La zorrita de Michael

Tras una noche de sexo en la limusina del rey del pop, un joven con grandes aspiraciones intenta pertenecer en la industria de la música siendo sometido a ser esclavo sexual de todas aquellas personas que manejan este negocio tan libidinoso.

En el hotel cinco estrellas “Bellagio” las camas eran muy cómodas. Ahí me encontraba, sentado en una de las camas cómodas, en el cuarto más grande del hotel, con vista a toda la ciudad. Con una copa de vino en la mano y agitando el pie con ansiedad, realmente estaba intranquilo pues no sabría en qué momento atravesaría esa puerta.

No era la primera vez que lo hacíamos. Esto comenzó hace mucho tiempo, en la fiesta después de los Grammys. A pesar de que ese año no fue invitado a la premiación, fue invitado a la fiesta pues, es un honor y un privilegio tenerlo en algún evento. Yo también fui invitado, pero a ser de camarero. De mesa en mesa, atendiendo a muchos famosos esa noche: cantantes de rap, pop, actores. Una fiesta con tanta gente que no te daba tiempo a reconocer a todos en el lugar.

El único que realmente deslumbraba esa noche era él, con su bella sonrisa enamoraba a todas las chicas del lugar, claro, nunca de los nunca se fijaría en mí, un mesero. Pero la vida es totalmente impredecible.

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Te ves cansado – me dijo susurrando a las 4 de la mañana, ya casi no había gente en la fiesta, un par de ebrios famosos a los que nadie conocía.

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Estresado mas que todo, tantos famosos por atender es un infierno – digo entre sonrisas y coqueteos.

-¿A dónde irás ahora? – dijo, sobando una de mis entre piernas por encima del pantalón, con la punta de sus uñas hermosas, haciendo que me estremezca.

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A casa.

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Déjame llevarte, no te preocupes. Mi chofer nos llevará a casa.

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¿A la tuya o a la mía? – digo sonriéndole, dejando que me toque la entrepierna a su gusto, sonriendo de manera morbosa.

Esa madrugada lo hicimos por primera vez, en su limusina. Las luces de la ciudad entraban por las ventanas de la limo, dejando ver como me besaba y me tocaba.

-Ponte encima mío – me dijo mientras lo besaba en el cuello

Yo, sin perder el tiempo, me fui quitando el pantalón lentamente para hacerle caso, mientras el se quitaba la camisa, sin parar de besarme. Metiendo sus manos dentro de mi boxer, tocándome las pompis y chupando mi cuello. Una noche memorable.

Después, me llevó a mi casa, no muy lejos de la fiesta en donde comenzó todo. Al llegar, la limo paró un momento para que yo pudiera bajar, y antes de hacerlo, él me agarro de la mano y me dijo entre sonrisa: La pasé bien contigo, espero volverte a ver chico malo. ¡Dios! Me encanta este sujeto.

Dos semanas después, después de un largo silencio por su parte ya que fue él quien me dijo que me contactaría, recibo una llama inesperada mientras estaba de mesero en uno de los hoteles a los que recién entraba a trabajar.

“Hola chico malo” fue lo primero que escuche, definitivamente era él. No puedo negar el hecho de que esperaba su llamada con ansias. – Una larga espera ¿no? – le respondo, pero no le puedo ocultar mi felicidad.

Rápidamente quedamos para vernos en un hotel después de unos de sus conciertos. Reservó la habitación más lujosa, en el último piso.

Son las 2 de la mañana, me encuentro sentado sobre la cama del cuarto, con la copa de vino en una mano, viendo las noticias póstumas al concierto. La gente realmente lo amaba, la gran aglomeración de esa noche fue tanta que tuvieron que cerrar las puertas del estadio con barras de metal para evitar que la multitud entre a la fuerza. Aun así, el concierto fue un éxito, como siempre. No fui, pero lo vi por la tv.

Al salir alguna publicidad de Pepsi en la tv, se escucha la puerta del cuarto abrirse, giro la mirada rápidamente para ver quien era, haciendo que mi corazón dejara de latir por unos segundos al igual que mi pie ansioso. Al escuchar la puerta cerrase, me pongo de pie lentamente, dejando la copa de vino a un lado y yendo hacía la sala principal del cuarto. Mas que cuarto parecía un departamento enorme. Y, como mis sentidos dijeron, era él. Estaba con sus gafas oscuras, y una gorra. Obvio se estaba ocultando, era un famoso teniendo una aventura, tenía que tomar todas las precauciones.

Al verme, se quitó las gafas y la gorra, seguido de un “aquí estas” sonriéndome. Vaya, no podía creer que en realidad estaba con Michael Jackson en el mismo cuarto de hotel, digo, lo hicimos en su limo, pero en realidad debió extrañarme mucho como para citarme a un hotel.

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¿Me extrañaste? – me pregunta acercándose a mi para abrazarme.

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Mucho – respondo, subiendo mis manos por su cuello mientras el pasa las suyas por mi cintura para darme un beso. Un beso de lengua y muy apasionado fue lo que me dio.

De tan solo sentir su lengua en mi boca me empiezo a excitar, como amo a este hombre.

-En verdad discúlpame por hacerte esperar, las cosas en el concierto se complicaron mucho.

-No te preocupes, lo vi por las noticias. Tienes fans muy locas por ti.

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Pero yo solo quiero a un fan en mi cama esta noche.

Michael no perdía el tiempo, me gustaba lo aventado que era para estos temas y bueno… un famoso siempre anda ocupado, no quisiera ser una molestia. Pero por alguna razón, en lo profundo de mí, nacía una necesidad de complacerlo. Cumplir todo lo que el me pida a pesar de que llevamos poco tiempo conociéndonos.

-Vamos a la cama, quiero recostarme un rato

Le sonrió mientras me lleva de la mano. A pesar de ser un chico, él me trata como si fuera una mujer, hablándome como si fuera una chica, en verdad me gustaba eso, no lo voy a negar.

Ya cerca de la cama, él se sienta sobre ella, me dice que le sirva una copa de vino. Yo, haciendo caso a todo lo que el me diga, saco otra copa que se encuentran en una de los gabinetes de la mesita que está junto a nosotros. Nos sirvo una copa a cada uno y brindamos.

Después de bebernos tres copas cada uno, hacemos lo que se suponía que teníamos que hacer desde un comienzó. Comenzando a besarme, eran besos románticos, los dos sentados sobre la cama. Con las luces bajas y el tv apagada. – Me encantan tus labios, son tan suaves – le digo mientras el lleva sus manos por mi cintura. Le encantan los juegos antes de la acción.

-Yo se que si -responde- pero esta noche quiero sentir tus labios en otro lugar.

-¿donde? – respondo, parando de besarlo y mirando sus tierno ojos.

-

Usa tu lengua en mi pene chico malo, Michael quiere sentir que tal lo haces.

Sonriendo al terminar su propuesta, paso a desabrochar su pantalón a prisas para complacerlo, sin dudarlo, sin ningún pero. Estaba ahí para complacerlo. Al bajarle el bóxer, su pene erecto sale agitándose por lo duro que estaba. Puso su mano sobre mi cabeza mientras estaba arrodillado frente él. Sentado en la cama con su pene duro me dice: Anda, saca tu lengua. Haciendo caso, me acerco más y le saco mi lengua mientras lo miro a los ojos. Con su otra mano, coge su pene y le empieza a dar golpecitos sobre mi lengua, haciendo ruiditos por la humedad que hay en mi boca y en su pene gracias a la gota de semen que salió al cogérsela.

Eso, empapa la cabeza, quiero que entre fácil – me dijo mientras aumentaba la velocidad de los golpecitos en mi lengua.

Al parar, la dejo sobre mi lengua para sobar su pene, haciendo que empiece a babear. No lo dejaba de mirar a los ojos. Se veía el morbo en su cara, con una sonrisa mañosa que lo único que hacía era excitarme más. Mientras sobaba su pene contra mi lengua, me desabrochaba el pantalón y me quietaba la camisa para desnudarme ante él. Quede completamente desnudo ante él.

Repentinamente, para de sobar su pene. Me agarra fuerte del cabello con la mano que tenía en mi cabeza para acercarme mas e introducirme todo su baboso pene en mi boca. Era un arriba y abajo. Con una mano agarrando mi cabello y con la otra estirándose hacia el frente para agarrar una de mis pompas y nalguearla una y otra vez, eso me hacía gemir como mujer, a pesar de no serlo. Con su pene en mi boca, lo empujo hacia atrás para que se acueste en la cama pues las nalgadas empezaban a doler. Él, estando echado, se quita la camisa, sin dejar de ver como chupo su pene y diciendo: Sigue, no pares, quiero que te la tragues toda.

Yo hacia ruiditos con mi garganta del esmero que le ponía al chuparla. Su pene cabezón llegaba a mi garganta sin problemas, eso, a él, le gustaba. Hice barias arcadas, dejando de chupar su pene y aleganándome para masturbarlo, haciendo relucir las tiritas de baba y semen que iban desde mi boca hasta su pene.

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¿Te gusta cómo te la chupo Michael? – le decía mientras lo masturbaba mirándolo a los ojos.

-Me encanta como me lo haces. No dejes de chuparla, me quiero venir en tu boca.

Y yo continuaba complaciéndolo, chupando su pene como si fuera una prostituta a la que le estas pagando, haciendo arcadas y ruiditos con mi garganta y labios al sacarme su pene de mi boca, masturbándolo al mismo tiempo.

Llego el momento de la corrida. Con las dos manos me agarra de la cabeza y dice “sigue, sigue, no pares”. Yo aumento la velocidad junto con los ruiditos. Al venirse, agarra mi cabeza con fuerza mientras mete más su pene en mi boca, corriéndose en mi garganta, llenando de semen mi boca. Al terminar, me lo saca de la boca, dejado correr el semen por todo su pene, sacando mi lengua para vea como gotea. Instantáneamente pasa besarme, metiendo su lengua en mi boca lo mas profundo que puede, mordiendo mis labios de manera rica y húmeda. Con mi boca empapada de semen, y sin dejar de besarme, me sube a la cama. Me coloco encima de él mientras que lleva sus manos hacia mis nalgas.

-Ahora vas a gemir como prostituta – susurra mientras empapa mi agujero con su pene lleno de semen y baba.

-Pero nos van a escuchar Michael.

-

No importa, que escuche si quieren, pero me vas a gemir quieres a no

Y empiezo a sentir como mis nalguitas se abren por su pene metiéndose en mi agujero. Mas que dolor es placentero, su pene húmedo se siente rico dentro de mí. – Métesela toda a tu zorrita – le digo.

Una vez que la cabeza del pene entró, empieza a introducirla lentamente. Su pene resbala en mi culito por lo húmedo que estaba. Al entrar por completo, empezó a moverse lentamente, metiendo y sacando lentamente, con ternura y paciencia.

-¿te gusta? – me pregunta.

-Me encanta – le respondo mientras hago pequeños ruidos de placer

Después de un rato en esta situación, empieza a aumentar la velocidad en el mete saca, haciendo que mis nalguitas suenen “pla pla pla” por la rapidez del mete saca. Yo no me quedé atrás, y le empecé a saltar. Saltitos cortos pero rápidos, lo que me encanaba. Eso hizo que mi pene también se parara y empiece a rebotar en su estómago. De un momento a otro, el lo agarro y me comenzó a masturbar de manera rápido mientras saltaba sobre su pene.

-Que rico que siente Michael – dije, entre cortando mi jadeo por los saltitos que le daba

-Quiero que me gimas – me dijo masturbando mi pene.

-¡nos escucharan!.

-No me importa – dijo aumentando aun mas la velocidad del mete y saca.

Con la velocidad con la que lo hacíamos, logra hacerme gemir, como una mujer. Gemidos entre cortado por la rapidez con la que rebotaba en su pene, con mis manos agarrando sus rodillas flexionadas.

La libido aumentaba con cada penetración que me hacía, con mis nalguitas sonado y la masturbada que me daba preguntó: ¿Dónde quieres que me venga?

-Dentro de mi – le respondo gimiendo.

-¡quiero que me lo pida!

-¡vente, vente pen mi culito! Quiero que te vengas en mi culito Michael – respondo inclinándome hacia delante para facilitar la penetración, para aumentar la velocidad.

Su jadeo se intensificaba junto con mi gemir, la sincronización estaba perfecta. Jadeos entre cortados, mis nalguitas sonando, todo eso aumentaba. Nos acercaba al clímax, hasta que ocurrió. Se vino dentro de mí, y yo me vine en su pecho, dando un grito de placer por su parte.

Me alzo un poco para sacarme su pene, dejando ver como su semen chorrea desde mi culito, saliendo borbotones, es una delicia esa sensación, no lo podía creer, Michael se vino dentro de mí.

Me acosté al lado suyo, de mientras el quitaba el semen con una de las toallas que había en los gabinetes en la mesita de noche. Cansados y todos sudorosos nos miramos a los ojos, sonriéndonos el uno a al otro, hasta que dijo: es hora de darte en cuatro chico malo. Oh mierda, tengo que complacerlo. Y estaba a punto de hacerlo, hasta que sonó la puerta del cuarto y una voz se escucha desde fuera: “Abre a puerta Michael, soy yo”

El temor se vio en sus ojos, nos iban a descubrir.