Las 7 habitaciones VII y final

La última habitación, con una nueva invitada, se convierte en una orgía de todos contra todos en la que todo está permitido.

Eros entró pocos minutos después con algo en la mano. Se acercó a mí y pude percibir la enorme erección bajo sus pantalones cortos. La punta de su polla sobresalía por encima.

Veo que te ha gustado mi show. Le comenté señalando a su paquete. ¿Tú también eres de los que se la estaban meneando mientras me mirabas?

No.

¿No?

Todavía tienes que pasar por la última de las habitaciones. Espero poder gozar de tu cuerpo una vez más esta noche.

¿Esperas? ¿O sea que no es seguro?

En la vida no hay nada seguro. –Dijo él con una sonrisa mientras me entregaba el paquete que llevaba en la mano. Eran mis ropas, junto con los anillos y la pulsera que dejé en el armario, justo antes de entrar a la segunda habitación.

Vístete. –Me apresuró Eros. Es probable que los demás nos estén esperando.

¿Los demás?

Mientras me ponía de nuevo mi ropa Eros me fue explicando en qué consistía la última de las habitaciones.

¿Sabes? No has sido la  única mujer que esta noche está realizando la ruta de las 7 habitaciones. Tenemos también a Daniela, una chica brasileña muy mona, y que como tú, ha pasado de forma satisfactoria por todas las habitaciones. Si no habéis coincidido esta noche es porque ella las ha ido visitando en un orden diferente al tuyo.

¿Tú también has sido su guía? ¿Como conmigo?

No. Su guía ha sido Ares, y probablemente en estos momentos nos esperen en la séptima habitación.

El azar es caprichoso. –Dijo Eros siguiendo con su explicación. A veces uno trata de encaminar su vida en una dirección determinada pero luego ocurre algo, en la mayoría de casos de forma absolutamente azarosa, y tu vida cambia radicalmente en otra dirección. En la última de las habitaciones todos estaremos sometidos a la voluntad de la suerte.

Llegamos a la habitación. Eros abrió la puerta y me cedió el paso. Era una habitación amplia y lujosa. En ella habían varias camas de matrimonio y  6 sillones, colocados en forma de c,  alrededor de una mesa de cristal en la que había todo tipo de bebidas alcohólicas. Febo y Venus conversaban tranquilamente el uno al lado del otro sentados en los sillones mientras tomaban una copa de vino. Ares y la chica que debía ser Daniela hablaban de pie junto a una de las camas de matrimonio. Al parecer  Ares le estaba explicando en qué consistía la última de las 7 habitaciones.

Al vernos entrar, Ares detuvo su explicación para presentarme a Daniela. Realmente era muy guapa, alta, aproximadamente 1,80, de piel bronceada y con unas larguísimas y bonitas piernas. Tenía los pechos grandes y no parecía llevar sujetador bajo el vestido. Nos dimos un par de besos y nos saludamos amistosamente. Esa noche las dos habíamos pasado por las mismas experiencias, y aún nos tocaría compartir la última de las habitaciones.

Ares retomó el hilo de la explicación.

Bueno, como le contaba a Daniela, disponemos de dos dados, en uno de ellos hemos escrito la inicial de cada uno de nuestros nombres en una de las caras del dado. En el segundo de los dados, cada número corresponde a una prueba a realizar, siendo el  uno  estriptease o paja, dos mamada o cunilingus, tres follada, cuatro sexo anal, cinco trío con dos hombres  y seis trío con dos mujeres. Todos tiraremos los dados una vez, y en caso de que al tirar el dado de las iniciales salga nuestro nombre  se deberá volver a tirar pero sólo con el dado de las iniciales. Daniela y Mar, ¿Tenéis alguna duda?

En caso de que salga trío, ¿quién decide quién será la tercera persona que se unirá? –Preguntó Daniela, quien reflejaba cierta excitación en sus palabras.

Lo aconsejable es que la persona que lanza el dado y la que sale por su inicial se pongan de acuerdo. Si no es así la persona que lanza el dado es la que tiene la última palabra para decidir.

En los casos en los que se puede elegir entre hacer una cosa u otra, ¿quién tiene la última palabra? –Pregunté yo.

Como antes, la última palabra siempre la tiene quien lanza el dado.

Ok

¿Alguna pregunta más? –Dijo Ares pero nadie volvió a preguntar nada. Bueno, entonces ya sólo queda decidir quién empieza.

Eros me acercó una copa de vino y me indicó que me sentara en uno de los sillones a su lado. Ares y Daniela hicieron lo propio en la otra punta, dejando en el medio a Febo y Venus, que hasta el momento habían permanecido en silencio.

La última vez comenzamos por orden alfabético. Dijo Venus. Y a mí me tocó ser la última en tirar. Propongo que hoy sigamos el orden alfabético, pero a la inversa, y que yo sea la primera en hacer bailar los dados.

Todos estuvimos de acuerdo. Venus se levantó del sillón. Cogió los dados que estaban sobre la mesa y los dejó caer al suelo. Rebotaron por toda la habitación. Uno de ellos vino a parar cerca del pie de Eros. Marcaba el número 3. El otro dado había ido a parar cerca de una de las camas. La letra erala E.

¡Vaya! Parece que he tenido muy buena suerte. Dijo Venus al ver que Eros sería su pareja en la follada.

Se acercó al sillón donde estábamos y le bajó a Eros el pantalón corto, que era su única prenda de vestir. Luego se subió la falda, mostrándonos a todos que no llevaba nada debajo. Se sentó a horcajadas sobre Eros, pasando cada pierna a un lado de su cintura y haciendo encajar el miembro de él en su vagina. Al estar situada al lado de Eros, pude ver, en primer plano, como la enorme polla de Eros se perdía dentro del coñito de Venus.

¿Me sirves una copa? –Me dijo mientras comenzaba a mover lentamente el trasero encima de Eros.

Me levanté y le preparé un combinado. Cuando regresé a su lado Eros agarraba de los pechos y mordía el cuello de Venus mientras seguían con movimientos lentos en el sillón. Ella le abrazaba por la espalda tratando de acercarlo más a ella, de sentirlo más profundo en su interior. Le ofrecí la copa a Venus. Ella la tomó en una mano. Dio un sorbo a la bebida y sin tragar buscó la boca de Eros. Beso a beso fueron bebiéndose la copa que yo misma les había preparado. No puedo negar que me sentí un tanto celosa. Durante esa noche Eros había sido mi guía por las 7 habitaciones. Habíamos follado de una manera salvaje en el Jacuzzi y en cierta manera, me había hecho volver  loca de placer. Era obvio que no era la primera vez que El y Venus follaban, pero verlos tan entusiasmados me producía cierta envidia. A pesar de todo comenzaba a excitarme pensando en que cuando fuera mi turno haría lo que fuera para intentar  que él también  se sintiera un poco celoso.

Todos observábamos a Eros y a Venus. Vi como Daniela le acariciaba los bajos a Ares por encima del pantalón. Yo pasé a sentarme junto a Febo, y de forma casual dejé  una mano cerca de su entrepierna.

Venus y Eros habían aumentado el ritmo de sus movimientos. Por los jadeos de la chica, la polla de Eros comenzaba a proporcionarle un gran placer. En un momento dado Eros se detuvo, le susurró algo en el oído y los dos se pusieron en pie. Eros la levantó en brazos, sin aparentar ningún esfuerzo, y la llevó hasta una de las camas. Seguidamente le levantó la falda y le separó las piernas. Volvió a metérsela, pero esta vez estando él arriba. De esa forma la penetración fue mucho más profunda, y el ritmo de las embestidas más rápido. Desde los sillones podíamos escuchar claramente el plof plof plof de la verga de Eros en el inundado chochito de Venus.

Viendo mi indecisión, Febo me había tomado la mano y la había llevado justo encima de su miembro, del cuál sólo me separaba la tela de sus pantalones. Estaba completamente duro. Excitada como estaba por la situación, llevé yo también su mano a mis piernas. Él no tardó en buscar el camino hacia mi sexo. Acababa de retirar mis braguitas a un lado cuando Venus comenzaba a correrse.

Eros se salió de ella todavía duro, y al regresar hacia los sillones me vio completamente abierta de piernas y con la mano de Febo dentro de mi falda. Me pareció  que por un momento él también sintió celos y me sentí mejor.

Cuando Venus se recuperó de su orgasmo, fue el momento de volver a tirar los dados. La siguiente era yo.

Tiré primero el dado de los números. Después de rodar unos segundos por la habitación se detuvo con el número 2 en la cara superior. Mamada o cunilingus, ¿pero con quién? Lancé el otro dado y la letra que salió fuela A.

¿Qué va a ser? –Me preguntó Ares sonriente mientras se acercaba a mí y me ponía las manos en los pechos.

Miré a Eros,  que seguía con el rabo bien duro de no haberse corrido,  y le dije  mamada.

Llevé a Ares a los sillones, y lo hice sentar al lado de Eros. Quería que tuviera un primer plano espectacular de la mamada que le iba a hacer a su amiguito. Le bajé los pantalones y el bóxer. Ante mí apareció erguida la gruesa polla que recordaba había tenido en mis manos en la segunda habitación, la misma que me folló en la cuarta. De rodillas entre sus piernas, comencé a pajearlo lentamente. De Vez en cuando paraba para llevarme su capullo a la boca y pasarle la lengua por el glande. Ares se comenzaba a impacientar con mi juego, y con sus manos me agarraba de la cabeza para hacerme tragar su polla. Yo hacía ver que me resistía mientras miraba a Eros de vez en cuando de reojo. Él se agarraba su pene, bajando y subiendo su piel muy lentamente. Me hubiese encantado pedirle a Eros que me la metiera en la boca él también, pero la suerte había querido que fuera Ares el afortunado, así que le comencé a mamar la polla con todas las ganas del mundo. Al ver que yo empezaba a ponerle interés, Ares dejó de apretarme la cabeza y pude moverme con mayor libertad, bajaba y subía por su tronco como si le estuviera haciendo una paja con la boca, sorbía  la punta de su polla tratando de ordeñarle y le acariciaba las pelotas para adelantar su orgasmo.

En uno de los momentos que saqué la polla de Ares de mi boca para coger aire, vi a Daniela y Venus magreándose los pechos. Febo, al igual que Eros, se había sacado la polla y se la meneaba lentamente mientras me observaba.

Decidí que era el momento de que Ares me diera toda su leche. Regresé con dedicación a chuparle el glande  mientras con la mano le pajeaba por la base del miembro. Obviamente no tardó en correrse, y su semen abundante rebosó en mi boca y lo dejé caer en su pubis,   al tiempo que yo me separaba de él. Me serví un poco de ginebra para quitarme el sabor a semen de la boca.

Es mi turno. –Dijo Febo, que me pidió que le acercara los dados. Se los lancé y los cogió al vuelo. Luego los echó a rodar por el suelo.

1 A. El resultado fue recibido por todos con grandes carcajadas, sobre todo al ver la cara que se le quedó al pobre Ares.

¿Nos hacemos unas pajillas? –Le dijo burlón Febo imitando a torrente. Pero sin mariconeos ¿Eh?

Eros se moría de la risa a medida que Ares  se lamentaba de su mala suerte y se ponía cada vez de peor humor, debido al cachondeo generalizado. Me serví otra copa de ginebra y me senté al lado de Eros. Le ofrecí el vaso y le agarré de los testículos. Era mi forma de decirle que estábamos en paz y que no había rencores.

Pese a su reticencia, Ares no tuvo más remedio que pajear a Febo. Lo hizo sin ninguna dedicación, como un acto obligado y mecánico. Eso hizo que Febo tardara unos minutos en correrse. Ares le recriminaba que estaba tardando a propósito, y Febo le decía que se correría antes si le pusiera un poquito más de interés. Era muy divertido escucharlos discutir y al mismo tiempo, ver a un hombre tan masculino como Ares masturbando a su colega.

Venus y Daniela seguían enfrascadas en sus manoseos. Podía ver perfectamente como la mano de Venus se perdía dentro del vestido de la brasileña, la cuál parecía estar disfrutando mucho de ese contacto. Por mi parte, yo tenía bien agarrada la polla de Eros, acariciándola de vez en cuando para que en ningún momento perdiera su vigor, pero evitando excitarlo demasiado como para que llegara a correrse.

Llegó el momento de que Eros lanzara los dados. Yo quería follar con él, y deseaba que los dados me concedieran ese deseo. Y así fue, aunque para mi desdicha tuve que compartirlo. Salióla M, que era mi inicial, pero el segundo de los dados marcó el número 6, y eso significaba que debíamos hacer un trío, y había que elegir a otra chica.

¿A quién vas a elegir? –Le pregunté yo.

A Daniela. –Dijo Eros. ¿Te parece bien?

Sí. –Contesté yo, que prefería compartir a Eros con la brasileña antes que con Venus, quien empezaba a no caerme muy bien.

Eros fue hasta Daniela, y le comentó algo al oído que hizo sonreír a la chica. Luego ella se acercó a mí y me llevó de la mano hasta una de las dos camas.

Eros me ha pedido que empecemos nosotras, luego se nos unirá. –Me dijo Daniela mientras comenzaba a desabotonarme la blusa.

Igual que ocurriera en la segunda de las habitaciones, comenzaba a estar muy caliente, y el hecho de que otra mujer me acariciara o yo la tuviera que tocar no me producía ningún rechazo. Le fui bajando la cremallera del vestido  mientras miraba a Eros. El nos observaba desde el sillón, igual que los demás.

Daniela no perdía el tiempo. Me había sacado ya la blusa y el sujetador y me amasaba los pechos con sus manos. Yo le solté los tirantes y el vestido cayó hasta media cintura dejando sus generosas tetas al descubierto. Su piel bronceada invitaba a tocarla. Sus pezones oscuros se notaban ya bien duros.

Nos besamos. Era la primera vez que daba un beso con lengua a otra mujer, y lo extraño era que deseaba hacerlo. Me humedecí aún más cuando sus dedos retiraron mis braguitas dejándolas caer al suelo y me acarició el chochito. Acabé de sacarle el vestido y me deshice de mi falda. Las dos desnudas en la cama comenzamos un juego en el que unas veces era ella quien estaba encima de mí restregando su sexo contra el mío, y otras era yo quien le empujaba y la obligaba a permanecer debajo mientras la besaba y le comía los pechos.

Inmersas en nuestro juego no advertí que Eros se había acercado y que estaba de rodillas detrás de mí. Sentir su polla rozándome las nalgas me estremeció como nunca, o fue quizás que Daniela me acariciaba el clítoris lo que casi hace que me corra. No lo sé, el caso es que Eros me echó a un lado y se montó sobre Daniela.

Ella sí lo había visto venir. Abrió sus piernas para él y Eros la penetró sin vacilaciones. Yo me sentía tremendamente caliente. Quería participar de la follada que Eros y Daniela estaban teniendo. Me acerqué más a ellos y los besé. Primero a Eros, luego a Daniela. Ella me devolvió el beso y retiró una de las manos de la espalda de Eros para llevarla a mis pechos. Yo tomé la mano de Daniela y la acerqué a mi entrepierna. Quería que notara la humedad de mi sexo, lo mojada que me sentía viéndolos  follar.

Al ver mi necesidad, Eros se salió de Daniela y me hizo poner a cuatro patas.

Cómele el coño a Daniela mientras yo te follo ese chochito tan mojado que tienes. –Me susurró al oído y le obedecí de inmediato.

El sexo de Daniela estaba ya muy dilatado.  No me costó nada encontrar su clítoris excitado  y comenzar a lamerlo mientras sentía como un fuego abrasador me atravesaba el coño, proporcionándome oleadas de placer infinito.

Daniela me guiaba con sus manos, diciéndome sin palabras, qué zona de su sexo debía estimular para darle su placer. Eros me embestía con un ritmo frenético y sus huevos golpeaban cada vez más fuerte mi trasero.

Daniela jadeaba de placer  con mis lamidas, cada vez de forma más evidente, y decidí que era momento de penetrarla. Llevé una mano a su agujerito y le introduje varios dedos en él. Eso fue la gota que hizo colmar el vaso del deseo de Daniela, noté como sus manos se aferraban fuertemente en mi cabeza obligándome a frotarme contra su coñito mientras ella llegaba a un orgasmo muy intenso y escandaloso. Poco después era yo la que estaba a punto de correrme. Le pedí a Eros que me dejara montarlo. El se tumbó en la cama y yo me subí encima de él. Mi sexo se tragó toda su polla de una sola vez y comencé a moverme encima de él. Me encantaba sentir la dureza de su rabo y poder controlar el ritmo de sus penetraciones. Me concentré en mi orgasmo. Ya quedaba muy poco, me moví encima de él hasta casi alcanzarlo, luego me detenía unos segundos y le miraba a los ojos.

¿Por qué te detienes? –Me preguntó él.

Me voy a correr. –Le dije yo. Y quiero que te corras conmigo.

Entonces me echó a un lado y volvió a ponerse él encima de mí. Sacó su polla de mi coño para volverla a meter un segundo después, con una estocada perfecta que me hizo ver las estrellas. Me montó de la misma manera salvaje que me había follado en el jacuzzi, y volví a revivir aquellas sensaciones. El orgasmo era inminente, tenía sensibilizados todas las terminaciones nerviosas de mi piel. Entonces él se vino en mi interior soltando fuertes chorros de semen y yo me corrí una vez más en esa noche como nunca antes lo había hecho.

No fue hasta unos minutos después que fui consciente de que en la otra cama estaba teniendo lugar  otra fiesta. Ares y Febo ensartaban a Venus por detrás y por delante, tal y como lo habían hecho conmigo en la cuarta habitación.

Venus parecía de lo más feliz en esa situación, y sus dos amantes se esforzaban en hacerla gemir de placer. Daniela, que ya hacía unos minutos que los observaba, acariciaba el miembro morcillón de Eros, tratando de devolverlo a su majestuoso estado de rigidez.

¿Puedo ayudarte con eso? –Le dije a Daniela, y comencé a acariciar los huevos de Eros.

Mientras Daniela y yo nos alternábamos para comernos la polla de Eros, Febo y Ares hacían que Venus se viniera en un largo orgasmo.

No tardamos más que unos pocos minutos en tener de nuevo la polla de Eros a nuestra disposición. Esta vez fue Daniela la que habló.

Yo no he tenido oportunidad de tirar los dados, ni creo que la vaya a tener ya, pero me hubiese gustado que alguno de vosotros me rompiera el culo.

Febo, que seguía perforando el culo de Venus se corrió al escuchar las palabras de Daniela. Eros me acarició el coño y humedeció sus dedos en él. Luego le pidió a Daniela que le acercara su culito. Con los dedos llenos de mis jugos lubricó el ano de Daniela.

Mi coño también necesita de las atenciones de alguien. –Protesté al ver que Eros y Daniela empezaban a tener claro lo que iba a suceder entre ellos.

Ares, que seguía follando a Venus pese a que ella ya se había corrido hacía un rato, al escuchar mis palabras se salió de la chica, y cambiando de cama se montó sobre mí.

Sabía que te volvería a follar. –Me dijo sonriente mientras su grueso pene forzaba la entrada de mi coño.

Pues a qué esperas, cabrón. –Le dije yo y de nuevo volvía a tener a un hombre entre mis piernas follándome de forma salvaje.

Era excitante escuchar los alaridos de Daniela cada vez que Eros le perforaba el culo, y al mismo tiempo sentir el rabo de otro hombre en mi sexo. Por si esto fuera poco, en la cama contigua a la nuestra Venus comenzaba a hacerle una mamada a Febo.

Perdí la noción del tiempo. No sé las horas que estuvimos follando, lamiendo, tocando, besando, en esa orgía de todos contra todos en la que se había convertido la séptima y última habitación. Sólo sé que cuando ya no pudimos más, cuando no quedó energía para echar otro polvo, fuimos  al baño y nos dimos una buena ducha.

Me vestí y abandoné la habitación, justo después de que lo hiciera Eros. Salí de la séptima habitación todavía en una nube. Caminando como una autómata,  apenas me di cuenta que mis tres amigas me esperaban sentadas en unos cómodos sillones de piel a pocos metros de mí.

Al verme salir, las tres se levantaron rápidamente y vinieron hacia mí a toda prisa, acosándome a preguntas.

¿Qué tal ha ido? ¿Lo has pasado bien? ¿Te ha gustado la sorpresa? ¿Eran guapos? ¿Con cuantos has estado? ¿Qué te han hecho? ¿A qué se debe esa cara de felicidad?

Les dije que había sido la experiencia más alucinante y excitante de mi vida y que había sido el mejor regalo de cumpleaños que nunca me habían hecho.

FIN