La zorra, la puta del bar y la rubia chanel (1)
Mi mujer me puso los cuernos, y en un día de furia me follé a la puta del bar y a la rubia chanel num. 5 (parte 1 de 3)
LA ZORRA, LA PUTA DEL BAR Y LA RUBIA CHANEL NUM. 5 (parte 1 de 3)
Sentado en un banco, al sol, observaba a la puta paloma. Con su pico de mierda prendía una cáscara de pipas. A través de los cristales de mis gafas de sol, la fulminé con las vista. La muy zorra seguía entretenida con su pipa como si nada. Me pregunté de cuantos palomos habría sido. Tenía pinta de puta. Ni siquiera era blanca como deben ser las palomas. Esta era grisácea. Era mierdera. Era una paloma PUTA. No había duda. Hablé con ella mientras seguía jugando con la pipa. Me dirigí a ella en voz baja como si me pudiera entender.
-¡Qué, puta paloma! ¿Serás capaz de comerte esa asquerosa cáscara o tendré que darte una patada? ¡Cerda!.
Volví a mis pensamientos. A esa puta habitación que había compartido hasta esa misma noche con mi mujer. A ese mismo instante en el que regresé a casa antes de tiempo. A esa imagen de ella cabalgando un cuerpo. A esos cuernos que me acababa de poner. Cuernos que aún sentía clavados en mi corazón. Herida que aún me sangraba. La muy zorra me estaba engañando. No sabía cuanto tiempo duraba aquello. Pero me había engañado. La había sorprendido con el pandereta aquel. Con el cagón de mierda. En mi cama. En mi propia cama. No recordaba su cara. Era una puta polla nada más. Bastante tiesa, eso si. Era la polla que se estaba follando a mi mujer. Se llamaba señor Polla. Sí, ese sería su nombre a partir de ahora. Sr. Polla. Se la había visto cuando saltó de la cama acojonado. La tenía larga, descomunal, tiesa. Tenía un buen mango. Por eso le llamaría Sr. polla. Al menos la zorra me había engañado con alguien mejor puesto que yo. Volví a la paloma. La estúpida seguía con sus giros de pescuezo y con la lucha contínua con la cáscara de pipa. La maldije una vez más.
-Me estás poniendo nervioso hija de puta. Si tuviera una mágnum en mi mano no quedaría de ti ni una puta pluma. Te lo puedo asegurar. Ni de tu puto palomo. Ni de tus putas palomitas. No quedaría nada de ninguna paloma. Os extinguiría. Extinguiría a vuestra especie. Entera. Y a vuestros primos. Y a todas las jodidas aves que juegan con cáscaras de pipas. Y a todas las pipas. ¡Estúpidas!.
Volví a mis pensamientos. El Sr. polla se había levantado y trataba de cubrirse sus genitales con la almohada. La zorra se había quedado sentada sobre la cama con su coño extrañamente abierto. El Sr. polla la había estado taladrando bien. Me miraban los dos. Me imploraban perdón con sus miradas. Noté como unas gotas de mi orín se me escapaban. Mis nervios me traicionaron. Era un puto meón. Había pillado a la zorra de mi mujer con el Sr. Polla. En la cama. Se la estaba taladrando en mi propia cama. En mi ausencia. No había equívocos. Estaba claro. ¡Y sólo se me ocurría mearme encima! Al menos les había cortado el polvo. Eso había estado bien. Definitivamente, yo era un mierda. No dije nada. Giré sobre mis talones y salí de la habitación perseguido por la zorra que trataba de darme no sé que coño de explicaciones. Como si lo que acababa de ver tuviera alguna hipotética explicación racional. ¿O tal vez me recriminaba el haberlos interrumpido? No la escuché. Sólo oía gemidos en el interior de mi cabeza. Sólo veía su espalda ..su culo . Sus balanceos sobre lo que la mantenía presa ..sobre aquella barra dura ...sobre aquella polla que pertenecía al Sr. Polla. Penetrándola más y más.
Y ahora estaba allí, mirando a la puta paloma. Con deseos de matarla. ¿O tal vez de violarla? ¿Sería justo que para pagar mi ira violara a la puta paloma? La reventaría. No, era mejor matarla. Era mejor acabar con el sufrimiento de los tres implicados, el de la puta paloma por no poder comerse la cáscara de pipas, el de la cáscara de pipas por no ser engullida por el gaznate del animal y el mío por tener que seguir todos sus movimientos de pescuezo.
Giré mi cuello al ver pasar a la gente. De entre el montón de personas que salían del metro, una joven me llamó la atención. Tan pura. Tan clara de piel. Tan joven. Tan puta. Llevaba un niño en brazos. "Puta de mierda, a saber de quien será ese niño" "A saber a cuantos te habrás follado para engendrar a ese futuro cornudo" pensé. Miré sus caderas. Volví a mirar a la puta paloma. Con las dos hubiera hecho algo grande. A la puta de mierda la hubiera metido por el coño a la puta paloma, cáscara incluida. Zorras. Todas eran unas zorras. Y la reina de las zorras vivía en mi casa. Había obtenido el título esa misma mañana. El Sr. Polla se lo estaba entregando cuando llegué de imprevisto y los sorprendí en mi cama follando. "Hijos de puta". Les maldije una vez más apretando mis dientes.
Me levanté del banco provocando la espantada de la puta paloma. Caminé dos pasos y me giré. Me quería despedir de la puta paloma. No en vano había compartido conmigo mis calamidades cornamenteras. Allí estaba de nuevo con la cáscara.
-¿Quieres pipas puta paloma? ¿Es eso lo que quieres? Bien, yo te daré pipas. Espera y verás. Te daré pipas de calabaza, cerda. Son más grandes.
Camine unos metros y compré pipas a un viejo reumático. Eran de calabaza. Si. Como yo las deseaba. Eran las propias para que la puta paloma se diera un festín. Abrí la bolsa con nervios. La puta paloma me esperaba. Me acerqué provocando la espantada del animal nuevamente. Me volví a sentar en el banco y pelé unas cuantas pipas. La muy puta a ver las cáscaras se acercó a mis pies. Era el momento. La ira me dominaba.
La patada fue certera. Sus plumas se desperdigaron alrededor de mi zapato. El animal cayó dos metros más allá agonizante y herido de muerte.
-¡Lo ves puta paloma! ¡Te lo dije! ¡No podrás decir que no te lo advertí! Has estado jodiendome mi dolor con tu asquerosa cáscara y ahora te ves acabada. Como la puta de mi mujer. Has entrado en mi vida sin invitación. Como el Sr. Polla. ¿Es que acaso te he invitado yo a compartir mis miserias? No. Y ahora ya no eres nada. Como yo. Estoy acabado. Me suicidaré. O mejor me emborracharé y luego me suicidaré. O mejor me follaré a una puta como tú y luego me suicidaré. Tal vez sea mejor emborracharme, follarme a una puta y después acabar con mi existencia para dejar a mi mujer disfrutar del Sr. Polla.
Miré a la ya extinta paloma y me apené. "Te estuvo bien empleado puta, por jugar con la cáscara. Las cáscaras son para comérselas. No para vacilarlas"
Agachándome al suelo recogí una pipa de calabaza y la eché al bolsillo de mi pantalón. La bolsa con todo el cargamento había quedado abandonada en el banco donde había estado sentado. Me alejé de allí a pasos cansinos. Algo iba a hacer, pero no sabía qué, ni en que orden.
Doblé una esquina y me crucé con Chanel num. 5. Tengo buen olfato para los perfumes. Su portadora era una joven rubia. "Alguna zorra", pensé. Otra más. Todo está lleno de zorras. Esta debía tener pasta gansa. Buenas prendas, buenos accesorios y buen perfume. Estatura media. Y muy buen tipo el de la cabrona. Seguí andando y me olvidé de la cabrona del perfume. Tropecé con un viejo baboso que me miró sin saber si pedirme unas monedas o suplicarme que le perdonara la vida. Giró y me dejó continuar sin mediar petición. Lo cual agradecerían todos los pordioseros del mundo, pues no se verían privados de tan andrajosa compañía. Comenzaba a llover. ¡Su puta madre, ahora esto! Oteé como un vil y miedoso suricato en busca de algún refugio. Si. ¡Bingo! Lo que necesitaba. Un putiferio como yo llamo a esos lugares donde por un poco de pasta encuentras quien te chupe la polla sin preservativo, y al fin consigues correrte después de media hora. Entré en el local para refugiarme de esa jodida lluvia que amenazaba con empaparme más en mis miserias. Antes, y para no perder la costumbre, maldije a quien me enviaba esa lluvia.
Al franquear la puerta una masa de carne de al menos 100 kilos me clavó la mirada. A través de mis putas gafas de sol la vi mirarme. Me acerqué a la barra.
-¿Qué tomas nene?
-¿Te parezco un nene? Dije de mala ostia. ¿Acaso me ves pinta de nene?
-Perdona. ¿Qué tomas?
-Lo que te salga de la polla. Pero asegúrate que contenga al menos 40 grados de alcohol.
Ella giró sobre sus carnes y tomó una botella de wisky. De importación creo.
-Yo no tengo polla nene. Dijo suavemente mientras sonreía.
-No me vuelvas a llamar nene, bola de sebo. Dije amedrentándola más. Y borra esa estúpida sonrisa de ese trozo de carne que tienes por cara.
-¡Joder pues si que estas bueno! ¿Qué te pasa ti eh? ¿Qué coño te ha picado?
Me tomé un sorbo del licor amarillo. Hice una mueca de asco y bebí otro sorbo.
-¿No podrías poner hielos zorra?
-¡Oye que te pasa a ti! ¿Por qué me llamas zorra?
-¿Acaso no ejerces de tal? ¿Eh? ¿Acaso no eres una puta? ¿Acaso no estas aquí para que gente inteligente como yo te destroce el coño?
-Bueno .dejemos esto. Es un mal día para ti ¿no?
-Para ti puede ser peor si no te callas y me dejas en paz.
-Como quieras nene
Se dio cuenta. Me había llamado otra vez nene. Se paró en medio de la frase ante la mirada que la eché mientras me quitaba las gafas. Se quedo paralizada.
.perdona. No quería ofenderte. Ya sé que no te gusta que te llame nene.
Lo había dicho de nuevo. Me había vuelto a llamar nene otra vez más. Mi brazo se levantó y mi mano agarró su cuello.
-Te he dicho que no me llames nene. No he comido contigo nunca. No me he fumado ningún cigarro contigo. No me he tomado ninguna copa contigo. No somos vecinos. No te conozco de nada. Aunque si me sigues llamando "nene" tal vez acuda a tu entierro para asegurarme que cabes en la fosa.
Solté su cuello y tomé de nuevo el vaso. Tercer trago y fin del líquido.
-Dame otra copa zorra. Pero asegúrate que el vaso se colma.
-Te costará el doble.
-¿Te he preguntado yo cuanto me va a costar? No. Bien. Pues deja la puta botella aquí encima. A mi lado. Y trae esa puta cubitera de hielos. Y no me llames "nene". Lo lamentaras. Ya estoy perdido. Me da igual todo.
La bola de sebo depositó la botella encima de la barra. Arrimó un recipiente con hielos y se encendió un cigarro. Lo fumó en silencio. Mi mirada se perdió en el líquido amarillo. Levanté la vista y allí estaba el saco de carne, mirándome. Me sonrió. Hice una mueca con mi boca a modo de respuesta. Eso la envalentonó para hablarme. Pensó que éramos colegas probablemente.
-¿Te ocurre algo?
-Todo. Dije con una voz apenas audible.
-¿Mal día?
-¡Puta mierda nada más!
-¿Me lo cuentas?
-¡Quien cojones eres tú eh! ¡Quien cojones eres para que yo te cuente nada! ¿Acaso te importa algo? ¿Qué sabes de mi vida para que yo comparta mis miserias contigo? ¿Te crees muy lista eh?
-Sólo trataba de ser amable. De mantener contigo una conversación. Estamos sólos en el local.
-¡Ah es eso! Una puta conversación. Una conversación rastrera. Una conversación para ahondar más en mi dolor.
-Si. ¿Quieres oír alguna música en especial? Te puedo poner lo que te apetezca escuchar.
-¡Si, mira tú! Ponme un Réquiem. Eso iría bien.
-¿Un réquiem? ¿Qué es eso? ¿Quién lo canta? ¿Qué clase de música es esa?
-Es la música que se hace para las misas de los difuntos. Dije apretando los nudillos.
-¡Joder pues si que estas tu bueno! ¡Entras en mi local y no paras de ser desagradable! ¡Que te den por el culo imbécil! Yo sólo trato de ser amable. Tómate la copa y lárgate. Estas invitado. No quiero líos.
La bola de sebo se había rebelado. Me había plantado cara en un día en el que no estaba dispuesto a consentir a nadie ni una palabra más alta que la otra. Que le pregunten a la puta paloma. Triste final. Por chula. Por mofarse de mí con la jodida cáscara de pipas. Por rechulearse delante de mí.
-Escúchame bola de sebo. Yo tampoco quiero líos. Déjame que me tome mis copas y no me hables. Te pagaré ahora por si después no me acuerdo ni de lo que he tomado. Me voy a emborrachar. Y lo voy a hacer en ese local cutre del que eres propietaria. Toma, dije tendiendo 100 pavos en la barra, ¿Tendrás bastante para dos botellas?
Ella tomó el dinero. Lo guardó en la caja y no dijo nada. Su expresión se volvió más tranquila. Pensaría que me pasaba algo serio. Permanecí en silencio unos minutos más. Pero su puta boca se abrió nuevamente. No podía estar más de cinco minutos en silencio. Esa raja en su cara se abrió para echar al vacío del local sus lastrosas palabras.
-¿Por qué me llamas bola de sebo? Me dijo dulcemente mientras se apoyaba con los brazos en la barra.
-Por que eres una bola de sebo. Una bola llena de grasa. Llena de carne. ¿No lo ves? ¿No hay espejos en tu vida? ¿Acaso no te has visto reflejada en alguno de ellos?
-Si. Es verdad que estoy gorda. Tengo un buen culo una buenas tetas .¿no querrías que tal vez si cierro el local .tu y yo podíamos ..
-¿Qué piensas que es tu día de suerte? Gorda.
-Podría serlo. Estás muy bien. Me gustas mucho, dijo poniéndose melosa, y te follaría ahora mismo. Te haría un buen descuento.
-¿Cuánto me costaría?
-150. Sólo 150 nene.
-No te lo digo más. No me vuelvas a llamar nene. Y si quisiera acostarme contigo, directamente lo haría. No me costaría nada. Te lo puedo asegurar. No pagaría ni una chapa por abrir tu coño mugriento. ¿Lo entiendes bola de sebo? Y es la última vez que me has llamado nene.
La zorra de mi mujer siempre me llamaba nene. Odiaba esa palabra. Desde aquella mañana estaba borrada de mi vocabulario. Es más, entre esa jodida palabra y yo había surgido una enemistad irreconciliable.
-Perdóname. Lo había olvidado. ¿Qué? ¿Follamos? Lo haré gratis. A ti no te cobraré.
-Ya. Pero sucede que yo no estoy hoy para hacer favores a nadie. Al contrario, hoy me voy a cobrar de la vida todo lo que me debe. Voy a poner unas cuantas cosas en su sitio. ¡Basta de jodidas zorras adornando la vida de los hombres justos! Voy a acabar con todos los Sres. Polla que pululan por esta puta y jodida vida. Los Sres. Polla que van poniendo en evidencia a zorras mientras sus maridos se dejan la vida trabajando para ellas. Los Sres. Polla que fabrican cuernos con los que adornar cabezas honradas.
-¿No quieres contarme que te ocurre ne ?
Se dio cuenta. Yo también. La puta palabra iba a surgir de nuevo de su asquerosa boca. Pero frenó. Se mordió el labio inferior.
-¿No quieres pasar un buen rato?
-Ya estoy pasando un buen rato. Me estoy olvidando de la zorra y del Sr. Polla.
-¿Les conozco? Dijo haciéndose la graciosa.
-Si. A los dos. Dije sonriendo.
-¿Vienen por aquí? Preguntó siguiendo con su estúpida cortesía.
-¡Oh, ya lo creo! Tú eres la zorra y yo voy a ser el Sr. polla. Dije echándome la mano al paquete.
-¿Vamos a follar? Me preguntó muy entusiasta.
-Lo pensaré. Y la vi caminar. Por detrás de la barra. Cojeaba. Si. Me aseguré de ello. Era coja la puta zorra bola de sebo.
-¿Estás tarada o qué? Pregunté.
-¿Cómo dices?
-Si, ¿Qué si se te ha jodido una biela?
Y se abrió la puerta del local. No preste atención a quien entraba. Me centré en el vaso. Supuse que la bola de sebo iría a atender al cornudo que hubiera entrado. Mejor. Así me dejaría emborracharme tranquilo. Oí un murmullo de voces. "Ni puto caso" pensé. Luego la bola de sebo se acercó a la altura de donde me encontraba y subió la música. Subió el volumen de esa jodida música. Los Chicos parecían no acabar nunca con aquella canción. Me estaban jodiendo. Todo me estaba jodiendo en ese asqueroso local.
-¡Que cojones haces! ¿Por qué subes el volumen? ¿Acaso me tomas por sordo babosa? ¿Crees que no tengo bastante con estar escuchando esa mierda de canción? ¿Crees que puedes hacer que me la aprenda de memoria porque subas el volumen? ¿Acaso piensas que me gusta? ¡Ah, es eso! Piensas que me gusta. Lo traigo escrito en la frente. Traigo escrita la frase "Me gusta esta canción de Los Chichos". Bien, pues me la borraré. Así no tendré que soportar más esa puta canción. Me borraré la frase con este jodido wisky que me has servido.
Ella me hizo gesto con la cabeza para que mirara a mi izquierda. No lo hice. Tomé un taburete y me senté. Encendí un cigarro y aspiré una gran bocanada de humo. Me entretuve en hacer círculos con el humo. La bola de sebo no paraba de llamarme la atención sin obtener respuesta alguna por mi parte. Me serví otro trago. La música cesó. Al fin. Esa horrible música de los Chichos. Se me había quedado grabada esa estrofa de la canción "mujer, mujer, mujer fatal .como pudiste tu vivir, con dos hombres a la vez" Me estaba recordando lo que me había llevado a ese garito de mierda. Por suerte el puto vinilo llegó a su fin. Recé en mi interior por que a la bola de sebo no le diera por poner nuevamente esa jodida canción. Me vería en la obligación, para con la sociedad, de destrozar la jodida máquina de discos.
De pronto un perfume conocido. Muy conocido. Tan conocido y familiar que se apoderó de mi olfato. Giré la cabeza para ver su procedencia.
La rubia chanel num.5. No había duda. Misma ropa por lo que recordaba. Mismo cuerpazo. Mismas tetas. Mismos tacones. Sus accesorios reposaban en la barra del local cutre, ante la atenta mirada de la bola de sebo, que se afanaba por ver la marca del bolso. Se dirigió a la máquina y soltó al vació del amasijo de hierros una moneda. Luego, con la protección de su uña, y con la cursilada propia de una rica, empujó el dedo para seleccionar la melodía que quería oír. Corrijo, que quería que escuchásemos los tres. "Puta maldición" Pensé al identificar los acordes de las primeras notas de la canción.
-¡Me cago en toda su puta madre! Dije en voz excesivamente alta.
" ..que dejar de vivir me duele más tu adiós que el peor castigo que imponga Dios. No puedo ni te quiero olvidar . y a nadie me pienso entregar .."
No me lo podía creer. La canción que le gustaba a la Zorra de mi mujer. La reina de las zorras, de haber estado allí presente, hubiera tarareado esa melodía del gran Camilo Sesto. Y me la hubiera tarareado al oído.
" .El amor de mi vida has sido tú. El amor de mi vida sigues siendo tú. Por lo que más quieras no ."
La patada esta vez iba a marcar un hito en ese puto local. Emplearía todas mis fuerzas. Ya nada sería igual después de la patada. Habría un antes y un después.
Solté el vaso con el consiguiente líquido amarillo, encima de la barra, y me acerqué a esa caja de la que emanaba dolor. La rubia chanel permanecía con sus manos apoyadas sobre los botones. Se diría que estaba eligiendo la siguiente canción con la que atormentar mis tímpanos. Tarareaba la melodía. La hubiera dado una ostia y la hubiera sepultado en el fondo de ese artilugio. La hubiera mandado con Camilo Sesto en un pis pas. Juntos podrían haber cantado otro tema del mismo cantante "Perdóname". Pero a dúo. Pero de nada les hubiera servido. Estarían reunidos con la Puta paloma comentando como comerse una pipa y no fallecer en el intento. Y en voz alta grité
-¡Si puta! Dejarás de sonar. ¡Ha llegado tu final! ¡Ya no habrás más amor! ¡De ninguna vida!
La rubia chanel num. 5 me miró acojonada. La patada fue bestial. La música cesó de inmediato. Yo me escurrí dando con mis 70 kilos sobre el suelo del asqueroso local. No me hice daño. Me incorporé y vi la cara de la rubia chanel num. 5 sosteniendo una coca-cola. En su rostro se dibujaban unas cejas arqueadas y en su boca una raja bien hermosa que dejaba ver esa puta dentadura blanca y sin falta de piezas. Desde el suelo pensé como notaría sus dientes mordisqueándome el capullo. Me sonreí ante la imagen que veía en mi mente.
Me incorporé apoyándome con una mano en el suelo. La bola de sebo había salido tras la barra arrastrando su cojera. La rubia chanel num. 5 me insultaba. Opté por lo fácil.
De dos zancadas cerré la puerta del local con el cerrojo. Bola de sebo esgrimía una porra en la mano. La rubia chanel num. 5 se había refugiado junto a sus accesorios al lado de la barra. La quité la porra de goma.
-¿Qué ibas a hacer con esta porra bola de sebo? ¿Acaso me la ibas a dejar pegada en las costillas? ¿O tal vez me ibas a enseñar lo que quieres que te meta por tu jodido culo?
-Hijo puta ..desgraciado ..llamaré a la policía .
-No vas a llamar a nadie. Esta porra de goma será mi compañera de copas a partir de ahora. Ella y yo. Juntos tomaremos copas hasta emborracharnos. Tu puto local acaba de cerrar .
-Oiga yo me tengo que marchar.
Esa voz procedía de la rubia chanel num. 5. Me giré y la miré aún con la porra en la mano.
-Tú, niñata estúpida has sido la que ha desencadenado esto. Te quedas con nosotros. Mi porra y yo tenemos ganas de tomar una copa contigo.
Mi pedo iba en aumento. Controlaba pero estaba borracho.
-Y tú bola de sebo. Vuelve a la barra o te meteré esto por el culo. Dije blandiendo la porra de goma.
Bola de sebo se situó tras la barra. Llevaba un acojone del 15. Me acerqué a la rubia chanel num. 5.
-Danos tres copas bola de sebo. ¿Qué bebes? ¿Coca-cola sola?....
-Si. Contesto la rubia chanel num. 5
-¡No me jodas! ¡Coca-cola! Eso es una mierda. Una mierda muy grande. Beberemos wisky. A mi porra no le gusta que tú bebas coca-cola. ¡Nos ha jodido!
-No me gusta el wisky. Dijo ella.
-¡Ah no! Pues ahora te gustará. ¿Pero qué cojones te crees?
-Has pedido tres copas Empezó a decir bola de sebo. ¿Me vas a invitar a .
-Si. Tres. Una para la zorra esta. Otra para mi y otra para mi amiga "la porra de goma negra"
-¡Estas loco! Una copa para la porra. Dijo la bola de sebo.
-Ella beberá también. Wisky. Como nosotros. ¿O no te gusta que bebamos wisky? Pregunté a bola de sebo.
-¿Por qué me lo preguntas? ¿Pregúntaselo a tu porra? Es quien lo va a beber. Dijo ella desde el fondo de sus carnes, algo menos asustada y consciente que estaba borracho.
-¿Te gusta el wisky porra? Pregunté a la porra a la vez que me la acercaba a la cara para después ponerla en mi oreja y esperar su respuesta.
-Si. Dice que si. Pero quiere saber si te gustará cuando te eche el aliento en el coño. Dije continuando con mi representación.
-¡Que dices! ¿Qué estas diciendo?
-Lo que oyes. Te voy a meter esta porra por el coño ..o por el culo ya veremos que dice mi amiga cuando llegue el momento.
La rubia chanel num. 5 hizo ademán de coger sus cosas y salir corriendo. Se lo impedí con mi mano. La sujeté fuertemente por el brazo.
-¿Donde crees que vas zorra rubia? Tú también te quedas. Te acabo de invitar. Bebe. Ordené.
-No me gusta el wisky. Se lo he dicho. Sólo bebo coca-cola.
-Para ser una zorra rubia muy bonita eres muy cursi. Hoy beberás hasta los jugos de la vida. Puedes estar segura.
Baje la cremallera del pantalón y saqué un miembro flácido cuyo objetivo más inmediato era estar con la cabeza mirando el suelo. Supuse que liberado del calzoncillo, quiso reconocer el terreno donde iba a escupir. Pero antes me tendría que pedir permiso para escupir. No era ese el sitio donde yo deseaba que escupiera. La boca de la rubia chanel num. 5 sería su lugar preferido. O tal vez su cara. O tal vez su coño.
-Bebe wisky y luego chúpame esto. Dije señalando mi cabizbajo pene. Lo quiero ver tan duro como la porra que tengo en mi mano. Tendrá que hacer un buen trabajo. Tendrás que luchar contra el alcohol que he consumido. Ahora, dejaremos a mi amiga la porra negra, aquí encima, pero antes le daremos un trago.
Tomé la porra y la mojé por un extremo dentro del vaso de wisky.
-¡Vamos, vamos! rubia Chanel. ¿Por qué ese es el perfume que usas no?
-Si. Del numero 5. Dijo ella muy digna.
-Lo sé. Lo sé. Vamos, chupa esta polla. Yo te bajaré tus aires de puta.
-¡Esta usted loco a parte de borracho!
La tomé por el pelo y la di un tirón. Luego hice que se inclinara ante el que iba a ser su juez. El que decidiría si era follada o simplemente se conformaría con escupirla en la cara.
-¡Chupa coño! Ponla dura.
-¡Esta usted loco! ¡Vendrá la policía!
-He dicho que chupes y ponlo duro, de lo contrario, te hará daño cuando te la meta.
-¿Me va a violar? Preguntó. ¿Es que me va a violar? ¿Pretende violarme? ¡Oh dios mío no lo haga! ¡No le deje por Dios! Exclamaba mirando a bola de sebo.
-Llámalo como quieras. Yo lo llamaría un simplemente "Me va a follar". Pero tú, como eres una cursi, puedes decir que te voy a violear.
Extraje del bolsillo del pantalón un fajo de billetes.
-¿Cuenta este dinero Bola de sebo?
Ella se acercó y tomó el montón en la mano.
- .300, 400, 500, 600, 650, 700, 750, 800, 850, 900 Novecientos. Hay novecientos.
-¿Hay bastante para pagarte una puta? Pregunté.
-¡Pero estoy sola en el local! Las chicas vienen por la tarde.
-¡Ya tenemos puta! Dije señalando a la rubia chanel num. 5
-Pero pero . ¿que va a hacer? Decía ella. ¿Qué va a hacerme por Dios? Dese cuenta de las consecuencias que esto le acarreará. No me haga daño .
-Acabo de pagar 900 euros por follarte. ¿Crees que vales más? Bola de sebo te acaba de vender. ¿No te parece bola de sebo?
La bola de sebo recogió el dinero y sonrió con su boca asquerosa.
-Me parece muy bien nene.
-Te he dicho que no me llames nene. Te lo dije. Te lo avisé varias veces. Se lo dije. Se lo advertí y no me hizo caso, dije mirando a la porra que reposaba encima de la barra, cerca del vaso que se suponía le correspondía. Tú serás la encargada de follarte a bola de sebo. Seréis lesbianas. Os follareis las dos. Ven aquí bola de sebo y ayúdame a desnudar a esta rubia.
Bola de sebo salió tras la barra arrastrando sus pies. La miré y tuve cierta debilidad. Le tuve compasión. Pero enseguida se me pasó. Verla cojear casi me pierde. Me hubiera sentido generoso con ella de no haber estado allí la Rubia Chanel num. 5
Sujetaba con la mano el brazo de la Rubia Chanel. Estaba descolorida. Nerviosa. Bola de sebo se acercó a ella y trató de desabrochar los botones de su camisa. Ella balanceó y se tiró al suelo. La situación no comenzaba bien. Siempre podría patearla y espantar otro poco de furia. O tal vez descargar una buena ostia en su cara de cursi. Tal vez sus putos dientes blancos saltaran y alguno cayera en mi vaso a modo de cubito de hielo. Opté por emplearme a fondo. Lo fácil. Nunca fallaba.
-Arrima ese taburete sebosa. Dije.
Ella acercó un taburete a mi lado. Me senté en el. Con mi mano derecha agarré mi polla y con la izquierda acerqué la cabeza de la Rubia Chanel num. 5 hasta ella.
-Ahora vas a chupar y te vas a cuidar muy mucho de ponerla dura.
-¿Pero no me hará nada? ¡Júremelo! ¡Júreme que no me va a hacer daño! Decía ella a punto de mearse de miedo.
-Nada que no quieras rubia. Dije sonriendo bajo los efectos del alcohol. Y no te mees encima. Te mancharás el coño y eso no me va a gustar. Esas cosas huelen mal.
-Anda, chúpasela como te dice. Dijo Bola de sebo haciéndose cómplice de mi furia.
-Pero yo yo ..que he hecho yo .yo solo he entrado a tomar algo .y
-Y lo vas a tomar. Dije empujando su nuca hasta mi verga. Coca-cola con leche. Te gustará.
Costó mucho, pero al final me alojé dentro de su boca. Tenía razón en lo de los dientes. Me hacía cosquillas con ellos en el capullo y aquello contribuyó a mi rápido despertar. Milagroso, pues ya había consumido cerca de media botella de wisky.
Mi polla demandaba más. Sentía placer. Me bajé del banco donde estaba sentado y empuje a la Rubia Chanel num. 5 contra la barra. Mis putos zapatos salieron despedidos chocando uno con otro y mis pantalones cayeron hacia el suelo. Con los mismos pies, restregándolos entre sí, me los saqué. Después los calzoncillos siguieron el mismo camino.
-¿Qué va a hacer? ¡Por dios! ¿Qué me va a hacer? Gritaba la Rubia Chanel num. 5.
La tomé por los brazos, ya liberado de mis prendas bajas, y la doblé la espalda hacia delante de tal manera que su cabeza quedó apoyada en el taburete. Su pequeña falda se vio volteada sobre su cintura.
Tenía buena pinta esa Rubia Chanel num. 5. Con mis pies, de una patada, separé sus piernas abriéndolas para dejar una separación considerable entre ambos pies. Ella trataba de moverse. Bola de sebo le sujetaba las manos ante mis indicaciones. Un tirón bastó para romper esas bragas cursis que llevaba puestas. Las liberé de sus piernas y ante mi rostro alcoholizado apareció una vulva depilada cien por cien.
-¡Aja! ¡La rubia se depila el coño! Exclamé.
-A ver. Dijo Bola de sebo.
-Tu quietecita ahí. Sujetando las manos. Y en silencio. Ordené. ¡Sujétala fuerte que no se mueva! ¡Me oyes coja de mierda!
Mi polla tiesa pugnaba por adentrarse en ese coño depilado. La puse una mano en la espalda para sujetarla, y con la otra volqué el vaso de wisky encima de la barra. Planté la palma de mi mano encima del líquido amarillo y luego lo lleve a esa raja prieta que se me ofrecía reacia a ser penetrada. Lubriqué con el wisky su grieta y penetré con un dedo dentro. Estaba caliente. Noté su humedad. Era estrecha. Había follado poco. Se notaba.
Apunté el glande y empujé. Ahondé con trabajo. Con mucho trabajo. La Puta Rubia Chanel num. 5 estaba oxidada. Al fin me hice con ella. Alojado enteramente comencé con movimientos lentos hasta asegurarme de su lubricación. De su boca emergían más y más chillidos. Tuve que poner mi mano en su boca. Sujeta a mi pene por detrás, ya con ella dentro, con una mano en la cabeza y la otra en la boca, la dominé.
Las embestidas eran certeras. La follada prometía. Su coño dilataba por momentos. Hasta se estaba callando y ya no gritaba. Al poco comenzó a gemir. Después sus manos y su cuerpo se relajaron y Bola de sebo aflojó en la presión que hacía para sujetarla.
-¡Ah Rubia Chanel!, ¡Que jodídamente buena estas! ¿Te gusta? ¿Te gusta lo que te hago? ¿Eh? ¿Te gusta como te follo? ¿Te vas a ver capacitada para correrte? ¿O te correré a hostias?
-Siiii. Si la gusta nene. Mira como ya no chilla. Decía Bola de sebo.
-Siiii. Ya lo creo que la gusta. Mi polla lo siente. Y tú Bola de sebo, desnúdate para que te unas a la fiesta. Pero ten cuidado no te vayas a caer con esa pata de palo. Jejejejeje.
Seguí aprentándome contras las nalgas blancas de la Rubia chanel num. 5. El gusto que sentía era increíble. Follaba con fuerza. Con toda la furia acumulada por lo que acababa de vivir en mi casa unas horas antes. Recordaba a la Zorra y al Sr. Polla y eso me daba alas para embestir más fuerte. Con toda la furia de sendas patadas. A la paloma y a la maquina de música. La rubia chanel ya no gritaba. Gemía.
-Ohhhhh Ufffffff .aggggg .hummmm Ohhhhh
-¿Te gusta rubia? ¿Te gusta mi espada? Te voy a partir en dos. Llegarás a casa y tu marido se asustará al ver el roto que te voy a hacer en este puto coño. Te uniré el ano con el coño.
-Ohhhhh .siiiiiiiiiiiiiii hummmm .
Como un resorte, como si algo me hubiera dado un bocado en el capullo, se la saqué de inmediato.
-Ven, siéntate en el taburete. Le dije. ¡Que te sientes coño! Grité ante su tardanza.
Ella se incorporó y su falda cayó tapando su culo. Se dio la vuelta y me miró. El puto gesto de su cara no era de dolor. Era de viciosa. Habían cambiado a la puta zorra Chanel núm. 5. Mi polla y yo nos habíamos encargado de ello. En su cara ahora había tranquilidad. Se sentó como la dije encima del taburete a la vez que se enrollaba ella misma la falda en la cintura. Comenzó a desabrochar los botones de su camisa.
-¡Ah Rubia Chanel! Vas a colaborar. Eso está bien. Quizá me conforme sólo con follarte.
Me situé entre sus piernas y la tomé por los muslos. Su espalda apoyada en el borde de la barra y su culo suspendido en el aire hicieron fácil la penetración. Mi miembro erecto, amigo del alma, y evacuador del alcohol que consumía, se dejó caer de cabeza sobre aquella raja mojada y semiabierta. Con ella dura repasé la puta entrada de su cueva. Ella se sujetaba con ambas manos a los bordes del taburete. Me desabroché la camisa y me la dejé puesta. Sus piernas abrazaban mis caderas. La traje hacia mí un poco y apunté mi capullo amoratado a la entrada de su coño. Pude leer un cartel antes de llamar "Entra ya, te esperaba". Sonreí a la vez que empujaba hacia dentro. Follábamos y nos mirábamos a la cara mientras lo hacíamos. Nos mirábamos con descaro. Con soberbia. Con desafío. Bola de sebo tuvo un gesto de cortesía para con la rubia chanel num. 5 y la levantó el sujetador. Situada a su lado comenzó a frotar su propio clítoris a la vez que veía en primera fila nuestra follada. La rubia chanel num. 5 me ciñó la nuca con sus manos y yo me perdí en el calor que emanaba de aquella vagina. Sus pezones estaban calenturientos. Eran normales. Con aureola pequeña. Su piel blanca hacia que resaltaran más. Un hormigueo corriendo hacia la punta de mi glande me avisaba de lo inminente. Opté por besar aquellos labios que guardaban esos dientes blancos. Necesitaba sentir el calor de la carne de sus labios a la vez que me corría. Eso me daría el impulso vital. Me corría.
-Ahhhhhgggggggg hummmm- ..aggggg
-Ohhhhh .Ohhhhh ..Oh dios mío ..Ohhhhh ay .ay Ufffffff
La rubia también se corría. Me vencí hacia delante y apoyé mi frente entre su cabeza y su hombro hasta que me relajé un poco. Permanecimos quietos. Yo dentro de ella y ella sintiendo mi semen en su interior. Bola de sebo había cesado en sus movimientos. Había dejado de masturbarse. Aquel puto rincón del puto garito cutre me había dado un polvo que me había relajado. Con mi polla dentro de la rubia chanel num. 5 oí a bola de sebo hablar.
-Ahora me follaras ¿no nene?
Giré mi cabeza y la miré.
-¡Ah tú!, Tú. Faltas tú. Ciertamente. Ahora me encargaré de ti perra. Dije saliendo del interior de la rubia chanel num. 5. Mi polla daba asco. Chorreaba de los flujos de ambos.
Ella, desnuda, me miraba con lascivia. Con deseo. La rubia chanel había retomado su coca-cola y daba un trago extasiada por el polvo recibido. Ya no iba a pasar nada. No vendría la policía a detenerme. No decía "por Dios que me va a hacer" Ya sólo se relamía por el pollazo que la había dado. No pensé mucho en ella. Tiempo tendría. La eché una última mirada antes de encargarme de la Puta del bar. Esa rubia era preciosa. Con esa melena dorada. Ese Chanel num. 5. Esos pechos. Esas piernas blancas y blandas. Y ese jodido culo roto por dos agujeros. Me gustaba esa puta rubia. Ya lo creo.
Me dirigí a mi amiga la porra negra.
-Mi querida señora porra, ahora te toca a ti. ¿Estas dispuesta a follar amiga porra? ¿No te oigo? ¿No sé que dices? Dije arrimándomela a la oreja.
Tomé la porra en la mano y me acerqué a Bola de sebo. Me puse frente a ella y baje la punta, la que había mojado de wisky, hasta su vello púbico.
-Abre las piernas sebosa. Dije.
Ella abrió sus piernas. Observé que tenia una más delgada que la otra. Eso era producido por su cojera. No había duda. Yo la hubiera condenado a pasar 100 días haciendo estiramientos con su miembro con el sólo fin de igualar ambas piernas.
La porra husmeó por los alrededores de ese coño viciado y conocedor de mil pollas. La retiré y me la acerqué hasta la nariz. Olía a wisky. No podía ser de otro forma. Volví con ella a la carga. Ahora hubo más suerte. Ella cambió su gesto y contrajo el rostro.
-Siéntate en ese otro taburete. Le dije.
Ella obedeció y se sentó donde la dije. Al lado de la rubia chanel num. 5. Separé sus piernas con la porra. Ella quedaba a mi izquierda. La rubia chanel a mi derecha. Ambas sentadas en sendos taburetes. Con una mano husmeaba en el coño de la rubia chanel num. 5 que fumaba el típico cigarro de después. Con la porra tanteaba el coño de la bola de sebo. Su gordura daba asco. Tres flotadores de distinta medida adornaban su vientre. Ella se tocaba los pechos en un afán por endurecer sus pezones.
-¡Fóllame nene!
La gustaba llamarme nene. Como a la zorra de mi mujer. Miré a la rubia chanel num. 5. Seguía extasiada con el cigarro entre sus dedos. Había recibido una buena follada. Seguro. Su cara continuaba desencajada de placer. Mi rabo lo atestiguaba y podía dar fe ello. Un poco estrecha, si, pero caliente y tierna. Y abrió su boca. Por fin abrió su boca para algo distinto a lo que había echo anteriormente.
-¡Fóllate a esta puta! ¡Fóllatela! ¡Dala unos pollazos a ver si la enderezas!
Me quedé sorprendido del nuevo vocabulario de la rubia chanel num. 5. Ella lo notó pero no dijo nada. Volvió a la carga.
-¡Fóllate a esta puta o lo tendré que hacer yo!
-¿Tuuuu? ¿Tú te vas a follar a bola de sebo? Dije
-La meteré el palo por el culo y se correrá de gusto. Dijo ella. ¡Fóllatela!
-Siiii .fóllame decía bola de sebo.
Miré mi polla, aún dura. Quizá por el alcohol, quizá por la enajenación mental y el estrés que ya sufría, no lo pensé, me arrimé a ella y se la clave hasta el fondo. Unas embestidas. Pocas. Y ella empezó a gemir y a decir que se corría.
-¿Lo ves? Se corre. Ahora métela el palo por el culo. Decía la rubia chanel num. 5
-Si .métemelo por el culo. Dijo ella.
La rubia chanel saltó de su taburete. Su coño blanco y depilado me iluminaba la cara. No olvidaba el buen polvo que acababa de echar en ese cuerpo. Tomó la porra en la mano. La hizo incorporarse y arrimo un extremo del palo a su ano. Y empujó mientras ella se abrazaba a mí con sus 100 kilos de carne. Yo estaba sintiendo los efectos del alcohol consumido. Sudaba. En mi frente aparecían puntitos de gotas pequeñas de sudor. Ella berreaba gritando de placer. Mi pene volvía flojear. La rubia chanel num. 5 tenía cara de vicio entrando y sacando el palo del ano de bola de sebo.
Al cabo de unos minutos, todo acabó. El cuadro era patético. Bola de sebo apoyada con ambas manos en la barra. Desnuda por completo. Con sus piernas separadas. De espaldas a nosotros dos. Yo con mi pene lánguido. Oteando el suelo de nuevo. Sucio y pegajoso. Irritado. La rubia chanel con la camisa abierta, el sujetador en el cuello y su coño depilado. Sujetaba aún el palo violador en la mano. Su expresión era como de poseída. La oír decir algo desde dentro de los 40 grados de alcohol.
-Devuélvele el dinero gorda.
-Si .si está ahí. Dijo señalando tras la barra.
La rubia chanel bordeó la barra y desnuda como estaba entró y tomó el dinero. Se acercó a mí y me lo dio. Lo dejé encima de la barra.
-¡Vistete! Vámonos de aquí. Me dijo la Rubia Chanel num. 5
Me puse los calzoncillos, los pantalones y guardé el dinero ..y noté algo dentro del bolsillo. Lo toqué. Era la puta pipa de calabaza que yo había guardado en el fallecimiento de la puta paloma. Recordé todo en un instante. La rubia chanel num. 5 se recompuso y volvió a darme órdenes.
-¡Vámonos de aquí! Ya.
Me tomó de la mano. Mi cuerpo se balanceaba de un lado a otro. Estaba borracho del todo. No había duda. Descorrió el cerrojo y me sacó del local.
Ya en la calle, como dos almas que acabaran de atracar un banco, nos subimos en un taxi. Miré el reloj. Habían pasado dos horas escasas desde que salí de mi casa. El taxi me mareaba. Cerré mis ojos. Me quede dormido de inmediato, debido al alcohol. Al despertar bueno, al despertar estaba donde menos me imaginaba pero eso es otra historia que os contare en el siguiente capítulo de LA ZORRA, LA PUTA DEL BAR Y LA RUBIA CHANEL NUM. 5
Coronelwinston