La webcamer y su fan number one V
De cómo el hombre sigue disfrutando del premio de Paula
CAPÍTULO CINCO. O de cómo el hombre sigue disfrutando del premio de Paula
Al poco, ya respirando ambos con más normalidad, y sintiendo la entrega de la chica, aquel hombre se incorporó sobre ella y le colocó suavemente un dedo en los labios mientras que con su otra mano le sentía manipular la correa del ball-gag que la mantenía en obligado silencio, y ella comprendió enseguida que se le estaba ofreciendo quitarle aquella incomoda mordaza de bola a cambio de que se mantuviera callada, y Paula, incapaz ya de discernir si quería liberarse de aquel hombre o llegar hasta donde él quisiera llevarla, asintió enérgicamente con la cabeza, afirmando su sometimiento a lo que quisiera hacer con ella. Además, a pesar de que se encontraba atada y a merced del intruso, aquel gesto le pareció curiosamente cálido y desprovisto de toda amenaza… Por primera vez en toda aquella noche de locura Paula se sintió extrañamente segura.
Entonces, en muda respuesta, el hombre soltó las correas que sujetaban la mordaza de bola en torno a la cabeza de Paula y se la sacó de la boca, permitiendo que tragara varias veces la saliva acumulada en su boca.
Pero el descanso de Paula duró poco… Primero le desató los pies y, obligándola a girar sobre sí misma, quedando con los brazos incómodamente cruzados, la colocó boca abajo, para luego atarle los tobillos juntos, luego le desató una mano y, después de masajearle levemente la muñeca, se la colocó a la espalda, procediendo igual con el otro brazo, para entonces esposarle las manos a la espalda mientras Paula escuchaba el ominoso chasquido del cierre de las esposas que volvían a mantener sus manos inmovilizadas…
El hombre siguió con su plan y, tumbada boca abajo como estaba, la obligó suavemente a flexionar las piernas hasta tocarse las nalgas con los talones, y entonces sujetó la cuerda que rodeaba sus tobillos a la cadena de las esposas, dejándola completamente inmovilizada…, “¿Cómo un cordero que se lleva al matadero…?”, se preguntó Paula
Entonces la hizo girar sobre sí misma, colocándola otra vez boca arriba en el centro de la cama, y se inclinó sobre ella para besar fieramente sus labios entreabiertos… Ella se dejó devorar la boca por sus labios apasionadamente, sin saber si corresponder o no, mientras la palabra “dueño” retumbaba en su cabeza y se sentía mareada ante la perspectiva de ser sometida por aquellas manos que exploraban todo su cuerpo desnudo, que el cuerpo de aquel hombre se dedicara en alma a la fantasía que durante años había reprimido y que ahora pugnaba por salir… y sabía que sería realizada esa misma noche…
Finalmente, sus manos la obligaron a separar las rodillas, dejando su sexo completamente expuesto ante su vista, para hacerle lo que quisiera…, y, poco a poco Paula sintió cómo se inclinaba sobre ella y notó su aliento entre sus piernas, justo antes de sentir cómo sus ágiles dedos tanteaban sus labios vaginales, abriéndola lo suficiente como para que su boca descendiera sobre su coño, con su lengua buscando su clítoris…
“¡Ooooooohhhhh, Dios…!”, - acertó a gemir Paula, sintiendo cómo su vagina se inundaba de flujos cuando sus dientes encontraron el hinchado botón entre sus piernas, mordisqueándolo ligeramente, lamiéndolo con ansia mientras sus ágiles dedos entraban y salían de su coño,
”¡Esto es mejor que el pingüi, ¿eh, Paulita?!”, - alcanzó a pensar la chica mientras un potente orgasmo empezaba a crecer en su interior por más que intentara contenerlo… Aquel hombre desconocido y autoritario estaba consiguiendo que su cuerpo se sintiese como un volcán en plena erupción… y ella no quería permitir aquello de ninguuuuuuna de las maneraaaaaaaaaas… Paula siiiiiiiiempreeeeeeeee,…, ooooohhhhhhhhhhh, síííííííííííí…, Paula siempre tiiiiiiiiene que conseeeeeeeeeeeervar el controooooooooooooool…
“¡Oh, Dios santo, me está forzando y me acabo de correr otra vez como una loca!” – pensó Paula mientras intentaba recuperar el control de su respiración y de su propio cuerpo traidor…
Dejándola un poco de tiempo para que ella se relajara después de su orgasmo, el desconocido se acomodó junto al maniatado cuerpo de la chica mientras ella sentía cómo los dedos de una de sus manos recorrían su anatomía desnuda
Paula, mientras tanto, se dejaba hacer dócilmente, permitiendo que aquel hombre acomodara su cuerpo a su antojo, sin prestar resistencia, porque, ya completamente segura de que no pretendía hacerle daño alguno, solo sentía el placer de ser tocada y follada como él lo estaba haciendo y lo único que deseaba en lo más recóndito de su mente era seguir sintiéndose así
Al poco, Paula sintió cómo las manos del hombre la obligaban a voltearse, colocándola a cuatro patas sobre la cama, con las manos aún esposadas, sin atreverse a moverse de como él la había dejado mientras volvía a atarle los tobillos a las esquinas inferiores de la cama.
Teniéndola sometida, a cuatro patas, con sus enormes pechos colgando sobre la cama, el hombre se colocó de rodillas delante de Paula, y ella, aún sin ver, supo lo que esperaba de ella en cuanto sintió su mano posarse sobre su nuca…, era su turno. Ni siquiera se dio cuenta de cuándo comenzó a chuparle la polla…
Estaba a cuatro patas, atada e indefensa, sintiéndose profundamente humillada por haber permitido que la hiciera correrse tan salvajemente contra su voluntad, y las lágrimas caían de sus ojos, mojando la venda que los cubría, pero aun así levantó las manos juntas para sujetar su endurecida polla mientras con la boca recorría toda la venosa superficie y dejaba entrar su calor y humedad dentro de su boca.
El hombre no hacía nada. No lo necesitaba. Simplemente estaba quieto delante de ella, con su miembro viril entrando y saliendo de la boca de la chica a un ritmo cada vez más rápido, inclinándose para cogerle los pechos de vez en cuando, tironeando ligeramente de sus pezones…
Finalmente, él empezó a gemir mientras ella seguía comiéndole la polla, metiéndosela cada vez más adentro, aunque nunca entera porque era demasiado grande.
Durante un segundo pensó que con el tiempo le entraría toda. Fue un pensamiento asqueroso. Fue un pensamiento que la hizo sentir una llamarada por dentro. Fue las dos cosas y ninguna. Apenas una fracción de segundo...
Después aquel hombre empezó a eyacular.
Entonces y sólo entonces le sujetó la cabeza con sus manos para que su polla bombease toda la lefa dentro de su boca, derramándose por la garganta de la chica, que sufrió una arcada. Aún tardó un rato en terminar de convulsionar y de llenarla la boca con su semen. Cuando terminó, después de que Paula se hubiera visto obligada a tragar todo lo que podía, le sacó el miembro de la boca y soltó su cabeza, dejando que las últimas gotas resbalaran por la comisura de sus labios.
Paula dejó caer la cabeza, sintiéndose derrotada y humillada…, pero también extrañamente plena y satisfecha…, como una hembra orgullosa de haber satisfecho a su macho.
Por un momento pareció que el intruso iba a separarse de la chica sin más, pero, tras un momento de vacilación en que el tiempo pareció pararse, ella lo sintió alargar la mano y agarrarla por la barbilla, obligándola a levantar la cabeza…, sintiendo, ya que no podía ver con la venda, cómo la miraba con…, ¿cariño?...
Paula se sentía completamente desconcertada y su cabeza era un torbellino de pensamientos y sentimientos encontrados… Aquel hombre la había drogado, desnudado y atado…, la estaba forzando sexualmente…, ¿y a ella le parecía que la estaba tratando con… cariño?.
Y, otra cuestión…, ¿por qué había dejado de resistirse a él?. ¿De verdad estaba disfrutando mientras la tocaba de aquella manera?... Paula ya no sabía qué pensar… ¿Sería porque a la parte de su ser que se identificaba con Mya le gustaba aquel “sexo duro”, o era porque ella misma, la propia Paula, a pesar de lo que él la estaba obligando a hacer, no se sentía nada amenazada desde hacía mucho rato…, y porque lo estaba disfrutando como una loca?...
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AVISO. En esta serie de relatos se han usado los nicks de usuarios reales, sin que esos personajes estén relacionados ni basados en modo alguno con dichos usuarios, siendo de responsabilidad exclusiva del autor.