Labios de fresa (6)

Sexta parte. Sexo descomunal, historias extrañas y sorpresas varias.

LABIOS DE FRESA (Parte VI)

No me acordé de mi móvil hasta que fue hora de irse. Tres mensajes. Mensaje uno: "ncesit vert hoy, podmos kedar?.nayala"- Oh, vaya – Mensaje dos: "dnd stas? tnmos k hablar es important". Me sentí un poco mal porque aquella chica me gustaba mucho, pero me calmé pensando que no teníamos ningún tipo de relación todavía y que acababa de disfrutar mucho, cosa que necesitaba y por fin habían sido míos aquellos voluptuosos senos de Yvonne. Me acosté muy relajada. Las cinco de la mañana. Mensaje. "no puedo dormir nos vmos mñana ok?". Seguro que empezaba a sentir que me quería tanto como yo a ella. Cerré los ojos de nuevo y dormí muy muy tranquila

Muchas prisas, muchas ganas, pero al día siguiente no apareció. Domingo desértico y aburrido. Le envié varios mensajes pero no respondió. ¿A que estará jugando?. Ya es lunes, vuelta a las clases sin Cristina para variar. Esa tarde me encontré por la calle a su madre, hablamos y me dijo que no se encontraba bien y que estaba muy rara, yo le comenté que últimamente no la había visto. Decidí pasarme por su casa. Me abrió la puerta ella, iba con un albornoz de ducha que dejaba entrever sus mejores encantos.

  • "Ah, eres tú" – dijo un poco seria

  • "Claro, tu amiga Sonia ¿te acuerdas de mi?, jejeje" – reí para alegrarla

  • "Preferiría no acordarme" – continuó seria

  • "¿Que mosca te ha picado?" – pregunté un poco dolida

  • "A mi ninguna. A ti por lo visto alguna mosquita brasileña te ha inyectado veneno" – no lo entendí pero me dolió de nuevo su actitud

  • "¿De que hablas?" – pregunté asombrada

  • "Venga, no hagas la tonta que ya somos mayorcitas" – dijo sin ganas

  • "No… en serio… no sé que te pasa pero…" - intenté entrar para hablar las cosas mejor en su casa, me estaba agobiando estar en la puerta, pero me impidió el paso.

  • "¿De Nayala?" – preguntó con ironía

  • "¿La conoces?" – ciertamente me sorprendí

  • "Ya hablé con ella, una chica muy maja advirtiendo… " – remarcó esta palabra – " …advirtiendo que me olvidara de ti que ahora eras suya. Ya lo sé todo, ya sé que la besas muy bien, me enseñó tu número de móvil, me explicó cuando os conocisteis, encima la misma noche que jugueteaste de nuevo conmigo… en fin, no me hables de sinceridad, ni amores, ni amistades de nuevo, necesito un tiempo para volver a creer en ti como amiga" – cerró la puerta lentamente y no pude soltar ni un "espera", me encontraba un poco fuera de mi al oír aquello. Maldita sea! Cuando la vea

Volví a casa nerviosa, solo pensaba en si debía o podría disculparme a Cristina y en que hacer con Nayala. Mañana vendrá al curso, supongo. Estaba inquieta en mi cama y no cené. Después de la cena vino mi hermana a mi habitación a ver si me pasaba algo y a contarme que Anna había oído rumores de que yo andaba por ahí follando con una brasileña lesbiana. Lo que faltaba. Laurita no sacó mucho de mí, me encontraba muy encerrada en mi misma. Ya era tarde y vi. pasar las horas. No dormí bien.

Martes. Problemas en casa porque me levanté tarde y no fui a la universidad. Solo quería que llegara la tarde para ir al curso a ver si venía ella. Tenía que aclarar cosas en este asunto. Llegó la tarde y ella no venía. Esperé en la puerta hasta el último minuto para entrar a la charla. En el último momento una figura con trencitas entró a toda prisa, era Nayala. Venía impresionante con una especie de gorrita de moda que dejaba salir sus preciosas trencitas. Iba a juego con una camisa con corbatita y una faldita corta en color blanco, con unas medias de tipo calcetín hasta la rodilla. Realmente provocadora, pero intenté no pensarlo. La cogí del brazo – "Ven, por favor" – la estiré y me siguió. Ya estaban todas dentro de la sala y nosotras en el baño.

  • "¿Pero que te crees que estás haciendo?"- me puse nerviosa

  • "¿Haciendo?" – preguntó extrañada

  • "Sí, haciendo. ¿Qué vas contando por ahí de mi o porque hablas con ciertas personas de mi vida como Cristina? ¿Qué pretendes con todo esto?" – me sentí furiosa e intenté agarrarla de la ropa y empujarla pero ella fue más fuerte y me bloqueó las manos dejándome contra la pared e indicando que me calmara.

  • "A ver… primero, yo no he contado nada de ti a nadie, y segundo, creo que esa tal Cristina de la que hablas debe ser una íntima amiga mía del pasado que me encontré ayer y con la que me quedé a tomar algo y le hablé de una chica que me gustaba que eras tú, pero si es la Cristina de la que hablo yo no sabía que la conocías… ¿me comprendes?"

Sus profundos ojos verdes se clavaron en mí. Hice fuerza para soltar mis manos aprisionadas por las suyas y ella me soltó. Sus trencitas rozaron mis mejillas y quedó más cerca de mí. – "No sé que decir…" – balbuceé en voz baja. Yo estaba entre sus brazos apoyados en la pared y ella se acercaba más mirándome fijamente y buscando mi boca. Nuestros labios se rozaron y la locura me invadió. Puse mis manos en su culo, debajo de aquella corta faldita y la puse a ella contra la pared. Ahora yo la aprisionaba y su boca era mi objetivo.

Nos besamos como desesperadas, nos teníamos muchas ganas ya y nos estábamos disfrutando. Nuestras bocas se separaron un instante. – "Estamos en un baño de chicas público" – rió ligeramente Nayala - "¿Vamos a mi casa?" – continuó. No lo dudé un instante - "Pero tienes que contarme eso de íntima que dijiste sobre Cristina" – advertí yo - "Claro" – me guiñó el ojo. De camino a su casa me contó que el verano que ella cumplía dieciocho se conocieron por una amiga que tenían en común. Decidieron celebrar su cumpleaños las tres en la piscina del chalet de Cristina, pero la otra al final no pudo ir y se quedaron casi toda la tarde las dos solas sin los padres. A Nayala le gustaba Cristina y como no sabía que hacer para besarla, la hizo jugar con un polo de fresa en su boca hasta que se besaron y sucedió lo que tenía que suceder.

Ante aquella historia sorpresa me quedé un poco callada, sin palabras. Cruzamos una calle estrecha y me fijé en una chica pelirroja que venía en nuestra dirección. Era bastante atractiva pero Nayala no la miró ni un segundo. Cuando pasamos a su altura, la pelirroja reconoció a Nayala y la agarró por el brazo: "Eh! Nayala! Quiero hablar contigo!" – Nayala se detuvo pero me miró a mi – "Déjame entrar al club contigo. Quiero ser tu súcubo la próxima noche" – miró a la chica pelirroja de reojo que intentaba besarla en el cuello, pero ella se apartó y soltó su brazo en silencio – "Por favor… aún no me has elegido a mi" – insistió aquella chica que se quedó con cara triste mirando como nos íbamos – "Es una loca que tiene delirios enfermos y además una débil. No hagas caso" – me dijo. ¿Loca? ¿Delirios? ¿Débil? No quise preguntar, parecía que no le entusiasmaba hablar de ello.

Llegamos a casa de Nayala. Estaba su madre, que le gritó algo en portugués. No lo entendí muy bien pero ella me dijo que su madre no hablaba bien español y que la reñía por no estar en clase. Hizo callar a su madre y la insultó feamente en español para mis oídos. Entramos en su habitación. "Pero… vamos a… está tu madre…" – dije un poco asustada – "No te preocupes, no nos molestará, no se atrevería a subir a mi habitación ni aunque se lo pidiera". Aquella declaración me dejó un poco fuera de juego y cuando me di cuenta los labios de Nayala saboreaban ligeramente los míos.

Estábamos besándonos allí de pie cuando me susurró "Quiero sentir tus labios de fresa entre mis piernas" – me humedeció muchísimo oír aquello – "…pero hoy no" – dijo después, calentándome aún más. Antes de que yo dijera nada, una de sus manos se posó sobre uno de mis pechos mientras la otra acariciaba mi sexo por encima de mi pantalón. Yo volví a disfrutar de su tremendo trasero perfecto bajo su faldita. Con los dedos noté su fino tanga escondido entre las nalgas que yo separaba y apretaba contra mi muslo deseoso de calor.

Aquella chica me ponía sexualmente mucho, me ponía de verdad. Bajó uno de mis tirantes y su boca casi mordía mi cuello. Poco a poco caímos sobre su cama y ella encima de mí. Su boca fue directa a morder mi pezón descubierto. Lo chupaba y recorría mi teta con toda su lengua. Su otra mano masajeaba mi otra teta como si fuera gelatina. Subió un poco más hacia a mi ofreciéndome su senos. Desabroché un par de botones sacando uno de sus maravillosos pechos suaves y tersos. "Muérdeme el pezón" – dijo en voz baja.

Obedecí. Le mordí el pezón y le chupé su aureola. Obedecería cualquier cosa de aquella diosa que sentía tremendamente caliente sobre mí. Una de sus manos volvió a buscar mi pantalón, esta vez desabrochándolo mientras yo seguí mamando de su teta. Volvimos a fundirnos en un beso y sentí sus dedos adentrarse en el interior de mi braguita. Mi corta pelusa se erizó pidiendo que se adentraran más. Entonces Nayala me besó el ombligo y tiró fuerte de mis pantalones.

Quedé semidesnuda. Ella bajó hasta mi rajita rosa con su lengua salvaje. Quise abrir más las piernas, quería entregarme más a ella, pero los pantalones por la rodilla me lo impedían y parecía que era lo que ella quería. Lamió repetidas veces mis labios vaginales y pronto los aprisionó con su boca. Su lengua se adentraba y yo me esforzaba por abrirme más a ella. Intenté bajarme más los pantalones pero Nayala me lo impidió. Subió de nuevo a besarme… "¿Me quieres?" – preguntó en voz baja. Respondí afirmativamente con la cabeza sin dejar de mirar sus inmensos ojos. "¿Harías mucho por mi?" – siguió preguntando - "Lo haría todo" – respondí cautivada por el deseo. Sus trencitas acariciaron mis orejas y mi cabello, fundiendonos en un cálido y húmedo beso interminable con el que rodamos lentamente hasta el suelo.

Se quitó su corbatita y me dejé atar las manos con ella. Me dio la vuelta y quedé boca abajo. Mis pezones erectos sintieron el frío suelo. Ató al corbatita a una de las patas de la cama. Estaba deseosa, atada en el suelo y arrodillada ofreciendole mi culo. De una especie de cofre que tenía debajo de la cama, sacó como un grueso tubo de medio metro y de goma que terminaba con punta de pene a ambos lados. Abrí mucho los ojos sorprendida, al ver aquello, y Nayala me indicó que no dijera nada.

Ya no la veía. Sentí como jugaba atrás rozando aquella goma con mi coñito húmedo. Me sentí sumisa completamente a ella. La goma entró en mi vagina, pude sentir como la movía y un escalofrió me recorrió al notar la humedad de su lengua rebuscar en mi agujerito anal. Oh! Dios mío! Todo empezaba a sentirlo profundo y rápido. Necesitaba tocarme más pero tenía las manos atadas. De repente la goma salió de mi vagina y fue dirigida por ella hasta mi boca. Saboreé mis propios jugos al tiempo que nos lamíamos las lenguas entre aquel falo.

Nayala lo humedeció más y fue directo a mi ano. Sentí como se abría paso lentamente hasta que entró. Respiré fuerte y me dolió un poco. Era rugoso y siguió abriéndose paso poco a poco. Gemí mordiéndome los labios. No sé cuanto había dentro pero apreté fuerte los ojos pensando que mi culito nunca había sido penetrado tanto y sentí el tamaño descomunal de aquel juguete en mi interior. Empezó a salir lentamente y ahogué un pequeño grito. El movimiento se volvió suave y Nayala empezó a excitar de nuevo mis labios vaginales con sus dedos.

Me quitó por fin los pantalones y abrí las piernas como nunca. Se recostó debajo de mí y comió de mi fruto sexual, mientras su mano no dejaba de mover aquello en mi agujero anal. Ahora se sentía suave como untado de vaselina natural y se deslizaba mejor. Aquel vaivén y su lengua explorando mi cueva vaginal me entrecortaban la respiración. Sentí como mi piel entera se ruborizó y Nayala rozaba más rápido mi clítoris. Me sentí al borde de la locura, cada vez más húmeda y excitada. Otro escalofrío me recorrió cuando sacó aquella enorme goma de mi dilatado agujero. Me había hecho un poco de sangre que no percibí debido al deseo. Otro lametón más en mi clítoris y mi torrente sexual se iba a desbordar de forma inminente. Así fue. Mi vagina fluyó líquida como nunca había soñado envolviéndome en mi humedad.

La boca de Nayala se acercó a la mía y me volvió a besar lentamente. Me desató las manos y puso la corbata en mi nuca estirándome hacia ella. "¿Serás mi perrita de nuevo cuando yo quiera?" – susurró – "Seré lo que tú quieras" – dije sumisa. Me besó de nuevo y aproveché para tocar sus pechos y acariciar su estrecho tanga por debajo de su faldita. No tardó en detenerme - "Ya te dije que hoy no… ¿no me ibas a obedecer, perrita?" – dijo insistente. Afirmé de nuevo. Me dio un beso corto y subimos de nuevo a la cama. Seguimos dándonos dulces y pequeños besos, mientras hablábamos de cosas vanales sin sentido alguno.

Me enseñó un tatuaje precioso que tenía en su pubis perfectamente depilado. Era una serpiente enroscada en una rosa de espinas. Me contó una extraña historia sobre su significado y un Dios femenino y hablamos de lo patéticos que eran los hombres. Noté que se entusiasmó mucho hablando conmigo en contra del sexo masculino, hasta el punto en que me comentó algo sobre un club privado solo para chicas. Algo que según ella, ya me explicaría mejor en otro momento. Nos quedamos en silencio. Me besó dulcemente de nuevo mientras su mano acariciaba mi pubis aún desnudo – "Me gustaría que tuvieras un tatuaje como el mío" – susurró sin dejar dejar de besarme y acariciarme.

  • "Haría cualquier cosa por ti, pero es que los tatuajes me dan mucho respeto" – admití un poco indecisa

  • "Estos son de henna, no son dolorosos ni de tinta de agujas… si me prometes pensártelo, te presentaré a Olaya, una chica muy amiga y agradable que los hace gratis si se lo pido y así lo ves" – me instó con confianza

  • "Vale, te lo prometo" – dije sonriente casi sin voz y absorta en sus ojos. Me sentía realmente feliz – "No sé si hay una diosa como la que contabas, pero tú eres mi diosa particular" – dije casi elevando mi alma al volver a saborear sus labios.

  • "Claro que sí… yo cuidaré de ti" – susurró en mi oído. Quedamos las dos abrazadas en silencio medio dormidas – "Alomejor dentro de un tiempo me vuelvo a Brasil… " – dijo Nayala casi sin voz. La miré. Sus ojos brillaban preciosos pero reflejaban inseguridad – "¿Vendrías conmigo para siempre?" – continuó de forma indecisa.

Seguí mirándola sin saber que decir. Sonó mi móvil y aproveché para no contestar a Nayala y sí a mi móvil. Era mi madre riñéndome porque ya era hora de estar en casa y cenar. Además me dijo que había problemas en casa con mi hermana, por lo visto mis padres habían pillado a Laurita desnuda en su habitación con Anna, se habían enfadado con ella y ella se había encerrado en el baño para no salir. O eso fue lo que entendí. Le di un beso a Nayala y me levanté rápido. "Lo siento tengo que irme" – anuncié preocupada