La zorra de mi oficina 7
Sigo con mis aventurillas, y esta vez involucrando a una vecina.
Bueno, después de un periodo sin relatar nada, retomo mi historia donde la deja, no sin antes agradecer los mensajes que me habéis mandado, realmente veo que os gusta que cuente la historia de mi vida.
La semana siguiente, era evidente que la voz de lo sucedido el viernes se había corrido por el barrio, las mujeres ni me saludaban, y los tíos, solo lo hacían cuando no estaban acompañados por sus esposas.
Pero la confirmación fue el miércoles por la tarde, cuando coincidí con una vecina con la que me llevaba bastante bien y quiso hablar conmigo, e insistió en que la escalera no era el lugar apropiado para lo que me tenia que comentar. Yo, de inmediato supuse que seria por lo que había pasado, y la invite a subir a mi casa. La vi nerviosa, de manera que la invite a un café, y ya sentadas ante la taza, empezó a hablar, de manera entrecortada, y a contarme lo que se comentaba, aunque dando un rodeo, como cortada por lo que intentaba decir, así que le dije que se dejase de rodeos y que fuese clara, que hablase sin tapujos, que éramos amigas y no me enfadaría. Así me contó todo lo que había oído por el barrio mientras yo escuchaba en silencio. Cuando termino, se me quedo mirando como esperando mi reacción.
Pues que quieres que te diga, todo lo que cuentan es verdad, para que voy a negártelo. Le dije. Y eso que no sabes lo que paso el resto de la noche.
Se puso roja como un tomate, y a pesar de que me esperaba que me dijese que estaba loca, o que me echara la bronca, no fue lo que hizo, lo que me dijo me dejo un poco descolocada. Transcribo mas o menos lo que me dijo.
Mira te seré sincera, desde un tiempo a esta parte ya había observado que habías cambiado en tu forma de vestir sobre todo y también en tu manera de comportarte, y no pensé que fuera mentira lo que se comentaba. No quiero que te enfades, no te juzgo por lo que haces, aunque yo seria incapaz de hacer algo así. Pero saber en lo que te has convertido ahora me ha animado a pedirte ayuda para un problema que tengo, y que creo que tu puedes ayudarme.
En este punto se quedó callada y se puso más roja aun de lo que ya estaba, y con un hilillo de voz me dijo:
No se si sabes que últimamente tengo problemas con mi marido, hemos estado a punto de separarnos. Él dice que en la cama no lo satisfago, y que por eso se va de marcha con sus amigos, y que lo que yo no le doy se lo busca por fuera. Hace un par de semanas me dio un ultimátum.
Aquí su voz casi era inaudible. Mi marido me dijo que si no aceptaba participar en un trío con otra mujer para que aprendiese lo que es follar de verdad, se iría de casa. Y cuando se ha enterado de lo que hiciste el viernes me ha dicho que tendría que aprender de ti, que una mujer así es lo que le gustaría tener como esposa, y que lo que le gustaría es que yo me vistiese como tu y que fuese igual de puta.
He pensado que tu podrías enseñarme a vestirme así, y acompañarme cuando saliera con él, y que ese trío lo podía hacer contigo.
Después de decir esto, se tapo la cara con las manos y se puso a llorar. Me quede sin saber que hacer ni que decir. Solo la abrace e intente consolarla un poco, hasta que conseguí que dejara de llorar.
Cuando se calmo un poco le dije que contase conmigo para lo que quisiese, y que estaba dispuesta a ayudarla en todo. Ella siguió diciéndome que le daba mucha vergüenza, sobre todo por mi marido, y que nunca había estado con otro hombre que no fuese su marido, ni mucho menos con otra mujer, que su marido le había insinuado que quería que hiciese "cosas" con esa mujer que participaría en el trío. Evidentemente le dije que ni por parte de mi marido ni por el mío habría problema, y le conté por encima todo lo que había cambiado mi vida en los últimos tiempos, y que estaba dispuesta a ayudarla.
Le pregunte acerca de los planes que tenia su marido, y me dijo que quería que se vistiese como una puta, para salir con ella y la otra chica a tomar algo y exhibirlas a las dos, y después, ir a su casa a follar.
Por un momento estuve tentada de besarla, pero me contuve, no quise aprovecharme de la situación, pero el plan que me proponía me gustaba, y me estaba poniendo cachonda, en ese momento la tenia emocionalmente rota, y hubiera podido hacer con ella lo que me hubiese dado la gana. Pero me contuve.
Lo que sí hice fue hacerla hablarme de su vida marital, y la verdad, quizás su marido se había equivocado en las formas, pero casi tenia razón.
En la cama, el misionero y absolutamente nada mas, y siempre a oscuras. Nada de sexo anal, oral, ni juegos de ningún tipo, nunca se había masturbado, y a su marido en contadas ocasiones se lo había hecho, y siempre a regañadientes.
Un desperdicio de mujer en el aspecto sexual. Marina era una mujer de mi edad, un par de años menos, rubia, guapa, con un buen cuerpo. Las tétas un poco caídas, pero grandes, aunque sin pasarse, bonitas piernas y un culo respingón bastante mono. Realmente una mujer apetecible para cualquier hombre, pero su manera de vestir dejaba mucho que desear para atraer a los hombres, aunque tenia una buena base, eso sí. Y una cosa quiero dejar clara, estaba enamorada de su marido hasta las trancas, y me consta que él la adoraba, pero un tío fogoso, con semejante mojigata en la cama, pues acaba por hartarse.
Le dije que se lo contaría a mi marido, y que de momento no le dijese nada al suyo, que al día siguiente después de comer, aprovechando que su marido estaría trabajando, que viniese a casa y que le probaría ropa mía para ver que tal le quedaba, y así se iría acostumbrando a vestirse de otra manera.
Cuando mi marido regresó a casa, después de marcharse ella, se lo conté todo, y le encanto la idea. También hablamos de los comentarios por el barrio acerca de nosotros, y me dijo que no le extrañaba, que las sonrisas de los vecinos al cruzarse con él, eran un signo evidente de que, los que no habían visto lo que pasó esa noche estaban enterados. También me dijo que el día que saliera con los vecinos, él me seguiría para no perderse detalle, y, según me dijo, Marina le había puesto siempre, y que estaba seguro que debajo de ese vestuario de monja había una mujer de bandera.
Y tenia razón, cuando al día siguiente, Marina vino a casa a probarse mi ropa, lo hizo con una bata de andar por casa y cuando después de tomarnos un café para aliviar un poco la tensión que la situación le provocaba, le dije que se la quitara, vi que debajo llevaba un conjunto de ropa interior de algodón de color carne, por dios, que cosa más cutre. Me esperaba una tarea de lo mas dura.
Una vez en mi habitación, lo primero que hice fue sacar algunos conjuntitos de ropa interior sexy, y le dije que se cambiase. Ella hizo ademán de entrar al cuarto de baño. Tuve que decirle que no lo hiciera, que el quedarse desnuda delante de otra persona, de mí en este caso, era la primera lección.
Se volvió a poner roja como un tomate, y una vez desnuda, no sabia que hacer con los brazos, un par de veces estuvo a punto de cubrirse los pechos y la entrepierna, pero al final no lo hizo. Buena señal.
En ese momento me di cuenta de que Marina realmente valía bastante como mujer, incluso sentí un picotazo de celos al ver su cuerpo, mejor que el mío, con diferencia.
Otra cosa de la que me di cuenta era que no debía haberse arreglado el pubis en la vida, joder, menuda mata de pelo. Ya sé que a muchos tíos les pone eso, pero es antiestético, y a la mayoría de los hombres les gusta mas un chochito depilado, o por lo menos bien arreglado. Cuando le pregunte si alguna vez se lo había arreglado me respondió
No, eso es de..... y se callo, sin terminar la frase.
¿De putas? Le pregunte, y por su gesto vi que eso era lo que fue a decir, pero que se corto.
No te cortes, Marina, di siempre lo que se te venga a la cabeza, no me voy a sentir insultada ni me voy a enfadar por lo que pienses, se que esto va a ser duro para ti, y si encima tienes que estar reprimiéndote lo que piensas, va a ser mas duro, somos amigas, y no me voy a sentir ofendida por nada. Y en cuanto a que es de putas, de eso nada, la mayoría de las mujeres nos lo arreglamos, y muchas mas de las que piensas se lo depilan por completo. Mira el mío, lo tengo depilado. Me hice hace poco una depilación definitiva por láser.
Yo levaba puesta una camiseta y un pantalón corto sin ropa interior, y cuando me lo baje y le enseñe mi sexo, se lo quedo mirando con cara de boba, y se rió un poco nerviosa.
Si pareces una niña pequeña. ¿Tu estas segura que llevar eso así les gusta a los tíos? ¿Y dices que es definitivo? Vamos, ¿qué no te volverá a crecer pelo?
Así es, pero en tu caso, con afeitarlo seria suficiente, o por lo menos recortártelo y arreglarlo un poco, eso parece una selva.
Marina se quedo pensativa, y añadió que esa noche se lo haría, pero que tenia que explicarle como debía hacerlo.
Uf, si no lo has hecho nunca es casi más fácil que te lo haga yo, no vaya a ser que te cortes, no es peligroso, no pongas esa cara, pero tiene su truco para hacerlo bien, y además no es demasiado cómodo hacérselo una misma. Y cogiéndola de la mano la lleve a nuestro cuarto de baño. La senté en un taburete al lado del bidet, y lo primero cogí una tijera y le quite el exceso de pelo que tenia. Que barbaridad, era increíble la cantidad de pelo que tenia allí, toda una maraña de vello ensortijado y enredado que le cubría toda la entrepierna e incluso una parte de los muslos. Cuando se lo deje cortito, con la maquinilla eléctrica de mi marido se lo perfile y lo iguale, dejándoselo cortito, como de medio centímetro. Ahora aquello tenia otro aspecto, y me puse a enjabonárselo, y cogí la cuchilla.
Creo que lo mejor será dejarte en el pubis un triangulito de pelo, y el resto afeitártelo entero, la zona de las ingles, el perineo, los alrededores del ano, y por supuesto la zona de los labios, al final quedaras solo con ese triangulito en el pubis, desde el inicio de la raja hacia arriba.
Ella me miraba como si le acabase de decir que le iba a amputar una pierna, tenia una cara de miedo increíble.
No te preocupes, lo he hecho un montón de veces, no pasa nada. Hija, parece que nunca lo has tocado, ¿cómo haces cuando te pones bañador? Se te tiene que salir la pelambrera por todos lados.
Bueno, con los bañadores se me salía un poco por las ingles, pero nunca se me ha ocurrido recortarlo. Desde luego no me extrañaba, una vez coincidimos en la piscina, y llevaba un bañador que parecía de los años sesenta.
Cuando empecé con la cuchilla, procuraba no tocarla, para no asustarla, aunque por lo que me contó de los planes de su marido, se tendría que acostumbrar a sentir mis manos en su coño, pero de entrada me pareció ir demasiado rápida si la sobaba.
Primero le afeite la zona del pubis, las ingles, y seguí con los alrededores del ojete y el perineo. Y aunque seguía un poco asustada y avergonzada, me di cuenta de que no le estaba resultando desagradable. Creo que cualquier mujer que se lo haya hecho reconocerá que el sentir la cuchilla afeitando esas zonas no es precisamente desagradable, mas bien al contrario, no conozco a ninguna que no diga que se excita al hacerlo. Y mi amiga Marina desde luego no era una excepción. Podía sentir su respiración un poco agitada, y estaba con os ojos cerrados y la cabeza echada hacia atrás apoyada en la pared. Y cuando empecé con la zona de los labios me di cuenta de que estaba claramente excitada. Estaba empezando a humedecerse, y el clítoris empezó a asomarse fuera de su capuchón, pero a pesar de que lo que me pedía el cuerpo era acariciarla y comerle el coño, me contuve, y solo la tocaba lo justo para poder afeitarla.
Cuando termine, la enjuague con agua, y le di una crema hidratante. En este punto, si la sobe un poco, y desde luego su cuerpo respondía a estos tocamientos, casi me dio la impresión de que iba a tener un orgasmo, así que no seguí, quise dejarla caliente.
Cuando se vio en el espejo, solo hacia mirar su coño con cara de asombro. Realmente lo tenia muy bonito, con los labios pequeños y no muy abultados, casi parecía el sexo de una adolescente. Ella me miró y me dijo que le enseñara el mío. Esta vez me saque el pantaloncito por completo, y allí estábamos las dos, de pie frente al espejo mirándonos el coño.
No me gusta así, creo que me gusta mas como lo tienes tu.
Me sorprendió esa respuesta, pensé que para ella seria un choque verse con el coño afeitado, y que era algo que había aceptado, no que le gustase. Se lo termine de afeitar, dejándola completamente depilada, y cuando vio su imagen reflejada en el espejo, se puso a pasarse las yemas de los dedos por la piel, ahora suave, de su monte de venus, y poco a poco fue bajando los dedos, acariciándose los labios y las ingles. Por un momento pensé incluso que se haría una pajilla, algo que según me contó el día antes, nunca había hecho, pero no, paro sus toqueteos.
Me gusta, algunas veces he visto tías así en las playas esas guarras donde a veces me lleva mi marido, pero nunca pensé que yo me vería como ellas. Siempre había pensado que eran unas golfas andando en pelotas por la playa con el coño sin pelo delante de todo el mundo. Pero verme con el chichi así, me gusta.
Vaya con Marina, pensé, a ver si va a resultar que en el fondo es una guarrilla. ¿Te atreverías ahora a hacer tú lo mismo en la playa?
Abrió los ojos como platos y me dijo: no, por dios, como voy a estar desnuda en la playa delante de la gente, que vergüenza.
Si, claro, pensé yo, pues por lo que me has contado que quiere tu maridito de ti, me parece que te vas a tener que acostumbrar a partir de ahora.
Cuando pasamos al dormitorio, la vi andando desnuda delante de mí, y me pareció verla más segura, no tan tímida ni tan cortada como al principio.
La verdad es que al principio no tenia muy claro que ropa sacar para que se probase. En cuanto a faldas, evidentemente minis, y las mías, le quedarían bien, ya que teníamos la misma talla, quizás ella un poco mas alta, pero le valdrían. Pero en el resto, ella tenia más pecho que yo, mis cosas le quedarían bastante apretadas. Bueno, si no encontraba nada, siempre podríamos ir a comprar algo.
Cuando abrí el armario, le pregunte si su marido le había dicho algo acerca de la ropa que quería que usara.
No sé, quiere que me vista como tu, como de puta.
Su frase me hizo gracia, ya no estaba tan cortada en su manera de hablar.
Bueno, si, pero yo no siempre me visto igual, se puede decir que hay varios niveles de puterio, algo como lo que llevaba la otra noche, creo que seria demasiado para empezar, aunque tu marido estaría contento con algo así, pero me parece demasiado fuerte para la primera vez.
Empecé por sacar una mini vaquera muy cortita y con el bajo deshilachado, realmente le quedaba muy bien, no era demasiado provocativo, a pesar de que se le veían los muslos casi hasta las ingles, y por detrás tenia los cachetes del culo un poco al aire, pero si no se sentaba, quedaría provocativa, pero sin ser demasiado fuerte. Eso sí, sentada no había manera de evitar que se le viese el coño. Para que no quedase raro verse solo vestida con falda, se puso un top negro mío, que le quedaba bien, aunque era bastante normalito, nada apropiado para exhibirse. A mí me pareció un poco ligh la falda, no creo que eso fuera lo que su marido querría, pero para empezar podía valer, sobre todo con algún top semitransparente o una blusita o algo por el estilo.
Evidentemente a Marina le pareció un verdadero escándalo cuando se vio en el espejo, y eso que estaba de pie. Cuando le dije que se sentase a ver como le quedaba, casi se desmaya, efectivamente, se le veía el coño, sin que nada que hiciese pudiera evitarlo. Y empezó a decir que con eso no podía salir a la calle, y demás.
Yo intente convencerla, y le dije que esa prenda era de lo más suave que tenia.
Mira, podemos hacer una cosa, vamos a seguir probándote mi ropa, pero con ninguna vas a estar mas suave que con esta. Si te parece te puedo sacar una foto, la imprimimos con el ordenador y se la ensañas a tu marido, cuando te vea así, seguro que acepta la faldita, porque ya te digo que el resto va a ser demasiado fuerte, y para empezar, esta la veo bien.
La hice sentarse en el sofá y cruzar las piernas, de manera que tenia todo su coñito pelón a la vista.
Y como la foto no la borre, la he cortado para que no se le vea la cara y la voy a incluir en el relato. Esta es Marina con mi faldita.
Como podeís ver, una imagen realmente provocativa, y en la que podeís apreciar lo que decía de los labios de su coño, y como le quedo afeitadito, para comérselo, desde luego.
Seguimos con la prueba de la ropa, pero ya tenia decidido que se pondría para acompañar la falda, una blusa negra, lo suficientemente transparente para que, si se la ponía sin sujetador se le viesen los pezones con la suficiente claridad, pero cuando sé la probo, no le hizo demasiada gracia llevar las tétas totalmente desnudas a la vista, así que saque un sujetador de encaje negro, de los de media copa, le quedaba bastante justo, ya que como he dicho ella tenia mas pecho que yo, de manera que se los juntaba y se los subía bastante, y como encima, al ser de tipo bacón, la mitad de las aureolas se le veían asomando fuera de la copa. Realmente, con la blusa quedaba tremendamente erótico, pero ella se sintió un poco mejor con el sujetador, aunque casi era más provocativo que si hubiese ido con las tétas sueltas bajo la blusa, pero bueno, supongo que sicológicamente se encontraba como más vestida con la prenda.
A pesar de haber decidido que seria esa ropa la que llevaría cuando saliéramos con su marido, no se lo dije, y seguí sacando otras prendas. Me estaba poniendo realmente caliente viendo a mi vecina desnuda ante mí, y no iba a desaprovechar la ocasión de recrearme con la visión de su cuerpo con mi ropa, de manera que seguimos probando diversas prendas, a cual más cañera. Mis vestiditos de licra, al ser ella un poco mas ancha de caderas y mas alta que yo, le quedaban de escándalo, ceñidos como una segunda piel, con las tétas marcándose y los pezones que casi traspasaban la tela, y a poco que se movía, se le subían, dejándole al aire el culo y el coño. Las minis, lo mismo, le quedaban mas cortas que a mí, y que decir de las blusas, esas tétas con las transparencias eran demoledoras, casi estaba mejor que yo con mi ropa.
Tanto trasiego de ropa, hizo que estuviese mas animada, ya se portaba casi sin ninguna vergüenza estando desnuda delante de mí, y el hecho de ver su cuerpo con aquélla ropa "de puta" como ella la calificaba, evidentemente la estaba poniendo a tono, algo apreciable por la dureza de sus pezones, y es que, por muy mojigata que fuese, no dejaba de ser una mujer, no un cubito de hielo.
Yo seguía con mi camiseta y el pantaloncito, y Marina, en un descanso que hicimos para tomarnos otro café, me dijo que quería pedirme otro favor, que si me podía poner la ropa que llevaba el día que hice las cosas que comentaban por el barrio, que se la habían descrito, pero que no se imaginaba como estaba.
De acuerdo, no es problema, espérate aquí y ahora salgo con ella puesta, así me veras vestida como una verdadera puta. Quien sabe, lo mismo te animas y te la pones tu.
Me marche al dormitorio y me vestí con lo mismo que tenia puesto el viernes anterior, me puse de nuevo las medias negras de red, las botas altas acharoladas, la mini, dejándola un poco subida, con el culo y el coño al aire, y el top de rejilla, con los pezones asomando por los agujeros que formaba la red. También me maquille igual que lo había hecho esa noche.
Cuando salí y Marina me vio, se quedo pasmada, con la boca abierta.
¿Qué te parece? De puta total, ¿verdad?
Pero por dio, ¿de verdad te atreviste a salir así a la calle? Y encima aquí en el barrio, con los vecinos viéndolo.
Pues claro, y con mi marido acompañándome al coche de mi amante. ¿No ten han contado como le mame la poya a mi marido en la calle antes de irme con el otro?
Si, pero pensé que eran exageraciones. Nunca pensé que serias capaz de algo así.
Y lo que paso esa noche no lo sabes. Le conté lo que hice con mi jefe, y no salía de su asombro.
Me parece increíble, debe ser tremendamente morboso andar por la calle desnuda, solo con las medias y las botas esas.
Bueno, no era la primera vez, ya lo hice una vez de día desnuda por completo por el parque.
En ese momento ella estaba vestida únicamente con una mini de licra celeste casi transparente, y un top negro totalmente transparente, y tuve una idea.
Ven, acompáñame, vamos a salir a la escalera y bajamos a la planta baja así vestidas.
Estas loca, así no puedo salir de aquí, me verían los vecinos. No, no, no, no puedo hacer eso.
¿Cómo que no? A esta hora no habrá nadie en la escalera, no te verán, y de todas maneras cuando salgamos con tu marido va a exhibirte, ahora estas bastante relajada, así que mejor hacerlo ahora y romper el miedo estando conmigo, además, no nos va a ver nadie, esto ya lo he hecho jugando con mi marido, he salido a la escalera desnuda y he llegado a la planta baja sin que me viese nadie, incluso hemos follado en el descansillo. Ya veras que morbo bajar así vestida. Te aseguro que se te quitaran todos los miedos y cuando salgas con tu marido estarás tranquila y relajada.
A regañadientes aceptó, aunque muy nerviosa, algo normal. Era cierto que a esa hora difícilmente nos pillaría algún vecino, pero el riesgo existía, y eso era lo más morboso de la situación, no el hecho de bajar a la entrada del edificio así vestidas, sino el peligro de que nos pillasen. A mí, la verdad, me importaba bien poco que alguien me viese, pero si nos pillaban acompañándome ella vestida de aquella manera, después de lo que paso el viernes noche, los comentarios por el barrio serian algo digno de escuchar.
Así que tras echar un vistazo a través de la mirilla para cerciorarme que no había nadie en mi planta, abrí la puerta despacio, con Marina casi escondida detrás de mí, y me asome a la escalera, nadie, así que cogí de la mano a mi vecina, para que no se echase atrás, y empezamos a bajar. Mi casa estaba en la séptima planta, la ultima del edificio, y comenzamos a bajar las escaleras despacio, y procurando no hacer ruido, algo difícil, ya que aunque Marina llevaba unos zapatos bajos, mis botas de puta, tenían unos taconazos de vértigo, y al estar todo en silencio, se podía oír el repiqueteo de mis pasos.
Al llegar a la quinta planta, empuje un poco a Marina, y le dije que bajase ella delante, que quería verla mientras lo hacia. Realmente morboso el espectáculo de mi vecina con aquella ropita bajando las escaleras. La mini de licra se le subía, y ella, supongo que por el nerviosismo de la situación, no se la subía, de manera que la estaba viendo andando delante de mí con su culo desnudo, y cada vez que giraba en un descansillo, podía ver sus tétas moviéndose libres bajo la transparencia del top. Debía estar cachonda, a pesar de todo, ya que los pezones los tenia tiesos y totalmente marcados en el top. De buena gana le hubiera metido mano allí mismo, pero me contuve, tampoco quería que se asustara por actuar con prisas, ya tendría tiempo de comerle esos pezones mas adelante.
De esta manera, sin toparnos con nadie, llegamos a la planta baja, mi primera intención era subir de nuevo a mi casa, pero decidí dar un poco mas de morbo al asunto y ver que tal lo aceptaba ella, así que la volví a tomar de la mano, y andando por el zaguán nos acercamos de entrada. Al tenerla de la mano, note que estaba reticente, ya que ofrecía un poco de resistencia a cercarse a la puerta, pero a pesar de todo se dejo llevar.
Evidentemente mi intención no era salir a la calle, pero si abrir la puerta y asomarnos, quizás con un poco de suerte algún transeúnte nos vería, o, porque no, algún vecino del edificio de enfrente.
La puerta es de cristales de espejo por fuera, de manera que podíamos ver si había alguien fuera sin que nos vieran a nosotros, y tras comprobar que no había nadie, la abrí, lo hice despacio, con Marina a mi lado, y me quede quieta, a ver como reaccionaba. Ella no decía nada, pero a través de su mano sentía como estaba temblando. Yo asome la cabeza, y vi que no había nadie en la acera, y con paso decidido salí, casi arrastrando a mi vecina conmigo. Solo llegamos como a dos metros de la puerta, y al ver su cara de casi terror, di la vuelta y volvimos a entrar.
No creo que nadie nos viese, desde luego si fue así, nunca oímos comentar nada al respecto.
Ya en el interior del edificio, la mire a la cara, estaba roja, y su respiración era agitada, y no me pude aguantar mas, acerque mi cara a la suya y le di un beso en los labios. Ella se sorprendió, pero no me rechazo, así que intente introducir mi lengua en su boca, y para mi sorpresa, abrió la suya, y aunque sin tomar la iniciativa, correspondió a mi beso.
Hubiera dado cualquier cosa por que en ese momento nos hubiera visto algún vecino, lo que no sucedió. Durante un buen rato estuvimos morreándonos, hasta que decidí no forzar la situación, y le dije que subiera delante de mí hasta mi casa. Menudo espectáculo estaba dándome, con la mini subida casi hasta las caderas dejando su culazo desnudo.
Ella empezó a subir rápida, de manera que le tuve que decir que aflojara el ritmo y disfrutara de lo que estaba haciendo, que subiera mas despacio, y que lo hiciera de manera sensual, que se contonease un poco y moviese el culo como una putita.
Y me hizo caso, llegamos a mi casa con ella delante de mí andando como una gatita en celo mostrándose ante un grupo de gatos. Me estaba calentando de una manera increíble. Y evidentemente, ella también debía estar bastante cachonda, ya que de no haber sido así, no habría dejado atrás la mujer anodina que se había presentado en mi casa, para convertirse en la seductora hembra que tenia delante.
Cuando entramos, tras cerrar la puerta, se giro y se quedo de cara a mí, sin decir nada, pero evidentemente expectante y receptiva, y me volví a acercar a ella, abrazándola y besándola de nuevo. Y esta vez, no solo acepto mi beso, sino que tomo la iniciativa en el mismo, ahora era ella la que me besaba de una manera un poco torpe, pero evidentemente apasionada.
Lo que paso a continuación lo contare mas adelante.