Lara y los perros
De cómo la hermosa y joven Lara por amor se vió arrastrada a las más abyectas y depravadas situaciones que marcarían el resto de su vida y aún así fue capaz de disfrutarlo y sacar de ello provecho y sabiduría.
Miguel Antón se escurría sigilosamente en la sombra, a través de aquel oscuro barrio, tres o cuatro pasos por detrás, Lara le seguía haciendo resonar sus altísimos tacones en la noche silenciosa. Al llegar a la esquina del Alcázar, Miguel le señaló un portal apenas iluminado por una temblorosa luz amarilla. Lara sintió acelerarse su corazón y las piernas le temblaron ligeramente, el le señaló el número tres del telefonillo y ella apretó un viejo botón tapado de graffitis. Al otro lado un voz respondió: -¿Sí?, ella dijo: - Soy la esposa de Miguel y vengo a pagar una deuda. Se hizo un silencio y la voz le dijo -Mhhh, vale sube al tercero.
Lara entró al descascarado edificio, y siguió por un largo pasillo, ahora el corazón le palpitaba acelerado, además sentía una presencia en la penumbra, tras la puerta que se cerraba lentamente, vió a Miguel permanecer en la calle con una mirada triste, muy triste.
Llegó a la escalera y estiró la falda que era corta y azul, tal como le había ordenado Yonatan, el acreedor de su estúpido y ludópata marido. No había ascensor por lo que subió por una tétrica escalera sucia y sin luz, sus tacos resonaban en la lúgubre escalera un tanto dubitativos, a medida que subían y subían cada escalón. Antes de llegar al tercero, tropezó con algo que apenas distinguía, un cuerpo tirado en el medio se quejó somnoliento, drogado o borracho, apenas se movió. Lara se sintió asqueada y ahora con miedo, maldijo en su interior al estúpido marido que le había tocado en suerte, el que le había prometido felicidad y dicha eterna en su adolescencia, el que la sedujo con poemas y garabatos, el que la dejó embarazada a los 17, y la consoló al perder el niño. El jugador empedernido incapaz de controlar su debilidad, el que ponía en riesgo lo único que tenían: la casa que había heredado Miguel de sus padres.
Toc, toc sus nudillos golpearon la puerta con miedo y deseando que se abriera pronto, quería sentirse a salvo, pero a la vez no sabía lo que le esperaba dentro. Lo suponía, es cierto, debían 11.000 euros de timba y coca que se había metido Miguel hacía más de dos meses, el "Yonatan" era el prestamista a quien le había pedido pasta y drogas, era de lo peor, venía de la cárcel, y dominaba aquél barrio miserable; Lara ya se imaginaba que la iba a follar aquél cerdo prestamista, temido por sus chantajes y sus palizas. Estaba dispuesta a hacerlo de una vez, con tal de no perder su hermosa casita suburbana.
Sentía cómo aumentaban los temblores en sus piernas, mientras la puerta no se abría, ¿cinco? ¿diez minutos estuvo esperando? Hasta que la puerta se abrió. Ocupándola toda como un armario que inpedía ver el interior apareció un tipo, con cara de pocos amigos y barba de tres días, y un tatuaje que comenzaba en su hombro y se perdía en una absurda camiseta de tirantes, que parecía reventar por todas partes. Le invadió un olor a días sin limpieza. El tipo le dijo: - Pasa putilla.
Lara se estremeció, lo absurdo y lo injusto de la situación, le empezaba a dar asco. La humillación de aquel trato barriobajero y despectivo fue evidente en las lágrimas que amagaron asomar en sus ojos azules.
Lara entró unos pasos, cada vez más temerosa, y descubrió a la luz que el armario iba en calzoncillos, caros y sucios. El piso era bastante más grande de lo que imaginaba. Se detuvo en medio del salón sin saber que hacer, el tipo había seguido hasta la cocina a por un vaso de whisky con hielo, que ella vió brillar en su oscura mano. El tipo se acercó y le dijo: - Me llamo Mick, y vas a tener que esperar al Yonatan. Cuando venga quiero que le hables con mucho respeto porque anda de mala leche. ¿Oíste zorra?.
Se sintió estúpida allí de pie, en medio del salón, con un top blanco y una cortísima falda azul, no pudo evitar un temblor no sabía si de frío o de temor. El tal Mick dió unas vueltas a su alrededor mirándola de arriba a abajo, como si fuera un mueble, ella era alta, pero al lado de él parecía pequeña, no podía parar los escalofríos. Deseaba que pasara algo pronto, deseaba terminar aquella pesadilla. Sentía la presencia del hombre a su espalda, le oía respirar, de pronto la mano de él le cogió por su dorado cabello, con fuerza, y la hizo girar hacia él. Tirándole del pelo sin soltarla, ella cerró sus ojos y abrió la boca, en silencio.
Mick le dijo: - Tienes poco maquillaje, vete a ese baño y píntate bien, aquí las tías tienen que pintarse más que una pared, ¿me oyes?. Y, entonces, la fue soltando lentamente. Los ojos de Lara brillaban mientras una lágrima bajó casi invisible por su mejilla. Fue corriendo al baño que Mick le indicó y de su bolsito sacó todo lo que tenía: rimmel, sombras, lápiz, y empezó a aplicárselo con furia, rápidamente.
Cuando salió su cara de ángel, parecía la de una puta barata, Mick sonrió, - Sí, así me gusta, como una zorra.
De pronto se sintieron unas llaves en la cerradura, se abró la puerta y entró con estrépito un tío con toda la pinta de ser "el Yonatan", camisa larga y pintarrajeada, pantalón de rapero, y una cara muy negra y con varias cicatrices, atado muy corto a su mano un perro doberman negro también, ladraba escandalosamente. Los ladridos metieron aún más miedo en el frágil y expuesto cuerpo de Lara.
De pronto un rápido tirón de la correa y un grito de Yonatan, hizo callar al tamible can, que se sentó al lado de su dueño.
El Yonatan le hizo una seña a Mick, que inmediatamente cogió la correa y se llevó el animal, Yonatan, sin apenas mirarla, mientras extendía unas rayas de coca en una mesita de cristal, le dijo: -Tu macho está abajo con unos de mis chavales, tuve que darle un par de ostias al gilipollas, porque se quiso poner de chulo, ja ja ja creo que el muy imbécil se cagó encima .
Los azules ojos de Lara estaban cada vez más abiertos, de pronto el gorila le hizo una seña y dijo: - Agácahate en la mesa y métete una rayita, pero una sola, je je no me gustan mis putas muy colocadas.
Lara se agachó de rodillas y esnifó una de las rayas, cuando se iba a levantar un pie del Yonatan se apoyó en su espalda y la retuvo en esa posición ignominiosa.
No tan rápido, pequeña putita barata, vamos a hablar de la pasta que me debes, ¿cuánto era? ¿quince, veinte mil?
No, dijo Lara, once, Yonatan. Miguel me dijo once mil.
¿Y los intereses, zorra?
¿Intereses ?
De pronto Lara sintió una fuertísima patada en su culo, dolorosa y sin piedad.
- A mí las putas como tú, me llaman "Señor"
Si, Señor. Lo siento.
No perra, aún no me has sentido . ja ja ja
Así que veinte mil euros, supongo que el marica que tienes por marido no tendrá ni un euro, por eso te manda a tí a pagar. ¿No?
Mientras decía esto, presionaba más su pie sobre la espalda de Lara, que ahora lucía una graciosa manchita blanca debajo de su nariz.
- Ssí Señor no tenemos esa pasta .
Pues, eeehh entonces tendrás que pagarlo tú, ¿verdad?.
Eeeh s... sí Señor
Fue entonces cuando Lara sintió unos dedos fuertes y largos que entraban como serpientes enredándose en su pelo, casi con suavidad, hasta dominar su femenina cabeza con poder total y lentamente le giró el rostro hacia atrás, mientras le quitaba su sucia bota de la espalda.
Con parsimonia tiró de su cabeza hasta tenerla frente a sí, y luego la bajó para frotar su naricita contra su entrepierna, así la retuvo unos minutos, que a Lara le parecieron eternos. Hasta que al quedar sin aire, Lara empezó a respirar el olor intenso que desprendía aquél bestia. Abrió su boca intentando repirar y Yonatan la apretó fuertemente contra su escroto, aún cubierto por el pantalón, que empezaba a endurecerse.
Así me gusta pequeña zorrita, respira con ganas a tu dueño, que ahora vas a sentirme de verdad.
Y ahora bájame con cariño el pantalón, despacito con amor de puta
Lara, de rodillas, empezó a bajar muy lentamente el pantalón del Yonatan, que yacía recostado en un viejo y desvencijado sofá verde inglés. De pronto Lara empezó a ver el tronco de una verga negra que casi tenía el ancho de su brazo, y no pudo evitar abrir sorprendida los ojos, aún brillantes y azules como el cielo, al llegar a la mitad de las piernas, la herramienta hizo un sordo ¡plop!, y se extendió amenazante delante de su incrédula mirada.
La media sonrisa de Yonatan casi parecía una cicatriz más en su pergaminada cara oscura y antipática, sólo le hizo un gesto con la cabeza, casi despectivo, y ella comprendió que debía comenzar a pagar su deuda .
Intentó colocar en su boca aquella, aún semierecta polla, y le fue imposible al principio, era capaz de ver cada vena y cada pliegue de aquél cabrón, y al fin pudo meter en su boca la cabeza púrpura y gorda, ya humedecida. Alzó los ojos y vió al dueño del enorme tubérculo, que parecía un gigante mal entrazado visto desde abajo. Sentía el peso de aquella polla en su boca, casi sin aire, intentaba rodearla con sus labios, una mano se apoyó en su cabeza casi rozando su nuca y empezó a empujarla, al principio, lentamente. Luego con más fuerza, obligándola a intoxicarse con la verga que empezaba a ocupar todo el espacio de su jadeante boca. En pocos segundos empezó a atragantarse con la negra carne, que rozaba el fondo de su garganta, segundos después llegó una tos de asfixia, intentó quitar la cabeza hacia atrás pero la manaza del Yonatan la apretaba contra la polla que se abría camino por rincones inexplorados de su faringe. En un momento su cara enrojeció intensamente y la mano liberó su cabeza y la retuvo por el pelo, su cara giró hacia arriba y de su boca salieron sonidos guturales y una tos salpicada de saliva como si le arrancaran la campanilla, tomó un poco de aire y la mano volvió a ponerla contra el falo ya erecto como un mástil. Esta vez sin empujar a fondo, con suavidad. Volvió a amoldarse al miembro y empezó a sorber el profuso y espeso líquido que había soltado antes. Y comenzó a mamar con fuerza, intentando recorrer con su lengua los pliegues y venas negras, casi como el chocolate, mientras entraba y salía casi sin esfuerzo de su boca, ahora receptiva, comprendió que debería esforzarse para tratar de que el suplicio humillante pasara lo antes posible. Empezó a subir y bajar la cabeza con un ritmo constante y de a poco el Yonatan fue soltando su cabeza, reteniendo solamente el pelo, como una brida.
Los minutos transcurrían lentamente y la escena se recomponía con el Yonatan tirado en el sofá con una pierna estirada encima y otra apenas apoyada en el piso, su cabeza cómodamente reclinada en unos almohadones, con su mano derecha sostenía a Lara por el cabello, mientras ésta de rodillas, movía ritmicamente su cabeza, trabajando sobre la admirable polla del mafioso. El Yonatan de pronto con su mano libre cogió un móvil de la mesa, y si dejar de sostenerla por el pelo, con una mano empezó a teclear un número en el teléfono. El cerdo estaba haciendo una llamada, mientras nuestra pequeña Lara le mamaba la polla.
Mientras nuestra heroína sacrificaba su dignidad intentando complacer a aquél cerdo depravado, trabajando intensamente cada vez con más dedicación sobre la incansable masculinidad del chantajista, éste hablaba plácidamente por el móvil con alguien que le debía pasta también, la confusa mente de Lara pensó sin dejar de esforzarse en lo suyo, que ojalá fuera una mujer igual que ella, así podría liberarse antes de aquélla desgraciada situación, como si una voz interna le hablara en su cabeza -que subía y bajaba sin parar, babeando sobre aquella oscura y tiesa masa de carne-
su pensamiento le decía: "No está tan mal esta polla ¿verdad? Ahora que empiezas a acostumbrarte a su tamaño, reconoce que nunca habías tenido algo así en tu boquita, no hay comparación con la del imbécil de mi marido, por cierto . en otras circunstancias, debo admitir, habría sido un descubrimiento interesante esta polla increíble . mhhhh que larga es y cómo pesa, si por lo menos el tipo éste fuera guapo, esas horribles cicatrices, pobre ¿qué le habrá pasado? Mmmh que capullo más gordo tiene, estoy toda mojada, seguro que se sentiría rico entrando en mi coñito ..."
Mientras éstos y otros pensamientos discurrían confusos por la atribulada y cada vez más complaciente cabecita de Lara, un grito de Yonatan al teléfono seguido de unos insultos soeces, le hizo levantarse rápidamente del sofá, de tal forma, que su polla liberada rebotó violentamente en la sorprendida cara de Lara, casi como un martillazo, ella con la boca aún abierta y los ojos muy grandes miró a Yonatan que daba pasos enrabietado alrededor de ella, aún de rodillas, y dando voces terminó diciendo: - Dos kilos de coca me debes cabrón, ¿te voy a matar a tí y a tu familia en tres días, si no aparece! ¡Tres días hijo de puta, tres! Lara no pudo evitar un escalofrío ante esa violencia. - ¡Y tú perra! ¿Qué esperas? ¡Sácate la ropa y sigue mamando!
Inmediatamente, Lara se quitó la ropa, dejándola encima de una silla, mientras miraba de reojo alrededor con cierto pudor, luego se acercó a Yonatan que ahora estaba de pie haciendo otra llamada, Lara volvió a arrodillarse y sin tocarle con las manos cogió entre sus labios la polla que había perdido algo de dureza, y comenzó otra vez a trabajar esta vez completamente desnuda a los pies del pandillero, que ahora hablaba con unos amigos en otro tono, en ese momento entró Mick como si tal cosa, Lara amenazó con dejar de chupar, pero rápidamente la mano del Yonatan le presionó la cabeza para que no lo hiciera, Mick le acercó un vaso de whisky a su jefe, y se sentó en una silla a espaldas de Lara, Yonatan le decía a su amigo por el móvil, que tenían que conocer a su nueva puta, esa misma noche, recién en ese momento Lara comprendió que se refería a ella y que su calvario, recién estaba comenzando. Entre risas Yonatan le dijo a su amigo (Taco, le llamó) que viniera con los muchachos y le arrimaran unas cuantas cervezas Groningen. Y que trajera consigo a los "nenas", mientras Lara se aplicaba con esmero a endurecer más aún el falo ya húmedo de su ¿Jefe?
- ¡Puta, veo que te gusta mucho mamar pollas, voy a esnifar un par de rayas, mientras para no enfriarte, dale tu puta boca al Mick. Y esmérate más o tendré que patear tu sucio culo blanco! Lara iba a ponerse de pie, y Yonatan le dijo:
¡Eh! Eh vete en cuatro patas perrita.
Lara caminó en cuatro patas, humillada como nunca antes se había sentido, y se acercó a Mick, tirado en una silla mientras leía un comic, Lara esperó un momento a que Mick se moviera, pero comprendió que permanecería así, por lo que con lágrimas en los ojos, se vió obligada a abrirle con sus blancas manitos la bragueta, Mick permanecía impertérrito, como si no fuera con el la cosa, y Lara debió esforzarse para sacar su segunda polla negra de esa noche, casi tan grande como la del Yonatan, consiguió sacarla sin el más mínimo gesto de Mick. Estaba fláccida y olorosa, pero aún así era más grande que la de su marido. Con su lengua se propuso recorrer la visible cabeza púrpura, y cuando consiguió un poco de dureza, con su mano descorrió la piel que escondía el capullo para, al fin, metérselo en la boca y poder así sentirlo en su boca, Mick estiró una pierna con indiferencia, mientras Lara se esmeraba en su esfuerzo, cosa que obtenía visibles resultados. A su espalda oyó el característico ruido de inspirar coca por la nariz, seguido por una risita perversa del Yonatan.
- Trata bien a mis chicos, putita y te irá bien conmigo
Lara, a cada instante comprendía que esta situación iba a estirarse en el tiempo, y también que debería esforzarse, derrumbando sus límites, para no pasarlo mal, y poder retomar su vida cuando esta historia terminara.
Pero mientras comía la polla de Mick, escuchó una puerta, y voces. Escuchó una voz desconocida y que hablaba con su nuevo "jefe" y sollozos, la tatuada mano de Mick se apoyó en su cabeza para que no se distrajera y siguiera mamando.
Luego sintió pasos a su espalda y reconoció los sollozos: era su marido Miguel. Mick le dijo:
- Sigue chupándomela zorra.
Ahora el que habló fue el Yonatan:
- ¿Qué pasa marica de mierda? No sabías lo que le iba a hacer a esta perra, no fuiste capaz de mantener a tu propia mujer, ahora no llores como una nena. Me debes mucha pasta nenaza. Pero tienes la suerte de que tu exmujer (ahora es mía, te imaginarás) se hizo cargo de tu deuda. Pero antes de que desaparezcas vasa meter con TU mano de marica MI polla en el coño de tu piba ¿me oyes? Y cállate ya.
Dicho esto se acercó a Lara por detrás, que permanecía esmerada en chupársela a Mick, y tomándola de las caderas, levantó su cintura, para dejarla de pie pero con su boca fundida en la humanidad de su secuaz, y acomodó su pene erecto y rotundo apuntando al coño de Lara.
- Ven hijo de puta cagado, cógeme con respeto esta hermosa polla y métesela dentro a esta puta.
Miguel se acercó sollozando como un niño, entre las risas de todos, e iba a coger con su mano la masa repugnante.
- Pero antes quítate la ropa y ponte de rodillas maricón.
Lara seguía chupando, mientras el Yonatan la tenía fuertemente cogida de la cadera, casi sin apoyo en esa absurda posición intentó afirmarse en las piernas de Mick uqe se lo impidió pero le cogió las muñecas con una de sus manazas y con la otra comenzó a sobarle la tetas que colgaban un tanto absurdas hacia abajo. Escuchó risas a su espalda y comprendió que su marido estaría desnudo.
- ¡Ja ja ja, miren eso negros, parece un maní, seguro que esta tía nunca sintió gusto por este mierda!
Todos rieron mientras Miguel se arrodillaba entre el Yonatan y su mujer, ambos quedaban a la altura de sus ojos, veía con nitidez el coño ya húmedo de su mujer y del otro lado escasos milímetros una polla enorme y negra. Sorprendido sintió una leve erección e intentó reprimirla, demasiado tarde al pensar en ello se acentuó y no pudo evitar que su pequeña polla, visto lo visto, se levantara como diciendo - Eh aquí estoy yo!
- ¡Miren eso negratas! A éste le van los tíos, ja ja!. Dijo la otra voz, Lara doblada en dos y sin parar de chupar pensó en lo hijo de puta que era "su" Miguel, excitándose con su humillación y vergüenza. Y empezó a mamar con fruición la verga que tenía en su boca, por despecho quiso sentir ganas de entregarse. Entonces habló el Yonatan:
Venga puto, cógela con mano y metésela en el coño a esta pedazo de puta!! Cuando Miguel la puso en su mano sintió su tibieza y se sorprendió, nunca había tocado el sexo de otro tío, y no le resultó desagradable, su vacilación de uno o dos segundos la aprovechó Yonatan.
¡Eh!¡Eh! No tan rápido mariquita, antes bésamela y dame las gracias, te ordené que lo hicieras con respeto.
Instalado ya en la humillación total, casi sin pensarlo Miguel le besó el capullo al Yonatan.
- Ahora métela en tu boca de puto y mójamela bien para no romperle mucho el coño a la zorra de tu ex-mujer.
Y Miguel, lo hizo. La puso en su boca y la fue llenando de saliva, parecía hacerlo con entrega, quizás porque su derrumbe era ya total.
- Eh, eh para ya, se ve que te gusta tanto como a ésta, pero ahora entiérrala en ese coñito virgen, nenaza.
Y Miguel, lo hizo. Como si fuera una joya preciosa, con admiración y respeto la frotó en el sediento coño de su mujer, que chupaba como posesa, y la fué introduciendo un poco trabajosamente al principio, en aquél coño que había sido su refugio, la expresión de su amor. Lara se acomodó un poco para ayudar a la entrada de aquél falo caliente, moviendo ligeramente las caderas. De pronto y un golpe de cadera del Yonatan la polla abrió el coño entrando hasta la mitad en la desgraciada mujer, el gesto arrancó hurras y aplausos de los presentes, y un gemido intenso de Lara, no se sabía si de dolor o de placer, de dolor seguramente. Y Miguel no pudo contener las lágrimas de comprensión, comprendió que aunque conservara su casa, su vida estaba perdida para siempre. Y súbitamente un espasmo demostró que se estaba corriendo.
Continuará