Laberintos de la mente

Una conversación consigo mismo, lleva a nuestro protagonista a dejarse manipular por su mente. Ella ordenará, mandará y decidirá su futuro. Una pequeña reflexión con una gran dosis de realidad.

LABERINTOS DE LA MENTE

¿Qué me está pasando?, ¿Acaso ya no distingo la realidad del deseo?. No sé. De todas formas, ¿A quién coño le importa lo que yo piense?. A mí, solo a mí. Y el cigarro ahí, a sus anchas, sobre el cenicero, elevando hacia el techo mugriento y amarillento la escenificación del jodido cáncer de pulmón. ¡Mierda!. ¿Lo habré pillado ya?. Es posible. O tal vez no. Si lo he pillado, se lo deberé a la golfa ésta. Me está matando. ¿Por qué?, ¿Por qué me casaría con ella?. Es verdad que me quería. Yo también la quiero. Pero… ya no es lo mismo. Ya nada es igual. Desde que mis sospechas existen, ya nada es igual. ¿Y éste hijo de puta cuando me va a traer el cubata?. Tanto ir y venir de un lado para otro tras la barra… ¡Le soltaba dos hostias!. ¡Menudo hijo de puta!. ¿Qué sabrá el mierda éste de mi vida?. La verdad, no debería beber. Ya estoy caliente. Y cuando me caliento, me caliento. ¿Pero es que este hijo de puta no me va a poner el cubata nunca?. Yo me cago en toda su puta madre y…!verás ahora, coño!.

-¡Oiga!, cuando le venga bien me sirve el cubalibre en aquella mesa. Y como veo que la cosa tarda, póngame dos. Y me los sirve allí, en aquella mesa. ¡Ah!, bien cargaditos. Sea generoso, hombre. Me cobra lo que me tenga que cobrar, pero asegúrese que estén cargados. Quiero que predomine el color amarillo del whisky, no el de esa puta coca-cola que han inventado los yanquis.

¡Joder, que bien se está en este sillón!. ¿Por qué no me habré sentado antes?, claro…por esperar el puto cubata. Bueno, ahora espero que lo traiga ya. Me corrijo, que los traiga ya. Me los beberé en un soplo. Y me tomaré los que haga falta. La culpa de todo la tiene ella. Ella me ha llevado a éste estado. ¡Coño, me he dejado el cigarro en la barra!. Que le den por el culo, me enciendo otro y listo. Y a lo mejor, se quema el puto bar. Bueno, si se quema el bar, hay más bares…

-Dos cubalibres, señor. Tal como pidió. Con color.

-Gracias. Vaya poniendo otros dos. Pero, si es posible, sólo si es posible, antes del mes de Enero…

¡Mírale!, se mosquea. Le daba una hostia en plena cara con la puta bandeja. ¡Mamón!. ¿Qué crees, que no te voy a pagar?. ¡No me jodas, eh!. Que ni lo pienses…yo siempre pago lo que bebo, cabrón. ¡Joder, tengo poco tabaco!. Compraré más antes de que se queme el bar.

¡Ah, que bueno está!. El sabor del cubata es la hostia. ¡Anda que si me viera ahora la cabrona!. Me insultaría, me llamaría borracho, me diría que…!La soltaría una gran hostia, por puta!. Pero ella no es una puta. Son imaginaciones mías. Ella me quiere. Si, me quiere. Eso dice. ¿Pero lo demuestra?. ¿Cómo?...¿eh?...¿eh?...bueno, yo creo…que sí, que me quiere. ¡Pero me engaña!. ¡Seguro que me engaña!. Se lo noto en la puta mirada. Ese aire de grandeza, esa seguridad que usa, ese caminar provocando…cabrona. Seguro que hay otro. ¡Qué grande es el whisky, Dios!.

Recapitulemos. ¿Todo por qué?. ¿Porque ayer se fue de compras de imprevisto?, bueno, al menos a mi no me había dicho nada. Y claro, luego… vino tarde, no había comprado nada y regresó con esa puta cara de felicidad. Me engaña. Fijo que me engaña. ¿Y te fijaste cuando la pregunté?. ¿Te diste cuenta con qué cara te miró?. Con poderío, con soberbia. Como si la importaras una mierda. Eso es. Una mierda. Eso es lo que la importas. Se está tirando a otro. Fijo. Y luego, cuando me acerqué a ella para follar, cuando ya estábamos en la cama, ¿Qué me dijo?, ¿Qué me respondió?...”Anda, duérmete, que apestas a alcohol”. ¡Será zorra!. Si, me había tomado tres cubatas…¿Y qué?. La tenía tiesa. Se la hubiera clavado hasta sacar mi capullo por su ano. Pero no, ella venía ya bien servida. Lo de las compras era mentira. Era la excusa para pegarse una tarde de “solipandi” con el hijo de puta que se la esté follando. Me encenderé otro puto cigarro. Hum… ¡Qué olor desprende el rubio!. Aunque deberían ser más largos. ¡Qué hijos de puta!, hacen los cigarrillos así para que compremos más. Deberían medir…veinte centímetros al menos. Como los puros… como mínimo. ¡O como las pollas!

No deberías pensar así. No tienes pruebas de que ella te engañe. Ayer, ayer simplemente se fue de compras y…no compró nada porque no encontró nada de su agrado. Eso es todo. ¿Por qué has de pensar que se fue con un amante?. Es la bebida, chaval. Te trastornas y piensas cosas que no son. Luego, como vino cansada y tú te habías tomado tres cubatas, no quiso follar. Debes entenderlo. Lo demás, son pajas mentales que te haces.

Si, pero hay algo que no me cuadra. La puta tarjeta. Esa es la clave. Nunca lo hago, pero anoche no me pude reprimir. ¿Por qué no quería follar conmigo?, porque venía harta de polla. La tarjeta lo demuestra. Si, vale, bueno…ya se que no hay pruebas, pero…si las cosas no fueran como parecen, ella me hubiera hablado de la jodida tarjeta. Pero no, la tenía guardada en su bolso, dentro de la pitillera. Entre el paquete de tabaco y la pitillera. Si, un lugar seguro…!Y una polla!, claro, ella sabe que nunca miro su bolso, que nunca cojo sus cigarrillos…se sentía segura la zorra.

Pero no hay pruebas. He llamado al hotel. El teléfono que figura en la tarjeta pertenece a un hotel. Si, cuando he preguntado por ella, me han dicho que ayer no estuvo allí alojada, que no conocían a nadie con ese nombre. Pero da igual, pudo registrarse con otro nombre. E incluso ni se registró. Lo hizo el cabestro ese que se la cepilló. ¡Putos hoteles!. Te sacan los ojos por una puta habitación y no te informan de nada cuando verdaderamente los necesitas. Derecho a la intimidad, así lo llaman los hijos de puta. Intimidad, intimidad…hijos de puta. Estaba claro que no me iban a facilitar esa información, pero había que intentarlo.

¡Joder, ya me he bebido dos cubatas!. Bueno, menos mal que el cerdo ese me ha traído otros dos. ¡Anda, que si me ve la gente con tanto vaso en la mesa! ¿Cuánto me cobrará por cada cubata?. Lo menos…cinco pavos. No importa. Tengo pasta. Tengo pasta para comprarle el bar. Mira…mira como me mira el hijo de puta. Si, disimula, que te he visto, cabrón. Ahora le voy a mirar con chulería. Le voy a provocar, coño. A ver si tiene cojones de decirme algo, que le voy a soltar una hostia que se va a cagar…!Qué hijo de puta!. Como ella. Son tal para cual. Ella una hija de puta que me pone los cuernos y éste un cabrón que depende de mí para subsistir. De mí y de los cubatas que aguante. ¡Cabrón!. ¡Hijo de puta!. Bah, le dejaré una buena propina. Se ha portado bien. Mis cubatas no son negros coca-cola, son amarillos JB. Y eso va en contra de sus intereses, lo cual es de agradecer, porque si me emborracho, no podré beber más. Ja, ja, ja…si me emborracho. ¡Si ya estoy borracho, joder!.

He de ir a ese hotel. Montaré guardia en la puerta hasta que la zorra y el hijo de puta que la taladra, aparezcan. La pillaré abierta de piernas. ¿Y qué me va a decir?, ¿Eh?, ¿Cómo me va a justificar lo injustificable?. Ya estoy viendo su puta cara lívida. Cuando abra la puerta y la pille cabalgando sobre el cornudo ese, se quedará inmóvil y tratará de cubrirse con la sábana. ¿Qué hora es?. Ah, las 12 del mediodía nada más. Buaf, me queda mucho día. Pensaré muy bien lo que voy a hacer. Aunque no debería beber más. Llevo tres cubatas ya. Y mil cigarros, coño. Y ese hijo de puta de camarero me mira mal. Será mejor que pague y me marche a otro puto bar. Este apesta. Y no quiero líos.

-¡Camarero, por favor!.

Ahora vendrá con cara de mala leche, ja, ja, ja. Pensará que le voy a pedir otros dos cubatas. Pues se va a joder. Le voy a dejar éste aquí, sin consumir, pero inservible. Voy a echar la ceniza del cigarro dentro del vaso. No, mejor la colilla entera. Así no se lo podrá beber. Estos hijos de puta reciclan todo. Es capaz de guardar el cubata tras la barra y luego largárselo a algún jodido labriego. Lo destruiré.

-Si, dígame cuanto le debo.

-Cuatro “jotabes” con coca-cola…

-Eso. Cuatro. Número par. Y recuerde que me los ha servido más cargados. Se lo digo por si me tiene que cobrar más…

-Pues son dieciocho euros.

-Tenga… veinte… y quédese con la vuelta. Y muchas gracias.

¿Qué?, ¿Qué se pensaba ese hijo de puta?. ¡Joder qué puerta más pesada, hostias!. Hum…!Qué bien se respira el aire limpio de la calle!. Otro cigarrito…para ensuciar el aire, ja, ja, ja.

Bueno, ¿Y ahora qué hago?. ¿Dónde hay un puto bar por este barrio?. Joder, estoy un poco tocado. ¡Menos mal que no he venido conduciendo!. Me hubiera hostiado. ¡Ah, allí hay un jodido bar!. Si, iremos allí. Todos. Yo mismo, los cigarros y los cubatas. ¡Ah, y mis cuernos!. Esos también vienen.

¿Desde cuando me estará poniendo los cuernos?. ¡Qué cabrona!. ¡Anda que no!, mira lo que se esconde tras una camiseta ajustada y unos pantalones cortos que van marcando la raja por la que se la estará metiendo el cabestro ese. ¿Que qué se esconde?. Una adúltera. Una hija de puta que me está poniendo los cuernos. ¡Coño, que me caigo!. Si es que he bebido mucho para las horas que son. Tres cubatas. Ahora beberé otra cosa…pensemos…si, eso es, ¡Ya está!, cambiaré de bebida. Beberé cubatas.

¡Joder, por fin llego!. Mira, allí hay una mesa discreta. Me sentaré en ella. No, en ella no, ja, ja, ja. En la silla que hay a su lado. No estaría muy bien sentarme sobre la mesa con las piernas cruzadas para tomarme un cubata. El camarero no compartiría mis gustos y tendríamos un pequeño problema.

-¿Qué va a tomar, señor?.

Otro hijo de puta. Pero este parece maricón. ¿Qué va a tomar, señor?, ¿Qué va a tomar señor?. ¡Cursi de mierda!.

-Aaaa…un cubata de JB con cola. Plis.

Fumemos. Un cubata sin tabaco es una mierda. ¡Joder qué caladón le he pegado, coño, casi me quemo los labios!. Ah, ya viene el cerdo con el cubata. ¡Vamos hijo de puta, que me deshidrato!.

-¿Le pongo unas almendras?.

-No, no. Gracias. Muchas gracias.

Unas almendras. ¡No te jode!. ¡Será cabrón!. Unas almendras para joderme la dentadura. Si, para que se me meta un trozo en esa puta muela que tengo picada. Cuando quiera algo, ya lo pediré. Buaf, ¡Qué calor, coño!. Ah si, la tarjeta. Ella no sabrá que la he descubierto. Tuve la brillante idea de dejarla nuevamente en su lugar. Eso si, apunté la dirección del puto hotel y el teléfono.  Si, podría llamar al hotel nuevamente.  E incluso podría alquilar una habitación por unas tres o cuatro horas, porque al final me voy a emborrachar y antes de ir a casa, debería despejarme. Lo ponía bien clarito…”Habitaciones por horas”. Claro, es un hotel para esposas de cornudos. ¿Dónde habrá conocido a ese cabrón que se la está metiendo?. Me la imagino allí, en ese hotel, desnuda. Él con sus manos apretando sus pechos, ella… dejándose caer sobre la polla dura del hijo de puta mientras revienta de placer. La mato. Y él, el hijo de puta, seguro que se corre dentro de ella. ¡Golfa!. Y le chupará la polla como una babosa. Y luego viene a casa y como si nada. La mato. Por puta.

-¡Camarero, otro!.

Me voy a cagar en su puta madre. La voy a reventar los sesos. Ahí,… como una gata en celo, pavoneándose delante de ese tipo sin cara. Si, le pondré una. Bueno, da igual. Abierta de piernas, con el coño despatarrado, esperando que él se la clave hasta el fondo, y ella, la golfanta, arqueando sus caderas para que la penetre más hondo. Juro que la mato. Por puta.

-Señor…

-Gracias.

Bah, ahora me trae esta mierda de aperitivo. ¿Qué coño es esto?. ¿Pasas?. ¡Su puta madre!, no lo pienso tocar. Bueno, lo babearé para darle sabor. ¡Qué hijo de puta!, con un cubata lo que pinta son unas anchoas de aperitivo, no estas pasas de mierda. Que no me tiente, que no me tiente…, que ya tengo bastante con esta puta que me ha tocado por mujer. La daré un escarmiento. Se lo advertí siempre, “Si algún día me dejas, te mato y luego me mato yo”. Ah, pero eran otros tiempos. Y por otros motivos. Entonces nos necesitábamos, nos queríamos. Pero ahora…

No entiendo nada. Yo la quiero. Ella parecía que me quería. Pero…me asaltan las dudas. La recuerdo con aquél vestido amarillo, aquél verano en el que nos conocimos. Ella estaba morena. Muy morena. Su pelo corto, rizado. Su cara preciosa, sus labios marcados. Esas aristas en sus pómulos…sus dientes. Creí que me corría cuando mi lengua tocó sus dientes en aquél primer beso. Y ahora esto. Ahora me hace esto.

Después de pasar angustias económicas, después de sufrir con nuestros dos hijos lo que no está escrito, me hace esto. Ahora, precisamente ahora que todo nos iba bien. Tenemos dinero, hemos pagado la hipoteca, nuestros hijos son mayores, siguen siendo unos cabrones, pero al menos se han independizado y nos han dejado de sablear. Ahora que podíamos vivir de cine, viajar por ahí, va y me engaña con otro.

Pero…un momento. ¿Quién dice que me está traicionando?. Nadie. Pero no te engañes, las evidencias son las evidencias. Está la tarjeta. Ese hotel en el que alquilan habitaciones por horas. La salidita de ayer…de compras. Y sin comprar nada. ¡Toma ya!. Y luego, no quiso follar amparándose en que estaba borracho. Puta. Si, me engaña. Me ha sido infiel. A estas alturas de nuestra vida. No, no me lo merezco. ¿Yo qué?, ¿Qué he hecho yo?. Lo que todos los hombres. Me he ido con putas alguna vez, me follé a aquella chica…¿Cómo se llamaba?....!Ah, si!, Estrella. Bueno, eso dijo, porque el rollo fue de una tarde. Si, nos conocimos en esa discoteca para desesperados. ¿Qué haría allí aquella golfa?.  Apenas llegaba a los 25 años. Allí sólo van desesperados y viciosas. ¿Sería ella una viciosa?. Seguro que si. Una discoteca llena de trozos de matrimonios rotos. Pasados de edad. Ávidos de follar para que sus manos o sus dedos descansen un rato de tanta paja. ¿Qué hacía yo allí?. Lo de siempre. Ser un cabrón. Y tuve suerte. Aquella golfilla me pidió un cigarrito y ¡zas!, me la llevé a un hotel y me la follé. Si, vale, luego la di 100 pavos para que se comprara algo, pero me la follé y me lo pasé muy bien. Y la hice gritar, aullar como una perra cuando se la clavé. Eso si fue un polvo, no los que echo con ésta cabrona. Bah, no te engañes, aquella chica iba buscando lo que consiguió, tu pasta. Pero lo hizo bien. No lo parecía. Llegué a creer que yo le gustaba. Sabía tratarme, no como ésta.

Joder, son las dos. Será mejor que pague y me marche. Aquí ya empiezan a venir labriegos con mono. Vendrán a comer.

¡Catorce pavos por dos cubatas!, ¡Será hijo de puta!. No he querido discutir con él por no liarla, pero se ha pasado. ¡Catorce pavos!. Ya, ya vendré otro día por aquí. Me las va a pagar todas juntas.

Voy a coger un taxi y que me lleve a ese puto hotel. Necesito descansar un poco. Estoy pedo. Tengo un trozo considerable. Pero antes…ah, ahí viene uno. ¡Joder, no dan tiempo!, piensas en ellos y aparecen, leche.

-¡Taxi!.

¡Menuda mierda de coche!. Bueno, me servirá. A ver si hay suerte y no me da ninguna vueltecita de más. Podría vomitar en los asientos. ¡Que se joda!. No, no lo haré. El no tiene la culpa de que esa hija de puta me esté engañando.

-Me lleva a la calle Agustín de Betancourt. A un hotel que hay ahí. No sé el nombre del hotel.

-Si. No se preocupe. Lo conozco. Alquilan habitaciones por horas. Es el único que hay allí. Son unos apartamentos. Dicen que es el nuevo concepto para parejas.

No le pienso dar charla. ¡Hijo de puta!. Ahora me llevará por el recorrido más largo. Podría abalanzarme sobre él y estrellarnos. Así la puta quedaría libre para follarse a ese cerdo que está con ella…y cobraría el seguro de vida que me obligó a hacerme. Pero este pobre taxista no tiene la culpa. ¡Mírale, es un jodido asalariado!. ¡Bah, ni siquiera es suyo el taxi!. Tiene tarjeta verde. Le daré cinco pavos de propina, coño.

-He cambiado de opinión. Como voy bien de tiempo, si no le importa, me va a dejar en Monforte de Lemos, al lado de La Vaguada.

-Como usted diga, señor.

¡Pues claro!, ¡No te jodes!. Yo soy el que paga. Si, me da tiempo a tomarme un cubata mientras descanso. Y así podré pensar en la puta esa. ¡Si no fuera verdad!, pero no te engañes, hay evidencias. Está la tarjeta. Eso es definitivo. Te engaña.

-Si. Déjeme por aquí. Por aquí esta bien. ¿Cuánto es?, ¿Lo que marca, no?.

-Si. 7,80.

-Tome, quince. Está bien así. ¡Alégrese la vida!.

¿Y ahora qué?, ¿Ahora qué hago?. Tendré que tomarme otra copa. Total, ya estoy pedo.

Allí hay un bar. ¡Qué bien!. Al fin podré tomarme un cubata tranquilo. Hum…parece un sitio agradable. Y hay poca gente. Me quedaré en la barra.

-Un JB con coca-cola…plis.

¡Mírale!. ¡Joder, todos me miran mal!. Claro, es porque estoy pedo. Debo tener una caída de ojos…Y ahora el estómago. Creo que tengo algo de acidez. Pues no pienso vomitar. Mis euros me han costado pillarme el pedo. ¡Ah, qué bueno está el cabronazo del cubata!. Y esa puta…ahora podría estar en mi casa. Follando con ella. Besándola. Y ella…chupando mi polla. Comportándose como lo que es, como una puta. Así, de paso, daría un poco de emoción a nuestro puto matrimonio. Pero no, ella no tiene bastante conmigo. Ella se tiene que follar a un hijo de puta. A un chulo cabronazo que seguro que encima la saca la pasta. Y en un hotel. Bueno, al menos no se la folla en un coche. ¿O sí?. ¡A saber!. Guarra.

Creo que me voy a ir a mi casa. Este cubata me está jodiendo seriamente. ¿Cuántos llevo ya?. ¿Cuatro, cinco, seis?. ¡Bah, qué más da!. La hostio. Fijo que la hostio. Lo único que la puede librar es decirme la verdad. Como me mienta, la hostio. Por zorra.

Toda la vida esperando de ella un poco de diversión y ahora va y me pone los cuernos. Si, claro que me ha dado diversión. No hay más que verme. Aquí, pedo, pensando en la putada que me ha hecho. ¿Y mi conciencia, eh?. ¿Dónde está mi conciencia?. Aquí el único que habla es el puto diablo que llevo dentro. El jodido diablo que me estoy bebiendo. Si, es mi aliado. El me dará las fuerzas suficientes para vengarme de esa hija de puta. Zorra.

-¡Taxi!.

-Buenas…

-Buenas…lo que sea. Ya no sé si son tardes, o mañanas. Lléveme a mi casa. Calle Cruz del Rayo, 1.

-¿Por la M-30?

-Por donde quiera. Con tal de que lleguemos…he de hacer algo y no me puedo permitir morir en la M-30.

Si, ya sabe que estoy pedo. Me huele el aliento y se me traba la lengua. ¡Vaya un hijo de puta!. Encima que le dejo que me lleve por el camino más largo…!Este se queda sin propina!, por hijo de puta. Por sableador. Por listo.

Cuando suba a casa y me abra la puerta…la hostio directamente. Así, sin palabras. Para que se vaya preparando. Estará con esos putos pantalones marcando raja y esa camiseta llena de pezones, ¡joder!. Y con el pelo revuelto, como siempre. Si, ja, ja, ja…porque en el coño ya no tiene nada, ja, ja, ja. La muy calva. ¡Qué puta!.

-A ver, taxista…¿Qué haría usted si su mujer le pusiera los cuernos?.

-No tengo mujer.

-¿Pero… y si la tuviera?.

-Pero no la tengo.

-¡Joder, ya me lo ha dicho una vez, hombre!. ¿Pero imagine que la tuviera?

-No me puedo imaginar algo que no es real.

-¿No puede pensar por un momento que está casado y que tiene una estupenda mujer que le aguarda en su casa cuando suelte el jodido taxi?.

-Podría.

-Pues píenselo, hombre. Diga, ¿Qué haría?.

-Pues…me separaría de ella.

-¿Y ya está?.

-¡Claro!. Estaría muy claro que ya no me querría…

-¿Así, sin más?. ¿No la daría un escarmiento?.

-¿A qué me conduciría eso?.

-No, si usted lo único que va a conducir el resto de su puta vida va a ser este asquero y cochambroso taxi…

-No le permito…

-Chisssss…tranquilo, amigo. Lléveme donde le he dicho y le pagaré. Luego se va, si quiere, por la M-30, a buscar un nuevo cliente. Yo me iré al infierno. Directamente. Con el puto diablo. ¿Sabe?, le llevo aquí, dentro de mi cabeza. Es mi guía espiritual…¿Qué le parece?

¡Será hijo de puta!. Ni me contesta. Menos mal que ya llegamos, si no…le quemo el coche. ¡Qué pena no haberle vomitado en los asientos!. Otro hijo de puta. ¡Nadie me comprende, coño!

Bueno, vamos a ver que se cuenta la zorra. ¡Coño, que me tropiezo con el escalón!. Ascensor, ascensor…¿Quién me va a subir al infinito?...!Ah, ya está aquí!. A ver si soy capaz de apuntar al 5º. ¡Bingo!. Subimos…..!Yupi!.

Mierda de timbre. Ring, ring. ¡Vaya un puto sonido. Podría haber sido, gong, gong, pero es ring, ring. ¡Ah, aquí está la zorra!. Mírala, exhibiendo coño y pezones y con esa cara de gilipollas mirando mi pedo. Está desnortada. Descolocada. La he pillado in fraganti. ¡Susto!, ja, ja, ja.

-¿Qué pasa?. ¿Nunca me has visto borracho?.

-Si, demasiadas veces.

-¿Y?.

-Que te acuestes.

-Si me sale de la polla, ¿no?. Antes me vas a explicar una cosita, so puta.

-Insultos…era de esperar.

-Los que te mereces, zorra.

-Lo sé. Siempre merezco lo peor. Viniendo de ti, ¿Qué puedo esperar?. ¡Es decepcionante!

-¡Pues eso!.

Me voy a poner un cubata antes de que me altere más. No sé como me he contenido y no la he soltado una hostia según me ha abierto la puerta.

-Siéntate aquí. Tenemos que hablar, putón.

-¿Por qué me ofendes?. ¿Es por la bebida que traes en el cuerpo?.

-En el cuerpo traigo bebida, pero en mi cabeza viene el diablo a visitarte y a pedirte cuentas, zorra. Vas a pagar.

-¿El qué tengo que pagar?.

-Los cuernos que me has puesto, pendón. Zorra. Puta.

-Yo no te he puesto ningún cuerno. ¡Estás borracho!.

-Siiiiii, puta….

¡Joder como se ha oído la hostia!. “Zas”. En plena cara. ¡Joder, si la he partido el labio!, ja, ja, ja.

Si, llora, cerda. Llora, puta. Antes de poner los cuernos a tu marido, te lo piensas. Mira…mira como me mira…me está perdonando la vida la muy puta. La hostio. Fijo que la hostio. La doy una paliza que se caga. ¡Será chula!.

-Eres un cabrón y un hijo de puta.

-¿Yo un hijo de puta y un cabrón?, ¡Me cago en tu puta madre!

¡Joder!, ¿Qué ha pasado?. ¡Dios mío, la he pegado con la cubitera de los hielos en la cabeza. Sangra. La he jodido bien. ¡Joder, demasiada sangre!. ¡Dios!. ¿Qué he hecho?. Dime que no estás muerta, puta. A ver si respira…!Oh, Dios mío!. Respira, cabrona. ¡La madre que la parió!. No te mueras…por lo que más quieras no te mueras…solo quería amedrentarte, darte un escarmiento, no te mueras…no puedes morirte hija de puta. Me meterás en un lío si te mueres…¿No te enteras?. Ni se te ocurra morirte. ¡Joder como me estoy poniendo de sangre!. Me estoy mareando…me voy a desmayar…

-¿Qué?...¿Qué hago esposado?...¿Que hacen ustedes en mi casa?...

-Está usted detenido. Se le acusa de haber matado a su esposa.

-¿Yooooooo?...

A los lejos escuché, sin asimilar, a la vecina de enfrente…”No. Eran un matrimonio normal. Tienen dos hijos. El nunca ha armado escándalos. Es verdad que alguna vez venía algo bebido, pero no se metía con nadie y en su casa no había jaleos. Aparentemente se querían. Ella le quería mucho. Fíjese lo que son las cosas, mientras el bebía por ahí, ella me estaba contando que ayer había ido a encargar una fiesta en un hotel. Quería sorprenderle con una fiesta privada. Ya sabe, agente…quería darle emoción a su matrimonio. Y el llega a casa y la mata”.

La he matado. He matado a Paula. Ahora me condenarán. En mi defensa diré que estaba borracho y que no sabía lo que hacía. Saldré pronto de la cárcel. Si, saldré pronto…pero después…¿Quién me planchará la ropa y me hará la comida?.


Nota del autor; Con éste relato no pretendo levantar ampollas ni buscar polémicas. Tan solo trato de reflejar lo que, a mi juicio, pueden ser algunos de los ingredientes de muchas agresiones hacia las mujeres por parte de sus parejas. Es tan solo una pequeña reflexión. Un aviso, un toque de atención para que estemos vigilantes frente al diablo que todos llevamos dentro. Las cosas, a veces, no son como parecen, sino como queremos que parezcan. Moldeamos nuestra verdad para justificar nuestras inquinas. El amor viaja en el mismo tren que los celos, pero no en el mismo vagón.

Coronelwinston