Lara: La Cascanueces
Una mujer de 25 años está dispuesta a acabar con las agresiones sexuales de su ciudad a toda costa. Para ello salva a mujeres en plena agresión y luego las enseña a defenderse de los hombres utilizando sus puntos débiles. (BALLBUSTING).
En una cálida madrugada de un viernes de verano, tres jóvenes veinteañeros han acorralado y llevado a una atractiva chica a un callejón oscuro.
–Solo queremos pasar un buen rato, si te portas bien no te haremos daño. - le dijo uno de los chicos que la sujetaba por un brazo.
–Por favor dejad que me vaya. - respondió la chica muy asustada.
–Si tú eres la que más lo va a disfrutar. - dijo otro metiéndole la mano bajo la camiseta y tocando uno de sus senos sin ningún miramiento. Su polla se puso durísima al darse cuenta de que no llevaba sujetador.
Le bajó la minifalda y las bragas mientras sus dos compinches la inmovilizaban y le metían mano esperando su turno. Luego se bajó los pantalones y sacó la empalmada polla ante la chica, que lloraba e intentaba liberarse mientras el chico se posicionaba para penetrarla.
–Te voy a meter hasta los huevos. - le dijo al oído.
La chica sintió la punta del pene en su sexo, pero antes de ser penetrada el chico dio un pequeño salto que acompañó de un quejido, para al momento caer de rodillas ante ella. Se agarró la entrepierna, donde ya no se apreciaba ninguna erección, y cayó del todo, retorciéndose. Hasta que la chica no vio la silueta de una persona tras el chico, no comprendió que lo habían pateado en los testículos desde atrás.
–Te vas a arrepentir de hacerte el héroe, hijo de puta.- dijo uno de los jóvenes que sujetaban a la chica. Él y su compañero se dispusieron a vengar a su amigo, que seguía agonizando semidesnudo en el suelo. Había recibido golpes en los testículos, pero nunca uno tan fuerte, y mucho menos totalmente desnudo sin ninguna protección y sin verlo venir. Por tanto el dolor era nuevo para él, el peor de su vida con diferencia. Los testículos le ardían, el bajo vientre le dolía tanto o más y solo podía retorcerse por el suelo mientras sus lágrimas resbalaban una tras otra por sus mejillas. No podía soportarlo.
La chica miró atónita como la silueta esquivaba los golpes con sorprendente agilidad, sin devolverlos, casi burlándose de los hombres. Cuando se cansó de jugar, acabó con ellos con facilidad. Al primero lo golpeó con su mano en la nuez, dejándolo sin respiración y sujetándose el cuello.
Luego esquivó una acometida de fuerza bruta del otro y cuando vio que se estaba cansando, alzó su rodilla con precisión milimétrica justo entre las piernas del hombre, que vio como perdía el control de su cuerpo y caía al suelo en la misma situación que su amigo. Por último, se acercó de nuevo al que había golpeado en la nuez y lo dejó fuera de combate de un puñetazo en la nariz.
La joven, que seguía paralizada por el miedo, vio como su salvador se acercaba a ella lentamente y frente a ella se quitó la capucha que llevaba. La cara de la chica fue de total asombro al ver que se trataba de una mujer de unos 25 años aproximadamente. Aunque los más sorprendidos fueron los tres chicos, que no podían creer como una chica les ha dado semejante paliza.
–Ayúdame a terminar el trabajo. - le dijo la misteriosa mujer ofreciéndole la mano a la chica.
La asombrada chica la siguió sin dudarlo un segundo y ambas mujeres desnudaron a los derrotados jóvenes, que suplicaban inútilmente. Finalmente los ataron de manos y piernas con su propia ropa.
–Saca fotos de estos cerdos y en cuanto puedas ve a denunciarlo, pero no a la policía, cuélgalas en Facebook y cuenta lo que ha pasado para que todo el mundo sepa lo que les pasa a los violadores en esta ciudad. Y si quieres dejar de tenerle miedo a los hombres y aprender a dejarlos así, ven el lunes a este sitio. - dijo la poderosa mujer entregándole una tarjeta con la dirección y la hora a la chica, para finalmente marcharse entre las sombras.
La chica obedeció en todo. Sacó las fotos que subió a internet nada más llegar a su casa y, antes de marcharse se acercó al que casi la viola, se inclinó junto a él y le echó mano a sus doloridos testículos.
–¿Esto es lo que ibas a meterme? - le dijo al oído cerrando su mano con fuerza.
El chico gritaba, lloraba y suplicaba totalmente impotente, ya que las ataduras de sus manos y pies le impedían defenderse. Sentía las largas uñas de la chica clavarse en cinco puntos de su escroto, pero ella ignoró sus lamentos y siguió apretando, lo hacía tan fuerte que a los quince segundos el chico perdió el conocimiento por el insoportable dolor. Finalmente, la chica sacó una última foto antes de irse, esta vez un primer plano de los genitales del chico.
El lunes a la hora indicada, la chica no faltó a la cita. Entró en un pequeño local con un tatami por suelo y una puerta al fondo. Allí no estaba sola, se encontró con unas diez mujeres de entre 17 y 36 años, pero ninguna de ellas era la mujer que la salvó.
Preguntó a las mujeres y pronto descubrió que tenían una historia similar a la suya, a todas las había salvado de una agresión machista una misteriosa mujer durante el fin de semana y las había citado allí.
Tras unos minutos intercambiando historias de como esa mujer destrozó a sus agresores, de la puerta del fondo salió la heroína. La joven mujer medía 1,75 metros de altura, vestía un sujetador deportivo que apenas tapaba sus firmes pechos y dejaba a la vista su plano y firme vientre. La otra prenda que llevaba eran unas mallas cortas negras, que dejaban al aire unos gruesos y tonificados muslos. No era una mujer musculosa, pero se notaba que practicaba mucho deporte y que tenía bastante fuerza y agilidad, sobre todo en el tren inferior.
Pero lo que más llamó la atención a las mujeres fue la compañía de la mujer: un hombre de 25 años (la misma que ella) totalmente desnudo y con un ojo morado.
–Me presento, mi nombre es Lara y voy a enseñaros a defenderos de un hombre en caso de necesidad. Y este es Nacho, que ahora mismo se presenta.
–Hola soy Nacho y seré vuestro sparring y estoy aquí...- el joven era incapaz de decirlo.
–Dilo. - le instó Lara con tono autoritario.
–Eh... estoy aquí porque el sábado en una discoteca intenté forzar a esa chica. - dijo él señalando a una de las presentes, una joven de 18 años.
–Preséntate y cuéntanos lo que pasó. - le dijo Lara a la señalada, que nada más aparecer el chico se la vio muy nerviosa.
–Me llamo Elena y el sábado me besé con él en una discoteca y cuando me negué a acostarme con él me llevó hasta el baño e intentó forzarme. Por suerte apareció Lara y me salvó.
–Nacho está dispuesto a enmendar sus errores y se ha ofrecido voluntario para ayudarme con las clases. - dijo Lara, aunque la cara del joven no era precisamente de estar allí voluntariamente.
–Empecemos por lo básico. Para defendernos de un hombre antes debemos conocer su cuerpo, el cual no es tan fuerte y resistente como nos hacen pensar, tiene bastantes puntos débiles. Nacho, pon las manos atrás. - ordenó Lara.
El chico titubeó, pero Lara se encargó de acabar con su indecisión susurrándole al oído.
–Pon las manos detrás y no muevas ni un músculo si no quieres que todas vean cómo te arranco las pelotas.
Ante la amenaza el chico no tuvo más remedio que juntar sus manos detrás de su cuerpo y permanecer inmóvil y asustado.
Una vez en posición, Lara se acercó y comenzó a tocar y explicar cada uno de esos puntos débiles.
“El primero son los ojos, un buen piquete ciega y provoca un gran dolor a nuestro oponente... Otro lugar a tener en cuenta es la nuez, un golpe fuerte con la punta de los dedos deja al hombre sin respiración varios segundos.... Muchos hombres suelen tener problemas de rodilla debido a lesiones deportivas, una buena patada puede hacerlos recaer de estas y aunque no haya lesión les impide correr para poder huir...”
Lara explicaba uno a uno hasta que por fin llegó a la zona que todas las presentes esperaban. Se colocó en cuclillas detrás de Nacho, pasó la mano izquierda por un lado y levantó el relajado pene para dar buena visibilidad.
“Por último, - dijo pasando la mano derecha entre las piernas del chico. Agarró con sus dedos los colgantes testículos- los testículos, huevos, pelotas, partes blandas, cojones, cataplines o como quiera que los llaméis, en definitiva, el punto débil por excelencia. Se trata de un órgano vital que cuelga fuera del cuerpo sin ninguna protección, por lo que un buen golpe en estos blandos amigos deja malherido a cualquier hombre.”- decía moviendo los testículos con los dedos.
El chico intentó impedirlo, pero las manos de la chica tocándole lo más íntimo le provocaron una enorme erección que atrajo aún más las miradas de las mujeres. Pero Lara no quería distracciones, así que soltó los testículos, cerró el puño y los golpeó de abajo hacia arriba. Nacho gimió y cayó de rodillas sin fuerza en las piernas, quiso agarrarse sus partes pero Lara le mantuvo las manos en la espalda y le pidió que aguantara.
- ¿Veis lo rápido que desaparece la erección? Un buen golpe en las pelotas y lo último en que piensan es en tener sexo. – explicó Lara volviendo a sujetar el pene, que esta vez permaneció en reposo.
Las mujeres atendían sin quitar ojo a las explicaciones de Lara, mientras que Nacho deseaba que lo tragara la tierra, estaba tan avergonzado que miraba fijamente el suelo, incapaz de hacer contacto visual con ninguna de las mujeres. Solo podía gemir esperando que el dolor se fuera.
–Pero no solo se trata de golpes. Nacho, cuéntales con más detalles lo que pasó el sábado. - dijo Lara volviendo a meter la mano entre sus piernas y cogiendo sus colgantes bolas, algo que Nacho incluso agradeció al no poder agarrarse por el mismo.
Pero las mujeres tuvieron que esperar casi un minuto hasta que el chico recuperó el aliento y se levantó.
–Me los apretó…- dijo el chico con la voz muy forzada por el dolor y la vergüenza.
En su mente no podía evitar recordar como Lara le apretaba los huevos y no lo soltó hasta que accedió a ir el lunes a ayudarla con las clases de defensa personal, no sin antes quitarle el carnet de identidad para asegurarse de que lo hacía. La mujer lo amenazó con presentarse en su casa y castrarlo si no lo hacía. Le temblaban las piernas solo con recordar semejante dolor de huevos.
–Te agradezco tu sinceridad para ayudar a estas mujeres. ¿Y qué pasó cuando dejé de apretar?- preguntó Lara obligándolo a ponerse en pie a pesar de estar aún falto de equilibrio.
–Ca-caí al suelo y no pude levantarme en un rato. Me dolía muchísimo.
–¿Y antes del puñetazo que acabo de darte, cómo te sentías?
–Todavía me dolían.- respondió el humillado hombre totalmente hundido.
–¿Veis? Un apretón que ni de lejos fue con todas mis fuerzas lo dejó totalmente incapacitado y hoy, dos días después, sigue con problemas. ¿Nacho, qué habría pasado si hubiera apretado con todas mis fuerzas, si no hubiera parado de apretar, o hubiera retorcido y tirado?
El chico volvió a tardar en responder.
- No... no quiero ni pensarlo.- dijo con cara de dolor al imaginar lo que hubiera pasado, provocando varias sonrisas en las alumnas.
Las mujeres no podían disimular la admiración por Lara, que en ese momento les regaló una preciosa escena: durante dos segundos apretó su puño con todas sus fuerzas. Una descarga eléctrica recorrió el cuerpo de Nacho, al que las mujeres vieron abrir la boca de par en par y como casi se le salen los ojos de sus órbitas.
–Intenta mantenerte en pie.- le dijo Lara al soltarlo.
Las mujeres miraban expectantes al dolorido hombre, que luchaba contra la naturaleza para mantenerse en pie. Lo intentó con toda su voluntad, pero en cuanto el dolor testicular se extendió hacia su vientre, sus rodillas se doblaron y cayó en posición fetal para satisfacción de las féminas presentes.
- Habéis visto como por un apretón de un par de segundos ha sido incapaz de mantenerse en pie y tardará mínimo unos minutos en poder levantarse. Pues pensad que le hubiera pasado si lo mantengo un poco más y luego giro y tiro de ellos. Probablemente se desmayaría y con toda seguridad acabaría en el hospital.
Nacho tardó unos cinco minutos en poder levantarse con la ayuda de Lara, tiempo en el que las mujeres lo vieron retorcerse en agonía por el enorme dolor. Sin embargo a pesar de haberse levantado, el dolor seguía siendo intenso.
Con su desnudo sparring incorporado, Lara decide enseñar a sus alumnas una técnica sencilla pero efectiva.
–Nacho intentará agarraros- dijo indicando al hombre que lo haga con ella- cuando esté a una distancia optima, hay que darle una palmada con cada mano a los lados de la cabeza, en los oídos. De esta forma lo aturdiremos. - explicaba Lara realizando los movimientos, aunque las palmadas no las dio con fuerza.
–Él se sujetará la cabeza, mareado, entonces hay que aprovechar para asegurarnos que no se recupera, por lo que le daremos una patada o un rodillazo en los testículos. Esta elección es vuestra, realizad el golpe con el que os sintáis más cómodas.
Antes de terminar la explicación levantó la rodilla con todas sus fuerzas. Nacho intentó recular y encogió su pelvis, pero no fue lo suficientemente rápido. Por suerte para él Lara detuvo el ataque a milímetros de su escroto y el joven respiró aliviado, consciente de que ese golpe hubiera sido su fin como hombre.
Antes de retirar la rodilla, Lara hizo contacto con los genitales del hombre y la movió levemente en círculos a modo de burla.
–Por último debéis correr sin mirar atrás y pedir ayuda. - dijo concluyendo la explicación e indicando que era el turno de sus alumnas.
–¿Podemos darle de verdad? - preguntó una de las alumnas.
–Como queráis. - respondió Lara provocando el pánico de Nacho.
La primera en practicar la técnica fue la chica a la que Lara salvó de los tres violadores, que se llamaba María. Apenas rozó las orejas de Nacho en las palmadas y practicó una patada baja que se quedó lejos de hacer contacto, ya que la chica estaba sintiendo lástima por el hombre.
La siguiente mujer tampoco llegó a golpear el cuerpo de Nacho, que se alegraba de que las mujeres de apiadaran de él. Pero todo cambió cuando llegó el turno de la chica de 13 años, la cual necesitaba comprobar si su fuerza era suficiente para que las técnicas surjan efecto. Y vaya si surgió efecto. La niña palmeó las orejas del hombre con fuerza y acto seguido pateó con todas sus fuerzas los expuestos testículos de Nacho.
El chico, que aún no estaba totalmente recuperado del apretón de Lara, esta vez cayó fulminado automáticamente. Sus gemidos de dolor contrastaban con la alegría de la jovencita, a la que sorprendió la efectividad de los golpes en la entrepierna masculina. Lejos de recriminarle su atrevimiento, Lara felicitó a la chica por la buena ejecución de la técnica.
Lara sabía que esta vez Nacho necesitará más de cinco minutos para recuperarse, por lo que decide enseñar otra técnica mientras tanto. La nueva técnica consiste en golpear con los dedos la nuez del agresor y terminar una vez más con un ataque a los genitales.
Una vez explicada Lara pidió a Nacho que se levantara para seguir practicando, pero la respuesta del joven fue una mirada de impotencia a la vez que negaba con la cabeza. Así que Lara tuvo que poner a las chicas a practicar entre ellas por parejas a la espera de que Nacho pueda continuar. Tras unos minutos de práctica (unos 15 tras la patada de la pequeña) Lara se inclinó junto al hombre y le habló al oído.
–Si no puedes levantarte no me sirves de nada. Así que ponte en pie si no quieres que...- le susurró haciendo con los dedos el gesto de cortar con unas tijeras.
El pobre chico no tuvo más remedio que obedecer, aunque apenas podía mantenerse en pie y el dolor era terrible.
Ahora las mujeres podían elegir entre las dos técnicas explicadas. Los patéticos movimientos y gestos de dolor de Nacho hicieron que las mujeres no se atrevieran a volver a golpearlo, hasta que por fin llegó el turno de la chica a la que intentó forzar. Esta golpeó su cuello con fuerza, justo en la nuez, haciendo que Nacho se agarrara el cuello sin respiración. Pero la chica no se quedó ahí y finalizó la técnica agarrando los hombros del hombre y dándole un tremendo rodillazo entre las piernas. Le dio con tanta fuerza que se le escapó un grito de rabia.
–Debiste irte a casa cuando te dije que no.- le dijo antes de que cayera de nuevo al tatami.
–Pff de esta ya no se levanta...- dijo una mujer provocando las risas de las demás.
Nacho no aguantó más y rompió a llorar ante las mujeres, que comenzaban a sentir pena por él al imaginar el dolor que debía sentir, pero también se mostraban felices porque los testículos sean tan delicados.
–Como nuestro chico no puede más, lo dejaremos por hoy. Espero que hayáis aprendido estas técnicas tan útiles, pero sobre todo que os hayáis dado cuenta de que los hombres también son vulnerables y que cualquier mujer puede derrotarlos si sabe cómo. Aunque mi objetivo con estas clases no es solo que vosotras no tengáis miedo, mi verdadero objetivo es que los hombres sientan miedo de hacer lo que no deben a una mujer. Esta es la forma de acabar con las agresiones machistas. - dijo Lara arrancando el aplauso de sus alumnas.
–Agradeced también a Nacho su ofrecimiento.- pidió señalando al joven, que seguía retorciéndose y llorando en el suelo.
Las mujeres lo hicieron y antes de marcharse pasaron una a una junto a él y le dedicaron palabras de ánimo y agradecimiento.
–Siento haberte pateado tan fuerte, necesitaba saber si los testículos son realmente tan débiles y si yo seré capaz de derrotar a un hombre. Gracias a ti sé que sí, gracias guapo.- le dijo la chica de 17 años.
–Espero que se te hayan roto los huevos y no puedas abusar otra vez de una mujer en tu vida.- le dijo la chica a la que intentó forzar y que acababa de darle un fortísimo rodillazo, siendo la única que no le dio ánimos.
El joven solo pudo mirarla a la cara totalmente humillado, sintiendo que esta vez su condición de hombre había jugado en su contra.