Lampara magica III (4: la vuelta al cole)
Miro orgullosa una redonda señal de precaución de peligro niños en la que me siento graciosamente identificada.
Riiiiiiiiiiiiiing!!!
Toca el timbre de salida. Era obvio que esto acabaría pasando. Pero la exclusividad de la situación lo hace cien mil veces más especial.
Meto los pocos libros que traía en la cartera y me dispongo a marchar. Hacía mucho tiempo que no venía al colegio y me ha sabido..... "curioso". Creo que habría podido perder mi tiempo en sitios mucho mejores en mi infancia pero los avatares me condenaron a este, podría haber sido mucho peor, termino sentenciando.
Voy saliendo del edificio a medida que me despido de varios de mis compañer@s a los que dejo de lado pues hoy quiero volver sola a casa. ¿Será la primavera que hace parecer tan rara a Esmeralda? No exactamente, es más bien un curioso personaje que habita hoy mágicamente las entrañas de la joven estudiante.
La calle está a rebosar de coches de madres que con sus "tanques" vienen a recoger a sus hijos a la salida del colegio. Me pregunto si no los estarán sobreprotegiendo cuando a según qué edades siguen volviendo a recogerlos, pero bueno, el efecto que ello tenga por supuesto tendrá su resultado aunque haga falta una generación para que de su muestra y por supuesto consecuencia.
Es este un pensar un poco raro en una chica de mi edad saliendo del cole, pero mucho más raros son otros pensamientos que tengo en esta adoptada identidad que no harían cuestionar mi visión de la vida como el citado sino.... encerrarme en un reformatorio hasta los 18. Pero bueno, lo que pase hoy quedará en el olvido de todos y el único que lo recordará seré yo en mi real identidad y quizá.... alguien más.
Cruzo el paso de peatones sin riesgo alguno, miro orgullosa una redonda señal de precaución de "peligro niños" en la que me siento graciosamente identificada. Sigo por la calle que continua y a medida que me alejo del colegio decrece tanto el bullicio de coches como de gente. Por fin consigo caminar por una vacía calle donde no me atormenta tanta idealización por la educación, este es mejor sitio. A lo lejos veo que se acerca un hombre en dirección contraria de la mía y lo elijo para empezar mi juego.
-Esmeralda: perdone señor, ¿sabe usted qué hora es?
-Señor: sí guapa, las 5 y media.
Dice el señor después de mirarse la muñeca y sin detenerse continúa caminando alejándose de mi y despidiéndome con una sonrisa.
-Esmeralda: gracias.
Bien, no quería nada más. Sólo quería ir metiéndome en el papel y qué mejor que preguntar la hora a un desconocido obviando mi situación y personalidad.
Continuo caminando, paso por delante de un bar, una pescateria, una obra, un parque. Por todas ellas voy analizando tanto mi reacción como del espectáculo que me rodea y doy por sentado que este es un día totalmente normal pera mi. Empiezo a hacer planes pues precisamente se trata de eso, de hacerlo especial, un día inolvidable si más no para mi. Que tengan nota de ello en la memoria otras personas no me importa mucho aunque reconozca, que trataré de hacer lo mejor para que mi visita no tenga efectos secundarios ni en la vida de la joven, ni de su familia, ni de nadie cercano por lo que será cuestión de alejarse de habituales transitares.
Termino decidiendo irme por la campiña arriesgándome a lo que "bajo mi tutela" suceda. Emprendo uno de los que habitualmente con mi mascota recorro camino. Él lleva a través de unas obras de camino primero, después con una especie de dispensario municipal donde diferentes efectivos del ayuntamiento desechan escombros que no tienen sitio en ningún otro receptáculo de desecho. Como tierra, piedras de la antigua calle "Cervantes" que se asfaltó no hace mucho. Árboles y ramas rotas procedentes de la reciente y catastrófica nevada, y algo más.
Sé que en un extremo del sitio se encuentra un pequeño huertito que cuida un hombre más por hobby que por beneficio. Si se encuentra allí podría serme agradable hacerle una visita. Me dirijo a ello y a medida que me acerco determino que efectivamente allí se encuentra dándole a la azada con ahínco.
-chas- -chas- -chas-
El reducto está levemente cerrado con unas que supongo que ha conseguido del desecho rejas. Por supuesto que no era indispensable en una propiedad como esta y con los bienes de que dispone pero quien sabe lo que le pasó al sujeto que lo hizo decidir por este cerrado. Bien, a mi me irá más que de maravilla.
Me acerco a la verja.
-Esmeralda: ¡señor! señor!
El señor alza su cabeza del azada y me localiza expectante tras su verja. Restando importancia a mi extraña presencia en tal sitio, hora y estado lanza la herramienta y se acerca a mi.
-Labriego: ¿qué haces aquí niña?
-Esmeralda: déjeme pasar por favor, que se lo contaré.
El labriego abre la verja y me deja pasar.
-Labriego: a ver, cuéntame muchacha. ¿Que haces vos en un sitio como este y a esta hora?
-Esmeralda: mire que... me he perdido... esto no, me he escapado de casa porque mis papás me tratan muy mal.
-Labriego: uy pero eso no puede ser. Tienes que quedarte con alguien que te cuide porque no puedes ir sola por el mundo.
-Esmeralda: que me tratan muy mal, mi papá me pega y mi mamá me obliga a estudiar. Y yo no quiero nada, quiero irme y ser libre.
-Labriego: eso no puede ser muchacha, hasta que no adoptes una edad de rigor tendrás que seguir a tus padres y hazte la idea de que será lo mejor.
-Esmeralda: pero yo, no, yo no, buuuh, buuuh, buuuuh.
Encantadoramente me pongo a llorar. Me siento en el suelo y me pongo las manos en la cara dando una espléndida imagen de niña abandonada que no tiene nadie a quien acudir. El señor cumple con su cometido y se sienta conmigo para acompañarme en mi pena.
-Labriego: ven aquí preciosa, no llores.
Satisfecha por su comprensión me le abrazo y una vez estoy pegada a él estallo a llorar todo lo que quiero, no hay que dejarlo escapar.
-Labriego: tranquila pequeña, todo se arreglará, todos hemos hecho esto, no va a pasar nada malo...
Va mentando el aficionado pequeñas frases que han sido soltadas millares de veces en la historia del mundo. Para tranquilizar niños, no tan niños, hombres, mujeres, viejos, viejas, con el único y resultante objetivo de tranquilizar y alejar penas.
-Esmeralda: gracias, gracias señor, es que estoy abandonada.
-Labriego: nada de eso, vamos a tranquilizarnos y dentro de un rato iremos a la policía primero y después hablaremos con tus padres. Porque no me creo eso que me dices de que no te quieran.
-Esmeralda: gracias señor, gracias.
Levanto la mirada y cazando fijamente la suya mirada, lo miro a los ojos. Me le acerco lentamente, espero que no se de cuenta de lo que voy a hacerle porque si lo hace posiblemente se retire y a la mierda todo. Afortunadamente nada de eso pasa, ni capta a lo que me disponía ni si lo capta muestra rechazo a ello. Y por fin, nos besamos.
Es un beso muy plácido, lleno de cariño, de amor, de comprensión, de sustento, de acojo, de saliva (por cierto) es lo que quería.
Nuestro beso se alarga unos pocos bocados más. Cuando estoy acogida en su corazón lo soltamos y volvemos al anterior y amoroso abrazo.
-Esmeralda: gracias, gracias señor.
-Labriego: llámame Segundo, ese es mi nombre.
-Esmeralda: pues gracias Segundo, ¿qué nombre más gracioso no?
-Segundo: puede parecértelo, pero cuando llevas más de 60 años con él pierde novedad.
-Esmeralda: ¿tienes 60 años?
-Segundo: no, unos pocos más, pero eso no importa, lo que importa eres tú y que vuelvas con tus padres porque es quien más te quiere en este mundo.
-Esmeralda: este... no hay prisa... de hecho aún no saben que me he escapado. He salido del colegio y puedo volver a casa cuando quiera. ¿Podría quedarme un rato contigo?
-Segundo: sí por qué no. Puedes ayudarme en algunas cosas. Pero prométeme que cuando lo decida yo nos iremos con tus padres.
-Esmeralda: prometido.
Sentencio con ironía. Qué más da lo que prometa o deje de prometer en esta ajena identidad. Por supuesto que lo estoy haciendo de maravilla en el aspecto de no dejar efectos secundarios. Cuando quiera me largo y este señor que a la vez ejerce ahora mismo de mi protector nunca más sabría de mi. Uhmmm, vamos a ver el desenlace.
-Segundo: mira, ves esos leños que hay desperdigados por ahí, tómalos y amontónalos bajo ese capote.
-Esmeralda: vale.
Me dedico a la recogida de leños mientras voy planeando cual va a ser mi próximo movimiento. Cual jugador de ajedrez voy analizando la situación y lo que puedo hacer. Localizo un embarrado charco que se adapta a mis perspectivas. Me le acerco y me caigo en él.
-Esmeralda: ¡uyyyyyyyyyyyy!
-Segundo: ¿qué te ha pasado? Uy como te has puesto.
-Esmeralda: buuuh, buuuuh.
-Segundo: no te pongas a llorar ahora, ven, que te daré algo de ropa que puedas ponerte.
Haciendo caso a sus señas me acerco a la caseta que hay dispuesta en el centro del huerto y cuando lo localizo extrayendo unas pobres prendas de una especie de armario de desecho, me saco, la mía.
Me saco la camisa, me saco la camiseta, me saco la falda, me saco las braguitas. Sólo me quedan los calcetines.
Cuando segundo, con un par de prendas en la mano, se gira y me reconoce totalmente desnuda, se queda algo mas que petrificado.
-Segundo: chica...... no hacía falta que te lo quitases todo.
-Esmeralda: es que estaba incómoda.
Digo con una sonrisa en la boca. Me le acerco, y de nuevo, y esperando que esta vez no se me escape, le beso.
A medida que nos besamos mis manos van pidiéndole que se saque la ropa también. Es la camisa la primera en ser desabrochada. Arrodillándome voy lamiéndole tanto el pecho como la barriga hasta que le desabrocho el pantalón y engullo lo que sale de él.
-Segundo: niña.... oooh, que bien lo haces....
Sin duda lo hago de una forma magistral. Tantas pelis guarras y tantas ocasiones fantaseando con el tema, la chupo como una verdadera "dotada" para ello. Cogiéndola de la base me la trago toda a medida que también la chupo de lado, me como sólo la cabeza, le paso la lengua por donde me apetece.
-Segundo: uhmmmm, asíííííí, uhmmmm.
Mi coñito por supuesto que estará más que virgen y estrecho y eso me hace dudar acerca de mi próximo movimiento. El trauma podría ser bastante pero.... pensándolo con sentido común... hace más de 50.000 años que penes como el que tengo en la boca desvirgan a muchachas como yo, me decido.
-Esmeralda: este, ¿no podríamos ir allí dentro?
Digo señalándole el interior de la cabaña.
-Segundo: sí claro, estaremos mejor.
Entramos dentro y ahí creo encontrar lo que busco. Una pobre cama ataviada con unas igualmente pobres prendas va a ser nuestro nido. Antes de estirarnos en ella lo invito a desnudarse completamente. Cuando así lo tengo, me estiro en la cama y abriéndome de piernas le invito a entrar.
-Segundo: si no lo veo no lo creo.
-Esmeralda: ¿qué necesidad hay de creer? ven.
Segundo se me acerca, observa orgulloso el chocho que le ofrezco y antes de efectuar lo que ve obvio efectuar, me lo lame un poco.
-Esmeralda: uhmmmm, síííí, uhmmmm.
Se endereza y situándose encima de mi me apunta la polla en la raja.
-Segundo: vas a ver niña, lo que te quiero.
-Esmeralda: síííí, quiéreme segundo, yo también te quiero.
Yo también lo ayudo un poco en la introducción. Muevo el pene de un lado a otro de mi raja a la vez que lo ayudo a insertar. Esas pequeñas inserciones me suponen fieros quemazones, pero poco a poco se va metiendo. Llego un punto en que no lo puedo ayudar más porque la situación me supera. Abro tanto piernas como brazos y cierro los ojos para sentir y quizá conseguir no gritar cuando se me introduzca.
Mis labios son mordidos, mi lengua paladea unas pocas motas de sangre pero lo consigo. A medida que el pene entero entra dentro de mi, tanto sangre de mis labios, como lágrimas de mis ojos, como seguramente sangre de mi vagina, salen. Pero consigo no gritar. Cuando lo tengo todo dentro; pido.
-Esmeralda: espera, quédate quieto por favor.
Segundo me obedece obediente y se acomoda estirado y metido encima de mi. Sin perder atención al resto del contacto siento como mi vagina va agrandándose y tomando la forma del pene que tengo metido. Yo misma empiezo a moverme de un lado a otro para estimular con milímetro ese movimiento que quiero que empiece.
Poco a poco Segundo capta mi mensaje y acompaña mi danza. Empieza a mover su cintura al ritmo de la mía y yo siento mío, totalmente mío ese pene que batalla entre mis paredes vaginales. Cogida de su pecho y hospedada en un parecido de vivienda gitana ###### estoy haciendo el amor con un grosero hombre mayor en nada parecido al Ricky Martin que quizá tiene como ídolo mi querida Esmeralda pero eso es lo que quiero. Rápido, fácil y perverso. Quizá en mis siguientes conjuros trate de otorgar de un poco más de originalidad a mis seducciones pero como dicen los términos del deseo que me concedió el jabalí, es vitalicio por lo que no tengo prisa. Quizá un día incluso adopto la personalidad de un hombre y no una mujer como es mi deformación. Imagínate que ese hombre tiene acceso a algo a lo que yo no tenga... uhmmm, el mundo es muy grande.
-Esmeralda: oooh, oooh, ooooh, oooh, uhmmm.
Pobrecito Segundo, quien se lo iba a decir que iba a terminar la tarde con una tigresa montándole sin piedad.
-Esmeralda: asííí, asíííí, chúpameee.
Le gimo acercándole la tetilla a la boca. Realmente él se ve superado por la experiencia. Pero cumple, como buen hombre cumple y cuando al cabo de un rato resto estirada con él en el piadoso catre, le doy un agradecido besito de satisfacción.
-Esmeralda: me ha gustado mucho ¿podré venir cuando quiera?
-Segundo. sí por supuesto. Aunque si alguna vez te acercas a la verja y ves que hay una mujer conmigo... disimula... que será mi mujer.
-Esmeralda: of course.
-Segundo. ¿qué dices?
-Esmeralda: nada nada, cosas mías.