La Vuelta al Mundo X: 2 - Au revoir Bastard!

Nadia no tiene miedos ni límites, le encantan las aventuras y el sexo desenfrenado. Con el motivo de una apuesta dará la vuelta al mundo por sus propios medios. Para ello se valdrá de su desparpajo, su cara dura y sobretodo de su cuerpo.

Esta es la segunda parte de La vuelta al Mundo X. Puedes leer la primera parte en el siguiente enlace

http://www.todorelatos.com/relato/103546


  • ... si quieres podemos pasar también por la costa azul. A mi no me importa que nos desviemos de la ruta que tenía pensada, pero aun así no me gustaría que fuese a menudo. He planificado mucho cada lugar y cada ruta y creo que he diseñado un magnifico...

Nadia resopló en silencio. Llevaba aguantando mas de media hora la larga perotata de Ricardo sobre su inminente viaje. Desde que le había dicho que le acompañaría en su vuelta al mundo no había dejado de agasajarla con rutas y destinos que visitarían y le prometía constantemente una aventura única y excitante que no olvidaría jamás.

Pero Nadia empezaba a pensar que no sería así, que sería un viaje aburrido y planificado al milímetro, sin aventuras, sin emoción. Solo una sucesión de visitas guiadas. Estaba sentada en el bonito sofá de diseño, sus largas y expuestas piernas descansaban sobre una mesita baja, también de diseño, en el apartamento de Ricardo. Echó un amplio vistazo a su alrededor, el viaje sería como aquel apartamento, frió y sin emoción.

Podía ver en su mente a David riéndose y entonando un "te lo dije". ¿Cómo ese cretino integral la conocía tan bien? Sabía mejor que ella que no aguantaría tanto tiempo en compañía de alguien tan obseso de los detalles como Ricardo. ¿Por qué David la ponía tan húmeda y necesitada? ¿No podía sentir esa misma necesidad por alguien como Ricardo? No del todo, se dijo. Ricardo era ordenado y equilibrado todo el tiempo... bueno no, todo el tiempo no. Toda esa fachada de rectitud se desmoronaba cuando estaban en la cama.

Nadia no pudo evitar sonreír al recordar "los gustos especiales" de Ricardo en cuanto a juegos de cama se refería. Su favorito "la colegiala calentorra". Había perdido la cuenta de las veces que se había vestido con la minuscula falda y había jugado a ser la alumna calentorra. Había otros juegos por supuesto, cuando estaban en la seguridad de la alcoba de Ricardo no faltaban los disfraces de ningún tipo, pero ese en concreto era su favorito. Ricardo era recto y hasta aburrido... menos en la cama.

Si no fuese porque no estaba dispuesta a perder la apuesta ya habría reculado y habría mandado a Ricardo y sus perfectos planes a paseo. Pero no iba a darle a David la satisfacción de tener razón y mucho menos iba a dejar que la acaparase para el solo. Nadia no era de ningún hombre. Tomaba de ellos lo que quería y les daba solo lo que le parecía oportuno. Y David no iba a ser distinto que el resto. Por mucho que le gustase acostarse con él, por muy satisfactorios y adictivos que fuesen sus encuentros o por mucho que la hiciese gozar con esa polla fea, no iba a consagrarse a ser su zorra exclusiva para los restos.

Miró hacia Ricardo que seguía inmerso en su discurso y sus planes. Su cerebro estaba tan disperso y aburrido que no entendió ni una sola palabra. Nadia asentía y murmuraba en los momentos precisos como si de verdad prestase atención. Si todo el viaje iba a ser parecido, ya se estaba arrepintiendo. Pero se imaginó la cara de satisfacción de David y la determinación se asentó en su pecho.

  • ¿Tendrás todo listo para entonces?

  • ¿Cómo dices? -preguntó Nadia, sabía que Ricardo le había preguntado algo.

  • Para pasado mañana ¿Tendrás todo listo? -le preguntó de nuevo.

  • ¡Ahh! Claro, claro, lo tendré. No te preocupes -respondió Nadia fingiendo unas ganas que no sentía.

  • ¡Estupendo! Va a ser increíble, te lo prometo -declaró muy contento.

  • Estoy segura -dijo Nadia con cierta ironía, seguro que sería increíble... increíblemente aburrido de momento.

Si a Ricardo se le sacaba de la cama era un coñazo de hombre. No es que no disfrutase de sus juegos privados, que lo hacía y mucho además, pero el resto de él, que no tenía que ver con sexo, provocaba en Nadia un sopor inmediato.

Bueno, quizá jugasen por el trayecto... pensó para si misma. Pero otra parte de ella sabía la verdad, 24 horas al día iban a ser un suplicio.

  • ¿Que tal si empezamos mañana con los preparativos?  -sugirió Nadia -y hoy lo dedicamos... a cosas más placenteras.

Se colocó a horcajadas sobre el cuerpo de Ricardo dándole a entender por donde iban los tiros. El se rió como un bobo y la apartó.

  • Hay demasiado que hacer -declaró antes de ponerse en pie y empezar con otra larga perotata.

...

David trató en vano de averiguar cuales eran los planes de esa vuelta al mundo en la que Nadia se había enfrascado. Su frustración y desesperación crecían por momentos. Había intentado hablar con alguna de sus amigas y conocidos pero ellos no tenían ni idea de que ella se iba de viaje. ¿Se lo habría inventado todo en el momento para quedarse encima de él? No, seguramente no, tenía que haber algo de verdad en eso.

Pensó que lo más seguro era que ella hubiese improvisado sobre la marcha solo para joderle. Y reconocía que lo había hecho a base de bien. Solo en pensar que se pasaría meses enteros con ese... individuo. David sabía que había muchos otros en la vida de Nadia, le jodía pero no lo dejaba entrever. Pero no podía entender qué era lo que veía en Ricardo. Era soso, aburrido y parecía que tenía un palo metido por el culo a todas horas. Ellos dos, DAvid yt Nadia, tenían sexo desenfrenado, salvaje y animal, con él Nadia era una fiera por eso no sabía que podía ofrecerle el señor "palo en el culo" que no pudiera darle él.

David se recostó en la silla de su escritorio y se pasó las manos por el pelo con frustración. Iba a necesitar un milagro para evitar que ella se marchase o volviese con el rabo entre las piernas o... que volviese de rodillas a por su rabo.

...

Nadia fue directa hacia el armario secreto. Allí estaban colgados y pulcramente doblados cada uno de los disfraces que usaba en sus juegos de alcoba con Ricardo. Sin pensarlo ni un segundó agarró la faldita de cuadros de colegiala. Se desnudó completamente a escepción del tanga rojo que llevaba ese día y se enfundó la falda. La repentina desnudez hizo que sus pezones se erizasen.

Frente al espejo ató su cabello rubio, largo y sedoso en dos coletas. No podía tener un aspecto mas apetecible ni más obsceno. Anduvo con decisión hacia la salita de estar y se plantó delante de Ricardo. No quería ni hablar de rutas y ciudades, quería sexo, diversión. Y lo quería ya.

Cuando Nadia entró por la puerta Ricardo perdió el hilo de lo que estaba diciendo. Iba casi desnuda a escepción de esa faldita minúscula. Puesta en sus blancas caderas le daba una imagen de niña sucia y algo zorra. Sus pechos estaban libres y se movían con su cadencia al caminar. Cuando andaba la casi inexistente longitud de la falda dejaba ver sus blandas y redondeadas nalgas y un minúsculo tanga rojo.

  • ¿Nos vamos de excursión, profe? -dijo con una voz que sonaba ingenua y a la vez calentorra.

La polla de Ricardo saltó en sus pantalones y algo hizo "click" en su cerebro. Sin ser casi consciente de ello, se levantó del sofá como si tuviese un resorte en las piernas y se acercó a Nadia como si de un depredador su tratase. La agarró por las blancas y desnudas nalgas y de un tirón la aprisionó contra su cuerpo. Apretó con fuerza la tersa carne bajo la minúscula falda, froto su entrepierna contra su vientre y empezó a olisquear su cuello. Ella se dejó hacer, como cada vez que interpretaba el papel de alumna zorrita.

  • Si, señorita -dijo contra su cuello -haremos un viaje, al país del desenfreno, haremos la ruta del "sexo por detrás" y haremos una parada en la emblemática taberna "La Tragona". Te gustará.

Nadia rió por lo bajo. Sabía perfectamente como hacerle saltar, como convertir a Ricardo el recto en Ricardo el sátiro. Sus manos aprisionaban y sobaban con fuerza los cachetes de su trasero. Empezaba a devorar su cuello con ansia como si quisiese devorarla. Sus pequeños y picudos pezones no podían estar mas duros y la humedad empezó a hacerse patente entre sus piernas cuando unos dedos calidos y gruesos se colaron entre ellas. No pudo evitar dar un gritito de sorpresa.

  • No se que me haces que me vuelves loco -dijo Ricardo con voz desesperada urgando con urgencia entre los pliegues del sexo de Nadia y dejando de lado el rol de profesor estricto y salido. Le encantaba poner sus dedos en esa carne perfecta.

  • Lo siento porfe -contestó Nadia siguiendo el juego de colegiala.

  • No quiero que sigas con eso -dijo Ricardo antes de empezar a devorar sus pechos.

  • ¿Y qué quieres? -preguntó Nadia con su voz más seductora.

  • Algo... salvaje, quiero... quiero follarte como un animal.

Nadia rio y disfrutó de los labios y la lengua de Ricardo provocando sus excitados senos. Sus dedos gruesos urgaban en su sexo con la misma intensidad.

  • ¿Serás mi Tarzán salvaje y follador? -sugirió Nadia arrastrándole a la cama.

  • ¡SII! Seré tu Tarzán. Y tu serás Jane -dijo excitado por la idea mientras le quitaba la falda de colegiala- te follaré como un gorila en celo...

  • Hummm... ¿me harás el salto del tigre también? -dijo Nadia soltando una risotada, se estaba calentando más a cada momento.

Ricardo rió ante su sugerencia. De hecho le excitó aún más. Le sujetó las finas muñecas a su espalda con una mano y con la otra rompió la ropa interior. El monte de venus redondeado y pálido quedó a su vista y a su merced. Aun sujetandola por las muñecas se arrodilló y lo lamió varias veces haciendo ruidos de gorila.

  • ¿Que hace usted? ¡Salvaje! -dijo Nadia interpretando su papel de Jane con convicción.

Ricardo se lanzó a mordisquear y lamer entre sus piernas mientras la sujetaba con fuerza por las muñecas. La verdad es que disfrutaba estos juegos muchísimo, se sentía deshinibida por completo en cada papel que tomaba. La lengua de Ricardo trataba de colarse en la suavidad del sexo de Nadia, ella se resistía y reculaba entre quejas.

  • ¡Suelteme salvaje! -chilló.

  • ¡Rico! -aulló Ricardo atrayendola contra su boca.

  • ¡Ohh no! ¡pare... no haga eso! ¡Detengase!... hummm ohhh mmmmmm -ronroneó Nadia sin poder contenerse, empezaba a sentir el placer de sus lamidas de salvaje.

Ricardo la tiró sobre la cama con un movimiento rápido. Nadia calló de barriga en la cama hecha y enseguida sintió como su improvisado Tarzan se abalanzaba sobre ella por detrás.

  • ¡Mujer bonita!  Gusta, Tarzan -dijo Ricardo con un tono grave.

  • ¡Quieto salvaje! -dijo cuando Ricardo introdujo dos dedos en su sexo, explorándola.

Ricardo la inmovilizaba contra la colcha con su cuerpo mientras sus dedos entraban y salían de su sexo con una cadencia lenta y profunda. Mientras tanto ella chillaba y se resistía, le llamaba salvaje y pataleaba. Sintió los dientes de Ricardo en la carne de su trasero. Maldito, si que estaba excitándola. Ricardo la liberó de su presa y Nadia se dio la vuelta. Estaba desnudándose.

  • Tarzán no debería llevar ropa -dijo mientras practicamente se arrancaba la ropa del cuerpo.

La ausencia de prendas dejó a Nadia ver su enorme erección. Su pene era pequeño y muy grueso. Cuando le tenía dentro, la abría por completo. Ricardo se abalanzó sobre Nadia. Se colocó a horcajadas sobre su vientre sin llegar a apoyarse. Así, teniéndola completamente a su merced sintió una oleada de deseo. Su piel clara y perfecta se tensaba lo justo en su proporcionado y largo cuerpo. Sus pechos eran dos colinas coronadas por dos pequeñas joyas.

  • Tarzán -dijo apuntandose a si mismo con la mano.

  • ¡Oh ya se! -dijo Nadia interpretando a Jane.

  • Tarzán -Ricardo se apuntó a si mismo- ¡Oh ya se! -dijo apuntando a Nadia.

  • No, no, no, no... Soy Jane -dijo Nadia bajo él con una sonrisa.

  • Tarzán -repitió apuntandose -No, no, no, no... soy Jane -apuntó a ella.

  • No. Tarzán -dijo Nadia poniendo sus cálidas y suaves manos femeninas sobre el pecho de Ricardo- Jane-dijo poniendo la mano sobre el suyo- Tarzán... Jane -repitió explicándolo.

  • Jane.... -dijo Ricardo coniendo ambas manos sobre sus pechos.

No los soltó, sino que los masajeó suavemente. Se colocó de modo que su pene quedase entre ellos y aunque no eran lo suficientemente  enormes como para aprisionar su miembro entre ellos, si que lograban envainarlo. Aprisionando sus pechos con las manos, movió sus caderas para estimular su excitado y duro pene entre ellos. Ella mientras tanto le acariciaba el trasero.

  • Ummm -dijo Ricardo tomando su polla entre los dedos y apuntandola a la boca de Nadia.

  • ¿Qué quieres? -preguntó Nadia.

  • Ummmmmmm -repitió acariciando sus labios con el enrojecido y terso glande.

  • ¡Ahhh! ¿Quieres que te la chupe? -Ricardo hizo como si no comprendiese lo que ella decía y Nadia elevó la cabeza y tomo el glande entre sus labios -Así ¿verdad?

Al sentir el mojado interior de la boca de Nadia en su polla Ricardo se tensó por completo. Su lengua era suave y malvada, jugaba con su punta con diabólica maestría. Su labios, que eran llenos y rojizos succionaban su mango con dedicación y pasión. Ricardo apoyó ambas manos en el colchón, muy por encima de la cabeza de Nadia y sobre ella, en esa posición dominante, dejó que ella chupase su miembro.

Su boca que había empezado poco a poco, ganaba terreno hasta que con cada chupada, quedaba profundamente enterrada en su boca. Cada chupada le enviaba una fuerte ola de placer que le hacía estremecerse. Movió las caderas con suavidad contra su boca y gruño como un salvaje cuando ella dejó que follase su boca. La contempló, bella y con un aura de pureza tragándose su rabo una y otra vez.

De un solo tirón Ricardo salió de la boca de Nadia y se apartó de encima de ella. Su pene lucía empapado y enrojecido. Más grueso aun si cabe. Estaba deseosa de tenerlo dentro de ella una y otra vez, y que la penetrase sin compasión. Ricardo la volteó y la colocó a cuatro patas sobre la cama. Le dio una cachetada en una nalga antes de apuntar a su interior.

  • ¿Que tal el salto del tigre ahora? -dijo Nadia riendo justo antes de que se decidiese a penetrar de una vez en aquel sexo perfecto y apretado.

Ricardo rió, le encantaba que ella supiese disfrutar de todo y le excitaba lo deshinibida que era con él. Siempre le pareció que su aspecto brillante y puro correspondía con una dama de otro siglo, sin embargo, por dentro era descarada y obscenamente apasionada. Salió de la cama y de un salto se subió a la minúscula mesilla que había a un lado de la cama. Nadia rió al verle saltar como un mono, su pene se balanceó suavemnente antes de quedar inamoviblemente duro.

Haciendo algo de teatro, Ricardo se preparó para saltar sobre la cama. Nadia se dio la vuelta y abrió las piernas exponiendo su sexo por completo dándole a su Tarzán un sitio donde aterrizar. Al ver su sexo libremente ofrecido y abierto para él, Ricardo se emocionó y se preparó para saltar sobre ella y follársela como un verdadero gorila salido. Nadia contempló como Ricardo hacía el amago de coger carrerilla antes de resbalar y caer hecho un tumulto de brazos y piernas contra el suelo.

...

David respiró hondo antes de poner el dedo sobre el redondo y plateado timbre del piso de Nadia. Puesto que no había hayado un modo de retenerla o de lograr que no viajara, recurrió a lo último que le quedaba, tragarse su orgullo y pedirle que se quedara. Respiró hondo de nuevo pero no apretó el timbre. ¿Por qué le costaba tanto? Una voz a su espalda le sacó de su debate interno.

  • Como no ibas a estar tu aquí -dijo la voz de Nadia con un tono verdaderamente molesto y enfadado, David no sabía a qué se debía.

  • Hola para ti también -dijo David ignorando su mala leche y con su habitual tono chulesco.

Nadia se acercó y sacó las llaves del portal. Abrió y tiró de la puerta con violencia. Debía estar muy enfadada, pensó David. Con cierta precaución la siguió escaleras arriba y le sorprendió que ella se lo permitiese. Le permitió incluso entrar en su piso. Se quedó quieto tras la puerta hasta que ella se le encaró.

  • No se como coño te has enterado pero que sepas que eres lo más carroñero que he visto jamas -dijo Nadia mirándole enfadado.

  • No es como si no lo supieses ya a estas alturas -dijo David aún sin comprender qué era lo que provocaba su enfado, parecía que era por su culpa pero no recordaba haber hecho nada para cabrearla de ese modo.

  • Enhorabuena -dijo con un enfado irónico, David se perdió un poco mas- vengo del hospital. Me he pasado toda la puta tarde allí con Ricardo y tiene fracturadas dos costillas. Has ganado, pedazo de cabrón. Por pura suerte, pero has ganado -escupió como si fuera veneno.

¿Ganado? ¿Pensaba Nadia que él sabía lo que había pasado? Parecía que si. David no pudo evitar sonreír al comprender lo que había ocurrido. ¡Había ganado la apuesta! El señor "palo en el culo" estaba con dos costillas fracturadas por lo que su loco viaje se había ido al carajo. Por dentro fue como si empezase a dar volteretas de alegría. Y lo mejor de todo, Nadia pensaba que él se había enterado y había venido a por su premio. Ya no tenía que humillarse ante ella y... su pene se endureció al pensar en lo que eso significaba.

  • Sea como sea, he ganado -dijo con satisfacción y sin explicarle que el no sabía nada. Dejó que ella creyese que había ido a recoger su premio -y ya sabes lo que significa -añadió con malicia.

  • Eres un cabrón y un cretino -dijo Nadia con verdadera rabia. No sabía como se había enterado él de lo que había ocurrido pero como el perro sarnoso que era enseguida había venido a cobrarse su recompensa.

David dio unos pasos hacia ella y colocó las manos sobre sus hombros. Los masajeó un poco antes de dar un paso a tras y ordenar en voz alta.

  • Desnudate-

Los ojos de Nadia echaban chispas pero no dijo nada, sus labios rojos se fruncían en una mueca que a David solo le excitaba más.

  • No espera -dijo antes de que ella empezase a quitarse la ropa para el.

Nadia se detuvo y observó como David se sacaba la camiseta y los pantalones ante ella. Le siguieron los calcetines y los boxers. Su fea polla se encajaba semi erecta entre sus piernas. No pudo evitar que una chispita de excitación naciese justo entre sus piernas y se extendiese por su cuerpo haciendo que sus pezones se endureciesen y su boca se secase. David se dirigió hacia el sofá y se sentase cómodamente allí. Sus piernas abiertas y su mano sobre su polla.

  • Ahora si, desnudate -dijo empezando a tocarse suavemente y añadió- despacio, que quiero disfrutar.

Nadia tardó varios segundos en obedecer, cuando lo hizo su cara no podía mostrar mas enfado. David movió muy despacio la mano sobre su miembro mientras Nadia se desnudaba para el. Como iba a disfrutar de esto. Conforme las prendas caían la cara de Nadia se fue suavizando, pasó del enfado al deseo. Apretó el agarre sobre su polla cuando sus pechos quedaron liberados.

Perfectamente redondeados, estaban coronados por dos pequeños y rojizos pezones que lucían excitados por completo. Su piel clara era perfecta e inmaculada. Con una mirada lasciva Nadia le dio la espada y se inclinó hacia adelante exponiendo su trasero. Con los pulgares asió su tanga rojo y lo bajó hasta sus tobillos. Su precioso sexo estaba deliciosamente aprisionado entre sus piernas y para la excitación de David, estaba húmedo. Deseó enterrar su boca ahí pero entonces pensó que le tocaba disfrutar a él..

  • Tócate -dijo David acelerando el movimiento de su mano contra su polla.

Nadia obedeció esta vez sin rechistar y mojó sus dedos de un modo provocador antes de dirigirlos a su sexo impoluto y trazar círculos sobre su hinchada perla. Oyó como ella gemía muy muy suavemente. David aprisionó su polla con fuerza y movió su mano al compás de los dedos de Nadia, que había dejado a un lado su enfado y estaba completamente entregada el vicio.

  • Vamos a la cama -dijo repentinamente David, estaba ansioso por... por hacerle de todo en realidad. No podía esperar a dejarse llevar por sus mas bajos instintos con Nadia. Ella le siguió.

David entró en la habitación y se tumbó en la cama por completo y le indicó a Nadia que se montara sobre el. Ella trepó por su cuerpo y aprisionó su hinchado miembro entre sus piernas. En su cara había excitación y maldad. Se estaba dejando llevar. Su cuerpo blanco y femenino hacía contraste contra la piel oscura y velluda de David. Siempre se sorprendía de lo pura que parecía ella. Alargó las manos y tocó su cuerpo como si fuese su dueño. Pellizcó sus pezones  y provocó su piel. Ella se dejó hacer, disfrutando. David dirigió una mano hacia su mástil y apuntó a la escondida abertura del sexo de Nadia. La buscó con cuidado y la instó a bajar sobre el.

Muy lentamente Nadia descendió dejando que la hinchada masculinidad de David penetrase por completo en su interior. David no pudo evitar jadear al sentirla tan húmeda y apretada.

  • Siempre estas tan apretada -dijo fascinado.

Nadia no dijo nada, solo empezó a cabalgarle lentamente. Su pene, como si de una espada se tratase se clavaba en la vaina que era el coño de Nadia. Ella se movía clavandose por completo cada vez, con una cadencia desenfadada y a la vez increíblemente apasionada. Su polla friccionaba con cada parte de su húmedo y cálido interior. Se adaptaba perfectamente a el.

David se relajó sobre la cama, echó los brazos por encima de su cabeza, hacia atras y contempló el cuerpo de Nadia trabajando para su placer. Sus pechos saltaban suavemente al compas de sus movimientos, sus caderas se movían con precisión haciendo que cada estocada fuera completa y certera. Observó como su clítoris destacaba hinchado entre sus labios vaginales. Nadia no podía negar lo excitaba que estaba, por muy enfadada que hubiese estado hace un rato, ahora esta gozando. Justo detras, David podía vislumbrar su polla mojada y enrojecida entrando y saliendo de aquel coño perfecto.

De nuevo su fantasía de una Nadia virgen e ingenua cobró vida en su cabeza. Esta vez era más real pues ella estaba entregada por completo. Cerró los ojos cuando Nadia aceleró sus movimientos entre jadeos. De nuevo se maravilló con lo apretado de ese coño. Las manos de Nadia recorrieron el cuerpo de David, que relajado, disfrutaba de la cabalgada.

  • Eres maravillosa y única -declaró David antes de poder contener su lengua y extrañamente se sintió bien al decírselo.

Ella respondió inclinándose sobre él y besándole con ferocidad mientras se movía aún mas fuerte contra él. Sus cuerpos producían un claro sonido al chocar. Su polla perforaba su apretado interior por completo y sentía sus pechos suaves y llenos contra su torso. Las manos de Nadia vagaron por su cuerpo hasta quedar aprisionando las muñecas de David. Sus gemidos le indicaban que estaba a punto de colapsar encima de él.

De pronto sintió como el cuerpo de Nadia se sacudió encima de él y como su ya apretado interior se cerraba más aún. Ella gimió sin dejar de moverse, disfrutando plenamente de su orgasmo. Sus labios buscaron el cuello de David mientras con fuerza sujetaba sus muñecas. David notó una repentina quemazón a un lado del cuello que ganaba intensidad por momentos. Nadia le estaba haciendo un chupetón y por el dolor que empezaba a sentir sabía que sería de los que duran. Pero debido al placer que sentía ni siquiera intentó zafarse.

Notó como su propio cuerpo se preparaba para el orgasmo, disfrutó de la sensacion del cuerpo de Nadia contra el suyo antes de inundar por completo su interior. Entonces oyó un fuerte click metálico por encima de su cabeza y se encontró con que Nadia salía repentinamente de encima de él. Confuso trato de incorporarse en la cama y se encontró con que su muñeca derecha estaba atada a la cama con una esposa plateada de policia. Miró a Nadia que estaba triunfalmente desnuda. Su cara mostraba una perfecta expresión de malignidad que resultaba tremendamente erótica.

  • ¡Que zorra! -dijo David -sueltame, no tiene gracia

  • Lo he pensado mejor -dijo ella triunfante por haber cortado el sexo justo antes de que David se corriera. Ahora su polla estaba dura, enrojecida e insatisfecha -creo que no me da la gana convertirme en tu fulana particular -declaró.

  • Te lo advierto, sueltame -dijo David molesto.

  • Lo haré, tranquilo -dijo empezando a vestirse- bueno no, creo que una vez que me marche, llamaré a la policía o a los bomberos para explicarles tu situación -dijo con un ademán.

  • No tiene ni puta gracia -dijo David enfadado- has perdido, si tu palabra vale algo, tienes que hacer honor de ella.

  • Tiene gracia que un cretino como tu hable de cumplir con la palabra. Lo he pensado mejor, que no vaya con Ricardo no quiere decir que no pueda irme de viaje igualmente.

La mente de David se dió de bruces. ¿la había entendido bien? ¿pensaba irse de viaje igualmente, así de repente?

  • No. Has perdido, tienes... -dijo David tozudamente.

  • ¡No tengo que hacer nada! ¡Y mucho menos hacer lo que me digas tu! -declaró Nadia - Está decidido, me voy.

  • No puedes dejarme aquí...

  • Puedo y lo haré -le cortó Nadia- no me fío de ti, así que no voy a soltarte. Cuando esté lo suficientemente lejos llamaré a alguien para que te libere.

  • ¡Eres una puta! -dijo David sentandose como pudo sobre la cama, no quedaba rastro de su erección.

  • No es como si no lo supieras ya a estas alturas -dijo Nadia con mordazidad repitiendo las mismas palabras que le había dicho David.

Nadia recogió algo de ropa, su DNI, su cartera, su teléfono  y su pasaporte ante la mirada de furia de David. Este de vez en cuando la llamaba zorra y le juraba que se las pagaría. Ella le ignoró y antes de salir por la puerta le habló.

  • La apuesta sigue en pie cielo. Si vuelvo, cosa que dudo, seré tuya, mientras tanto haré lo que me de la gana. Au revoir Bastard! (Adios cabrón)

Y con eso cerró la puerta y salió a la aventura. Al contrario que su planificado viaje con Ricardo, este se le antojaba más excitante.

Continuará....