Las 7 Pruebas (y IV)

Cuando Marta y Javi van a un prostíbulo a continuar el proceso de emputecimiento de Marta, las cosas escapan al control de Javi y este termina siendo sometido también. [Aviso: RELATO MUY FUERTE, incluye misoginia, prostitución, sexo transexual y homosexual, scat, feminización forzada]

En el capítulo 3: "Eres una puta... una zorra de mierda... jajajaja... ahora tú también eres una puta, tú también eres una putaaaa... ¡¡¡TU TAMBIÉN ERES UNA PUTA!!!" Marta ya no gritaba estas frases, las aullaba, reía histéricamente y volvía a empezar, mirándome con ojos de loca de atar, estaba disfrutando viéndome así. Abrió la boca y gritó incoherencias, sonidos salvajes, mientras se arañaba la cara con las dos manos. Luego, volvió a gritar con tanta fuerza que la garganta se le quebró, sonando las últimas palabras ya con una ronquera como si hubiera estado en un concierto cantando a pleno pulmón sus canciones favoritas: "AHORA TÚ TAMBIÉN ERES UNA PUTA. BIENVENIDA A TU NUEVA VIDA." Trataba de entender qué significaba exactamente eso de la "nueva vida" cuando llamaron a la puerta. Amber abrió y entraron otros tres hombres.


-Bueno, a ver qué tenemos hoy - dijo uno de ellos a modo de saludo.

-Estas dos están muy bien, pero son nuevas, así que no os paséis demasiado con ellas - contestó Amber.

Mientras los tres hombres se desvestían, yo miré a Marta alarmado. Pero ella ya gateaba hacia uno de ellos. Traté de levantarme, pero me seguía resultando imposible. Solo podía gatear también. Marta, con la voz rota y haciendo muecas de deseo total, me dijo: "Eres una puta novata. Haz lo mismo que yo." Yo debía seguir sin voluntad porque la imité y me acerqué a otro de los hombres. Pero este me empujó y dijo: "con un tío no, joder... quiero a la chica". Aunque suene absurdo, me sentí mal por el rechazo. Marta ya estaba ocupada chupando una polla a cuatro patas, así que el tipo que me había rechazado se puso de rodillas y comenzó a follarla. El tercero, sin embargo, no parecía hacerle ascos a los hombres, puesto que se acercó, me sostuvo la cara por la barbilla un momento y acto seguido comenzó a chocar su polla en toda mi cara. "¿Vas a abrir la boca de una puta vez o que?", me preguntó. Yo obedecí y empecé a recibir mi segunda follada de boca del día, mientras escuchaba a Marta gemir sordamente.

Me la metía tan profundo que terminé vomitando. El tipo entonces me cogió la cabeza y la frotó contra el suelo, por lo que mi cara terminó completamente llena de vómito. Luego me empujó y quedé tumbado en el suelo boca arriba. Empezó a frotar la polla por mi pecho y abdomen, mientras ponía caras de asco y me escupía a la cara. Noté entonces que alguien me chupaba la polla, pero, por mi postura y por el tipo que tenía encima, no era capaz de saber quién era. Luego noté lo que supuse que sería un dedo entrando en mi culo. El tipo seguía frotándose con violencia sobre mí y la mamada que estaba recibiendo empezaba a resultarme maravillosa. El dedo entraba y salía de mi culo y de repente oí muy cerca de mí unos gemidos y algunas palabras: "Siii... soy una puta... una zorra asquerosa... folladme... destrozadme el culo... correos encima de mí... quiero semen..."

A la mitad de aquel "discurso" comprendí que era yo mismo quien estaba diciendo aquello. No tenía sentido resistirse. La mamada era deliciosa y estaba a punto de correrme. La polla de aquel tío se deslizaba a la perfección por mi pecho gracias al sudor y al vómito. De pronto, algo líquido cayó sobre mi cara y la cubrió entera. A duras penas pude abrir los ojos y ver cómo el tipo, mientras seguía frotándose, se metía los dedos en la boca y vomitaba encima de mí. El olor asqueroso, la polla chocando con mi cuello, dos dedos follándome el culo, una boca chupando mi polla, la cara de Marta ahora justo encima de mí, observando y gritando: "PUTA!!! No te quedes todo el vómito... yo también quiero...". Puso su cabeza encima de la mía y varios hombres estaban ahora metiéndose los dedos en la boca también. Cantidades increíbles de vómito caían sobre la cara de Marta y, de ahí, resbalaban a la mía. Gritaba algo, pero no lo recuerdo, podría haber sido cualquier cosa... Notaba tres pollas golpeándome la cara, Marta a cuatro patas muy cerca, recibiendo bofetadas y azotes por todo su cuerpo. Las tres pollas se corrieron en mi cara. Marta me obligó a abrir la boca, cayó tanto semen, que tragué bastante, me atraganté y vomité un poco más. Me dieron la vuelta, para que pudiera vomitar sin ahogarme. Pero sin tiempo para recuperarme, Marta y Amber estaban ahora comiéndome la polla por turnos. Cerré los ojos y pensé "me rindo, soy una puta... harán lo que quieran conmigo... y yo disfrutaré de todo". Me corrí. Con mis últimas fuerzas vi a Marta y Amber pasándose mi semen de una boca a la otra, varias veces, cada vez una cantidad de fluido mayor, puesto que iba agregándose saliva en cada paso. Perdí el conocimiento.

Esta vez, desperté por mi cuenta. La cabeza ya no me daba vueltas. Al vomitar debí expulsar de mi cuerpo parte de la droga. Oía las voces de Amber y Marta. Me giré y lo que vi terminó con la poca cordura que me quedaba. Estaban las dos en cuclillas, una al lado de la otra, cagando en mitad de la habitación, en el suelo.

-Despiertas justo a tiempo, puta - dijo Amber.

Entonces, recogió la mierda con las manos y lentamente, las acercó a Marta. Esta me miró y sonrió.

-Un juego nuevo - me dijo.

Arqueó la espalda y elevó las tetas. Amber comenzó a untárselas de mierda. Al esparcirse, el olor invadió toda la habitación. Reprimí una arcada, y Marta también. Pero, conforme todo su torso comenzaba a volverse marrón claro, no pudo evitarlo y vomitó. Pero no parecía pasarlo mal. Entre las arcadas, hacía esfuerzos por mover la cabeza de manera que todo el vómito cayera sobre ella. Tras esto, usó sus manos para esparcirlo por todo su cuerpo, incluidos cara y pelo. Amber también parecía a punto de vomitar, pero se acercó a mí gateando. Yo estaba como hipnotizado. No era capaz de apartar la vista ni de moverme, a pesar de la repugnancia que sentía. Amber llegó hasta mí y acto seguido me vomitó encima. Yo por fin reaccioné y me aparté. Me levanté y avancé con dificultad hacia Marta, para cogerla y huir de allí. Pero al llegar hasta ella, Marta tiró de mi brazo con tanta fuerza que me hizo avanzar hacia delante. Pisé algo resbaladizo, probablemente mierda, y caí encima de ella. Inmediatamente, Amber se colocó toda ella encima mío y las dos comenzaron a frotarse conmigo. Yo aún estaba débil y me costaba levantarme. Toda la mierda que tenía Marta en el cuerpo, ahora también manchaba el mío.

Aún quedaba en el suelo la mierda que había cagado Marta, así que esta la cogió y empezó a untarla por mi espalda, mientras Amber me agarraba para que no pudiera levantarme.

-Caga tú ahora, puta - me dijo Marta - Quiero sentirla en mi piel.

La droga seguía haciendo efecto, o quizá me habían administrado un laxante mientras dormía, no lo sé. Pero justo en ese momento, sentí unas ganas irrefrenables de cagar. Intenté contenerlas, pero se me escapó un pedo y cayó algo de mierda en el suelo. Marta entonces fue hacia ella de cabeza y cogió el trozo con la boca. Amber se acercó y empezó a masturbarme. Yo quedé de rodillas aguantando con todas mis fuerzas, pero era imposible. Marta me decía: "Caga, putita, cágate en el suelo, suelta tu mierda." En ese momento, perdí el control de mi esfinter y solté un chorro de mierda enorme y casi líquida. Amber cogió todo lo que pudo y empezó a untarselo por las tetas, luego me cogió la cabeza y me obligó a chupárselas. Yo me resistía, manteniendo la boca cerrada, pero Marta entonces me pellizcó fuerte en el brazo, solté un grito y Amber aprovechó para meterme su teta derecha en la boca. Marta se apresuró a chupar la izquierda mientras gemía y decía: "chupa la mierda, zorra... tenemos que chupar la mierda y convertirnos en las cerdas de Amber... sus putas come mierda... chupa puta..."

Mientras tanto, mi culo ya lo soltó todo. Marta lo recogió y untó más en las tetas de Amber. Después cogió el trozo más grande que quedaba, lo elevó hasta arriba de nuestras cabezas y cerró el puño fuerte. La mierda se filtró entre los dedos, cayendo sobre nuestras caras. Marta siguió chupando mientras se masturbaba salvajemente y me apretaba la cara contra las tetas de Amber. Esta se metió los dedos en la boca y vomitó procurando que nos cayera también encima. Ahora las dos gritaban: "puta come mierda... puta come mierda..." hasta que terminaron solo diciendo la palabra "mierda" una y otra vez. No sé de dónde aparecieron otros cuatro hombres, que nos tiraron a los tres al suelo. Marta y Amber esparcían toda la mierda por mi cuerpo, mientras los hombres se ponían de cuclillas y empezaban a cagar sobre nosotros. No paraba de caerme mierda encima. Marta bajó hasta mi polla, me puso un trozo de mierda en ella y empezó a chuparla. Los hombres se iban cuando terminaban, pero los sustituían otros. Era interminable, ya no éramos tres personas. De tantos excrementos que habían caído sobre nosotros, no éramos más que montones de mierda que se movían y se tocaban. Estábamos literalmente sepultados. En ese momento, descubrí que ya ni siquiera notaba el mal olor y las nauseas habían pasado. Un enorme trozo de mierda a la que solo se le veían los ojos y la boca seguía chupándome la polla, que ahora tenía centímetros de cremosa mierda encima. Me estaba empalmando y excitando. Me uní a la letanía de Amber y Marta: "mierda... mierda..." Marta se puso encima mía y se metió mi polla en el coño. Amber me la metió en la boca.

Así estuvimos un rato largo, Marta botando encima de mi polla, mientras se magreaba las tetas y trocitos pequeños de mierda caían sobre mí. La polla de Amber seguía follándome la boca y yo me dejaba hacer. Finalmente se corrió y empezó a pasarme la mano por la cara, llenándomela de su semen y de la mierda de quien sabe cuánta gente. Yo movía la pelvis hacia arriba para follarme bien a Marta y sentía la mierda que estaba entre el suelo y mi culo. Los hombres que había en la sala (calculo que eran 6 o 7) empezaron a mearnos encima. Ni Marta ni yo paramos ni un momento. Seguíamos follando salvajemente sobre lo que empezaba a ser un charco asqueroso de todo tipo de excrementos. Marta, sin dejar de botar, abría la boca para recibir los chorros de pis. Este resbalaba por su barbilla y sus tetas y caía sobre mí, caliente.

-Córrete, puta - Me pedía Marta.

Cuando mis gemidos empezaron a invadirlo todo, Marta se quitó de encima y puso la cara cerca de mi polla. Amber empezó a pajearme procurando que la punta estuviera en todo momento chocando con la lengua de Marta. Las manos de Amber, la boca de Marta y mi polla estaban completamente manchadas de mierda. Cada 10 o 15 segundos, Marta se clavaba mi polla hasta la garganta, e inmediatamente vomitaba sobre aquella, para luego volver a sacar la lengua, preparada para recibir la lefa.

-Mira, amo-puta... somos unas cerdas... llenas de mierda, de meado, de vómito, de semen... córrete, para guardar tu lefa en mi boca y echártela por esa cara de puta que tienes... córrete como una perra... - Dijo Marta, mientras me agarraba las manos y me las ponía sobre mi pecho - Acaríciate las tetas llenas de mierda... tienes que comportarte como una puta... agárrate esas tetitas que tienes y pellízcate los pezones, guarra, y luego córrete... córrete, zorra de mierda... chupapollas, maricón traga lefa, puta come mierda...

Amber seguía pajeándome mientras dejaba que sus babas cayeran sobre mi polla, yo empecé a hacer lo que me pedía Marta, me magreé el pecho y me pellizqué los pezones como si fuera una mujer y tuviera grandes tetas. Entonces, Marta, sin apartar la boca de la punta de mi polla, empezó a meterme dos dedos en el culo. Mis manos paseaban por mi pecho, resbalando gracias a la mierda reblandecida por el meado. Los tres gemíamos. No pude más. Empecé a decir guarradas: "Sí... soy una puta come mierda... una zorra asquerosa... quiero correrme en la boca de mi puta y que luego me escupa mi lefa a la cara... SOY UNA ZORRA... ".

En ese momento, sentí como si mi mente se separara de mi cuerpo. Dejé de ser yo. Empecé a hablar sobre mí en tercera persona. Me daba órdenes a mí mismo: "Córrete, puta... eres una perra asquerosa... ¡Cómete la mierda, puta!". Me llevé las manos llenas de mierda a la boca y empecé a chuparme los dedos como si fueran una polla. El sabor de la mierda me hizo vomitar y me lo eché todo encima. El placer era insoportable. Amber ahora me pegaba bofetadas en la cara con la mano libre y yo solo sacaba la lengua, gemía y movía la cabeza a derecha e izquierda. Me corrí y Marta dejó que todo cayera sobre su lengua. Luego cerró la boca y subió hasta mi cara. Volvió a sacar la lengua y la lefa cayó lentamente sobre mi cara y mi boca abierta. Amber estaba masturbándose muy cerca y logró correrse encima de nuestras caras, que lo recibieron todo con ganas. Los tres nos quedamos en el suelo, jadeando, con nuestras bocas muy cerca y empezamos a susurrar: "puta... puta... puta" hasta quedarnos dormidos.

Cuando desperté estaba solo y la habitación vacía y limpia. Lo único sucio era mi cuerpo. Ya me sentía mucho mejor. Me quedé sentado pensando en todo lo que había pasado. No pude evitarlo y lloré un rato. Cuando me calmé, me fijé que se escuchaban las voces de Marta y Amber cerca y el sonido de agua corriendo, debían estar duchándose en el pequeño baño que había. Me incorporé y caminé lenta y tímidamente hacia el baño, desnudo y cubierto como estaba de todo tipo de excrementos. Entré, estaba todo completamente lleno de vapor, me costaba ver las siluetas de las dos tras la mampara de la ducha. Me acerqué y corrí la puerta de cristal. Amber estaba de pie bajo un chorro de agua caliente y Marta de rodillas, chupándole la polla lentamente y con dedicación. Amber sonrió y me dijo "¡Dios! Mira qué guarra estás... Ven, anda, limpiáte." Yo entré y Amber me colocó bajo el chorro, mientras ella se arrodillaba. Era tan placentero sentir el agua caliente sobre mi piel que me quedé un rato atontado, justo entre las dos. Marta agarró mi polla flácida y la metió en su boca. Amber me abrió las nalgas con sus manos y metió la cara entre ellas para empezar a lamer la parte exterior de mi ano. Aquello era el paraíso. Me quedé quieto, sintiéndolo todo a la vez. Mi polla empezaba a crecer dentro de la boca de Marta y la lengua de Amber ya estaba entrando y saliendo de mi culo. Las miré anonadado, observando atentamente como los trozos de mierda que tenía pegados por toda mi piel se desprendían de ella, al tiempo que se deshacían en goterones de un líquido marrón claro, que caía sobre sus caras y cuerpos; lo que no les impidió continuar como si nada, dándome placer.

Cuando estaba a punto de correrme en la boca de Marta, Amber nos ordenó parar, pero nos costaba obedecer, estábamos disfrutando demasiado.

-¡Yo no repito una orden, putas! - Gritó Amber, para acto seguido empujar la cara de Marta, apartándola de mi polla. Luego me azotó en las nalgas con todas sus fuerzas y me pellizó los pezones hasta hacerme gritar. Lógicamente, esta vez obedecimos y nos quedamos quietos.

Amber salió un momento del baño. Marta se incorporó y nos quedamos mirándonos sin saber qué decir. Después de todo lo que habíamos vivido allí, una sola mirada nos bastó para comprender que todo había cambiado para siempre. Marta abrió la boca para hablar, pero en ese momento, volvió a aparecer Amber. Dejó sobre el lavabo unas prendas y nos ordenó ponérnoslas, para salir otra vez. Mientras nos secábamos, cogimos la ropa y comprobamos que era lencería muy sexy (medias con liguero, tangas y sujetadores negros de encaje), dos minifaldas de cuero, dos tops blancos muy ceñidos que dejarían los hombros por fuera y unos tacones blancos que, según comprobámos, eran de nuestros números.

-¿Tenemos que ponernos esto? - Pregunté en voz baja.

-Eso parece. Amber quiere que trabajemos aquí un tiempo.

-¿QUÉ? Ni de coña, voy a buscar nuestra ropa y nos largamos de aquí.

-Javi, no lo entiendes. Mira a tu alrededor, arriba en las paredes... - Eché una mirada y vi cámaras por todas partes. Una idea cruzó mi mente y me eché a temblar. Marta continuó hablando - Y ahora mira esto, acaba de pasármelo ... - Su móvil estaba en una repisa. Lo cogió, buscó algo en él y me lo ofreció. Miré la pantalla y era un vídeo larguísimo en el que pude contemplar desde arriba todo lo que habíamos hecho antes en la habitación. Una cosa era recordarlo, pero al verlo todo se me cayó el alma al suelo. Me observé a mí mismo siendo violado, usado como una vulgar puta... Sabía lo que venía después, así que me negué a seguir viendo aquello. Caí de rodillas, dejé caer el móvil al suelo y volví a llorar. Mientras, Marta seguía hablando: "Han hackeado nuestros móviles. Tienen los números de nuestra familia, amigos, compañeros de trabajo... Les mandarán este vídeo si no colaboramos, Javi."

-¡Pero no pueden hacer eso! ¡Les denunciaré a la policía! Nos drogaron, está todo grabado, ¿no?

-Obviamente no, han cortado esa parte. El vídeo empieza justo cuando ya estamos consintiendo todo, Javi.

-Pero....

-Javi, no podemos negar que estábamos cachondos y disfrutando. Sé que has disfrutado, te he visto.

-Pero...

No podía pensar bien. Al mencionar Marta esto último, me vinieron sensaciones de placer muy intenso. Luchaba contra ellas, pero cuanto más intentaba apartarlas de mi mente, más claramente recordaba todo. Me veía a mí mismo gritando que era una puta, prácticamente suplicando para que me me hicieran de todo. Marta sonrió y miró hacia abajo un momento. Yo hice lo mismo y descubrí que estaba empalmado otra vez. En ese momento, sonó la voz de Amber desde afuera, autoritaria: "Más os vale que ya estéis vestidas, putas". Marta no dijo nada más y se apresuró a vestirse. Yo la miraba sin creerme lo que estaba pasando.

-¿De verdad vamos a ceder a este chantaje, Marta? ¿No lo ves? Si obedecemos ahora, estamos perdidas... - Me quedé paralizado al notar ese lapsus que había cometido. Había dicho "perdidas", en femenino, para referirme a los dos. Marta también se dio cuenta y sonrió.

-Javi... - Me besó suavemente, antes de añadir con su boca muy cerca de la mía, - Somos las putas de Amber. Después de lo de ayer, no hay marcha atrás... ¿Sabes? Creo que estoy muy contenta de que me hicieras esas pruebas. Y apuesto a que tú también, aunque no quieras reconocerlo. Pero tu polla reacciona positivamente... puta... jijij - Dijo antes de volverse y terminar de vestirse. Se acercó al espejo y cogió lapiz de labios y sombra de ojos que había sobre el lavabo. Justo antes de empezar a maquillarse, me lanzó una mirada apremiante y ladeó la cabeza para señalar mi ropa. Amber entró entonces y me vio todavía desnudo (y erecto). Besó a Marta en la boca y luego se me quedó mirando, con desaprobación.

-Puta1, - Dijo, refiriéndose a Marta, - Veo que Puta2 aún no está vestida. Vas a tener que enseñarle modales ¡Escúpele en la cara a esa zorra!

Marta me miró un solo segundo, mientras ponía cara de "¿qué le vamos a hacer?" y, luego, sin dudar, me escupió fuerte en la cara. Amber reía.

-Muy bien, puta1... Ahora fóllale la boca con esto... - Le ofreció un bote de maquillaje de forma vagamente fálica. Marta lo cogió, se acercó a mí e intentó empujar mis hombros hacia abajo. No tenía la fuerza suficiente, pero Amber entonces me golpeó en el estómago; caí de rodillas.

-Hay que someter bien a esta perra, puta1. Quiero ver cómo lo haces. Y más te vale que lo hagas bien - Dijo Amber con una sonrisa de oreja a oreja. Luego se dirigió a mí - ¿Has entendido, puta2? Ahora sois mías. Puta1 va a degradarte hasta que solo seas un trozo de carne con dos agujeros para follarlos.

Marta me abrió la boca a la fuerza con sus manos y empezó a follarme la boca con el bote de maquillaje hasta la garganta sin dejarme ni un segundo para acostumbrarme.

-Mmmm...muy bien, puta1... pero aún no está lo suficientemente degradada. Explícale a puta2 lo que es y lo que voy a hacer con ella - Marta comenzó a hablar.

-Sucia perra... Amber es tu ama, sus deseos son tus órdenes. Va a convertirte en una auténtica putita. Serás el depósito de lefa de toda la ciudad. Te va a vender a los hombres más depravados para que te usen como la zorra estúpida que eres.

No podía creer todo lo que Marta me estaba diciendo. Y lo peor es que notaba que ella estaba disfrutando de cada palabra. El bote seguía violando mi boca y haciéndome babear. Amber pasaba su pie por mi polla, que estaba durísima. Estuvimos así un rato hasta que, una vez más, cuando Amber notó que estaba excitándome demasiado, nos ordenó parar. Marta entonces dijo: "Mmm, no te preocupes, puta2. Tendrás toda la humillación y las pollas que quieras dentro de un rato. Así que mantente así, como una perra en celo... así es como tienes que estar para cuando vengan los clientes."

Amber y Marta salieron y me dejaron allí, de rodillas y con ganas de correrme. No me atrevía a pajearme; sabía que eso disgustaría a Amber. Así que me vestí todo lo rápido que pude, evitando mirarme en el espejo. Estaba mirando el maquillaje sin saber por dónde empezar. Marta entró en ese momento y entendió la situación, así que me maquilló ella. Luego me puso una peluca rubia no muy larga. Al terminar, me cogió de la cabeza y me obligó a girarla hacia el espejo.

-Mira qué putón eres... Ya estás lista para complacer a los machos, puta2... mmmm.

Yo me miré y no pude evitar sentir un cosquilleo. Efectivamente, parecía una auténtica zorra. Marta me empujó la cabeza hacia el espejo y dijo: "¿No crees que tiene morbo esa puta que ves ahí? Bésala..." Y me empujó aún más hasta casi aplastarme la cara con el espejo.

-¡Besa a esa puta!

Yo obedecí y planté mis labios pintados de rojo intenso en el cristal.

-Ahora repite cinco veces "Soy una puta" mientras te miras fijamente en el espejo - Dijo Marta, que ya no podía ocultar lo cachonda que estaba. Yo obedecí.

-Soy una puta - dije tímidamente.

-Mmm... más, perra... - Me animaba Marta.

-Soy una puta

-Siéntelo cuando lo digas

-Soy una... ppputa...

-Mmmm, sí, puta2, eso es, tienes que estar preparada...

-Soy una PUTA

-Los clientes están a punto de llegar, te van usar como a un objeto.

-SOY UNA PUTA

-Síiii... lo eres... lo eres, sin duda, cerda.

-SOY UNA PUTAAA

-Ehhh, guarra, he dicho cinco veces nada más, puta imbécil.

No tenía sentido seguir engañándome a mí mismo. Me temblaban las rodillas, sentía el tacto de la lencería en mi piel, el aroma levemente intoxicante del maquillaje, mi polla estaba a punto de explotar bajo la mínima tela del tanga y la minifalda. Estaba deseando salir y que me follaran como a una puta más. Marta me cogió de la mano y me llevó a afuera. Solté un "ah" ahogado cuando vi a cuatro hombres ya desnudos, sentados en el sofá. Marta me soltó la mano y me miró. Se puso a cuatro patas y empezó a gatear hacia ellos. Yo supe lo que tenía que hacer. Hice lo mismo. Cada metro que avanzaba hacia sus pollas ya erectas era un paso más hacia una lujuria desmedida. Marta y yo, o mejor dicho, puta1 y puta2, solo teníamos un propósito en la vida: complacer a aquellos machos y dejar que usaran nuestro cuerpo como les diera la gana. Puta1 ya había alcanzado su destino y estaba chupando la primera polla. Mi cerebro se desconectó y ya solo fui capaz de seguir avanzando, metro a metro, hacia esas pollas que esperaban para entrar en mi boca de perra. Me dije mentalmente "Soy una puta" y algo dentro de mí sintió un placer y un deseo inmensos. El último espacio que me separaba de las pollas lo salvé casi de un salto. Me lancé hacia ellas y disfruté mientras pensaba que me estaba hundiendo en la degradación más absoluta. Ya era una puta. Harían cualquier cosa conmigo, no tenía límites. Solo era un juguete sexual, una esclava de los deseos de otros. Mi boca estaba llena de carne y notaba manos toqueteándome y azotándome por todo mi cuerpo. Solo soy una sucia puta. Usadme.

Pasaron varias semanas en las que fui objeto de todo tipo de perversiones. No cobrábamos nada de dinero, solo nos daban comida y una cama. Amber parecía elegir para mí a los clientes con gustos más extremos. A veces estaba en la misma habitación con puta1, pero otra veces estábamos separadas. Mientras abusaban de mí, me gustaba imaginar qué le estarían haciendo a ella. Al final de la jornada, nos reuníamos por fin y nos acostábamos juntas, contándonos con todo detalle qué nos habían hecho. Nos excitábamos mucho con ello, pero solíamos estar tan cansadas que ni siquiera follábamos, caímos dormidas dejando el relato a medias.

Un día, Amber nos dio una ropa más convencional (la mía era de hombre) y nos sacó a la calle. Nos llevó en coche, primero a casa de los padres de puta1, y ella subió un momento. Amber y yo nos quedamos esperando en la calle. Al rato, puta1 salió y volvimos a montarnos en el coche, íbamos completamente en silencio. Esta vez, Amber me llevó a casa de mis padres y me dijo: "Tienes cinco minutos para despedirte de ellos. No te preocupes, los volverás a ver, pero quiero que les digas que te vas de viaje, por asuntos de trabajo y que estarás incomunicada tres meses. Ahora ve. Recuerda, cinco minutos. Si tardas más, subiré yo y les contaré otra historia muy diferente jajaja".

Impactado y tratando de pensar a toda velocidad qué iba a decir, subí y llamé a la puerta. Fue muy duro y triste, pero a los cinco minutos ya estaba otra vez en la calle, tras haber hablado con mis padres y haberles dejado preocupados y con más preguntas que respuestas. Intenté explicarles que todo iba bien y que no había nada de lo que preocuparse. Volvimos a montarnos en el coche y Amber condujo otro rato más por la ciudad hasta aparcar en un moderno edificio en las afueras. Nos hizo bajar del coche. Ella se quedó dentro y bajó la ventanilla.

-Muy bien, putas, os he pedido cita con el cirujano. Todo esta preparado. Solo entrad y decid quienes sois. Os espero esta noche en el local. Adiós - Y arrancó antes de que supiéramos qué contestar.

Puta1 y yo ni siquiera nos planteamos desobedecer. Entramos y nos hicieron pasar a una sala de espera. Luego me llamaron y me hicieron entrar por una puerta. Allí había un médico que me explicó brevemente lo que iba a hacer, como si yo ya supiera de qué iba la cosa. Yo no entendía nada de lo que me decía, no porque fuera incompresible, sino porque estaba casi en shock. Opté por callarme y asentir cada vez que me preguntaba algo. De todas formas, por fin, até cabos ¡Iban a realizarme un implante de pechos! Mientras me llevaban de una sala a otra, una voz dentro de mí me urgía a salir corriendo de allí. Pero, inexplicablemente, yo seguía callada, haciendo todo lo que me decían y dejándome llevar. La voz interior sonaba cada vez más desesperada y me decía "¡No! Por favor, no lo hagas, eres un hombre, Javi ¿Qué vas a hacer con tu cuerpo?". Estaba ya a punto de levantarme cuando escuché otra voz que salía de lo más profundo de mi ser y que no gritaba, solo susurraba, pero, de alguna manera, se hacía oir por encima de los gritos de la otra: "No te llamas Javi, te llamas puta2. Solo eres un objeto sexual. Esas tetas te vendrán bien". Tuve una erección mientras me quitaban la camiseta y me tumbaban en una camilla.

-Soy una puta, quiero tetas de puta - dije susurrando.

-¿Perdón? ¿Decía algo? - dijo una enfermera.

-No, todo está bien... todo está bien - dije mientras cerraba los ojos.

Apenas fui consciente del proceso. Solo cuando salí a la sala de espera otra vez, tuve total consciencia de lo que había pasado. Notaba un bulto enorme en mi pecho vendado. Allí sentada estaba también puta1, con el mismo vendaje.

-¿A ti tambien?

-Sí, Amber me lo contó el otro día. Me han puesto varias tallas más.

-¡Pero si las tuyas ya estaban bien!

-No, tenían que ser mucho más grandes - me dijo sonriendo.

Volvimos esa tarde-noche al local donde trabajábamos y Amber nos tenía preparada una habitación para nosotras. Allí estuvimos, sin trabajar, solo descansando y viendo la tele unos 15 días. Hablábamos continuamente sobre nuestras tetas. Al principio eran conversaciones normales, si dolía, cómo serían, si dejarían alguna cicatriz... Pero poco a poco, empezamos a fantasear. Veíamos porno y follábamos mientras comentábamos todo lo que haríamos con nuestras nuevas tetas, cómo disfrutarían los clientes tocándolas y mamándolas.

Por fin, el periodo de recuperación terminó y pudimos verlas. Eran enormes.

-Mmmm, puta2... pareces una auténtica bimbo, una putón.

-Síii, podríamos hacer porno si quisiéramos jaja.

El día que volvimos a trabajar, estábamos excitadísimas. Los clientes las tocaban sin parar. Las azotaban y mordían los pezones. Descubrí que me encantaba que se corrieran en ellas. Eran tan duras y suaves. Todas las noches me masturbaba delante del espejo mirándolas mientras me degradaba y humillaba a mí misma.

Amber empezó a realizar espectáculos en el vestíbulo del local en los que puta1 y yo follábamos delante de todos. A veces, nos desplazábamos para ir a fiestas privadas. Se suponía que no podían tocarnos, solo mirar; pero rara vez se cumplía esta norma. Solíamos terminar las dos tiradas en el suelo, cubiertas de semen, tras haber abusado de nuestros agujeros de puta durante horas.

Pasaban los meses y Amber nos volvió a enviar un día a la clínica de cirugía estética para engrosarnos los labios. Y más operaciones siguieron con el tiempo: cara, culo, labios y pechos otra vez. Nosotras ya habíamos perdido la noción del tiempo. No sabíamos cuánto había pasado, seguíamos prostituyéndonos porque, además, las operaciones eran caras y teníamos que saldar la deuda. Una vez me atreví a preguntar a Amber cuánto dinero debíamos y cuánto ganábamos con cada "servicio", para saber cuánto tiempo tendríamos que seguir haciendo esto. Disfrutando de ello visiblemente, Amber hizo cuentas delante de mí, mientras yo comprobaba horrorizada... ¡Que pasarían años! Y las operaciones continuaban. Cuando puta1 y yo nos mirábamos al espejo ya ni siquiera nos reconocíamos, con tetas desproporcionadas y facciones monstruosas. Además, descubrimos que nos habían retocado para ser casi idénticas. Parecíamos hermanas.

Un día, Amber apareció en nuestra habitación, visiblemente alterada. Nos pidió que nos sentaramos y empezó a hablarnos.

-Chicas, no puedo aguantarlo más. Esto es demasiado. Quiero pediros perdón por todo lo que os he hecho - decía nerviosa y mirando hacia todas partes.

Nosotras escuchábamos atentamente, sorprendidas por el cambio de actitud repentino de Amber, que se detuvo un momento, casi a punto de llorar. Luego continuó:

-Yo nunca quise nada de esto. Sé que debeis pensar que soy una persona horrible, pero creedme cuando os digo que todo esto no fue idea mía. Me obligaron a hacerlo. Tienen a mi familia secuestrada y le harán cosas horribles si no coopero. Pero todo tiene un límite. Hoy voy a escaparme y vosotras vendréis conmigo. Seguidme, tiene que ser ahora mismo, que no hay nadie en el local...

Nos cogió de las manos y tiró de ellas, obligándonos a seguirla por un pasillo. Abrió una puerta y salimos a la luz del día. Avanzamos rápidamente por un callejón hasta llegar a un coche que estaba parado pero con el motor encendido, esperándonos.

-Subid ¡Rápido! - Nos apremió.

Amber se montó en el asiento del copiloto y Marta abrió la puerta de atrás para entrar. Una vez que estaba dentro, me dispuse a entrar yo, cuando oí gritos justo detrás de mí. Dos hombres me agarraron de los brazos y tiraron de mí. Ataviada como estaba con un vestido corto y ceñidísimo y unos tacones altísimos, me era difícil moverme. Me tiraron al suelo y uno de los ellos se puso encima de mí, inmovilizándome; mientras, el otro sacaba una pistola y apuntó al coche. Este entonces arrancó y se perdió por las calles en unos segundos. A mí solo me había dado tiempo a echar un rápido vistazo al interior del coche y ver a Amber y Puta1 (quiero decir, Marta) horrorizadas y gritando algo que no pude oir. Nunca olvidaré la mirada de Marta.

Yo seguía en el suelo. Me pegaron varias patadas que me hicieron retorcerme y luego me obligaron a levantarme y volver al interior. Estaba en shock, pero aún así pude entender parte de lo que me decían los dos hombres mientras me forzaban a seguir caminando y volver a mi habitación. Me prometieron que me castigarían como me merecía.

Han pasado meses de aquello y, naturalmente, no he tenido noticias de Marta, porque lo primero que hicieron fue trasladarme a otra ciudad. Sigo trabajando de puta y siendo sometida a las mayores vejaciones que se le pueden hacer a una persona. Quiero pensar que Marta ha rehecho su vida y es feliz. Me arrepiento mucho de lo que le hice, pero intento no pensar demasiado en ello. Creo que me merezco cada atrocidad que me hacen los clientes y mis dueños, y que estoy pagando con creces mis pecados. Últimamente pienso mucho en la capacidad de la mente para resistir y aceptar hasta las situaciones más trágicas. En la increíble flexibilidad del ser humano para adaptarse. Y en que, a pesar de todo, disfruto. He caído definitivamente en el pozo de la degradación sexual más absoluta. Y cada día me hundo más. Soy Puta2. Úsame.