa así que nada más levantarme me fui y llevé a Rachel, que vivía en la residencia para estudiantes extranjeros de la universidad, que estaba a 5 minutos en coche de mi casa. Yo tenía un golf rojo de segunda mano con bastante buen motor, que me había comprado después de trabajar todo un año.
Al llegar a mi casa me encerré en el baño y me hice una paja gloriosa pensando en todo lo que había pasado, desde el top-les de Natasha, hasta las tetas de Bárbara pasando por el culo de mi mejor amiga, Sonia.
Los siguientes días pasaron con bastante tranquilidad en la facultad, cada vez íbamos menos a clase y nos quedábamos fuera planeando la próxima salida. Teníamos tantas ganas de salir por la noche que decidimos, esta vez todos, ir ese miércoles a una discoteca que por entonces estaba muy de moda entre gente joven y claro, era de las pocas que abrían un miércoles.
La discoteca se llamaba Zombie. Yo no había ido nunca pero había oído que era muy distinta a las convencionales, ya que en esta se bailaba a empujones y no había que ir arreglado ni nada.
Finalmente decidimos quedar a las 10 en el parque de Debot, a 5 minutos de Zombie, para hacer un poco de botellón antes de entrar. Por aquellos días estábamos todos pelados y si te querías emborrachar a copas dentro de la discoteca te podías arruinar.
Cuando ya estábamos todos nos sentamos en el césped de una zona bastante escondida, aunque a esas horas apenas había gente, y la que había eran grupos de jóvenes bebiendo como nosotros.
Bárbara propuso varios juegos de beber para que se empezara a animar la cosa. El que más nos convenció fue uno en el que había que ir inventando reglas, tales como “no se puede decir ningún nombre” o no se puede decir “no” y el que incumpliese la norma tenía que beber un trago de su copa. No es necesario decir que a la media hora ya nos encontrábamos todos bastante achispados.
- Vamos a cambiar de juego, yo se uno muy bueno- propuso Rachel.
- Nooo, sigamos con este que es…-fue a decir Juan.
- ¡¡Bebes!!- gritamos todos a la vez (no se podía decir “no”)
- Jajajaja venga va vamos a cambiar que si no vamos a acabar muy mal.
Rachel nos estuvo contando que era el juego que hacía con sus amigos en Holanda para beber, consistía básicamente en poner pruebas a cada persona, y si no estaban dispuestos a hacerla el resto del grupo elegían entre que se bebiera su copa de un hidalgo (de golpe) o se quitara una prenda. Acordamos que serían dos ya que éramos muchos y si no era un castigo demasiado fácil.
Acordamos que el primer turno sería para quien parara primero de beber, por lo que todos empezamos a beber al mismo tiempo nuestras respectivas copas. Pamela fue la primera y el resto nos reunimos para pensar una prueba para ella. Como estábamos empezando le pusimos una prueba bastante facilona que consistía en ir a pedir una bolsa de hielos a un grupito que teníamos enfrente (también fue porque nos estábamos quedando sin ellos). Lo hizo sin problemas.
La siguiente en salir fue la andaluza, Anita. Su prueba consistía en ir a cuatro chichos que había sentados en un banco y pedirles su número de teléfono. Se fue muy decidida hacia ellos pero pasó de largo y luego volvió.
- Eran unos frikazos, ¡no quiero pedírselo a ellos! Mandarme a alguno que al menos me sirva de algo sus números.
- Jajaja fallaste, eso no vale. Te tenemos que poner castigo- dijo Sonia.
- Mmm que se beba su copa, que si no se ha atrevido a pedírselo es que no va suficiente borracha jajaja- dije.
No fue capaz de bebérsela de un solo trago pero si se la acabó terminando. Ahora era el turno de Sara.
- Tienes que enseñarnos todos tus pircings- la dijo Natasha.
- Shhh, callaaa- la contestó Sara.
- ¿¿Qué pircings??- preguntamos todos a la vez.
- Jajaja nada nada, venga pensar otra cosa-
- Demasiado tarde, jajaja creo que todos estamos de acuerdo en que esa es tu prueba- dijo Anita.
- Mmm, esta bien- dijo Sara poniéndose muy muy roja.
Sara siempre me había parecido muy tímida por lo que estaba bastante alucinado con lo que nos pudiera enseñar, no creía que se fuera a atrever.
Primero nos enseño sin problemas el del ombligo. Ese ya lo habíamos visto el otro día en la piscina aunque la verdad es que no lo recordaba muy bien.
Todos empezamos a reírnos y a comentar donde pensábamos que estaba el otro.
- Bah, ¡paso! Os he enseñado un pirsin así que solo tengo la mitad de castigo-dijo Sara.
- Jajaja de eso nada, venga enséñalo, si estamos entre amigos- la intento convencer Pamela. La verdad es que estábamos todos muy intrigados.
Natasha salto y la cogió de los brazos. Al parecer era la única que conocía lo de su pirsin escondido.
- ¡Ayudarme!- grito Natasha.
Sara parecía fingir que ponía oposición más que ponerla de verdad, ya que apenas hacía fuerza. Pamela la cogió de donde la estaba cogiendo Natasha y esta la bajo ligeramente el vestido y el sujetador a Sara, que llevaba un vestido de verano rosita bastante ligero, que hacía que se le transparentara un poco el sujetador.
- ¡Tachán!- dijo Natasha mostrando el pirsin en el pezón de Sara.
El otro día le había visto una teta a Sonia pero esto era mucho más excitante ya que ella nos lo estaba enseñando. Tenía unas tetas increíbles, con un tamaño perfecto y el pezón rosadito. Además el pirsin le daba un toque muy erótico.
- Jajajaja bueno, ya está- dijo Sara subiéndose de nuevo el vestido.
- Fiu fiu- gritaron las chicas. Juan y yo estábamos demasiado alucinados como para decir nada. Se notaba que Juan estaba disfrutando de todo eso como nadie.
- ¡Es tu turno Juan!- dijo Sara intentando cambiar un poco de tema. Seguía sonrojada.
Las chicas y yo nos reunimos para pensar una prueba para él. El grupo de chicos del banco de antes no dejaba de mirarnos y reírse. Probablemente se hubieran percatado del show anterior.
Ya se nos parecía a ver olvidado que el juego era de beber y estábamos totalmente concentrados en hacer pruebas. Notaba que yo no era el único que estaba bastante cachondo, ya que las chicas hablaban de cómo podían desnudar a Juan y decidieron ponerle una prueba que pensaran que no iba a ser capaz de hacer para así ir desnudándole poco a poco. Pamela era la encargada de contarle su prueba.
- Tienes que contarnos con quien de todos los presentes te gustaría acostarte y luego soltarle un buen beso en los morros-
Todos creíamos conocer a Juan y pensamos que no se atrevería a hacer una prueba como esa. Nos equivocábamos.
Sin decir nada, se levantó (estábamos sentados en corro), se puso frente a Anita y le dio un pico en los labios.
- ¡Anda ya!- dije, convencido de que luego me lo agradecería- ¿Eso es un buen beso?
Juan se rió tímidamente, miró a los ojos a Anita y al no ver ningún signo de negación se lanzó y le dio un buen beso. Anita parecía estar disfrutando lo lindo también.
- Jajaja así se hace Juan, creo que no es necesario que nos cuentes con quien te acostarías. Pero ya que has cumplido la prueba a la segunda creo que por lo menos te deberías quitar una prenda- dijo Bárbara al grupo como buscando la aprobación.
- Si, si, estamos de acuerdo- apresuramos a decir.
Estaba claro que en el juego había mucho tongo ya, pero a nadie le importaba y se quitó la camiseta, diciendo que le venía muy bien porque hacía mucho calor. No sé el resto, pero yo me quedé sorprendido al verle sin camiseta, así no estaba nada mal, tenía unos abdominales muy marcados.
El siguiente turno era el de Rachel, que era la que había propuesto el juego así que pensamos que le teníamos que poner una un poco más complicadilla ya que ella había jugado más veces. Teníamos un plan.
La ofrecimos un trato que consistía en que nosotros la dábamos a elegir entre dos pruebas pero a cambio si no era capaz de realizarlas, en vez de dos prendas tendría que quitarse tres. Ella accedió encantada pensando que lograría realizar alguna de sus pruebas.
- Bien, pues te damos a elegir entre dos: la primera es que vayas al grupo de chicos sentados en el banco y les enseñes las tetas, la otra…
- ¡Queeeé!, si bueno esa es mucho muy atrevida que las vuestras…-recriminó
- Ahh, pero no hemos puesto ningún tipo de reglas para las pruebas así que te aguantas jajaja. Bueno la otra prueba consiste en que realices un baile erótico con striptease incluido a quien quieras de nosotros, y como somos buenos luego te dejaremos volver a ponerte la ropa- le explico Pamela.
- ¡Que injusticia! Me habéis hecho el lío…, bueno pues me quitaré las tres prendas. ¿Cada sandalia vale por una no?-preguntó
- Nooo jajaja- contestamos al unísono.
Costó hacer que se las quitara, pero cumplió y se quito las sandalias, los pantalones cortos y el sujetador, lo que nos dejo perplejos ya que pensábamos que se iba a quitar la camiseta. Se le notaban mucho los pezones de punta, estaba muy excitada.
Natasha se ofreció para ser la siguiente en jugar. Yo quería seguir haciendo pruebas del mismo estilo, eróticas, así que propuse que contará la historia de su primera vez. Ella se negó argumentando que era algo muy personal aunque no paraba de reírse al decirlo. Entonces la pedimos que se quitara las dos prendas.
Lo primero se quito los zapatos y después se subió lentamente el vestido como dando un espectáculo, quedándose en ropa interior. Llevaba un sujetador de encaje morado que le hacía unas tetas increíbles. Yo no dejaba de pensar en el top-les del último día.
- Bueno, ¿queréis que os cuente mi primera vez?- dijo Natasha.
Todos nos quedamos sorprendidos ya que ya había pagado prenda.
- Lo que pasaba es que tenía mucho calor…jajaja- dijo Natasha.
- Jajaja ¡Guarra!- dijo Pamela medio bromeando
Natasha empezó a contarnos la historia
- Pues mi primera vez fue en un viaje que tenía con 16 años. Iba a desfilar en una pasarela de moda de Valencia que duraba un par días y estaba muy nerviosa porque no conocía a nadie. El caso es que ahí dentro, en los camerinos grupales donde todos nos solemos arreglar, conocí a un chico un par de años mayor, que por qué no decirlo estaba buenísimo, y encima me piropeaba diciéndome que con este cuerpo yo iba a tener mucho futuro de modelo. Total, que el segundo día me propuso hacerme una sesión de fotos en su casa, me dijo que se las enseñaría a su jefe, que pertenecía a una importante firma de ropa. Acepte. Ese mismo día después de los desfiles me acerque a su casa, que estaba a tres minutos del hotel donde me estaba alojando. Ya en su casa me enseño la ropa con las que me iba a fotografiar y me sorprendió que casi todo era ropa interior, pero tampoco me importó mucho, al fin y al cabo ya me había visto alguna vez en el camerino. Después de hacerme todo tipo de fotos en muchas posturas, el me iba pidiendo que me agachara, que me pusiera sexy, que mirara con más pasión…, me dijo si me importaría mucho hacerme una sesión sin ropa. Me contó que era normal, que así podría ver mejor mi figura, que todos lo hacían…yo al principio me negué, pero me insinuó que si no me hacía esas fotos él no se las enseñaría a su jefe y pensé que ya que había llegado hasta ese punto era una tontería perder esa oportunidad, así que me bajé las braguitas que llevaba en ese momento intentando cubrirme con una mano y me desabroché el sujetador con la otra. “Relájate, suéltate un poco, déjame verte”, recuerdo que me decía el chico, se llamaba Jose. Me pidió que me quedara quieta un segundo y se acercó para corregirme la postura para la foto. Al principio solo me movió la cabeza, pero luego llegó hasta mi cintura y me colocó la mano en la entrepierna separando ligeramente una pierna de la otra. “Así mejor” me decía. Después de hacerme un par de fotos más me propuso que hiciéramos un descanso. Me dijo que me sentara en una silla que iba a dar un masaje para que me relajase. Empezó por la espalda poquito a poco, se notaba que los sabía hacer muy bien, tenía unas manos fuertes y suaves. Cuando ya estaba totalmente relajada noté como empezó a bajar sus manos hasta que llegó a mis pechos y comenzó a pasearse por ahí y siguió bajando y bajando…y bueno ¡el resto ya os lo podéis imaginar!
- Sigue, ¡no nos puedes dejar a medias!- le dije
- Jajaja otro día- me contestó Natasha- Al fin y al cabo ya he cumplido mi castigo.
Todos nos habíamos quedado ensimismados con su historia y ella aun seguía en ropa interior, aunque parecía que ya todos nos habíamos acostumbrado.
- ¡Ostras!, ya son las 2 se nos ha hecho tardísimo- gritó Bárbara levantándose y agitando las manos.
- Que importa, si aquí estamos genial…- dije en un vano intento de que siguiéramos jugando, aunque estaba convencido de que no serviría.
- ¡No! que si no tenemos que pagar más…
En Zombie partir de las 2.30 la entrada subía 5 euros de precio y te daban una copa menos, y las chicas como estaban acostumbradas a pasar gratis a todas las discotecas estaban muy sensibles con ese tema.
- Además, ya se nos ha acabado el Ron- dijo Sara.
A pesar de que con el juego no habíamos bebido mucho, la gente seguía bebiendo de sus copas aunque no les tocase, como siempre. Natasha, Rachel y Juan se pusieron lo que se habían quitado y nos pusimos en marcha.
Tardamos 5 minutos en llegar pero había bastante cola por lo que al final tuvimos que pagar la tarifa más alta. La discoteca de primeras tenía muy buena pinta y era cierto lo que nos habían contado que en la pista de baile bailaban a empujones. Viéndolo desde fuera la verdad es que daba un poco de miedo. Yo tenía ganas de meterme, pero no conseguía convencer a las chicas, que en ese momento estaban pidiéndose la copa, y tampoco a Juan.
La única que se quiso venir al centro de la pista fue Rachel, que me contó a gritos (la música estaba a tope) que le encantaban este tipo de sitios y que en Rotterdam frecuentaba un par de locales así.
Era una locura entrar y en cuanto te descuidabas te metían un empujón por cualquier lado, tanto que de vez en cuando alguien acababa en el suelo.
- ¡Dame la mano y no me sueltes que salimos cada uno para un lado!- grité.
- ¿¿Qué??
- ¡¡¡Que no me sueltes!!!- la repetí
- Aaaa vale- se rió.
Si te quedabas quieto bailabas también de los empujones que recibías por un lado y por otro. Nos abrazamos fuerte y notábamos como íbamos de un lado para otro. Abrazados así me di cuenta de que no se había vuelto a poner el sujetador. Me quedé un poco descolocado y se lo pregunté al oído. Tuve que decírselo un par de veces hasta que me entendió.
Me cogió de la mano y me llevo como pudo fuera de la zona de baile. Subimos al segundo piso que tenía sofás y la zona de los baños, pero apenas había gente. Nos tumbamos en unos sofás.
- Uff, tenía que salir de ahí, ¡estoy sudando! - dijo Rachel.
- Jajaja yo también, pero estaba chulo-la contesté.
- Oye, porque me has dicho eso, ¿se nota mucho?-
- Un poquito sí- sonreí- pero sobretodo al abrazarme.
- Jajajaj y qué, ¿te ha gustado?
Me sorprendió mucho que me dijera eso.
- No pongas esa cara que estaba de coña Micki- me dijo riéndose.
- Un poco si me ha gustado no te voy a mentir- la dije bromeando y guiñándola un ojo.
- Mmm jajaja puedes tocar si quieres.
Yo no sabía si me lo estaba diciendo en serio o si seguía bromeando, pero como estaba borracha pensé que no perdía nada por intentarlo y si luego era de coña pues ya lo arreglaría.
- ¡Tú lo has querido!- dije intentando seguirla el juego.
Me acerqué a ella y puse mis manos sobre su camiseta, era increíble que me estuviera dejando hacer eso y lo mejor de todo era que notaba sus pezones a través de la camiseta.
- ¿Te gusta? Jajaja- me dijo
La sonreí y seguí masajeándolas tan a gusto. De pronto me quitó las manos y se subió lo suficiente la camiseta para que quedaran sus dos tetas al aire. Eran muy blanquitas, con unos grandes pezones y tenía pequeñas pecas alrededor del escote
- ¿Qué? ¿Mejor que las de Natasha? Jajaja, que no dejabas de mirarlas el otro día eh pillín.- dijo.
Yo seguía sin decir nada no fuera a ser que la cagara. Estábamos en unos sofás en la esquina y con la poca gente no creo que nadie se diera cuenta de lo que pasaba.
- ¿Crees que me quedaría bien un pircing como a Sara?- me dijo.
Acerque los dedos y los puse sobre su pezón girándolos lentamente, mientras asentía.
- He de confesar que yo tengo otro pircing secreto…- me dijo Rachel.
- Jajaja en serio, ¿Dónde?
- Si quieres vamos al baño y te lo enseño- me contestó.
Estaba súper cachondo y no me creía que me fuera a enrollar con el pibón de Rachel. No dude ni un segundo y dejé que Rachel me llevara. Entró muy decidida al baño de mujeres llevándome de la mano. El baño era bastante grande y un par de chicas retocándose en el espejo se miraron entre ellas con cara de asombro y cuchichearon algo que no entendí.
Rachel y yo nos metimos en una de las puertas, me agarró fuerte del brazo y me sentó en el retrete. Sin pensárselo dos veces se bajo los pantalones y las braguitas y agarrándome de la mano empecé a masajearle el clítoris y descubrí donde tenía su pircing.
- Mucho mejor que el de Sara- la dije.
- Jajaja ya lo sabía yo…-me contestó- ¿no sabes usar la lengua o qué?
Me quedé sorprendido de fuera tan directa pero eso me gustó.
Mientras la chupaba el coño notaba como ella se retorcía de placer, de vez en cuando daba algún golpe contra la puerta. Pensé que las chicas que estuvieran en el baño estarían flipando.
Al par de minutos y sin decir nada, se arrodilló y mirándome a los ojos desde abajo me bajó los pantalones y los calzoncillos.
- Mmm no está nada mal tu amiguito- me dijo.
Al principio utilizó solo su mano, moviéndola firmemente de arriba abajo. Rachel llevaba un anillo en el dedo y me encantaba la sensación que me daba eso. Se escupió la mano izquierda y empezó a jugar con mis huevos mientras me masturbaba.
Después siguió con la boca. Giró un poco la cabeza, dejando a un lado su larga melena rojiblanca y comenzó a chuparme el pene haciendo gárgaras y moviendo la lengua de un lado para otro.
Me habían comido la polla varias veces antes, pero ninguna como esta. De vez en cuando subía la cabeza y me miraba a los ojos con mirada lasciva.
De repente alguien abrió la puerta y metió un grito al vernos.
- Perdón- dijo riéndose.
Rachel ni siquiera se había inmutado, siguió con su trabajo y se quitó la camiseta del todo.
- ¿Tienes preservativos?- la dije con una voz entrecortada. Me estaba muriendo de placer.
Afirmó con la cabeza y me hizo una seña para que los sacara de su bolso. Una chica preparada, como debe ser.
- Levántate- la dije- ponte mirando a la pared.
Hizo lo que le pedí, y me puse el condón.
Rachel estaba totalmente desnuda, con las tetas pegadas a la puerta, la cabeza girada y mordiéndose el labio esperando que se la metiera.
Me acerque a ella y se la metí desde atrás pero por el coño, era mi posición favorita. Pensaba metérsela poco a poco pero estaba tan húmeda que entró de golpe. Al principio fui poco a poco pero no tardé en ir rápido y hasta el fondo, a lo bestia.
Estábamos follando como conejos en el baño de la discoteca mientras nuestros amigos estarían por ahí haciendo cualquier cosa, aunque tampoco nos importaba demasiado.
Mientras la follaba, con dos dedos la masajeaba el clítoris y le comía la boca a mordiscos. Nuestras lenguas ahora jugaban entre ellas y estaban más excitadas que nunca. Lleve mis dedos húmedos a su boca y los chupó con ansia.
Al rato probamos otra postura, en la que yo me sentaba en el bidé y ella montaba a horcajadas sobre mí, era un poco más difícil pero tenía fácil acceso a todo su cuerpo. Mientras ella se balanceaba y se movía de arriba abajo yo le ponía la cara sobre sus grandes pechos y la besaba en la zona del escote, donde tenía las pecas.
Poco a poco empezó a no poder controlar sus gemidos y cada vez era más escandalosa. Le puse la mano en la boca pero me la empezó a lamer y siguió gritando cada vez más fuerte hasta que tuvo un orgasmo. Echo su cabeza hacia atrás haciendo que su larga melena la llegara hasta el culo mientras lanzaba un último grito mudo.
Tras una pequeña pausa me miro y me dijo “Tranquilo que tu hoy no te quedas a medias”. Se volvió a arrodillar y la empecé a follar la boca, moviéndome yo esta vez y ella con la cabeza estática y la lengua sacada como una guarra. A todo esto ella no dejaba de mirarme a los ojos con deseo.
- Quiero que te corras en mi boca- me dijo.
Cuando ya no aguantaba más la agarré de la cabeza por detrás y le introduje mi pene con fuerza corriéndome dentro de su boca.
De primeras la entró una arcada y escupió lo que tenía en la boca, pero un poco se había quedado en el labio superior y con un movimiento de lengua de izquierda a derecha se lamió y se lo tragó.
La sonreí y me di la vuelta en busca de mis calzoncillos.
Ahora que me había corrido y no estaba tan cachondo perdido, fui un poco más consciente de lo que acababa de suceder y no tenía ni idea que iba a pasar a partir de entonces. Tampoco sabía que decirla ni cómo actuar cuando saliéramos del baño.
Estuvimos apenas medio minuto vistiéndonos y limpiándonos sin decir ni una palabra. Salí del baño detrás de ella rápidamente y mirando al suelo.
- ¿Vamos a buscar a estos?- me dijo
Levanté las cejas y me quedé mirándola con expresión dubitativa, intentando decirle mucho sin decirle nada. Pero no se enteró o se hizo la loca.
- Venga, ¡vamos!- dijo
La seguí otra vez en silencio y pensando una excusa para cuando les encontráramos, aunque estábamos todos tan borrachos que pensé que probablemente ni se lo preguntarían.
Nada más bajar las escaleras vi que estos seguían más o menos donde les habíamos dejado, se habían apoderado de un trozo de pared y estaban bailando ahí a su rollo. Indiqué a Rachel con la cabeza donde estaban y me adelanté.
- Ey ¡chicas!
A veces aunque estuviera Juan me salía automáticamente, ya que eran clara mayoría.
- Mickiii- me llamó Sonia muy borracha tirándose encima mío y dejándome a la vista su gran escote- jajaja perdona me caí, ¿dónde habéis estado?
- Bailando en la pista- contesté apresuradamente antes que dejar hablar a Rachel.
- Pues hemos estado bailando por ahí y no os encontrábamos, ¡mira que moratón me han hecho!- se bajó un lado del tirante y enseñó un pequeño círculo morado que tenía.
El resto de la noche se pasó bastante rápido. Sonia había bebido demasiado y decidí acompañarla a casa antes en Taxi. Ya eran las 5 de la mañana y podríamos haber esperado al Metro, pero Sonia estaba que se caía y cuanto antes llegara a casa mejor. Por suerte, me había dicho que estaba sola en casa por lo que nadie la vería en ese estado.
Por otro lado tenía muchísimas ganas de contarle lo que había pasado esa noche y sabía que ella me guardaría el secreto, aunque probablemente no se acordaría al día siguiente así que decidí aguantarme
Una vez dentro del Taxi, Sonia se apoyo sobre mi hombro y durmió. Me acordé de la noche que habíamos dormido juntos en la misma cama en ropa interior. Mi pene empezó a crecer pensando en esa noche, intenté controlarlo y pensar en otra cosa pero no era capaz. Quería colocármela para arriba y que así no se notara tanto pero Sonia estaba demasiado apoyada en mí y sentía que al mínimo movimiento la despertaría.
Intente moverme un poco para que se quitara de mi hombro pero en vez de eso se apoyó sobre mi muslo y peligrosamente cerca de mi polla. En ese momento la tenía enorme, sentía que no podía parar de crecer y que se iba a encontrar con la cabeza de Sonia y así fue, pero Sonia pareció no darse cuenta y es más giro la cabeza de modo que ahora tenía la cara apoyada sobre mi polla erecta.
Estaba tan cachondo y porque no decirlo, borracho, que desvariaba pensando en bajarme los pantalones y metérsela en la boca, pero obviamente no lo iba a hacer. Empecé a pasarle la mano por la cabeza, jugando con su pelo y de paso apoyando un poco su cara sobre mi pene, por encima del pantalón claro. Seguí bajando mi mano haciéndola caricias por la espalda, siempre de modo amigo, igual que si estuviera delante de mí en clase.
De todas formas parecía no estar enterándose de nada, estaba medio dormida, con la boca abierta. Sonia llevaba un vestido de verano de flores muy ligero y se había desabrochado dos botones del escote por el calor que tenía en la discoteca.
Me incliné lo máximo que pude para tener una mejor visión de sus pechos, que estaban medio fuera, me extrañaba que no asomara ningún pezón.
Un par de minutos después llegamos a su casa. Mi idea era que ella se bajase ahí y yo seguir con el taxi hasta mi casa, pero al intentar despertarla me di cuenta de que estaba peor de lo que pensaba, ya que casi no sabía dónde estaba, así que decidí bajarme para acostarla e irme.
Tuve que llevarla medio en brazos hasta su puerta y ahí ya la desperté del todo para que se incorporara un poco y abriera la puerta. Me dijo que se encontraba súper mareada y la acompañé al baño.
Me había imaginado una casa más grande por lo que me había contado, pero no estaba nada mal. Vivía en unos chalets adosados en Mirasierra.
Sonia estaba sentada en el suelo apoyada sobre el bidé y yo a su lado apoyándola, así estuvimos 10 minutos, pero nada. La dije que saldría un minuto a ver si sola se encontraba más a gusto, aunque yo creo que ni me oyó, estaba con la mirada perdida.
De pronto me vi solo en su casa y sin nadie pudiendo hacer lo que quisiera y me entró un poco la vena cotilla así que me fui a su cuarto. Lo tenía bastante desordenado, con ropa tirada por el suelo, incluida su ropa interior, y con la cama a medio hacer. Tenía una gran estantería, donde había un montón de libros, cajas y una colección de frascos de perfume. Me puse a rebuscar en los cajones y en principio no encontré nada muy interesante. Tenía una cámara digital, varios pases de discotecas, un mp3 y unos folletos de un viaje a Grecia, que según me había dicho en clase había hecho con su familia ese verano.
El segundo cajón si fue bastante más interesante. Tenía una caja de preservativos medio vacía y un lubricante con sabor a frutas del bosque. Además tenía un taco de fotos impresas, de lo que parecía ser el viaje a Grecia. En las primeras fotos salía con sus padres y su única hermana de 17 años todos juntos en Atenas.
Mi gran sorpresa fue cuando vi las que salían en la playa. En unas salían con su madre en las que Sonia llevaba un bikini de rayas rojas y blancas, pero en otras salía con su hermana y su madre, las tres en top-les, con las tetas al aire. No me lo podía creer, estaban buenísimas las tres, aunque la que más me excitaba era Sonia, especialmente en las que se le veía el culo, que con la parte de abajo del bikini, que casi era un tanga por su tamaño, estaba muy sensual. Tenía un culo respingón para hacerla de todo.
De las tres, Sonia era la que tenía las tetas más pequeñas, y sin duda las de su hermana pequeña eran las mejores puestas, bien firmes y grandes.
Me asomé un segundo por la puerta para ver si oía algún ruido pero todo seguía en calma, seguramente Sonia se habría quedado totalmente sopa en el baño así cerré la puerta, me bajé los pantalones y me hice una paja gloriosa mirando las fotos de la playa, en especial la que salían las tres juntas, que era increíble.
Cuando acabé me corrí sobre esa misma foto, que decidí quedarme, y después de limpiar todo un poco con un clínex que había sobre su mesilla me fui al baño a tirar eso y a ver como seguía Sonia, que ya no podía dejar de mirarla con ojos deseosos de desnudarla.
- Sonia, Sonia, ¿qué tal te encuentras?- pero no hubo respuesta- ¡¡Sonia!!- la grité ya bastante preocupado.
Aun así casi ni se inmutó. Pensé que tenía que hacer algo y siempre había oído que una ducha fría te despeja mucho cuando estás en esas condiciones y además así podría desnudarla y tendría una excusa perfecta.
La agarré intentando que se pusiera de pie, pero casi no se sostenía. Probé quitándole el vestido estando ella tirada en el suelo, y aunque fue un poco complicado lo conseguí, apoyándola sobre mí. Prácticamente la manejaba como si fuera un juguete, ya que pesaba muy poco y no oponía nada de resistencia.
Estaba medio inconsciente, vestida tan solo con los calcetines, un sujetador beige y unas braguitas amarillas. “Que pena que hoy no lleve tanga”- pensé.
Para que os hagáis una idea del baño, era una ducha de las que solo son ducha y no bañera, y tapada entera por mamparas, con un espacio bastante pequeño.
La llevé como pude dentro de la ducha y una vez allí puse el agua fría y apunte hacia ella. Deje un lado de la mampara abierta para tener un poco de espacio, además su piernas salían por ahí ya que estaba medio tumbada.
Al enchufarla con el agua se movió un poco y soltó una especie de gruñido, pero solo por un segundo, ya que luego siguió ahí tumbada tan pancha sin molestarla el agua fría. Estaba totalmente empapada y se le transparentaban muchísimo los pezones, que tenía marroncitos (como ya había visto en la foto) y también los pelos de ahí abajo, aunque no tenía mucho, los tenía bastante recortaditos.
Se estaba saliendo muchísima agua y no iba a parar a no ser que cerrara la mampara. Decidí meterme dentro, para poder ponerla de pie e intentar despertarla un poco y de paso que no se saliera más agua. No quería mojarme toda la ropa, así que me quedé en calzoncillos, llevaba unos de tela que eran bastante largos. “Será como si nos estuviéramos bañando en bañador”- pensé que eso sería lo que le diría si me preguntara al día siguiente.
Me desnudé hasta quedarme en calzoncillos y agarrándola de las axilas la puse de pie frente a mí y cerré la mampara. Estábamos bastantes apretados, lo que en realidad me venía muy bien ya que así no tenía que estar sujetándola todo el rato y prácticamente al estar entre mí y la mampara se quedaba de pie sola.
Ni en mis mejores sueños podía imaginar una situación más erótica, los dos mojados en ropa interior y muy pegados. En ese momento ella estaba de frente mío, sus turgentes pechos chocaban contra mis abdominales y mi polla que ya estaba enorme luchaba por salir de los calzoncillos, chocando contra su cintura desnuda.
La agarre por la espalda para que no se callera y la pegué mas a mi aun, poco a poco fui bajando la mano hasta ponerla en una de sus increíbles nalgas. Sonia de vez en cuando se movía un poco e intentaba decir algo pero apenas se la entendía. Parecía mentira que se hubiera puesto así solo con alcohol.
Yo tenía ganas de dejarme de gilipolleces y de penetrarla ahí mismo pero me asustaba que consecuencias traería eso. Aun así, estaba tan cachondo que no podía resistir más, la di vuelta, me agaché poniéndome a la altura de su precioso culo y le bajé poco a poco con disimulo las braguitas. También me baje mis calzoncillos y empecé a pasear mi pene alrededor de su culito.
Ya solo le quedaba puesto el sujetador, y pensé que llegados a ese punto que importaba así que la volví a poner frente a mí y la desabroche el sujetador, era uno de los que se quitan por delante. Nada más quitárselo su primera reacción fue llevarse las manos a sus pechos, pero al segundo las dejó caer, dejando a la vista unas sus no muy grandes pero bien puestas tetas.
Sentía la necesidad de follármela, pero conseguía aguantar a duras penas y en vez de eso, cogí el gel y con mis manos me puse a frotar y limpiar todo su cuerpo. Era un gel llamado Hidro-Genesse, de color azul que olía realmente bien. Suavemente empecé rodeando su cuello y su escote, bajé por su espalda, haciendo mucha espuma, le froté bien las nalgas y la raja del culo, lentamente recorrí toda su figura desde los pies hasta las orejas pasando por su pequeño ombligo y por sus pezones marroncitos.
Mientras me deslizaba por su cuerpo, mi polla también lo hacía acercándose a su clítoris, subiendo y bajando por sus muslos y su culo. Cansado de esperar, la coloqué de espaldas y presioné sobre su espalda para que quedara agachada, dejándome camino para penetrarla.
En ese preciso instante llamaron al timbre. “Ding-dong”- “Ding-dong”…
¡Esto no me puede estar pasando! ¿Quién cojones podrá ser a esta hora?- pensé. Quité la ducha para que no se oyera nada y traté de ignorar el timbre, pero no dejaban de llamar y dar golpes en la puerta. También se oía de fondo como se intercalaba el sonido del móvil de Sonia con el fijo de su casa.
No sabía qué hacer, a lo mejor eran sus padres y verían en qué situación estábamos, aunque por otro lado sería muy raro que llegaran a estas horas y sin llaves.
Senté a Sonia en la ducha, rápidamente cogí una toalla, me sequé y me vestí como pude.
Salí del cuarto de baño haciendo el menor ruido posible. Antes me miré al espejo, por suerte llevaba el pelo muy corto y se secaba en seguida con la toalla, así que casi no parecía que me hubiera duchado, aunque estaba un poco sofocado.
Ya estaba amaneciendo, debían ser las 7 de la mañana.
Me acerqué a la puerta y mire por la rejilla. Reconocí su cara. Hacia menos de una hora me había pajeado con una foto suya. Era su hermana de 17 años.
- ¡¡Abre!!- dijo tocando la puerta-
La abrí y se me quedó mirando con cara de espasmo.
- Tranquila, soy amigo de tu hermana, hemos salido de fiesta y ha bebido demasiado, la he traído para que no la pasara nada- dije.
- Ah- dijo ella, aun un poco en shock- ¿y ya está mejor?
- La verdad es que no, se ha metido en la ducha, pero estoy llamándola a la puerta y no me contesta- mentí, obviamente no le podía contar lo que de verdad había pasado.
- Voy a ver- dijo cerrando la puerta y dirigiéndose al baño.
Continuará…