La voz

¿quien eres?

Saliendo de la clinica, una de las chicas del hospital salio para irse a casa, hoy tuvo mucho trabajo, si hubiera salido antes, si hubiera terminado sus cosas a tiempo, si no se hubiera entretenido hablando con sus compañeras, tal vez unos ojos penetrantes no se hubieran fijado en ella.

Hoy tenia el coche estropeado, decidio subir en el autobús, le molestaba, pero ¿qué se le podia hacer?

El trayecto era molesto, demasiada gente, el olor humano era bastante fuerte, se protegia lo que podia para evitar que alguien aprobechase la muchedumbre para tocarla.

"¿qué hace una flor como tu en un jardin tan feo?"

La chica miro hacia atrás ¿quién dijo eso?, fue como un susurro, era muy bonito lo que dijo, pero, la forma en la que lo dijo era bastante extraña.

Después, noto como alguien olia sus cabellos.

"si, una autentica rosa"

Al bajar del autobús suspiro aliviadamente, ¿quién era ese? ¿qué queria de ella?.

Solo al llegar a casa y besar a su novio se sintio mejor, decidio olvidar lo sucedido.

Al dia siguiente volvia a subir en el autobús, pero algo la turbaba.

"las flores bonitas no deberian ocultarse"

El mismo susurro ¿quién era? ¿qué queria de ella?, esta vez notaba como le olian el cuello, su corazon estaba acelerado, estaba asustada.

"se que piensas, pero no quiero que pase nada que no quieras que pase, solo dime que me vaya y yo me ire"

Ella queria decirlo, pero algo dentro de ella la detuvo, no sabia que, pero no podia decirlo.

El puso una mano en la mano de ella, era fuerte, firme, pero al mismo tiempo la sujetaba dulcemente.

"¿cómo te llamas?" dijo ella

"no no no, es de mala educación preguntar el nombre sin presentarse antes"

Esos susurros parecian acariciarla, temblando contesto.

"ana ¿tu?"

"no estropeemos la magia, mi bella ana, aun queda mucho por conocerte" dijo el extraño.

Esa noche ana se pego una ducha fria, muy fria ¿quién era ese? ¿por qué se interesaba por ella? ¿qué podia hacer? Se debatia entre tener miedo o exitarse ¿por qué ella?.

Aunque el coche estaba arreglado, ella fue al trabajo en autobús, se sentia loca, estuvo turbada durante su jornada, regreso al autobús y al cabo de un rato oyo de nuevo la voz.

"¿me esperabas?"

Ella esta vez llevaba una camisa, sin sujetador y una falda con sus bragas junto con la gabardina, no sabia por que escogio este complemento, pero lo hizo, en ese momento sintio los brazos que la rodeaban, su corazon latia fuerte.

"¿qué deseas? Mi preciosa ana"

Sus labios se movian solos, solo alcanzaban decir

"tocame"

Las manos acariciaban su suave cuello y su abdomen, recorrian cada centímetro de su piel por encima de su ropa, su abdomen, su cuello, su trasero, pero cuando alcanzo sus pechos, sintio como sus pezones se erizaban, el desconocido lo vio y jugo con ellos, ella sentia que se derretia, entre la vergüenza de la situación y el miedo a que los demas lo vean la poseia un placer indescriptible, luego se fijo que el desconocido exploraba su intimidad, sus humedas braguitas fueron apartadas para tocar sus otros labios, unos labios que ansiaban ser tocados con pasion, poco a poco su prenda mas intima llego a sus tobillos, el desconocido se agacho y relamio el nectar que le resbalaba por las piernas.

Ana salio del autobús con mas deseo que nunca, el trayecto fue demasiado corto para ella, ni siquiera penso en las bragas que ahora estaban en poder del desconocido, cuando llego sin dudar le arranco la camisa a su novio e hicieron el amor hasta destrozar la cama, pero algo faltaba, ese deseo aun no se apagaba.

Al dia siguiente deseaba estar con el desconocido, no se sentia a gusto en el lugar de trabajo.

"cuando acabes tu turno, ven al callejón, tengo un regalo por tu cumpleaños".

Su corazon casi se paraba, miro atrás pero no encontro a nadie, trabajo intranquila.

Cuando salio, fue como un zombie hacia el callejón, las sombras la cubrian, el silencio, roto por los latidos de su corazon, reinaba el lugar, un pañuelo enbolvia sus ojos ¿el? ¿qué le hara?, noto como le arrancaba la ropa, el frio del aire tocandola, sintio miedo, mucho miedo, pero los labios del desconocido poseyeron los suyos, su lengua acariciando la suya, fue largo, lleno de pasion mientras el abrazaba su cuerpo desnudo

Sus manos calentaron lo que el frio de la calle enfrio, los labios de la pareja se separaron, pero no del todo, un hilo de saliva los encadenaba, los labios besaron a ana, pero por el cuello, saboreandolo con dulzura mientras sus manos acariciaban sus pechos, después, como un lactante, los lamio, los chupo con fuerza mientras acariciaba la cueva del placer, ella se apoyo en la pared ya que sus piernas no la sostenian, los besos no tenian piedad, no daban respiro, la respiración de ana era mayor, se podia oir de lejos, el miedo a ser descubierta solo aumentaba su placer mientras el desconocido penetraba su puerta prohibida con su lengua, lamiendo su nectar con ganas, ella se habia depilado por el, solo por el, agarro su cabeza, obligando a hundirla mas y mas dentro de ella, entonces su cuerpo se combulsó, casi perdio el sentido y termino cayendo de rodillas y respirando con ganas, entonces oyó el sonido de una cremallera, bajando lentamente, ella sabia que iba a pasar, sus manos tocaban el vacio hasta que algo duro y calido fue palpado, era palpitante, bastante grande, se lo llevo a sus labios y saboreo ese falo, primero paso la lengua por el borde del glande, luego por su tallo, succiono los testículos con ganas y tras recorrer el ariete con la punta de la lengua lo engullio, casi podia decir que le llenaba la garganta, a veces para poder respirar, masajeo el ariete con sus pechos, tenia deseos de nuevo, noto como el estaba a punto, pero el paro la felacion y la levantó, acaricio su entrada con la punta del ariete, jugando con su clítoris, ana instintivamente abrio sus piernas y el con un beso, la penetró.

Fuerte y pasional pero susurrando cosas dulces al oido, ella estaba ida en el placer ambas respiraciones se acompasaban como una dulce melodía, parecia una eternidad hasta que noto que el la llenaba con su calor, penso que habia terminado, pero el la puso cara a la pared y la penetro por detrás agarrando sus pechos, oliendo su sudor y susurrando al oido, la cueva de ana aun goteaba la esencia de su amante mientras el la invadia con ansia, una invasión consentida, ana no lo aguanto mas y entre jadeos se desmayo.

Cuando se desperto, estaba vestida con un hermoso vestido que vio en una tienda, habia una carta en el suelo, en ella ponia.

Feliz cumpleaños preciosa, recuerdame como un sueño.

¿este era el final? ¿sin saber quien es ni como es? Solo las semillas que el sembro dentro de ella confirmaban que no era un sueño, se levanto y empezo a caminar a su casa, pero siempre recordando ese tia.