LadyMadrid
LadyMadrid es una mujer ardiente. Siempre se lo han dicho todas sus parejas.
LadyMadrid es una mujer ardiente. Siempre se lo han dicho todas sus parejas. Le encanta reencarnarse en sus personajes preferidos de ciencia ficción a través de lo que hoy en día se conoce como “cosplay”. En todos los eventos que se han celebrado en España no pasa desapercibida, pues su escote atrae todas las miradas de los hombres, es lo que tiene una talla 115. A pesar de tener algún kilito de más para su altura, eso no le impide desatar el morbo de aquellos hombres a los que les gustan las mujeres “curvy”. Es por eso que disfruta del sexo como la que más y, sin embargo, no puede vivir sin él.
Pero esta noche no está disfrutando. Se encuentra sentada dentro de su coche, el cual está aparcado en batería justo en el lateral de un parque, en el pueblo de al lado. Junio, son las doce de la noche de un miércoles y LadyMadrid duda. Las calles están vacías, no se ve un alma excepto a él.
LadyMadrid, pues así es como se hace llamar en internet, arremolina su pelo castaño con el índice y se pregunta si es buena idea seguir adelante con esto. Justo delante de su coche, a unos doscientos metros y sentado en un banco se encuentra un hombre.
“Es él”, pensó ella. Desde su posición no puede verle con claridad.
No es la primera vez que hace esto, pero sí la primera que lo hace por la noche. En otras ocasiones ha preferido quedar con su cita a ciegas durante el día, pero no aguanta más, lleva muchas semanas sin sexo y el chico la ha puesto muy cliente en el chat a través de la app.
Pero siente miedo. “Es peligroso, en realidad no le conozco”, piensa. Además, por lo que ha visto en las fotos es de origen árabe. Ella no es racista, pero aún así tiene sus reservas, nunca sabes lo que puede pasar en un parque de madrugada.
“No es momento de echarse atrás”, se dice a sí misma. Ha llegado a tocarse con las fotos que se han intercambiado durante estos días. No puede desperdiciar la ocasión. Se ha puesto un vestido negro que aprisiona sus enormes pechos y permite ver sus curvas a la perfección. No aguanta más. Sale del coche.
Se dirige hacia él con paso lento, precavida y desconfiada. Él la observa desde la distancia y levanta una mano en forma de saludo amistoso. Se pone de pie. El hombre lleva una camisa blanca con cuello mao y unos vaqueros con sandalias.
—Hola Alí—dijo LadyMadrid, de forma insegura.
—Hola LadyMadrid, me alegro que hayas venido—responde él con acento árabe.
—Sí, aquí estoy…—responde ella incómoda.
Se hace un silencio extraño. Ambas miradas se cruzan durante un segundo antes de separarse. Ella mira al suelo y él hacia un lado.
—Eres de por aquí ¿verdad?—pregunta ella cortando el silencio.
—Sí, soy del pueblo—responde Alí.
—Imagino que te conocerás esta zona. Yo es la primera vez que vengo.
—Es una zona bonita…
Conversación de borregos. Ambos están muy cortados. LadyMadrid no lo ve claro. Piensa en marcharse y dice:
—Bueno, yo tengo que volver a mi casa pronto…
—No, no, no te preocupes…estamos aquí…quería conocerte—responde él.
—Podemos dar un paseo por el parque—Añade.
LadyMadrid desconfía. Sabe que es tarde y no conoce la zona. Prefiere caminar por las zonas iluminadas del parque.
—Esta bien, pero por los caminos que hay luz eh, tengo miedo a la oscuridad.
—Claro—responde Alí, sin disimular la risa muda.
Caminan a paso despacio por los caminos de tierra del parque. Es un parque grande, de esos que tienen una gran valla metálica alrededor, frondosos árboles y múltiples caminos para que los niños jueguen durante el día. Por la noche está oscuro y lo poco que se escucha es el viento y las cigarras de fondo.
—¿Vienes mucho a este parque?—pregunta LadyMadrid.
—A veces. De día hay mucha gente. Y de noche no mucha, es un buen sitio para quedar con una chica guapa—responde Alí, dirigiendo su mirada directamente a su escote.
LadyMadrid empieza a pensar que Alí tiene menos conversación que un sapo, aunque ha tenido citas peores.
En ese preciso instante otra pareja se cruza en su camino en dirección contraria. Van abrazados. Esto debe de hacer reaccionar a Alí, el cual eleva su brazo derecho por encima del hombro de LadyMadrid.
Ella sonríe sin saber que decir.
Acto seguido, él lleva su mano directamente a su culo.
—Bueno…vaya confianzas…—dice LadyMadrid mientras, entre risas, se zafa de la pinza de Alí.
—Si no he hecho nada…—se ríe Alí, como si no le importara absolutamente nada.
A ella no le queda otra que sonreír y suspirar, a modo de indecisión, duda y bloqueo mental. Todavía le cuesta vivir estas situaciones con un desconocido, especialmente si había otras personas cerca. Si embargo, a pesar de que no quiere admitirlo, se dice a sí misma que “no sabe a qué ha venido”, pero eso la ha puesto un poco cachonda.
Ahora tiene la respiración más agitada. Su mirada se fija en él durante períodos de tiempo más largos. Y no sabe por qué, pero ya no le asusta tanto aquel parque tan oscuro.
La actitud de Alí también ha cambiado. La situación parece haberle inyectado confianza a aquel que parecía tan tímido al principio. Se siente más seguro, incluso una pequeñísima sonrisilla se dibuja en su boca.
—Allí hay agua—dice Alí, señalando hacia uno de los laterales del camino, dentro de la zona arbolada.
LadyMadrid no sabe exactamente a qué se refiere con “agua”.
—Te refieres a un estanque—responde ella.
—Sí, es bonito. Hay una fuente. Vamos a echar un vistazo—dice él, señalando la misma dirección.
Se adentran en la zona de la arbolada. Está oscuro, pero encuentran la fuente en un claro donde también hay bancos alrededor de ésta. Se acercan a la fuente. Están situados uno junto al otro.
—Es bonito—dice ella.
—Sí…—responde él, volviendo a colocar suavemente su brazo derecho sobre los hombros de ella. Misma técnica.
Silencio, solo se oye el sonido del agua borbotar y salpicar en la piedra. El corazón de LadyMadrid comienza a acelerarse. Su mirada está fija en la fuente, en las ondas que genera el agua.
Alí comienza a descender su mano derecha por la espalda de ella. Ella, traga saliva. A medida que su corazón se acelera, su mirada se va perdiendo en las ondas del agua.
La mano de Alí llega a su destino, suave, acaricia una y luego las dos nalgas, en círculos. Ella busca con la mirada una vía de escape que sabe que no quiere tomar. Se asegura que los frondosos árboles impiden que les puedan ver desde edificios circundantes. Los matorrales a media altura impiden que les puedan ver desde el propio parque. Se asegura de que nadie puede verles…
La mirada de LadyMadrid se mueve con las ondas del agua. Alí tiene fijada su mirada en la boca de ella. Ella está a punto de perder el control. Siente el cosquilleo, aunque su mente todavía está inmersa en ese limbo de autocontrol que pende de un hilo.
Y entonces, se rompe.
Alí lleva su mano izquierda al pecho de LadyMadrid. Hunde su mano en aquella nube que transporta a los hombres al paraíso. Y un relámpago la sacude a ella, rompe su sueño y les hace fundirse en un beso. Un beso para ella, y un tres en raya para él.
Un beso en el que Alí no pierde ni un segundo. Aprieta el culo y los pechos de forma salvaje, cada uno con una mano. No le da tregua a LadyMadrid. Ambos respiran de una manera fervorosa, con mucha intensidad. La oscuridad ha roto el hielo, pero entre ellos se ha declarado la guerra.
Cada uno forcejea cada vez más fuerte contra el otro. Se encuentran totalmente enroscados el uno al otro. Alí empuja su pelvis contra la de ella para que pueda sentir lo que se esta despertando debajo de sus pantalones. Nadie habla. Sólo se escucha el sonido de la fuente y dos respiraciones entrecortadas. Puro instinto animal.
Dejan de besarse por un segundo. No se separan. Se miran. Sus caras están a 5 cm la uno de la otra. La respiración es intensa y profunda. En la mirada de Alí se pueden leer las palabras “triunfo, superioridad, desafío y descontrol”, o simplemente un “ya sabía yo…”. En la mirada de LadyMadrid se representa la lujuria hecha carne, la lascivia y el deseo.
Ahora no van a parar. Ahora no pueden parar. Ya nada importa. Ni quienes son, ni donde están, ni nada de nada. Es inevitable.
Ella se abalanza sobre él. Le empuja, y este se apoya con su espalda en un árbol. LadyMadrid busca en los pantalones aquello que anhela desde que estaba sentada en su coche hace un rato. La mirada que le echa a Alí es matadora. Calcula que tiene en su mano un rabo de primera división, por lo menos veinte centímetros de carne y la mano no le cierra alrededor. No puede evitar soltar un pequeño resoplido y poner los ojos en blanco durante un milisegundo.
Después de ese milisegundo los ojos que se ponen en blanco son los de Alí. LadyMadrid comienza a darle caña de arriba abajo. Sin dejar de mirarle a escasos 5 cm cara a cara. Alí la mira fijamente. Sus ojos se entrecortan a cada sacudida.
Entonces sonríe.
—¿Te gusta?...eh—pregunta ella, sabiendo la respuesta y aumentando el ritmo.
Él se limita a reírse con la respiración agitada. Y tuerce el gesto desafiándola. Ella se arrodilla en la tierra. Comienza a chupársela y a frotarla con las dos manos. Desprende mucha saliva. Y disfruta como la que más después de tanto tiempo de sequía.
Alí aguanta como puede. Cada vez que mira hacia abajo ve sus enormes pechos mojados por la saliva que va cayendo desde su polla. Está siendo una mamada muy sucia. “Entre desconocidos no hay que guardar las apariencias“, piensan ambos.
Él le manda parar temiéndose lo peor. Ella se levanta y se vuelven a besar. Él lleva su mano por debajo del vestido. No lleva bragas…y está totalmente húmeda. Comienza a masajear los labios de ésta. Primero despacio y localizado, y luego más rápido llegando hasta el clítoris. Pequeños gemidos se desprenden de la garganta de LadyMadrid. Entonces mete los dedos. Dos. El movimiento conjunto de estos dedos buscando el punto G y el pulgar frotando el clítoris provoca que los gemidos se incrementen. Ella está al borde del éxtasis.
Ella le agarra la muñeca por un instante y Alí para por un segundo. Ella le coge del pelo de forma suave y firme. La respiración es exagerada, las palabras simplemente no le salen, pero logra murmurar.
—Fóllame, hijo de puta.
Sin pensarlo, él la gira 180 grados y le indica que se apoye en el respaldo del banco de piedra. Ya no piensan. Instinto animal. Coloca su polla a la entrada de la vagina y la introduce poco a poco.
Un largo suspiro se libera por parte de ella. Cuando la tiene a medio meter, la saca. Solo queda la punta, y espera. Es el momento de gloria de Alí. La tiene a sus pies, ella esperando.
LadyMadrid hace un gesto como de girarse, sin llegar a hacerlo. Como diciendo “¿Y ahora qué?”. Alí da un fuerte golpe de cadera y le mete su polla entera de golpe. Ella abre los ojos de golpe y grita un “Ah” sostenido que se oye más allá de las sombras.
—Hijo de puta…—grita ella.
—Ah, puta—responde él, entre jadeos.
Alí la embiste a buen ritmo. Se nota que se mantiene atlético. No tiene intención de reducir el ritmo. Su rabo entra y sale casi por completo de la vagina de LadyMadrid. Nunca le han metido una polla como esa, y las que le han metido no han durado mucho. Ahora está disfrutando de un rabo como Dios manda.
—Puta, zorra—grita Alí, con desprecio. Su actitud se vuelve más agresiva.
Ella solo responde con ruidosos gemidos. Cualquiera que pase por el parque podría oírles. Pero les da igual, ellos han perdido el control.
Alí le pega un azote en el culo y refuerza su agarre en las caderas de ella. Comienza a embestirla con verdadera fuerza. Casi violento. La polla entra completamente en cada embestida, del cilindro de carne marroquí no se puede ver nada en cada movimiento. LadyMadrid está totalmente apoyada sobre el banco, las embestidas la han desplazado y son sus grandes pechos los que se apoyan sobre el respaldo del banco. Sus gritos no dejan lugar a dudas de lo que está pasando en la oscuridad y llega el éxtasis para ella.
Un grito extremo y temblores por todo el cuerpo de ella condecoran al guerrero Alí. Hasta un minuto después continúan las contracciones involuntarias. LadyMadrid está exhausta, lo mismo se puede decir de Alí.
Cuando se recupera, se orienta hacia él y le ve con cara triunfal, esperando su recompensa. Le indica que se siente en el banco. Él obedece. No es necesario preguntar que es lo que anhela, pues ella lo sabe. Saca sus enormes pechos del sujetador y coloca esa polla entre ambos. Por un instante se tiene que parar a observar el tamaño de aquel aparato en comparación con los que previamente han pasado por ahí.
—¿Te gusta?—dice Alí.
Ella le mira fijamente. El pene está húmedo tras la penetración, sus pechos se humedecen. Con ambas manos sujeta sus pechos y comienza a hacerle una paja. Sus miradas no se despegan ni un segundo. Aumenta el ritmo. Sus pezones están duros, esta situación la pone cachondísima. El parque, el desconocido, estar de rodillas, esa enorme polla, sexo sucio y una mente que no deja de pensar en aquello que anhela día tras día.
LadyMadrid comienda a gemir.
Alí echa la cabeza hacia atrás en signo de placer extremo. No aguanta más, la escena es demasiado incluso para él. Ella le mira con una mirada lasciva a más no poder y esas enormes tetas le están matando. Se libera, se corre, los pechos y el cuello de LadyMadrid se llenan de un líquido blanco y él gime como un toro en ese preciso instante. Ella cierra los ojos y suspira de placer.
…
El camino de tierra está iluminado. El coche se encuentra a unos 100 metros. LadyMadrid está en calma. Ya no siente miedo. Ha disfrutado. Y seguro que volverá a ver a Alí en otra ocasión. Sin embargo, siente un vacío dentro de sí…a partir de esto…¿qué será lo próximo?