La zorra de mi oficina 3
Continuo con mis aventuras
En primer lugar, dar las gracias a todos por lo bien que han sido aceptados mis dos relatos anteriores, y las buenas criticas recibidas, de manera que seguiré relatando los retazos de mi vida que más pueden interesar, y que a mí personalmente más me han gustado de todo lo que he ido haciendo en los últimos años.
Como dije, mas o menos de pasada en el relato inicial, mi jefe me obligó a depilarme definitivamente el sexo y a ponerme un piercing en los pezones. Eso me lo dijo una mañana del mes de abril, justo antes de Semana Santa. Por cierto, otro día contare lo que hicimos durante esa semana, algo realmente morboso.
Mi jefe me comentó que ya que estaba llegando el buen tiempo, algún fin de semana lo acompañaría a la playa a exhibirme, añadiendo que para eso debería estar completamente depilada, sin rastro alguno de vello por ningún lado. Yo le comente que ya me afeitaba regularmente, pero él dijo que así no le gustaba demasiado, que cuando empezaba a crecer le raspaba, y que iba a ponerle una solución a ese problema, y que de momento me lo dejara crecer algún tiempo.
Yo, al oír sus palabras pensé en algún tipo de crema o liquido para eliminarlo, pero a los diez días o así, ya con el vello crecido, una mañana, al llegar al trabajo, él no estaba, y uno de mis compañeros me paso una nota manuscrita de mi jefe con una dirección, que me resultaba familiar, aunque no conseguía recordar de que. Debía ir allí nada mas llegar, y preguntar por Adela, que ella ya sabia a lo que iba.
Mi compañero, ya a esas alturas, al tanto de la relación, digamos especial, que mantenía con nuestro jefe, me pregunto por el significado de la nota, pero la verdad, es que ni yo misma sabia de que podía ir la cosa, así que tras desayunar en el bar de abajo, me marche a la dirección que indicaba la nota.
Cuando llegue, resulto ser el mismo gabinete de estética al que me mando la otra vez, de eso me resultaba conocida la dirección, y Adela era la chica que me depilo la primera vez.
Cuando me vio entrar, me reconoció inmediatamente, y sin dar ninguna explicación, me hizo pasar a una habitación, cerrando la puerta tras ella, me dio una batita corta y me dijo que me desnudara y que dejara mi ropa sobre una silla que había en un rincón.
A mí me extraño que no hubiera ningún sitio habilitado para que las clientas se desnudaran, aunque fuera solo un biombo o algo así, y se lo comente, y su respuesta no me hizo demasiada gracia, no la vi normal en una relación laboral con una clienta, incluso tuteándome.
Pues no, la maquina esta recién instalada y aun no hemos terminado de montar esta parte del gabinete, de todas formas a la vista de la ropa que usas no creo que te importe mucho hacerlo aquí mismo. Ya he notado que vas sin sujetador, y seguro que tampoco traes bragas debajo de esa faldita, se te ven los cachetes del culo.
La verdad es que era cierto todo lo que dijo, no me daba reparo desnudarme delante de ella, y mis pechos era evidente que los llevaba libres de sujetador bajo el top ceñido que llevaba. Pero desde luego, no pensé que la mini tableada que me había puesto mostrase tanto, pero cuando me gire y me mire en el espejo que había adosado a una de las paredes, mientras daba unos pasos, lo comprobé, efectivamente se podía ver el inicio del culo al andar. Bueno, nada a lo que no me hubiese casi acostumbrado ya.
Cuando tras desnudarme y quedarme desnuda ante ella le pregunte que iba a hacerme, me explico lo de la depilación por láser. Yo no tenia ni idea de que eso existiese, y me explico acerca del tema, respondiendo a todas mis preguntas con la misma familiaridad que había mostrado hasta ese momento, por ejemplo, no usó las palabras pubis, o sexo, lo hizo en todo momento refiriéndose a mi coño.
Así me entere que era algo nuevo en depilación, con muy pocos sitios donde lo aplicasen, y carísimo, pero que por eso no me preocupase, que mi jefe se encargaba del tema económico. También que el proceso duraría algunos meses, y que por ordenes de mi jefe, me aplicarían las sesiones cada dos días para terminar en el menor tiempo posible, siempre a esa misma hora, que no me resultaría doloroso, aunque sí bastante molesto, y que los resultados serian definitivos, es decir, cuando terminase el proceso, estaría totalmente depilada para siempre.
Así que Adela comenzó con las sesiones, y aunque no le pregunte nunca, pienso que conocía a mi jefe, y debía estar al tanto de mi relación con él, ya que la forma de hablarme, y algunos comentarios que hizo acerca de lo que le iba a gustar a mi jefe el resultado final daban a entender eso.
Así estuve algo mas de dos meses, un tiempo record, según me dijo, pero al parecer mi jefe quería resultados de cara al verano.
La única cosa que no me gusto al principio, era que Adela se tomaba demasiadas libertades mientras hacia su trabajo, llegando demasiado lejos en sus tocamientos mientras me aplicaba el tratamiento. Pero cuando se lo dije a mi jefe, me dijo que Adela tenia libertad para hacer lo que quisiese conmigo, y que yo la dejase hacer sin protestar.
La chica, conforme avanzaba con el proceso, noto que no yo hacia nada cuando me rozaba el sexo, y poco a poco se envalentono, yendo cada vez mas lejos con sus manos. A mí, no me gustaban lo mas mínimo esas libertades, pero como si la situación en la que me encontraba no fuese lo suficientemente morbosa, esas caricias empezaron a gustarme, y ella lo se dio cuenta, por lo que una mañana, al terminar, me dijo que parecía que tenia la piel un poco enrojecida, y que me iba a dar una crema.
Yo vi como se quito los guantes de látex que usaba siempre, y tras embadurnarse las manos con la crema, empezó a extenderla por mi entrepierna, al principio de forma mas o menos profesional, a pesar de no usar guantes, como hubiera sido lo lógico.
Pero conforme me daba el masaje, notó como me estaba calentando, y ese masaje cambió y se convirtió en caricias descaradas. Yo, mientras, estaba con los ojos cerrados y mis brazos apoyados por encima de mi cabeza, dejándome llevar por las sensaciones que esas manos femeninas me producían. Sensaciones que cada vez me gustaban mas, sintiendo como sus dedos acariciaban suavemente mis labios vaginales y rozaban mi clítoris, llevándome poco a poco a una situación de la que no quería salir. Nunca había estado con otra mujer, y nunca se me había pasado por la cabeza hacerlo, pero lo que me estaba haciendo Adela, no podía evitarlo, me estaba gustando a rabiar.
Mientras no dejaba de acariciarme, note su mano izquierda subiendo por mi cuerpo hasta llegar a mis pechos, sin ningún impedimento, ya que para el tratamiento me quedaba totalmente desnuda sobre la camilla. Esa mano sobre mis pechos hizo que se incrementara aun más mi calentura, rozándome levemente los pezones trazando círculos alrededor de ellos y pellizcándomelos brevemente, mientras que con la otra hacia lo mismo con mi clítoris, totalmente fuera de su capuchón a esas alturas, y pasando a rozar con la uña la entrada de mi vagina con movimientos circulares a su alrededor.
Las sensaciones que sus caricias me daban no las había sentido antes nunca con ningún hombre. Que verdad era lo que había escuchado alguna vez que nada mejor que una mujer para dar placer a otra mujer.
En un momento dado, sus dedos apretaron uno de mis pezones, mientras un dedo entraba profundamente en mi vagina, haciéndome soltar un pequeño grito, para a continuación sentir su lengua presionándome justo en el clítoris, sentir su aliento sobre mi sensibilizado botoncito mientras me follaba con un par de dedos, y a la vez retorcía suavemente uno de mis pezones, me hizo reventar en uno de los orgasmos mas placenteros de mi vida, dejándome casi al borde del desmayo. Fue algo indescriptible y que no he vuelto a sentir nunca con esa intensidad.
Antes de poder recuperarme, sentí unos labios rozando los míos, y abrí la boca, jugando con esos labios y esa lengua, sin importarme absolutamente nada que perteneciesen a una mujer.
Cuando abrí los ojos, vi a Adela, con los suyos cerrados, besándome. Me gusto ver como lo hacia.
Cuando se incorporo me di cuenta que llevaba la bata de trabajo desabotonada completamente, y como estaba desnuda bajo ella, esa era su única prenda, y lo que vi, no me desagradó para nada. Nunca me había fijado en un cuerpo femenino, nunca de una manera sexual desde luego, y me sorprendí a mi misma, me gusto verla desnuda, y me gusto su cuerpo, y alargue mi mano hasta acariciarle los pechos.
A diferencia de los míos, demasiado pequeños para mi gusto, los suyos eran grandes, pero firmes, de hecho, yo ni siquiera me había dado cuenta que bajo la bata llevaba los pechos sin sujetador. La aureola y el pezón en cambio si eran mas o menos como los míos, una aureola grande y abultada, y un pezón gordo y duro.
Durante un rato acaricie esos pechos, disfrutando mientras lo hacia, hasta que ella apartó mi mano con suavidad, y me dijo que de momento ya estaba bien, que se había hecho tarde, y que me vistiera.
En el trayecto hasta la oficina, y durante el resto de la mañana, estuve como en una nube, nunca pensé que con una mujer iba a disfrutar de esa manera, y estaba hecha un mar de dudas, por una parte, quería volver a repetir la experiencia, pero por otra, me daba reparo, ya era mi vida bastante complicada en cuestión de sexo como para encima andar iniciándome en una relación lésbica.
Poco antes de la hora de salida, mi jefe me llamó al despacho, normalmente los días que tenia tratamiento, no me hacia nada, y pensé que andaría caliente y querría que le hiciese una mamada. El se limitó a decirme que le enseñase el coño para ver como avanzaba el tema, y tras un rato acariciándomelo, me hizo hacerle una mamada, como yo ya había supuesto.
Estando en plena faena, me preguntó si no tenia nada que contarle, la verdad es que no pensé en ese momento en lo que había hecho con Adela, y le respondí que no.
Entonces me preguntó si me había gustado que una mujer me comiese el coño. Me quede pasmada, mi jefe sabía lo de Adela, ¿cómo? Inmediatamente deje de mamarsela y me quede mirando, supongo que con cara de idiota, porque se empezó a reírse, y me dijo que ya lo sabia, que todo era por ordenes suyas.
Cuando intente averiguar algo y empecé a preguntarle, me paro en seco y me indicó que siguiera con el trabajito, y me dijo que Adela tenia ordenes suyas de hacerme lo mismo todos los días que quedaban de tratamiento, y que yo solo tenia que dejarme hacer, que no se me ocurriera participar activamente, y mucho menos tocarla a ella como había intentado hacer. Y que de ninguna manera me atreviese a preguntarle a ella nada de nada, que tenia órdenes, no solo de no responderme, sino de comunicárselo a él si lo intentaba, y que no le iba a gustar eso.
Esa noche, en casa con mi marido hablamos del tema, y ninguno de los dos teníamos ni la menor idea de que tipo de relación podría tener mi jefe y la chica del gabinete. Y llegamos a la conclusión que lo mejor era seguir como hasta ahora, dejar que Adela me hiciera lo que quisiese, o lo que quisiese mi jefe, mas bien, y disfrutar con ello.
El resto del tiempo que quedaba de tratamiento, Adela repitió a diario el "otro tratamiento", cuando terminaba con la depilación, me masturbaba, me comía literalmente todo el cuerpo, y yo, seguía disfrutando de todo eso sin atreverme a tocarla, a pesar de las ganas que tenia de hacerlo.
Cuando el tratamiento termino, dejando mi cuerpo completamente libre de vello, al terminar la ultima sesión, Adela, no me toco, eso me descoloco un poco, y cuando le pregunte si no me iba a hacer nada mas, sacó un sobre entregándomelo, leí la nota de su interior, era de mi jefe:
Hoy Adela no te va a tocar, te toca poner en practica todo lo que has debido aprender de ella, úsala, y hazla disfrutar como ella te ha hecho disfrutar a ti.
No hace falta que regreses a la oficina, tienes el resto de la mañana libre para que disfrutéis las dos.
Cuando termine de leer la nota, mire a Adela, y estaba sentada en la camilla, sonriéndome. Me tendió una mano, y me dijo suavemente Ven aquí
Ni que decir tiene que me acerque a ella, pero eso lo contare otro día.