Lara y la dependienta de la zapatería

Un día de aburrimiento conocí a Lara, me abrió un nuevo mundo en el fetichismo por los pies.

Siempre me ha gustado observar los escaparates de las zapaterías. Sobretodo los de calzado femenino. Veo esos tacones altos y los imagino puestos en alguna conocida. Me excita.

Aquel día ocurrió algo maravilloso, una fantasía hecha realidad y ahora voy a contar como sucedió.

Por motivos de trabajo me encontraba en una ciudad a varios kilómetros de casa, por la tarde tenía una visita y tuve que quedarme a comer allí. Eran las doce del mediodía, un poco pronto para comer, así que decidí dar una vuelta por una calle llena de escaparates. Habían cantidades de zapatos. No sabía por cual comenzar, así que decidí recorrerla por completo.

En la segunda tienda, lo que me llamó la atención no fue el escaparate, sino la mujer que lo observaba. Era una mujer madura, unos 45 años, iba vestida muy elegante con una falda por encima de la rodilla, una chaquetita ajustada, un larga cabellera morena, vestía unas medias de color negro y unos altísimos tacones de aguja a juego.  Era bastante guapa de cara, y unos pendientes que colgaban de los lóbulos de las orejas reafirmaban su estilizado cuello. Ella me miró, pero no pareció interesarse por mí. Cuando hubo observado todos los zapatos salió de la tienda.

Esperé unos segundos y fui tras ella, esa vestimenta no se veía cada día y mi verga se había puesto juguetona con sólo mirarla. Decidí contemplarla un poco más y disfrutar de su caminar. Parecía que el tacón finísimo se iba a romper a cada paso. Ella con la espalda bien recta parecía dominar todo a su alrededor. Sus piernas bien moldeadas mostraban la musculatura a cada apoyo en el suelo. Y su cabellera bailaba a cada zancada. Nada en su cuerpo aparentaba la edad.

Al cabo de unos segundos, entró en otra zapatería. Esta al contrario que la otra no tenía escaparate, sino que los zapatos estaban correctamente colocados en unas estanterías que se alargaban por la extensa tienda. Como era bastante grande decidí entrar.

Me dirigí con disimulo al apartado de zapatos de caballeros. Desde allí pude observarla por encima de unas mesas llenas de tacones. Pude ver como se mordisqueaba el grueso labio inferior cuando un modelo le gustaba. Como metía la fina mano dentro de los zapatos para obtener el tacto que sus plantas le agradecerían. Como sujetaba los tacones y los miraba desde todos los ángulos. Me estaba excitando sobremanera. Era lo más sensual que había presenciado en mucho tiempo.

La mujer llegó al apartado de zapatos veraniegos, allí estuvo muy pendiente de las mules de madera, un calzado que me encanta. Decidí dejarme de vergüenzas y acercarme un poco más. Llegué hasta su lado a escasos dos metros, ella se sentó en un taburete y se dispuso a probarse una de esas mules, con una única tira blanca como sujeción. Tuve que girarme hacia unas cajas porque creo que incluso me estaba ruborizando de la excitación. Ella descalzó su pie izquierdo y dejando la mule en el suelo comenzó un movimiento con el pie para encajarla perfectamente. Se levantó y se observó ante un espejo en el suelo. La dependienta se acercó para ver si necesitaba alguna cosa pero ella le comentó que sólo estaba mirando, a lo que la joven chica la dejó seguir con lo suyo. Ni que decir tiene que la mujer se había percatado de que yo estaba allí, disimulando terriblemente mal. Sacó la mule de su pie y cogió otra con la tira en color sepia. Esta vez se probó los dos zapatos. Cuando los tuvo puestos caminó un poco, yo seguía con la mirada el subir y bajar de sus talones, sus plantas parecían de terciopelo. Mi bulto crecía. Y unas cosquillas recorrieron mi estómago cuando se giró, caminó hacía mí y me pregunto:

-          ¿Qué te parecen?¿Me quedan bien?

-          Si, yo diría que si

-          ¿Más que las otras?

-          Co… como dice… - Balbuceé.

-          Llevas observándome unos minutos, sólo quiero tu opinión de hombre

-          Perdón, no quería incomodarla… Sí, me parece que le quedan mejor, al menos con las medias puestas

-          Tienes razón debería verlos sin medias

Lo que ocurrió entonces me desconcertó. La mujer llamó a la dependienta. La chica de unos 25 años acudió rauda. Era menuda, 1.65 aproximadamente, teñida de rubio con un cabello muy corto, tenía la piel bronceada, vestía una camiseta de color negro con un buen escote desde el cual se podía ver un perfecto canal. Llevaba puesta una minifalda de color granate y unas zapatillas tipo “chinas”. No era extremadamente bella pero tenía algo que la hacía muy atractiva. Me estaba poniendo malo.

-          Dígame señora, ¿necesita alguna cosa? – Dijo la chica.

-          Verás, quiero comprarme unas sandalias de este tipo, pero creo que no he venido vestida adecuadamente, me pregunto si podrías probártelas por mí, necesito verlas sin medias

Ahora si que casi exploto.

-          Bueno, no es una cosa muy normal, pero no hay gente en la tienda, así que si quiere me las pruebo

-          De acuerdo, mi sobrino te dirá cuales debes probarte

Me costó un par de segundos entender que ahora yo era el sobrino. La dependienta me sonreía con las manos cruzadas delante de su falda. Me acerqué hasta la estantería y señale unas mules con tacón de madera de 12 centímetros, una fina tirita de color marrón sujetaría el pie a la altura del pliegue de los dedos, lo que me daría una panorámica absoluta de las plantas y talones al caminar. Elegí dos más del mismo estilo, unas rojas y otras azuladas. La chica me sonrió.

-          Voy a por mi número

Se fue hacia el almacén a buscarlas. Yo me quedé allí con la cara de tonto junto a la mujer que me señaló que me sentara en un banco junto a ella.

-          Ahora relájate y disfruta del pase de modelos

-          No entiendo bien lo que ocurre

-          Lo que ocurre cariño, es que te estás poniendo cachondísimo con la situación, por que eres un fetichista empedernido al igual que yo

-          ¿Qué usted?

-          Nada de usted, Lara, me llamo Lara… A veces he hecho esto yo sola, me excita ver y observar los pies de otras mujeres en tacones altísimos

-          Siendo mujer creo que es más fácil que accedan

-          Desde luego… ¿Te gustan mis pies?

Levantó levemente su pie, la media creaba contrastes de color a cada curva a cada pliegue. Me mostró la planta llena de pequeñas arrugas y el talón muy cuidado, redondo, perfecto. Mi olla volvió a crecer.

-          Si, me gustan mucho

-          Se nota (me dijo mirando mi paquete)

Y dándome un golpecito en el muslo se giró para ver si llegaba la dependienta. Al cabo de unos segundos llegó la chica con las tres cajas. Las dejó en el suelo y descalzó uno de sus pies, no eran muy grandes, la piel era morena, las uñas muy bien recortadas, unas pequeñas venitas se marcaban en su empeine, sus dedos redondos eran para mi gusto perfectos.

Escogió las mules de la fina tira de color marrón, introdujo su pie y poco a poco con movimientos lentos fue encajándolo perfectamente. Ella simplemente sonreía. El simple hecho de ver entrar ese bonito pie y acomodarse dentro de la mule hizo que un poco de líquido seminal brotara de mi verga. Eva, que así se llamaba la chica, se puso de pie, y caminó lentamente a un lado y el otro delante de mí. Lara la observaba con una mirada de lujuria, y yo hacía lo que podía por no comenzar a tocarme.

-          ¿Qué le parecen señora?

-          Muy bonitos, ¿puedes ponerte de puntitas? Para ver como se amoldan

La chica izo lo que se le dijo, delante de mí se puso de puntitas y sus talones parecían emerger hacia el cielo. Estaba realmente excitado con la situación.

Lara se agachó y pasó su mano entre la mule y el pie de Eva, aquella visión izo que me empalmara sin miramientos. Lara también estaba excitadísima.

-          Tienes unos pies preciosos Eva – le dijo Lara.

-          Gracias… Mi trabajo me cuesta

Lara se incorporó y volvió a sentarse en su sitio. Apoyó una mano en mi muslo.

-          ¿Te gustan?

-          Mucho

-          Me los quedo…- le dijo Lara a Eva.

Eva se descalzó y volvió a meter las mules en la caja, con un gesto rápido se calzó sus zapatillas “chinas”.

-          ¿Los demás también? – Preguntó al chica.

-          Con una condición… - Le soltó Lara.

-          Digame

-          Si cierras la tienda y dejas que mi sobrino y yo juguemos con tus pies te los compro todos

Mi polla explotaba.

-          No, esto ya no… Tengo trabajo

-          Tú misma, pero vales 92 euros cada par, por diez minutos ganarás más que en toda la mañana

-          Ya, pero es que a mí no me va este rollo

-          Sólo debes dejarnos tus pies, no tendrás que hacer nada más

-          No, paso de esto, si no los quiere comprar da igual

-          Mira Eva, no quiero presionarte, te daré 40 euros extras… Deja la tienda abierta si quieres, es posible que no entre nadie en diez minutos

-          No sé

La chica comenzaba a dudar.

-          Solamente será un masaje en tus pies, sólo queremos eso, tienes unos pies preciosos y nos hemos encaprichado de ellos

-          Pero mi jefa puede venir

Casi estaba convencida, y yo cachondísimo con la conversación.

-          Nos ponemos al final de la tienda y tu te sientas de cara a la puerta, si viene paramos sin ningún problema

-          ¿Sólo mis pies?

-          No queremos nada más

-          Pero tengo cosquillas

-          Lo haremos bien

-          ¿Me da los 40 euros?

-          Toma – Lara abrió su monedero y le dio el dinero.

-          Venga vale, pero sólo diez minutos

Fuimos hasta el último banco de la tienda, una hilera de cajas nos tapaba de las mirada externas. Eva se sentó en un banco. Lara y yo nos arrodillamos delante de ella. Yo no sabía por donde comenzar, giré la cabeza y vi como Lara sujetaba el pie izquierdo de Eva y lamía lentamente aún con las zapatillas puestas todo el contorno del talón. Yo estaba a punto de correrme, cogí con delicadeza el pie derecho de Eva por el talón y lo acerqué lentamente hasta mi cara. Era muy suave. Retiré poco a poco la zapatilla y un agradable aroma llegó hasta mi olfato. Olí entre sus dedos, y saqué la lengua hasta llegar a tocarlos. Eva no tenía pinta de estar pasándolo mal.  Introduje su dedo gordo en mi boca y succioné, mientras le pasaba la lengua en círculos. Lara ya tenía todo el pie dentro de su boca. Eva se tiró un poco más atrás para subir sus piernas, creo que le estaba gustando. Levanté su pie y lamí toda su planta, desde los dedos hasta el talón.

Entonces, Lara acercó su mano hasta mi paquete y comenzó a masajearme por encima del pantalón. Eva me miraba de forma inequívocamente lasciva, definitivamente le gustaba lo que le estábamos haciendo. Sus mejillas se habían ruborizado y unas pequeñas gotas de sudor emergían por su frente.

Yo quise corresponder a Lara, acerqué mi mano hasta su muslo y comencé un suave y delicado masaje por su interior encima de las medias, de tanto en tanto le daba unos pequeños golpecitos a su coñito, esto hacía que diera respingos de placer.

-          ¿te gusta Eva? – preguntó Lara.

-          Si

Fue un si de excitación, como si no quisiera que paráramos, Lara decidió ir un poco más allá y con una habilidad remarcable, bajó mi cremallera e izo salir mi verga que saltó como un resorte hacia arriba. Entonces comenzó a masturbarme delicadamente. Eva no apartaba la mirada de mi polla. Yo seguía degustando ese maravilloso pie, mientras ya estaba acariciando toda la parte vaginal de Lara. Mi polla no iba a durar mucho, y Lara lo sabía, por eso hacía pequeñas paradas mientras me pajeaba, era toda una experta en hacerme aguantar. Desde mi posición podía ver las braguitas de Eva por debajo la falda, y estaban bastante mojadas, ella se reprimía en tocarse supongo que por vergüenza, pero seguro que tenía muchas ganas de hacerlo. Mi mano removía rápidamente en la zona del clítoris de Lara, ella gemía, creo que estaba a punto del orgasmo sus medias estaban empapadas por el flujo vaginal, aceleré el movimiento y efectivamente, Lara lanzó un gemido y tuvo un orgasmo. Yo seguí con el pie de Eva. Lara apartó el pie de su cara y me lo ofreció a mí. Sujeté los dos pies y los lamí por completó, mordisqueé sus talones y me pareció escuchar algún gemido proveniente de Eva. Lara se colocó detrás de mí y comenzó ahora sí a masturbarme con ganas. No iba a durar mucho. Lara descalzó uno d esus pies y colocó el zapato de tacón altísimo delante de mí. Mientras aceleraba su vaivén con la mano me susurraba al oido.

-          ¿Te gustaría meterle a la polla?¿Quieres que te la chupe esta chica tan guapa?¿Te apetece que te pajee con los pies?

No aguanté más, y con un sonoro gemido de placer exploté, Lara se adelantó y sujetando su zapato por el tacón lo acercó a mi polla, mientras con la otra mano seguía el masaje. Eva estaba excitadísima por verme acabar, sus pies se habían endurecido y sus dedos abierto como una flor. Un fuerte chorro de leche fue a parar al interior del zapato, Lara me empujó para que quedara casi a cuatro patas, me apoyé en las piernas de Eva y mi cara quedó a escasos centímetros de su conejito. Eva me sujetó por los hombros como no queriendo que aquello acabara. Lara continuó pajeandome y dos chorros más entraron en su zapato. Mi cuerpo se endureció y allí terminé con mi orgasmo. Lara siguió tocándome hasta que mi polla se volvió flácida. Entonces me levanté y guardé mi verga dentro del pantalón. Lara se incorporo y se calzó el zapato con toda mi leche en ele interior. Volví a agacharme y le puse las zapatillas a Eva, que estaba sudorosa y creo que bastante excitada.

-          Bueno, - dijo Lara – me llevo las tres pares

-          No es necesario si no los necesita… - Contesto Eva – Al fin y al cabo yo también lo he pasado bien

-          Es posible que vuelva la semana que viene… - Dijo Lara

-          Vuelva cuando quiera… - Eva alargó la mano y le devolvió los 40 euros a Lara. – Quedése con esto, ya me los dará otro día que vengan por aquí

Nos despedimos con sendos besos en las mejillas ruborizadas de Eva y salimos de la tienda.

-          Creo que ella también lo ha pasado bien… - Le dije.

-          Cariño, si aguantamos diez minutos más sin corrernos, te aseguro que nos la follamos ahí mismo… ¡Anda, vamos a tomar alguna cosa, estoy sedienta!

Ese fue el principio de mi amistad con Lara, que por otra parte aún continúa. Ya explicaré más aventuras que me han pasado con ella.