Labios de fresa (4)

Cuarta parte. Recordando deseos de un verano anterior y principio de nuevas amistades.

LABIOS DE FRESA (Parte IV)

Le di un beso en la frente a Cristina y no se inmutó. Le acaricié la cara con el mismo resultado. Estaba profundamente dormida. Alcancé con mi mano su vientre medio desnudo. Jugué con su ombligo y acaricié su vientre. Subí hasta uno de sus pechos, sentí su pezón duro y recordé un año antes aquel día

Casi un año había pasado desde que había disfrutado de ella. Fue el curso anterior cuando Cristina y yo nos empezabamos a conocer más y nos convertíamos en más amigas que cualquier otra amiga que hubiera tenido antes. Conectabamos mucho entre nosotras. Fue entonces cuando terminaba el curso y me convenció para irme con ella y sus padres a un chalet con piscina que tenían en la sierra.

Los primeros dias transcurrieron de forma típica. Charlabamos hasta altas horas de la noche en la habitación de dos camas en la que estabamos. Por el día paseabamos y tonteabamos con los chicos de la urbanización, o tomábamos el sol y nos bañábamos en la piscina. Reíamos mucho, sus padres a pesar de ser un poco estrictos, se portaron genial con nosotras y no nos incordiaron mucho.

Llegó el último día, al día siguiente estaríamos cerca pero cada una en su casa. Se hacía tarde y sus padres querían ir de cena de restaurante para aprovechar el último día allí, pero nosotras al final preferimos quedarnos. Ellos se fueron de todas formas, confiando en nosotras. Estábamos un poco cariñosas la una con la otra ese día, quizá era por ser el último día allí. Nos preparamos unas ensaladas y un poco de vino de su padre, aprovechando que no estaban.. Al final bebimos un poco más de vino de lo planeado.

Aunque ya era de noche, era uno de esos días de verano en que no se está suficientemente fresquito en ningún sitio. Salimos afuera, nos tumbamos como si tomaramos el sol, aunque brillara la luna llena. Era día de lobas. Nos quitamos la ropa quedándonos con el bikini que llevábamos debajo. Observamos las estrellas y hablamos tonterías en voz baja.

  • "Sonia… te quiero" – me dijo, y no supe reaccionar.

  • "…como amiga, no pienses en guarrerias, jajaja" – reimos las dos

  • "Yo aun tengo calor y como ya estamos en bikini, ¿Nos damos un chapuzón nocturno como ayer?" – sugirió ella.

Pero no iba a ser como ayer. Se lanzó a la piscina enseguida. Salió con su pelo rizado y mojado por detrás de las orejas, chorreando agua por todos sus rincones. Creo que la luna y sus comentarios me habían influido. "Ven, vamos el agua está buenísima" – dijo ella con tono alegre – "Tú si que estás buenísima" – pensé en ese momento, pero no quería estropear una amistad el último día de diversión.

De repente me gritó que había un bicho en la silla y cuando me levanté, me cogió de la cintura aproposito con la intención de tirarme a la piscina y caímos las dos al agua. Reímos mucho. "Tramposa! Te voy a hundir!". Me lancé sobre ella y peleamos de broma en el agua. Pude poner mis manos por todos los rincones de su cuerpo, intentando convencerme a mi misma que era de forma inocente. Ella hacía lo mismo y me gustaba que me tocara por todos sitios. Se le bajó… ¿sin querer?... la parte de arriba del bikini dejando uno de sus pechos medio afuera.

Su pezón duro de estar en el agua, iluminado por la luna, me pareció la cosa más bella que había visto en mucho tiempo. Tuve que respirar fuerte y me aparté de ella, salí de la piscina. Rápidamente se puso bien el bikini de nuevo. "¿Te rindes? ¿Ya te has cansado? ¿Te pasa algo?" – se interesó ella – "Nada es que no me apetece bañarme más" – dije. Me quedé de pie mirando la piscina. Ella salió del agua – "A mi tampoco, voy a por algo fresquito". Entró en la casa y volvió enseguida.

  • "Solo quedaba este polo de fresa ¿lo quieres?"- me ofreció con buen gesto.

  • "No, da igual, para ti" – dije devolviendo el gesto amable.

Yo estaba allí de pie secandome un poco y ella se puso a chupar el polo de forma lasciva. "¿Seguro que no quieres un poco de pene?" – dijo con voz de orgasmo. Nos reimos de nuevo. Me acercaba el polo a la boca para que hiciera lo mismo, pero cuando lo intentaba me lo apartaba. "Espera, no te muevas" – dijo. Movió la punta del polo rodeandome los labios lentamente. Entonces cogí fuerte su mano para intentar morder el polo y ella hizo fuerza también. Gritamos las dos de forma divertida riendo y de repente ella dejó de hacer fuerza y el polo y su boca tropezaron con la mia.

Inmediatamente mordí el polo, pero ella no separó su boca y lo mordió también. No dijimos nada y durante unos segundos sentimos nuestra respiración, mientras nuestros labios estaban separados por un polo de fresa que no tardó en caer al suelo. Nos besamos lentamente. Sus manos bajaron hasta mi culo y las mias acariciaban su pelo mojado y su espalda. "Dejame comer de tus labios de fresa" – dijo sin dejar de morderme el labio y apretandome contra ella.

Era el momento que deseaba. El tiempo se había detenido. Saqué mi lengua y me la mordió intentando guardarsela en su boca. Empezamos a acariciarnos y a besarnos apasionadamente. Ya no lo resistía. La empujé contra la pared del chalet y allí de pie le besé el cuello. Su respiración gimió y empujandome y con voz susurrante me dijo "Espera, espera…". Me detuve, me aparté. "Lo siento, lo entiendo, perdona" – dije. Me hizo un gesto, me di la vuelta y vi en una terraza cercana a un vecino que estaba a media luz observando la escena. Ella me cogió de la mano y nos fuimos dentro.

Fuimos a nuestra habitación y nos recostamos de lado en una de las estrechas camas, sin apenas dejar de besarnos. Mientras me daba su lengua, yo le acariciaba la cara y su pelo rizado detrás de la oreja, al tiempo que ella frotaba con su mano todo mi cuerpo ladeado. Me recorría desde la espalda hasta el culo y se me erizaba la piel. Su boca era un volcán de besos sensuales que no terminaba nunca. Pronto sentí que su mano se detenía más entre mis piernas.

Mi mano también busco su trasero quedandose dentro del calor de su bikini. Me besó el cuello y me subió la parte de arriba dejando libres mis pechos. Me apretaba y me besaba una teta, rodeaba mi aureola con su lengua y me mordisqueaba el pezón. Eso me encantaba, se dio cuenta y estaba poniendome muy caliente. Le acaricié el pelo y me apreté más contra ella sintiendo su boca en mis pechos.

Nuestras piernas estaban casi entrelazadas. Mi muslo sentía el calor de su sexo a través de la tela del bikini y mi vagina no paraba de rozarse con su pierna. Nos besamos de nuevo con la respiración entrecortada, al tiempo que no dejábamos de movernos rozando nuestros sexos. Aún no podía creer que yo atrapara a Cristina de esa forma y decidí regalarle más. Bajé hasta la parte inferior de su bikini que se soltó como si nada, dejándome ver aquel rosado manjar de bello corto y deseos calientes.

Lamí su clitoris lentamente y apartaba sus labios vaginales con mis dedos para penetrarla con mi lengua. Ella cerraba los ojos y se movía inquieta. Mis dedos se perdían poco a poco en su cueva humeda. Lamía y penetraba con mis dedos. Ella empezó a jadear y yo me aceleré. "¿Te gusta?" – le susurré – "Mucho… me gusta todo lo que me hagas" – respondió. Esa respuesta me dio un vuelco al corazón y subí a horcajadas sobre ella besandola con locura y mordí demasiado fuerte su labio.

Dio un gritito y de la excitación me tiró hacia atrás quedando ella encima. "Soy yo quien iba a comerse tus labios" – dijo sonriendo con ojos de deseo. Me mordió ahora ella a mi. Me lamió la oreja susurrando algo que no entendí. Bajó a mi cuello y me dejó en el cielo un instante. Siguió bajando y mis pechos deseosos se conviertieron de nuevo en prisioneros de su boca. Pronto su lengua me recorrrió hasta el ombligo subiendo, bajando y dibujando formas indescriptibles.

Su mano se posó sobre mi sexo. Buscaba una entrada, pero cambió de idea y antes de ello me estiró el bikini. Sentí como la tela se convertía en un hilo que atrapaba todos mis agujeros, estaba apunto de explotar cuando el bikini se desató. Ella me miró como una gata en celo y sus ojos se perdieron junto a su lengua en la humedad de mi vagina. Sentí como me mojaba cada vez más y ella se abria paso con sus dedos.

Estaba a mil. No pude evitar enviar mis manos a acariciarme mi clitoris al mismo tiempo, pero ella las atrapó y no me dejaba tocarme. Dios! Que placer! Déjame tocarme más. Hizo fuerza para retener mis manos sin dejar de lamerme y penetrarme fuerte con los dedos. No podía más. Mi espalda arqueada era un signo inequívoco de una llegada inminente. Y llegó el torrente de placer, el orgasmo que Cristina no dudo en saborear con su boca. Después nos tocamos y jugueteamos un rato con nuestras lenguas, hasta que nos quedamos dormidas en un suave beso interminable.

Las tres menos cuarto de la mañana. Me sobresalté, Cristina me estaba zarandeando. Había oido a sus padres llegar de la cena. No tardé ni cinco segundos en cambiar de cama al tiempo que escondí los bikinis debajo. Su madre se asomó para cerciorarse de que estabamos dormidas, se fue y reimos complices. Dormí como una bebé. Al día siguiente volvimos a nuestras casas. No parábamos de enviarnos mensajes picantes y quedabamos de vez en cuando para ir a algún sitio de compras y pasar el rato o simplemente vernos.

De repente un día ya no respondió a uno de mis mensajes y estuve semanas que apenas sabía nada ella, hasta que me enteré por otra persona que ella tenía un novio. Nunca se lo reproché y nunca hablamos de ello, seguimos siendo amigas como si nada. Un tiempo después yo conocí a Anna que llenó ese vacío. Pero eso es otra historia

El recuerdo de un año atrás me puso un poco triste. Volví al mundo real y aún tenía mi mano acariciando uno de los pechos de Cristina. La miré y ya no estaba dormida, me estaba mirando!! Quité mi mano de su pecho y me quedé un poco atontada. "Aún te gusto?" - preguntó ella en voz baja con mirada de intentar olvidar a su novio. Las mejillas se me coloraron y mi corazón latió fuerte. No acertaba a decir ninguna palabra adecuada. No respondí y ella me miraba esperando alguna reacción.

Al final me decidí. Agaché la cabeza hasta la suya que estaba en mi regazo y ella se dejó besar. Un beso suave pero intenso nos convirtió en complices durante unos minutos. Separamos nuestros labios y nos miramos en silencio. "Anna se ha acostado, dice que nos vayamos cuando queramos. Es muy tarde. ¿Nos vamos?" – dijo Laurita que apareció por la puerta del salón. Parecía que ella ya había disfrutado de lo suyo con Anna y eran casi las seis de la mañana. Mejor irse..

Los siguientes días transcurrieron tranquilos. En casa estaban más calmados, la universidad seguía siendo igual de aburrida, pronto empezaría a ir a los cursos de la agencia y mientras tanto asistía al despacho de Yvonne. Una mujer curiosa, derrochó sinceridad aquella noche en el pub pero no volvió a decirme ni una palabra al respecto, a pesar de que nos veiamos un par de días cada semana. La ayudaba con papeleos y cosas que no requerían mucho esfuerzo. La verdad es que me ayudó mucho a nivel personal para que yo fuera su apuesta existosa.

Al fin llegó el primer día de curso y charlas. La sala estaba repleta de chicas guapas, todas bellísimas y cuerpos esbeltos. Sentí como que no pertenecía a aquel sitio con tantas chicas bonitas, pero al mismo tiempo quería conocerlas a todas y sobretodo aprender más que ninguna. Empezó la primera charla, hablaba un tipo mayor y simpático. Nos habló de las pretensiones del curso y de casos de chicas que recordaba que habían pasado por ahí. La puerta del fondo de la sala, cercana a mi, se abrió. Asomaron uso ojos verdes y labios carnosos, un cutis fino y un pelo de trencitas

Me dio un vuelco el corazón. "No puede ser!!" – pensé yo – Era la chica de piel color canela. La diosa que vi aquel fin de semana en el local de Carol. Se sentó en una silla vacía que había delante de mi. Me puse nerviosa, tenía que conocerla, ¿pero como?. Sus trencitas olían a perfume caro. Me costaba prestar atención a la charla. Su espalda terminaba en un culo perfecto. Creo que me estaba enamorando.

Terminó la charla. Todas salían afuera ya. La chica canela se levantó, me miró, me sonrió y salió también de la sala. Me quedé paralizada. Recogí mis cosas y salí. Ella estaba en la puerta hablando con un chico, parecía que discutían. Me hice un poco la tonta como esperando a que se me ocurriera algo que decirle. Ella terminó de hablar con el chico y me sonrió de nuevo, pasando como si nada.

Me decepcioné un poco por no saber reaccionar. Sentía que necesitaba conocerla como fuera. Después de pasar por mi lado, se detuvo y dio media vuelta.

  • "¿Te conozco de algo?" – me preguntó pensativa. Bien!!

  • "Recuerdo haberte visto en un local de por aquí cerca, pero no creo que tú te acuerdes de mi"- respondí.

  • "No sé, el caso es que me suena tu cara. Por cierto, me llamo Nayala"- sonrisa perfecta.

  • "Que nombre tan bonito.Yo Sonia" – me dio dos suaves besos que me erizaron la piel.

  • "¿Sería indiscreto si te pregunto si estabas discutiendo con tu novio?" – me atreví

  • "No, tranquila, y el tipejo ese no es mi novio" – dijo muy serena

  • "Ya me parecía a mi que una chica tan guapa como tú…" – intenté halagarla

  • "Espera Sonia, necesito que me ayudes con…" – venía Yvonne desde el otro lado del corredor. Me di la vuelta

  • "Eh, espera, ¿Intentabas ligar conmigo?" – Nayala me sonrió como los ángeles y me quedé atrapada en la profundidad de sus grandes ojos verdes.