Las actividades zoofilicas de Ca Engracia

En una remota aldea la llegada un nuevo inquilino, este descubre el paraíso de la jodienda en el manantial del Buen placer, donde se producen variadas y varias formas zoofilicas.

Las zoofílicas cuñadas y suegra

Estaba cansado de la ciudad, y me fui a vivir al campo a una aldea perdida cuyo poblamiento se hallaba desperdigado por una amplia porción de tierra, que comprendía bellos bosques no muy densos, alguna laguna, y tierras llanas, y la casa que tenía por lindera, estaba a unos ciento cincuenta metros, las otras ya estaban muy lejos, casi que fuera del alcance de la vista.

Me aposenté en mis predios, y una vez instalado saludé a mi vecina, más próximo Casa Engracia, la cual ocupaba una matriarca, la señora Engracia, que rondaba unos 60 años, viuda y madre de dos felizones hijos de 30 y 40 años.

El más joven vivía con su señora, una espigada moza, de poca teta pero de buen culo y que respondía al diminutivo de Lore, y que junto a su marido vivián en la parte de debajo de la casa materna.

El otro hijo vivía en la ciudad más próxima, y venía todos los fines de semana de viernes a domingo, y con él venía su santa esposa, como el mismo decía, Ludivina, moza de buen ver buenas tetas, aunque no excesivas buenas caderas y fuerte culera, sin desproporciones, ambas mujeres, incluida la matriarca, de sonrisa fácil y amplia.

A mediados de semana recibí la visita de Doña Engracia, que me traía algo de comer, pues me veía muy ocupado en los trabajos de restauración de la casa, la cual le enseñe aunque sin apenas muebles, cuando llegamos a la habitación en la cual solo había una colchoneta para dormir, la señora Engracia me dijo aquello de que duro debía ser dormir en el suelo y solo, a lo cual me invitó mientras venían los muebles a probar una de sus muchas camas pues la casa era grande, ante tal sugerencia y viendo el frío y desangelado la mi actual casa, pues aproveché la ocasión y le dije que encantado, pues estaba esperando al fontanero  y estaba sin agua, por lo cual,  la cogí por la palabra, y me invité a pasar unos días en su compañía mientras venían los muebles, el fontanero, el electricista,, etc.

Llegué a casa de la Engracia, y pronto me dispuso una habitación, cerca de la suya, en la parte trasera y soleada de la casa, eso sí con baño compartido, ya instalado las dos buenas damas de hicieron cargo de hacerme feliz la estancia y la cena, mientras el felizón de Pablo se iba a atender los animales y dar una vuelta por la finca.

Las señoras una vez cenado, se pusieron a la frega de los cacharros y puede admirar las trazas de sus bodys a conciencia, y como se gastaban las bromas una la otras como adolescentes, y con algún que otro restregón.

La Engracia, de vez en cuando se daba vuelta para ver sí yo seguía en la mesa, a la vez que mostraba una picarona sonrisa, en un par de veces se inclinó para coger algo de debajo del fregadero, dejando al aire unos buenos muslos … la nuera, la Lore se dejaba también querer y lisonjear, a cuya tarea me apliqué dejando en la conversa segundas interpretaciones que la Engracia pillaba al vuelo, mostrándose cada vez más desinhibida.

Al final cada mochuelo a si olivo, del cual salí a media noche para evacuar aguas menores y sin darme cuenta dejé la puerta abierta y el morcillón en plena descarga, es eso que sale la Engracia en enaguas hacia la cocina y ve la escena haciéndose la encontradiza mostrando su buen rabel que fue rascando mostrando que iba salvo la enagua en pelota picada.

Cuando volví a la habitación, puede ver por la entreabierta puerta de la habitación de la Engracia que esta estaba sobre la cama recibiendo una luz indirecta que hace relumbrar su buen jamonar.

Me acerqué a la Engracia que se hacía la dormida con toda la enagua reblagada dejando la cuca al buen aire de la noche, le pasé despacio un dedo por entre los impresionantes labios de la cuca, los cuales húmedos y rabiosos dejaron que el dedo buscase las interioridades, otro dedito adelantado en el clítoris, y pronto sentí una mano que apretaba la mía para que siguiera y penetrara más y más brío.

En eso estuve en unos minutos hasta que me decidí a presentar batalla sacando al “ bicho” a darse un garbeo por tan anchurosos paisajes, entré como una exhalación, con los dedos metidos y la mano llena de babas, pronto la Engracia me arrastró a que siguiera con mis maniobras pero en la postura de perrito, donde los suspiros, y las frases entrecortadas de “no pares cabrón” o dame polla hasta el cielo la boca” me doblaron sobre su espalada y enlazando sus buenas tetas me vine hasta no quedar una gota  en los huevos. Digamos que exprimió hasta la ultima gota, y luego pues hala cada uno a su camita.

Al otro día todo eran sonrisitas, pero de lo de anoche como sino hubiera sucedido, pero algo debía saber la Lore, pues pronto también se puso a tiro, con algún roce que otro y autoinvitándose para llevarme a mi casa comida, lo cual aprovechamos para darnos un revolcón en mi colchoneta, con una buena comida de chocho mientras le sondeaba  el ojete,  el cual se abrió como capullo en primavera, una buena paja   en el chocho, pero pronto me dí cuenta que a la flacucha le iba lo anal, pues pronto se puso en posición una vez hubo calibrado al “ bicho” , que   ella misma se empitonó entrando de una tacada hasta la base, lo del mete y saca una vez se hizo al engaste fue coser y cantar, aunque más bien berreó de lo lindo, tuve que enviarla para casa tras el fuerte envite, pues estaba enganchada a recibir más y mejor, pues prisa no debía tener…

La cosa es que a las dos semanas me llegaron lo muebles, y los mocetones de Ca Engracia pues me ayudaron y descargarlos y a colocarlos en su sitio, lo cual les agradecí y ellos a mi , en el sentido de  atender a las señoras de casa y  haber si se repetía, para poder darse ellos un garbeo urbano. No pregunté qué tipo de garbeo, pero terminaría sabiendo su naturaleza.

Estábamos en eso de la mudanza cuando vi a las dos jóvenes musas: Lore y Ludivina salir contentas y juguetonas, teniendo al Gran Khan un impresionante Terramova, y a Rasputín, un Gran Danés tirando de ellas, que según mis compañeros de mudanza, allá iban las “zorronas” o sea sus respectivas a darse un chapuzón al viejo manantial del Buenplacer,

Me quedé con la copla, de la alegría de los perros, que solían estar en unas amplias jaulas y muy bien cuidados, y que según mis anfitriones, todos los sábados de dios, se iban las madamas y los chuchos de paseo, sin que les importara un pito lo que allí hacían o en que se entretenían…y a veces hasta se iba la madre, según me explicaban

Me quedé con la copla y tras algunos escarceos sexuales con las dóminas de la casa, salvo con Ludi que al venir de fin de semana era difícil realizar acercamientos. En todo caso las seguí un buen día, y al poco de adentrarse en el aislado bosquete del Buenplacer la dos cuñadas soltaron a los perros que saltaban de alegría y queriendo ya tirarse por encima de las féminas, estas al poco para mi sorpresa se morrearon un buen rato entre ellas dos y por en medio con los canes.

Llegados al manantial, la buena de Lore ayudó a su potente cuñada, de tersas tetas y buenas nalgas a desaparecer sus ropajes, para extenderse en las toallas y dejar que los chuchos empezaran el banquete de lametones de forma indiscriminada, las lenguas caninas se esforzaban en penetrar a ambas dese el ojete al chocho, para delicia de estas que se dejaban hacer abriendo cada vez más las piernas.

Yo desde la lejanía, observaba sin quitar ojo a cuanto ocurría hasta que sentí una manaza que me cogía por el pescuezo  y gritaba eso de “he pillado a u m mirón”, lo cual despertó las risas de casi todas las presentes, menos la de los chuchos que amenazaban con arrancarme los huevos, pues la Engracia me había pillado no solo observando a las nueras sino con el manubrio  en la mano, el cual por el olor parecía atraer a los dos  canes , los cuales fueron azuzados para terminar en tierra  y la  polla yendo hacia abajo del miedo.

Pedí perdón por la indiscreción y por invadir sus terrenos y su intimidad, lo cual fue fruto de un chantaje, sino quería que esto acabase mal y en conocimiento de sus hijos y maridos, o lo que es peor  ser destrozado por las fauces de Kahn y Rasputín, lo mejor es ya sabes “plegarse “ a nuestro deseos y ya que siempre se lo hacían solas, pues mira por donde  iban a tener un nuevo entretenimiento, y así fui como caí en la emboscada que me iban preparando desde hacía días  las féminas de Ca Engracia.

Y así como pronto la Engracia tomó las riendas de la situación y ordenó a los chuchos guardianes una vez me puso en pelota no me quitasen ojo y me embardunaran de babas, lo cual fue cumplido iso facto, a continuación se montó encima de mí empezó sus particular montaña rusa, invitando a que sus “nenes” lamieran los jugos que por entre mis huevos se iba cayendo, y  a modo de un buen el festín que la matriarca me iba echando.  Cuando ya me puso mirando al cielo, sin que yo me corriera, más bien por miedo que por otra cosa verla allí en pelota encima de mí con aquellas tetazas y sus grandes pezones y aureolas, y la gran pelambrera del chocho, pese a la situación era todo un escándalo por la pasión que en ello ponía, y sus “nenes” como los llamaba no le iban a la zaga en dejar limpio de babas cuanto rastro hubiera, poniéndome a cien con tanta lamedura

Mientras la Engracia me daba caña, ya lo perros se acercaron primero a  Lore, donde ambos dos se lanzaron al lameteo desde la cara a los pies, y evidentemente dejaron su chocho y el ojete para una buen clavada, me recoloqué para ver el toma y daca  mientras Engracia sorbía el cornete,  Lore se puso a cuatro patas y Ludivina ayudo al Gran Khan  a que su impresionante lanza pusiera en órbita el ojete de la fémina que empezó a aullar en cuento sintió el primer puyazo, luego todo fue miel sobre hojuelas, hasta el  bulto del príapo perruno se fue acomodando  en el seno de la Lore que bufaba como si fuera a parir.

Unas embestidas de aquí te espero, y tras las bufadas el Gran Khan pasó su pata por encima del su rabo, para quedar culo con culo haciendo que el semen del perro saliera por todos los lados a presión, fue una pena que las lanas del Terranova no dejaran ver el culito  de la Lore recibiendo el vástago de  Gran Khan, pero que podían ver con buena perspectiva a Ludivina haciéndole una mamada al Gran Danés Rasputín que presentaba un príapo de buen tamaño en longitud y grosor, lo que quedaba patente cuando Ludivina se lo sacaba de la boca, era toda una tragona, a la cual Engracia invitaba a saborear un buen nabo humano.

Hecho y dicho, la matriarca dejó su lugar a Ludivina que tras una intensa mirada  se puso de rodillas tomo el “bicho” por su tallo y comenzó a darle morreos, y tras esa exposición de su culera Rasputín lo vio claro y Engracia le ayudó en la tarea de llevar tal vástago al elástico choco de Ludivina, como luego pude comprobar, sentía los empujes del perro por calzarse a su fiel ama que cada vez se tragaba más mi polla.

Eso si en medio de esta Rasputín me lamía la cara ya que me tenía a escasos centímetros. Estaba claro que dichos perros estaban muy entrenados. Engracia y su nuera Lore en un abigarrado 69 tenían la colaboración de Gran Khan, que ensartaba aquí y allá su vástago, con la intención de apretarlas con su gran bulbo, lo cual consiguió finalmente con el ojete de Engracia, que por cierto eso no le gustaba mucho, pero una vez insertado el Gran Kahn no la soltó de entre sus patazas hasta que le hubo metido todo el pollón, con toda la sofocación de la Sra. Engracia, que tuvo que aguantar una buena culeada perruna.

Ya con Rasputín fuera de su chocho y limpiado este a lametazos con ambos perros me tocó el turno de correrme dentro de la diosa Ludivina de suaves y firme curvas generosas sin ser escandalosas y follaba  a las mil maravillas, era elástica y muy malabarista y muy pérfida, me preguntaba uo en esas porque los de tontolicones hijos de la Engracia no hacían parecían contentos con aquellas “zorronas” acaso ya estaba bien exprimidos y buscaban otras rarezas…..

Realmente no lo sé, camino a casa tras un buien baño en el mantial y unos buenos morreos fuimos planificando las folladas con las tres nuevas servidoras que estaban contentas con el “bicho”, y era de esperar buenas sensaciones para el futuro, además de las actividades zoofílicas de las femeninas de Ca Engracia.

Gervasio de Silos