Labios de fresa (8)

Octava y última parte. Reir, amar y llorar una vida, porque nunca sabes quien está a tu lado.

LABIOS DE FRESA (Parte VIII)

Carol me sonrió y yo sonreí también. "Me habían hablado de esos labios de fresa que tienes, llegarás lejos si nos dejas" – dijo Eduardo con tono seguro. Entonces como un relámpago, la imagen de Lucía, pasó por mi cabeza como algo que me hizo entender porque estaba aquel señor allí buscándome. No era un sueño, era real

Aquel tal Eduardo se marchó con unos cuantos datos míos y me avisó que nos pondríamos en contacto pronto. Yo estaba feliz conmigo misma, sentía que las cosas iban bien. Carol me miró sonriente y sus ojos brillaron.

  • "Esto hay que celebrarlo guapa" – me dijo animada

  • "Tengo una idea, ¿Qué tal si reservo para nosotras un sitio en la sala VIP y champagne en el pub mañana por la noche?" – siguió ofreciéndome. Yo aún no sabía que decir o pensar. Su mano se extendió sobre la mesa hasta posarse sobre la mía.

  • "Me apetece mucho celebrarlo contigo asolas" – continuó y fue entonces cuando volví a la realidad.

  • "Eres una buena amiga y me gustas, pero sabes que estoy con una chica ahora" – no sabía como decirlo y me salió así. Puse mi otra mano sobre la suya y la apreté como un gesto de buena amistad.

  • "Claro, lo entiendo y lo respeto" – agachó la mirada

  • "¿Qué te parece si hacemos eso pero invito a Nayala y unas cuantas otras chicas que no conoces? Te las presentaré. Alomejor encuentras algo que te gusta" – le guiñé un ojo y le sonreí.

  • "A mi me gustas tu…" – dijo poco confiada e hizo una pausa breve – "…pero si traes alguna que esté buena intentaré entretenerme" – sonrió nerviosa como si intentara complacerme ¿pero que más podía hacer yo?

Quedamos en que para esa noche estaría todo preparado. Llamé a Nayala y se alegró mucho por mí, aunque se quedó extrañada porque a ella no le había dicho nada ningún Eduardo ni nadie y se suponía que estábamos juntas en ello. Le dije que avisara a todas las chicas que ya conocía yo, especialmente a Lucía para agradecerle, pero que no le dijera nada. Le pareció buena idea. Todo estaba saliendo bien.

Jueves. Once de la noche. Después de cenar empezamos a juntarnos unas cuantas para ir al pub, el resto acudirían a allí. Nunca había subido las escaleras de aquel pub, pero había arriba un par de salas acomodadas con grandes sofás rojos y mesillas de cristal. Carol se encargó de que todo fuera correcto y de servirnos durante lo que quedaba de su turno. Las bebidas venían y desaparecían como si nada. Conocí un poco más a algunas de las chicas con las que todavía no había hablado mucho.

Gloria no era espectacular pero era bonita y muy simpática, me reía mucho con ella. Julia era una chica muy inteligente, siempre estaba contando cosas interesantes cuando nadie sabía que decir. Hablando y riendo con todas, ni siquiera me di cuenta que le prestaba menos atención a Nayala, pero ella estaba contenta también. La cosa empezaba a animarse mucho, pero aún faltaba Lucía y alguna chica más.

Las conversaciones empezaban a degenerar en aspectos sexuales. Todas tonteaban con todas medio en serio, medio en broma. A mi me estaban entrando los calores, le di un beso a Nayala y le dije que iba al baño y abajo a que me diera el aire un poco. Bajé, fui al baño y luego salí a la puerta del local para que se me pasara el calor. Creo que empezaba a estar un poco mareada por el alcohol. La noche parecía cálida pero el aire corría más frío que de costumbre. Entré enseguida de nuevo.

Intentaba llegar a las escaleras entre el agobio de chicas ¿cómo podía haber tanta gente un jueves? Alguien posó sus manos sobre mis hombros desde atrás, pero no dejó que me diera la vuelta - "¿Dónde vas tan deprisa Sonia?" – la voz era de Lucía. Me dejé guiar hasta un rincón del pub cerca del baño que la música sonaba menos alta. Venía con otra chica, nos miramos de frente y sonreímos.

  • "Bueno, voy yo para arriba" – dijo la otra chica marchándose.

  • "¿Qué es eso que me han dicho que querías decirme?" – se adelantó Lucía

  • "No sé, agradecerte lo que has hecho" – dije contenta

  • "Todavía no he hecho nada que no me pidas" – sonrió simpática

  • "Que pilla estás hecha" – reí a carcajadas yo

  • "¿O estás hecha una pilla tú?" – un dedo suyo se situó sobre mi pecho.

El dedo siguió desplazándose hacia abajo lentamente entre mis pechos. Seguí aquel dedo con la mirada y cuando me excitó lo cerca que estaba de meterse dentro de mi camiseta levanté la mirada. Nuestros ojos se cruzaron y se quedaron clavados. Sus ojos brillaron y un escalofrío me recorrió el cuerpo entero. Seguíamos mirándonos fijamente en silencio y la situación me hizo respirar hondo. Un grupo de chicas emocionadas por la fiesta habían hecho un tren y empujaron levemente a Lucía.

Ojos grandes y marrones. Pelo lacio y rubio natural. Labios rojos pasión. Treinta y cuatro muy bien llevados. Ahora estaba demasiado cerca por el empujón, sentí sus pechos cálidos sobre los míos. Su boca a escasos centímetros y ella hizo por acercarse más a mi. Una de sus manos subió a acariciarme el pelo mientras seguía acercando su boca hasta pegar sus labios con los míos. Labios suaves y mojados pero yo no abrí la boca. Su lengua salió en busca de más pero me quedé inmóvil mirándola – "Perdona, que tonta soy, no debería…" – no dije nada.

Se apartó y la mano de mi pelo bajó hasta mi culo. Me dio un pellizco – "Venga, vamos arriba, antes de que baje alguien que yo me sé" – me guiñó el ojo. Sonreímos las dos subimos y continuamos la fiesta como si nada. Lucía era una mujer extraña, a cada momento me parecía tan caliente como fría. Espero que no buscara devolverle el favor de esa manera, al menos no de momento. Alguien me llama al móvil. Es Cristina. No para de sonar ¿qué querrá ahora? No me apetece de contestar, voy a la barra a ver si ya termina Carol su turno.

  • "¿Qué tal Carol? ¿Ya estás libre?" – me acerqué a la barra donde estaba

  • "Tú si que pareces muy libre cuando quieres ¿ahora la madurita rubia esa? Y no me digas que no que os he visto hace diez minutos" – limpiaba unos vasos con un poco de rabia y me sentí mal sin haber hecho nada.

  • "Ehhh, no te pongas así, no ha pasado nada" – acerté a decir insegura

  • "No importa. No te preocupes. Tampoco quiero que me expliques nada, pero he visto como os besabais" – me quedé un poco callada

  • "Me queda como media hora, pero salgo ya del turno, mi compañera me cubrirá, tengo ganas de emborracharme" – dijo un poco inquieta

  • "Venga, no te pongas así. Además yo te cuento todo como siempre. Yo solo quería agradecerle que me pusiera en contacto con Eduardo, pero ella parece que quería algo más, no lo sé, es una mujer guapa pero extraña" – le conté de forma divertida mientras íbamos hacia la pista de baile

  • "¿Y que tiene ella que no tenga yo para ganarse un beso tuyo?" – bajó la mirada

  • "Nada…" – levanté su cara desde la barbilla y le di un beso corto en los labios y La sonrisa volvió al rostro de Carol.

  • "Si te dejaras te comería!!!" – me gritó con cara de tigresa

Unas chicas nos miraban y nos pusimos a bailar muy sensuales las dos. Seguimos bebiendo, yo empezaba a sentirme caliente y fuera de mí. Menuda noche. Me rocé mucho con Carol y bailé muy de cerca con algunas chicas más, hasta que llegó Nayala a secuestrarme para bailar con ella, pero todo estaba muy confuso.

Sigo sentada en la cama de mi habitación con las manos entre mis cabellos oscuros. Es más de mediodía y me duele la cabeza. Creo que anoche bebí demasiado. Suena el móvil. Es Cristina. No contesto, no me apetece hablar con nadie. Entra mi madre a mi habitación "Por fin te has levantado". Empieza el sermón de las salidas nocturnas y la bebida, empezamos a discutir y llega mi padre a mi habitación. Lo que faltaba. Discutimos más hasta derivar en una discusión sobre los motivos de que Laurita esté encerrada en un colegio.

La discusión se hizo insoportable, necesitaba relajarme y no me apetecía comer, así que a la ducha. Más que ducha, llené la bañera y me sumergí entera. Mi cuerpo desnudo se elevó a un estado de relax. Cerré los ojos y empecé a dibujar con un dedo sobre mi cuerpo. Dibujos sin sentido pero que me relajaban. Sonó el móvil y mojé el suelo para salir a cogerlo. Era Carol, quería quedar un rato después. Volví a mi acuario y pensé en ella. Cerré los ojos e imaginé sus rizos castaños sobre mi cara. Imaginé sus pechos sobre los míos. Mis pezones se erizaron. Imaginé como sería que sus manos me recorrieran. Me sentí infiel excitándome al imaginar su deseo sexual conmigo.

Llené con un poco más de agua calentita y mis manos se perdieron entre mis piernas. Sumergí la cara y me acaricié los pechos en el sonido vacío. Volví a salir con las piernas algo más levantadas y el pelo mojado sobre mi cara. Lamí mis labios deseosos mientras acariciaba mi clítoris. Era Carol, la gata sexual quien empezaba a introducirse en mí con sus dedos. Mi imaginación siguió descargando mi calentura. Una de mis manos me recorría entera simulando su deseo de tocarme, mientras la otra me rozaba fuerte y se adentraba buscando fuentes de placer. Mi humedad se confundió con el agua que me cubría y mi madre dio pequeños golpes a la puerta del baño – "Carol está abajo esperándote" – gritó.

Fuimos a la cafetería habitual, quería contarme su rollo de anoche y yo quería que me contara algo de lo que mi memoria no se acordaba. Me contó que una de las chicas que nos miraban, la noche anterior cuando bailábamos tan pegaditas, fue muy lanzada con ella cuando vio que yo me fui con otra. Me dijo que fueron a casa de la chica aquella y que tenía toda clase de juguetes sexuales. Sentí una mezcla de sensaciones de envidia y celos, al tiempo que me alegraba por ella. Esa chica le gustaba y se lo habían pasado realmente bien. Me ponía caliente cada vez que me describía los detalles con esa chica.

De repente vi. en la pequeña tele de aquella cafetería una foto de Rebeca, la chica pelirroja, en la tele. No había duda era ella, pero no oía bien que decían. Miré a Carol, seguía contando algo a lo que yo ya no prestaba atención. Eran las noticias autonómicas, ocurrió algo la noche anterior en nuestra localidad – "¿Te pasa algo?" – preguntó Carol al tiempo que se daba la vuelta para mirar la tele.

  • "Ah! Sí! ¿No te has enterado de eso?" – dijo ansiosa Carol

  • "No… ¿de que?" – pregunté extrañada

  • "Dicen que encontraron a la pelirroja esa y a otra chica en coma etílico y llenas de sangre en una nave industrial a las afueras. Pero están bien. También dicen que allí se practicaban juegos sexuales satánicos y cosas de esas raras." – me quedé sin habla, solo miraba a Carol atónita

  • "Creo que la foto de alguna de las chicas esas que conocíais también ha salido como sospechosa. Por cierto, ¿Dónde os fuisteis todas? Me sirvió quedarme sola para encontrar mi nuevo ligue, pero desaparecisteis sin decir nada" – continuó como si nada

  • "No sé, yo me fui a casa cansada. Creo que las demás hicieron lo mismo" – creí que mentir sería mejor que no acordarse

Aceleré las conversaciones con Carol, intentando que no se diera cuenta, para poder irme a casa antes. Hora de irse. Camino a casa llamo a Nayala, me coge el teléfono pero no me contesta a mis preguntas, me dice que no puede hablar, que tiene que resolver unos asuntos urgentes y que me vaya a casa. Eso hago, y cuando llego están mis padres viendo la tele. Lo mismo. Esta vez veo alguna foto de alguna de las chicas, hablan de alboroto nocturno y grupo clandestino religioso. Me asusta pensarlo más, no puede ser… ¿Qué hice anoche? No me acuerdo, pero seguro que nada malo, o eso es lo que espero.

Era tarde, me había quedado medio dormida en el sofá con la tele puesta. Mis padres se habían acostado ya. Un mensaje al teléfono me despertó. El mensaje decía que saliera a la puerta de mi casa. Muy silenciosa, me asomé y vi. a Ángela salir de su coche.

  • "Antes de que digas nada…" – se adelantó ella

  • "Tengo preguntas! Necesito saber…" – intenté hablar yo

  • "Lo sé, lo sé. Te explico hasta donde yo conozco. Aún no sé que ocurrió anoche, no sé si te acuerdas, pero yo no estaba e intentaré conseguir información. Solo sé que se está investigando nuestro grupo de personas y el lugar. Tampoco sé hasta que punto es grave. Estoy aquí por Nayala, hace tiempo que quería marcharse de este lugar y lo va a hacer, solo me ha pedido que me pusiera en contacto contigo para avisarte. Mañana por la mañana tienes que estar preparada si quieres marcharte con ella." – explicó paciente

  • "Pero…" – intenté decir – "Espera…" – interrumpió ella

  • "Yo solo puedo decirte, que no creo que ocurra nada ni que encuentren a más chicas de las que solíamos ir, ninguna dirá nada, espero que tú tampoco." – hizo una pausa

  • "No, claro" – advertí yo

  • "Además por mi parte, creo que ya sabes que puede que llegue a mis manos este asunto, conozco a gente, pero tanto si es así como si no, quiero que sepas que haré lo posible para que esto sea lo más leve para todas." – explicó con confianza

  • "Gracias, eres muy buena" – fue lo que sentí

  • "Quédate conmigo" – dijo de repente

  • "¿Qué?" – me sorprendí

  • "Nayala se va a ir igualmente contigo o sin ti. ¿Dónde vas a ir con ella? Déjame cuidarte, me gustas…" – acarició mi pelo y yo agaché la mirada

  • "¿Quién es a estas horas?" – oí gritar a mi padre

  • "Lo siento" – dije

La abracé fuerte y ella me correspondió. Sus pechos se aprisionaron con los míos, la sentí cálida mientras ella seguía acariciando mis cabellos. Me dio un beso en la frente – "Déjame quererte" – solté una lagrimilla nerviosa y volví a decir – "Lo siento". Me aparte de ella lentamente, sus manos resbalaron por mi brazos hasta separarnos entres los dedos. Sus ojos brillaban intensos. Cerré la puerta.

Aquella noche fue larga, no podía dormir. No asimilaba que me estuviera ocurriendo aquello a mí. Por la mañana me levanté, desayuné y vuelta a discutir con mis padres. Que si anoche que hacía tan tarde, que quien era esa mujer, y vuelta a los temas recurrentes. No lo soportaba. Me enfadé de nuevo y sentí que tenía que salir de casa. Me fui directamente a casa de Nayala, necesitaba saber algo. Ella no estaba, `pero llegó con el coche mientras hablaba con su madre.

  • "Sube" – me ordenó

  • "Explícame cosas" – le di un beso

  • "Creo que ya sabes suficiente, es todo muy confuso, yo quería irme de aquí y lo voy a hacer, me gustaría que vinieras conmigo y no te preocupes por nada, mira lo que tengo…" – me enseñó unos fajos de billetes en la guantera, debía haber bastante dinero ¿pero tanto como para largarse sin más?

  • "¿Vienes conmigo?" – sus profundos ojos verdes me atraparon, la quería y me sentía frustrada en mi casa y con todo

  • "Al fin del mundo" – sentía rabia y ganas de desaparecer con ella, cambiar de vida, empezar de cero a su lado, me inspiraba tanta confianza

Era todo muy rápido. Fuimos directamente a mi casa. Cogí algo de ropa y aseo personal y volví a salir. Nadie se dio cuenta. Subí al coche de nuevo – "Es hora de dejar a los padres. Nos vamos, viviremos nuestra vida" – me dio un beso cálido y suave de tres segundos – "Ahora o nunca ¿Te falta algo?" – preguntó mirándome y sonriente. Solo pensé en una cosa, en ese instante y me salió instintivamente – "Sí, mi hermana" – dije despacio – "¿Qué? ¿Quieres que se venga con nosotras?" – "Creo que le encantaría" – y fuimos al colegio de Laurita.

No eran horas de visitar, pero insistiendo y con urgencia, conseguí que hicieran salir a Laurita a la puerta principal a ver a su hermana. Hablé con ella de lo primero que me venía a la cabeza para disimular y Laurita me miraba extraña. La conserje se confió y se fue para adentro. Perfecto. Cogí a Laurita de la mano y me la lleve rápidamente al coche. Nos fuimos y por el camino iba explicándole todo. Se emocionó mucho y empezamos a reírnos la tres.

No sé si alguien se preocupaba ya de lo sucedido, pero habían pasado tres horas y seguíamos en la carretera. Estábamos contentas e ilusionadas, pensando en proyectos de futuro, en vivir juntas y cuidarnos las tres. Cantábamos lo que ponían en la radio y le hacíamos gestos irreverentes a la gente que nos adelantaba en carretera y nos miraba. Se estaba haciendo tarde, así que paramos en un motel. Las habitaciones eran de dos camas. Si el gerente no se enteraba podríamos quedarnos las tres en una.

Cenamos en el restaurante de abajo y luego subimos a la habitación. Estábamos agotadas – "Mejor duerme tú con tu hermana, almenos por esta noche" – me comentó Nayala. Me supo mal por ella, yo sabía que tenía ganas de estar conmigo y llegué a dudar si había hecho bien llevándome a Laurita. La cama no era muy ancha, pero cabíamos las dos pegaditas. Se apagó la luz y Laurita quedó abrazada a mi espalda dejando caer una de sus manos sobre mis pechos.

No habían pasado dos horas cuando sentí que su mano se movía. Rozaba pequeños círculos en mi teta desnuda. Laurita se apretaba más contra mí y sentí sus pezones duros en mi espalda. Un ligero y pequeño beso rozó mi nuca – "Te quiero mucho hermanita" – susurró muy despacio. Me di la vuelta y quedamos de frente – "Duerme" – le dije. Me miró en la oscuridad y su boca se pegó a la mía. Cerré los ojos advirtiendo el deseo y su lengua se abrió paso entre mis labios.

Me abrazó fuerte y me dejé llevar por la tensión. Mordí su lengua y nuestras bocas empezaron a comerse como con vida propia. Su mano acarició todo mi cuerpo y la mía sus cabellos. Estuvimos un rato así besándonos y acariciándonos hasta que Nayala se despertó o eso parecía. Se levantó al baño y permanecimos muy muy quietas como simulando dormir. Salió del baño y dijo "Creo que podríamos dormir las tres juntas perfectamente" – descubriendo nuestros cuerpos desnudos abrazados bajo la sábana. Sonreímos y juntamos muy despacio las dos camas.

Me dejaron en medio, era un poco incomodo, pero tenía placer a ambos lados. Me sentí una muñeca de juegos boca arriba mientras me acariciaban las dos y me quedé inmóvil sintiendo dos manos diferentes sobre mi cuerpo. Nayala empezó a comerme una teta, besando y lamiendo mi pezón duro, y Laurita hizo lo mismo con la otra. Cerré los ojos y disfrutaba de ellas, de sus besos, de sus caricias. Me sentí feliz. Abrí los ojos de nuevo y se estaban ellas lamiendo sus lenguas mutuamente sobre mí.

Al ver aquello me excité más y alcancé las dos espaldas con mis manos, acariciando a cada una de ellas hasta sus culos. Mi hermana se quitó sus braguitas y se lanzo a mi boca al tiempo que atrapaba uno de mis muslos con su sexo. Nayala empezó a acariciar, besar y lamer todo el cuerpo de Laurita, jugando con sus manos en su vagina. Yo respiraba entrecortada, Laurita gimió y subió por mis pechos hasta ofrecerme su sexo en mi boca. Lamí aquel fruto prohibido y ella se movía cuando noté la humedad creciente de la boca de Nayala entre mis piernas.

Mi lengua ansiosa disfrutaba del sexo de Laurita y mi vagina se abría a nuevas sensaciones con aquella brasileña de lengua poderosa. La humedad invadía la cama. Laurita agarró fuerte mis cabellos y bebí de sus fluidos al tiempo que ella lanzaba un gritito ahogado. Un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando excitada por hacer disfrutar a mi hermana sentí los dedos profundos de Nayala. Ella aceleró el ritmo y se volteó de forma que Laurita podía lamer su sexo. Nayala atrapó la cabeza de Laurita entre sus piernas y gimió como loca. Yo dejé escapar mi torrente sexual sobre el placer de los dedos de Nayala. "Os quiero mucho" – dije relajada. Y con postura rara nos dormimos las tres medio abrazadas sobre las dos camas.

Era de buena mañana cuando nos despertamos felices. ¿Nos estaría buscando alguien ya? Fuimos abajo al restaurante a desayunar algo. Cuando salíamos había una patrulla de la guardia civil afuera del restaurante. Intentamos no mirarles, e ir hacia el coche, pero uno de ellos llamó a Nayala – "Perdone señorita" – ella se acercó y no sé que hablaron, pero ella volvió caminando inquieta – "Venga, vámonos rápido, espero que no tuvieran noticias nuestras" – Nayala estaba nerviosa. Subimos rápido al coche y salimos a la carretera.

Al salir vimos como la patrulla subía a su coche también – "¿Nos seguirán?" – pregunte inquieta. Laurita que se había sentado delante estaba preocupada y Nayala nerviosa – "No creo, pero por si acaso…" – salimos rápido de allí. Conducía deprisa, no veíamos intenciones extrañas – "Tranquila, no corras" – le advertí, pero ella no dejaba de acelerar.

[…]

Me desperté, estaban mis padres a mi lado. Era un hospital! Oh dios mío, me duele la espalda ¿Estoy entera? Sí

  • "¿Qué ha pasado?" – pregunté asustada

  • "Tuvisteis un accidente ¿no lo recuerdas?" – dijo mi madre llorosa

  • "¿Cómo están ellas? ¿Dónde está Laurita?" – estaba ansiosa y me dolía la espalda, me puse muy nerviosa y llamaron a una enfermera para que me sedara

  • "Descansa, has tenido mucha suerte" – mi madre me acarició la cara

Pasé otro día medio atontada y nadie me contaba nada. Anna y Carol vinieron a verme al hospital, intentaban animarme, pero era difícil. Mis padres habían salido de la habitación y me contaron que Nayala no había sobrevivido, no pude contener las lágrimas. La tristeza me invadió, miré al techo y sentí un trago amargo. El corazón me dio un vuelco enorme e inmediatamente pregunté por Laurita. Estaba en coma. Almenos había sobrevivido. Que estupidez la nuestra. Yo tendría que haber viajado delante! Me sentí culpable, intentaba salvarlas en mi imaginación pero no podía. Volví a ponerme histérica y tuvieron que sedarme de nuevo.

Viví dos días más triste intentando aceptarlo en una cama de hospital y sin que mis padres dejaran más visitas de amigas hasta que me calmara. Cinco días para poder levantarme y lo primero que hice fue ir a la habitación de hospital mi hermana. Estaba entubada ajena a todo, todavía no se había despertado. Contuve mis lloros para que no me vieran alterada. Me abracé a ella, me dolió la espalda pero la abracé fuerte. Me separaron y el silencio se volvió a apoderar de mi estancia allí.

Había pasado una semana cuando apareció por allí Cristina. No dijo nada, cerré los ojos y me dio un beso en la mano. Miré a mis padres y volvieron a ser comprensivos, dejándonos asolas. Nos observamos en silencio las dos.

  • "Siento lo ocurrido" – dijo Cristina

  • "Tú no tienes culpa de nada" – dije triste

  • "Pude haber sido mejor amiga de lo que fui" – intentó disculparse

  • "No te preocupes, para mi lo eres" – quería realmente recuperar a Cristina

  • "Quiero que sepas que siempre estaré a tu lado" – se emocionó

  • "Lo sé" – cerré los ojos y me mordí el labio. Me dio un beso en la frente.

  • "Mira lo que te he traído" – saco unos papeles doblados de su bolso y me senté en la cama a leerlos. Eran una especie de inscripción de datos personales.

  • "¿Qué es esto?" – pregunté extrañada

  • "Creo que ya conoces a Eduardo. Yo le hablé de ti. Como no me cogieron allí me busqué opciones por otros lados y cuando vi. que tenía opciones le hablé de ti. Obviamente no ha podido ponerse en contacto contigo, pero me dio esto porque yo te vería. No contestaste a mis llamadas, no te preocupes, no pasa nada, pero me gustaría que estuviéramos juntas en esto…" – explicó con sencillez y emoción

Una lágrima rodó por mi mejilla. La miré y nos abrazamos. Sentí su calor, quería que aquel abrazo no terminara. Lo necesitaba. Era el primer día que sentía la felicidad de nuevo después de tanta tristeza, y me la había devuelto ella, Cristina mi mejor amiga desde siempre.

Cuatro meses habían pasado desde aquello. Afortunadamente el accidente no dejó secuelas físicas y ya me encontraba recuperada moralmente a medias. Aún no me hacía a la idea de que Laurita siguiera en coma, pero Cristina y yo empezamos una relación muy cariñosa que me ayudó a cubrir el recuerdo de Nayala. Todo volvía a ser normal, ya no veía a las otras chicas y solo quería estar con Cristina. Todo fue por buen cauce con Eduardo, pero teníamos que salir de allí y yo lo necesitaba. Nos quedamos en un piso viviendo en Italia, listas para nuestras primeras sesiones fotográficas y nuestra primera pasarela casi un año después de todo, justo cuando desde Roma, muy feliz, cogí un avión para ver a Laurita que había despertado de su ausencia. Lloré feliz junto a ella, nos besamos y abrazamos mucho, pero pronto tuve que volver al lado de mi mejor amiga y amante Cristina. Pero Italia fue otra historia