La viuda solitaria (1)
Una mujer, prisionera de sus recuerdos, necesita sentirse nuevamente mujer.
La empresa donde trabajaba tenía sucursales por toda España, en todas las capitales de provincia y en las ciudades grandes. Llevaba en ella mas de 13 años (había empezado con 21y tenia 34 años), al principio cuando me trasladaban lo hacían en calidad de administrativo, en los últimos años, era como inspector, subdirector o director de oficina.
Hacia ya 2 meses que estaba en la oficina, estaba como subdirector, cuando un día entro el director en mi oficina.
- “José Antonio, necesito que me haga un favor, supongo que conoce a la viuda de Jacinto Servia, el antiguo director de la oficina, que murió en un accidente”
- “Si creo que si, viene de vez en cuando, a firmar unos finiquitos ¿No?, la atiende en su oficina”
- “Si, se le hace un talón cada semana, y un recibí, ella viene de vez en cuando firma y se lleva el talón, pero es que Jacinto murió hace dos años, se le ha dicho de ingresárselo en cuenta, solo tendría que venir a firmar los finiquitos de tanto en tanto, pero ella prefiere venir, hoy vendrá y yo no puedo atenderla, lo harás tu en mi lugar”
- “Como no, algo en especial, que tenga que decirle”
- “Solo escucharla, y darle los talones correspondiente, que hay en el expediente y que firme el finiquito”.
Se fue el director, una hora después entro una de las empleadas, comunicándome que la viuda había llegado, le dije que la hiciera pasar. Una vez dentro.
- “Buenos días, mejor dicho buenas tardes, el director no puede atenderle hoy”
Me fije en la señora, pelo claro pero sin ser rubio, 1,60 de estatura, la ropa que llevaba, excesivamente ancha y negra, no permitía ver su figura, pero se intuía que no debía de estar mal. Había algo en aquella mujer que me atraía, desde el primer día que la vi en las oficinas, y ahora al tenerla delante mas.
- “Buenas tardes, supongo que sabe quien soy” dijo ella.
- “Si, la viuda del señor Jacinto Servia” respondí
- “Llámeme Esther, por favor”
- “Usted dirá”
- “Por favor, tutéeme”
- “Perfecto la tuteare, Esther, yo soy José Antonio tutéame también”
- “Gracias, cada cierto tiempo vengo para que me entreguen unos talones”
Cogí el expediente mire dentro, había dos talones, y un folio adjunto con un recibí. No tardamos más de un cuarto de hora. Me despedí de ella, la acompañe a la salida, una de las empleadas por lo bajo dijo “ Esa viuda lo que necesita un buen polvo ”. Yo la escuche, por lo que posiblemente la viuda también, aunque no se le noto. Al salir recrimine a la empleada.
Al siguiente día, era viernes, terminábamos a las tres, decidí ir al cine tras comer algo. Mi sorpresa fue ver allí a Esther, la viuda, era algo violento por mi parte y supongo que por el de ella también. Nos saludamos y entramos en el cine intente ponerme lo mas lejos de ella, y salí antes de terminar para no coincidir con ella.
Definitivamente a aquella mujer no le sentaba bien el luto, pensé me gustaría verla con otra ropa.
El viernes siguiente estaba a punto de marchar cuando se presento Esther, la viuda, no pude escaparme, había algo en ella diferente, supongo que nadie se dio cuenta, no iba de luto aunque si de oscuro, vestía un traje marrón oscuro con una blusa beige oscura.
- “Pasaba por aquí, y me acorde que la semana pasada fuiste al cine, pensé que hoy también irías”
Estaba pillado, pues si que iba a ir al cine, la solución era decir que no iba, pero no me gustaba mentir, además aquella me hacia sentir algo. Tenia un no se que .
- “Si tenia pensado ir, pero antes tomare algo de comer”.
- “Bien te acompañare sino te importa yo tampoco he comido”
Unos minutos después salíamos de las oficinas.
Nos fuimos al restaurante, al sentarse se quito la chaqueta, el sujetador era negro lo que hacia que se trasparentase en la blusa beige, además hincho los pulmones haciendo que su pecho sobresaliese. Eso me hizo que me excitara, mi polla se endureció. Tenía unas buenas tetas. Por lo poco que la conocía sabia que desde la muerte del marido, hacia dos años, no había tenido ninguna relación. Tenía que ser paciente, y sacar de ella la necesidad de ser mujer.
Durante la comida, Esther solo hizo que hablarme de su difunto marido. Tras la comida nos dirigimos al cine, escogimos una película, nos sentamos juntos, al sentarse se le subió la falda, mostrando parte de sus muslos, nuevamente me excite, mi miedo era que se diera cuenta. Viendo la película pensé que esa mujer terminaría en la cama conmigo, tenia que jugar mis cartas.
Al terminar la película fuimos paseando hasta su casa. En la puerta nos paramos.
- “Puedo hacerte una pregunta” dijo Esther
- “Si, me reservo el derecho a contestar” dije sonriendo
- “¿Qué opinan en la oficina de mi?
Imagine que era por el comentario de la semana pasada de la empleada.
- “No tienen nada que opinar, lo que si les sorprende es que una mujer como Usted …”
- “De tu por favor, hay cierta confianza”
- “… como tu, joven aun guarde el luto”
- “Como has visto hoy no llevaba el luto”
- “Si pero los colores oscuros no te favorecen”
- “Los colores oscuros, tomare nota… bueno ha sido una velada encantadora, ya quedaremos otro día”
- Si se esta haciendo tarde, buenas noches”
Cogí su mano, y ella me dio dos besos en las mejillas.
Ya de vuelta a casa, iba pensando que había echado a volar la imaginación demasiado pronto. Aquella mujer podía sentirse sola, y tal vez un bicho raro. Pero el que necesitase un polvo ya eran palabras mayores.
La semana siguiente no deje de pensar en Esther, sobretodo imaginándomela desnuda. Y el viernes volvió a ir a la oficina, ha diferencia de otras veces llevaba un traje beige, de chaqueta y falda, y la blusa oscura, pero no vino a mi oficina, fue a la del director. Un cuarto de hora después salió y se fue.
Al terminar en el trabajo como cada viernes me dirigí al restaurante, mi sorpresa fue verla allí.
- “Te estaba esperando, creí que ya no ibas a venir”
- “Pues ya estoy aquí”
- “Que te parece mi nueva imagen”
- “Esta mejor, aunque se puede mejorar, ya parece una mujer de…”
- “30 años”
- “¿Solo 30 años?...” sabia muy bien los años que tenia por el expediente, aunque sin arreglar aparentaba algunos mas “...creí que no tenia mas de 25”
- “Adulador, si tengo 30, estoy pensando una cosa, te lo digo después de comer”
Comenzamos a comer, y la conversación se fue por otros derroteros, del trabajo, del tiempo e incluso de política.
Al finalizar, salimos a la calle.
- “¿Tienes muchas ganas de ir al cine?”
- “¿Que tienes en mente?” le pregunte
- “Como has comprobado he decidido dejar el luto, tengo que renovar el fondo de armario, ¿Me acompañas?”
- “Como no tengo nada mejor hacer, te acompañare”
Y me fui de tiendas con ella, entramos en una de ropa, y comenzó a probarse los vestidos, y pedía mi opinión, se probo unos cuantos, de colores diversos, incluso hubo uno que era demasiado atrevido y para que le quedara bien se tubo que quitar el sujetador, al final compro tres, también me di cuenta que no se había puesto el sujetador, se le marcaban los pezones, me tenia totalmente fuera de mi, la polla parecía que se iba a salir.
Después fuimos a por unos zapatos, al probárselos hacia que su falda subiese y dejase los muslos a la vista y en alguna ocasión algo mas, me estaba poniendo cardiaco, no se me podía escapar aquella mujer. Se compro 3 pares.
Seguimos paseando, se paro en una tienda de lencería. Aquello era ya demasiado.
- “Sera mejor que me quede fuera”
- “¿No quieres ver como me pruebo la ropa interior?”
- “Sera mejor que no”
Ella entro sonriendo, aquella mujer me estaba dando todos los síntomas que quería tema, pero no debía precipitarme. Salió de la tienda con una pequeña bolsa, la acompañe a su casa, esperando que me invitase a entrar.
- “Ha sido una tarde provechosa, pero tengo que lucir alguno de los vestidos que me he comprado, que te parece si salimos a cenar, ¿Te espero dentro de dos horas? aquí mismo”
Nuevamente se me escapaba, pero me daba una segunda oportunidad, que debía aprovecharla.
Dos horas mas tarde fui a buscarla, se había puesto un vestido rojo que se compro, y una chaqueta torera blanca. Iba arrebatadora, estaba para comérsela allí mismo sin necesidad de ir al restaurante. Fuimos a cenar y ya de vuelta frente a su casa.
- “¿Te tomaras una copa en casa?”
- “Si entro no será solo para tomarme una copa”
- “Quien dice una dice dos”
Era el momento, ahora o nunca.
- “Sabes a lo que me refiero, me gustas”
- “Tu también me gustas, pero comprenderás que el recuerdo de mi marido”
No era la primera vez que me encontraba en una situación similar. Si quería conseguir algo de aquella mujer, tenia que ser malvado y forzar la situación.
- “Sera mejor que lo dejemos así, no ha sucedido nada, quedamos como amigos. Hasta otra”
Me gire, y comencé a andar sin mirar a tras.
- “Espera, podemos hablarlo dentro”
- “No hay nada de que hablar, yo deseo una cosa y tu quieres otra”
- “No has pensado por un momento que yo también puedo desear lo mismo, pero no estar preparada”
- “Por eso mismo, cuando te creas preparada me llamas y ya veremos”
- “Por favor, no te vayas, te necesito”
En ese momento sabía que aquella mujer y yo terminaríamos en la cama. Entramos en su casa, era una casa grande y muy elegante. Me indico donde podía sentarme y fue a prepararme una copa. Cuando la trajo, la deje a un lado, cogí a Esther de la cintura y la atraje hacia mí.
La bese, fue un beso pasional, ella no me rechazo al contrario abrió la boca para dejar pasar a mi lengua, que con avidez buscaba la suya, cuerpo contra cuerpo, sentía cierto temblor. Acaricie su trasero, haciendo que se pegase más a mí, que sintiera mi polla tiesa.
Se había desatado la pasión.
- “Ven conmigo” me cogió de la mano y me condujo al primer piso.
Entramos en una habitación, encendió la luz. Había una cama, en la pared de enfrente de la cama un gran espejo. Me imagine que seria una habitación de invitados. Nos volvimos a besar.
Hice que se pusiera frente al espejo, le bese el cuello, ella gimió, baje la cremallera del vestido haciendo que este cayera al suelo,
Mientras besaba su cuello, acariciaba sus pechos encima del sujetador, hábilmente desabroche el sujetador, cayendo al suelo junto al vestido, acaricie sus pechos, pellizque sus pezones, estaba totalmente entregada mi, baje la mano y acaricie su coño por encima de las bragas, metí la mano debajo de ellas y acaricie su felpudo, baje un poco mas y encontré el inicio de su raja, un poco mas y llegue a su clítoris lo acaricie pasando el dedo al su alrededor circularmente, sentía la humedad de su coño, los gemidos eran cada vez mas fuertes.
- “Mírate al espejo, esa es una mujer necesitada de placer, te ves tu”
- “Si, si me veo, te deseo. Deseo sentirte dentro, hazme sentir mujer nuevamente”
Se giro, quedo su pecho pegado al mío mientras nos besábamos, me desbrocho la camisa dejando al descubierto mi pecho, froto sus pezones en mi pecho. Me desabrocho el botón del pantalón, y bajo la cremallera, metió la mano y acaricio mi paquete por encima del slip, dejo caer el pantalón, metió la mano debajo del slip, agarro mi polla, la manoseo y la saco fuera.
Tirando de ella me condujo a la cama, se acostó en ella, me senté a su lado, me deje caer sobre ella y la bese.
- “Desde el mismo día que te vi en la oficina me parecistes una mujer excepcional, y ahora lo puedo corroborar”
Le quite las bragas, dejando ver un vello púbico casi rubio, lo acaricie.
- “Que felpudo mas rico” le dije
- “Te gusta”
Me quite el slip, e hice que mi polla tiesa se restregara con su cuerpo, hasta que ella la paro con la mano.
Comencé a chupar los pezones, dándole pequeños mordiscos, con la mano acaricie su clítoris, y sus labios vaginales que estaban ya húmedos. Con el pulgar acariciaba su clítoris, y con el dedo índice y el anular lo introducía en su vagina. Esther jadeaba, gemía y cogía la almohada con las dos manos y la doblaba sobre su cabeza para gritar y que su grito quedase ahogados.
- “Métemela, quiero sentirte dentro, no sabes lo que lo necesito”
Me coloque entre sus piernas, hice que las pusiera sus piernas sobre mis hombros, me cogí la polla y la pase por su raja, acariciando con la punta el clítoris y los labios vaginales, y de golpe se la metí, el grito quedo nuevamente ahogado por la almohada.
Adivinaba el placer de ella al sentir mi polla recorrer su vagina una y otra vez, alcanzando un primer orgasmo, hice que bajase la pierna derecha, y la izquierda la pusiera sobre mi hombro izquierdo, quedando Esther de lado, seguí metiéndosela. Tras unos minutos hice que se diera la vuelta quedando boca abajo, mientras seguía taladrando su vagina comencé a acariciar el ano, le metí un dedo.
- “No, por el culo no” dijo
- “Porque, si te gustara” le replique
- “Nunca me la han metido por el culo, no me gusta”
No era cuestión de forzarla, si no quería, la vagina estaba siempre lista.
Habíamos perdido el ritmo y la intensidad, para recuperarlo cogí con las dos manos la cintura y la atraje hacia mí, haciendo que fueran mas profundas las penetraciones.
Grito ante las penetraciones salvajes, pero pronto se convirtió en placer.
- “Así, dame mas fuerte, quiero sentirla entera”
No solo aumente la fuerza de la penetración sin también la velocidad estaba a punto de correrme, pero no quería hacerlo aun estaba aguantando.
Entonces sus jadeos aumentaron
- “Me corro otra vez, ya, ya, ya” dijo gritando, metiendo la cabeza nuevamente en la almohada.
Era el momento no me retuve y unos minutos después, mi leche recorría su vagina, sentí como su cuerpo entero tembló al sentir el liquido calentito.
Ambos nos relajamos, yo me estaba quedando dormido y escuche que me decía.
- “Espero que por la mañana estés a mi lado y no seas un sueño”