Laberinto
Un dia de caricias y recuerdos en la cama solitaria de mariela...
Laberinto
Mariela quedó tendida en la cama. Segundos atrás había experimentado uno de los orgasmos más fuertes que recordara desde que se casó. Una combinación de deseo y lujuria la invadió por completo al recrear el momento y casi sin quererlo se volvió a excitar. Sus piernas se movieron sensuales para sentir el roce de la sabana y girando su cuerpo como una nena que juega en su cama, se empezó a acariciar. Sus manos comenzaron a moverse en un ritual ya conocido y practicado desde adolescente. Sus pezones se endurecieron y cada parte de sí pareció tomar el control de sus acciones en forma independiente. Mariela gemía por lo bajo. Sus pezones erectos pedían a gritos una boca que los lamiera. Que los chupara, que los llenara de mordiscos.
Mariela sueña despierta y en ese loco sueño se aparece él, casi amante desconocido que a kilómetros de distancia logró ponerla en la cúspide de su excitación.
Como un poderoso afrodisíaco su mente dispara imágenes cada vez mas alocadas. Sus manos se mueven sin cesar paseando lento por su cuello. En donde está segura que su casi amante depositaria uno de sus primeros besos. Quizás el primero de una larga sucesión. Las manos bajan hasta sus pechos se hace cosquillas, se los palpa, se los siente, Mariela transita sin vergüenzas el camino que la lleva hasta un paraíso de éxtasis.
Se masturba para ella. Para sentirse bien. Su clítoris palpita y Mariela oprime su pelvis contra el colchón, está boca abajo y sus piernas navegan por el camino de la pasión. Mariela imagina como imaginó, hace un rato con el teléfono en la mano y su casi amante al otro lado de la línea que estaba plena de hombre. Que ese ser desconocido salvo por su voz estaba ahí. Acariciándola, besándola, abriendo todos los caminos para penetrarla por donde ella y él lo deseen. Su dedo llega al clítoris y los gemidos de Mariela se transforman en salvajes gritos. Hembra caliente, puta y princesa en un mundo de fantasías que es de coitos, pero más allá de sus pensamientos se transforma.
Sensualidad en estado puro.
Sus ojos entrecerrados, como hace instantes, la boca entreabierta por donde escapa la puntita de la lengua que lenta pasa la humedad por sus labios necesitados de besos. Ella está ahí sin poder ni querer entender mucho de lo que pasa. Su casi amante desconocido y remoto le regalo un orgasmo por teléfono. "Que cosa loca" dirá una de sus amigas al enterarse. "Que frío" dirá otra, "yo prefiero el contacto", "mmm interesante" dirá una tercera al saberlo. Ninguna de las tres se equivocará pero tampoco llegará a comprender de forma total lo que significa. Es la época de las comunicaciones, de Internet y mayor libertad sexual. La globalización a generado un intercambio algo extraño en aspectos donde la mente opera como un afrodisíaco potente y mágico.
Mariela se masturba como se masturbó hace un rato cuando del otro lado de la línea alguien compartía ese momento de sexualidad íntimo .
"Dime que me harías si estuvieras acá" Pedía la mujer a su casi amante y él le coloca una a una las imágenes de un acto en su mente. Lo imagina del otro lado del teléfono. Su miembro duro, sus ojos rojos, su respiración jadeante. Un acto que jamás se igualará al real, pero que jamás competirá por hacerlo porque ambos comparten el limbo de la sexualidad sin molestarse. Mariela se acaricia el clítoris y olvidando todo, se entrega a su lujuria. Se retuerce de placer. Se hace un ovillo y se estira. Toda su piel es contacto seguro para la pasión. Sus piernas se mueven mas y mas. Sus dedos, antes en el clítoris, ahora penetran en la vagina como si penetrara su casi amante. Mariela está a punto de explotar. En su loca cabecita su amante le hace el amor como jamás se lo han hecho. Mariela estalla en un orgasmo como antes lo hiciera en el teléfono. Una sucesión de gritos bellos y plenos. Como pidiendo aire. Como si hubiera estado siglos aguantando la respiración. Todo su cuerpo estalla. Mariela vuela a su rincón del universo donde es luz, donde es libertad y alegría.
Silencio.
Suspiros.
Mariela regresa del viaje y queda allí. Relajada, feliz en su momento privado.
Gran cosa esta de las comunicaciones.
Mariela volverá a su rutina. Su hijo, su trabajo. Su marido y su relación deteriorada. La vida la empujó a buscar en otros brazos la dulzura que allí no conseguía.
Su amante.
Si, Mariela tiene un amante real. No este a kilómetros de distancia. Se ven cuando pueden y cuando no, se desean por mail, por chat, o por teléfono
A él, como a su casi amante, los conoció en el mismo sitio. En Internet. Lugar común en donde hoy se refugia la gente que busca cubrir sus carencias encontrando amigos, amores (o casi amantes) Personas que socializan allí por la timidez que les impide hacerlo en otro lado. (Es mucho mas fácil decir las cosas cuando no se tiene enfrente al otro) Quizás su situación matrimonial no les deja otro camino que ese puente que se extiende hacia otros en igual situación. Otros con capacidad de entender lo que sienten. Quizás porque se sienten cómodos en ese mundo virtual que los acerca a otras vidas o tan solo porque sus tiempos se han ceñido y no les queda lugar para un bar, una disco o un restaurante con amigos. Quizás por muchas otras cosas que cada uno entiende o no y guarda muy dentro de sí
No está mal si no hay excesos. No está mal si se equilibra. Mariela y su casi amante cada tanto se regalan un orgasmo de deseo telefónico o virtual con la promesa de verse alguna vez para concretar lo que en el plano de la fantasía hace rato consumaron. Se sienten, desde allí afín para eso. Estimulan la fantasía y la libido.
Eso no alcanza pero está su amante, el real. Con ese sacia su sed de amor, de sexo, de ternura. De piel.
Su casi amante tiene una esposa de quien reclama lo que no tiene. Tiene una amante con quien consigue lo que le niegan. Tiene a Mariela con quién comparte lo más íntimo y personal.
Una vida enmarañada.
Un laberinto desde donde busca llegar lo mas cerca posible de la felicidad
Como todos
J