¿La zorra de quién? (2)
Relájate, princesa, que vas a volver a ser puta
-No puedo creerlo- ya sonrío, el día me supera.
-¿Te ríes de mí?
-No Leo joder, no me río de ti, sólo que este día está siendo muy rarito.
-Y no me vas a decir que opinas
-Pues nah
-Oh, vamos, no puedes resistirte mucho tiempo y lo sabes -Leo vuelve a hundir la cabeza entre mis piernas y y a mí no me da para más
-Vale vale vale, tú ganas, sal de ahí de una vez, ¡Vicioso de mierda!
-Eh -dice Alma- pues no te creas que le quedaría mal eso en el collar
Leo nos mira mal a ambas. Una cosa es lo que nos guste y otra que no haya confianza entre nosotros, así que se la dejo pasar pero Alma alarga la mano a la fusta y le da una sola pasada.
-Igual te conviene recordar un poco dónde estamos
-Lo siento mi Señora, no lo volveré a hacer.
-Niña, contéstale al pobre que has dicho que ganaba, y yo también me muero de curiosidad.
-Y lo sabías.
-Claro que lo sabía-Alma se ríe, ha preparado esto con intención de volverme loca a mí, acabo de vérselo en la cara
-¿Puedo opinar algo antes?-No sé en qué momento Carlos se había acercado al sofá, pero ahí estaba. Ahora mismo podía no opinar, en lo que a mí respecta creo que el mundo está confabulando en mi contra y éste viene directo a darme un gancho de izquierda
-Dinos
-Hace mucho que no estoy con ella a mis pies y que no siento esa boquita ni la hago retorcerse y nunca he tenido la oportunidad de tutorizar una sesión de un novato
-Y yo hace mucho que no tengo un esclavo abanicándome en la playa mientras bebo un Martini preocupada únicamente por dónde ir a bailar esa noche Carlos, no seas malo, serían muchos cambios en un solo día, y además no estoy de humor.
Carlos se acerca, zalamero. Te veo arrodillado en el suelo, con Alma sujetando firmemente tu collar, ambos pendientes de esta conversación. Ya sabes todo lo que tienes que saber de Carlos, siempre supo despertar en mí un poco de locura, y habíamos estado juntos, de muchas formas, muchas veces.
-¿Sabes lo guay que sería que tu perra aprendiera de una tan morbosa como tú? ¿Qué viera como cumples cuando estás conmigo?
Ahora mismo, lo único "guay" que se me ocurre es que le caiga algo en la cabeza ¿No tendré ya bastante como ara encima lidiar con él? Mierda, como sonríe. Y Alma. Ay, joder, joder, los adoro, pero ahora mismo los odio tanto
Alma tira de tu collar y te lleva a un extremo de la habitación, dejándote atado allí, a una argolla de metal bien escondida tras una cortina.
-¿Cuánto hace que lo estáis planeando? ¿Cuándo lo decidisteis?
-Ssssh -Carlos me pone un dedo en los labios, ¡¡Diosssss!! ¡Se lo mordía!
Ahora es él quien deja a su niña atada, y Alma se inclina a recoger algo que está en el mueble tras el sofá
-Mira lo que tengo para ti
Mi collar. Mierda. El hecho a medida que yo creía en mi casita. Más y más mierda, no quiero ceder, tengo tanto que mantener el control para que a ti no te hagan nada que realmente te moleste, como mantenerlo para no gritar de todo lo que tengo en la cabeza.
-Vamos dejad el jueguecito
Carlos me levanta del sofá, y mirándome directamente a los ojos, baja los tirantes de mi vestido mientras se acerca a dar lo que yo creo que es un beso en mi cuello. Y me vuelvo a equivocar. Me da un mordisco intenso, muy salvaje, y no cesa hasta que me oye gemir de dolor.
-Ése es uno d los sonidos que quería volver a oír
Y a partir de ahí, ya está. Me coloca el collar bien pegado, mi collar negro y verde Alma y él terminan de quitarme la ropa, y acercan hasta poner delante del sofá una mesa pequeña, de las de café, donde me tienden, haciendo caso omiso a mis protestas, y siendo inútil que me retuerza y les amenace. Dejan mis manos atadas a las patas que hay tras mi cabeza, y atan cada una de mis piernas a los lados de la mesa, asi como mis tobillos, dejándome bien en el borde, un acceso cómodo, cómodo; después, Carlos coge mi tanga y enrrollándolo me lo mete en la boca. Veo tu cara de flipe
Alma toma la palabra:
-Bueno, vamos a jugar a un juego. Aquí la niña está agobiada, y se cree que no lo notamos porque no la conocemos, o porque somos idiotas. Y además está agobiada porque nunca hizo una cesión, tiene miedo de lo que te pase a ti te señala-, está preocupada porque no lo disfrutes, o lo disfrutes demasiado y se lo pidas más veces, Leo acaba de provocarle un shock Veamos, es obvio que le hace falta relajarse, y ¿Cómo os quedáis vosotros más relajaditos?
¡Te brillan los ojos, cabrón, te he visto!
-Con permiso
-Sí dime niño, ¿Cómo podemos ayudar a tu Ama?
-Yo me quedo muy relajado después de un orgasmo
Alma sonríe, pero ya con cara de mala, de viciosa, y de perversa. ¡Y de mala persona! O así la veo yo ahora mismo vaya
-Exactamente...-se acerca a vosotros y os desata, dejándoos los collares puestos- Sentaos y disfrutad de la mejor cualidad de esta niña, en lo que a sesiones se refiere. Luego entraréis en juego.
Laura, la niña de Carlos, y tú, os sentáis bastante cortados, ya que no sabéis ni qué hacer ni si hacer algo. Leo va a por unas copas, las acerca a una mesa camilla al lado del sofá, y pide permiso para darme de beber antes de empezar. Al recibirlo, me quita el tanga, coge mi copa, bebe, y con la boca llena viene a besarme y dejar en mi boca mi bebida. Cuando trago, lo miro mal, y antes de poder decirle nada, el vuelve a besarme, sonriendo, y cogiendo entre sus dedos un pezón que empieza a retorcerme hasta que me oye protestar. En ese momento, vuelve a dejarme el tanga en la boca y se separa.
-¿Qué, has disfrutado?- Alma lo mira sonriendo.
-Sólo me he quedado con ganas de empezar, señora
-Olvídate de lo que eres conmigo Leo. Y del protocolo. Dedícate sólo a ella, y considéralo como mi última orden en las próximas horas.
-Hmmm -Carlos- ése último gemido era otro de los que echaba hoy en falta
Escupo el tanga y protesto:
-¿Qué pasa, no tengo nada que decir en esto?
Carlos se me acerca y me pone en la boca una mordaza que ata tras mi cabeza.
-Sólo te lo voy a decir una vez. Como Dom, te comes demasiado la cabeza cuando el niño te importa. Y encima se te han venido más cosas encima. Sabemos cuál es su palabra de seguridad, atenderemos a sus gestos y le dejaremos hablar. Así que olvídalo de una vez, y deja que juguemos contigo. Sabes que cuando te sientes una zorra sólo estás entregada al placer, que nada más te preocupa. Relájate, princesa, que vas a volver a ser puta y no, no tienes nada más que decir. Y Alma, te dije que con el tanga no llegaba, que ésta cuando esta peleona no sabe dónde está el límite.
Nada más decirlo, Carlos alarga la mano hacia la fusta y empieza a recorrer mi vientre. Pero no le pienso dar la satisfacción de oírme más, ni de abandonarme. Ni quiero, ni puedo. Y según lo pienso, mi carita de libro abierto me debe de volver a traicionar.
-Puedes resistirte lo que quieras, cariño-me dice Alma pasando el dorso de los dedos por mi cara-somos 5 contra 1
Carlos, mientras, había seguido dibujando mi cuerpo con la fusta, y acercándose a mi coño, la desplazó entre los labios, acariciando suavemente, hasta de golpe, metérmela con fuerza. Mordiendo la mordaza, apenas me tensé y por supuesto no se oyó nada más.
-No esperaba menos, puta y peleona. Como siempre.
Saca la fusta y después de pasarla por mi piel, marca unas cuantas cruces de lado a lado de mi vientre tan rápido que apenas se veía la fusta se ven rojas sobre mi piel blanca, y escuecen horrores pero sigo prácticamente estática. Te veo con los ojos como platos. Y recuerdo que a ti ya te dolía cualquier cosa algo menos intensa si no era con la mano. Sorpresa ahora tengo aún más razones para no emitir sonido alguno, que veas lo que se disfruta al no dar el gusto de gimotear. Aunque puede que acabes viendo también el placer de conseguir arrancar sonidos a una cabezota.
-Lo mejor de esta zorra-Carlos parecía estar dando una puta clase- es que por orgullo o por vergüenza puede aguantar cosas así bastante bien. La cosa es saber cambiarle el chip -mientras decía eso, se inclinó hacia mí, empezando a masturbarme de forma suave, casi imperceptible, y mirando mi reacción-y ya está mojadita atentos.
Empieza a hacer círculos sobre mi clítoris con tres dedos, de una forma agresiva, bestial, y al poco me tiene retorciéndome en la mesa, intentando cerrar las piernas. Se agacha a pasarme la lengua mientras empieza a taladrarme con fuerza con dos dedos, con total conciencia de que no soy de cristal y no va a romperme por ser tan salvaje, y entonces veo a Leo junto a mi cara.
-Ostras tenías razón, cómo le brillan los ojos, parece que está a punto de llorar
-Tú te llama Carlos- ven aquí a ver cómo usas esa lengua en tu Ama
Sabes que el oral es mi pasión y mi prioridad, que me abandono fácilmente, que le doy importancia y has aprendido a hacerlo de forma que a veces tengo que pararte para no derretirme allí mismo. Te acercas, sumiso, pero veo tu sonrisa, y solo alcanzo a fulminarte con la mirada, hoy será lo que sea pero puedo querer vengarme, recuérdalo
Colocado entre mis piernas, me das un tiempo para respirar tras lo que me ha hecho Carlos. Puede parecer bondadoso, pero sé que realmente lo que haces es esperar a que me calme para que el mérito de lo que pase sea más tuyo que de nadie y empiezas a lamer, morder y chupar de forma deliciosa y, en esos momento para mí, cruel. Alma aprovecha para recordarte que viniste a hacer allí, y te azota con el culo bien expuesto para ella, impidiéndote usar nada que no sea la boca en mí.
-Cuanto mejor lo hagas, menos durará esto -ni que te hicieran falta alicientes aumentas el ritmo pegándote más, de forma que tu aliento me llena y te devuelve mi olor y se me escapa un quejido.
-Ahí estamos vuelve al sofá-Carlos retoma su posición masturbándome con fiereza mientras va mordiéndome cerca de vez en cuando, o pasándome la lengua con ternura, sin bajar el ritmo en ningún momento.
Arqueo la espalda, soy consciente de mis límites y se acercan peligrosamente, me muevo lo que me dejan las cuerdas, aprieto bien la mordaza, cierro los ojos y de repente Leo me levanta la cabeza para sacarme la mordaza, de forma que dejo escapar un jadeo más que evidente, lo cual parece motivar a ambos, de forma que Carlos aumenta el ritmo y Leo se inclina a besarme, lamer mi cuello, mi pecho, morderme ni dos minutos pasan hasta que se me escapa el primer gemido, recibido con una celebración, ya que a partir del primero ya no hay vuelta atrás. He dejado de resistirme, y empiezo a gemir y jadear mientras suplico que se detengan, prometiendo lo que haga falta y sin estar del todo segura de qué digo ni qué oigo. Pero no se detienen, y me muevo de forma que la mesa, y mi integridad, peligran
-Pide permiso antes de correrte, zorra.
-Aaaaaaah poooooooorrrffff favoooooor déééjame
-¿Qué te deje, qué?
-Co cooorrerme
-¿Qué más?
-Eeeeeeh ?!!
-Que si te parece forma de hablarme, puta.
-¡¡Ohhh joder!!
-Recibo una bofetada, no sé de quién.
-Vamos
-Looo sss, sssiientoo seeñoress, leeees pido, aaaaah .les, leees pido que me, que me dejen correrme
-¿Por?
-Poooorque, porque looo necesiito, estoy llegando aaaaaa mi limite y si no aaaah, acabaré ha, haciéééndolo sin peerrmiso
-¿Serías tan zorra de correrte sin permiso? ¿¿¿Tan caliente andas???
-Sííííí mi señor, caaaalentísima y agradecida, y más que lo estaré siiiii me lo permiten
-Muuucho mejor córrete si quieres anda
Pero eso no cambia nada, aunque me corro, ni Leo ha dejado de besarme y jugar conmigo, ni Carlos de masturbarme, y no puedo dejar de gemir, gimotear, suplicar ya apenas hablo, sólo me muero una vez tras otra, hasta que acabo gritando mientras dos lágrimas me resbalan por la cara
-Alucinante.
No sé cuando han parado de torturarme. Ni cuánto tiempo necesité para volver del limbo. Pero abro los ojos y estoy desatada, tendida sobre la mesa, completamente agotada. Efectivamente, me siento mucho mejor.
-De verdad que sí.
Cuando recupero un poco la capacidad de asociar ideas, veo el efecto de mi pequeña tortura. Alma se ha tumbado en el sofá con las piernas abiertas, y mantiene tu cabeza pegada a su coño haciéndole uno de los mejores cunnilingus de su vida (para algo tiene que valer que estés conmigo, ya que no te feminizo ), entre suspiros y jadeos. Tú estás empalmadísimo, aunque realmente no sé si sigue siendo por lo que antes hacía Alma contigo o por mi espectáculo particular. Laura está masturbándose en el sofá con los ojos cerrados y como si en ello le fuera la vida, y Carlos está completamente agotado, sentado en el suelo, con un bulto considerable en los pantalones pero con el brazo demasiado atrofiado como para hacer nada, apoyando su cabeza en mi pierna y la espalda en la mesa y Leo ¿Dónde está Leo?
-La princesa volvió en sí -Leo está radiante, con una erección más que visible, sonriente, encantado, y entrando por la puerta de la cocina.- Ten, bebe anda, que seguro que estás seca
Al acabar de beber, Leo se me acerca y me tiende una mano para levantarme. Me fallan las piernas y hasta me mareo, así que me coge, y me lleva camino de una de las habitaciones.
Alma mantiene tu cara bien pegada, de forma que hasta te cuesta respirar, pero sabes que es porque estás a punto de hacerla acabar, así que, sin asustarte ni apartarte por esa falta de aire, subes el ritmo hasta saborear todos sus jugos mientras oyes como se desmadeja ante ti, como una muñequita rota, la chica que antes era tan durilla.
-Eres un perro maravilloso, ¿Te han enseñado o estoy a lo hacías tú así?
-Lo hacía antes de conocerla, pero no así. A base de ensayo y error, muchas veces me hace estar así, sin manos, hasta que consigo algo. Y con el aguante que tiene, juraré donde haga falta que hasta he tenido agujetas en la lengua
-Hmmmm bueno, dame dos minutos que ahora vuelvo contigo-te dice mientras se gira en el sofá para acurrucarse. Tú bien enseñado, te acomodas y acercas una mano hasta tocarle la cara, para ver si rehúye tu contacto, o, como yo, lo acepta, y después de algo así, incluso lo necesita. No consigues saber si lo necesita, pero gira su cara hacia tu mano para apretarla contra su hombro y darte un beso.
-Enseguida vuelvo contigo tu Ama me hizo prometer que lo pasarías bien, que no lo olvidarías y que iba a cuidar de ti