Lady Patricia (04: El desenlace)

Patricia aún tendrá que soportar las perversiones zoofílicas de Lady Olivia antes de ser rescatada por Joseph. ¿Cómo acabará nuestra historia?.

LADY PATRICIA. Cap. IV: El desenlace

Patricia agotada, descansó plácidamente toda la noche. Por la mañana se despertó sobresaltada y vio que lady Olivia la había alojado en una cálida alcoba. Rápidamente se cubrió con una bata y se dirigió a la puerta.

La estancia daba a un corredor oscuro, iluminado solamente por tenues antorchas que agotaban su vida parpadeando en la penumbra. Desorientada se desplazó hacia una zona más luminosa, que parecía recibir la luz del exterior.

Cuando llegó al final del corredor, una sirvienta la observó y se dirigió a ella:

¿Os levantasteis ya, señora?

Patricia le preguntó dónde estaba, a lo que la sirvienta le contestó que en las alcobas personales de Lady Olivia. Le dijo que su ama le había ordenado que la llevara a su presencia tan pronto hubiera despertado. Y hacia allí se dirigieron.

Mi señora, os traigo a Lady Patricia que acaba de levantarse

Pasad, ordenó lady Olivia.

Las dos mujeres entraron en la alcoba y lady Olivia ordenó a la criada que se marchara. Cuando estuvo a solas con Patricia le ordenó que se acercara a ella y se sentara en la cama.

¡Acércate Patricia! Quiero que estés a mi lado

Patricia se sentó al lado de lady Olivia. Ésta se incorporó y acercándose a la muchacha, empezó a acariciar su cuerpo.

Me tenéis loca. El tacto de vuestra piel enardece mis sentidos y me hace enloquecer.

Aunque Patricia se resistió, lady Olivia le quitó la bata de un tirón. Despegó las sábanas de su lecho y abriéndose de piernas le ordenó que empezara a satisfacerla. Patricia se negó a cumplir los deseos de su ama pero ésta se abalanzó sobre ella y la golpeó fuertemente en el rostro. Patricia cayó dolorida encima del lecho. Lady Olivia aprovechó la situación de la muchacha para agarrar sus pezones con los dedos y apretarlos salvajemente. Patricia gritó, marcada por el dolor de su sádica ama.

Esto, pequeña, es para que recuerdes que aquí no puedes negarte a nada. De lo contrario, no tardarás en volver a la mazmorra de mi marido junto a tu querido Joseph para ser torturados hasta la muerte.

Patricia se incorporó y, sumisa, empezó a besar el coño abierto de su ama. Esta le entregó un enorme consolador y le ordenó que se lo metiera por el culo. Al cabo de poco tiempo se corría gritando como una loca....

Así, putita mía, así... no pares de lamer a tu dueña.. asssiiiiiiiiiiiií

La perversa lady Olivia se retorcía de placer mientras Patricia se esforzaba en dejarla satisfecha para preservar su integridad y la de Joseph. Justo cuando empezaba a relajarse, llamó a la puerta una sirvienta que traía dos mastines enormes, propiedad de Lady Olivia.

¡Ah! Aquí están mis mascotas predilectas, entrad, entrad...

¡Ah mis pequeños soberanos! ¡dadme un beso!

Lady Olivia se acercó a los perros y los besó efusivamente mientras estos se echaban en el suelo acostumbrados a las caricias de su ama.

¡Venga, perros, dadme vuestras pollas que estoy sedienta de vosotros!

Dicho esto, lady Olivia empezó a acariciar los animales de manera que estos empezaron a excitarse. Al cabo de poco tiempo, los dos lucían sus rabos enormes, rojos como la sangre, a punto de satisfacer a su perversa dueña. Lady Olivia empezó a chuparles las pollas mientras la criada sujetaba los mastines con fuerza pues empezaban a inquietarse. Patricia observaba asombrada a su nueva ama. Nunca había pensado que semejantes actos fueran posibles. De pronto, lady Olivia se dirigió a ella y con una sonrisa cínica le indicó que pronto conocería en su propia carne, lo bien que follaban esos animales.

Patricia se quedó horrorizada al imaginárselo. Sólo de pensar en lo que había de vivir hizo que cayera de rodillas, semidesfallecida...

Lady Olivia, aprovechó el momento para indicarle a su criada que acercara a Tor a Patricia

Venga, esclava, ayuda al perro a follarse a mi nueva invitada...

Y dicho esto, se acercó a Patricia para ponerla cabeza abajo y abrió con sus dedos el sexo de la muchacha para que el animal entrara sin dificultad.

El mastín, excitado por el olor de los cuerpos mojados, estaba fuera de sí. Sujetado por la criada y guiado por Lady Olivia, no tardó ni un segundo en follárse a Patricia de golpe, metiendo su larga polla en el cuerpo de la muchacha.

Patricia gemió desolada, más por saber quien era su violador que por el dolor que sintió al saberse penetrada por el animal. Éste bombeaba su sexo en la muchacha como un poseso, mientras lady Olivia se retorcía de placer al ver el espectáculo.

Por favor, mi ama, no dejes que siga -le imploró Patricia-

Esta lejos de compadecerse de la muchacha, llamó al otro mastín, que empezaba a perder firmeza en su miembro desatendido. Le ordenó que se echara en el suelo frente a Patricia y cogió su polla flácida meneándola con lujuria.

¡Ahora, cariño mío, vas a degustar una buena polla de perro!

Agarró de los cabellos a Patricia y le obligó a meterse en la boca la polla excitada del otro mastín.

¡Chúpasela bien hasta que se corra o desearás no haber nacido, perra!

Patricia, desconsolada, obedeció a su cruel ama y empezó a mamarle la polla al perro. Éste se retorcía en el suelo por las caricias suaves de la boca de la muchacha. Al cabo de poco tiempo, el perro que estaba follándose a Patricia, se corrió en su coño mientras gimoteaba de placer...

Muy bien, mi perrito bueno -dijo lady Olivia- ¿dale toda tu leche a esta perra en celo!

Mientras el animal se desenganchaba de su presa, la suave mamada de Patricia consiguió en pocos minutos que su compañero se corriera en la boca de la muchacha, ahogándola en un manantial de leche caliente y espesa.

Lady Olivia estaba exultante. Sus dos mastines yacían cansados en el suelo y ella se dedicaba a lamer el coño y besar la boca de la muchacha para saborear los restos de semen que goteaban de Patricia.

¡Ummm! que buena está! no debes desperdiciar ni una gota -decía mientras con su lengua lamía los labios de Patricia-

Lady Olivia hizo marchar a sus dos mastines no sin antes besarlos con pasión y se quedó a solas con Patricia. Aún tenía pensado para ella algunas cosas más

Llamó a dos sirvientas y les ordenó que se llevaran a Patricia y le dieran un baño. Lady Olivia aprovechó esos instantes para bajar a las mazmorras dónde estaba el infortunado Joseph. Llamó al carcelero y este le abrió las puertas de la celda. Joseph estaba atado a unas argollas por las muñecas y los pies, de manera que no podía casi ni moverse. Lady Olivia se acercó a él mientras Joseph entornaba los ojos para ver con claridad quién era su visitante.

Hola Joseph. He venido a verte para conocer de cerca por quien suspira la pobrecilla Patricia. ¿Sabes? Acabo de dejarla agotada en mis habitaciones. Ha tenido dos polvos increíbles con mis mastines predilectos. Creo que se lo ha pasado bien...

Empezó a acariciar el cuerpo del prisionero que vestía una simple túnica anudada a la cintura por una cuerda. Cogió una daga que llevaba en la cintura. Cortó la cuerda y rasgó la túnica, dejando a Joseph completamente desnudo.

Vaya, vaya. Así que esos son los atributos que dan placer a mi nueva putita. Veo que estás bien dotado. Si te portas bien aún conseguirás que te saque de aquí y te haga mi semental predilecto.

Lady Olivia se arrodilló y empezó a comerse la polla de Joseph. Aunque éste quería resistirse a los placeres que le proporcionaba la mujer, no pudo evitar que la polla se empalmara de manera casi instantánea. Muerta de lujuria, lady Olivia se volvía loca mamándosela a Joseph. Este no tardó mucho en correrse dentro de la boca de su inesperada visitante

Ahgggg.... –gritó Joseph mientras le salía la leche a borbotones-

Con glotonería inacabable, lady Olivia se lo tragaba todo, deglutiendo cada chorro de semen como si fuera el mayor de los placeres

Sigue, sigue, dame más, cerdo, no pares de correrte ....

Casi sin dejar que Joseph acabara, se giró y levantándose el vestido, le ordenó que se la metiera hasta el fondo. Joseph, que empezó a ver una posibilidad de escapar de la mazmorra, le susurró con voz entrecortada

Si me permitierais liberar mis brazos y piernas, podría follaros mucho mejor y vuestro placer sería aún mayor del que sentís. Además el guardia está fuera y no debéis temer nada de mi.

La lujuria de lady Olivia la perdió. Aceptó el trato de Joseph y ordenó al guardia que lo desatara. Cuando el soldado salió de la mazmorra. Joseph empezó a follarse a lady Olivia para que esta se confiara.

Veis, mi ama y señora, así puedo follaros mejor mientras mis brazos os acarician...

Poco le duró el placer a lady Olivia. Un rápido movimiento de Joseph y la daga que colgaba de la cintura de lady Olivia se clavó en el cuello de la malvada mujer, muriendo en el acto.

Joseph, que iba desnudo, no tuvo más que matar al guardia de la puerta y vestirse de soldado para salir de las mazmorras sin problemas.

Una vez fuera se las ingenió para llegar hasta Patricia que descansaba en los aposentos de lady Olivia. Cuando esta vio entrar al soldado, se estremeció pensando en que nuevos tormentos le depararía su cruel ama.

Al reconocer a Joseph, se abalanzó sobre él y le besó apasionadamente.

Pensé que no volvería a verte -le dijo Patricia-

Cariño, hemos de darnos prisa. Todavía no estamos a salvo. Vístete con ropa sencilla, como si fueras una criada de Lady Olivia y nos iremos lo antes posible.

La fortuna, que hasta el momento había dado la espalda a nuestros amigos, fue benévola esta vez con ellos y consiguieron huir del castillo de Sir Spencer.

Tras una larga y penosa huida, Patricia y Joseph lograron llegar a las tierras que vieron nacer a nuestra protagonista. Allí, estableció contacto con los fieles seguidores de su venerable y querido padre y consiguió ser el eje que unió de nuevo a la gente de sus antiguos dominios.

Lady Patricia se alió con los seguidores de otros señores vencidos por Sir Spencer y juntos consiguieron al cabo de un tiempo y duras batallas, reconquistar la libertad.

Fue Patricia quien con sus propias manos, ajustició al cruel Sir Spencer vengando así la muerte de su padre. Igual suerte corrieron Dom Perigord y sus sádicos monjes.

Patricia se convirtió en la Condesa de las tierras de su padre y renunció a un compromiso matrimonial por intereses familiares. Durante largos años fue una fiel y justa gobernante de sus vasallos. Joseph, que convivió siempre cerca de su hija Patricia, fue su amante fiel mientras vivió.

FIN