Laberintos de carne parte 2

Tardé mas de la cuenta porque estuve de bajón por unas cosas y no me apetecía escribir, disculpen las molestias los que siguen la serie :( . En este capítulo continúan las depravaciones que parecen ir a más Junto con la locura generalizada. Disfruten...

Thomas alderfield paró la cinta y arrojó la grabadora contra el cajón de su escritorio con un fuerte sentimiento de asco y repulsión. No era la primera vez que escuchaba la cinta, pero si la primera vez que la arrojaba con tanto desprecio, la primera vez que la escuchó fué algo...

Asombroso. No pudo salir del estupor que  aquellas palabras  desprendían, escuchando la grotesca historia de Jacob shane, hipnotizado ante aquella macabra obra cosechada por un demente. Pero se tuvo que obligar a volver a escucharla otra vez para poder recabar información fidedigna de aquel elemento, pero el asombro de la primera vez dio paso al rechazo en aquella audición, consciente plenamente de todo lo que Shane le contaba a través de aquella máquina.

Pudo cotejar varios datos que ya había escuchado en informes anteriores, informes plagados de extraños símbolos arcanos, referencias extrañas a la luna y otros de una naturaleza tan retorcida que solo pudo posar sus ojos levemente sobre ellos.

Tantas declaraciones de lunáticos y enfermos mentales, tan extravagantes, parecidas a sueños macabros hechos realidad, tanto sin sentido….

Hasta que recibió aquella grabadora.

Fue entonces como si pudiese colocar la última pieza del onírico rompecabezas que conformaban todos aquellos casos, viendo las conexiones entre ellos con líneas tan difusas e intangibles que le amenazaban con  volverlo loco, si es que no lo estaba ya.

Una ventana de su oficina se abrió de repente con un fuerte golpe, dejando paso a una intensa ráfaga de aire que hizo ulular las cortinas y remover los papeles de su mesa, acompañado todo por un rayo lunar que hizo acto de presencia como si de una intervención divina se tratase.

El detective dio un respingo de su silla, aterido por el miedo y desenfundó su revólver, corrió hasta situarse de espaldas contra la pared más alejada de aquel rayo de luna llena.

Pasó varios largos y tensos minutos en aquella posición hasta que el valor demente le hizo avanzar hasta la ventana

-No es nada, solo tu mente que te juega malas pasadas- se decía a sí mismo una y otra vez.

Se colocó en el lado derecho de la pared cerca del ventanal, con su revolver en ristre y su corazón latiendo como un toro desbocado, en su incipiente paranoia le pareció escuchar un pesado aleteo acompañado por extraños chillidos, eso casi le hizo salir corriendo de allí, pero se frotó la cara con la mano libre para poder entrar en razón,

-No es nada, solo tu mente que te juega malas pasadas-

Y en un movimiento rápido más llevado por la desesperación del que se ve sumido en la locura irreversible que en la prudencia objetiva, sacó medio cuerpo por aquella ventana apuntando en todas direcciones con el revolver a la espera de que una extraña criatura apareciese ante él para llevárselo.

Lo único que alcanzó a ver fue a la anciana Gwendolyn, su vecina de al lado, que estaba también asomada al balcón tendiendo la ropa.

La mujer le miró con sus gafas caídas sobre la nariz con un gesto de desaprobación

-ya ha bebido otra vez, pena de hombre- refunfuñó al terminar su tarea y entrar de nuevo hacia su casa.

La  luz de luna había desaparecido y el viento cesado como por arte de magia, Thomas entró de nuevo el cuerpo asomado en su despacho y cerró la ventana al tiempo que corría las persianas

-Lo ves, no es nada, no es nada, solo un ataque de pánico, llevas muchos meses trabajando sin descanso y a veces la mente se satura- se dijo a sí mismo guardando el revolver en la sobaquera que llevaba puesta.

Se echó un vaso largo con whisky sobre un hielo de bola, sin rebajarlo con agua, apuró un trago y algo más calmado recogió la cinta y se preparó para continuar con la audición.

-Dios, Dios, Dios, Dios, Dios-

Repetía Thompson sentado sobre uno de los catres cubiertos de sangre, sudor y semen.

Tenía el rostro tapado con las manos y no paraba de balancearse de adelante hacia atrás, como un demente atrapado en la cámara acolchada de un psiquiátrico.

Shane se lavó las manos y el rostro con agua muy fría en un cuarto de baño adjunto a la habitación, para retirarse la sangre de estas, volvió enseguida hasta donde estaba su amigo.

-Eh, eh, Eddie, espabila- casi gritó cerca de él

-Dios, Dios, Dios, Dios…- era como un mantra que rezaba para evitar la pérdida de cordura.

Shane se cansó de este comportamiento, sabedor de que tanto si querían irse de aquel maldito pueblo como de rescatar a sus mujeres, tenían que empezar a moverse.

Agarró a Thompson de la pechera para colocarlo de pies y le abofeteó la cara con dureza

-Eddie, espabila de una jodida vez, ¿quieres?- le gritó.

Thompson pareció salir de su trance y le miró con ojos algo aturdidos

-sí, vale, bueno….- comenzó a decir atropelladamente

-Tienes que reaccionar, como antes, no puedes venirte abajo después de todo lo que acabas de hacer-

-Tenemos que salvar a nuestras mujeres- terminó por decir Shane.

Inconscientemente ya había elegido su curso de acción.

Tras unos minutos en los que se encontró totalmente abatido, Edward Thompson pareció reaccionar al fin

-joder, esta mierda es tan… irreal- dijo en primera instancia

-y pensar que creí que solo eran unos simples cuernos-  terminó diciendo

-Bueno, ha pasado lo que ha pasado y ya está, ahora tenemos que averiguar la manera de detener toda esta basura satánica, o lo que coño quiera que sea-

La militar manera de pensar de su anterior vida se apoderó de él, actuando como salvaguarda para su atormentada mente, todos los cimientos de su recién estructurada existencia se habían tambaleado por completo en apenas unas horas, y de los rescoldos de esta habían emergido como el ave fénix sus años de violencia y muerte gratuita en nombre del país, helando su corazón y templando sus nervios.

Una vez más, matar o morir, no había opción de retirada.

-Sí, pero, ¿Qué hacemos ahora?- preguntó Thompson con aparente tranquilidad

Shane no tuvo que pensar mucho al respecto

-Tú quédate aquí, investiga por todos los rincones de esta casa de mierda a ver que encuentras sobre todo este oscuro complot, yo iré a mi casa a por algunas cosas que serán necesarias, también puedo pasarme por la tuya si quieres algo de allí-

Thompson abrió los ojos de puro miedo

-Jacob, fueron a matarme, a mi propia casa…seguro que habrá alguien rondado la tuya también, incluso puede que vengan aquí…-

-No te preocupes, se exactamente como hacer lo que te he dicho, tu preocúpate de cerrar bien todas las puertas y ventanas y buscar lo que te he dicho-

En ese momento casi pudo sentir el aroma del desierto Iraquí mezclado con  el amargor de la pólvora. Sonrió levemente.

El detective Alderfield volvió a parar la cinta para después hacerla avanzar con rapidez, no había nada importante en lo sucedido posteriormente, Jacob tardaría varias horas en recoger cosas y volver a la casa de su ex futura suegra donde Thompson le enseño de nuevo con miedo en los ojos lo que había encontrado.

Y vaya si había encontrado algo.

Era una caja grande de cartón donde había cientos de documentos y fotos almacenadas, las cuales Thompson explicó con cierto detenimiento a su amigo.

Eran archivos de los últimos 30 años acontecidos en Killsworth, donde relataban innumerables actos de depravación sexual al amparo de sociedades aparentemente modélicas.

Actos diferentes entre ellos pero que guardaban un mismo fin, la esclavitud espiritual de sus miembros o iniciados.

Los iniciados eran normalmente gente engañada por otras personas así como víctimas predispuestas o no tanto a las cuales se les sometía durante el tiempo que fuese necesario a una terapia de dominación sexual aberrante, como lo visto por Shane y Thompson en la casa de Agatha.

A base de sexo violento y dolor premeditado se reprogramaba la mente de todos aquellos iniciados para servir a la causa, eran habituales las orgías en las que decenas de hombres violaban repetidas veces durante días a la víctima por cualquier orificio posible, fuese hombre o mujer, no había diferenciación para aquello entre sexos.

Todos los informes detallaban con exactitud los ignominiosos actos a los que sometían a sus víctimas, tanto las penetraciones forzosas como el sadismo a la que las exponían, no les importaba pinchar, rasgar, cortar o propinar brutales palizas en mitad de las violaciones con tal de conseguir su propósito, y el final de las víctimas era acabar con el cerebro totalmente destruido y el cuerpo cubierto de moretones, sangre y fluidos corporales.  Eso o era la muerte lo que hallaban finalmente. Era blanco o negro, no había excepción alguna.

Shane se mantuvo impasible contemplando las fotos mientras  Thompson le detallaba los sucesos, todo aquello le pareció diabólico, mientras pasaba lentamente aquellas fotos por delante de sus ojos.

Un par de hombres con aquellas grotescas máscaras de carnero saludando con las manos a la cámara, de rodillas los dos, sobre una mujer rubia cubierta de esperma y golpes, con los ojos en blanco, no podría decirse si estaba muerta o inconsciente.

Mientras más fotos contemplaba, más rabia sentía, pero esta vez dejó que fluyese libremente, sin canciones que  adormeciesen dicho sentimiento en su cabeza.

Otra más, un hombre y una mujer, aparentemente víctimas, la mujer estaba con las manos atadas a la espalda y con los ojos vendados, con un gag ball en la boca, de rodillas con el cuerpo recostado sobre una mesa, encima  de su espalda, el hombre con los mismos artilugios en su rostro, aprisionando la espalda de ella con su propio pecho, penetrando a la chica mientras un tercer hombre, pero este de la secta, le hacía una penetración anal a su homólogo masculino, al tiempo que saludaba también a la cámara.

La última que vio fue la de un grupo de 5 muchachas jóvenes colocadas en distintos cepos, desnudas, con las caras llorosas y rotas de dolor, en una gran nave industrial donde podían verse decenas y decenas de hombres desnudos esperando su turno para aprovecharse de las jóvenes.

Lanzó las fotos con rabia contra el suelo, Thompson asintió ante el  gesto de su amigo.

-También he descubierto a través de una invitación para agatha que la fiesta comenzará sobre las 11 de la noche, en la residencia Tannenberg, por lo visto asistirá un “sumo sacerdote de la cabra negra de mil retoños”-

Shane asintió, embargado aún por la rabia

-No quiero ni imaginar que es lo que va a pasar en aquella maldita mansión, pero seguro que nada bueno- continuó Thompson

-Bueno, habrá que ir ¿no, Eddie?- respondió Jacob Shane guiñándole un ojo a su interlocutor

-Sí, pero me preocupa el cómo-

-No te preocupes, entraremos, solo necesitamos representar bien el papel- esbozó otra sonrisa, pero esta vez algo más macabra, asustó a Thompson.

Alderfield paró la grabadora y corrió hacia el baño donde vomitó la cena de aquella noche, tras todo lo ocurrido y al escuchar el contenido de aquella caja de los horrores sexuales no pudo evitarlo, y terminó de echarlo todo con sonoras arcadas.

Lo peor de todo es que cuando se calmó se dio cuenta de que tenía una importante erección. El cuerpo traicionando a la mente, pareció comprender algo del método de aquellos sectarios dementes.

Cuando las arcadas remitieron, Alderfield volvió a su asiento, no  sin antes rellenar el vaso de Whisky, comenzaba a notar levemente sus efectos, por lo que avanzando de nuevo la cinta, obvio la parte en la que los dos hombres salieron varios quilómetros del pueblo para guardar varias cosas del equipo que había recogido Shane.

Una canana rellena con cartuchos de postas, la misma escopeta de Thompson, su machete para cortar hojas en ambientes selváticos un pequeño botiquín y varias bengalas.

Escuchó también las quejas que había proferido  Thompson y la excusa de Shane

-Quizás nos hagan falta luego-

Por lo que finalmente, cuando Alderfield devolvió la cinta a su velocidad original, los dos hombres ya estaban en los alrededores de la majestuosa finca Tannenberg, resaltada con las incontables luces y las inabarcables guirnaldas que decoraban los exteriores de la hacienda amurallada, escucho algo distraído como Thompson  y Shane observaban a la multitud entrar a la finca por la verja principal, donde 4 hombres armados y enmascarados revisaban los pases.

Dio otro sorbo al Whisky y prestó más atención a la grabadora.

Ambos se encontraban tumbados sobre la hierba de una parcela enfrentada a la finca Tannenberg al amparo de un denso arbusto, Shane escudriñaba todo lo que frente a él ocurría, trazando un plan de acción, Thompson, a  su lado, no decía absolutamente nada

Pasaron así 20 minutos, quedaba media hora para el inicio del evento

-Eddie- dijo repentinamente Shane, haciendo que su amigo diese un ligero respingo

-¿Qué?- contestó este casi en un susurro de voz

-Creo que sé cómo entrar-

-¿Cómo?-

-Tú espera aquí-

-Joder, Jacob, no me h….-

Shane salió reptando del escondite dejando a Thompson con la palabra en la boca, el cual observó al ex militar hasta que se perdió en la oscuridad de la noche.

A ciencia cierta no supo cuánto tiempo llevaba ahí solo, pues un incipiente miedo infantil le impidió siquiera mirar el reloj, la noche se volvió terrible ante su frágil mente, y sus oídos escuchaban por doquier los típicos sonidos de la noche que en su delirio paranoide se transformaban en los más lóbregos ruidos que jamás había escuchado.

Casi no respiraba, casi no pestañeaba.

Entonces, algo le sacudió el pie con violencia, haciendo que se diese la vuelta casi de un salto y emitiendo un gemido de terror.

-Joder, Eddie, baja la voz, nos van a descubrir-

Le reprendió para su alivio Shane, se relajó de inmediato y se puso detrás del arbusto como su amigo le indicaba con la mano.

Pudo observar que a los pies de Jacob había dos cuerpos trajeados con sendas máscaras carneriles totalmente inmóviles, preguntó por inercia

-¿están muertos?-

Shane emitió una risa cómplice

-Sí, me costó encontrar dos de nuestra talla, y más matarlos sin hacer ruido y traerlos  hasta aquí-

Thompson notó el cariz demente que estaba tomando Shane, eso le asustó.

-¿y que pretendes con ello?-

-Hoy no das una ¿eh?, les quitamos las ropas y la máscara y nos colamos dentro-

Thompson vio miles de lagunas en aquel plan, pero no tuvo la entereza de discutirle a Shane, así que sin mediar palabra comenzó a quitar el traje adecuado a su tamaño  al primer muerto.

No tardaron mucho en ponerse las ropas y máscaras, y tras adecentarse el uno al otro, salieron a la carretera dirección a la verja de entrada sin mediar palabra, amparados relativamente por la oscuridad. Thompson se aseguró de que su pistola estaba bien escondida en la parte posterior del pantalón, y Shane pareció hacer lo mismo con un cuchillo de caza.

Mientras se acercaban, pudieron ver una pequeña cola de personas esperando a entrar, todas ellas iban con sus mejores galas y joyas, todos portaban diversos antifaces y máscaras con cierto regusto vintage, no parecían contrariados por esperar allí, más bien podía decirse que estaban alegres por su futura entrada.

Cada paso que les  acercaba a la verja a Thompson se le anudaba más el estómago, Shane se percató de ello y le palmeó la espalda a modo de calma.

Por fin llegaron a la puerta saltándose la cola, uno de los 4 hombres con máscaras les detuvo

-hyag ght’ea ïa ïa- les dijo en aquella extraña jerga, parecía un tipo de contraseña.

Ambos se quedaron petrificados sin saber que decir, pero la divina providencia, si es que existía les salvó.

Un autobús llegó segundos después que ellos, el hombre les dejó y se fue para el transporte, se abrió la puerta y el enmascarado subió para hablar con el conductor.

-Excursión invernal del instituto Mayworth, último curso, clases B y C-

Pudo ver Shane el cartel que rezaba por dentro de los ventanales del autobús. Mas iniciados, más carne. Pero no pudo pensar más ya que otro de los guardas les increpó

-Venga, no os quedéis ahí parados, ayudar a Cassey a “acomodar” a los excursionistas-

Al poco tiempo, el enmascarado que había subido al transporte bajó seguido de 30 estudiantes, la mayoría chicas.

Shane y Thompson vieron la tragedia mascarse al recordar aquel cajón de fotos….

El tal Cassey les indicó que se pusieran a retaguardia del grupo, para controlar que ninguno se perdiese por el camino de entrada a la hacienda Tannenberg, el grupo estudiantil avanzaba como un rebaño de felices ovejas que sin saberlo se dirigían a un festín de lobos bajo las inacabables risas y charlas.

-Eddie, ya sabes que es lo que va a pasar-

Thompson asintió sin decir nada

-Algo habrá que hacer-

Volvió a asentir

-Cuando estemos dentro ya veremos-

Otro asentimiento.

El grupo recorrió los 600 metros que separaban la entrada de la casa por un camino empedrado rodeado de un laberinto vegetal, iluminado con decenas de lámparas para que los visitantes pudiesen contemplar aquella preciosa obra, al cabo de unos minutos de marcha llegaron a la escalinata principal de la hacienda.

-Muy bien chicos, esperen aquí un momento, en seguida saldrá alguien a recibirlos y entregarles las correspondientes máscaras para el baile-

El tal Cassey parecía afable tras esa grotesca máscara de carnero, y al terminar de hablar se fue para  los dos hombres

-Eh,  vosotros, venid conmigo- les dijo pasando a un tono seco.

Cassey les condujo por un lateral de la fachada de la casa hasta que llegaron a una pequeña portezuela de madera

-Bueno, ya me dijeron que venían guardas nuevos, pues nada- llamó a la puerta

-Esta es la  puerta de la cocina, preguntad por el encargado  y os dirá que hacer-

Acto seguido se marchó por donde había venido.

Pocos segundos después, un hombre obeso en extremo asomó por aquella puerta, embutido en un delantal cubierto de sangre y con una máscara de cerdo, pudieron observar los enormes surcos de sudor marrones que asomaban por sus sobacos.

No quisieron ni imaginar de dónde provenía aquella sangre.

El hombre les hizo un gesto para que entrasen.

Siguieron a aquella montaña de grasa bamboleante a través de lo que efectivamente parecía una cocina industrial. Enormes fuegos con grandes abalorios culinarios manejados por decenas de hombres afanados en su hacer, todos con aquellas máscaras porcinas, no hablaban entre ellos ni mostraban signo alguno de vida, parecían autómatas programados para cocinar eternamente.

Pero lo peor era el olor.

Una indescriptible ráfaga de hedor a corrupción flotaba en el ambiente, similar a un animal en descomposición mezclado con los nocivos efluvios de un pantano miasmático. Shane tuvo que apretarse  las paredes nasales a través de la máscara y respirar entrecortadamente para continuar andando, Thompson sintió una arcada que le hizo doblarse, y al contemplar el suelo, vió que este estaba recubierto por una fina película de sangre aderezada con inidentificables líquidos aderezados con carne magra. Tuvo otra arcada y a punto estuvo de vomitar si no llega a ser porque cerró los ojos y se agarró a su amigo para poder andar tras aquella protuberancia lípida que les indicaba el camino con sus abotargadas posaderas.

Aquel ser les condujo lenta y pesadamente a través de aquella cocina del horror hasta llegar a unas escaleras metálicas que daban a una pequeña puerta metálica de oficina. El ser no subió, se limitó a indicarles que tenían que continuar por allí.

Subieron rápidamente movidos por la repulsión hasta dar con la puerta metálica a la cual llamaron repetidamente hasta que desde dentro les indicaron pasar.

Era un despacho escueto con apenas mobiliario y otro enmascarado (esta vez la máscara volvía a ser la de un carnero) detrás de una mesa escritorio.

-Vaya, al final llegan, me preguntaba si finalmente no se habrían echado atrás-

Instintivamente fue Shane el que habló

-Claro que no-

El hombre les observaba de arriba abajo, escudriñándoles intensamente

-Bueno, espero que les hayan contado lo básico, no hay tiempo que perder, la fiesta está por empezar, quítense la ropa-

La total naturalidad y la propuesta les volvió a quedar helados, pues no contaban con desnudarse en absoluto. Y luego estaban las armas

-Venga, que no tienen toda la noche- les apremió el hombre.

Lentamente obedecieron y finalmente quedaron en cueros ante aquel hombre, el cual volvió a repasar los cuerpos desnudos de los hombres, obviando para el alivio de ambos la pistola y el cuchillo

-Vaya, vaya, Agatha no mintió- el hombre se acercó entre Shane y Thompson

-Si bien- dijo posando la mirada en Thompson   -Tú tienes demasiado pelo para mi gusto y estás algo fofo- le dio un suave toque en la barriga

-Al menos tu cosa no está mal del todo-

-Sin embargo-  continuó diciendo mientras acariciaba descendentemente el musculoso y rasurado torso de Shane

-Tú no estás nada mal, hijo-  llegó con su mano a sus genitales y los agarró con suavidad, aplicando un leve masaje

-Y esto, ¡oh, qué maravilla! Quizás hasta te busque en la ceremonia del bosque-

Shane y Thompson se miraron.

Un bosque, más pistas.

-Pero bueno, ahora no es momento de darse al placer, si no al hacer, bueno, como os llamais-

Fue Shane el que respondió

-Yo soy Jebediah y el Aaron-

-Bueno, pues tú- dijo señalando a Thompson

-Tu irás de refuerzo al “adoctrinamiento”, y tú (señalando a Shane) te quedarás en el mercado de la carne, para lo que te pidan, ahora os indicaré donde está cada sitio-

El hombre les hizo vestirse mientras les indicaba a cada uno el lugar donde debían presentarse, luego cogió su teléfono y dio los pertinentes avisos, tras lo cual despidió a los dos.

-¿y ahora qué, Jacob?- dijo Edward Thompson

-Estamos jodidos, jodidos-

-Tranquilo, Eddie, solo tenemos que escabullirnos del sitio e intentar buscar la sala principal, seguro que es allí a donde van la mayoría de la gente que hacía cola-

-¿y si no?- contestó alarmado Thompson.

-Pues mala suerte-

Alderfield de nuevo la cinta para darle a su mente un respiro y hacer acopio de todo el valor posible, sabía lo que venía después y no era para nada halagüeño. Otro Whisky ayudaría a pasar el mal trago.

Otra vez continuó con la cinta, otra vez vino el horror.

Shane y Thompson anduvieron por los pasillos de aquella enorme mansión con tintes victorianos, no se atrevieron a investigar, ya que aparte de no tener idea alguna donde se encontraban, quien sabe qué clase de sorpresas podrían encontrarse. Mejor ir al sitio asignado y empezar a investigar desde allí.

Pronto llegaron a un pasillo donde tuvieron que separarse, Thompson estaba muerto de miedo

-Jacob, ¿Qué hago?-

-Tu intenta hacerte pasar por uno de ellos y pregunta lo que veas conveniente-

-¿y si me descubren?-

-Eddie, tienes una pistola, guarda la última bala para ti- dijo Shane  creyéndose sabedor de lo que les esperaba si los descubrían

-Venga, Eddie, recuerda, tres horas máximo, luego sal de aquí come sea, nos veremos en el punto acordado en las afueras-

-De acuerdo, Jacob, buena suerte- dijo aterido por el miedo

-Y a ti, Eddie-

Se despidieron con un abrazo.

Tras otro par de minutos andando por corredores y pasillos varios, Shane finalmente llegó a su destino, una enorme puerta doble de macizo roble con tachones enormes formando perfectas líneas, los pasadores eran dos cabezas de carnero doradas, un hombre aguardaba en la puerta.

-¿Quién eres?-

-Jebediah, soy uno de los nuevos, deberían de haberte llamado hace rato para decirte que venía hacia aquí-

-Sí, es cierto- el hombre enmascarado, esta vez con máscara de látex con cremallera en la boca, le echó una última ojeada y le espetó

-ïa ïa…..-

Maldita sea una contraseña. Pasaron unos segundos de tensión extrema hasta que la luz se hizo en su mente, recordando las palabras de Agatha, rezó para que fueran las mismas

-Shub niggurath- dijo algo titubeante mientras se echaba la mano a la espalda para alcanzar el cuchillo de caza que llevaba, todo discretamente.

El hombre abrió la puerta

-Bienvenido, Jebediah, quédate cerca de la ventana y sigue las indicaciones que te mande Vulneroth-

-¿Quién es ese?-

El hombre se echó a reir

-Te darás cuenta de quién es, no te preocupes-

Al entrar en la sala observó que esta era bastante espaciosa, con seis sillones de cara manufactura forrados de terciopelo rojo, una lámpara de araña enorme alumbrando la estancia en la cual había colocada una especie de tarima alta, de un metro aproximadamente, se podía acceder a ella por unas escaleras portátiles de metal. La moqueta y los grandes cuadros sobre la pared chapada en madera conformaban todo el mobiliario.

Según se acercaba a la única ventana de la sala, pudo ver que los sillones estaban todos ocupados, cuatro hombres y dos mujeres, de alta alcurnia por las ropas y los caros complementos, enmascarados todos, pero en vez de ser sus atavíos enterizos estos solo eran meros antifaces.

De los cuatro hombres, tres eran mayores, rondado la cincuentena, pudo reconocer a simple vista a uno de ellos tras su mascarada. Era bastante rollizo, con una prominente papada  que ocultaba los bordes inferiores de la mandíbula,  el poco pelambre de su cabeza se encontraba repegado a su cráneo debido al torrente de sudor que de su cuerpo manaba mientras frotaba sus hinchadas manos con cierto nerviosismo. Lo había visto antes, era el alcalde de Killsworth.

A los otros 5 invitados no los conocía, dos viejos enjutos de barba y bigotes canos, más parecidos a cadáveres que a personas y lo que parecía un hombre joven de vestimenta a la moda.

Las dos mujeres también distaban mucho la una de la otra, una señora mayor de pelo corto y carnes colgantes hendidas de arrugas y manchas típicas de la edad, la otra podría  llegar por poco a los cuarenta aunque tenía un físico de escándalo para su edad.

Aparte de estos invitados había dos guardias más, uno cerca de estos, y el otro pegado a una puerta lateral, pasaron los minutos entre los comentarios de los asistentes.

Tras un tiempo prudente, la puerta se abrió y de ella salió un enorme y musculoso hombre negro, totalmente desnudo  tirando de una cadena de la cual arrastraba a una joven presa del terror.

-La excursión- se dijo para sí mismo, ganado fresco del que aprovecharse para las más absolutas depravaciones.

-Ese es  Vulneroth- terminó por dilucidar Shane, estaba en lo cierto.

Vulneroth condujo a la muchacha de apenas dieciocho años por la sala hasta hacerla subir medio ahogada por los tirones de la cadena hasta la tarima, de momento estaba vestida aún, aunque los ojos hinchados y llorosos combinados por el reguero de sangre que corría por sus carnosos labios, denotaban los golpes que con seguridad le habían propinado.

La llevó al extremo contrario de la tarima y la cadena a unas argollas clavadas en la pared la cuales no había visto Shane anteriormente, tras lo cual, volvió a cruzar aquella portezuela.

Hizo la misma actividad hasta 6 veces, trayendo cada vez una víctima nueva, lo que el total quedó conformado por 5 muchachas y un joven, todos de la misma guisa que la primera en ser traída. Golpeados y muertos de miedo.

Al terminar de colocar a la “mercancía”, Vulneroth se situó en medio de aquella  estructura de madera, mirando fijamente a los asistentes, él era el único que no portaba máscara.

-Este es el primer lote por cortesía de Joachim Eusebius Tannenberg, señor de la casa y empresario de la carne-  comentó en primera estancia

  • Tal como se pidió, jóvenes los cuales pocos de ellos han alcanzado la mayoría de edad, que dé comienzo a esta subasta de carne-

Los jóvenes al oír aquellas palabras cayeron de rodillas casi al unísono gimoteando en voz baja.

El hombre joven de entre aquellos invitados especiales se levantó y fue el primero en hablar

-Vulneroth, indique al señor Tannenberg que agradecemos haber sido invitados a esta subasta-  hizo una pausa deliberada

-Pero, tenemos que “analizar” mejor la mercancía para poder comprar-

El hombre negro esbozó una ligera sonrisa

-¿por dónde quieren empezar?-

-Desnudadlos a todos- comentó con firmeza la señora mayor señalando a las víctimas con su mano huesuda

Vulneroth obedeció a los compradores y uno a uno fue desnudando a los desafortunados jóvenes, los cuales intentaron ofrecer resistencia ante el hombre negro, lo que fue correspondido con brutales tirones que terminaron por arrancar sus ropas y provocarles marcas rojizas allí donde la tela hacía especial presión en la piel.

Una vez despojados de sus vestimentas, Vulneroth le hizo una señal al hombre que guardaba la portezuela, y este, tras unos pocos segundos salió y entró en la sala, con un látigo de seis colas. Se lo entregó al negro.

-Levantad- bramó a los jóvenes desnudos, pero estos, compungidos por el terror más absoluto no pudieron hacer otra cosa que seguir de rodillas gimoteando.

Vulneroth golpeó a un par de ellos provocándoles pequeños cortes en la carne

-¡Levantad u os arrancaré la carne de los huesos a golpes¡-

Tras ver aquel espectáculo de dolor gratuito, todas las víctimas se levantaron, tapándose en el transcurso sus miembros genitales.

Vulneroth volvió a hablar

-Ahora podrán ustedes inspeccionar la carne, una vez se hayan resarcido, podrán comprar cuanta carne deseen-

La primera en volver a hablar fue la mujer  de excelsas curvas, sentada en su sofá asignado.

-Quiero ver a la tercera, la pelirroja de rizos, tráemela, por favor-

El hombre negro se fue a por la aterrorizada muchacha y desenganchó su cadena de la argolla para justo después arrastrarla hasta su “catadora”, la joven se resistió pero lo único que consiguió fue ser arrastrada por la moqueta y casi quedar asfixiada. Al llegar a su destino, Vulneroth le propinó un enorme golpe en la cabeza con la palma de la mano abierta, tras lo cual, le cedió la correa a aquella fémina.

La enmascarada le propinó un fuerte tirón de la cadena con el fin de provocarle un ahogo, la joven tosió y tuvo un par de arcadas

-Levantate, putita- le dijo dulcemente, la chica obedeció a regañadientes con las lágrimas derramándose por su rostro

-No te he dicho que te tapes con tu manita tus partes- otro violento tirón que la hizo trastabillar, pero que finalmente consiguió lo deseado.

La mujer acercó su rostro al sexo de la joven, acariciando con su mano la fina pelusilla rojiza que recubría dicha entrada

-Dios, que ricura, parece terciopelo- comentó mordiéndose el labio para después comenzar a lamérselo con delicadeza, la muchacha no cabía en sí de su pavor, y poco pudo hacer salvo quedarse sollozando mientras era lamida por una extraña depravada.

Tras unos minutos de tarea, la enmascarada retiró su boca rezumante de flujo de la joven, se abrió de piernas dejando su sexo sin ropa interior al aire libre

-Venga cariño, ahora te toca a ti, hazme disfrutar-

Poco a poco, y casi a trompicones, la joven pelirroja se arrodilló y comenzó, tímidamente primero, a corresponder a su catadora.

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Shane contempló la surrealista escena con aquella canción de Nirvana en su cabeza, pero esta vez no con el objetivo de calmar su mente, si no como un oscuro demonio asomando a través de su locura indicándole  sangrientos cursos de acción.

Contempló como todos aquellos degenerados comenzaban a “jugar” con las atemorizadas víctimas, el hombre joven penetraba con violencia a la más rellena de todas las jóvenes, agarrándola del pelo con la mano izquierda y golpeando su espalda con una fusta con la derecha, a modo de Cowboy a lomos de un caballo brioso.

El alcalde, tras quitarse la ropa,  Tumbó todo su grasiento  y fofo cuerpo en el suelo, obligando a una morena de pocos pechos y ojos azules que lamiese las arrugas de su sudoso y agriado cuerpo, mientras se tocaba su pequeño pene totalmente excitado.

-Así, limpia bien mis arruguitas, zorra-

Uno de los enjutos ancianos tenía a otra víctima ( y la más bella de todas) de rodillas, obligándola a hacerle una felación profunda, la muchacha profería violentas arcadas, ya que aparte de tener un pene bastante grande, parecía no habérselo lavado en semanas, con restos de semen reseco a modo de pequeñas costras condimentadas con un tufo hediondo a orín y sudor. Shane tuvo que darse la vuelta para no vomitar al ver que aquel viejo enfermo tenía el miembro con varias pústulas debido a infecciones varias, mientras tanto, el viejo reía y reía con una risa chillona similar a una rata.

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Tanto los dos guardas como Vulneroth parecían distraídos a la vez que complacidos ante aquella delirante escena, Shane tuvo la certeza que no era la primera vez que asistían a un acto como el que ante sus ojos se estaba realizando, comenzó a reírse en voz baja, mientras su rostro se transformaba en una macabra mueca, como la de un payaso enloquecido a punto de cometer un acto sangriento.

La mujer anciana trajo hasta sí al único chico de las víctimas, y tras ponerse a gatas, se levantó el vestido mientras hacía ponerse al joven en la misma posición detrás de ella, y con una sonrisa sardónica le indicó succionar su entrada trasera. Vulneroth tuvo que propinarle varias patadas tremebundas para que accediera.

El último anciano, fue hasta su homóloga femenina y muy amablemente le pidió que si podía “catar” al joven, a la mujer mayor le pareció gracioso y se lo permitió, por lo que el hombre sacó su pene y de una embestida brutal comenzó a violar el ahora desgarrado ano del joven mientras este profería gritos de puro dolor.

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Era la oportunidad, los dos guardas se habían sentado junto a la tarima para comentar divertidos la orgiástica violación de los jóvenes, mientras su jefe era invitado a empalar con su grandeza genital a todas las víctimas.

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Shane sacó su cuchillo de caza y discretamente se subió a la tarima por el lado de la pared de su ventana, emitía pequeñas risitas dementes mientras ponía todo su celo en hacer el menor ruido posible. Los invitados al mercado de carne estaban demasiado atareados para prestarle atención.

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Tardó menos de cinco segundos en matar a los dos guardas, acuchillándoles la carótida con sendos movimientos veloces, los hombres cayeron al suelo en medio de una fuente de sangre.

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Vulnertoh se dio la vuelta mientras seguía violando, esta vez al chico, para ver que ocurría, justo cuando sacaba su miembro del ano de su víctima recibió una mortal estocada en el pecho.

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Ahí fue cuando los asistentes se dieron cuenta y comenzaron a gritar, intentando apartarse de la febril matanza de Shane, pero eran demasiado viejos o reaccionaron demasiado tarde, por lo que acabaron horriblemente mutilados.

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Sólo quedaba la mujer de exquisito cuerpo cuando el enmascarado que lo había recibido en la puerta entró de golpe en la sala, con un revólver en la mano, pero cuando vio lo que Shane estaba haciendo fue demasiado tarde, ya que el ex militar lanzó su arma con mortal resultado contra  aquél hombre.

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Finalmente quedó frente a la ahora atemorizada enmascarada, cubierto de sangre, dejando tras de sí cadáveres mutilados y a aquellos jóvenes, que, tras ser violados y ver como Shane acababa con todos aquellos degenerados sexuales, eran incapaces casi hasta de respirar, cubiertos de la misma sustancia de la cual Shane estaba rociado.

-Tú, puta- bramó Shane

-Dime donde está  el sumo sacerdote-

-N-n-n-no lo s-s-s-sé- contestó ella llorando

Shane descargó su arma recién recuperada sobre la mano derecha de aquella mujer, cercenándosela de un brutal golpe

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La mujer aulló de dolor, pero Shane seguía con aquella sonrisa maníaca

-¡Dimelo!- bramó de nuevo

Aquella desgraciada solo podía gritar por el dolor que sentía, así que Shane levantó de nuevo su cuchillo de caza y el brazo quedó separado a la altura del codo.

-¿lo recuerdas ahora, puta?-

Volvió a amenazarla con despiezarla poco a poco una vez más, pero la mujer, al borde del desmayo, consiguió proferir las palabras que Shane quería oir

-En….la planta alta….su despacho….símbolo arcano….- se demsayó.

En aquel momento la demencia de Shane pareció remitir de golpe, se giró hacia los asustados jóvenes con el gesto serio y frio como el hielo

-Marchaos, ahora, sacad de aquí a vuestros otros amigos, no os detengáis por nada, ocultaos en el bosque-

En aquel momento no lo supo pues aquellas palabras, aunque nacidas desde la bondad, los condenaron a todos.

Thomas alderfield, totalmente borracho paró la cinta de nuevo y volvió a vomitar, esta vez sobre el suelo de su despacho, cuando se recuperó un poco, pasó hacia adelante como antes había repetido, saltándose la parte en la que Shane, revólver y cuchillo en mano, recorrió la residencia Tannenberg hasta dar con el sumo sacerdote, pasando antes por el salón principal, donde contempló una escena que jamás se le olvidaría.

Decenas de hombres y mujeres fornicando entre raudales de vino y sangre derramándose por sus cuerpos al compás de una impía música totalmente enfervorizados dándose a la depravación sexual más absoluta que jamás un hombre pudiera contemplar.

En cierta parte le recordó a las orgías de la antigua roma, pero con un componente aún más macabro. Siguió su camino hasta dar con la persona que buscaba.

Thomas alderfield paró la cinta y volvió a velocidad normal, quería escuchar detenidamente aquella conversación, con un Shane abrumado por la locura e intentando que esta no terminara por poseerle mientras hablaba con el instigador de toda aquella aberración  natural.

-Hombre, Shane, bienvenido, siéntate- dijo con una sonrisa en sus labios

-Callate hijo de puta, sabes a lo que he venido, ¿Dónde has metido a Sammy?-

-¿sammy?, es demasiado tarde para ella, su iniciación comenzará hagas lo que hagas, al igual que la mujer de tu amiguito Thompson, que por cierto, fue ella la que incitó a tu novia para entrar en el grandioso culto de la cabra negra de los bosques de mil retoños-

Shane le apuntó con el revólver del hombre al cual había matado.

-te he dicho que me digas donde está Sammy, bastardo-

-¿de verdad quieres saber dónde está, Jacob?-

-¡SI!-

-Déjame advertirte, que donde está, es un terreno prohibido para los infieles que solo arañan la superficie de toda nuestra obra, podrás matarme e ir hacia donde te diré, pero solo alcanzarás a perder lo poco sano que queda en tu mente, te destrozará por completo y serás incapaz, aun teniéndola a un metro de ti de salvarla, contemplaras maravillas ocultas a todos excepto para los adeptos de mi orden, se te expondrán las miríadas de placeres de la carne, los embriagadores olores te harán postrarte de rodillas incapaz de siquiera de respirar, el placer embotará tu mente, y decenas de manos te arrancarán la carne en un placer tan exquisito que lo único que desearás es tener más carne para ofrecer a las voraces hambres de mis gentes, y ellos se relamerán tus restos mientras rien continuando con la ceremonia donde tu querida Sammy será llenada por los 44 elegidos dando paso a la comunión carnal del hijo de nuestra señora, y entonces el mundo sufrirá en la placentera y dulce agonía de la carne-

Shane no pudo articular palabra alguna

-¿sigues queriendo saber donde está?-

-Si-

-En el corazón del bosque-

Shane apretó el gatillo, mientras en la lejanía escuchaba más sonidos de disparos.

<<Gently, my mind escapes into the relaxing

world of pleasure, a pleasure that'll take

my mind off the reality of my life,

my past life... life as i know it now.>>

Thomas alderfield detuvo la cinta una vez más, se encendió un cigarrillo e intentó abstraerse de todo lo que había escuchado.

Todavía le quedaba más que escuchar pero poco ánimo para ello….

By Ariakan

Pd: Canciónes de la cabeza de Shane :  1----> Rape me de Nirvana, 2-------->Gently de slipknot

Resubido porque las letras en cursiva no se porqué pero me dan problemas al subirlas y no salen. Menos mal que borré la primera subida antes de que lo leyera nadie, porque como he dicho anteriormente, faltaban trozos (maldita cursiva) espero que esta segunda subida salga perfecta.

Muy próximamente la tercera y última parte. disfruten de la lectura y comenten