Lampara magica III (5: convertida en puta)
Se ve aparecer sentada en un taburete, con una copa en una mano y un cigarrillo en la otra.
Un buen culo, sí señor.
Sentencia Sombrero a la vez que, con la mirada, sigue el trasero de una bella joven que se ha cruzado en su camino, en la misma dirección que él, unos pocos pasos adelantada y en el otro lado de la acera.
¿Y si fuera esta su próxima presa? Bien podría ser. Se reconoce a una mujer de entre 25 y 30 años, pelo entre castaño, castaño claro, pelirrojo, rizado, ¿quizá tratado en una peluquería? quien sabe. Una altura mediana, ni muy alta ni muy baja, un peso adecuado a los tiempos actuales; delgada pero sin pasarse y ofreciendo a la vista de Sombrero y de muchos otros y buen culo; hinchado en unos tejanos y saltando de un lado a otro a cada paso que da.
Persiste Sombrero en su trasera vigilancia sin muchas prisas y queda un tanto sorprendido cuando reconoce hacia donde se dirigía dicha hembra.
La muchacha se mete en un oscuro y diminuto callejón que sólo ofrece acceso a un sitio; "El nido" Un veterano puticlub conocido en la pequeña villa desde hace tanto tiempo que ha incluso ganádose respeto de los más reticentes con el negocio de la prostitución.
Recuerda sombrero que alguna vez había asistido a tal recinto, concretamente en alguno de los permisos concedídosle en pleno servicio militar. El establecimiento era entonces regentado por una verdadera "Madame". Una señora de edad avanzada, más bien gorda con unas gordas tetas, con una hábil plática que fuele concedida a partir de muchos años dedicada al negocio.
-¿Quizá aún es la misma?
Estaría bien comprobarlo "piensa Sombrero".
Decidido a cual va a ser su próxima abducción; Sombrero se dirige a su casa planeando cuando, como, quien y donde va a adoptar de nuevo su mágica y descarada personalidad.
Después de comer algo y sacar a dar una vuelta a su mascota, Sombrero se sitúa, como es costumbre, en su habitación y a unas más bien tardías horas pronuncia las palabras mágicas.
-bolobedria, pisipasurraca, ebitorretruanemielo-
Un fogonazo atraviesa su consciencia e inmediatamente se ve aparecer "sentada" en un taburete, dentro del recinto de acogida del Nido, con una copa de un negro contenido en una mano y un cigarrillo en la otra.
-Sombrera: ¡bien, ya estoy aquí! y me llamo....
Sombrera pega un rápido repaso a su mente y averigua que su nombre es Guillermina. Bueno, su nombre real, su nombre real es este y con el que fue bautizado a nivel "profesional" fue Anastasia. Se encuentra aburridamente sentada en la digamos zona de copas del veterano prostíbulo. Hay un par más de chicas sentadas; una en un sofá y la otra en otro taburete mientras platica con la que recordaba "Madame" de sus tiempos, que parece que aún da guerra.
La gorda, morena y tetuda señora limpia un vaso con un trapo mientras parece mantener una conversación pa pasar el rato con su compañera. De pronto aparece un hombre pero no por la puerta, sino procedente de una escalera que sube a las habitaciones. El hombre no se digna a mirar el bar ni quien se encuentra en él y sin decir una palabra, abre la puerta y se va.
-Andará bien follado- digo yo.
Doy otro rápido repaso a mi mente y confirmo que tengo otra compañera que no tardará en bajar pues hace un rato subió con el cliente recién marchado. Me presto paciente a esperarla a ver si podemos intercambiar 4 palabras porque la noche no parece muy movida. En esas estoy cuando parece abrirse la puerta exterior. Entra un señor harto feo, gordo, vestido de pinguïno (smoking), de una edad equiparable a la "Madame" pero estoy segura que con más ganas de follar.
Se me sienta al lado y actuando de la más profesional forma que conozco le sonrío.
-Anastasia: hola.
-Pinguïno: hola guapa, ¿como te llamas?
-Anastasia: Anastasia, Ana para los amigos.
-Pinguïno: que nombre más bonito ¿eres rusa?
-Ana: no, española de buen ver ¿no te parece?
-Pinguïno: por supuesto.
Dice el pinguïno a la vez que me pone una mano en el muslo.
-Pinguïno: ¿cuanto hace que estás aquí?
-Ana: ¿cómo, aquí en el club?
-Pinguïno: no, bueno sí, digo, trabajando en esto.
-Ana: unos tres años, empecé en Marbella y hace unos meses que estoy aquí.
-Pinguïno: pues te ves muy guapa, ¿la chupas sin goma?
-Ana: uhmmm.
Miro a un lado y a otro dudando cual va a ser mi respuesta, hasta que la decido y le digo.
-Ana: si vas limpio sí.
-Pinguïno: pues vamos a ello.
El pinguïno llama a la madame y parece concretar que se va conmigo y le entrega el dinero. La madame me hace un guiño y cogidos de la mano, el pinguïno y yo nos vamos para arriba.
Llego a la habitación y le pido permiso a mi cliente de irme un momento al baño. Una vez he hecho lo que debía retorno a la habitación donde me encuentro a mi cliente con los pantalones ya bajados. Tomo un pañuelo de un cajón de la mesa y después de abrirlo limpio con él un flácido tirando a morcillón pene. Le doy varios repasos porque lo que me ha pedido este cliente es un trato no homologado que sólo voy a hacer bajo su personal petición. Cuando la tengo "lista" empiezo mi trabajo.
Soy muy mañosa en este tema y empiezo a tantearle todos los puntos cercanos al pene pero sin llegar a él. Con las puntas de los dedos hago una especie de pellizco/caricia que acostumbra a darme excelentes resultados. El miembro se yergue en un decir Jesús mientras yo voy confirmando su rigidez con mi leve tanteo.
Mientras con una mano rozo de lejos los pelos que asoman de los cojones, con la otra voy acariciando entre la pierna, la barriga, el interior de la pierna, el mismo cojón.
-Pinguïno: ooooooh.
No me hace falta preguntarle si le gusta, un tipo de cliente como él; edad avanzada, blanca y sensible piel, alma frágil, son presa fácil a mis caricias. Me ha pedido que se la chupe sin goma pero voy a hacerlo mucho mejor ejecutando la mitad del planteamiento inicial. A medida que lo toco hago un par de amagos de chupeteo; doy una rápida lamida a la punta de la polla que tiene un infantil efecto en la voz del pinguïno.
-Pinguïno: aaaay!
Sigo tocando con lejanía puntos cercanos a su miembro mientras doy rápidos lenguetazos al capullo, al lado, un par de rápido lenguetazos al cojón...
-Pinguïno: uhmmmm, así putaaaa, lo haces muy bienn.
-Ana: gracias.
Respondo sonriente. Viéndolo tan contento y complacido decido que una dulce sorpresa lo satisfacerá aún más. Disimulando y sin dejar de tocarle consigo tomar un botellín de aceite de mi bolso y me lo unto por las tetas. Me le acerco y con la misma suavidad con que le tanteaba la polla, la pongo entre mis pechos y le hago lo que técnicamente se denomina "cubana". Él parece notar que pasa algo inesperado y abre los ojos para cerciorarse de lo que ocurre. Me le muestro angelicalmente sonriente con una teta en cada mano y subiendo y bajando mi torso con la pausa que quiero que sienta en la polla.
-Pinguïno: oooh, muy bien hijaaa, lo haces muy biennn.
Empiezo a cubanarle de forma cuidadosa y lejana, y viendo que le gusta acerco más mi torso al pene y calo literalmente la polla entre teta y teta.
-Pinguïno: ooooooh sííí, hijita... tienes las tetas muy calientes.
No respondo, me limito a sonreír complacida la satisfacción de mi cliente. Se dispuso el contrato como mamada pero está quedando mi cliente mucho más complacido que si hubiere efectuado tan sólo el tratamiento de rigor. Este peró, parece seguir teniendo en mente el antojo por el que me contrató y me pide.
-Pinguïno: chúpamela, chúpamela por favor...
Cumpliendo con su petición tomo el pene y lo empiezo a mamar. Me lo como cortamente porque tiene un tamaño "bonito"; normal tirando a grande. Satisfazgo un deseo personal y trato de tragármela toda.
-Ana: ¡ouggb!
La saco repentinamente pues no me cabe.
-Pinguïno: sigue haciéndome lo de las tetas.
Cumplo obediente la petición de mi cliente y con una teta en cada mano doy los últimos toques al trabajo. Botando rapidamente la polla entre mis tetas consigo finalmente que esta saque la leche que escondía. Mi cliente se rompe a gemidos señal de que, una vez más, he cumplido mi deber con brillantez.
En acabado; lo limpio, me limpio, y lo despido. Yo resto un poco más en la habitación en que me arreglo el maquillaje y el vestido. Al cabo de unos 20 minutos vuelvo a la zona de recepción a ver si cae algún otro cliente.