Laberintos de Carne parte 1

Primera parte de dos hombres que ven como sus respectivas parejas les dan de lado debido a su ingreso en un culto de índole sexual donde los actos mas grotescos parecen tener cabida. Pequeño tributo a H.P. Lovecraft. Disfruten de el tocho número 1, comenten y disfruten de la lectura

LABERINTO DE CARNE PARTE 1: EXTRAÑOS PLACERES DE LA CARNE

Extracto del  archivo policial del condado de Aroostook, Maine.

Evidencias del caso Shane-Thompson nº  456:

[Parte Quemada]…Encontrados decenas de cadáveres, quizás una centena y poco, se está procediendo a la identificación de los cuerpos, así como del recuento final de las víctimas…

[Parte quemada]….estado avanzado de desc[parte quemada ]….Brutalmente mutiladas por lo que parecen ser evidencias an..[parte quemada]….varios testigos presenciaron…[Parte quemada]….asesinos &·&/$·$  Shane y  Edward &%&$/…[Faltan palabras por el mal estado del documento]….desaparecidos sin dejar ningún tipo de &%&$&/&/$&…[Parte quemada y en mal estado]…..Noche sin estrellas con un olor ambiental a……[Parte quemada] …gruñidos guturales sin que se pudiera identificar el origen….[Parte quemada]….3 Policías muertos salvajemente destripados……[Parte quemada]..Se procederá a una batida policial al amanecer junto con cazadores locales.

El detective Thomas Alderfield cerró el  archivo parcialmente quemado y lo dejó caer suavemente sobre la mesa del escritorio, para que no  acabase totalmente desvencijado. Sacó un paquete de cigarrillos y se encendió uno mientras se recostaba en su silla de cuero acolchado y con ruedas al tiempo que se echaba las manos a la nuca con los brazos en alto, mirando al techo de su despacho, resopló pensativo mientras fumaba.

Estaba enfrascado en recomponer todas las piezas de aquel esotérico puzzle:

Archivos policiales quemados, matanzas, asesinatos extraños, todo unido con un raro atrezo ocultista conformado por símbolos jamás vistos, escritos en la carne de víctimas o con sangre en las paredes, sociedades secretas que empujaban a la gente a cometer actos inenarrables a la luz de luna para ejercer un control  mesiánico sobre las pobres e ignorantes víctimas.

Alderfield suspiró. Todo era tan raro y a la vez tan cautivador…..

Abrió un cajón de la mesa de su despacho y sacó una grabadora con una cinta dentro, sobre la máquina había una etiqueta policial que rezaba:

-Diario de voz de Jacob Shane-

Miró con el gesto torcido a dicha máquina, ya había escuchado todo lo que en su interior contenía, y, aunque no creyó al principio las palabras del supuesto asesino, según iba encontrando más piezas de puzzle, aquellas palabras cobraron un extraño y demencial sentido.

Todo comenzaba a encajar, y cada vez creía más que aquellos dos pobres diablos habían sido los únicos hombres del pueblo de Killsworth que realmente sabían lo que hacían.

Por eso le habían encargado aquel caso, no era la primera vez que resolvía algún suceso de tintes macabros y oscuros, y también por eso aceptó el reto. Cada vez le atraían más aquellos símbolos que había visto anteriormente.

Hasta un brillo de locura asomaba a veces por sus ojos cuando encontraba alguna evidencia. Rebobinó la cinta de la grabadora y pulsó “play”.

Llevaba sobre 5 meses en aquella fría localidad de Maine, fría como todo aquel estado.

De siempre le habían gustado los edificios de corte colonial y la nieve, nieve a raudales, por lo que, tras abandonar su larga vida militar (12 años), y como no tenía muchos estudios, buscó trabajo de lo que sí sabía hacer, y muy bien. Seguridad  y protección.

Recibió ofertas de grandes empresas de seguridad así como de importantes gentes de negocio, su historial hablaba por sí solo: 12 años de servicio en los marines, en irak y Afganistán pasó varios de esos años, donde, tras muchos combates, su psique quedó algo afectada.

Por eso no se decidió a aceptar ninguna de aquellas ofertas, había dejado atrás toda aquella violencia y muerte gratuita, por lo que, y de casualidad, recibió una oferta de trabajo en un pueblecito de Maine, Killsworth, como jefe de seguridad  del pub más grande del pueblo, y encima pagaban bien.

Nieve, edificios antiguos, jefe de seguridad, y encima pagaban bien.

Más no podía pedir, así que cogió sus cosas y rápidamente dejó su antigua vida en Texas para trasladarse al norte del país.

Llegó en mitad del invierno, cuando las nieves cubrían todo el estado durante meses, pronto le agradó la vida allí, todo tranquilidad, gentes muy correctas y amables, y lo mejor de todo, no había ningún incidente reseñable que le hiciese perder los estribos.

Cómo muchos de los soldados que habían combatido duramente, sufría un tipo de desorden psicológico producido por el estrés de combate, en su caso, perdía los nervios ante situaciones de peligro, volviéndose totalmente fuera de sí, perdiendo el control. Normalmente estas situaciones degeneraban en una pelea la cual no terminaba hasta ver a su oponente inconsciente en el suelo. Por eso, y tras asistir obligatoriamente a un psicólogo, desarrolló una válvula de escape ante dichas situaciones, para alargar el tiempo de aguante de su mente y no entrar en graves crisis violentas.

Fue simple, cuando comenzaba a notar como su sangre se calentaba y la rabia corría a través de sus venas, consiguió aislarse gracias al psicólogo de esta sensación poniendo su mente en blanco y llenándola con una única canción. Tras muchos ejercicios de voluntad extrema lo consiguió, y ahora, en vez de que una simple discusión degenerase en una paliza, el simplemente hacía sonar una canción en su cabeza, que lo iba aislado progresivamente cada vez más, según el tono que fuese cogiendo aquella discusión.

Pero no era un método infalible.

Y allí se encontraba, en Killsworth, un 13 de abril, cuando las nieves estaban casi desaparecidas en la mayoría del estado, en el Pub Raging Owl, haciendo su ronda nocturna como siempre.

A medida que la temperatura ascendía, la longitud de la ropa de la gente viraba en sentido contrario, y la concurrencia a los lugares de ocio experimentaba una escalada agigantada.

Eran las 8 de una noche cerrada, la temperatura estaba fijada en cero grados, haciendo que todos los que se agolpaban a la entrada del Raging Owl portasen pesados abrigos para resguardarse de las bajas temperaturas.

Jacob Shane se había colocado en la entrada principal, controlando el aforo del local, aunque era el jefe de seguridad y no debía de porqué hacer aquello, le gustaba el trato con la gente, y como era nuevo en el pueblo, necesitaba conocer lugareños para ampliar su vida social. Por eso casi todas las noches estaba en la puerta, y su metro noventa de cien kilos de puro músculo no le hacían pasar desapercibido ante nadie. Empezaban a conocerle.

La noche transcurría sin ningún tipo de problema, Jacob hablaba con la mayoría de la gente que quería entrar al local, cosa que hacía más amena la noche.

Pero aquel día estaba esperando a ver a alguien, una mujer, o más bien una muchacha.

Un grupo de jóvenes mujeres los habían presentado hace dos semanas, cerca de la barra del Raging Owl, toda aquella escenita había sido preparada de antemano por las mujeres, ya que, Samantha o Sammy como la llamaban, no tenía los 21 años necesarios para beber y sus amigas querían evitar que alguien la descubriese con las subsiguientes consecuencias. Así que, y muy al pesar de algunas de las jóvenes que tenían intenciones carnales para con Jacob, intentaron que Sammy y el Jefe de seguridad del Raging Owl entablasen una incipiente relación  amistosa que quizás pudiese llegar a algo más.

Pero el caso es que él las había rechazado amablemente a todas y eran sabedoras de que no iban a tener oportunidad alguna con él, por lo que, resignadas, al menos intentarían que Sammy tuviese un disfrute temprano de los placeres de la noche, aunque no estaban muy seguras de que aquel gigantón atractivo fuese a aceptar a Sammy.

Pero no fue así, y Jacob quedó prendado de aquella joven de 20 años casi al instante, aunque hizo todo lo posible para que no se le notase. Y después de aquella noche, todo el grupo de amigas tenían vía libre al interior del local.

Sobre las 8 y media de la noche, el aforo al Raging Owl estaba casi completo, por lo que Jacob cortó la entrada al local, los que allí esperaban bajo aquel frio cortante se quejaron, pero no consiguieron nada. Ya, cerca de las 9, el grupo de Sammy llegó a la entrada, eran unas 15 jóvenes con edades comprendidas entre los 20 y 25 años, se saltaron toda la cola y se colocaron rodeando a Jacob.

-Buenas noches, guapo, hemos llegado- dijo a modo de saludo una exuberante rubia de pechos enormes y operados que respondía al nombre de Carla

-Hola Carla, hoy venís tarde- dijo él con una sonrisa, ella había sido la primera en tirarle los tejos,  pero no le gustaban las rubias así que no prosperó el cortejo.

-Ya, ya, es que hemos estado en el Carlile cenando-

-Sí, deberías de venirte algún día con nosotras, jakie, unos tíos nos han molestado- añadió una segunda, esta bajita y de buen cuerpo, aunque la cara no le acompañaba, Marla. Tras las palabras de Marla todas se pusieron a cacarear como gallinas alrededor de Jacob, apremiándole a que se decidiese a entrar en el grupo, algún día. Era guapo, alto, fuerte y no conocía a casi nadie, más no podían pedir aquellas chicas.

-Bueno, señoras, tranquilizaos, me pensaré algún día lo de la cena, venga pasad ya que estáis montando un escándalo aquí-

Levantó el cordón de la entrada e hizo pasar a la jauría femenina rápidamente, al tiempo que buscaba entre ellas a Sammy, logró verla pasar a su lado, y ella le dedicó una sonrisa tímida junto con una mirada de cierto deseo, el respondió con otra sonrisa y un alzamiento de cabeza.

Un grupo de 4 hombres que esperaban la puerta, al pasar las chicas, se quejaron abiertamente

-Eh, eh!, eso no es justo, porqué ellas pasan y nosotros no- dijo el que parecía ser el líder del grupo

-¿es porque son coñitos?- continuó, respaldado por sus 3 compinches.

Jacob colocó de nuevo el cordón en su sitio y le miró réprobamente al tiempo que plantaba sus cien kilos a un palmo del individuo.

-¿algún problema, chaval?- dijo cruzando los brazos y con cara de pocos amigos.

-No, tío, no es nada, solo que no me pareció bien- contestó aquel tipo, algo asustado.

La incipiente melodía de su cabeza remitió junto con las palabras de disculpa.

Thomas Alderfield paró la cinta, aquella parte le parecía muy tediosa.

La historia de cómo Shane y Sammy se enamoraban el uno del otro, de sus encuentros sexuales donde el cuerpo suave y grácil de Sammy contrastaba con la dureza y fuerza de Jacob Shane, de cómo la joven domaba a la bestia con sus movimientos de cadera constantes y suaves al tiempo que enterraba la cabeza de este entre sus perfectos y firmes pechos, de cómo limitaba la forma ruda de entender el sexo de Shane, reconduciéndolo hasta las llanuras del placer y amor dócil cabalgando a un potro desbocado, aprisionando su miembro con su sexo hasta que a este no le quedaba otra opción que sufrir el dulcísimo castigo de un polvo lento y placentero que hace agonizar de placer hasta que, como un  furioso animal, acababa corriéndose dentro de Sammy, totalmente abatido.

La primera vez que Alderfield escuchó la cinta se había puesto erecto, no pudo evitarlo, las descripciones de Shane sobre los atributos sexuales de Sammy eran demasiado buenos.

Accionó el botón de avance para pasar aquella parte de la historia, tras un rato pulsó “stop” y a continuación “play”.

Tras unos segundos, volvió a accionar la grabadora, esta vez se escuchaba a Jacob Shane hablando sobre su relación ya madurada con Sammy, habían dejado el grupo de amigas de esta, y se habían lanzado a una vida en pareja al cien por cien.

Sammy, a pesar de sus 20 años parecía muy madura, en algunos casos mucho más que Shane, pero aquello no importaba porque eran felices.

Alderfield Volvió a acelerar aquella cinta, más partes aburridas.

Luego llegó una parte en la cual hizo una pausa para escucharla detenidamente.

La pareja había conocido a un matrimonio, Edward y Antonine Thompson. Era un matrimonio  joven, sobre los 30 años, perfecto y casi de ensueño, él trabajaba en un banco local y tenía cierta afición por la caza, su mujer Antonine, Tina para la gente de confianza, era una ama de casa modélica según el canon puritano de los estados unidos, no bebía alcohol, no fumaba, y mantenía su casa en un perfecto estado de pulcritud.

Esta relación amistosa entre las dos parejas aumentó, y llegó al punto de hacerse buenos amigos. A pesar de que Edward tenía más estudios y era aparentemente más listo que Shane, lo invitaba a todos los eventos de la clase media-alta a la que pertenecía, así como a sus partidas de caza, actividad en la que Shane obviamente destacaba.

Por la parte femenina, Sammy y Tina compartieron ciertas actividades dentro del club de las amas de casa de Killsworth, asociación a la que pertenecía Tina desde hacía años y en la cual introdujo a Sammy.  Hacían concursos de pasteles, confeccionaban prendas de lana para el orfanato estatal, y tenían un círculo de lectura que encandilaba a la mayoría de las recatadas mujeres del pueblo. Y encima daba cierto prestigio local a las que allí se encontraban afiliadas.

Todo perfecto, todo idílico.

Pasaron los meses, incluso un año, en perfecta armonía, hasta estaban pensando en casarse y formar una familia. Pero todo cambió de manera radical.

Una noche furtiva, Shane y Thompson quedaron en un bar de copas de la ciudad, no era habitual en ellos y sus respectivas parejas se enfadarían si llegaban a enterarse.

Aquella noche, Thompson confesó a Shane que su mujer se estaba comportando de forma extraña, pasaba demasiado tiempo en la asociación, junto con Sammy, desatendiendo sus labores maritales y relegándolo paulatinamente de sus prioridades. Eso hizo pensar a Shane, que repasando mentalmente, confirmó aquello, era cierto que Sammy también pasaba menos tiempo con él y más con Tina, cosa que no le había preocupado en demasía hasta la confesión de Edward Thompson.

Ahí comenzó a preocuparse y una mañana lo habló con su pareja, esta repentinamente y sin motivo montó en cólera argumentando que ella le dejaba hacer lo que quisiese y que fuera menos egoísta. Se fue de casa contrariada nada más terminar la discusión.

Fruto de la casualidad, recibió apenas unos minutos después un mensaje vía móvil por parte de Thompson

-Hey Jacob, creo que mi mujer me engaña, he visto cartas raras y mensajes aún más raros en su móvil, echa un vistazo a la tuya, por si acaso-

También dio la casualidad de que Sammy se había quedado el móvil en casa al irse. Lo desbloqueó y comenzó a investigar. Solo había problemas en aquel móvil.

< i don´t owe anything>

Así rezaban algunos de  esos mensajes de texto. De tina.

-Hey Sammy!, dentro de unas semanas será nuestra iniciación, ya sé que tomas precauciones, pero asegúrate de no estar embarazada o toda la ceremonia se echará a perder- ese el primero

>

-Dicen que el sumo sacerdote vendrá a iniciarnos!, ¿Qué bien no?, estoy ansiosa por ser iniciada-

< i assert myself to sleep show others that i've cared>

Y el último

-Mañana habrá una fiesta en la residencia Tannenberg, estarán casi todos, tienes que venirte habrá comunión carnal, aunque no para nosotras, ya sabes, hasta el dia de la iniciación no podemos ser tocadas por nadie del culto, es una pena, dicen que hay varios miembros con grandes…eso, miembros, jeje-

La canción se cortó de repente y él estalló el móvil contra el suelo haciéndolo añicos al tiempo que gritaba de rabia y pateaba una silla, lanzándola contra una pared y haciendo que dicha silla se rompiese.

Salió hecho una furia hacia el coche.

Dio vueltas por el pueblo para ver si veía a Sammy por la calle, no fue así, por lo que tras pensar un rato, se decidió por ir a casa de su madre, seguramente estuviese allí.

Se tranquilizó  mientras conducía hasta la casa de su futura suegra llenando de nuevo su cabeza de música. No tardó mucho en llegar, aparcó en frente del edificio y llamó a la puerta con ansia, donde la madre de Sammy le abrió al instante, haciéndole pasar y ofreciéndole una taza de café una vez dentro de la casa y sentados los dos en el sofá del salón.

-Dime, hijo mío, ¿Qué es lo que sucede?- la voz de Christine, la madre de Sammy era quejumbrosa como la de una anciana, aunque apenas llegase a los 55 años.

-¿está aquí Sammy? La estoy buscando- dijo Shane dando un sorbo al café.

-No hijo, se ha ido hace unos minutos, pero me dejó el mensaje de que la esperases aquí hasta que volviera-

Shane volvió a beber del café

-¿sabe dónde se ha ido? Tengo algo que decirle y es muy importante, Christine-

-Bueno, en ese caso, te lo diré, ha ido a la residencia Tannenberg, a prepararse para la fiesta de esta noche, ¿tú irás?-

Shane reaccionó rápidamente, la madre seguramente sabía todo lo de aquella estúpida ceremonia y el culto, probablemente estuviese dentro, lo que no sabía es que Shane no tenía idea alguna de ello, por lo que se mantuvo firme sin que la sorpresa asomase en su rostro. Otro sorbo más al café, le siguió la corriente a la mujer

-Ah sí, claro, iré, su hija no puede quedarse sola entre tanto “desconocido” ¿verdad?- dijo con una sonrisa afable, continuó hablando

-Bueno, si ha ido a la residencia Tannenberg no pasa nada, la esperaré en casa entonces, no quiero molestarle Christine- Shane se levantó dejando el café en la mesa ante la bonachona sonrisa de Christine, sacó el móvil y  mientras se iba escribió un mensaje a Edward Thompson

-Eh tío, aquí hay algo rarísimo, salgo de casa de mi suegra, vamos a la finca Tannenberg, creo que están allí-

Tras enviar el mensaje agarró el pomo de la puerta de entrada, le dio un mareo y la mano se le quedó inmóvil, escuchó a Christine andando hacia él a paso lento

-No, hijo, no te irás- dijo sin alterar su felicidad

Esa vieja arpía lo sabía todo. El café, lo había drogado con el maldito café.

Fue lo último que pudo pensar antes de derrumbarse sobre la moqueta del pasillo.

Alguien pasó un trapo húmedo por su frente, lo primero que notó cuando se le desembotaron los sentidos fue la gruesa venda que le tapaba los ojos y las apretadas cadenas que lo mantenían inmóvil en una silla.

Forcejeó cuanto pudo pero el resultado fue inútil totalmente. Prestó atención a su oído detenidamente, la habitación (o donde quiera que se encontrase) estaba vacía, aunque un sonido parecido a gritos podía escucharse débilmente.

Alguien entró en la habitación, Shane le dijo algo, pero el recién llegado no respondió, se limitó a arrastrale junto con la silla sobre la que estaba sentado. Debía de ser fuerte, muy fuerte.

Fue llevado por un pasillo, con la silla rechinando sobre el suelo hasta que lo dejaron en otra parte, de la cual provenían los gritos de una mujer, parecía que estaba aullando de dolor.

-Bien, hijo, hora de quitarte la venda, para que empieces a comprender- resonó la voz de Christine a su lado, al tiempo que le quitaba la venda de los ojos.

No había salido de la casa de Christine, ahora se encontraba en una de las habitaciones superiores, y lo que vio lo quedó totalmente paralizado.

En dicha habitación estaban gritando, sí, pero no de dolor.

La que gritaba era Carla, la amiga de Sammy. Estaba colgada del techo por los dos brazos, sin que sus pies llegasen a tocar el suelo, dos hombres, uno enfrente y otro a sus espaldas la penetraban violentamente por sus dos orificios inferiores, estaba salpicada en numerosos lugares con semen y sangre, y tanto del sexo como del ano caían chorros del mismo líquido cada vez que aquellos dos hombres con máscaras de carnero sacaban sus miembros de Carla.

Ella gritaba de placer mientras los hombres seguían embistiendo con brutalidad y acabando dentro de Carla una y otra vez.

Christine se puso enfrente de Shane con aquella sonrisa afable y sacó de uno de sus bolsillos unas pequeñas pinzas con un par de pinchos en el extremo que enganchaba, fue hacia Carla y las colocó en su pezones, apretando con fuerza para clavar los pinchos en la carne, la “víctima” rugió en una mezcla de dolor terrible y éxtasis orgásmico, Christine volvió otra vez donde estaba anteriormente.

-¿ves?-  dijo alegremente

-¿Creías que podías apartar a mi hija de todo esto?-

-Has llegado demasiado lejos, jovencito, con ese amiguito tuyo, el banquero, pero no te preocupes, os adoctrinaremos en el culto de la cabra negra de los mil retoños, sí, como a estas dos fulanas-

< travel the world and the seven seas>

Sacó un cuchillo esta vez y se acercó al hombre que estaba penetrando por delante a Carla, la hoja acarició el brazo de este y comenzó a brotar sangre, Christine sorbió un poco de vitae y la escupió sobre el rostro de la mujer mientras recitaba

-ïa ïa shub niggurath!-

Al instante, el trio comenzó a reír alocadamente, descolgaron a Carla, uno de los hombres se echó sobre el suelo y Carla sobre él, el otro se puso detrás y continuaron con la salvaje galopada, pero esta vez fue diferente.

El hombre situado debajo retorcía las pinzas con violencia sobre los pezones de la mujer, por los cuales manaba la sangre al tiempo que se desgarraban, Carla le arañaba con fuerza el pecho dejando profundos surcos con sus largas uñas, mientras el situado detrás le producía calvas en el cabello al propinarle furibundos tirones, se estaban volviendo locos, más si cabía, y eso acentuaba su placer hasta un límite demente.

-Esta será convertida rápido, pero la otra por lo que parece no- continuó Christine mientras señalaba en el fondo derecho de la habitación, allí Shane pudo contemplar a otra amiga de Sammy, Veronique, una muchacha de pelo largo y castaño bastante dulce y bella, muy vergonzosa. Fue lo peor verla así.

Estaba tendida de espaldas sobre una mesa, tenía las piernas estiradas hacia los hombros, atadas las manos a los tobillos con unas esposas, enganchadas a su vez a un grueso eslabón anclado a la pared para que no pudiera moverse de esa posición, tenía un extraño aparato metálico en la boca que le impedía cerrarla. Otros dos hombres con máscaras de carnero estaban sobre ella.

< Everybody is looking for something>

Mientras uno la penetraba con brutal ferocidad por sus dos agujeros íntimos, el otro, situado sobre su cara introducía en su boca un grueso miembro mientras le iba tapando la nariz de vez en cuando, provocándole situaciones de asfixias, también en ocasiones se la introducía hasta la garganta, haciéndola vomitar, pero, al tener la garganta cubierta, debía de tragar el vómito cuando podía,  tosiendo los ácidos gástricos cuando aquel hombre así lo disponía liberando su tráquea.

El otro no iba a menos, ya que podía verse a simple vista como le había desgarrado el ano con otro enorme miembro viril,  un rastro mezclado de sangre y semen rezumaba por aquel orificio. Mientras la penetraba la golpeaba con un pequeño látigo con puntas metálicas que provocaban serios desgarros en su antaño inmaculada piel, sin parar, tenía marcas del látigo por todo el cuerpo.

< Some of them want to use you>

Christine abandonó el espacio visual de Shane volviendo al poco con una botella de vinagre.

-Esto es para las chicas malas- su sonrisa perenne no la abandonaba.

Caminó hacia Veronique y vertió el líquido por sus heridas, provocando que esta apretase todo los músculos de su cuerpo en tensión máxima por el dolor, se oyó el crujir de varios dientes debido a la presión hecha contra los hierros de su boca, y el hombre que la penetraba soltó un rugido de placer cuando el sexo de ella le apretó con fuerza el miembro. La golpeó brutalmente en los senos con el látigo, arrancando trozos de carne.

< Some of them want to get used by you>

Tras esto y con una carcajada, puso la boca de la botella en la nariz de Veronique y apretó con fuerza el objeto llenando los orificios nasales de la mujer de vinagre, los cuales recorrieron la cavidad que bajaba por la garganta, ahí quedó inconsciente, y los hombres pararon la violación. La mujer mayor se volvió a girar hacia Shane

-Y ahora vas tú, chico malo, y luego tu amigo Thompson, ya hemos mandado gente a por él, pronto estará con nosotros-

Pero shane no escuchaba nada, no veía nada y no sentía nada, en su mente en blanco solo estaban las letras de Marylin Manson

-Vaya, parece que se ha desmayado- dijo uno de los hombres golpeando suavemente la cabeza de Shane

-Mejor, así no podrá resistirse, venga, comprobad que está grogy- dijo Christine, esta vez con voz de pura maldad.

Los dos hombres abofetearon el rostro de Shane en incluso le dieron tirones del pelo, pero este no reaccionaba

-Nada, está K.O.-

-Bien, desatadle, quitadle la ropa y tumbadlo boca abajo sobre la cama, bien atadito, parece un tipo fuerte y no quiero problemas- contestó la madre de Sammy.

Se desembarazó de uno con un fuerte golpe de antebrazo, el otro consiguió agarrarle, y Carla le arañaba el pecho con intención de desgarrarle la camisa y la carne que había debajo.

Un rodillazo en las  partes del agresor no bastó para quitarse al hombre de encima, y su compañero se levantó como si nada, pareciera que el dolor no les afectaba.

Consiguió deshacerse del que tenía encima a base de fuerza bruta y le partió el codo con una llave, luego golpeó con el puño secamente el pecho de Carla, haciéndola caer al suelo sin respiración, probablemente con algunas costillas rotas, el primero que había derribado consiguió acertarle con una patada en el pecho que lo mandó contra la pared, pero a él tampoco le afectaba el dolor, enloquecido que estaba.

El del brazo roto se levantó, sin ningún rastro de dolor en su rostro, al igual que Carla, la cual al levantarse portaba un largo cuchillo en la mano, Shane estaba rodeado por los tres dementes sexuales.

Christine salió de la habitación rápidamente al primer síntoma de recuperación de Shane, bajó las escaleras y se dirigió a la cocina, desde allí abriría el gas y esperaría a que este llegase hasta una vela encendida y colocada estratégicamente en la estancia, así conseguiría una gran explosión que mataría a todos menos a ella. Era lo correcto, todos dirían que fue un accidente y que había tenido suerte.

Pero al abrir la puerta de la cocina encontró a un hombre, de la misma edad de Shane, con un traje de chaqueta desabrochado,  con manchas de sangre y rotos en la tela, llevaba la corbata descolocada y el pelo revuelto, sus ojos eran puro odio demencial.

Llevaba una escopeta de corredera en las manos y la apuntaba.

Christine y el recién llegado se miraron, sabían ambos lo que pasaría a continuación

-¿Dónde está?- dijo Edward Thompson

Christine señaló hacia el piso superior.

Thompson disparó esparciendo la sangre, huesos y vísceras de la mujer mayor por el pasillo provocado por el disparo resultante.

Shane forcejeaba con los dos hombres, que a pesar de tener uno de ellos el brazo roto, no sentía absolutamente nada, estaba perdiendo, y pronto quedó atrapado por los tenaces brazos de aquellos locos. Carla se situó en frente de él, con una macabra sonrisa

-Hola, guapo, ¿Cómo está tu pequeño soldadito?- Se puso  de rodillas y le bajó los pantalones así como su ropa interior, dejando al aire libre sus atributos masculinos

-Anda, además de guapo, la tienes grande, que pena que te la vaya a cortar y a comérmela después-

-Ni lo sueñes, Puta-

Thompson entró en la habitación y abatió sin miramientos a Carla, disparándole en la cabeza, quedando esta totalmente destrozada.

Los dos hombres soltaron a Shane y se echaron sobre Thompson, este consiguió disparar a otro, que cayó muerto al instante, pero el restante consiguió echársele encima arrebatándole el arma.

Shane rápidamente cogió el cuchillo de Carla y se lo clavó al último cultista en la médula espinal.

La música de su cabeza cesó, tendió la mano a un magullado Thompson para que se incorporase.

-Están en la finca Tannenberg- dijo Shane

-Lo sé- respondió su amigo.

El detective Alderfield paró la grabación, había tenido suficiente por hoy......

PD: Lista de canciones de la cabeza de Shane---> nº 1: Wait and Bleed de Slipknot.  nº2: Erased de Paradise Lost, nº3: Sweet dreams de Marilyn Manson.