Lamentación de un día
El maestro había quedado con su preciosa alumna para charlar un poco, y quizas, ¿algo más?
Aquel día, estaba yo en mi automóvil esperándola a tres cuadras de su casa, frente a un pequeño centro comercial. Habíamos quedado de encontrarnos a las 9:30 para ir a algún discreto lugar para "platicar".
El día anterior había ella ido a verme a la escuela primaria donde laboro para recoger un trabajo que tenía pendiente de entregarle.
Ella es una chica rubia preciosa 22 años, toma clases en una escuela de educación superior donde yo soy su maestro. Desde el primer día que la vi en el salón de clases, me fascinó: una piel blanca encantadora, una carita súper agradable, un cuerpo delgado con un culito respingón y unas tetas que sin ser muy grandes las tiene preciosas, tal vez sus tetas fue lo que más me llamó la atención desde el principio junto con el color de su piel tan claro, pero la verdad es que el conjunto en su totalidad es lo que me gusta; hay algunas chicas muy guapas pero con feo cuerpo, otras están buenísimas, pero feas; es difícil encontrar una mujer u hombre también, que resulte atractiva por cualquier lado que se le vea. Lu es más bien delgada y me encanta, toda ella destila sexualidad es muy sexy para vestir, siempre pantalones ajustados y blusas escotadas con tirantitos que me dejaban ver gran parte de su piel en los hombros, espalda y pecho.
Siempre aprovechaba cualquier excusa para coquetear con ella en forma discreta y ella a su vez me correspondía con coqueteos y sonrisas, pero nunca pasaba de ahí.
Toda la clase me había entregado un informe que posteriormente entregué a cada uno de ellos ya corregido excepto un trabajo, el de ella. Como desde el principio noté que también yo le atraía, le pedí que fuera a recoger su trabajo a la otra escuela por la mañana, sin mucha idea de que aceptara, pero me sentí como flotar en nubes cuando me dijo que sí que con todo gusto pasaría a verme al otro día por la mañana.
Cuando llegó al día siguiente nos saludamos con un beso en la mejilla casi rozando la comisura de los labios y ahí comenzó todo. Al salir del salón las personas con las que estaba ocupado, la invité para sentarnos al ordenador y le mostré una presentación en Power Point que había elaborado especialmente para ella, en donde sugería que me gustaban mucho las chicas güeritas, y que la deseaba a ella; Lu comentó que estaba encantada y dejó entrever que a ella también le gustaría tener un acercamiento más... íntimo; entonces nos miramos y nos dimos un ligero beso en los labios. Como yo estaba ocupado el resto del día, y en ese momento podía vernos alguien; quedamos para vernos al día siguiente. Por cierto, se llevó su trabajo ya revisado.
Y ahí estaba yo en el auto, esperando, como un colegial de secundaria nervioso, la verdad es que no sabía hasta donde podía llegar con ella, Lu me había dado a entender que quería todo conmigo pero yo no estaba seguro, igual y a la hora de la hora me dejaba con un palmo de narices y la verga dura. Tardó 10 minutos más de lo previsto pero valió la pena, llegó con su tradicional pantalón, de mezclilla en esta ocasión, y una blusa de tirantes negra, con un escote que me permitía ver medias tetas con cualquier movimiento; nos dimos un beso en la boca como amigos, y partimos; yo ya sabía a donde íbamos, pero ella no.
Al llegar al Motel yo imaginaba que ella se indignaría y que me gritaría que nos fuéramos de ahí, que que pensaba yo de ella, etc... sin embargo, nada pasó, llegamos sin más contratiempo y rente una preciosa habitación, pidiendo una limonada y una naranjada; para este momento yo ya estaba seguro de que me esperaba una de las sesiones de sexo más anheladas por mí.
Al entrar al cuarto estuvimos platicando algunos minutos de trivialidades y tomando nuestras bebidas, entonces me acerque a ella y la bese en la boca, era el primer beso real, apasionado, sentí como su lengua inundó mi boca y como recorría y succionaba mi lengua y toda mi cavidad bucal, fue algo sensacional, el despertar, o mejor dicho la liberación de la pasión tanto tiempo reprimida, sentados en un sillón ella se montó sobre mí, todavía con ropa y seguimos besándonos yo diría comiéndonos en forma cada vez más caliente, mi pene estaba que reventaba, y ella se frotaba con ansias sobre él, mientras yo fui quitándole la blusa y al fin pude chupar, succionar, besar, lamer, acariciar y morder sus pechos, aquellos pechos que me habían quitado el sueño más de una vez, quité con habilidad también su sostén con broche al frente, y las tuve en todo su esplendor, blancas con pezones rosas y bien paraditos, estuvimos muchos minutos besándonos y yo disfrutando aquel pecho de placer; ella me pidió que fuéramos a la cama y así lo hicimos, al llegar yo a la cama ella ya había quitado su pantalón y sólo estaba en bragas, me quite yo la ropa y me abalance sobre ella, la bese toda, bajé poco a poco, por sus tetas disfrutándolas cada vez más, lamí apasionadamente su abdomen, su ombligo, sus piernas y haciendo a un lado la tanga me posesioné de aquel tesoro, una vagina húmeda y sabrosa y un clítoris duro y caliente, recuerdo haber estado en aquello sólo unos momentos (de lo cual me arrepentiría después), subí nuevamente a besar sus labios y después fue ella la que bajo lentamente hasta llegar a mi palo ardiendo y me ha dado la mejor mamada de mi vida, pasaba su lengua en toda mi extensión y la metía toda en su boca sin dejar nada fuera, succionaba con pasión y rozaba su lengua en mi verga mientras la tenía toda dentro hasta la garganta, es una de las mejores mamadas que he recibido.
Luego la acomodé de lado sobre la cama y levantando un poco su pierna derecha, le introduje mi falo, lentamente, sintiendo como sus líquidos mojaban mi miembro y resbalaba dentro de su coño con una fascinación indescriptible, ella me pide montarse y yo encantado, me acosté sobre la cama y ella se subió arrastrándose sobre la cama como un felino al acecho de su presa, brincó sobre mí y con su mano guió mi verga para dejar caer su panochita chorreando líquido sobre ella, dejo caer todo su hermoso cuerpo sobre mí y mi barra caliente se hundió en su chocho como cuchillo ardiendo sobre mantequilla, me cabalgó de una forma exquisita, no desesperadamente, más bien en una forma lenta y tranquila moviendo su cuerpo adelante y atrás y hacia arriba y abajo, giraba mi pene dentro de su vagina y era una compenetración total. Estábamos en éxtasis, ella me cabalgaba, ella tenía el dominio, y así suavemente, con pasión pero con una gran ternura ella tuvo un orgasmo, ahora seguí yo moviéndome penetrándola, sintiendo su cuerpo, su vagina y me corrí con una exquisitez deliciosa y haciendo que ella tuviera otro ligero orgasmo, se quedó sobre mí unos minutos, estuve acariciándola y besándola, luego rodó a un lado y estuve acariciando y besando su espalda. Nos vestimos y nos fuimos.
Yo tenía que llegar a casa, no sabía como justificar mi tardanza con mi esposa. Nunca más volvimos a salir, ella se dio de baja de la escuela y no la he vuelto a ver; es por ello que ahora me arrepiento de no haber estado más tiempo entre sus piernas, haber besado aquella vagina hasta que se me durmiera la lengua y la boca, haberlo hecho una vez más, disfrutarla, sentirla, estar dentro de ella. Pero así es la vida. Esta vida real.