La webcamer y su fan number one III
De cómo Paula daría cualquier cosa por ser siempre como la alocada Mya_27, o de cómo se recuerda a sí misma por qué no quedaba con sus admiradores de internet. VER NOTA
CAPÍTULO TRES. De cómo Paula daría cualquier cosa por ser siempre como la alocada Mya_27, o de cómo se recuerda a sí misma por qué no quedaba con sus admiradores de internet
La cita no pudo empezar de peor forma… chico_24_madrid resultó ser un chico de unos veintitantos años, guapete y con un físico decente…desde detrás de la pantalla del PC, que se quedó boquiabierto y ojiplático al ver a la diosa que se le apareció en el lugar de la cita…, ¡pero tan inmaduro y aburrido en la realidad que hasta Mya se hartó de intentar coquetear con él a la media hora y dejó que la dulzura de Paula “toreara” la noche como pudiera!...
Pero Paula, privada del desparpajo que le suponía su papel de Mya y perdido el anonimato del chat, se sentía demasiado bloqueada por la situación como para saber salir del atolladero, porque…, porque…, ¡porque, si todo hubiera salido como se suponía que debía de haber salido, había prometido que esa noche Mya_27 iba a emitir en su chat con aquel chico…, pero a Paula eso ni se le pasaba por la cabeza!...
“¡Oh, Dios, ¿en qué lío me he metido?!... ¿En qué lío me he metido?... ¿En qué lío me he metido?...”, se repetía Paula una y otra vez, como un mantra, mientras su desesperación arruinaba cualquier posibilidad de que aquella cita acabara saliendo bien…
Desde aquel momento, y durante toda la velada, aunque Paula sabía en su fuero interno que nada de aquello iba salir bien, su tozudez innata la hacía persistir en el intento, sin atreverse a decirle a aquel niñato lo que en verdad le pasaba por la cabeza, que ella tenía que sentirse a gusto, inspirada y excitada…, ¡y que él no la ponía, vaya!... Pero aquellos pensamientos no salieron de sus labios, ni siquiera cuando, ya avanzada la noche, llegó el momento de que lo llevara a casa…, ¡a su propia casa, por Dios!... “¿En qué estaría pensando cuando…?”… Pero los nervios no la dejaron articular palabra y…, cuando quiso darse cuenta ya estaban en su portal.
Por fin en casa, y con la mente aún hecha un lío, Paula le pidió al muchacho que la esperara en su estudio mientras ella, ya en su cuarto, se tomó su tiempo para deshacerse del vestido, perchándolo debidamente, mientras que el chal y el bolso quedaron tirados en el suelo sin miramientos, para luego darse una rápida ducha para refrescarse…, necesitaba distanciarse para serenarse.
Al salir de la ducha, se secó rápidamente y, aún desnuda, se acercó a la cama para intentar concentrarse en su próximo atuendo mientras sopesaba todas las posibilidades.
El body de raso rojo se enfundó en su piel con un tacto satinado y fresco que la ayudó a tranquilizarse un tanto, pero la imagen que conformaba en el espejo era más la de una chiquilla asustada a la que han pillado probándose la lencería de su madre que la imagen de una sensual webcamer.
“No, ahora tengo que relajarme” - se dijo a sí misma – “A ver si podemos sacar algo de provecho…”
Se ajustó mecánicamente el body y se colocó los pechos adecuadamente para que sobresalieran sobre el escote, simétricos. Ponerse las medias fue un suplicio, especialmente por cómo le temblaban las manos y era incapaz de ajustarlas en sus piernas situándolas correctamente para que la costura vertical, aquella línea más oscura, quedara exactamente detrás.
Cercana ya a casi completar su espectacular atuendo, Paula evitó mirarse al espejo antes de calzarse los zapatos de un negro brillante con tacones de vértigo, tomó un salto de cama de un tono ligeramente oscuro pero transparente, y ya sí procedió a mirarse al espejo, junto a la puerta, para poder ver el efecto final.
Respiró profundamente tres veces y, decidida a ser valiente, cogió el salto de cama de tul transparente y, mientras se lo ponía, fue hacia la puerta. De nuevo, tuvo que pararse ante ella y tratar de regularizar su respiración.
Y, de repente, lo escuchó susurrar…
“Sí, tío, sí…, está muy buena la jodía…, sí, como acordamos… Sí…, la he grabado, sí…, ¡que sí, mientras se desnudaba!… No, no se ha tocado… Ahora estoy esperando que salga…, sí…, ok, ok…, luego os lo paso”
Paula no podía dar crédito a lo que acababa de oir…, ¡era la voz de Chico!... No sólo la había estado espiando detrás de la puerta mientras se cambiaba…, ¿sino que también la había estado grabando mientras lo hacía?... ¡Y se lo iba a pasar a sus amigotes!...
Abrumada mientras todo su mundo saltaba por los aires, Paula retrocedió hasta el pie de la cama y se dejó caer, sentada, enterrando la cabeza entre las manos, recordándose a sí misma las razones por las que no quedaba con sus admiradores del chat… ¡Justo para que no le ocurriera aquello!... ¡Y mira que la habían avisado de los riesgos!... ¡Tenía que acabar con aquello!... Y Paula se levantó de la cama y se encaminó hacia la puerta, pero menos como un ángel vengador que como una condenada a muerte…
Escuchó para ver si oía su voz de nuevo, pero todo seguía en silencio desde que había escuchado aquella conversación, así que se armó de valor, puso la mano en el pomo de la puerta y abrió con decisión, aunque sin saber muy bien cómo salir de aquella situación tan comprometida…
Paula salió de la habitación, con su cuerpo cubierto únicamente por el escueto body, abandonada la negligee sobre la cama, decidida a decirle a Chico, a quien esperaba encontrar ya en su estudio, - esperándola para iniciar la emisión con ella, ¡ja, que todo aquello era una enorme equivocación y que no podían seguir, sin decirle nada más sobre lo que había oído porque no quería montar un numerito afeándole que había descubierto su traición estando en su propia casa, a solas con él…, pero, de repente, se percató de que algo no iba bien…
“¿Por qué está todo tan oscuro?... ¿Quién ha apagado las luces?” – pensó la sorprendida chica. Entonces se dio cuenta de que no estaba sola. No le había visto porque no encendió la luz, pensando que vería suficiente con la luz que debiera provenir de su cuarto, donde la aguardaba Chico…, “¡Chico, ¡¿dónde estás?!... ¡No te veo!” – casi gritó.
Entonces el hombre la agarró por detrás, sin dar tiempo a que la chica reaccionara, tapándole la boca con una mano que no tenía el mismo aroma que desprendía la colonia de Chico cuando la había besado en las mejillas al presentarse. Por eso supo que no era él.
Con la otra mano tiró de su cintura para meterla en su cuarto y llevarla hasta la cama, tirándola encima. El tiempo era confuso. Parecía ir a cámara lenta y a la vez demasiado deprisa. Paula intentó patalear, pero antes de darse cuenta tenía los brazos y las piernas inmovilizadas con unas abrazaderas de plástico semirrígido, y entonces sintió un leve pinchazo en el cuello y todo se volvió negro…
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NOTA DEL AUTOR. En esta serie de relatos se han usado los nicks de usuarios reales, sin que esos personajes estén relacionados ni basados en modo alguno con dichos usuarios, siendo de responsabilidad exclusiva del autor.