Labores extraescolares (II)
Donde el conserje va comprobando las reacciones innatas de vicio y deseo de las alumnas cuando su profesora lo emplea a modo de ejemplo
Silvia se quedó sólo con una medias de encaje negro puestas, caminando lentamente hasta la mesa donde yo estaba sentado, me empujó un poco hacia un lado y allí se quedó, mirando a sus alumnas, sentadas con expresiones confusas pero excitadas en sus rostros.
- En circunstancias normales, aquí el señor conserje y yo nos dedicaríamos a darnos caricias y cariños preliminares para excitarnos para el coito.- Comentó mientras tomaba mi mimbro y comenzaba a masturbarme de nuevo.- Pero teniendo un público tan interesado, creo que podemos confiar en vosotras para estos preparativos. Diana y Alba por favor...
La pelirroja y rubia con trenzas similares se aproximaron, Diana con el busto desnudo y alba con la camisola desabrochada. Silvia separó lentamente las piernas comunicándoles mediante gestos algo que ya debían de haber practicado. Diana, en pie comenzó a masajear lenta y tímidamente los senos de Silvia mientras besaba la comisura de sus labios hasta que esta sacó la lengua y comenzaron a lamerse l rostro mutuamente, antes de fundir sus bocas en una líquida catarata de saliva mientras Alba se ponía de rodillas ante la mesa, mirando el rasurado coño de Silvia, olisqueándolo como una fierecilla indecisa el aire mientras mientras su profesora separaba sus labios externos entre sus dedos índice y medio. No daba crédito a lo que veía: Diana estaba succionando mordisqueando y amasando las tetas de Silvia mientras Alba abría la boca y comenzaba a lamer aquella ranura, arriba y abajo, con una gran dedicación, hundiéndose entre aquellos muslos y saliendo para lamer la capucha de su, aún oculto clítoris mientras su barbilla y mofletes comenzaban a brillar cubiertos por su propia saliva y los jugos de mi compañera. Quedaba claro que aquello no era la primera vez que ocurría, aquellas dos criaturas estaban más que iniciadas en los caminos de las dadoras de placer.
- Ahora ya vas descubriendo lo que acontece entre estas cuatro paredes, cariño. Me costaba esperar a compartirlo pero tenía que preparar a las niñas, compréndelo.- Me dijo entre jadeos quedos, aproximando su cabeza a la mía antes de besarme apasionadamente.
Tras esto miré al frente y vi que las otras cinco alumnas estaban sentadas mostrando sus entrepiernas bajo sus faldas y sus bragas, unas quitas y otras tocándose pero tratando de disimularlo con vergüenza.
- Ya os he comentado que no habéis de avergonzaros por esto. Vuestro placer es una medalla a lucir con orgullo, no a ocultar.- Les riñó mientras continuaba masturbándome lentamente.
Alba se incorporó con toda la parte inferior de su cara reluciente, impregnada en los jugos de Silvia, la que los lamió antes de unirse a ella en un beso de profundidad abisal. Podía verlas a las dos tragando la saliva y los jugos que compartían. -Ahora él, le dijo a la cría, y esta se arrodilló entre mis piernas, uniendo sus dedos a los de Silvia entorno al tronco de mi miembro antes de sacar su lengua y comenzar a lamerlo. - Así, muy bien- Dijo su profesora mientras acariciaba su cabeza, mientras tomaba a Diana por el hombro empujándola hacia el lugar que hace un segundo ocupaba su compañera, hundiendo su pequeño rostro entre los muslos de Silvia.
Alba comenzó torpemente a hundir mi miembro en su boca en un lento y nervioso vaivén, recorriendo con su lengua mi glande mientras este alcanzaba el fondo del palacete que era su pequeña boca antes de seguir trabajándolo. Silvia, tomándola de las trenzas, comenzó a marcarle el ritmo a su cabeza mientras yo levantaba mi mirada tratando de distraerme para contener mis ganas de venirme en su boca. Sus compañeras habían hecho caso a la profesora, unas bajándose las bragas y las otras apartándolas a un lado para acariciar sus entrepiernas tratando de seguir el ritmo de las cabezas de sus compañeras en nuestros órganos sexuales.
-Rec... Record... AD! Que una vez que... estéis bien hu... húmedas debeis de des... lizar vuestros dedos hacia dentro...- Les recordaba su dedicada profesora entre jadeos, mientras apretaba la cabeza de Diana entre sus muslos y movía la cabeza de Alba contra mi polla.- Mmmmmmf.... Ya está bien, podéis quedaros cerca para mirar... El resto, las que quieran pueden acercarse...- Todas respondieron al unísono, poniéndose en pie hipnotizadas y volviendo a hacer un semicírculo, más cerrdo que antes, a nuestro alrededor. Podía oler su sudor y sus jugos, mientras sus manos no eran capaces de mantenerse apartadas de sus inexpertos y parcialmente cerrados sexos.
Silvia me hizo girar empujando mi pecho con su mano, subiéndose a cuatro patas a la mesa mientras me tumbaba.- ¿Veis? Su polla ha aumentado en varias veces su tamaño y se ha puesto durísima gracias a vuestro buen trabajo, pequeñas zorras mías.- Dijo mientras tomaba mi cimbrel con la mano, masturbándolo lentamente y sacudiéndolo al ritmo de sus palabras.- Y mi coñito está completamente empapado, demostrando cuando he disfrutado, cuanto me gusta esto y cuantas ganas tengo de tener esta buena polla dentro.- Comentó soltándome y separando con índice y medio sus labios, mostrando a sus pequeñas alumnas como lucía su hambriento sexo.- Las de Pablos, por favor...- Las dos gemelas se aproximaron más y se agacharon entre nuestras piernas, mirando con interés, curiosidad y algo de miedo aquellos dos sexos adultos, latiendo de deseo y cubiertos de salivas y jugos.- Espe, lubrica con tu saliva al buen conserje, María, recorre con tu lengua el exterior de mis labios inferiores. - Las crías, sin pensarlo mucho más, procedieron como se les decía, olisqueando el aire y lamiendo tentativamente antes de hundir los labios de Silvia en la boca de una y mi abultado glande en la boca de la otra. - Usad mucha saliva... Escup... PID.- Ls pidió su profesora derritiéndose de gusto al vivir tamaña escena. Yo seguía sin dar crédito al grado de sumisión e interés que mi compañera había inculcado y despertado en sus alumnas. Dudo que pusiesen la mitad de entusiasmo en cualquier otra asignatura.
La boca de Espe, como las de sus otras compañeras, comenzaba con dudas y torpe pero en nada de tiempo tomaba el ritmo e intensidad esperados, aparte, esta pequeña de corto pelo castaño parecía poner más ganas en llegar tan lejos como su profesora y trataba de hundir mi polla todo lo posible en su boca, aún perdiendo la respiración, salivando copiosamente y no pudiendo introducir más de un cuarto de mi pene contra su paladar. Era una sensación extraña notar cómo, de golpe, las dos gemelas regaron nuestros sexos con sus cálidos escupitajos, algo que nunca habría imaginado sentir... Menuda escena... Y mientras seguían forzando sus últimas reservas de templada saliva, Silvia tomó mi miembro, sentándose sobre mi cintura, antes de comenzar a descender sus caderas contra las mías, hasta que mi glande notó la humedad característica de su (completamente empapado) conejo. Lentamente comenzó a descender por su tronco dándome la bienvenida a sus interiores con una concatenación de suspiros, mientras cerraba los ojos. - ¿Veis? Ahora estamos comenzando a follar, su polla se va hundiendo en el interior de mi vagina, desfilan... a través de mi c...cérvixssss hasta...- Y en ese momento se la hundió dentro del todo-... golpear mi pared del fondo. - Dicho esto comenzó a cabalgarme con ganas pero concentrándose en dar una buena vista a sus alumnas, aún así gozando de mi polla y supongo que excitada hasta el extremo por toda la escenita en que estábamos.
Mientras notaba cómo los flujos vaginales de Silvia caían en catarata sobre mi verga, cubierta de los escupitajos de las crías, traté de girar un poco mi cabeza para ver qué hacían las alumnas. Todas, en pie y a menos de un metro de nuestros cuerpos, follando sobre la mesa, estaban mirando la unión continuada de nuestros sexos con ojos asombrados y casi se diría que con apetito primario, unas mordiéndose con sus pequeños dientes el labio inferior, otras boquiabiertas, alguna cuchicheando, pero todas con sus dedos sobre sus pequeñas ranuras, frotándolas lentamente, sólo la cobriza Diana y la más menuda, Val, se arriesgaban a introducir las puntas de sus dedos dentro de sus conejillos, con una timidez que me estaba volviendo loco.
- Mffffff.- Silvia giró la cabeza y abrió los ojos sin dejar de cabalgarme.- Os he dicho una y mil veces que introducir vuestros dedos no os hará daño... Venga... Mffffff, por favor...
Dicho esto, la que más y la que menos trataron de separar sus labios con mayor o menor facilidad antes de penetrar lentamente sus pequeños conejillos con las puntas de sus torpes dedos, cerrando los ojos, abriendo las bocas y jadeando quedamente, alguna parecía apunto de llorar pero finalmente, una vez dentro, siguieron la guía de su profesora y trataron, de manera instintiva, de humedecer sus falanges en la pequeña cantidad de flujo de sus vulvas para poder penetrarse con más facilidad. A los dos minutos estaban mirándonos, masturbándose con más gnas y siguiendo el ritmo de nuestro coito si mayores problemas.
Silvia se detuvo, descabalgándome, pero frotando su vulva contra mi polla, mirando por encima de su hombro para ver el espectáculo de sus pequeñas ratoncillas masturbándose en grupo.- Maravilloso.- Carraspeó.- Andrea, Val, acercaos.- La más menuda de las alumnas, con ojos que casi parecían de dibujos japoneses, y la pequeña de cabellos plateados se acercaron con interés y algo de miedo.- Nos está gustando tanto follar delante vuestra que nos estamos esforzando mucho así que mi cuerpo no puede lubricarse tan rápido y la picha del conserje puede perder fuelle, ¿Podríais lamer y chupar bien su glande y el tronco de su polla? Está cubierta con mis jugos, así también apreciaréis el sabor de mi coño cuando está húmedo. Andrea, agarra el pellejo del pene y bájalo para poder limpiar los jugos de la parte inferior de su glande.- La cría, dubitativa comenzó a hacerlo, aún con miedo a hacerme daño, mirándome a los ojos buscando mi confirmación de que lo hacía bien, y así se lo dije con un gesto de cabeza, justo antes de notar como dos lengüecillas recorrían en derredor la base mi glande, lamoteando los jugos y saboreando la carne de mi sexo antes de turnarse para hundir mi dilatada y gruesa ciruela en la piscinilla de sus bocas. De motu propio y sin hablar entre ellas noté cómo Andrea se dedicaba a hundir mi glande (y un par de centímetros más de polla, lo que daba la pobre) en su boca mientras Val lamía las venas de mi mástil arriba y abajo hasta arriesgarse a bajar más y dedicarse a lamotear y tratar de succionar mis huevos. Aquello me estaba volviendo loco...
Y, sin previo aviso, Silvia volvió a tomar mi polla y hundirla en su interior, mientras sus dos protegidas lamían, una sus labios vaginales y la parte de mi polla que asomaba entre ellos y la otra mis huevos, con una dedicación consumada. La profesora jadeaba y me cabalgaba como si no hubiese un mañana, deleitándose en tener una lengua en su coño mientras la penetraban y yo volviéndome loco, tratando de contenerme ante las increíbles succiones de la pequeña Val.- NNNNNNNG... ¡¡¡MIERDA!!!- Grité mientras me corría dentro de Silvia, la que redujo su ritmo drásticamente, decabalgándome una vez más, dejando que mi esperma gotease de su coño y se deslizase por mi miembro hasta los huevos, donde una extrañada Val siguió chupando y lamoteando, con curiosidad ante aquel inesperado nuevo sabor... Tras tantear a tragar una gota pareció no disgustarle y comenzó a jugar con la punta de su lengua en aquel pequeño lago de esperma, sorbiendo a ratos, Mientras Andrea, olisqueando antes de arriesgarse a acercar más su lengua, se unía a ella.- Así, no os dejéis ni una gota. Nectar de hombre, niñas.- Ellas se tomaron su tiempo saborearlo y limpiar mi polla y huevos. -Y compartid su sabor con vuestras compañeras.- Se levantaron y volvieron al semicírculo de alumnas, comenzando a lamer y besar a toda interesada en paladear mi esperma de sus bocas. Todas querían saber y saborear más pero eran unas cuantas y la cosa no daba para más, al menos por ahora.
- Sigh... ¿Qué vamos a hacer contigo, tope bedel? Con todo lo que nos queda por ver y tú derramándote a la primera de cambio...
(Continuará)