La vuelta del hijo del arquitecto

No esperó más, se empezó a desvestir mientras me contaba que a pesar de coger con mujeres recordaba mucho el placer que había sentido cuando nos cogimos. Para ese momento ya estaba en calzones y se percibía el bultazo apetecible de aquella verga que yo había disfrutado la ocasión anterior.

LA VUELTA DEL HIJO DEL ARQUITECTO

El sábado 29 de marzo pasado, llegó a visitarme aquel muchacho con el que tuve una fantástica experiencia; me comentó sus logros en su empresa constructora, me dijo que pasó cerca de mi casa y se le ocurrió llegar para revivir aquella mañana de sexo desenfrenado.

Sorprendido, pero caliente, le dije que me daba gusto verlo y que si aguantaba una buena sesión yo encantado de revivir la experiencia.

No esperó más, se empezó a desvestir mientras me contaba que a pesar de coger con mujeres recordaba mucho el placer que había sentido cuando nos cogimos.

Para ese momento ya estaba en calzones y se percibía el bultazo apetecible de aquella verga que yo había disfrutado la ocasión anterior. Raudo y veloz me desnudé también y volví a sentir vértigo al ver de nuevo el tamaño de la verga y los huevos que pronto iba a disfrutar.

Este muchacho no perdió tiempo, estaba excitadísimo, yo hice referencia a las dimensiones de su armamento y agregué que debía hacer felices a muchas mujeres y a su esposa en particular; su respuesta fue que no tiene quejas, que todo va siempre muy bien, pero a él le falta algo que no consigue con las féminas.

Sentí recorrerme un chispazo de calentura y pensé en darle todo lo que pidiera, pero para mi sorpresa, estiró su mano y me tocó el paquete diciéndome que mi verga no está nada mal, que seguramente yo también proporciono mucho placer a quien tenga la suerte de aceptarme en la intimidad. También yo le dije que no tengo quejas, a no ser por el dolor que al principio provoca la entrada de mi glande que es de considerable tamaño.

Nos colocamos en posición de 69, él empezó a lamer mi perineo, mientras yo lamía toda la longitud de su enorme verga e intentaba apresar en mi boca sus testículos, resultando imposible engullir siquiera uno , tiene unos huevos estupendamente redondos y grandes.

De pronto, sentí que su lengua imitaba mi acción y sin previo aviso, empezó a mamar mi dura verga; esa fue la señal para hacer lo propio con la suya. Ambos nos succionamos con fruición pero sin mediar ningún acuerdo nos retiramos simultáneamente, pensé entonces que venía lo mejor, que iba a cogerme sin tregua, pero se acostó sobre su espalda y me pidió que me pusiera un condón, que lubricara su agujero y que le metiera mi tranca, que necesitaba sentirme dentro.

Lo hice mío en esa posición y cuando se anunció mi espectacular corrida, me expulsó y gritó que le bañara el abdomen de mecos, él tuvo su propia acabada y nuestras leches se mezclaron, él jugó con sus dedos sobre el pequeño lago blanquecino y llevándoselos a sus labios, comió una y otra vez el producto de nuestra calentura.

Acto seguido, se metió a bañar, se acicaló, me dio las gracias y me prometió una visita en breve. Le acompañé a la puerta estando todavía desnudo y dándome un apretón en la verga se despidió.

Julián

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