La Zarina

Ella es la primera mujer en dominar el competitivo mundo del ajedrez. Recién cumplida la treintena, lleva diez años dominando los tableros. Él es un veterano diez años mayor, un jugador que no ha logrado pasar de medianía. Pero ahora está aquí, en la partida final.

Ella es la primera mujer en dominar el competitivo mundo del ajedrez. Recién cumplida la treintena, lleva diez años dominando los tableros. Él es un veterano diez años mayor, un jugador que no ha logrado pasar de medianía. Pero ahora está aquí, en la partida final. ¿Es un impostor con suerte? Puede ser, que me lo pregunten mañana. Mañana no existe… Hoy, hoy hay que jugar…


Final del internacional de París y contra la campeona del mundo. Ni yo mismo sé cómo he llegado hasta aquí. Pero si estoy aquí, tengo que jugar.

Ahí está… Anna Orlova, la zarina. Heredera de la más clásica escuela rusa. La primera mujer campeona del mundo. Apenas se digna venir a torneos, sólo juega el mundial. Le deben de haber pagado una fortuna por jugar aquí, además de que es el trofeo más prestigioso de la actualidad.

Me ha hecho esperar veinte minutos sentado ante el tablero. Este tipo de faltas de respeto con el rival son frecuentes en ella. Le gusta sentirse superior.

Se dirige hacia la mesa segura de sí misma… Sin duda una mujer atractiva: alta, delgada… Vestido blanco, juega con blancas, lo sabemos desde el sorteo de ayer. La falda termina justo por encima de sus rodillas. Buenas piernas, medias blancas, tacones rojos… Al menos doce centímetros de tacón, le gusta destacar, llamar la atención. Tiene buena figura, senos erguidos, firmes… bueno, eso parecen. Con ese sombrero blanco parece una reina, una reina blanca de ajedrez.

Al sentarse se quita el gorro. Pensé que iba a jugar con él puesto. Me fijo en sus labios, pintados de color rojo intenso. Labios gruesos, parecen una manzana roja… Contrastan con su piel, blanca como el resto de su atuendo. Su pelo es negro, negro brillante, azabache, cortado en media melena… Me gusta como mujer, no puedo negarlo, pero me intimida, intimida a todos sus rivales. Seguramente le gusta a todos sus rivales.

Se sienta y saluda mecánicamente. Estrecho su mano, dedos largos, piel muy blanca, uñas pintadas de rojo intenso. A juego con labios y calzado. Noto su piel suave, cálida… ¿Cálida? realmente la esperaba fría, como un cadáver, como un robot… No, es cálida, agradable. Me mira con esos ojos… me fascinan esos ojos, grandes, verdes… Ahora mismo reciben la luz de lleno y parecen dos esmeraldas ardientes. Los ojos de una pantera. Pantera blanca o negra según la ocasión… hoy es blanca, como un armiño, como la nieve

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Comienza la partida. Avanza dos posiciones el peón de rey. Peón a casilla E4, la salida de los valientes. Ocupa el centro, permite la salida inmediata de la reina y de un alfil. Si un jugador superior a tí, empieza la partida así, es que quiere acabar rápido, afirmar su poder. No puedo evitar imaginarme a solas con ella. Ella desnudándose y mirándome altiva en ropa interior blanca.

Intento olvidar esos pensamientos. Recurro a mi arma secreta. Yo soy el que no tiene nada que perder. El torneo más prestigioso del mundo, final contra la campeona. Si pierdo es lo normal… ya tengo mérito por haber llegado. Si ella pierde, será noticia, será un desastre…

Respondo sin arrugarme. Peón a casilla E5. Partida abierta, los dos vamos a por todas. Ataca mi peón con el caballo, lo defiendo con otro peón… la defensa de Philidor. Se está preparando una masacre en el centro del tablero.

A ella no le gusta el juego medio. Sus movimientos son como golpes de boxeo. No te permite un momento de tranquilidad. Realmente, a mí tampoco me gusta mucho. Se suele perder el tiempo, se preparan planes… Veo como juega con el rey, con los alfiles. Con las piezas alargadas. Es un pavo real, consciente de su poder.

He llegado a la final jugando de forma sólida. Defendiendo, amarrando… Ganando finales con ventaja de un solo peón. Con ella no se puede, te lleva a su terreno, la partida se convierte en un intercambio frenético. En una locura esquizofrénica. Me pregunto cómo será en la cama. Supongo que también será dominante, te llevará a su terreno sin dejarte pensar. Me imagino tumbado en el colchón… ella dominando desde arriba. No debo pensar en eso… ¡¡¡Concentración!!! Es un juego de concentración.

Once movimientos y enroques cruzados… Sí, esto va a ser una partida a muerte. Lo malo es que estas partidas frenéticas, arriesgadas para ambos bandos, terminan en victoria de la zarina. Casi sin darte cuenta, en el fragor de la pelea, descubres que ella ha logrado una posición ganadora. Algo sutil, un peón pasado, una mínima ventaja material. Entonces, empieza a especular, a jugar despacio, sobre seguro… Disfruta cuando la pequeña ventaja va a más hasta hacerse decisiva. Que yo sepa, nadie le ha remontado nunca una ventaja.

¿Qué? ¡La torre come en D6! ¿Qué me tienes guardado Anna? Hasta un niño se comería esa torre y entraría en ventaja. Tienes un pequeño comando de peones acosando mi enroque pero no parece definitivo. Tal vez lo es y quieres despistar. Tal vez responderás con un movimiento maestro y demoledor.

Sigo sin tener nada que perder… Hoy vuelvo a ser un jugador adolescente en la cafetería del instituto. Voy a hacer lo que haría entonces… Torre blanca, la partida se acabó para tí. La reina negra te va a devorar en un salvaje ritual de canibalismo ajedrecístico… Nunca me gustaron los jugadores que “capturan” piezas… yo me las como.

Sabrá ella comerme el sexo… ¿Le gustará que se lo coman? No… no puedo evitar los pensamientos sexuales. Su expresión es concentrada, agresiva… pero, de alguna manera, veo lascivia en sus ojos, en sus labios carnosos e insinuantes.

Ha alineado torre y reina. Va a atacar en H7. ¿A lo mejor piensa que es mate? No, señora… El rey negro tiene salida. Y yo tengo un ataque franco por la columna E. Si me equivoco, perderé… Es lo más probable, ella ya lo tendrá calculado, pero a mí no me queda otra. Al menos no se me va a ocurrir otra opción… a muerte por la columna E, ese alfil va a ser devorado, eliminado, reventado… Tú comerás el peón en H7, comenzarás una persecución a muerte del rey negro. Basta un movimiento, un solo movimiento en que no puedas conectar un jaque…

Me acosa con torre y dama. De momento, aguanto… No puede seguir la cadena de jaques. Es lo que quería: un solo movimiento, tal vez no haga falta más. Lo tengo ahora… lo tengo y lo voy a hacer…

Realmente, me siento como si la estuviera penetrando, empotrándola…

¿Qué? Ni yo mismo lo sabía… MATE… JAQUE-MATE en una jugada… El alfil corta el posible escape del rey blanco hacia B2. ¡¡¡Orgasmo!!! No, no quería pensar eso, soy un salido… a mis años. Pero ahora soy campeón del torneo de París.

Descanso, respiro… estoy jadeando… noto la camisa mojada del sudor. Su cara: sorpresa, estupor, me mira con incredulidad. No parece enfadada… Aún no lo ha asimilado, juega tan rápido, en una cadena de maniobras intuitivas; que no se había dado cuenta de su debilidad. Igual que yo tiene expresión de agotamiento, de estar sudando, de necesitar respirar. ¿Qué estará pensando? ¿Quién la estará esperando en su suite?

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Rueda de prensa posterior. Hablo yo… confieso no creérmelo…

Habla ella… perfecto inglés, me felicita, me alaba, sin emoción. Igual que su saludo tras la partida. Correcta, pero sin pasión… La pasión, el arrojo… guarda todo eso para la partida.

Ya se han ido todos. Me levanto…

Ella aún está ahí. Me para. Se asegura de que nadie nos vea. Me da una tarjeta, similar a una tarjeta de crédito, sólo tiene un número impreso: 628.

No puedo hablar de la sorpresa, ella habla, en inglés:

  • The card grants access to my hotel room. You know, in this same building. I will wait for you until 1:00 AM, not later, please…

No doy crédito, la miro embobado, mudo… Añade:

  • You have fucked white king exceptionally. Now, I want you to fuck the queen too…

FIN