Labios húmedos

Lo conoce en un supermercado, se siente atraído, y vive un loca noche con el deseo.

Labios húmedos

Cuando mi amigo Carlos me mostró una revista de mujeres desnudas con el fin de hacer eso que los jóvenes hacemos, o mejor dicho los pubertos de 13 años hacen, me di cuenta que no me gustaba el sexo opuesto, no le comenté nada a mi amigo, pero cuando llegué a casa le conté a mi madre y ella lloró y lloró, no pensé que fuera tan malo, después de todo, son solo diferencias en quienes te agradan y a quienes deseas tocar y besar.

En la clase de deportes me agradaba ver a mis compañeros semidesnudos, como todos empezábamos a desarrollarnos la mayoría mostraba sus cuerpos como queriendo presumir que sus paquetes eran más impresionantes que los de otros, en ocasiones me excitaba con algunos de sus morbosos comentarios, o cuando se tocaban, o cuando sus atributos se escapan por su ropa interior, yo no soy muy afeminado pero algunos hombres tienen ese sentido para detectar a aquellos que son homosexuales, en ocasiones me permitían tocarlos sobre lo ropa de una forma muy suave y sutil como si fuese un pequeño accidente, era mas delicioso que si los tocara completamente desnudos, claro que yo no admitía que me gustaba, ni ellos que lo hacían con el fin de seducirme de una manera al muy estilo de un adolescente.

Mi vida transcurría normal, me agradaban algunos chavos, la mayoría heterosexuales, por supuesto que les arrojaba miradas llenas de indirectas muy directas para ver si alguno caía, de hecho recordando bien hubo una ocasión, en el supermercado, llevaba unos shorts por el calor y una playera que marcaba bien mis músculos, no hago mucho ejercicio pero gracias a la herencia de mi padre tengo un buen cuerpo, me gusta dejar mi cabello corto, siempre afeitado, además de una barba tipo candado muy fina, no soy muy vanidoso por eso es que no me saco las cejas y esas cosas, total que esa tarde iba dispuesto a comprar una caja de cereal y leche para el desayuno del día siguiente por eso de que cuando vives solo no tienes nada en la alacena, comes en la calle y cocinas lo básico con lo que todo hombre sobreviviría si desaparecieran las mujeres del planeta, cuando me presente en caja para pagar después de acomodar la leche voltee a ver al cajero, era un chavo precioso, con los ojos mas penetrantes que hasta entonces había visto, inspeccione sus labios a distancia queriendo recorrerlos con mis dedos, emanaba una inocencia, de esa que a mi me fascina, llevaba un perfume exquisito, no se si era artificial o era totalmente suyo, cuando acomode el cereal me sonrió de una forma que me enloqueció, me dio las buenas tardes, de una forma tímida, como apenado, yo estaba algo nervioso y lo único que se me ocurrió para ganarle un poco más de tiempo fue tomar goma de mascar y agregarla a mi lista de mandado.

_Son 135 pesos_ Me lo dijo según yo como queriendo continuar conmigo.

Rápidamente saqué mi cartera, no quería que pensara que era tonto o algo por el estilo, tome mi tarjeta y una identificación y se las entregue, tal vez suene tonto, no se si tu lo hayas hecho alguna vez, pero aproveche para tocarle su mano, era muy suave, sentí cosquillas, sabía que eso no era amor a primera vista, pero si era atracción a primera vista, y muy intensa.

Pasó varias veces la tarjeta por el aparato y le pregunte si había algún problema.

_Jonathan_ me dijo_ tu tarjeta no tiene fondos suficientes.

Puso rostro de apenado, que por cierto también era bastante exquisito, el problema fui yo que me puse de mil colores, estaba ante el chavo de mis sueños y con la tarjeta mas inútil que pudiese existir.

Seguramente el se dio cuenta de la pena que me invadió en ese momento.

_ Hagamos algo_ dijo casi tartamudeando y viéndome directo a los ojos_ te presto el dinero y en cuanto lo tengas me lo pagas.

_A gracias_ pensé que era un gesto de amabilidad y de confianza_ mañana o pasado regreso y te entrego el dinero.

Me devolvió la tarjeta, y salí casi corriendo como si fuera un ladrón, al llegar a mi departamento me di cuenta que ni siquiera le había preguntado su nombre, pensé, se lo preguntaré la próxima vez que vaya, después de que transferí algo de dinero a mis cuentas y con ansias de volverlo a ver regrese para pagarle, mi sorpresa fue que ya no estaba, me dio un poco de tristeza, le pregunte al actual cajero sobre él, me comentó que Alejandro fue quien atendió el lugar el Miércoles precisamente el día en el que fui, me dijo que el era el hijo del dueño del supermercado y que le pareció muy extraño que el atendiera la caja, de hecho solo lo hizo por quince minutos, y había cerrado las otras tres cajas, de tal manera que si alguien quería pagar tenía que ser a él.

Conocí a un chavo lindo, y pues ni modo, sabía que no lo volvería a ver, regresé a mi depa, y empezó a excitarme la idea de haber estado una noche con Alejandro, hasta su nombre me gustaba, empecé a tocarme primero sobre el pantalón recordando cuando rozaba los cuerpos de mis amigos, la mayoría de ellos bien dotados, mi pene estaba a mil, me sentía realmente caliente, me estuve masturbando rico y lento, pensando que las que me tocaban eran las manos suaves de aquel adonis, la idea de verlo desnudo y morder su cuello, sus labios, de poder recorrer su espalda con mis dedos, de acariciarlo, de decirle cosas al oído, de besarlo hasta cansarme, era deseo total, jalaba mi verga con más fuerza y rapidez; escuché un sonido raro el cual provenía de la cocina, metí la verga rápido en mis boxer aunque no fue tan sencillo por que aun estaba algo dura, me levanté rápido los pantalones y salí muy sigilosamente tomando un bat que tenía en mi cuarto, cual fue mi sorpresa, era Alejandro probando mi cereal, esta sentado en la única silla que tenía, me vio y fue como si no me hubiera visto.

_Como llegaste, hasta aquí_ le pregunté sorprendido.

No me respondió simplemente se acercó a mi, posó sus manos en mi rostro esas manos que me enloquecen y que solo había tenido una oportunidad de tocarlas ahora estaban sobre mi rostro, me besó, de una forma que me hizo temblar, recorrió mi cuello con su lengua, y el disfrutaba de mis pequeños jadeos, como yo disfrutaba de su lengua sobre y entre mis labios, mordió el lóbulo de mi oreja izquierda y me sentí un poco húmedo, mi pene empezaba a emanar líquido preseminal, se quitó la camisa, su torso era bello, me dirigía sus pechos y los succione como si fuera un bebe hambriento, recorrí sus bordes con mis labios.

Le daba pequeños mordiscos, y entonces los papeles cambiaron yo me retorcía al escucharlo jadear, nada era claro, había cosas extrañas, pero no les preste importancia, tomé un poco de leche y la puse en el orificio que se formaba cerca de su cuello, y la succione con mi lengua, le dí un pequeño mordisco el cual pareció dolerle un poco, recorrí su cuerpo con mi nariz, apenas tocaba su piel, ese aroma, ese que me enloqueció era suyo, olía a madera, a sudor de hombre fuerte, bajé mi mano para tocar su tronco, no me dejó hacerlo por mucho tiempo, tomo mi mano y succionó mis dedos, sentir su lengua en mi pulgar, el calor de su saliva, fue erótico, sensual.

Él mismo bajó mi mano hasta llegar a su entrepierna, la apreté con fuerza, mi mano era pequeña para abarcar completamente sus atributos, mientras besaba sus carnosos labios, desabrochaba lentamente su pantalón y después de maniobrar con su bragueta, baje besando sus pechos y su torso hasta llegar a su caliente verga, la mordí sobre su ropa interior, restregaba mi rostro sobre su intimidad, el me tomó de la cabeza y la utilizó para masajear su cuerpo, baje sus boxers, rápido, metí en mi boca aquel miembro no grande, pero si rico, pase mi lengua alrededor de él, y mis labios lo tocaban lentamente, el gemía, y a mi me gustaba… de repente.. Desapareció.

Abrí los ojos, amanecí mojado en mi cama, me perdí en ese sueño erótico.

Continuará..