Lactancia entre mujeres
Laura, una mujer de 27 años y virgen, tiene su primera vez con una embarazada que le da la leche de sus senos.
A primera vista, Laura es una chica normal, se diría que hasta tímida. De hecho nadie creería que esta mujer de aspecto delicado, tuvo su primer experiencia sexual con una mujer, y además embarazada, y que se lleno la boca de la leche de sus senos...
Aunque parezca mentira, Laura, con sus veintisiete años nunca había tenido relaciones sexuales. Las experiencias de la adolescencia le habían dejado mal sabor, los chicos eran siempre muy rudos... tal vez por eso fue descubriendo dentro de sí que le atraían más las mujeres que los hombres. También tal vez por eso, se excitaba leyendo los avisos que ofertaban servicios sexuales de los periódicos de la ciudad, al punto de haberse masturbado varias veces leyéndolos. De esta forma, un día decidió que iba a tener su primera experiencia con una mujer, y para ello se propuso contratar los servicios de una profesional. Lo cierto es que apenas abrió el diario en las páginas que ofrecían servicios íntimos, le llamó la atención este anuncio:
"TANIA, FUTURA MAMÁ, SIETE MESES Y MEDIO, PRUEBA UNA EXPERIENCIA DIFERENTE" el aviso incluía un teléfono de contacto. Después de decirse que era una locura, se decidió a llamar. La voz de mujer que le contestó del otro lado ya la excitó al punto de empapar sus bragas...estaba tan caliente que apenas tuvo voz para confirmar la cita.
La mujer que atendió a Laura era una morena de unos 30 años. Baja de estatura, era bastante bonita, con un culo grande, que a Laura le pareció espectacular. Llevaba una bata transparente, muy escotada, que dejaba ver dos estupendas tetas que por la forma en que caían se adivinaban repletas de leche. Debajo de la bata, lo único que llevaba puesta era una diminuta braga negra, cuya parte trasera era un hilo diminuto que se perdía entre las soberbias nalgas. La bata resaltaba su enorme panza, coronada por un ombligo putiagudo, que Laura miraba como hipnotiza. Ya desnudas, ambas mujeres se besaron apasionadamente, Tania recorría la boca de Laura con su lengua, exploraba cada recoveco, en un lance de lenguas que iba excitando cada vez más a Laura. Después, Tania se sentó sobre la cama, y la otra mujer se ubicó detrás de ella. Así, mientras le besaba el cuello suavemente, empezó a acariciarle la panza, de forma tan suave que parecía apenas tocarla. Fue bajando hasta la concha de la embarazada, que encontró rematada de una espesa mata de pelo, y empapada de un jugo viscoso, que goteando lentamente empezaba a manchar la cama. Con la otra mano, fue bajando por detrás hasta separar las nalgas, para introducir un dedo en el ano. Primero fue suavemente, pero el sentir la fuerza que le oponía el esfínter a su dedo la calentó tanto que rápidamente le introdujo todo un dedo en el culo a su compañera, que emitió un grito mezcla de dolor y satisfacción.
Después subió hasta las tetas, grandes, pesadas de leche y coronadas por dos inmensas y oscuras areolas. Jugó con los pezones, y empezó a masajear las tetas, de forma que de pronto sintió las manos húmedas de leche, que comenzaba a gotear de ambas tetas. Enloquecida de placer, se dio vuelta, ubicándose en el regazo de Tania. De esta forma empezó a chupar con fuerza las tetas de la embarazada, que generosas primero le dieron algunas gotas, para luego dispararle en la garganta grandes chorros lácteos. Por momentos se atragantaba con la leche, pero no quería perder una sola gota, por lo que no apartó la boca de aquellos inmensos pezones que descargaban en su boca una leche bien dulce y caliente. Los últimos chorros no los ingirió, si no que manteniéndolos en la boca, se incorporó para besar largamente a la preñada, de forma tal que las bocas de las dos fueron una sola locura de lenguas, saliva y leche, que Tania terminó por tragar sin desperdiciar nada.
Después de este juego, que dejó a Laura al borde del orgasmo, cambiaron de postura. Laura se tumbó boca arriba en la cama, bien abierta de piernas y ofreciéndole su concha empapada a la preñada. Esta se puso boca abajo, y empezó a lamer suavemente los muslos de su compañera, para ir trazando con su lengua círculos cada vez más estrechos, que terminaban en su clítoris. Entonces, Tania se incorporó un poco, de forma tal que la concha de Laura queda a tiro de su tetas, tras lo cual empezó a apretárselas alternativamente, con tan buena puntería, que le llenó la concha de leche. Hecho esto, la preñadota empezó a lamerle el coño a su compañera, de forma tal que con cada lamida se tomaba una deliciosa mezcla de leche y jugos vaginales, que le caía por la barbilla y humedecía las sábanas. De pronto, Laura empezó a gemir de forma cada vez más fuerte, a la vez que los espasmos inconfundibles del orgasmo recorrían su cuerpo como una corriente eléctrica. Ya fuera de sí, gritó, se retorció y empezó a insultar a su compañera, llamándola "puta" y "preñadota puta", hasta quedar exhausta después de un profundo orgasmo.
Por desgracia, el tiempo se había terminado, y Tania debía prepararse para recibir al próximo cliente. Mientras Laura se despedía de Tania con un profundo beso, y le daba un suave pellizo en los senos, sentía que ya tenía ganas de tener sexo nuevamente con aquella embarazada que la había desvirgado de manera excepcional...