Lagrimas De Soledad

Di un suspiro al aire mientras dejaba un recuerdo a la deriva y al olvido

Me encuentro aquí en las penumbras de mi cuarto, la luz de mi portátil enceguece mis ojos, mientras de estos emergen manantiales de agua salada. Trate toda la semana apartar aquellos sentimientos de mi persona, pero todos mis actos fueron en vanó. Los recuerdos me latiguean como correas sin compasión. El dolor de mi pecho se hace cada vez más fuerte, ya no lo aguanto.

Salgo de mi cuarto nomas con un jean y una camisa ligera, abro la puerta de mi casa y me encuentro con gente bailando gozando de su felicidad. Mis pies se manejan solos, acurruco mis brazos para abrigarme, de este frio que se apodera cada vez mas de mi alma. Sigo caminando, el frio de invierno golpea levemente mi inerte cuerpo y seca suavemente las pocas lagrimas que me quedan.

Sigo caminando sin rumbo fijo por aquel pueblo que me a traído tantas felicidades y tristezas. Esta vez me aleje de todo, no quería saber nada de nadie, ni nadie quería saber nada de mi. Para que vengo a mentir nunca le importe nadie, y como les iba a importar si nunca mostraba lo que realmente era. Delante de mis amigos era una fachada completa, mi dibujaba una sonrisa para que no vieran el dolor que se almacenaba en mi interior, nunca nadie se dio cuenta que pensé en quitarme la vida, nunca nadie se dio cuenta de las noches que pase llorando en el limbo de mi cuarto, nunca nadie supo las veces que desee nunca a ver nacido. Si al menos supieran aquello no me dirían que yo no sabía nada del amor, si nomas supieran que pase dos largos años llorando por un amor silencioso, enamorado de un completo espejismo, nomas contemplándole en la lejanía de sus aposentos.

Todavía me acuerdo el primer dio que lo mire a él tan bello como siempre, era algo indescriptible, nunca había creído que el amor a primera vista existía siquiera, en mi vocabulario no existía la palabra amor. Me conformaba con lo que me daban, pero a quien voy a engañar nunca valore el cariño que alguna vez me dio mi madre o algún ser querido. Seguía caminando, pose mi vista en aquella casa, iluminada por destellos divinos, aquella casa donde fue mi primer contacto con él, y luego de muchos años las sonrisas que alguna vez me dio, me las arranco con muchas lagrimas. Pero no voy a mentir cuando llego él, tenía que armarme ilusiones y toda  una vida en nubes, esas nubes que algún dio soltarían su lluvia y los escombros de mis deseos. Mirarlo a él era lo único que tenía en mente, en ese momento no pensé en nada, si él me correspondía o algo, fui un ingenuo. Pasar los días tras días con una sonrisa de perla en mi rostro, pensando nomas en él, y como perdí la cabeza y hice muchas locuras. Luego de hacerme una película esta se quemo, vinieron mis lágrimas amargas, las noches llorando en la oscuridad de mi habitación, sin poder correr y decirle que lo amaba, mirar como él era feliz con una familia y yo lloraba solo, por enamorarme nomas de un espejismo. Pasaron los meses y siempre era la misma historia todos los días, me convertí en un autómata total. Nomas me acuerdo que lo último que hacía en el día era encerrarme y llorar sin emitir sonido alguno. Nunca nadie se dio cuenta de las lagrimas que derrame sobre mi almohada, nunca nadie se dio cuenta de los sollozos que tapaba en mi almohada, nunca nadie se dio cuenta que me moría por dentro con un amor en mi corazón, sin tener el valor de gritarlo y zafarme de ataduras de temor.

Dos años pase en con lagrimas de soledad en mis ojos, nomas recordando su imagen, pensando que estaba destinado a vivir con un amor no correspondido en mi ser, pero luego cuando por fin encontré aquel sitio donde pude expresar todo lo que sentía, plasme todo mi dolor en unas hojas virtuales, di a conocer esos dos años de sufrimientos y mi alma por fin descanso en paz.

Di un suspiro al aire mientras dejaba un recuerdo a la deriva y al olvido, Alejandro se fue de mi corazón, de mi vida, de mi corazón. Una sonrisa de satisfacción se dibujo en mi rostro  al sentirme con un peso menos encima. Saque mi celular, me puse los audífonos y seguí caminando por las calles llenas pero solitarias al mismo tiempo, mi cuerpo pasaba como un fantasma por las calles sin que nadie me notara, a nadie le importaba lo que yo viví, lo que vivo y lo que voy a vivir en un futuro. Pero es lo más lógico, cada persona que miraba tenía su propia vida, una vida que cuidaban como su más grande tesoro, esas personas di ambulantes y alegres nomas se preocupaban por su bienestar, no necesitaban nada mas de ellos.

Mis dedos se movían ágilmente por las teclas de mi celular, hasta encontrar aquel primer mensaje. Un día me dijeron “el amor no se busca, el amor te encuentra”, y tenían razón, en ese momento no pensaba en que podríamos llegar a ser algo, mirar su rosto perfilado en fotos no me produjo casi nada al inicio, pero luego su manea de ser me engatuso, no supe en qué momento ya estaba enamorado, locamente enamorado, sería capaz de dar mi vida  por él. Entregue todo mi ser al amor, no me acorde de lo que había pasado antes, no me importaron las heridas de mi corazón, nada, nomas disfrutar el momento y nada más. No me arrepiento de a ver vivido sonrisas en el vacío, lagrimas de felicidad de alguien que me correspondió, alguien bello por dentro y por fuera. Ame y no me arrepiento, pero todo no fue color de rosas, mis sonrisas se quebraron aquel 4 de septiembre, mi vida se sumergió en un limbo de oscuridad profunda. El dolor que algún día existió volvió, pero con más fuerza, escribí, plasme mi dolor en una página, pero de nada sirvió. Tuve tranquilidad por dos días, pero luego volvió el dolor, no sabía que hacer me desespere, me hice más daño a mis mismas nomas para que el dolor me dejara sin sentimientos, quería destrozarme a mí mismo, pensando que era lo mejor. Volví a caer en las noches en mi habitación con lágrimas en mis ojos.

Seguía caminando con las manos en mis bolsillos, los recuerdos seguían golpeando mi cuerpo sin piedad, cada recuerdo era una lágrima al viento, y una mueca de dolor y descanso. Seguí caminando mientras me sentaba en una banca y seguía mirando a las personas pasar al frente mío, personas felices y sonrientes, dedos entrelazados con otros, lenguas atadas en nudos con otras, ojos que brillaban en la más espesa oscuridad, cuerpo demostrando un amor con las personas que amaban. Esas escenas quemaban mis ojos como acido, pero no podía dejar ni mirarlos y imaginarme cuanto soñé en estar con él así algún día, pero las ilusiones se quebraron como cristales en el sueño, pero aprendí algo, que tenía que amarme  a mí mismo, viajar por tantas ciudades me hizo descubrirme a mi mismo, sonreír de nuevo  a todos, quitarme esta mascara agrietada de mi rostro. Un mes feliz pero ahora que, todos me dicen que no necesito de nadie para ser feliz, que no me fije en lo que los demás tienen, mirar a las demás personas enamoradas, con su media naranja, yo se que no debo mirar lo que tienen los demás, nomas lo que tengo yo, pero es que acaso yo no siento, yo miro, yo escucho y yo siento.

Ahora me encuentro envuelto en la fina manta fina manta de la noche, mirando cómo me he caído tantas veces, me he cortado y nomas por ser feliz me he levantado. Cuantas veces he expulsado este dolor de mi interior, de mi alma. De mi ser para no envenenarlo y conservar mi alma en paz total. Aquí sentado en las penumbras de un parque, mientras ras ramas danzan al compas del viento, crujen con paciencia. Cierro mis ojos mientras recuerdo todo, y sé que no debo llorar porque me amo a mi mismo, pero amarme a mi mismo no cubre este sentimiento de mi corazón, esta emoción de mi alma, una emoción que sale a borbotones de mis ojos, y resbala por la piel tersa de mis mejillas y se desvanecen en el olvido. Esas lagrimas de soledad que corren y se desintegran en el olvido del mundo, de mi mundo.